Capítulo III: Avances peligrosos
A la siguiente mañana, mientras Martín estaba en la aburrida clase de historia, y la profesora hablaba y hablaba, se fue desconectando mentalmente de la clase –aunque aún estaba allí- y pensaba en sus próximos pasos.
Después de las estupendas corridas de los días anteriores, estaba dispuesto a seguir haciendo lo mismo, pero antes habría que ajustar ciertas formas.
Si bien en su interior, él pensaba que lo que hacía no era del todo correcto, o moralmente correcto, trataba de engañarse a sí mismo.
Terminada la mañana escolar, y luego de ir a casa, planificó sus siguientes movimientos.
Esa tarde había partido con los compas de la escuela, por lo tanto antes de irse de casa, recordó la ropa que llevaban sus hermanas ese día.
Agustina tenía el jean azul con la remera gris, y Florcha el jean negro con una blusa verde. Grabó eso en su mente y partió. Todo listo.
Se desenchufó 100% de su vida cotidiana durante el partido de fútbol, en donde está en juego el honor del equipo y sus compañeros. Algo que sólo un hombre puede entender.
Ya con el sol cayendo por el horizonte, y la temperatura desplomándose, al terminar la batalla en el campo regresó a casa para darse una buena ducha y descansar para empezar un nuevo día.
Arribó a casa ya de noche. Ingresó por el garaje. El auto no estaba. Mamá debía haber llevado a alguna de sus hermanas a algún lugar. Buena noticia, porque si su madre lo veía todo embarrado entrando a casa, algún reto ligaba.
Dejó sus botines en el lavadero, y entró derecho al baño. Se despojó de la ropa llena de tierra arrojándola al típico lugar. Allí estaba, como cada día, la ropa de sus hermanas.
Entre el partido, los golpes del encuentro, y la derrota sufrida, se olvidó de lo que había puesto en su mente antes de salir de casa, y en ese momento lo recordó.
No estaba para nada excitado en ese momento, y su cuerpo desnudo le pedía que se metiese ya al agua caliente porque se estaba congelando.
Esta vez había ropa de una sola de sus hermanas.
Había una remera verde, con un jean negro, medias, más un corpiño color piel y una bombachita que también parecía ser de ese color, no alcanzaba a verla bien porque estaba doblada abajo del corpiño. A juzgar por la ropa, esto es de Florcha, pensó el chico.
Se estaba enfriando y decidió meterse a la ducha, sin revisar la ropa.
- Ummm. –El agua caliente premiaba a su cuerpo casi helado ya.
Después del shampoo, puso una mano sobre su miembro y lo acarició levemente.
Sentía el agua caer en su cuerpo, mientras se recostaba sobre la bañera, acariciando su pene, que lentamente se fue poniendo duro.
Pensó en algún estímulo sexual. Virginia. La chica más bella del salón. La reina. La diosa. Nunca fallaba.
Ok, esta vez puso su mano agarrando su pene para empezar a masturbarse.
El rubio cabello de Virginia, su carita de niña buena… pensó en lo que le haría a su compañerita si la tuviera atada a una cama. La paja fue aumentando de velocidad, a medida que imaginaba lo que haría con esa hembra.
Después de unos minutos, ya estaba listo. Su joven cuerpo respondía rápidamente a los estímulos. Estaba a punto de acabar, cuando detuvo la masturbación.
Cerró la canilla, y se secó con una toalla. Se puso una remera mangas largas, un buzo y las medias. Se agachó sobre la ropa de su hermana, levantó el corpiño de allí y agarró la bombacha de su hermana.
La acomodó a su forma original, y buscó el interior. Y gualá! La misma mancha de humedad estaba allí. Esta vez parecía más pequeña, estaba húmeda pero no tanto como la anterior. Puso su mano en la pija erecta y palpitante, puso la bombacha con la parte húmeda en su nariz y empezó lo bueno de verdad.
Otra vez lo invadió ese característico olor a hembra, a vagina.
Aspiró cuanto pudo de esa droga, pensó en su compañerita de salón mientras se la jalaba despacio, no aguantaría mucho. Quería disfrutar el momento, se dispuso a terminar con aquello, cuando de repente:
Toc toc.
- Nene te falta mucho???? -Agustina.
Se desesperó, se hizo un nudo en las manos y se le cayó la prenda al piso.
- Sí, sí… no, digo, ya salgo. –Respondió mientras tiraba la bombacha al lugar donde estaba, buscando el corpiño para ponerlo encima como estaba antes.
- Qué?
- Que ya, ya estoy saliendo!
Escuchó los pasos alejándose y respiró aliviado… uff! Que poco había faltado. A saber que le diría su hermana si lo viera haciendo lo que estaba haciendo. La verga se le puso flácida más rápido que nunca antes, del susto!
Se vistió por completo y salió de ahí, mientras Agustina entraba a ducharse.
Luego de eso, trató de enterrar el suceso. Mientras Agustina se bañaba, llegaron a casa Florcha y mamá de una reunión de vaya a saber que cosa.
En fin, después de la cena fue a su notebook a navegar por Internet visitando como hacía diariamente sus sitios favoritos antes de dormir. Se acostó en su cama con la notebook, y después de visitar todas las páginas favoritas y de “informarse” de las cosas como su equipo de fútbol, carreras, etc. Cerró la pc y se quedó pensando en la oscuridad.
En su mente, volvió el suceso del baño, ocurrido hace pocas horas. Había ya aspirado dos veces la intimidad de su hermana Florcha, pero con Agustina todavía no lo había hecho. Abrió nuevamente la notebook y entró a una página erótica. Abrió el primer video que aparecía, era de lesbianas y se metió la mano en su pantalón.
El video había resultado muy bueno, corto pero bueno, ya otra vez estaba a punto del clímax, y pensó en ir al baño a buscar la bombacha de su otra hermana, Agustina. De pronto se puso muy, pero muy caliente, y su mente empezó a carburar a toda velocidad. En su cabeza pensaba en cosas como éstas:
“¿Cómo será? Seguro que es bien chiquita y apretada… ¿Estará húmeda como la de Florcha? Me muero por conocer el olorcito de tu conchita, Agus.”
Estaba realmente caliente, pensando en cosas que jamás hubiera pensado. Se estaba saliendo de control. Sentía sus dedos resbalarse con el frondoso líquido preseminal que le brotaba, y no quería manchar las sábanas.
Se destapó, dejó la notebook en su cama, se levantó de la cama, guardándose como pudo su erectísimo pene en sus pantalones que no daban cabida a su tremenda erección. Camino sigilosamente por el pasillo, hasta que topó con la puerta del baño. Escuchó la lluvia de la ducha cayendo. Maldición! Repitió en su mente.
Su madre se estaba duchando, y no podía arriesgarse a entrar a cumplir sus sucios planes. Su madre lo podría ver fácilmente. Tocó retirada, se fue a su cama a la aburrida acción de dormirse.
La madre era la última en ducharse siempre, antes de irse a dormir, por lo tanto toda la ropa sucia de la familia la recogía ella para llevarla al lavadero después de bañarse. No había otra oportunidad ese día. Si bien pensó en que podía ir al lavadero, era demasiado arriesgado, porque toda la ropa mezclada en un cesto sería dificultoso para encontrar las prendas que buscaba, y con ello haría ruido que levantaría sospechas.
A la siguiente mañana, mientras Martín estaba en la aburrida clase de historia, y la profesora hablaba y hablaba, se fue desconectando mentalmente de la clase –aunque aún estaba allí- y pensaba en sus próximos pasos.
Después de las estupendas corridas de los días anteriores, estaba dispuesto a seguir haciendo lo mismo, pero antes habría que ajustar ciertas formas.
Si bien en su interior, él pensaba que lo que hacía no era del todo correcto, o moralmente correcto, trataba de engañarse a sí mismo.
Terminada la mañana escolar, y luego de ir a casa, planificó sus siguientes movimientos.
Esa tarde había partido con los compas de la escuela, por lo tanto antes de irse de casa, recordó la ropa que llevaban sus hermanas ese día.
Agustina tenía el jean azul con la remera gris, y Florcha el jean negro con una blusa verde. Grabó eso en su mente y partió. Todo listo.
Se desenchufó 100% de su vida cotidiana durante el partido de fútbol, en donde está en juego el honor del equipo y sus compañeros. Algo que sólo un hombre puede entender.
Ya con el sol cayendo por el horizonte, y la temperatura desplomándose, al terminar la batalla en el campo regresó a casa para darse una buena ducha y descansar para empezar un nuevo día.
Arribó a casa ya de noche. Ingresó por el garaje. El auto no estaba. Mamá debía haber llevado a alguna de sus hermanas a algún lugar. Buena noticia, porque si su madre lo veía todo embarrado entrando a casa, algún reto ligaba.
Dejó sus botines en el lavadero, y entró derecho al baño. Se despojó de la ropa llena de tierra arrojándola al típico lugar. Allí estaba, como cada día, la ropa de sus hermanas.
Entre el partido, los golpes del encuentro, y la derrota sufrida, se olvidó de lo que había puesto en su mente antes de salir de casa, y en ese momento lo recordó.
No estaba para nada excitado en ese momento, y su cuerpo desnudo le pedía que se metiese ya al agua caliente porque se estaba congelando.
Esta vez había ropa de una sola de sus hermanas.
Había una remera verde, con un jean negro, medias, más un corpiño color piel y una bombachita que también parecía ser de ese color, no alcanzaba a verla bien porque estaba doblada abajo del corpiño. A juzgar por la ropa, esto es de Florcha, pensó el chico.
Se estaba enfriando y decidió meterse a la ducha, sin revisar la ropa.
- Ummm. –El agua caliente premiaba a su cuerpo casi helado ya.
Después del shampoo, puso una mano sobre su miembro y lo acarició levemente.
Sentía el agua caer en su cuerpo, mientras se recostaba sobre la bañera, acariciando su pene, que lentamente se fue poniendo duro.
Pensó en algún estímulo sexual. Virginia. La chica más bella del salón. La reina. La diosa. Nunca fallaba.
Ok, esta vez puso su mano agarrando su pene para empezar a masturbarse.
El rubio cabello de Virginia, su carita de niña buena… pensó en lo que le haría a su compañerita si la tuviera atada a una cama. La paja fue aumentando de velocidad, a medida que imaginaba lo que haría con esa hembra.
Después de unos minutos, ya estaba listo. Su joven cuerpo respondía rápidamente a los estímulos. Estaba a punto de acabar, cuando detuvo la masturbación.
Cerró la canilla, y se secó con una toalla. Se puso una remera mangas largas, un buzo y las medias. Se agachó sobre la ropa de su hermana, levantó el corpiño de allí y agarró la bombacha de su hermana.
La acomodó a su forma original, y buscó el interior. Y gualá! La misma mancha de humedad estaba allí. Esta vez parecía más pequeña, estaba húmeda pero no tanto como la anterior. Puso su mano en la pija erecta y palpitante, puso la bombacha con la parte húmeda en su nariz y empezó lo bueno de verdad.
Otra vez lo invadió ese característico olor a hembra, a vagina.
Aspiró cuanto pudo de esa droga, pensó en su compañerita de salón mientras se la jalaba despacio, no aguantaría mucho. Quería disfrutar el momento, se dispuso a terminar con aquello, cuando de repente:
Toc toc.
- Nene te falta mucho???? -Agustina.
Se desesperó, se hizo un nudo en las manos y se le cayó la prenda al piso.
- Sí, sí… no, digo, ya salgo. –Respondió mientras tiraba la bombacha al lugar donde estaba, buscando el corpiño para ponerlo encima como estaba antes.
- Qué?
- Que ya, ya estoy saliendo!
Escuchó los pasos alejándose y respiró aliviado… uff! Que poco había faltado. A saber que le diría su hermana si lo viera haciendo lo que estaba haciendo. La verga se le puso flácida más rápido que nunca antes, del susto!
Se vistió por completo y salió de ahí, mientras Agustina entraba a ducharse.
Luego de eso, trató de enterrar el suceso. Mientras Agustina se bañaba, llegaron a casa Florcha y mamá de una reunión de vaya a saber que cosa.
En fin, después de la cena fue a su notebook a navegar por Internet visitando como hacía diariamente sus sitios favoritos antes de dormir. Se acostó en su cama con la notebook, y después de visitar todas las páginas favoritas y de “informarse” de las cosas como su equipo de fútbol, carreras, etc. Cerró la pc y se quedó pensando en la oscuridad.
En su mente, volvió el suceso del baño, ocurrido hace pocas horas. Había ya aspirado dos veces la intimidad de su hermana Florcha, pero con Agustina todavía no lo había hecho. Abrió nuevamente la notebook y entró a una página erótica. Abrió el primer video que aparecía, era de lesbianas y se metió la mano en su pantalón.
El video había resultado muy bueno, corto pero bueno, ya otra vez estaba a punto del clímax, y pensó en ir al baño a buscar la bombacha de su otra hermana, Agustina. De pronto se puso muy, pero muy caliente, y su mente empezó a carburar a toda velocidad. En su cabeza pensaba en cosas como éstas:
“¿Cómo será? Seguro que es bien chiquita y apretada… ¿Estará húmeda como la de Florcha? Me muero por conocer el olorcito de tu conchita, Agus.”
Estaba realmente caliente, pensando en cosas que jamás hubiera pensado. Se estaba saliendo de control. Sentía sus dedos resbalarse con el frondoso líquido preseminal que le brotaba, y no quería manchar las sábanas.
Se destapó, dejó la notebook en su cama, se levantó de la cama, guardándose como pudo su erectísimo pene en sus pantalones que no daban cabida a su tremenda erección. Camino sigilosamente por el pasillo, hasta que topó con la puerta del baño. Escuchó la lluvia de la ducha cayendo. Maldición! Repitió en su mente.
Su madre se estaba duchando, y no podía arriesgarse a entrar a cumplir sus sucios planes. Su madre lo podría ver fácilmente. Tocó retirada, se fue a su cama a la aburrida acción de dormirse.
La madre era la última en ducharse siempre, antes de irse a dormir, por lo tanto toda la ropa sucia de la familia la recogía ella para llevarla al lavadero después de bañarse. No había otra oportunidad ese día. Si bien pensó en que podía ir al lavadero, era demasiado arriesgado, porque toda la ropa mezclada en un cesto sería dificultoso para encontrar las prendas que buscaba, y con ello haría ruido que levantaría sospechas.
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