¿No te parezco gorda?
¿En serio me haces esa pregunta?
Sí me pareces gorda, sí estás gorda. Pero tu pregunta no es si me pareces o estás gorda, tu verdadera pregunta es si puedo desearte igual estando gorda. Te han metido en la cabeza desde bien pequeña un modelo de belleza irreal que te hace dudar de tu atractivo y lo peor es que algunos hombres también se lo han creído.
¿Acaso las estatuillas de las antiguas diosas de la fertilidad no tenían abundantes proporciones? ¿Acaso como resultado de una cópula fructífera el cuerpo femenino no incrementa sus curvas y redondeces pareciéndonos a todos hermoso?
No, no voy a mentirte diciéndote que no estés gorda. Eso no es necesario, te deseo, deseo poseer cada centímetro de tu redondo cuerpo y tus abundantes curvas tan solo avivan mi deseo.
Demostraré cuanto digo con hechos cuando en la cama, desnuda, sientas mis labios recorriendo y sembrando de besos el interior de tus muslos. Sentirás mi deseo cuando al separar tus piernas las fuerce hacia atrás dejando tu sexo totalmente expuesto y dispuesto para recibir mi boca. Comprobarás mi sed cuando mi lengua se deslice entre los labios vaginales saboreando con avidez la humedad de tu cueva. Lameré tu clítoris, lo sorberé haciendo que crezca entre mis labios.
Sí, quiero comerte el coño y que sientas el aleteo de mi lengua deslizase arriba y abajo entre sus pliegues, que tu abundante flujo se confunda con mi saliva cuando la punta de mi lengua se dedique a lamer y punzar el prieto ano que esconden tus rollizas nalgas. Comerte sin que me importe el tiempo y con el único objetivo de recibir la recompensa de tu corrida en mi boca para que así comprendas, a las claras, lo que pienso de tu cuerpo y de esos quilos que solo a ti te preocupan.
Y buscaré tu boca, la buscaré para besar tus labios y que también tu lengua pueda saborear el néctar que brota entre tus piernas. Esos labios y esa lengua que imagino deslizándose por mi polla mientras tus ojos golosos me miran.
Te deseo a ti y deseo tu cuerpo con locura, deseo sentir la presión cuando me cabalgues marcando el ritmo que dicte tu calentura. Notar el flujo resbalando por mi polla, empapándome los huevos cada vez que tu sexo se desliza arriba y abajo envolviéndome en tu calor. Me muero igualmente por agarrarte las tetas que bailando imponentes frente a mi cara invitan a ser lamidas, chupadas, comidas con gula.
Follarte, comerte, apretar tu cuerpo, corrernos juntos y derramarme sin remedio en tu interior mientras nos comemos la boca. Eso es lo pienso yo respecto a si estás gorda. ¿Te ha quedado claro?
Sí, a mí también me gustan las gordas.
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