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Le pagué con unas mamadas [Relato erótico gay] Romminaa cr

Terminé chupándole la pija a un trabajadoe de una clínica, después de que me rescatara de un mal viaje de marihuana. Deja te cuento la historia.

Cuando tenía 25 años, trabajé en un lugar donde yo era la única persona física. La oficina de unos 80 m2 era mi espacio y mis jefes estaban físicamente en el extranjero.
Era un buen trabajo y la oficina estaba ubicada muy bien, al centro de la ciudad en un área bonita, que solía ser Colonia rica en otros años.

Me quedé tarde a trabajar y se hizo de noche. Era una bonita noche de verano. El cielo despejado y una brisa agradable hacía a los árboles moverse mientras rompían el silencio nocturno.

Eran las 9 y algo de la noche y decidí dar por terminado el día. Me senté en una salita de conferencias que tenía al centro de la oficina y me di un par de pipazos. Dos caladas de marihuana.
Había conseguido la droga hace poco tiempo y era de un dealer que acababa de conocer y que me habían recomendado. Olía potente y el color era muy vivo.
De un momento a otro, la hierba me pegó como un coñazo y me dio la pálida, el maltrip de la hierba y traté de relajarme, pero la taquicardia y el ataque de pánico fueron fuertes, de tal manera que yo ya estaba pensando en que me iban a correr y hasta que me iba a morir.
Llamé a una clínica privada para pedir ayuda. Sabía que era de esas clínicas que tenían unidades ambulancias para ir a por ti a tu domicilio. Ahora sé que, en ese momento, no corría peligro, pero no conocía muy bien, aún, la weed y no controlaba los malos viajes.
Me contestó lo que parecía ser un joven con voz queda y en tono amable, preguntando en qué podía ayudar. Le comenté lo que sucedía, y al principio , quería fingir que no me había drogado, pero me empezó a hacer preguntas y me puse nervioso, así que terminé confesando, no sin mencionar que no había dicho la verdad porque no me quería meter en problemas en mi trabajo. El joven contestó, de manera jovial, que no me preocupara, que estaba ahí para ayudarme y me dio instrucciones para hacer respiraciones, más o menos durante unos 5 minutos. Me relajó bastante, a pesar de aún estar luchando contra el efecto de la hierba , pues lo sentía ir y venir, me sirvió mucho escuchar su voz y obedecer sus instrucciones de cuándo respirar y cuándo soltar aire. Le di las gracias y colgamos.
Me quedé un rato recuperandome para poder manejar de regreso a casa. Recargado en el barandal de las escaleras externas en el edificio, miraba el horizonte, mientras me relajaba y me acordé del joven. Sentí un gran cariño hacia ese hombre misterioso que "me salvó la vida" y de repente se me ocurrió algo.
Saqué mi celular para llamar de nuevo a la clínica y escuché el tono marcando, mientras tenía el corazón en la garganta, esperando que me contestara mi hombre misterioso.
Contestaron la línea y era su voz. ¡era de nuevo esa voz celestial! Me la imaginaba gimiendo de placer. Me daban ganas de hacerlo gruñir, de lo rico que tanto deseaba hacerle en ese momento.

-Hola! Soy yo de nuevo jeje. Me rescataste de un mal viaje hace un rato.- Hablé lo más casual posible. Siempre he tenido don de la palabra.

-Qué tal!- Respondió - cómo seguiste?
- Me siento mucho mejor. Ya me podré ir a mi casa tranquilo- le contesté
- Me da gusto escucharlo. Sonabas preocupado. Me dijo él, como de manera comprensiva.
-No tengo mucha experiencia fumando y creo que esa hierba que tengo, es algo fuerte. Quería agradecerte por lo que hiciste por mí. Fue muy noble.- Sentí que traía la cara toda roja. Ardía de repente.
-No tienes nada que agradecer. Estoy para ayudar. El hecho de que no vengas físicamente y no vayas a pagar algo a la clínica, no significa que no pueda ayudar a la gente. Me gusta hacerlo. Me has hecho la noche con esta llamada. Es un buen detalle.- Respondió
Y así, confirmé que realmente quería hacer lo que estaba a punto de hacer:
-Si no le pago a la clínica...puedo pagarte algo a ti. - Dije, de la manera más casual posible. Me estaba excitando.
- ¡Oh!n? No podría ¡Gracias! Pero ¿qué clase de persona sería yo?- dijo nerviosamente. Solté una risita- Suenas a que eres justo mi tipo de persona- Le respondí ahora con un tono de complicidad sutil - Vamos. En serio, estoy muy agradecido contigo y quisiera tener un detalle, como agradecimiento. Podría pasar a tu clínica e invitarte la cena y una par de cheves (cervezas)- insistí.
-Mmmmm.... ok- Dijo lentamente- ¿Seguro? Si insistes, entonces está bien. Muchas gracias por la invitación. Si quieres.. em... vienes a la clínica? Estoy en el mero recibidor. Me llamo Víctor.-

-Perfefcto. Yo soy Kike (mi nombre buga). Ahora salgo para allá. Ok? Sale-
- Sale

Emprendí pues el camino en medio de la noche y al llegar a la clínica, eran como las 11:30 pm, más o menos. Parecía desierta a excepción por el hombre del mostrador. Alto, fornido, moreno, ni guapo, ni feo, con corte a la moda y expresión sosegada. El bordado de su camisa del uniforme sanitario, rezaba "Víctor ". Me gustó tan pronto lo vi y recordar que es un amor de persona, que se preocupa por otros, me hizo aflojar el esfínter sin querer.
Yo soy de 1.65m, moreno, bien nalgoncito, de complexión media, guapo y, a pesar de no tener cara de niño, sí luzco joven, algo aniñado, Víctor podría dominarme en cualquier forma o posiciones que quisiera y yo no podría hacer nada para evitarlo. Él era un macho de verdad.

Me presenté y al acercarme a estrechar su mano, firme, dura y masculina, noté que había dejado un pequeño aroma dulce, a perfume. Me movió el tapete mega cabrón. Yo tenía novia y ya era consciente de que era hetero curioso. Había tenido 2 experiencias gay anteriormente y no habían ido tan bien. Sin embargo, el morbo permanecía y se me antojaba mucho lamer el miembro de Víctor.
Era un tipo simpático y sencillo. Le pidió a un compañero que lo cubriera y me llevó afuera de la clínica para entrar por otra parte y que no nos vieran las cámaras del recibidor. Me dijo que me quedara al lado de una puerta y esperara. Regresó y entró en la clínica y después de un minuto, se abrió la puerta y me dejó pasar. Yo ya traía algo para cenar, unas cuantas cervezas y una pequeña mochila que contenía unas herramientas que nos servirían más tarde.
Pasamos a un pasillo y entramos en un consultorio grande, donde había una sala de espera, un escritorio, con dos sillas al frente y una más grande atrás, a cuyas espaldas, había un pequeño librero y más allá, un área con camilla e instalaciones para realizar cirugías. Nos sentamos en la salita y empezamos a conocernos.
La platica fluyó rápido. He dicho que soy buen orador y no solo por hablar bien y Víctor estaba apunto de recibir una demostración. El tipo era de lo más simpático y al principio, lo abracé para romper la tensión agradeciendo que se quedara conmigo en llamada y por hacerme sentir mejor.
Nos sentamos el uno junto al otro y platicamos de esto y de aquello, y mientras reíamos, nos íbamos conociendo un poco más. Cada vez nos tocábamos más y era agradable sentir que alguien te escuchaba, era súper caballeroso y atento y que se sintiera una verdadera conexión y atracción por una persona nueva. A veces las mujeres suelen ser muy difíciles, pero con este hombre, todo fluía.
-Bueno- dije-es hora de pagar por lo que hiciste por mí-
-Pero ya me pagaste. Gracias, pero ¿qué más quieres hacer por mí? -dijo con una sonrisa incrédula. Estábamos a un par de palmos de distancia, su cuerpo y el mío se tocaban, contrastando. Él, macho, masculino, fuerte, seguro. Yo, pequeño, lindo, frágil.
Acerqué un poco mi cara a la suya y llevé mi mano a su paquete. Era un buen paquete, que se marcaba de manera muy sexy en su uniforme. Dio un pequeño saltito, ahogando un grito y yo me acercé más y le dije al oído-Te quiero hacer todo-
Me alejé un poco y volteó para verme a los ojos, con una expresión de sorpresa, mientras yo seguía masajeando su pene, el cual se iba poniendo duro. Claro que le gustaba. Me puse de rodillas frente a él y le masajeé las piernas y el bulto, ya bastante marcado por su erección. Baje mi cabeza y restregué mi cara contra su bulto. Me lo restreegaba fuerte por toda la cara. Abrí la boca y me llevé ese trozo a la boca, con la tela de su pantalón por encima. Apreté delicadamente con los dientes y Víctor dio un saltito. Hasta ahora, no dijo una palabra, solo me miraba sorprendido y excitado.
Le desabroché el pantalón y él levantó la pelvis para que pudiera bajar. Le saque ese pedazo de la ropa interior y era un miembro hermoso. Moreno, venudo, con pelo púbico decente, gruesa de buen tamaño, con el glande grande, reluciente, con una lagrimita cayendo por el ojo.
Sería la primera vez que mamaba una polla a pelo y la verdad, el olor solo hacía que me dieran más ganas.
Empecé a saborear su glande a legüetazos suaves y le limpié la lagrimita de líquido preseminal. Qué rico sabor saladito y olor a sudorcito de entrepierna. Acaricié su suave glande con la lengua y le daba besos tronados. Yo estaba súper excitado, mamando glande y mirando a mi macho, que gemía y arrugaba la cara de placer.
Pasaba mi lengua de arriba a abajo, mientras apretaba la base de su pene con una mano y con la otra masajea sus grandes y calientes testículos. Masajeaba la coronilla con la lengua y la pasaba arriba y a abajo del glande y en círculos. La succionaba y la sacaba de mi boca haciendo ¡pop! Ponía mi cara de lado para que su pene entrara de lado a mi boca y topara con mi cachete, haciendo parecer que traía una paleta en la boca y me inflaba mi mejilla por dentro. Llenaba mis labios de saliva y lod paraba como para dar un beso de piquito y así, con mi piquito todo baboso, se lo pasaba por los costados del pene, desde la base hasta la punta, me lo metía a la boca, un poco más profundo, lamiendo la parte de abajo de su pene y lo sacaba succionando. Me empecé a meter su pene más y más profundo en la garganta hasta topar. Le comí muy rico toda la verga.
Él lanzó un sonido gutural profundo después de un rato comiéndole sabroso el vergón y se le puso durísima. Había agarrado práctica con un consolador y al parecer, estaba dando resultados, mi hombre estaba jadeando y gimiendo de placer. Se escuchaba súper rico. Súper varonil. Me encantó mamar ese pollón. Seguía haciéndole garganta profunda y el me agarraba de la nuca y me cogia la boca, haciendo que su pene topará con mi garganta. Me sentía muy puta y eso me mojó aún mas. Mi boca se convirtió en su cogedero personal, fui su depósito de semen, su juguete para su propia satisfacción personal y me encantó sentirme de esa manera. Las ganas de mamarle bien esa vergota, eran mayores que mis arcadas y de pronto, Víctor gruñe y su pene empieza a palpitar una, dos, tres veces y sentí un líquido dulzón y caliente recorrer mi paladar y mi garganta. Satisfecho de mí mismo saque su verga de mi boca y me la puse en los labios para darle lengüetazos pequeños mientras lo miraba a los ojos. Él se vino muy rico y estaba recuperándose.
Estaba deseoso de ser penetrado por Víctor. Me levanté y fui a buscar mi mochila, de la que saqué un lubricante anal y un anillo para pene, que compré en una farmacia de camino hacia a la clinica. Espere a que se recuperara y tomara algo de agua.
-Estoy listo para montarme en esa vergota.- Dije
Se quitó el resto de la ropa y yo igual. Nos fuimos al área de cirugía y le lubriqué bien la verga y le puse el anillo que hacía resaltar su miembro de una manera asombrosa. Me cargó y me puso en cuatro sobre la camilla. La ajustó para que le quedara a una altura cómoda y me empezó a dedear el culo con lubricante. Cuando ya estuve algo dilatado y lubricado, procedió a penetrarme lentamente pero a fondo. Yo me estaba deshaciendo de lo excitado que estaba, pero en eso, le llaman a Víctor y se tiene que ocupar de emergencia. Con toda la pena del mundo, nos detuvimos y salí a toda prisa por donde me dejó entrar. Acordamos volvernos ver, pero no ha sucedido. Yo renuncié al trabajo que tenía y no he tenido mucho tiempo de pensar en Víctor, pero cuando lo recuerdo, se me relaja el esfínter y me pongo pero que muy cachonda.

¿Qué dices? ¿Debería volver a buscar a Víctor?

Gracias por leer.
Romminaa

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