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Las hermanas del pueblo. Capítulo 9

Las hermanas del pueblo. Capítulo 9

Esta es la historia de Naiara, Rocío y Valeria, tres hermanas que viven en un pueblo en el cual sus vidas van cambiando a medida que diferentes personas se involucran con ellas, ayudándolas a descubrir nuevos límites y llevándolas por diferentes caminos de placer. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

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Capítulo 9: La nueva Rocío (Rochi)
   - ¡No puedo más así! ¡Siento que me está mintiendo por algo!- Le dije llorando a Carolina ese sábado a la noche cuando me volví al pueblo después de discutir con Javier.
   Me había mentido, me había dicho que se había quedado en la casa estudiando y en realidad había salido de joda con el resto de los chicos del grupo y para colmo había aparecido en una foto hablando con otra chica. Tras una discusión en la que él me juraba que no había pasado nada con esa chica y que simplemente se trataba de una amiga de la facultad, tuvimos una durísima pelea en la que yo me terminé yendo de su casa y tomé el primer micro al pueblo para volver. Por primera vez desde que estábamos juntos no quería verlo, no quería estar con él. Llegué al pueblo y llamé a Carolina para ir directo a su casa, pues no estaba con ganas de explicarles a mi papá y a mi mamá porque había vuelto un día antes.
   - Tranquila Ro. Contame bien despacio lo que pasó.- Me dijo mi amiga abrazándome y haciéndome pasar a su habitación.
   Hablamos por horas y yo le di detalles muy íntimos de nuestra relación, desde peleas y discusiones chicas que habíamos tenido anteriormente, a como le había encontrado videos porno descargados en su celular que claramente reflejaban algo muy distinto a lo que solíamos hacer los dos. Estaba a la vista que la relación con Javier estaba atravesando su peor momento y mi mayor miedo era que todo terminara de golpe. Quería creerle cuando me decía que no había estado con nadie, me moría de ganas de que eso fuera verdad y que mi cabeza creyera esa historia. Pero simplemente no podía. Había algo más fuerte en mí que me llevaba a pensar que Javier me había sido infiel y no podía sacármelo de la cabeza.
   Tras hablar con Carolina y no poder sentirme segura, le escribí a Ludmila, con quien sabía que Javier se relacionaba mucho últimamente. Le dije que nos habíamos peleado y que tenía dudas si había estado con una compañera de la facultad. Mi prima tardó un rato en responderme, pero me dijo que ella no sabía nada pero que no estaba segura de que eso hubiera pasado. “Por favor, decime si sabes algo. No puedo más así” le escribí casi a punto de volverme a llorar. Ella me respondió diciéndome que estuviera tranquila, ya que Javier y yo éramos una pareja única y que él no era de esos que engañaban y mentían. Sus palabras me tranquilizaron un poco, pero aun así esa noche no pude dormir y me sentí horrible todo el tiempo.
   Al día siguiente hablamos por teléfono y Javier estaba completamente arrepentido de lo que había hecho. Me sorprendió muchísimo su actitud y hasta me dio lástima el hecho de que se pusiera a llorar mientras me decía que no iba a volver a mentirme. “Yo te amo con todo mi corazón, Rochi. No me interesa nadie más que vos” me dijo y yo también quebré en llanto mientras Carolina me miraba desde el otro lado de la habitación. Acordamos que el fin de semana siguiente íbamos a volver a vernos en la ciudad y que íbamos a redimir nuestro sábado anterior. “Me muero por verte. Te extraño muchísimo” me dijo él y en ese momento todas mis dudas desaparecieron de golpe. O al menos eso creía yo…

   La semana se pasó muy lenta y el tiempo parecía no avanzar. El lunes al medio día Valeria nos contó que había cortado con Mateo gracias a que mi mamá le preguntó cuándo iba a volver a cenar en casa. “Hace mucho que no viene a almorzar” le dijo y Vale confesó que habían terminado ese fin de semana sin darle importancia. Eso me hizo temblar y pensar en la idea de Javier y yo terminando nuestra relación, algo que se evaporó de mi mente cuando me mandó una foto suya unas horas más tarde con el mensaje de: “Te extraño y te amo mucho. Vení rápido”. Yo le respondí diciéndole que también lo extrañaba y que quería verlo cuanto antes.
   Los días siguientes fueron iguales. El martes me encontré en el gimnasio con Carolina y le conté que habíamos vuelto a hablar ese mismo día y que se notaba que Javier estaba arrepentido por haberme mentido. “¿Viste? Te dije que todo iba a estar bien. ¿Quién sería capaz de cagarla con una chica tal linda como vos?” me dijo y noté como me ruborizaba con su comentario. No era la primera vez que Carolina me decía un piropo de ese estilo, algo que me llamaba mucho la atención. Pero yo estaba tan feliz de volver a estar bien con mi novio que no le di importancia. Así como tampoco le di importancia a la forma en que mi amiga me corría el pelo de la cara después de la clase aeróbica de esa mañana.
   El sábado a la mañana me subí al micro junto a Tomás, un amigo de nuestro grupo que también se había quedado en el pueblo, y los dos viajamos a la ciudad a reencontrarnos con nuestros amigos. Él fue directo a la casa que Dante y Ramiro compartían, mientras que yo llegué a lo de Javier. Mi novio me recibió con un beso y un abrazo hermoso y cuando subimos al departamento descubrí que había puesto varias flores en todos lados, un gesto romántico que hizo que me pusiera a llorar ahí mismo. “No quiero pelearme con vos nunca más” le dije y él me dijo que pensaba igual. Acto seguido, fuimos a su habitación y nos recostamos en la cama para besarnos por varios minutos de manera apasionada y romántica.
   Los besos comenzaron a subir la temperatura poco a poco y nuestras manos empezaron a recorrer el cuerpo del otro de una manera muy intensa y seductora. Enseguida metí mis dedos por debajo de su remera y empecé a acariciar su pecho, sintiendo el calor de su cuerpo en la yema de mis dedos. El fin de semana anterior nos habíamos quedado con las ganas por culpa de nuestra pelea y estaba decidida a aprovechar esas horas que teníamos al máximo. Mi novio bajó con sus labios hasta mi cuello y empezó a besarme fogosamente, provocando que en mi entrepierna se prendiera una llama que iba creciendo lentamente. Cerré los ojos y disfruté de cómo sus labios y su lengua me iban mojando cada vez más, como todo se volvía inmensamente ardiente.
   De golpe su celular sonó y él se levantó disparado de la cama para ir a buscarlo y atender el llamado. “¿Sí?... ¿Ya están acá? ¡Ahí bajo!” dijo y cortó enseguida. Ante mi mirada de desconcierto Javier me aclaró que se trataba de nuestros compañeros de la secundaria, que venían a su departamento para almorzar. Bajó a abrirles mientras yo me acomodaba un poco la ropa y a los minutos entraron Dante, Ramiro y Tomás, acompañados de Belén, Ariela y Ludmila. Los chicos se encargaron de pedir la comida y mientras conversábamos sobre diferentes cosas y nos poníamos al día, iba pasando el tiempo.
   Yo no podía sacarle la vista a mi novio, quien estaba sentado en el otro lado de la mesa. Mis dedos todavía sentían el calor de su cuerpo y mi mirada iba desde sus piernas hasta su cabello, con el deseo de revolverlo mientras hacíamos el amor. Me imaginaba como nuestros amigos se iban de golpe y nosotros dos nos matábamos a besos nuevamente. Me lo imaginaba completamente desnudo, con mis manos y mis labios recorriendo su piel y su pija bien erecta entre mis dedos. No fue hasta que Ariela me puso su celular frente a la cara que reaccioné de golpe.
   - ¿Y Rochi? ¿Vos qué opinas?- Me preguntó y tuve que alejarme para poder enfocar la imagen.
   Se trataba de Gastón, un ex compañero de la secundaria de mi hermana Naiara y quien, definitivamente, estaba re bueno. Era un pibe grande, alto, musculoso, con una carita hermosa, unos ojos claros que te cautivaban y una barba pequeña perfectamente recortada. Era el amor imposible de Ariela desde hacía años y todas lo sabíamos. Nos llevaba seis años, por lo que fue imposible que él le diera bola a mi amiga cuando tenía 18, ya que nosotras apenas éramos chicas de 12 años. No fue hasta que cumplimos la mayoría de edad que ella consiguió sacarle conversación en una fiesta de fin de año que hubo en el pueblo. Sin embargo, Ariela se comportó como una niña chiquita a la que le habla el chico que le gusta y perdió la oportunidad de que algo pasara entre ellos dos.
   “Hace unos días que me habló para preguntarme algo y terminamos acordando que hoy a la noche nos vamos a ver en el boliche” nos dijo nuestra amiga y yo dejé de prestarle atención a mi novio para observarla a ella. El resto de la tarde, Ariela, Belén y Ludmila se la pasaron hablando de lo fuerte que estaba Gastón, mientras observaban fotos de él en su perfil de Instagram. Los chicos conversaban sobre distintos temas y cada vez que alguna de mis amigas destacaba algo del aspecto físico de Gastón, ellos parecían reírse de ese hecho. Tomás, que al igual que yo se había quedado a vivir en el pueblo, parecía algo desconcertado en algunos momentos de la conversación. Los cuales aprovechábamos para hablar de cosas nuestras.
   A las seis de la tarde, las chicas se fueron cada una a su casa para bañarse y prepararse para la noche, mientras que los chicos decidieron quedarse a jugar a la play. Como sabía que Javier y yo no íbamos a tener más tiempo a solas, aproveché para relajarme un poco y hablar con Carolina, para comentarle que las cosas iban por buen camino y que no veía la hora de estar a solas con Javier. “Mejor así amiga! Cogetelo con toda!” me dijo ella y yo no pude evitar una risita a pesar de que su comentario me dejó pensando un buen rato. Me fui a bañar un rato antes de la cena y cuando salí, me vestí y le mandé una foto a mi amiga para preguntarle si el short que tenía puesto me quedaba bien. “Estás hermosa amiga. Hasta a mí me dan ganas de agarrarte y hacerte de todo!” me dijo bromeando y le mandé una segunda foto para seguirle el chiste.
   Las chicas volvieron al departamento para cenar con nosotros e indignarse de que los chicos se habían quedado toda la tarde jugando a la play. En la cena, volvió a salir el tema de Gastón cuando Ariela comentó que le había preguntado bien a qué hora iban al boliche. “¡Tengo unas ganas de cogerlo todo!” dijo mi amiga y a pesar de que a mí me sorprendió su confesión directa, a las otras dos les resbaló ese comentario. Es que al mismo, le siguió una respuesta de Belén en la que le sugería que se la chupara por mucho tiempo. “Si le hacés un buen pete, seguro que te dice de volver a estar juntos” le contestó ella y yo volví a sorprenderme de que mis amigas hablaran de sexo como si nada. “Igual, si vos se la chupás, él tendría que devolverte el favor” acostó Ramiro y me di cuenta que la conversación se había ampliado a los varones también. Pero lo que más me sorprendió fue el hecho de que Javier asintiera con la cabeza a lo que había dicho su amigo, ya que él no era de hablar de sexo conmigo.
   Durante la siguiente media hora la conversación fue completamente sobre sexo. Las chicas decían cuál era la mejor técnica para chuparle la pija a un hombre y ellos respondían con supuestos movimientos de lengua que siempre los ayudaban a darle orgasmos a las mujeres. Pero lo que más me sorprendió fue que hasta mi novio hizo algunas acotaciones, en especial sobre temas que nunca lo había escuchado hablar. En un momento llegó a confesar que lo mejor que le podía pasar a un hombre era que le chuparan la pija mucho tiempo, algo que me llamó la atención ya que a mí no me gustaba hacerlo. Ese comentario me dejó pensando toda la noche y no pude dejar tranquila mi cabeza durante las siguientes horas. ¿Estaba mi novio sintiéndose disconforme en cuanto a nuestra relación sexual? ¿Quería buscar cosas nuevas y por eso me había engañado? ¿Me había engañado o eran mis dudas que volvían a aparecer de golpe?
   En medio del boliche, minutos después de que Ariela desapareciera al ver a Gastón a unos metros de distancia, agarré el celular y le mandé un mensaje a mi amiga. Volvía a sentirme insegura y me había dado cuenta que tanto mi novio como mis amigos experimentaban el sexo y lo vivían de una forma muy distinta a la que yo lo hacía. “Sos muy puritana Ro. Tenés que ser más salvaje y dejarte llevar” me respondió ella y minutos después me aclaró que se iba a dormir. En ese momento me quedé mirando a mi novio como bailaba con sus amigos y supe que si no quería perderlo iba a tener que cambiar mi actitud. No podía seguir siendo la pobre niña que se había quedado desamparada en su pueblo y que besaba románticamente a su novio cada vez que estaba con él. De un segundo al otro lo decidí. Iba a cambiar mi forma de ser, tanto en mi vida diaria como a la hora de tener sexo con mi pareja. E iba a empezar esa misma noche.
   - ¿No queres que vayamos al departamento? ¡Me muero de ganas de chupártela toda!- Le dije a Javier al oído acercándome de golpe y poniéndome a bailar bien pegado a su cuerpo.
   Las palabras hicieron efecto casi al instante y tras unos minutos de disimular su calentura, salimos del boliche, nos tomamos un taxi y nos tiramos en la cama para terminar lo que había quedado inconcluso de esa mañana. Sin embargo, los besos ya no eran tiernos, las caricias no eran románticas y las miradas no eran dulces. Rápidamente me coloqué encima de él y comencé a besarlo de una forma bien caliente, metiendo mi lengua adentro de su boca al mismo tiempo que movía mi cintura sobre la suya. Entusiasmado, él apoyó sus manos en mis caderas y acompañó mis movimientos. No iba a ser la chica tierna y romántica esa noche. No, ahora todo iba a ser mucho más caliente y fogoso.
   Empecé a sacarme la ropa de una forma acelerada y bestial, mientras que él me miraba aún sorprendido por mi comportamiento. “¡Chupámelas!” le dije luego de desprenderle el corpiño y ponerle las tetas en la cara. Rápidamente, Javier obedeció y se dedicó a lamerme los pezones tratando de hacerlo de una forma dulce y delicada, tal cual siempre lo hacía. Pero su comportamiento cambió cuando le dije que me los mordiera, pues eso era algo que yo había visto que un hombre hacía en uno de los videos que una vez le encontré en su celular. Sus ojos se abrieron de golpe, pero sin cuestionar mi pedido, se dedicó a mordisquearme los pechos y los pezones de una forma muy estimulante que me provocaban pequeños espasmos de placer. Yo seguía moviéndome como loca encima de la cintura de él y sentía como el bulto debajo de su pantalón iba creciendo cada vez más.
   Fui bajando por su cuerpo hasta colocarme entre sus pierna y de una forma agresiva le saqué lo que le quedaba de ropa. Su verga saltó por los aires cuando le bajé el bóxer y le regalé una sonrisa morbosa al ver lo dura que estaba. “¡Mmm mi amor!” le dije agarrándosela y lo empecé a pajear rápidamente moviendo mi mano hacia arriba y hacia abajo. Él me miró de una forma rara y en su rostro aún pude ver parte de la confusión por ese comportamiento mía. En cualquier otra oportunidad, Rochi hubiese dicho que tenía mucho sueño y se hubiese ido a dormir para hacer el amor de forma tierna y romántica al día siguiente. Pero esa noche Rochi no estaba y de mi cuero se apoderaba una nueva mujer salvaje y con ganas de disfrutar con su novio.
   Se la empecé a chupar de la misma forma que lo había hecho siempre, metiéndomela en la boca lentamente y saboreando su cabecita con mis labios. Pero rápidamente cambié mi actitud y me la metí toda en la boca para comenzar a chupársela de una forma más sarpada. No sabía muy bien si lo que estaba haciendo era correcto y no fue hasta que escuché su primer gemido que me di cuenta que mi novio estaba disfrutando del pete que le estaba regalando. Seguí chupándosela de esa forma, moviendo mi cabeza hacia arriba y hacia abajo a toda velocidad, abarcando casi toda su verga y llenándola con la saliva que se me salía de la boca. No quería levantar la mirada, no quería verlo a los ojos, pero sabía que estaba disfrutando a pleno ya que sus gemidos se hacían cada vez más frecuentes.
   - ¡Ay sí Ro!- Dijo de golpe y escuchar sus palabras entrecortadas me hizo darme cuenta que mi novio estaba gozando a pleno.
   Pero yo no paré, no me detuve por nada en el mundo. En ese momento una lamparita se prendió en mi cabeza y además de chupársela, lo empecé a pajear, suponiendo que de esa forma iba a darle el doble de placer. Y de hecho, así fue. Javier comenzó a mover sus piernas frenéticamente y a tensar su cuerpo mientras se aferraba con firmeza a las sábanas a tal punto que las terminó sacando de lugar. “¡Uhh si mi amor! ¡Me encanta!” me dijo de golpe y yo no quise parar. En ese momento me di cuenta que en realidad no era que a mí no me gustaba chupársela, sino que en realidad nunca me había puesto a disfrutarlo. En ese momento me di cuenta que me encantaba hacerlo, pero principalmente porque podía escuchar los gemidos de placer de mi novio sabiendo que eran provocados por mi actitud.
   Antes de que él pudiera reaccionar, yo me terminé de sacar la ropa y me senté sobre su cintura para empezar a cabalgarlo a lo bestia. Si todas las otras veces lo había hecho de forma lenta y suave, en esa oportunidad me moví como loca, zarandeando mi cintura hacia adelante y hacia atrás a toda velocidad. Javier seguía desconcertado, sorprendido, pero era evidente que le encantaba lo que estaba haciendo y por ende no decía nada. No tardó en colocar sus manos sobre mis pechos tal cual solía hacerlos, pero en esa oportunidad yo apoyé mis manos sobre las suyas y fui guiando sus movimientos, los cuales fueron mucho más rápidos y feroces. Nuestras miradas se cruzaron un segundo y en ese entonces noté como él me observaba fascinado, con la boca entreabierta y dejando escapar un suspiro atrás del otro.
   Me incliné hacia adelante y tras besarlo de forma bien fogosa, le dije que lo amaba. Él me respondió lo mismo, pero al darme cuenta que estaba reinstaurando el romanticismo en esa escena tan caliente, bajé mis labios hasta su oído y les dije: “Me calentás mucho mi amor”. Me incorporé nuevmanete y volví a mover mi cuerpo aceleradamente hacia adelante y hacia atrás a lo bestia, cogiéndome a mi novio con todas mis ganas. Lo que más me fascinaba de ello no era la cara de felicidad y fascinación de Javier, sino el enorme placer que yo estaba sintiendo y que sin dudas se debía a mi comportamiento ardiente.
   Cambiamos de posición luego de varios minutos y él se colocó encima de mí. Al principio pensé que mi novio iba a mover su cuerpo de una manera suave y romántica, pero rápidamente entendí que él también estaba disfrutando de ese encuentro diferente y su cintura se puso como loca. Con su rostro encima del mío y sus ojos clavados en los míos, Javier me empezó a coger fuertemente mientras me regalaba besos que tapaban mis gemidos. Y es que no pude evitar ponerme a gritar de placer al mismo tiempo que él me penetraba una y otra vez con su pija que estaba totalmente al palo. “¡Ay sí mi amor! ¡Ay sí!” le dije yo sin poder controlar mis palabras y agarrándome de las sábanas de la misma forma que él se había agarrado anteriormente.
   - ¡Mi amor! ¡No aguanto! ¡Voy a acabar!- Me dijo él y yo apoyé mis manos en su cola haciendo fuerza contra mi cuerpo.
   Entendiendo lo que le pedía, Javier se clavó de forma violenta contra mi cuerpo y descargó todo su semen adentro de mi conchita que estaba totalmente empapada. En ese momento sentí como un calor abrazador envolvía todo mi cuerpo y como mis piernas temblaban al mismo tiempo que mi novio gemía sin control. Nos miramos un segundo a los ojos y no pudimos aguantar un beso bien caliente que duró lo que duró el resto de su descarga. Los dos disfrutamos de nuestros orgasmos de una manera única, sin soltarnos por un segundo y sintiendo el calor que el cuerpo del otro emanaba.
   Luego de eso nos fuimos a bañar para relajarnos y nos acostamos en la cama completamente agotados de una sesión de sexo bien caliente. Javier se durmió casi enseguida y yo, al no poder conciliar el sueño, agarré mi celular y me puse a ver las redes sociales. Decidí mandarle un mensaje a Carolina contándole lo que había pasado, pensando en que mi amiga iba a verlo cuando se despertara. Pero ella estaba despierta en ese momento y me respondió enseguida pidiendo que le diera detalles de cómo había sido la noche. Tras contarle todo lo que habíamos hecho con Javier y como nos habíamos dado placer de una forma salvaje, Carolina me felicito y me dijo algo que terminó de sacarme el poco sueño que tenía. “La próxima quiero que me enseñes todo lo que le hiciste a él, pero que lo hagas conmigo”.


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3 comentarios - Las hermanas del pueblo. Capítulo 9

garcheskikpo +1
Cada día me atrapan más tus historias che
HistoriasDe
Me alegro mucho! A seguir leyendo entonces jaja