Esta es la historia de Naiara, Rocío y Valeria, tres hermanas que viven en un pueblo en el cual sus vidas van cambiando a medida que diferentes personas se involucran con ellas, ayudándolas a descubrir nuevos límites y llevándolas por diferentes caminos de placer. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Intervención 2: Pensando en ella (Andrés)
La vuelta de Naiara al pueblo puso a varios como locos y la verdad es que había una muy buena razón. Siempre había sido una linda chica, con unas tetas grandes y una cola bien ancha. Pero ahora estaba más buena que antes y se notaba en la forma en la que se vestía y como se pavoneaba por todo el pueblo luciendo sus aires de ciudad. Así como estaba mucho más hermosa, también se la notaba mucho más agrandada y engreída que antes. Sus comentarios hacia el pueblo eran bastante despectivos, la forma en la que nos miraba parecía demostrar lástima y como se vivía peleando con su hermana, Rochi, quien había decidido hacer una vida acá, dejaban en claro que se creía mucho mejor que el resto.
Pero mi mayor hipótesis era que Naiara estaba celosa de muchos de los que vivíamos acá. Tenía celos de como su hermana y sus pinturas eran reconocidas en todo el pueblo, celos de que su padre y su madre fueran muy queridos y respetados por todos y celos de que su hermana menor fuera la chica popular del momento. Pero no solo estaba celosa de su familia, sino también de quienes anteriormente habían sido sus compañeros. La primera vez que nos juntamos en el bar de Fernando para tomar algo todos juntos, se encargó de criticar cada detalle del lugar a pesar que nuestro amigo lo había puesto con muchísimo empeño. También menospreció la pequeña empresa que Luciano y Tobías habían formado para meterse en el negocio agropecuario. Ni hablar de las críticas que le tiró a Jimena y a su nuevo novio Pablo, haciendo evidente que ella se moría de ganas de tener una relación seria como ella. A su vez, se la pasaba hablando de Gastón y Candela, dos ex compañeros nuestros de la secundaria que se habían mudado a la ciudad y nunca habían vuelto, pues habían rearmado su vida allá.
- Yo me junté un par de veces con ellos y la verdad que la pasamos re bien. Habría que proponerles que vengan alguna vez así nos reunimos todos.- Nos dijo un día después de llenarnos la cabeza con sus historias de ciudad.
Sin embargo yo sabía muy bien cuál era la verdadera razón por la que Naiara se comportaba así: estaba celosa de mi relación con Karina. Cuando estábamos en el último año de la secundaria, Nai y yo fuimos novios por un tiempo y a pesar de que nos llevábamos bien, lo nuestro se cortó cuando ella se fue a estudiar a la ciudad. Me pareció innecesaria su reacción, pues yo tenía forma de acércame a la ciudad con mi auto y de vernos bastante seguido. Pero por más que le propuse seguir juntos, ella decidió dejarme haciéndose la superada y diciéndome que no quería arriesgarse a que no funcionara. Claramente la mina no quería estar conmigo y no se animaba a decírmelo, sin embargo de vez en cuando volvía al pueblo y me buscaba para que estuviéramos juntos.
Ahí entró Karina en mi vida, una chica un año más joven que nosotros y que me volvió loco desde el momento en el que la conocí. Kari también decidió hacer su vida en el pueblo luego de terminar el secundario y rápidamente empezamos a salir y nos pusimos de novios. Fue entonces cuando Naiara dejó de venir al pueblo y se terminó instalando de forma permanente en la ciudad, demostrándome que claramente le molestaba muchísimo verme con otra mujer. A mí no me importaba, pues poco a poco fui armando mi vida con Karina. Nos mudamos juntos, nos casamos y decidimos ampliar la familia buscando un hijo. Luego de siete años de estar juntos, ella quedó embarazada y nuestro primer hijo venía en camino.
Fue ahí cuando Naiara volvió al pueblo. Según ella lo hacía para trabajar en el hospital, pero yo estaba seguro que venía desesperada en un último intento de buscarme. ¿Me van a decir que no es curioso que a los dos días de volver nos crucemos en la plaza mientras paseaba con la madre de mi futuro hijo? La mina estaba desesperada para recuperarme y yo la iba a hacer sufrir un poquito. A decir verdad, me gustaba la idea de tenerla rogándome para que estuviéramos juntos, pero parecía que no teníamos tiempo de estar los dos solos en ningún momento. Yo no iba a ir corriendo a buscarla y a pesar de que ella no se me acercaba de verdad, era evidente que estaba controlando mis movimientos todo el tiempo.
Una tarde de un fin de semana tuvimos que ir con Kari al hospital porque tenía unos dolores en la panza. No fue nada importante, pero en ese momento ella tuvo su oportunidad y no la desaprovechó. Haciéndose la que me hacía preguntas de rutina, me entró a interrogar sobre nuestra relación y sobre el embarazo de mi esposa. Era obvio que intentaba ponerse en un mejor lugar que Karina y yo le di un poco de pie, pero enseguida le frené el carro. “Sé que debe ser raro para vos volver al pueblo y verme así, feliz, a punto de ser padre” le dije pero enseguida le aclaré que a pesar de ello me hacía muy feliz verla. Aproveché el momento para denotar lo linda que estaba ahora que había cambiado su look, pero uno de sus compañeros la interrumpió de golpe y se la llevó. Pero yo había logrado sacarle el celular y al día siguiente le escribí un mensaje para preguntarle cómo estaba Kari, pero en realidad lo hice para darle pie a que me hablara.
A pesar de eso, Naira seguía haciéndose la desinteresada y hasta me trataba de forma algo despectiva. El problema era que su estrategia estaba funcionando y la pendeja empezaba a interesarme. Me acerqué al hospital a los pocos días y fui hasta su consultorio alegando que tenía un fuerte dolor de cabeza. “Vamos a revisarte” me dijo y me pidió que me sentara en la camilla. Me miró fijo a los ojos, me agarró la cara para “hacerme unos masajes” y enseguida me di cuenta que quería algo más. Sin dudarlo, le tiré la boca y llegamos a darnos un beso rápido pero Naiara corrió la cabeza hacia el costado. Se hizo la enojada por eso, pero yo me di cuenta que le había gustado mi impulsividad y rápidamente le apoyé las manos en la cintura. Como si la suerte no estuviera de nuestro lado, alguien tocó la puerta y ella fue corriendo a abrirla. Se trataba nuevamente de su compañero, que al ver que estaba conmigo de disculpó y le dijo que después tenía que hablar con ella.
Pero el momento ya había pasado y Naiara actuó como si nada hubiese sucedido. Pero ella ya sabía que yo no iba a rechazarla cuando me encarase. El resto de la consulta la disimuló hablándome con términos profesionales y recetándome un medicamento para el dolor de cabeza que claramente no necesitaba. Me levanté y antes de despedirme le dije que cuando ella quería, nos podíamos volver a ver. “Pero Andrés… Vos estás casado” me dijo ella sin saber que eso no era un problema para mí. Estaba con Karina desde hacía siete años, sin embargo las mujeres siempre habían sido una debilidad para mí y no podía negarme a su hermosa belleza. “Tranquila, que ella no tiene por qué enterarse de nada” le contesté y salí del consultorio tirándole un beso y cerrando la puerta con suavidad después de eso.
El problema fue que quedé muy caliente después de eso y no iba a aguantarme las ganas hasta que Naiara se dignara a dar el primer paso. Llegué a mi casa y descubrí que Karina se estaba bañando, por lo que me desnudé rápidamente y me metí a la ducha con ella. “Hola mi amor” me dijo ella de forma romántica, pero yo enseguida me lancé encima suyo y empecé a besarla apasionadamente. Su pancita de embarazada nos separaba un poco, pero no me prohibió de abrazarla y apoyar su espalda contra la pared de la ducha. “¡Ay Andrés!” dijo ella riendo y sorprendiéndose por mi impulsividad, pero yo no perdí el tiempo y bajé hasta sus tetas para chupárselas todas. Estaban enormes, mucho más grande que de costumbre y eso me volvía loco. En ese momento pensé en las gomas de Naiara, si serían así de grandes al verlas piel a piel.
Le fui pasando la lengua por todo el cuerpo, mojándola mucho más de lo que ya estaba gracias al agua de la ducha. Con mi boca le besé las manos, los hombros, las tetas y hasta la panza donde llevaba a mi bebé. Me arrodillé delante de ella y abriéndola de piernas, empecé a tocarla con ganas, jugando con mis dedos sobre su conchita y franeleando su clítoris. Kari enseguida se calentó y apoyó sus manos en mi cabeza para empezar a gemir como loca. Me encantaba tocarla toda y verla gozar. “Nunca me cogieron como vos lo hacés” me había dicho hacía muchos años y eso a mí me había dejado en claro que siempre fui su mejor amante. Le pasé un par de veces la lengua por la conchita, sintiendo ese sabor saladito de su cuerpo en mi boca, pero lo que más me gustaba era meterle los dedos y cogerla con mis manos.
Me levanté poco a poco pasando mi boca nuevamente por todo su cuerpo. Cuando llegué a sus tetas me encargué de lamerle el pecho y de mordisquearle los pezones y a pesar de las quejas de ella, sabía que le encantaba. Llegué a su boca y la besé con ganas, metiéndole la lengua y haciéndole sentir el gustito salado de su conchita. Mis manos seguían recorriendo su cuerpo, manoseando sus tetas y acariciando su clítoris. Ella no paraba de suspirar con ganas mientras el agua caliente caía sobre nosotros. “¡Ay mi amor!” me dijo ella gimiendo en mi oído y yo sonreí mientras me imaginaba como iba a gemir Naiara cuando tuviéramos nuestro encuentro.
Después de unos besos bien babosos, le tocó a Karina bajar y complacerme. Me encantaba que a pesar de estar de siete meses, seguía calentándose y disfrutando del sexo conmigo. No siempre tenía ganas de hacerlo, en más de una oportunidad se sentía mal o estaba con dolores, por lo que yo salía a buscar algo de distracción en otros pueblos o hasta en la ciudad. Pero ese día estaba tan puta que bajó a chuparme la pija de una manera que hacía mucho no lo hacía. Se arrodilló delante de mí y tomándomela con una mano, la lamió antes de metérsela en la boca y después se dedicó a gozarla.
Me encantaba como lo hacía, como se la metía en la boca y la chupaba enterita para después sacársela, escupirla y volverla a chupar. Se ponía como loca la muy golosa. De vez en cuando levantaba la vista y me regalaba una mirada de putita complaciente que hacía que mi pija palpitara entre sus labios. Yo permanecía parado abajo del chorro de agua, el cual me caía en la cabeza, los hombros y me mojaba todo el cuerpo. Cerré los ojos y tiré la cabeza para atrás en el momento exacto en el que Karina me lamía los huevos y me imaginé a mi ex compañera de la secundaria arrodillada adelante mío. Se sentía increíble, mi verga estaba a punto de explotar en su boca y ella lo sabía pues no se detenía en ningún momento.
- Ay Nai.- Dije en voz baja para que mi esposa no pudiera escucharme gracias al ruido del agua.
No di más de la calentura. Le pedí a Karina que se levantara y se pusiera mirando a la pared. Ella apoyó sus manos en la misma y tiró su cuerpo hacia adelante, levantando la cola y llamándome con ella. “¿Querés que te de pija? ¿Querés que te la de toda putita?” le pregunté pegándole un chirlo en la cola y ella me respondió con un gritito. Me agaché detrás suyo y empecé a manosearle el ojete y a mordérselo con ganas. Ella se quejaba y movía el cuerpo de lugar, pero yo le seguía el juego y buscaba su culito con mis dientes para ancárselos una y otra vez.
- Metémela, mi amor.- Me pidió ella sin aguantar mucho más.
Entonces me levanté y le clavé la pija bien adentro de la conchita. Karina pegó un grito que me encantó, pero no movió su cuerpo de lugar ya que yo la tenía agarrada firmemente de la cintura. Sin perder el tiempo, me la empecé a coger a toda velocidad, moviendo mi cuerpo hacia adelante y hacia atrás una y otra vez. Mi esposa no paraba de gemir con cada movimiento que yo daba y eso a mí me volvía loco. “¿Te gusta? ¿Te gusta mi pija putita?” le pregunté inclinándome hacia adelante y acercándome a su oído. Ella me respondió con más gemidos y yo supe que le encantaba como le estaba dando.
Mi cuerpo golpeaba contra su cola divina y yo la miraba con ganas. Entonces volví a pensar en Naiara y me la imaginé delante de mi cuerpo, agachada como ahora lo estaba Karina y recibiendo mi pija. Ese pensamiento me puso como loco y me la empecé a coger más y más duro, clavándosela con todas mis ganas y haciéndola gritar de placer. Mis manos la sujetaban con fuerza a la altura de la cintura y mi verga entraba bien a fondo de su conchita empapada. “¡Que putita que sos!” le dije pensando en Naiara en como la muy calentona se hacía desear esquivándome y calentándome a la vez. Kari no se dio cuenta que no estaba pensando en ella y continuó regalándome gemidos que me llevaron a la calentura máxima.
- ¡Agachate!- Le ordené de golpe y me alejé de su cuerpo.
Mi esposa se arrodilló rápido adelante mío y antes de que pudiera hacer algo, le llené la cara de leche bien espesa y calentura. “¡Que linda te queda toda mi leche!” le dije y usé mi pija como pincel para esparcírsela por la cara. Mientras ella se levantaba y se limpiaba el rostro con el agua, yo terminé de enjuagarme y salí de la ducha agarrando la toalla y secándome rápido. Salí del baño dejando la puerta entreabierta y cuando volví para colgar la toalla, pude ver desde afuera (gracias a que la cortina estaba corrida) como Kari se estaba tocando y complaciendo a sí misma. La sola idea de pensar en que se había quedado con ganas de más me puso como loco y sentí como la pija se me volvía a parar.
SIGUIENTE
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CUARENTENA TOTAL. CAPÍTULO 1
2 comentarios - Las hermanas del pueblo. Intervención 2
y ojala haya una intervencion de karina, porque ese "nunca me cogieron como vos" tiene un olorcito a mentirita 😂
esta buena la historia... esperamos mas! 🙂