Esta es la historia de Naiara, Rocío y Valeria, tres hermanas que viven en un pueblo en el cual sus vidas van cambiando a medida que diferentes personas se involucran con ellas, ayudándolas a descubrir nuevos límites y llevándolas por diferentes caminos de placer. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
ANTERIOR
Capítulo 6: Arrepentida (Valeria)
No me gustan las peleas, me aburren. Siento que cada vez que me estoy peleando con alguien podría estar divirtiéndome sola o con otra persona. El problema es que a veces la persona con la que te peleas es importante en tu vida y esa discusión es imposible de evitar. Por ejemplo Naiara y Rochi no pudieron evitar la pelea cuando Nai se mudó al pueblo y se instaló en el estudio de Rochi. Sin ir más lejos, yo no pude evitar la pelea con Cintia, una de mis amigas del colegio, cuando me enteré que a ella le gustaba Gian Franco y yo me lo estaba cogiendo. A pesar de eso, las discusiones me aburren, me parecen estúpidas y nunca llegan a buen puerto. Los seres humanos somos muy orgullosos y es una pérdida de tiempo tratar de que el otro se arrepienta de algo. Es por eso que ideé una metodología cada vez que me peleo con mi novio.
Mateo sabe desde el primer día que estamos juntos que yo también estaba viéndome con otros chicos. Sabía que salía con Nicolás y que me lo cogí varios fines de semana después de que se fue a estudiar a la ciudad. Sabía muy bien que yo me estaba viendo con Gian Franco y que me gustaba mucho estar con él. Sabía de antemano que había un pibe en otro pueblo con el que me veía de vez en cuando. Mateo estaba en conocimiento de todo ello cuando me preguntó si quería ser su novia. Es cierto, yo acepté y le dije que sí, para después cogérmelo con ganas como celebración. Pero lo hice simplemente porque no quería rechazar su oferta y la verdad, me gustaba la idea de tener un novio.
Quería darle celos a Gian Franco, que a esas alturas se estaba chamuyando a Luciana, otra de las chicas del curso y amiga mía. De hecho, llegó a transar con ella varias veces, pero Luciana lo rechazó cuando intentó llevársela a la cama de golpe. Lo suyo no pasó a mayores, pero Gian se puso súper celoso de que yo me pusiera de novia y se encargó de buscarme una y mil veces hasta que me encontró. Es cierto, yo estaba de novia, pero no iba a desaprovechar la oportunidad de seguir cogiendo con alguien que me gustaba y la pasaba bien. Como era de esperar, Mateo se enteró de eso al poco tiempo ya que yo no lo disimulaba en lo más mínimo. Un poco la culpa es mía, otro poco de Gian Franco por calentarme de una manera increíble.
Tuvimos una primera pelea en la cual él se calentó tanto, que pensé que me iba a dejar ahí mismo. Habíamos pasado solo tres semanas de novios y ya estábamos discutiendo de esa manera. Pero sin pensarlo, sin siquiera planearlo, descubrí un método para lograr que mi novio se olvidara de esas cosas y viera lo complaciente que podía ser con él. En medio de la discusión me tiré sobre él y lo besé de improvisto. Él trató de alejarme y de cortar todo pues quería seguir discutiendo, pero entonces yo me acerqué a su oído y le dije que me moría de ganas de chuparle la pija y el resultado fue casi instantáneo. Mateo se quedó inmóvil, yo me arrodillé adelante suyo y al cabo de unos segundos estaba disfrutando de mi boca sobre su cuerpo.
Así una y otra vez. Cada vez que peleábamos por algo que yo había hecho, me arrodillaba adelante suyo, abría la boca bien grande y le chupaba la pija hasta que se olvidara del problema y se concentrara en disfrutar. Mateo entendió la jugada y se dio cuenta que nuestra relación iba a tener miles de tumbos por lo que ya no se molestaba tanto cuando se enteraba que estaba con Gian o con otro. Pero si hacía un pequeño escándalo o algún que otro reclamo para conseguir que mi boquita terminara dándole placer. Era una especie de código implícito que teníamos y nos servía muy bien para evitar peleas estúpidas que llevaban a cualquier lado.
Después de acostarme con Gian Franco en la fiesta del último primer día de clases, mi novio se enteró ya que un amigo suyo estaba ahí y le contó como yo había subido las escaleras de la mano de Gian. Antes de que pudiera decirme algo, me acerqué a él, empecé a besarlo y me arrodillé delante suyo para complacerlo. Era como si fuera a la iglesia a confesar mis pecados, pero lo hacía con mi novio y chupándole la pija, algo que disfrutaba mucho más. Después de hacerlo me sentí totalmente libre de culpas y al día siguiente ya estaba sentada en el colegio al lado de Gian Franco conversando como buenos amigos. Y sí, dos días después de chuparle la pija a mi novio, me volví a ver con mi amante para coger con ganas en su casa a plena tarde.
El mayor error vino unos días después. Gabriel, el nerd del curso cumplía 18 años y había organizado una juntada grande en su casa con bastante alcohol y con posibilidad de ir a un boliche después. Todos los del curso iban a ir, así como algunos amigos de él. Gian se la jugó encarándome previamente y acordamos que en un momento de la noche nos íbamos a escapar para estar un rato solos. Santiago y Manuel, que eran amigos suyos iban a ser nuestros cómplices e iban a tratar de que nadie se diera cuenta para evitarme alguna futura discusión con Mateo.
El problema fue que en un momento de la noche tomé tanto alcohol que no me di cuenta de lo que estaba haciendo y me empecé a transar a Gian Franco en frente de todo el mundo. Cintia, Luciana, Clara y Azul trataron de alejarme de esa situación pero yo no les hice caso y me quedé con él en un costado del living. La cosa no pasó a mayores, pero suficiente gente lo vio como para que la bola se corriera. Aparte, una foto que sacó un amigo de Gabriel llegó a las redes y en el fondo se veía como Gian y yo estábamos tirados en el sillón hablando uno al lado del otro.
- No pasó nada. Te lo juro.- Le dije a Mateo que me mostraba la foto una y otra vez.
Al día siguiente me escribió para decirme que se había enterado de todo y yo me fui hasta su casa a la tarde para hablar de eso. En esa oportunidad tenía razón, no había pasado nada más que esos besos, pero yo le juraba que solo habíamos estado hablando. “¡Dejá de mentirme Valeria!” me decía él y yo enseguida me di cuenta que a pesar de que tenía la razón, mi novio no me iba a creer. “Amor perdoname” le dije acercándome a donde él estaba y apoyando mis manos en sus hombros. Sin embargo él se corrió hacia atrás y su reacción me desconcertó por completo. Volví a dar un paso hacia adelante y esta vez él se quedó quieto, pero su expresión de bronca no se iba.
- Te juro que no estuve con él, solo hablamos.- Mentira.- Y te juro que desde la noche del último primer día que solo estuve con vos.- Mentira.- En serio te lo digo amor. Yo te amo y quiero cambiar.- Mentira.- Por vos. Por nosotros. ¿Qué puedo hacer para que me creas?- Le pregunté y por un segundo yo misma me creí mis palabras.
En ese momento Mateo supo que tenía el control total de la situación y por alguna razón yo dejé que lo tuviera. Sin que me lo pidiera, me arrodillé en frente de él y fui directo al cierre de su pantalón para bajárselo rápidamente hasta que quedara a la altura de los tobillos. Metí mi mano adentro de su bóxer y tomé su pija para dejarla libre y empezar a pajearlo con ganas. Levanté la mirada y pude ver una sonrisa macabra dibujada en su rostro, algo que me generó un morbo muy grande. “No te va a alcanzar solo con esto” me dijo él con voz seria y sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. “Ya veremos” pensé yo y acerqué mi boca para empezar a chupársela. Estaba convencida de que con eso iba a hacer que su enojo se fuera, pero estaba totalmente equivocada.
Empecé a chupársela con ganas, lamiéndosela por completo y metiéndomela entera en la boca. La seguía sujetando con mi mano mientras lo pajeaba y sentía como se iba endureciendo a medida que pasaban los segundos. Mi boca se iba empapando en saliva y dejaba que esta cayera sobre su verga para lubricarla por completo. Poco a poco se fue endureciendo entre mis labios y yo me entretenía viéndola crecer. Le lamí la cabecita hasta ponérsela toda roja e iba bajando con mi lengua por todo el cuerpo hasta llegar a la base. También le chupé los huevitos, algo que a Mateo le gustaba bastante y le generaba un cosquilleo que parecía volverlo loco. Hice lo que siempre hacía en esas situaciones, pero en aquella oportunidad me lucí por completo, poniéndosela bien dura en cuestión de segundos y comiéndomela por completo.
- ¿Me vas a llenar la boquita de leche, amor?- Le pregunté teniendo en cuenta que así terminaban nuestras peleas.
Pero Mateo tenía otros planes. “Quiero cogerte” me dijo y me obligó a pararme y a quitarme rápido la ropa. No hubo tiempo para besos, pues nos desvestimos lo más rápido que pudimos y enseguida me llevó hasta la cama para acostarme sobre ella e ir en busca de mi concha. No me la chupó, se ve que ese día no se sentía con ganas de ello, pero me coló inmediatamente dos dedos que me hicieron largar un gemido que resonó por toda la habitación. “Despacio, mi amor” le dije yo tratando de calmar su impulsividad, pero Mateo me dijo que me callara y su actitud dominante y agresiva me sorprendió por completo. No estaba acostumbrada a verlo así, por lo general yo era la dominante a la hora del sexo, por lo que ese impulso de su parte me excitó muchísimo.
Luego de calentarme la zona con sus dedos, se acostó encima de mí y me penetró de una manera tan brusca que un nuevo grito salió de mi boca. Acomodado entre mis piernas y apoyado sobre sus brazos se empezó a mover rápidamente hacia arriba y hacia abajo, cogiéndome con ganas. Se puso como loco en cuestión de segundos y yo dejé que lo hiciera. Me calentaba mucho verlo así de impulsivo, de dominante, cogiéndome con ganas mientras me miraba a los ojos con expresión de deseo. Esa sonrisa algo macabra, algo morbosa, todavía seguía dibujada en su rostro y no podía dejar de mirarla.
- Date vuelta.- Me dije corriéndose de encima de mí minutos más tarde.
Enseguida obedecí a sus órdenes y luego de colocarme en cuatro a lo largo del colchón, sentí como Mateo se agachaba delante de mí y después de abrir mis nalgas con sus manos, empezaba a chuparme la cola como loca. Dejé escapar un pequeño gritito de sorpresa, pues su acción me había tomado totalmente desprevenida. Él siguió pasando su lengua aceleradamente por mi culito hasta lubricarlo por completo y luego de dejarme toda la zona llena de baba, se arrodilló y me penetró por la conchita. Nuevamente lo hizo con violencia, clavándome su pija con ganas y logrando sacarme un grito más, una mezcla de placer y dolor. Pero mi novio no había terminado con mi cola y todavía tenía planes para ella.
Tras pegarme un chirlo con su mano derecha, la dejó apoyada encima de una de mis nalgas y la fue moviendo lentamente hacia el centro. Sin dejar de cogerme ni un segundo y sujetándome de la cintura con la otra mano, fue buscando mi culito con el dedo pulgar. Lo apoyó firmemente encima de mí y comenzó a moverlo en forma de círculos, haciendo un poco de presión sobre mi cuerpo. Yo giré la cabeza para mirarlo algo sorprendida por su atrevimiento, pero Mateo no levantó la mirada de mi orto y siguió trabajando sobre mi culito. Poco a poco fui sintiendo como este se abría a su dedo curioso y como le iba haciendo lugar. En cuestión de muy poco tiempo, mi novio me cogía la conchita con su mano y el culito con su dedo.
Mateo no dijo absolutamente nada, pero sacó su pija de mi cuerpo y enseguida supe lo que se venía. La apoyó suavemente sobre mi cola y empezó a moverla lentamente sobre mis cachetes para que pudiera sentir lo dura que la tenía. “Te voy a romper el orto pendeja” me dijo con voz firme pero casi como si estuviera susurrando. Sus palabras entraron en mis oídos y llegaron a mi mente y me hicieron temblar de arriba a abajo. Nunca lo habíamos hecho por atrás, habíamos intentado un par de veces en su momento pero nunca habíamos finalizado la acción. Su determinación, mi arrepentimiento por lo que había hecho con Gian Franco y lo caliente que estábamos los dos en ese momento, hicieron que esa fuera la primera vez.
Apoyó su pija bien dura en mi culo y fue haciendo presión suavemente. Yo sentí como poco a poco mi colita se iba abriendo para recibir su hermosa pija y como esta me iba llenando por completo. Era una sensación muy rara, me gustaba a pesar de que se sentía algo incómoda. Él lo hizo con mucha paciencia, dejando que mi cola se fuera abriendo a su pija y eso se notaba, pero mis manos igualmente se aferraron con fuerza a las sábanas. Poco a poco su verga fue entrando en mi cuerpo y haciéndome sentir una sensación divina que nunca antes había experimentado y que me estaba volviendo loca en ese momento.
Una vez la tuve toda adentro, Mateo apoyó sus manos en mi cintura y lentamente se empezó a mover hacia adelante y hacia atrás. Traté de decirle que fuera despacio, pero las palabras no me salían de la boca, la cual la tenía totalmente abierta pero solo dejaba escapar gemidos. Él lo hizo sin que yo le aclarara nada, como si se hubiera dado cuenta de que tenía que hacerlo despacio para que yo me acostumbrara. Se movía un poco hacia atrás para apenas sacar una parte de su pija de mi culito y volvía a metérmela bien hasta el fondo, haciendo presión sobre mi cuerpo.
A medida que pasaban los minutos, las molestias y la incomodidad iban desapareciendo y el placer aparecía. No dejaba de ser una sensación extraña, pero me encantaba como lo estaba haciendo bien despacio y eso me permitía disfrutar de ello. Mi culito se abría cada vez más a su cuerpo y él lo sabía, pues poco a poco iba acelerando el ritmo, sin dejar de ser lento y cuidadoso. Sus manos en mi cintura me sujetaban con fuerza y las mías seguían aferradas a las sábanas que parecían a punto de salirse de lugar. De mi boca solo salían gemidos que apenas podían escucharse, pero que le hacían saber a mi novio lo mucho que estaba disfrutando de ese momento.
- ¡Ay sí! ¡Qué lindo culo!- Dijo él acelerando un poco el ritmo y sentí como su pija entraba y salía de mi cuerpo casi por completo.
Mateo se empezó a mover mucho más rápido y el placer me invadió por completo. Era una mezcla de dolor y satisfacción en su punto justo que me encantaba. Estaba toda mojada y no pude evitar llevar una de mis manos hasta mi entrepierna para franelearme el clítoris con ganas. Mateo me cogía por la cola cada vez más fuerte, clavándome su pija y poniéndome a gritar en esa habitación pequeña. “¡Voy a acabar, amor! ¡Voy a acabar!” llegó a decirme él y yo no supe que hacer. Sin embargo, mi novio fue mucho más rápido que yo y sacó su pija de mi cola y esta empezó a escupir semen sobre mi cuerpo, manchando mis nalgas y parte de mi espalda. Una ola de calor me invadió por completo y sentí como su leche me calentaba la piel.
Me acosté en la cama como estaba y él fue al baño a limpiarse y volvió minutos más tarde para acostarse al lado mío. Tenía todo el cuerpo manchado de su semen, el corazón me latía a toda velocidad y notaba mi respiración aún agitada. Mateo apoyó su mano en mi espalda y me regaló un sutil mimo que me dio a entender que nuestra pelea había terminado y que no había rencores por lo que habíamos discutido. En mi rostro, el cual apuntaba hacia el otro lado de donde él estaba, se dibujó una sonrisa pues supe que otra vez me había salido con la mía. Solo tuve que agachar un poco la cabeza, jugar el rol de arrepentida y chupársela hasta ponérsela bien durita para que él se olvidara de las cosas malas que había hecho, como siempre lo hacía. Pero con la diferencia de que en esa oportunidad él se hizo de un premio mucho mayor y yo de una experiencia nueva y sumamente placentera.
SIGUIENTE
OTRAS HISTORIAS:
PAQUETE GIGANTE (FANTASÍA)
EL ESPECTADOR SILENCIOSO (HISTORIA CORTA)
CHICA DE CIUDAD: TERCER AÑO. CAPÍTULO 1
3 comentarios - Las hermanas del pueblo. Capítulo 6
pero bueno, que tire la primera piedra la que no hizo un pete para pedir perdon 🙈