A los 30 años ya había ahorrado un buen dinero y decidí comprar una casa en el campo y no trabajar por un año para vivir sin apuros lo que mas me gustaba. Me fuí a vivir a Cañuelas en una chacra cerca del centro frente a la estación de Levene.
Ni bien me acomodé en mi nueva casa empecé a planear la diversión que deseaba pensando en que siendo nuevo en la zona me iba a costar un poco mas.
El primero que se me presentó fácil fué un vendedor de tortillas santiagueñas que parába y vivía en el mismo puesto donde elaboraba las tortillas; apénas lo vi me di cuenta del tremendo vergón desperdiciado que tenía entre las piernas, y de lo "gauchito" que era con su herramienta; sobre todo si aparte del placer había una recompénsa o un regálo...
Un tipo de 29 años, alto y delgado, medio pelado y busca, habitante de la calle que se daba maña para todo y no tenía límites en el sexo.
El tipo era re pobre y corto de inteligencia, pero puesto a punto era un terrible semental bien vendible y presentable.
Una de esas "pijas terribles" y salvájes que en una cama se desarman haciendo estremecer a una conchita tragóna.
Un tipo cuya verga funcionaba a mi voluntad, mi "hombre objeto sexual" al que le festejaba la chota presentandolé a "mis doñitas".
Amigas madúras y experimentadas pero mal cojídas, "doñas" a las que en confianza les ofrecía "en bandéja" algún tipo bancador y buen cojedor.
"El tortillero de Levene" cojía como un caballo, y lo mejor de todo era que al final de la noche, después de cinco polvos y de sacarle incontables acabádas a la hembra que le servía, me decía... - Ahora te tóca a vos... - y me dejaba bañar en saliva todo su sexo y toda su entrepierna mientras se reía y me preguntaba si habia estado bien...
Ni bien me acomodé en mi nueva casa empecé a planear la diversión que deseaba pensando en que siendo nuevo en la zona me iba a costar un poco mas.
El primero que se me presentó fácil fué un vendedor de tortillas santiagueñas que parába y vivía en el mismo puesto donde elaboraba las tortillas; apénas lo vi me di cuenta del tremendo vergón desperdiciado que tenía entre las piernas, y de lo "gauchito" que era con su herramienta; sobre todo si aparte del placer había una recompénsa o un regálo...
Un tipo de 29 años, alto y delgado, medio pelado y busca, habitante de la calle que se daba maña para todo y no tenía límites en el sexo.
El tipo era re pobre y corto de inteligencia, pero puesto a punto era un terrible semental bien vendible y presentable.
Una de esas "pijas terribles" y salvájes que en una cama se desarman haciendo estremecer a una conchita tragóna.
Un tipo cuya verga funcionaba a mi voluntad, mi "hombre objeto sexual" al que le festejaba la chota presentandolé a "mis doñitas".
Amigas madúras y experimentadas pero mal cojídas, "doñas" a las que en confianza les ofrecía "en bandéja" algún tipo bancador y buen cojedor.
"El tortillero de Levene" cojía como un caballo, y lo mejor de todo era que al final de la noche, después de cinco polvos y de sacarle incontables acabádas a la hembra que le servía, me decía... - Ahora te tóca a vos... - y me dejaba bañar en saliva todo su sexo y toda su entrepierna mientras se reía y me preguntaba si habia estado bien...
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