Tras tanto tiempo sin un nuevo capítulo, este episodio empieza recapitulando los sucesos hasta a hoy, contando sucesos del día a día en la vida de los hermanos y… no digo más nada, solo que el pervertido de Gabriel tiene una ambiciosa sesión entre manos, su cámara fotográfica no va a ser lo único que va a tener entre sus manos.
Majo es “interpretada” por la modelo y gimnasta Alexandra Kroha, ucraniana, trabajo para diversas compañías como Met-Art, Teen Funs, 18 Only Girls o Fleexy Teens, bajo los seudónimos de Isabella Kalinka, Isabella A, Grace, Mary… nació en 1988, mide 1, 65 mts de altura y 87, 64, 90 son sus medidas.
Recapitulando
Un día después del cumpleaños de Majo, con 18 años tan recién salidos del horno que su cara no se había enterado de su legalidad y aún tenía esa típica cara de bebota, comimos una deliciosa pizza de Romario y deleitados con ella le tiré la bomba de nuestras vidas: abrir un Onlyfans para sobrevivir a la terrible crisis, para colmo, ya había comenzado con mi tarea fotografiándola en secreto. A pesar de mi atrevimiento, Majo dijo que lo pensaría, aunque viniendo de ella, sabía que sería un sí.
Gracias a la asesoría de Noe, una vieja amiga de mi curso de fotografía que tenía experiencia con ese sitio, pusimos en marcha nuestra empresa de 2; mis dotes de fotógrafo y su sensualidad natural intentarían lucrar, como miles de otras mujeres, con los pajeros con dinero.
Al día siguiente tuvimos nuestra primera sesión soft en mi habitación, modifiqué la mitad de mi habitación moviendo un futon, poniendo varios adornos de marinero, un pequeño escritorio y “woala”, teníamos una parte de la casa que no parecía de una familia en crisis, sino la casa de un marino retirado, un abuelo de buen pasar o un viejo pescador (ninguna relación con el atuendo deportivo de mi hermana, fue lo que salió de casualidad) a pesar de que una de las reglas era mantenerlo lo más soft posible, sin desnudos, con mi lengua edulcorada le propuse ir más lejos.
En nuestra primera sesión, para no ser menos con la competencia, tras una marejada de halagos demasiado edulcorados para venir de un hermano, logré convencerla de obsequiarle la deliciosa visión de sus senos a sus futuros suscriptores. Mi lente, mi perversión y su sensual cuerpo, fue el inicio de una sociedad prometedora.
Piropos van, piropos vienen, terminamos la sesión y ultimamos los detalles de su cuenta y así nació ÁngeLolita, tanto en Onlyfans como en otras redes como twitter, todo sin contratiempos gracias a la experiencia de Noe. Cimentada en su sensualidad, inocencia y belleza natural, al borde de la legalidad, logramos los primeros suscriptores y con los primeros dólares frescos en nuestro haber, aceleramos el proceso para nuestra siguiente sesión.
Cada día que pasaba, lo pasábamos más juntos, más compenetrados en nuevas sesiones, en exprimir nuestro emprendimiento y traer a la vida un episodio de nuestras vidas que creí que había sido erradicado cuando Majo se mudó conmigo. Aunque me había jurado no volver a hacer de mi hermana un juguete sexual, volvieron las travesuras del pasado, y esta vez, teníamos la casa sola para nosotros.
Para ese entonces, aún luchaba contra la tentación de invocar a nuestro viejo demonio personal, aliado de varias noches pasadas llamado incesto. Aún me resistía, aunque su exuberancia juvenil y el perfume de las bombachitas que dejaba a la vista me estaban llevando a la perdición, a épocas oscuras en las que explorábamos nuestra sexualidad en las narices de nuestra autoritaria madre, siendo descubiertos de vez en cuando.
Tras su primera sesión en ropa deportiva y con poses de gimnasta, terminamos acostados y me masturbé en su presencia, nuestra vida había vuelto a ser una montaña rusa, no sabría si decir si en subida o en bajada, lo que si era seguro era que la atracción recién empezaba. Ese fue uno de los primeros ladrillos que coloqué en nuestro templo de perversión.
Ya mostraba las tetas en las fotos, logrando salir del apuro económico gracias a su par, nos besábamos como antes, me masturbaba junto a ella como antes, y pude avanzar en nuestra siguiente sesión, en la que, junto a un aro de gimnasia, Majito se animó a mostrar su preciosa vagina rasurada y suave como el terciopelo. No se la había tocado, pero se veía tersa y suave como la seda india. También enseñó su culito todo desnudo y (por ahora) apretado, para no revelar su anillo precioso, deleitándome hasta hacerme perder la razón y comenzar a masturbarla en ese instante, besarla, someterla a mis hábiles manos poniéndole una pausa a nuestra sesión.
Tras mucho histeriquitos, tras varios “no, no” marchas y contramarchas, su cuerpo entero se entregó a mis impulsos prohibidos y masturbé su vagina no solo en medio de nuestra sesión de fotos, también cuando mamá nos interrumpió en la siguiente sesión y manoseé su sexo y besé sus senos mientras intentaba mantener una conversación con nuestra madre.
Con el objetivo de recrear nuestras primeras sesiones con el agregado del desnudo total, teníamos un nuevo capítulo que contar en el que Majo mostraría sus posiciones más osadas de gimnasta como vino al mundo, sin embargo, eso tenía que esperar, el último consejo que Noe le dio a mi hermana fue que sepa crear expectativa así que nos tomamos un break de las fotos y los desnudos un par de días.
Para ello estuvo subiendo contenido ligero sobre su vida diaria (teniendo cuidado de no enseñar más de lo debido), como cuando fuimos a comprar víveres estrenando nuevos barbijos o imágenes muy soft que habíamos rechazado de las sesiones anteriores usándolas para anticipar nuevos sets, más osados y al desnudo. También alguna que otra foto de ella durmiendo, que siempre habían sido del agrado de sus suscriptores.
Esa mañana de invierno, mientras hacíamos la fila para entrar a Coto (una cadena de supermercados conocida en Argentina), nos hablábamos muy cerca para que ninguno de los que esperaba entrar escuchara nuestro exótico tema de conversación. Lamentablemente nos habíamos levantado tarde y estábamos haciendo compras casi en hora pico, con personas manteniendo la distancia de 1 metro hacia atrás y adelante en una larga cola.
- Dale, deja que te saque una foto, tengo que dar información de mi vida en cuentagotas, para generar suspenso y me vayan conociendo de a poco.
Era una buena idea, darse a conocer de a poco para mantener el suspenso y el interés.
- No me saques a mí, todos nuestros conocidos saben que soy fotógrafo y no les sería difícil atar cabos. - Comente cubriéndome el rostro ante sus amenazas de fotografiarme para presentarme en su Onlyfans.
- Esa es idea tuya porque tenes la mente sucia, nadie sospecharía que el que me saca fotos desnuda sos vos, aunque sepan que sos fotógrafo y vivimos juntos.
- Shhhh… baja la voz hermanita o cuando lleguemos a casa te voy a dar una de chirlos que no te vas a poder sentar ni en un almohadón. - La silencié tomándola de atrás y apretujando mi boca con mi palma como un asesino en serie. – Decí que vine de visita y te acompaño a hacer las compras, nada más.
Mi comportamiento atrajo más miradas que su comentario y la tuve que soltar antes de que intentara pisotearme el pie o darme un codazo en las costillas. Para colmo, tenerla pegada a mi levantaba algo más que sospechas y las cejas de quienes nos rodeaban.
Como casi siempre que salíamos, vestía una calza oscura pegada al cuerpo (con todo lo que eso significa) pantubotas de invierno de bordes acolchados, protegía su pecho del frío con una campera gris de gimnasia de las que no eran muy abrigadas. Usaba su campera abierta enseñando una abultada bufanda con los colores de la casa Hufflepuf de Harry Potter y lucía con orgullo su escudo bordado en la misma.
- Están muy impacientes por verme hacer poses de gimnasta en bolas. – Dijo cuándo la solté, tomándome de la cabeza con su mano enguantada para decírmelo al oído.
- Que me hables al oído es al pedo si no vas a bajar la voz, boludita. – La reprimí acogotándola con cariño. – Ya sabés que hacer, mantenelos entretenidos, contéstales los mensajes y deciles que va a ser el mejor set.
- ¿El mejor? Eso es relativo, depende de lo que le gusta más a cada uno…
- Hay algo que lo puede hacer el mejor y te va a dar el derecho a subir el precio. – Dije haciéndome el misterioso mientras la fila avanzaba. – Algo que les gustaría ver sin dudas.
Mientras Majo me estiraba de la campera (encima que teníamos que hacer fila para todo, hacía un frío de cagarse) exigiéndome que le revelase su idea, pudimos entrar, agarrar un chango y deambular entre las estanterías casi post apocalípticas.
- Que pocos productos, hay como 5 marcas menos de cada cosa, nada que ver con el año pasado. Anda a buscar franelas y lustra muebles Blem.
- No me cambies de tema. – Me reprimió dándose cuenta de mi estrategia. - ¿Qué se te ocurrió para mejorar las sesiones?
La mire de arriba abajo como para darle una pista, no obstante, mientras revisaba mi lista de compras e íbamos de góndola en góndola completándola, seguía intentando adivinar a que me refería.
- Hermanita, hermanita, ya sabés de lo que hablo. Lo único que te falta por mostrar.
Sin disimulo, mire su trasero con descaro.
- Ah eso, oh, ya entendí. – Y me golpeó el hombro repetidamente. Nos habíamos vuelto mucho más físicos que antes. – ¡Yo sabía que me lo ibas a sugerir, no pensé que tan rápido! Nunca tenés suficiente… - Cruzándose de brazos en uno de sus clásicos berrinches.
- Haceme un favorcito, hace la cola en el cajero y saca plata, así se te pasa el enojo. – Sugerí para ahorrar tiempo.
- No estoy enojada, a esta altura ni me sorprende lo zarpado que sos. – Refunfuñó.
- Saca cinco mil, por ahora, haceme el favor hermanita. Yo sigo con las compras.
Majo acepto de todas formas, sin saber que mi idea no solo era la de ahorrar tiempo, sino que sienta el poder hipnotizador del dinero saliendo del cajero, el sonido mágico de la maquina preparando los billetes, haciéndolos brotar por su boca metálica como un regalo divino… dinero ganado por ella, por sus desnudos, por su cuerpo, dinero que podía aumentar si tan solo se animaba a mostrar su hermoso trasero en toda su gloria.
- A quien engaño, no todo es por el dinero. – Me dije viendo lo bien que le quedaba la calza, agradecida de envolver semejantes carnes que se veían firmes sin esfuerzo alguno.
Era un espectáculo que no podía desperdiciar, disimulado, me acerque a la góndola más cercana y me agache fingiendo interés por los precios de los platos descartables, preparé mi celular y tomé una foto sin que ella se diera cuenta.
- Mejor saca 10000, si es que alcanza. Podríamos empezar a comprar algunas cositas para nuestros sets. – Le susurré acercándome desde atrás.
- Hijo de puta me asustaste, te me acercas como un depredador sexual. – Se alarmó golpeándome el pecho con su mano.
En algo tenía razón, era un depredador sexual, dado que el comentario fue una fachada. Mi verdadera intención fue acercarme a ella y tomarle otra fotografía desde otro ángulo, su culo era más fotogénico que Brad Pitt, no importaba el ángulo, siempre mostraba su mejor cara.
Salimos del Coto como a las una de la tarde, hambrientos y cansados de tanta espera y buscando todo lo que necesitábamos y algún que otro gustito personal (agarre varias cajas de té, una de tilo, otra de boldo, una de hiervas, como antes de la crisis, podía volver a mis queridas infusiones). Por suerte había comprado unas sopas instantáneas para cuando lleguemos, ahorrando precioso tiempo que podía emplear en otra cosa, en algo más importante que comer…
Ni bien entramos al edificio y cerramos las puertas metálicas del elevador, solté las bolsas con los víveres casi con violencia, me saqué el barbijo y la arrincone contra la pared y la bese con todas las ganas que tenía acumuladas en los últimos días.
Le comí la boca con pasión, girando mi rostro para abordar sus labios en todas direcciones, mandándole lengua casi de inmediato para saborear el interior de su boca.
- Te vi todo el día andar con estas calzitas que te quedan preciosas, no me pude contener más. – Le confesé siguiendo estampando besos en sus labios mientras el elevador seguía subiendo.
- Está bien, me tenías abandonada. – Aceptó devolviéndome el beso mientras me envolvía el cuerpo con los brazos. – Me vestí así porque sé que te gusta.
Mis manos para demostrarle su agradecimiento, bajaron a aferrarse de su firme trasero, tomando sus nalgas y amasándolas como si quisiera prepararlas para una deliciosa receta. Dispuesto a disfrutar ese reencuentro erótico en el que estábamos en la misma sintonía, busque su lengua en su boca casi en una persecución, intentando siempre mantener el contacto de ambas, compartiendo nuestros sabores, absortos en nuestro lujurioso beso, nos olvidamos de que no vivimos en las Torres Gemelas (cuando existían) y alguien abrió nuestra puerta descubriéndonos…
- Buen d… día. – Se trataba de un vecino de un piso más abajo que entraba al ascensor de improviso, pescándonos justo estando estrellados contra el espejo y con nuestras bocas y manos (en especial las mías) ocupadas. – Soy Juan, Juan Ignacio, el del 7B.
Lo había visto de pasada en las asambleas del edifico, cuando fui para discutir ciertos inconvenientes relacionados con un matrimonio mayor que había metido mascotas (prohibidas en el edificio desde el legendario incidente con una boa en el 2010) y para presentar quejas sobre el servicio de agua caliente, que cuando recién llegué, por culpa de una caldera que parecía un remanente de la revolución industrial, funcionaba para la mierda.
No sabía mucho de él, habíamos intercambiado palabras solo de vez en cuando. Era un soltero que vivía del alquiler de dos estudiantes con los que vivía. Se trataba de un hombre sencillo, buscavida, que venía del sur, por lo que siempre había sido respetuoso y educado. Era alto, delgado, aunque la ropa ajustada que usaba revelaba un cuerpo atlético trabajado. Se notaba que había sido siempre el típico flaco sombra de alambre que gracias a las pesas había mejorado su condición muscular, no obstante, su rostro huesudo y sus manos casi de esqueleto evidenciaban que había sido muy flaco.
- Buen día, buenas tardes, mejor dicho. – Se ve que, por la interrupción, Juan no se percató de la hora. – Nosotros subimos al 8 ¿Después bajas?
Sus ojos verdes eran pequeños y no tardaron en relojear a Majo.
- Si, por supuesto, no hay drama… y perdón, no quise interrumpir, he. – Se disculpó algo abochornado, aunque no tanto como mi hermana, que, por los nervios, además de estar sonrojada parecía intentar contener una risa. – Es que en la reunión que tuvimos antes de la pandemia, me pareció escuchar que era tu hermana, pensé que vivías con ella.
- No, no… es mi novia. - Lo corregí tratando de aparentar tranquilidad. Debo admitir que recordaba a la perfección cuando en una charla casual, le mencioné que mi hermana estaba harta de que la temperatura del agua bajara drásticamente en plena ducha y quería una caldera nueva lo antes posible.
También le mencione sobre el cumpleaños de Majo una vez que nos cruzamos en ese mismo ascensor, recordando que hasta le había mencionado que estaba por cumplir 18. Me había pescado con la torta en las manos y el comentario fue inevitable: “Mi hermanita Majo, cumple 18, bha, ya no es una hermanita, ya es hermana, que cuide ahora que puede ir presa.” Bromeé mientras, también de forma inevitable, le hablé de lo deprimente que era no poder festejar como es debido un cumpleaños por culpa de la situación sanitaria.
- Es que de dónde venimos, ella es parecida a mi hermana y entonces le empezaron a decir hermana de chiste, y el apodo se me quedo grabado y a veces me confundo y la presentó así, es un mal hábito que tengo que sacarme, da para pensar mal ¿No?
Una gota solitaria de sudor helado me recorrió el espinazo al recordar un detalle que derrumbaba mi coartada como Godzilla derribando edificios de un colazo.
- ¿Tu novia también se llama María José?
El ascensor había llegado hace varios segundos y Juan, respetuosamente, me abrió las puertas mientras juntábamos las bolsas, ignorando su pregunta.
- Que tengan buen día. – Se despidió sin decir nada al respecto, quizás dándose cuenta de que le había mentido o porque estaba tan abochornado como nosotros con lo que había visto... el parecido era evidente, se había cruzado a mi hermana más de una vez y no era ningún idiota como para no darse cuenta de que siempre había sido mi hermana y que me había pescado transando con ella.
Me sorprendí bastante cuando ni bien entramos a nuestro departamento y cerré con llave, Majo se me abalanzó casi colgándose de mí, como una fiera hambrienta, besándome como si hubiera sido poseída por un demonio súcubo.
- Majo… Majo ¿Qué te pasa? – Pregunté alarmado mientras sentía su lengua intentando entrar en mi boca. Casi a los trompicones por culpa de las bolsas con las compras en el suelo hasta que me llevó contra la pared.
- ¿No era que te ponía el peligro? No arrugues ahora he… - Me reprimió. - Casi nos descubren. – Dijo volviendo a besarme.
Lo que Majo ignoraba, es que, en la entrada del edificio hay una enorme pizarra enmarcada (como en muchos edificios de departamentos) donde tienen anotados con letras magnéticas intercambiables los nombres y apellidos de todos los inquilinos, en el renglón concerniente al piso octavo, estaban nuestros nombres de toda la vida como gravados en piedra, con nuestro inconfundible apellido.
No me importo de todos modos, aproveche la calentura, tomé a Majo de esa cola encalzada y le estampé un regio beso de lengua que nos sirvió de aperitivo antes del almuerzo, antes de la que sería la mejor sesión de todas…
Aceptando la corrupción
Íbamos a repetir la 2da sesión, que de tener un nombre sería, “cuerpo de gimnasta” o algo así, ahora, a diferencia de su versión anterior, sería totalmente al desnudo “cuerpo de gimnasta al desnudo” se podría rebautizar. Sepa disculpar el déficit de ingenio, es que imaginándome lo que se aproximaba, estaba reculando energías para lo mejor.
Si creen que ver a María José en ropa deportiva ajustada es lo mejor, es porque no la vieron sacándosela. No había puesto mi dedo en el gatillo y ya quería cancelar la sesión y tirarme sobre ella.
- Si lo que quieren los suscriptores es desnudos vamos directo a eso. – Me dijo mientras se sacaba la campera, la remera (no tenía corpiño, así que, hola de nuevo preciosuras) y se bajó la calza frente a mí, con un nivel de relajación admirable.
- Te lo estás tomando muy bien. Perfecto, ya podemos arrancar. – Enseñándole la cámara en señal de que la tenía lista.
- Espera que estiro un poquito, así no me acalambro ni nada.
Majo se sentó y se tocó las puntas de cada pie por unos segundos, después giro su espalda a la izquierda y la derecha, manteniendo su torso fijo unos segundos con cada pose. Mientras, la observe obnubilado, olvidando posicionarme para sacar fotos de su cuerpo aún flexionándose en el calentamiento. En ese momento entendí esos pseudo documentales de gente sobreviviendo en la selva al desnudo, o esos realitys de gente encerrada en una casa al desnudo, o incluso los noticieros al desnudo, todo con un cuerpo como el de mi hermana, al desnudo, en cada acción, hasta la más inocente como preparar su cuerpo para la gimnasia, se volvía el perfecto afrodisíaco.
- Majito, sos como mi marca personal de heroína. – Solté sin saber de dónde provenía dicha frase. – Sé que no debería decírtelos así, sin anestesia, pero es la verdad.
- Nunca pensé que me ibas a tirar una frase de Crepúsculo.
- Carajo, no sabía. – Arrugando mi frente con mi mano. - ¿Podemos hacer de cuenta que no dije nada?
- No, para nada, va a quedar grabado que te gustan los piropos de Edward el vampiro. Después vamos a ver la saga completa, ya que te gustan tanto sus frases.
- No sabía, bueno, primero hagamos las fotos y después vemos. – Cedí conteniendo una risa. Por ella era capaz de verme hasta los musicales más infumables, como Mamma Mía, esas películas hechas para que los novios pasen momentos de mierda y nada más.
- ¿Qué te parece si empezamos con la pose Jean-Claude Van Damme? – Cambie de tema para ir poniéndonos tono con la seriedad que ameritaba la sesión de fotos.
- No sé quién te calienta más, si tu querido héroe de acción o yo. – Bromeó acomodando la manta donde posaría, para no sentir el frío suelo contra la piel.
- No me obligues a elegir, seré heterosexual, pero Juan Claudio es Juan Claudio. – Le seguí la corriente mientras mi hermana, dándome la espalda, se posicionaba abriéndose de gambas, formando un ángulo llano.
Gracias a mi habilidad capté un detalle mágico, sin que ella se diera cuenta, capturé a su nalga apretujada bajo su piel formando una deliciosa muesca entre la pierna y la espalda.
- Ufff si empezamos así, no sé cómo vamos a terminar.
- Dale, no te distraigas y hace tu trabajo que esas fotos no se van a sacar y subir solas.
Obediente, puse manos a la obra y me concentré en capturar su hermosa sonrisa y su cuerpo flexionado, Majo se giró y capturé su torso brotando de sus piernas en un ángulo de 180° desde cada posición, su espalda, un lado, y de frente. Me sentí un helicóptero de National Geographic capturando fotos de una nueva maravilla del mundo, nunca antes vista.
Había algo de mitológico en la posición de mi hermana, parecía que el torso de María José era independiente a sus piernas, brotando como una mujer fantástica, quizás una mandrágora o una alraune, esos torsos femeninos bien dotados saliendo de flores de vivos colores, tan presentes en los videojuegos y la cultura popular. Mientras las piernas seguían estiradas e inmóviles, Majo retorció su torso en todas direcciones, demostrando un nivel de flexibilidad digno de una profesional… no había que tener mucha imaginación para pensar en la de poses sexuales que podían lograrse con semejante prodigio.
- ¿Me parece a mí o están intentando que se me vea el culo? – Me reprochó mientras la muy turrita balanceaba su cuerpo hacia una pierna, en una pose que me ocasionaba desgarros con solo verla.
- ¿El culo? No, no, estás pensando mal de mí, soy tu hermano y sería incapaz de sacarle fotos a una parte del cuerpo tan privada, tan impúdica. – Ironicé mientras hice zoom y, en efecto, le saqué más fotos a su asterisco.
Majo contuvo una risita y cambió de posición exponiéndose aún más. A veces los silencios decían más que las palabras, sin dudas con su cuerpo me mostraba que estaba disfrutando de quedar expuesta de tal manera ante mi lente, con su sexo y su culo indefensos ante mi cíclope de cristal.
Alejándome y acercándome, tomé varias fotos más de las piernas y aquello que mi hermana tenía entra ambas y ya no estaba oculto, sino expuesto para mi deleite y el futuro disfrute de aquellos que se suscribieron a su contenido.
- No me quiero volverá acalambrar, voy a cambiar de posición. – Menciono en un tono de misterio. – Tengo una posición que les va a encantar… y a vos también pervertido.
Desafiando a la gravedad y a mis conceptos preestablecidos sobre la columna vertebral y su resistencia, Majo apoyó su pecho en la manta usando sus brazos como soporte y como una cobra, levanto las piernas juntándolas sobre su cabeza y tocándose el pelo con la punta de los pies. Más bien parecía un escorpión sin patas, o quizás una serpiente con un aguijón en la cola, no sé, mi imaginación se despertaba con tan solo verla.
- Carajo, te estas convirtiendo en un trabalenguas humano, ni sé si eso es sano para tu cuerpo, solo sé que se ve genial.
Aunque era increíble, no me parecía la pose más sensual del mundo, eso pensé hasta que empezó a separar las piernas sobre ella, enseñando sus nalgas musculosas presionadas bajo su piel, dibujadas con tal perfección que podía determinarse en que milímetro comenzaban y en cual terminaban. Caían como dos fibrosos airbags en los cuales no me importaría estrellarme la cara una y otra vez.
- Por favor, aguanta un poco que quiero capturarte de cada ángulo posible… joder que escultura, es perfecto lo que haces.
- Saca tranquilo, estoy cómoda, solamente trata de no resbalarte con tu baba o que no te de un paro cardíaco.
- No prometo ninguna de las dos cosas. – Adoraba como ya no nos hablábamos como hermanos y no sentía ni una pizca de pudor mientras giraba a su alrededor capturando su precioso tajito depilado.
Para colmo, no tuvo mejor idea que separar las piernas y formar una gran "T" con ellas. No podía entender como no caía despatarrada o era presa de un calambre general, tampoco podía entender cómo podía estar sacándole fotos a su sexo expuesto, servido en bandeja a escasos centímetros de mí, me sentía esos perros entrenados que, por más que sienten un hambre atroz, se mantienen sentados observando la comida sin siquiera ladrar, solo babeándose y esperando su momento.
Aunque no babeaba, desde hace minutos que a mi entrepierna poco le importaba mi juramento hipocrático de fotógrafo y quería acción, quería hundirse en carne prohibida, quería saciar su sed de morbo y lujuria contenida con su presa favorita, aquella que abría sus piernas frente a mi como aspas de helicóptero teniendo en la unión de ellas, el más apetecible bocado que podía imaginar.
Lo bueno de que la fotografía fuera mi pasión, era que mi vena de fotógrafo se volvía fuerte en esos momentos y casi me hacía entrar en un trance, por el cual, por más que otros impulsos pugnaban por dominarme, seguía abocado a mi labor profesional, disfrutando de tener a esa vagina prohibida a merced de mi cíclope electrónico.
Majito dejó la fantasía y volvió a convertirse en humana adoptando una pose más terrenal, acostada de perfil y levantando una pierna, nada elaborado, aunque sí muy efectivo, ya que la tenía de frente, con sus pechos y su vagina en cuadro.
Cada vez me costaba más concentrarme, sentía mi entrepierna como un volcán en erupción, como un géiser rajando la tierra y no había sentido de profesionalidad que pudiera aguantar las ganas de terminar la sesión y empezar la “amación” Después de todo ya había sacado fotos como para llenar un álbum familiar indecente cuando en Onlyfans, sus usuarias suben unas pocas fotos en tanda.
Tras una sucesión de poses, la fotografíe formando un puente con su cuerpo, como si se hubiera congelado en medio de conocida voltereta lateral, con los brazos y un pie en la lona y la pierna restante.
- Que sexy por favor, nunca pensé que me calentaría una vuelta carnero.
- Técnicamente se llama medialuna o vuelta estrella, vuelta carnero es cuando te tiras hacía adelante sobre tu cabeza… - Me corrigió sin dejar de moverse, de estirar su musculosa pierna, haciendo temblar sus glúteos fibrosos con cada movimiento.
Majo, como queriendo callarme (o tentarme) alzo su pierna en ángulo recto, formando una línea vertical con sus piernas manteniendo ambos brazos en el suelo, o lo que es más importante, me estaba enseñando todo, todo y ni se molestaba que le fotografiara su sexo y algo más con descaro. Al contrario… me observaba desafiante, como esperando un comentario picante, una reacción.
No pude resistirme más. Miré a mi hermana, boca abajo ella, aún con la pierna levantada y tras dejar la cámara de lado, me acerqué y tomé su pierna, sintiendo el calor de su piel bajo mis dedos, su musculatura reaccionando a mi contacto, debido a la posición, temblaba levemente y temblaría más con lo que iba a hacer. Nos quedamos en silencio, sabiendo lo que se venía… aunque ella no lo tenía muy en claro al parecer.
- ¿Te dieron ganas de apretar otro botón, uno un poco más suave?
- Aguanta así, tu hermano te va a dar un lindo regalito.
Me sentí como el perverso protagonista de la Naranja Mecánica Alex DeLarge, cuando en la película, tras ser sometido al tratamiento Ludovico para ver si podía reformarse y sentir rechazo a la violencia y la lujuria que dominaba su vida, acercaba sus manos a las tetas desnudas de un sujeto de prueba tan sensual como inalcanzable, ante un público deseoso de saber si el tratamiento rindió frutos.
Alex observaba con ojos abstraídos los senos sobre él, imponentes, prístinos, inalcanzables como una suerte de deidad a la que deseaba tocar con sus manos terrenales sin poder hacerlo por culpa del tratamiento. Me sentí su versión opuesta, una suerte de Alex alterno que, aunque no cometía asesinatos, ni violaciones, ni ninguno de los crímenes horribles del personaje de ficción, se sometió a un tratamiento opuesto para manipular a su hermana y satisfacer sus deleznables impulsos.
Como si fuera una “anti-reforma”, la crisis y el proyecto del Onlyfans fueron la coartada perfecta que, en los últimos días, desembocaron en esa situación tan retoricada de manera perfecta. Mi fetiche prohibido con mi hermana estaba en su punto álgido, tras manipular las variables podía verla desnuda, lucrar con ella, y lo más importante, disfrutar de su sensualidad como un hermano jamás debería.
Mi trabajo de araña había llegado a ese punto clave, tras abandonar cualquier atisbo de moral y decencia, mi hermana estaba desnuda ante mi como en otras oportunidades y me acercaba a ella impune, sin pensar en consecuencia alguna, sin replantearme mi vida ni mis acciones… a diferencia de ese perverso personaje, me fui acercando a mi sujeto de prueba prohibido sabiendo que nada me detendría y que mis acciones había sido un éxito: mi hermana se desnudaba para mí, se desnudaba por dinero, y podía hacer con ella lo que quisiera.
- Oooh, Gabriel… Gabo… no es lo que esperaba… no, no… - Intentó negarse cando con un brazo abracé una pierna (la base) y con el restante su otra pierna (la elevada en el aire) mientras comencé a lamer su tajito edulcorado con mesura.
Lamí su vagina captando la textura de su sexo, sintiendo sus pequeños pliegues de piel abrirse y doblarse a ambos lados como pequeños alerones cada vez que mi húmeda lengua pasaba, saboreándola, recolectando el sabor de cada centímetro de esa hermosa vagina prohibida.
Aunque consternada, María José no abandonó la posición mientras me hundía cada vez más en su sexo, rozando mis labios y mi nariz contra su vagina, oliéndola, sintiéndola, sin dejar de lamer ni una parte de ella en el proceso, desde los labios mayores depilados con mesura hasta sus rosados recónditos, que desembocaban en un orificio virgen muy escondido entre carne color salmón.
- Como deseaba esto por Dios, comerte la concha, sentir tu sabor, tu olor, te voy a comer toda.
- No podes… estar haciendo esto… esta tan mal. – Gimió con la vista al frente, como evitando mirar el comensal que se daba un festín con su cuerpo, festín que recién empezaba.
El platillo principal
Así como había deslizado mis dedos rumbo a su centro carnoso y húmedo, deje que mi lengua viajara casi por sí sola hacía su agujero vaginal, ya inundado de efluvios narcóticos. Cuando empecé a girar mi lengua como la hélice de un avión emprendiendo vuelo, la hice delirar.
- Ah, ah, ah, ah… uhhh, no, no, me voy a venir si haces eso, me voy a venir.
Sin saber de dónde, uno de sus brazos intento alejar mi rosto de su cuerpo, rostro que tenía pegoteado a su vagina hasta las pestañas, tan pegado que podía respirarle contra el ano y meter tanta lengua en su interior como era posible.
- Uuuuh, uuuh, no lo puedo creer, uuuh, me caigo la puta madre.
Antes de que perdiera el equilibrio por completo, la sostuve sin dejar de chupar, mientras su mano en mi cabellera en vez de empujarme como al principio me presionaba contra ella.
Tomé sus labios sobresalientes con la boca y se los succioné como si quisiera estirarlos mientras seguía atenazado a ella, manteniendo su temblorosa pierna en alto, viendo a su ano en primera plana, a escasos centímetros de mis ojos.
- Así que este es el sabor de tu concha, que rico por Dios, puedo chuparla todo el día, me bañaría en tu juguito hermanita. – Dije admirando sus labios abiertos emanando flujo blancuzco que se chorreaba por su pierna, acto seguido, lo recolecté con la lengua subiendo hasta su vulva, con particular cuidado de sorber hasta la última gota de lo que mi hermana me obsequiaba directo de su excitación.
Sin pensar con claridad, sobrepasado de revoluciones tomé el rostro de mi hermana desde la nuca y le estampé el beso más profundo que pude, con todos mis sabores recolectados traspasados sin escalas, fidedignos hacia su boca, lamiéndole el interior de la misma para que se le impregnara el sabor de su concha tanto como se había impregnad en mí, por último, como muestra de mi estado de locura, le apretujé los mofletes y en su boca abierta escupí un par de veces… para mi sorpresa, recibió mi lujurioso obsequio más que sumisa, mirándome con ojos tan poseídos como los míos.
- ¿Esas son maneras de tratar a tu hermanita? Sos malo, Gabo, muy malo…
- Por fin aceptaste cuanto te gusta ser la putita de tu hermano, te voy a dejar loquita de tantas cosas ricas que te voy a hacer.
- Que malo que sos… ¿cómo podés decirle putita a tu hermana?
Tras ese subidón de intensidad abrupto que me sorprendió hasta a mí, seguí con mi labor oral y acostándola en la manta, volví a chuparle la vulva de frente, conectando miradas, viendo su carita corrompida sucia de sudor, saliva y enrojecida devolviéndome a mirada. Estaba irreconocible.
Como así de irreconocible estaba su jugoso corte intermedio, al que separe con los dedos en “V” para degustar cada sección de su vagina, su concha era tan suave y pulcra que ni siquiera era necesario abrir sus labios, como una canaleta, mi lengua se deslizaba desde su clítoris hacia su orificio de manera tan fluida que parecía diseñada para ser lamida de esa forma.
No permaneció acostada con la espalda sobre la manta mucho tiempo, casi de manera instintiva, Majo sacó a relucir esas posiciones exóticas de gimnasta elevando la cadera y formando un puente con su espalda arqueada. Parecía una araña, aunque lo que no era una araña, sino lo opuesto, era el manjar que me comía entre sus piernas, era más bien la más refinada almeja servida entre dos muslos firmes y calientes de carne argentina.
- Dios, Dios… no pares, no pares, chúpame toda, chúpame toda… - Jadeo Majito arqueando su rostro hacia atrás como la poseída de El Exorcista al bajar las escaleras, con un rostro desencajado del placer, tan colorado que parecía haber corrido recibido innumerables bofetadas.
En una posición que bautizaría como la mesa, por estar en cuatro patas, con el vientre hacia arriba, le hice un cunnilingus tan mentado como prolongado, en el que me parece que no deje ningún resquicio sin explorar, ni su pequeño orificio uretral se retiraría sin sentir la punta de mi lengua hurgándolo lo más posible.
- Hacer gimnasia fue la mejor decisión del mundo mundial… - Dije relamiéndome la boca, juntando cada sabor con mi lengua. – Te comería y te cogería en cada una de las posiciones que te vi hacer, una y otra vez hasta que te olvides de tu nombre.
- ¿Para qué te pensas que se inventó esto? – Me confesó. – Vos sabes lo que garpa hacer estas poses, haciendo reventar las calzas con nuestros culos y remarcando papos.
- Que bueno que pienses igual…
Escuche de la boca de algún psicólogo que la mayoría de nuestras elecciones de apariencia exterior son mensajes consientes o inconscientes al sexo opuesto, desde una campera de cuero, hasta un corte de cabello, aunque nos hayamos comprado la campera para estar abrigados o nos cortemos el pelo por comodidad, siempre se esconde un motivo oculto por debajo de la utilidad. Así como un hombre bien afeitado, bien vestido y que se preocupa por su aspecto es una tilde verde para la mayoría de las féminas, en el caso de las mujeres, hacer gimnasia artística como hizo mi hermana, aunque es un evidente beneficio, para mí, siempre se trató de dejar en claro que, con ellas en la cama, ninguna pose del kamasutra sería imposible.
Se trata de esas cosas que muchos piensan y nadie dice, una mujer capaz de mantener esas posiciones exóticas tanto tiempo despertaban la imaginación hasta del más catatónico y a mí no me quedaban dudas de que una disciplina así era una invitación a la aventura para cualquier hombre. Así como los futbolistas tienen fama de sementales, los hombres de color de tener tres piernas y los músicos de ser creativos, mi hermanita y yo estábamos por sacarle todo el jugo a esos años en los que practico el susodicho deporte de la elongación sensual.
- Me vengo de nuevo la puta madre, sí, sí, sí, uuh, uhhh, ah, aaaah, aaaaaah…
Cuando me aviso que se corría, le lengüeteé el agujero mientras separaba el clítoris con los dedos y con la mano restante, se lo frotaba con las yemas como si sufriera comezón, haciendo bailar de un lado a otro ese inflamado dispositivo de placer.
Majo levanto una pierna y como en una toma de lucha libre, me apretujó la cara con ella contra su vagina.
- Báñame la carita, báñame la carita, déjame a la miseria putita, así, así eso es, buena hermanita…
Como venía demostrando, en un gemido agudo y prolongado que debió de retumbar en cada piso y en los edificios vecinos, María José abrió las cataratas del Iguazú que tenía entre las piernas y con en un orgasmo desenfrenado, pudo “squirtearse” por primera vez, salpicando su delicioso juguito de concha en todas direcciones a través de su orificio más pequeño, dejando tanto mi rostro como la manta empapados con sus efluvios aceitosos. Esa especie de orina rebajada, trasparente y sin olor, brotó de mis labios cuando me separe de la vagina de mi hermana como cuando un nadador sale de agua y escupe un poco de agua de mar. Me había dejado el rostro colorado de tan fuerte que me apretó contra él durante el orgasmo.
- Tremendo squirting, muy bien, sabía que te iba a salir, pero no tan rápido… - Susurré viéndola despatarrada, con la vagina hecha un desastre, parecía que tuviera una fruta aplastada entre las piernas. – Igual no terminamos, todavía queda algo por hacer.
- ¿Mas fotos? – Pregunto desde el suelo, sin dudas con la mente bloqueada de semejante acabadón que se pegó. Sobre la manta sucia y arrugada, despeinada y temblorosa, parecía una naufraga que fue arrastrada por la corriente a una costa lejana.
Respondiéndole en cierta forma, me baje la bragueta del pantalón y deje salir mi verga erecta y venosa, inflamada de estar tantos minutos pujando y latiendo con fuerza contenida contra el pantalón. Era una bestia liberada, como el titán Rodan al salir de volcán o Cronos emergiendo del fuego del tártaro, con mi cíclope de carne roja, apuntando al techo, mi hermana, como una sacerdotisa que invoco a una bestia, la observó desde abajo conociendo su destino.
Tras ayudarla a que se incorporara y se arrodillara frente a mí, me saqué la remera y le acaricie los despeinados cabellos, corriéndolos de su rostro mientras le apoyaba la verga en la cara. Mis bolas reposaban en su pera y mi glande, pasaba de forma holgada el punto donde sus cejas se enfrentaban.
- ¿Sabes lo que quiero no? Dale, no me seas así y hacelo.
- ¿Queres un pete? – Preguntó haciéndose la boba, conteniendo una risita. – Pero somos hermanos.
- No importa, Majito, no importa. – Le seguí la corriente, después de todo si era ella la que traía nuestro lazo sanguíneo directo a juego era porque le gustaba morbosear con eso. – Haceme un pete y vas a ver que la lechita de tu hermano es muy rica.
María José rio nerviosa y haciéndome esperar, me miró sonriente. Al menos sus manos ya me estaban acariciando el tronco, las sentí sudorosas y ardientes, no sabría decir que tenía una temperatura superior, si sus palmas o mi verga.
- Pero la tenés muy grande, hermano, me vas a hacer ahogar. – Siguió jugueteando conmigo, probando mi paciencia.
- Sí, un poco te voy a hacer ahogar, cuando te la meta todita en esa boquita de putita que tenés seguro que te ahogas un rato. – Le dije perdiendo la paciencia apretujándole los cachetes. - Así como vos me apretujaste contra tu conchita yo voy a hacer lo mismo y te la voy a meter lo más que pueda ¿Te gusta la idea?
Majo se liberó de mi agarre y puso cara de indecisa.
- No sé, no sé, no me gusta mucho la idea, te estás portando como un mal hermano.
- ¿Con la chupada de concha que te di te parezco un mal hermano? Me merezco ser el primero al que le haces un pete.
- Que morboso sería, que la primera pija que me coma sea la de mi hermano mayor… - Y como seducida por su propia resolución, por fin dijo: - Gustarme o no, es lo justo, bueno, ahí voy… hermano mayor, te voy a mamar la pija.
Poniéndose seria, se separó un poco de mi revolver de dos tambores y tras observarla unos segundos y masajearme el tronco con sus manos, Majo me miró, abrió la boca, y comenzó a lamer.
Continuará...
Gracias por leer! ya saben como va a empezar el siguiente capítulo, tachando el inciso de felatio de su perversa lista de quehaceres así como en este episodio completo el del cunnilingus, "vamos por partes" dijo Jack el destripador y esta historia, aunque lenta y escalonada, no va a dejar de avanzar con algunas sorpresas en el proceso 😉 Si les gusto les agradecería puntos, comentarios o cualquier detalle que demuestre que les interesa la historia.
Capítulos anteriores:
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4020235/El-Onlyfans-de-mi-Hermana.html
Capítulo 2: http://www.poringa.net/posts/relatos/4027496/El-Onlyfans-de-mi-Hermana-Parte-2.html
Capítulo 3: http://www.poringa.net/posts/relatos/4041501/El-Onlyfans-de-mi-Hermana-Parte-3.html
Capítulo 4: http://www.poringa.net/posts/relatos/4072304/El-Onlyfans-de-mi-hermana-Parte-4.html
Capítulo 5: http://www.poringa.net/posts/relatos/4103216/El-Onlyfans-de-mi-hermana-Parte-5.html
Majo es “interpretada” por la modelo y gimnasta Alexandra Kroha, ucraniana, trabajo para diversas compañías como Met-Art, Teen Funs, 18 Only Girls o Fleexy Teens, bajo los seudónimos de Isabella Kalinka, Isabella A, Grace, Mary… nació en 1988, mide 1, 65 mts de altura y 87, 64, 90 son sus medidas.
Recapitulando
Un día después del cumpleaños de Majo, con 18 años tan recién salidos del horno que su cara no se había enterado de su legalidad y aún tenía esa típica cara de bebota, comimos una deliciosa pizza de Romario y deleitados con ella le tiré la bomba de nuestras vidas: abrir un Onlyfans para sobrevivir a la terrible crisis, para colmo, ya había comenzado con mi tarea fotografiándola en secreto. A pesar de mi atrevimiento, Majo dijo que lo pensaría, aunque viniendo de ella, sabía que sería un sí.
Gracias a la asesoría de Noe, una vieja amiga de mi curso de fotografía que tenía experiencia con ese sitio, pusimos en marcha nuestra empresa de 2; mis dotes de fotógrafo y su sensualidad natural intentarían lucrar, como miles de otras mujeres, con los pajeros con dinero.
Al día siguiente tuvimos nuestra primera sesión soft en mi habitación, modifiqué la mitad de mi habitación moviendo un futon, poniendo varios adornos de marinero, un pequeño escritorio y “woala”, teníamos una parte de la casa que no parecía de una familia en crisis, sino la casa de un marino retirado, un abuelo de buen pasar o un viejo pescador (ninguna relación con el atuendo deportivo de mi hermana, fue lo que salió de casualidad) a pesar de que una de las reglas era mantenerlo lo más soft posible, sin desnudos, con mi lengua edulcorada le propuse ir más lejos.
En nuestra primera sesión, para no ser menos con la competencia, tras una marejada de halagos demasiado edulcorados para venir de un hermano, logré convencerla de obsequiarle la deliciosa visión de sus senos a sus futuros suscriptores. Mi lente, mi perversión y su sensual cuerpo, fue el inicio de una sociedad prometedora.
Piropos van, piropos vienen, terminamos la sesión y ultimamos los detalles de su cuenta y así nació ÁngeLolita, tanto en Onlyfans como en otras redes como twitter, todo sin contratiempos gracias a la experiencia de Noe. Cimentada en su sensualidad, inocencia y belleza natural, al borde de la legalidad, logramos los primeros suscriptores y con los primeros dólares frescos en nuestro haber, aceleramos el proceso para nuestra siguiente sesión.
Cada día que pasaba, lo pasábamos más juntos, más compenetrados en nuevas sesiones, en exprimir nuestro emprendimiento y traer a la vida un episodio de nuestras vidas que creí que había sido erradicado cuando Majo se mudó conmigo. Aunque me había jurado no volver a hacer de mi hermana un juguete sexual, volvieron las travesuras del pasado, y esta vez, teníamos la casa sola para nosotros.
Para ese entonces, aún luchaba contra la tentación de invocar a nuestro viejo demonio personal, aliado de varias noches pasadas llamado incesto. Aún me resistía, aunque su exuberancia juvenil y el perfume de las bombachitas que dejaba a la vista me estaban llevando a la perdición, a épocas oscuras en las que explorábamos nuestra sexualidad en las narices de nuestra autoritaria madre, siendo descubiertos de vez en cuando.
Tras su primera sesión en ropa deportiva y con poses de gimnasta, terminamos acostados y me masturbé en su presencia, nuestra vida había vuelto a ser una montaña rusa, no sabría si decir si en subida o en bajada, lo que si era seguro era que la atracción recién empezaba. Ese fue uno de los primeros ladrillos que coloqué en nuestro templo de perversión.
Ya mostraba las tetas en las fotos, logrando salir del apuro económico gracias a su par, nos besábamos como antes, me masturbaba junto a ella como antes, y pude avanzar en nuestra siguiente sesión, en la que, junto a un aro de gimnasia, Majito se animó a mostrar su preciosa vagina rasurada y suave como el terciopelo. No se la había tocado, pero se veía tersa y suave como la seda india. También enseñó su culito todo desnudo y (por ahora) apretado, para no revelar su anillo precioso, deleitándome hasta hacerme perder la razón y comenzar a masturbarla en ese instante, besarla, someterla a mis hábiles manos poniéndole una pausa a nuestra sesión.
Tras mucho histeriquitos, tras varios “no, no” marchas y contramarchas, su cuerpo entero se entregó a mis impulsos prohibidos y masturbé su vagina no solo en medio de nuestra sesión de fotos, también cuando mamá nos interrumpió en la siguiente sesión y manoseé su sexo y besé sus senos mientras intentaba mantener una conversación con nuestra madre.
Con el objetivo de recrear nuestras primeras sesiones con el agregado del desnudo total, teníamos un nuevo capítulo que contar en el que Majo mostraría sus posiciones más osadas de gimnasta como vino al mundo, sin embargo, eso tenía que esperar, el último consejo que Noe le dio a mi hermana fue que sepa crear expectativa así que nos tomamos un break de las fotos y los desnudos un par de días.
Para ello estuvo subiendo contenido ligero sobre su vida diaria (teniendo cuidado de no enseñar más de lo debido), como cuando fuimos a comprar víveres estrenando nuevos barbijos o imágenes muy soft que habíamos rechazado de las sesiones anteriores usándolas para anticipar nuevos sets, más osados y al desnudo. También alguna que otra foto de ella durmiendo, que siempre habían sido del agrado de sus suscriptores.
Esa mañana de invierno, mientras hacíamos la fila para entrar a Coto (una cadena de supermercados conocida en Argentina), nos hablábamos muy cerca para que ninguno de los que esperaba entrar escuchara nuestro exótico tema de conversación. Lamentablemente nos habíamos levantado tarde y estábamos haciendo compras casi en hora pico, con personas manteniendo la distancia de 1 metro hacia atrás y adelante en una larga cola.
- Dale, deja que te saque una foto, tengo que dar información de mi vida en cuentagotas, para generar suspenso y me vayan conociendo de a poco.
Era una buena idea, darse a conocer de a poco para mantener el suspenso y el interés.
- No me saques a mí, todos nuestros conocidos saben que soy fotógrafo y no les sería difícil atar cabos. - Comente cubriéndome el rostro ante sus amenazas de fotografiarme para presentarme en su Onlyfans.
- Esa es idea tuya porque tenes la mente sucia, nadie sospecharía que el que me saca fotos desnuda sos vos, aunque sepan que sos fotógrafo y vivimos juntos.
- Shhhh… baja la voz hermanita o cuando lleguemos a casa te voy a dar una de chirlos que no te vas a poder sentar ni en un almohadón. - La silencié tomándola de atrás y apretujando mi boca con mi palma como un asesino en serie. – Decí que vine de visita y te acompaño a hacer las compras, nada más.
Mi comportamiento atrajo más miradas que su comentario y la tuve que soltar antes de que intentara pisotearme el pie o darme un codazo en las costillas. Para colmo, tenerla pegada a mi levantaba algo más que sospechas y las cejas de quienes nos rodeaban.
Como casi siempre que salíamos, vestía una calza oscura pegada al cuerpo (con todo lo que eso significa) pantubotas de invierno de bordes acolchados, protegía su pecho del frío con una campera gris de gimnasia de las que no eran muy abrigadas. Usaba su campera abierta enseñando una abultada bufanda con los colores de la casa Hufflepuf de Harry Potter y lucía con orgullo su escudo bordado en la misma.
- Están muy impacientes por verme hacer poses de gimnasta en bolas. – Dijo cuándo la solté, tomándome de la cabeza con su mano enguantada para decírmelo al oído.
- Que me hables al oído es al pedo si no vas a bajar la voz, boludita. – La reprimí acogotándola con cariño. – Ya sabés que hacer, mantenelos entretenidos, contéstales los mensajes y deciles que va a ser el mejor set.
- ¿El mejor? Eso es relativo, depende de lo que le gusta más a cada uno…
- Hay algo que lo puede hacer el mejor y te va a dar el derecho a subir el precio. – Dije haciéndome el misterioso mientras la fila avanzaba. – Algo que les gustaría ver sin dudas.
Mientras Majo me estiraba de la campera (encima que teníamos que hacer fila para todo, hacía un frío de cagarse) exigiéndome que le revelase su idea, pudimos entrar, agarrar un chango y deambular entre las estanterías casi post apocalípticas.
- Que pocos productos, hay como 5 marcas menos de cada cosa, nada que ver con el año pasado. Anda a buscar franelas y lustra muebles Blem.
- No me cambies de tema. – Me reprimió dándose cuenta de mi estrategia. - ¿Qué se te ocurrió para mejorar las sesiones?
La mire de arriba abajo como para darle una pista, no obstante, mientras revisaba mi lista de compras e íbamos de góndola en góndola completándola, seguía intentando adivinar a que me refería.
- Hermanita, hermanita, ya sabés de lo que hablo. Lo único que te falta por mostrar.
Sin disimulo, mire su trasero con descaro.
- Ah eso, oh, ya entendí. – Y me golpeó el hombro repetidamente. Nos habíamos vuelto mucho más físicos que antes. – ¡Yo sabía que me lo ibas a sugerir, no pensé que tan rápido! Nunca tenés suficiente… - Cruzándose de brazos en uno de sus clásicos berrinches.
- Haceme un favorcito, hace la cola en el cajero y saca plata, así se te pasa el enojo. – Sugerí para ahorrar tiempo.
- No estoy enojada, a esta altura ni me sorprende lo zarpado que sos. – Refunfuñó.
- Saca cinco mil, por ahora, haceme el favor hermanita. Yo sigo con las compras.
Majo acepto de todas formas, sin saber que mi idea no solo era la de ahorrar tiempo, sino que sienta el poder hipnotizador del dinero saliendo del cajero, el sonido mágico de la maquina preparando los billetes, haciéndolos brotar por su boca metálica como un regalo divino… dinero ganado por ella, por sus desnudos, por su cuerpo, dinero que podía aumentar si tan solo se animaba a mostrar su hermoso trasero en toda su gloria.
- A quien engaño, no todo es por el dinero. – Me dije viendo lo bien que le quedaba la calza, agradecida de envolver semejantes carnes que se veían firmes sin esfuerzo alguno.
Era un espectáculo que no podía desperdiciar, disimulado, me acerque a la góndola más cercana y me agache fingiendo interés por los precios de los platos descartables, preparé mi celular y tomé una foto sin que ella se diera cuenta.
- Mejor saca 10000, si es que alcanza. Podríamos empezar a comprar algunas cositas para nuestros sets. – Le susurré acercándome desde atrás.
- Hijo de puta me asustaste, te me acercas como un depredador sexual. – Se alarmó golpeándome el pecho con su mano.
En algo tenía razón, era un depredador sexual, dado que el comentario fue una fachada. Mi verdadera intención fue acercarme a ella y tomarle otra fotografía desde otro ángulo, su culo era más fotogénico que Brad Pitt, no importaba el ángulo, siempre mostraba su mejor cara.
Salimos del Coto como a las una de la tarde, hambrientos y cansados de tanta espera y buscando todo lo que necesitábamos y algún que otro gustito personal (agarre varias cajas de té, una de tilo, otra de boldo, una de hiervas, como antes de la crisis, podía volver a mis queridas infusiones). Por suerte había comprado unas sopas instantáneas para cuando lleguemos, ahorrando precioso tiempo que podía emplear en otra cosa, en algo más importante que comer…
Ni bien entramos al edificio y cerramos las puertas metálicas del elevador, solté las bolsas con los víveres casi con violencia, me saqué el barbijo y la arrincone contra la pared y la bese con todas las ganas que tenía acumuladas en los últimos días.
Le comí la boca con pasión, girando mi rostro para abordar sus labios en todas direcciones, mandándole lengua casi de inmediato para saborear el interior de su boca.
- Te vi todo el día andar con estas calzitas que te quedan preciosas, no me pude contener más. – Le confesé siguiendo estampando besos en sus labios mientras el elevador seguía subiendo.
- Está bien, me tenías abandonada. – Aceptó devolviéndome el beso mientras me envolvía el cuerpo con los brazos. – Me vestí así porque sé que te gusta.
Mis manos para demostrarle su agradecimiento, bajaron a aferrarse de su firme trasero, tomando sus nalgas y amasándolas como si quisiera prepararlas para una deliciosa receta. Dispuesto a disfrutar ese reencuentro erótico en el que estábamos en la misma sintonía, busque su lengua en su boca casi en una persecución, intentando siempre mantener el contacto de ambas, compartiendo nuestros sabores, absortos en nuestro lujurioso beso, nos olvidamos de que no vivimos en las Torres Gemelas (cuando existían) y alguien abrió nuestra puerta descubriéndonos…
- Buen d… día. – Se trataba de un vecino de un piso más abajo que entraba al ascensor de improviso, pescándonos justo estando estrellados contra el espejo y con nuestras bocas y manos (en especial las mías) ocupadas. – Soy Juan, Juan Ignacio, el del 7B.
Lo había visto de pasada en las asambleas del edifico, cuando fui para discutir ciertos inconvenientes relacionados con un matrimonio mayor que había metido mascotas (prohibidas en el edificio desde el legendario incidente con una boa en el 2010) y para presentar quejas sobre el servicio de agua caliente, que cuando recién llegué, por culpa de una caldera que parecía un remanente de la revolución industrial, funcionaba para la mierda.
No sabía mucho de él, habíamos intercambiado palabras solo de vez en cuando. Era un soltero que vivía del alquiler de dos estudiantes con los que vivía. Se trataba de un hombre sencillo, buscavida, que venía del sur, por lo que siempre había sido respetuoso y educado. Era alto, delgado, aunque la ropa ajustada que usaba revelaba un cuerpo atlético trabajado. Se notaba que había sido siempre el típico flaco sombra de alambre que gracias a las pesas había mejorado su condición muscular, no obstante, su rostro huesudo y sus manos casi de esqueleto evidenciaban que había sido muy flaco.
- Buen día, buenas tardes, mejor dicho. – Se ve que, por la interrupción, Juan no se percató de la hora. – Nosotros subimos al 8 ¿Después bajas?
Sus ojos verdes eran pequeños y no tardaron en relojear a Majo.
- Si, por supuesto, no hay drama… y perdón, no quise interrumpir, he. – Se disculpó algo abochornado, aunque no tanto como mi hermana, que, por los nervios, además de estar sonrojada parecía intentar contener una risa. – Es que en la reunión que tuvimos antes de la pandemia, me pareció escuchar que era tu hermana, pensé que vivías con ella.
- No, no… es mi novia. - Lo corregí tratando de aparentar tranquilidad. Debo admitir que recordaba a la perfección cuando en una charla casual, le mencioné que mi hermana estaba harta de que la temperatura del agua bajara drásticamente en plena ducha y quería una caldera nueva lo antes posible.
También le mencione sobre el cumpleaños de Majo una vez que nos cruzamos en ese mismo ascensor, recordando que hasta le había mencionado que estaba por cumplir 18. Me había pescado con la torta en las manos y el comentario fue inevitable: “Mi hermanita Majo, cumple 18, bha, ya no es una hermanita, ya es hermana, que cuide ahora que puede ir presa.” Bromeé mientras, también de forma inevitable, le hablé de lo deprimente que era no poder festejar como es debido un cumpleaños por culpa de la situación sanitaria.
- Es que de dónde venimos, ella es parecida a mi hermana y entonces le empezaron a decir hermana de chiste, y el apodo se me quedo grabado y a veces me confundo y la presentó así, es un mal hábito que tengo que sacarme, da para pensar mal ¿No?
Una gota solitaria de sudor helado me recorrió el espinazo al recordar un detalle que derrumbaba mi coartada como Godzilla derribando edificios de un colazo.
- ¿Tu novia también se llama María José?
El ascensor había llegado hace varios segundos y Juan, respetuosamente, me abrió las puertas mientras juntábamos las bolsas, ignorando su pregunta.
- Que tengan buen día. – Se despidió sin decir nada al respecto, quizás dándose cuenta de que le había mentido o porque estaba tan abochornado como nosotros con lo que había visto... el parecido era evidente, se había cruzado a mi hermana más de una vez y no era ningún idiota como para no darse cuenta de que siempre había sido mi hermana y que me había pescado transando con ella.
Me sorprendí bastante cuando ni bien entramos a nuestro departamento y cerré con llave, Majo se me abalanzó casi colgándose de mí, como una fiera hambrienta, besándome como si hubiera sido poseída por un demonio súcubo.
- Majo… Majo ¿Qué te pasa? – Pregunté alarmado mientras sentía su lengua intentando entrar en mi boca. Casi a los trompicones por culpa de las bolsas con las compras en el suelo hasta que me llevó contra la pared.
- ¿No era que te ponía el peligro? No arrugues ahora he… - Me reprimió. - Casi nos descubren. – Dijo volviendo a besarme.
Lo que Majo ignoraba, es que, en la entrada del edificio hay una enorme pizarra enmarcada (como en muchos edificios de departamentos) donde tienen anotados con letras magnéticas intercambiables los nombres y apellidos de todos los inquilinos, en el renglón concerniente al piso octavo, estaban nuestros nombres de toda la vida como gravados en piedra, con nuestro inconfundible apellido.
No me importo de todos modos, aproveche la calentura, tomé a Majo de esa cola encalzada y le estampé un regio beso de lengua que nos sirvió de aperitivo antes del almuerzo, antes de la que sería la mejor sesión de todas…
Aceptando la corrupción
Íbamos a repetir la 2da sesión, que de tener un nombre sería, “cuerpo de gimnasta” o algo así, ahora, a diferencia de su versión anterior, sería totalmente al desnudo “cuerpo de gimnasta al desnudo” se podría rebautizar. Sepa disculpar el déficit de ingenio, es que imaginándome lo que se aproximaba, estaba reculando energías para lo mejor.
Si creen que ver a María José en ropa deportiva ajustada es lo mejor, es porque no la vieron sacándosela. No había puesto mi dedo en el gatillo y ya quería cancelar la sesión y tirarme sobre ella.
- Si lo que quieren los suscriptores es desnudos vamos directo a eso. – Me dijo mientras se sacaba la campera, la remera (no tenía corpiño, así que, hola de nuevo preciosuras) y se bajó la calza frente a mí, con un nivel de relajación admirable.
- Te lo estás tomando muy bien. Perfecto, ya podemos arrancar. – Enseñándole la cámara en señal de que la tenía lista.
- Espera que estiro un poquito, así no me acalambro ni nada.
Majo se sentó y se tocó las puntas de cada pie por unos segundos, después giro su espalda a la izquierda y la derecha, manteniendo su torso fijo unos segundos con cada pose. Mientras, la observe obnubilado, olvidando posicionarme para sacar fotos de su cuerpo aún flexionándose en el calentamiento. En ese momento entendí esos pseudo documentales de gente sobreviviendo en la selva al desnudo, o esos realitys de gente encerrada en una casa al desnudo, o incluso los noticieros al desnudo, todo con un cuerpo como el de mi hermana, al desnudo, en cada acción, hasta la más inocente como preparar su cuerpo para la gimnasia, se volvía el perfecto afrodisíaco.
- Majito, sos como mi marca personal de heroína. – Solté sin saber de dónde provenía dicha frase. – Sé que no debería decírtelos así, sin anestesia, pero es la verdad.
- Nunca pensé que me ibas a tirar una frase de Crepúsculo.
- Carajo, no sabía. – Arrugando mi frente con mi mano. - ¿Podemos hacer de cuenta que no dije nada?
- No, para nada, va a quedar grabado que te gustan los piropos de Edward el vampiro. Después vamos a ver la saga completa, ya que te gustan tanto sus frases.
- No sabía, bueno, primero hagamos las fotos y después vemos. – Cedí conteniendo una risa. Por ella era capaz de verme hasta los musicales más infumables, como Mamma Mía, esas películas hechas para que los novios pasen momentos de mierda y nada más.
- ¿Qué te parece si empezamos con la pose Jean-Claude Van Damme? – Cambie de tema para ir poniéndonos tono con la seriedad que ameritaba la sesión de fotos.
- No sé quién te calienta más, si tu querido héroe de acción o yo. – Bromeó acomodando la manta donde posaría, para no sentir el frío suelo contra la piel.
- No me obligues a elegir, seré heterosexual, pero Juan Claudio es Juan Claudio. – Le seguí la corriente mientras mi hermana, dándome la espalda, se posicionaba abriéndose de gambas, formando un ángulo llano.
Gracias a mi habilidad capté un detalle mágico, sin que ella se diera cuenta, capturé a su nalga apretujada bajo su piel formando una deliciosa muesca entre la pierna y la espalda.
- Ufff si empezamos así, no sé cómo vamos a terminar.
- Dale, no te distraigas y hace tu trabajo que esas fotos no se van a sacar y subir solas.
Obediente, puse manos a la obra y me concentré en capturar su hermosa sonrisa y su cuerpo flexionado, Majo se giró y capturé su torso brotando de sus piernas en un ángulo de 180° desde cada posición, su espalda, un lado, y de frente. Me sentí un helicóptero de National Geographic capturando fotos de una nueva maravilla del mundo, nunca antes vista.
Había algo de mitológico en la posición de mi hermana, parecía que el torso de María José era independiente a sus piernas, brotando como una mujer fantástica, quizás una mandrágora o una alraune, esos torsos femeninos bien dotados saliendo de flores de vivos colores, tan presentes en los videojuegos y la cultura popular. Mientras las piernas seguían estiradas e inmóviles, Majo retorció su torso en todas direcciones, demostrando un nivel de flexibilidad digno de una profesional… no había que tener mucha imaginación para pensar en la de poses sexuales que podían lograrse con semejante prodigio.
- ¿Me parece a mí o están intentando que se me vea el culo? – Me reprochó mientras la muy turrita balanceaba su cuerpo hacia una pierna, en una pose que me ocasionaba desgarros con solo verla.
- ¿El culo? No, no, estás pensando mal de mí, soy tu hermano y sería incapaz de sacarle fotos a una parte del cuerpo tan privada, tan impúdica. – Ironicé mientras hice zoom y, en efecto, le saqué más fotos a su asterisco.
Majo contuvo una risita y cambió de posición exponiéndose aún más. A veces los silencios decían más que las palabras, sin dudas con su cuerpo me mostraba que estaba disfrutando de quedar expuesta de tal manera ante mi lente, con su sexo y su culo indefensos ante mi cíclope de cristal.
Alejándome y acercándome, tomé varias fotos más de las piernas y aquello que mi hermana tenía entra ambas y ya no estaba oculto, sino expuesto para mi deleite y el futuro disfrute de aquellos que se suscribieron a su contenido.
- No me quiero volverá acalambrar, voy a cambiar de posición. – Menciono en un tono de misterio. – Tengo una posición que les va a encantar… y a vos también pervertido.
Desafiando a la gravedad y a mis conceptos preestablecidos sobre la columna vertebral y su resistencia, Majo apoyó su pecho en la manta usando sus brazos como soporte y como una cobra, levanto las piernas juntándolas sobre su cabeza y tocándose el pelo con la punta de los pies. Más bien parecía un escorpión sin patas, o quizás una serpiente con un aguijón en la cola, no sé, mi imaginación se despertaba con tan solo verla.
- Carajo, te estas convirtiendo en un trabalenguas humano, ni sé si eso es sano para tu cuerpo, solo sé que se ve genial.
Aunque era increíble, no me parecía la pose más sensual del mundo, eso pensé hasta que empezó a separar las piernas sobre ella, enseñando sus nalgas musculosas presionadas bajo su piel, dibujadas con tal perfección que podía determinarse en que milímetro comenzaban y en cual terminaban. Caían como dos fibrosos airbags en los cuales no me importaría estrellarme la cara una y otra vez.
- Por favor, aguanta un poco que quiero capturarte de cada ángulo posible… joder que escultura, es perfecto lo que haces.
- Saca tranquilo, estoy cómoda, solamente trata de no resbalarte con tu baba o que no te de un paro cardíaco.
- No prometo ninguna de las dos cosas. – Adoraba como ya no nos hablábamos como hermanos y no sentía ni una pizca de pudor mientras giraba a su alrededor capturando su precioso tajito depilado.
Para colmo, no tuvo mejor idea que separar las piernas y formar una gran "T" con ellas. No podía entender como no caía despatarrada o era presa de un calambre general, tampoco podía entender cómo podía estar sacándole fotos a su sexo expuesto, servido en bandeja a escasos centímetros de mí, me sentía esos perros entrenados que, por más que sienten un hambre atroz, se mantienen sentados observando la comida sin siquiera ladrar, solo babeándose y esperando su momento.
Aunque no babeaba, desde hace minutos que a mi entrepierna poco le importaba mi juramento hipocrático de fotógrafo y quería acción, quería hundirse en carne prohibida, quería saciar su sed de morbo y lujuria contenida con su presa favorita, aquella que abría sus piernas frente a mi como aspas de helicóptero teniendo en la unión de ellas, el más apetecible bocado que podía imaginar.
Lo bueno de que la fotografía fuera mi pasión, era que mi vena de fotógrafo se volvía fuerte en esos momentos y casi me hacía entrar en un trance, por el cual, por más que otros impulsos pugnaban por dominarme, seguía abocado a mi labor profesional, disfrutando de tener a esa vagina prohibida a merced de mi cíclope electrónico.
Majito dejó la fantasía y volvió a convertirse en humana adoptando una pose más terrenal, acostada de perfil y levantando una pierna, nada elaborado, aunque sí muy efectivo, ya que la tenía de frente, con sus pechos y su vagina en cuadro.
Cada vez me costaba más concentrarme, sentía mi entrepierna como un volcán en erupción, como un géiser rajando la tierra y no había sentido de profesionalidad que pudiera aguantar las ganas de terminar la sesión y empezar la “amación” Después de todo ya había sacado fotos como para llenar un álbum familiar indecente cuando en Onlyfans, sus usuarias suben unas pocas fotos en tanda.
Tras una sucesión de poses, la fotografíe formando un puente con su cuerpo, como si se hubiera congelado en medio de conocida voltereta lateral, con los brazos y un pie en la lona y la pierna restante.
- Que sexy por favor, nunca pensé que me calentaría una vuelta carnero.
- Técnicamente se llama medialuna o vuelta estrella, vuelta carnero es cuando te tiras hacía adelante sobre tu cabeza… - Me corrigió sin dejar de moverse, de estirar su musculosa pierna, haciendo temblar sus glúteos fibrosos con cada movimiento.
Majo, como queriendo callarme (o tentarme) alzo su pierna en ángulo recto, formando una línea vertical con sus piernas manteniendo ambos brazos en el suelo, o lo que es más importante, me estaba enseñando todo, todo y ni se molestaba que le fotografiara su sexo y algo más con descaro. Al contrario… me observaba desafiante, como esperando un comentario picante, una reacción.
No pude resistirme más. Miré a mi hermana, boca abajo ella, aún con la pierna levantada y tras dejar la cámara de lado, me acerqué y tomé su pierna, sintiendo el calor de su piel bajo mis dedos, su musculatura reaccionando a mi contacto, debido a la posición, temblaba levemente y temblaría más con lo que iba a hacer. Nos quedamos en silencio, sabiendo lo que se venía… aunque ella no lo tenía muy en claro al parecer.
- ¿Te dieron ganas de apretar otro botón, uno un poco más suave?
- Aguanta así, tu hermano te va a dar un lindo regalito.
Me sentí como el perverso protagonista de la Naranja Mecánica Alex DeLarge, cuando en la película, tras ser sometido al tratamiento Ludovico para ver si podía reformarse y sentir rechazo a la violencia y la lujuria que dominaba su vida, acercaba sus manos a las tetas desnudas de un sujeto de prueba tan sensual como inalcanzable, ante un público deseoso de saber si el tratamiento rindió frutos.
Alex observaba con ojos abstraídos los senos sobre él, imponentes, prístinos, inalcanzables como una suerte de deidad a la que deseaba tocar con sus manos terrenales sin poder hacerlo por culpa del tratamiento. Me sentí su versión opuesta, una suerte de Alex alterno que, aunque no cometía asesinatos, ni violaciones, ni ninguno de los crímenes horribles del personaje de ficción, se sometió a un tratamiento opuesto para manipular a su hermana y satisfacer sus deleznables impulsos.
Como si fuera una “anti-reforma”, la crisis y el proyecto del Onlyfans fueron la coartada perfecta que, en los últimos días, desembocaron en esa situación tan retoricada de manera perfecta. Mi fetiche prohibido con mi hermana estaba en su punto álgido, tras manipular las variables podía verla desnuda, lucrar con ella, y lo más importante, disfrutar de su sensualidad como un hermano jamás debería.
Mi trabajo de araña había llegado a ese punto clave, tras abandonar cualquier atisbo de moral y decencia, mi hermana estaba desnuda ante mi como en otras oportunidades y me acercaba a ella impune, sin pensar en consecuencia alguna, sin replantearme mi vida ni mis acciones… a diferencia de ese perverso personaje, me fui acercando a mi sujeto de prueba prohibido sabiendo que nada me detendría y que mis acciones había sido un éxito: mi hermana se desnudaba para mí, se desnudaba por dinero, y podía hacer con ella lo que quisiera.
- Oooh, Gabriel… Gabo… no es lo que esperaba… no, no… - Intentó negarse cando con un brazo abracé una pierna (la base) y con el restante su otra pierna (la elevada en el aire) mientras comencé a lamer su tajito edulcorado con mesura.
Lamí su vagina captando la textura de su sexo, sintiendo sus pequeños pliegues de piel abrirse y doblarse a ambos lados como pequeños alerones cada vez que mi húmeda lengua pasaba, saboreándola, recolectando el sabor de cada centímetro de esa hermosa vagina prohibida.
Aunque consternada, María José no abandonó la posición mientras me hundía cada vez más en su sexo, rozando mis labios y mi nariz contra su vagina, oliéndola, sintiéndola, sin dejar de lamer ni una parte de ella en el proceso, desde los labios mayores depilados con mesura hasta sus rosados recónditos, que desembocaban en un orificio virgen muy escondido entre carne color salmón.
- Como deseaba esto por Dios, comerte la concha, sentir tu sabor, tu olor, te voy a comer toda.
- No podes… estar haciendo esto… esta tan mal. – Gimió con la vista al frente, como evitando mirar el comensal que se daba un festín con su cuerpo, festín que recién empezaba.
El platillo principal
Así como había deslizado mis dedos rumbo a su centro carnoso y húmedo, deje que mi lengua viajara casi por sí sola hacía su agujero vaginal, ya inundado de efluvios narcóticos. Cuando empecé a girar mi lengua como la hélice de un avión emprendiendo vuelo, la hice delirar.
- Ah, ah, ah, ah… uhhh, no, no, me voy a venir si haces eso, me voy a venir.
Sin saber de dónde, uno de sus brazos intento alejar mi rosto de su cuerpo, rostro que tenía pegoteado a su vagina hasta las pestañas, tan pegado que podía respirarle contra el ano y meter tanta lengua en su interior como era posible.
- Uuuuh, uuuh, no lo puedo creer, uuuh, me caigo la puta madre.
Antes de que perdiera el equilibrio por completo, la sostuve sin dejar de chupar, mientras su mano en mi cabellera en vez de empujarme como al principio me presionaba contra ella.
Tomé sus labios sobresalientes con la boca y se los succioné como si quisiera estirarlos mientras seguía atenazado a ella, manteniendo su temblorosa pierna en alto, viendo a su ano en primera plana, a escasos centímetros de mis ojos.
- Así que este es el sabor de tu concha, que rico por Dios, puedo chuparla todo el día, me bañaría en tu juguito hermanita. – Dije admirando sus labios abiertos emanando flujo blancuzco que se chorreaba por su pierna, acto seguido, lo recolecté con la lengua subiendo hasta su vulva, con particular cuidado de sorber hasta la última gota de lo que mi hermana me obsequiaba directo de su excitación.
Sin pensar con claridad, sobrepasado de revoluciones tomé el rostro de mi hermana desde la nuca y le estampé el beso más profundo que pude, con todos mis sabores recolectados traspasados sin escalas, fidedignos hacia su boca, lamiéndole el interior de la misma para que se le impregnara el sabor de su concha tanto como se había impregnad en mí, por último, como muestra de mi estado de locura, le apretujé los mofletes y en su boca abierta escupí un par de veces… para mi sorpresa, recibió mi lujurioso obsequio más que sumisa, mirándome con ojos tan poseídos como los míos.
- ¿Esas son maneras de tratar a tu hermanita? Sos malo, Gabo, muy malo…
- Por fin aceptaste cuanto te gusta ser la putita de tu hermano, te voy a dejar loquita de tantas cosas ricas que te voy a hacer.
- Que malo que sos… ¿cómo podés decirle putita a tu hermana?
Tras ese subidón de intensidad abrupto que me sorprendió hasta a mí, seguí con mi labor oral y acostándola en la manta, volví a chuparle la vulva de frente, conectando miradas, viendo su carita corrompida sucia de sudor, saliva y enrojecida devolviéndome a mirada. Estaba irreconocible.
Como así de irreconocible estaba su jugoso corte intermedio, al que separe con los dedos en “V” para degustar cada sección de su vagina, su concha era tan suave y pulcra que ni siquiera era necesario abrir sus labios, como una canaleta, mi lengua se deslizaba desde su clítoris hacia su orificio de manera tan fluida que parecía diseñada para ser lamida de esa forma.
No permaneció acostada con la espalda sobre la manta mucho tiempo, casi de manera instintiva, Majo sacó a relucir esas posiciones exóticas de gimnasta elevando la cadera y formando un puente con su espalda arqueada. Parecía una araña, aunque lo que no era una araña, sino lo opuesto, era el manjar que me comía entre sus piernas, era más bien la más refinada almeja servida entre dos muslos firmes y calientes de carne argentina.
- Dios, Dios… no pares, no pares, chúpame toda, chúpame toda… - Jadeo Majito arqueando su rostro hacia atrás como la poseída de El Exorcista al bajar las escaleras, con un rostro desencajado del placer, tan colorado que parecía haber corrido recibido innumerables bofetadas.
En una posición que bautizaría como la mesa, por estar en cuatro patas, con el vientre hacia arriba, le hice un cunnilingus tan mentado como prolongado, en el que me parece que no deje ningún resquicio sin explorar, ni su pequeño orificio uretral se retiraría sin sentir la punta de mi lengua hurgándolo lo más posible.
- Hacer gimnasia fue la mejor decisión del mundo mundial… - Dije relamiéndome la boca, juntando cada sabor con mi lengua. – Te comería y te cogería en cada una de las posiciones que te vi hacer, una y otra vez hasta que te olvides de tu nombre.
- ¿Para qué te pensas que se inventó esto? – Me confesó. – Vos sabes lo que garpa hacer estas poses, haciendo reventar las calzas con nuestros culos y remarcando papos.
- Que bueno que pienses igual…
Escuche de la boca de algún psicólogo que la mayoría de nuestras elecciones de apariencia exterior son mensajes consientes o inconscientes al sexo opuesto, desde una campera de cuero, hasta un corte de cabello, aunque nos hayamos comprado la campera para estar abrigados o nos cortemos el pelo por comodidad, siempre se esconde un motivo oculto por debajo de la utilidad. Así como un hombre bien afeitado, bien vestido y que se preocupa por su aspecto es una tilde verde para la mayoría de las féminas, en el caso de las mujeres, hacer gimnasia artística como hizo mi hermana, aunque es un evidente beneficio, para mí, siempre se trató de dejar en claro que, con ellas en la cama, ninguna pose del kamasutra sería imposible.
Se trata de esas cosas que muchos piensan y nadie dice, una mujer capaz de mantener esas posiciones exóticas tanto tiempo despertaban la imaginación hasta del más catatónico y a mí no me quedaban dudas de que una disciplina así era una invitación a la aventura para cualquier hombre. Así como los futbolistas tienen fama de sementales, los hombres de color de tener tres piernas y los músicos de ser creativos, mi hermanita y yo estábamos por sacarle todo el jugo a esos años en los que practico el susodicho deporte de la elongación sensual.
- Me vengo de nuevo la puta madre, sí, sí, sí, uuh, uhhh, ah, aaaah, aaaaaah…
Cuando me aviso que se corría, le lengüeteé el agujero mientras separaba el clítoris con los dedos y con la mano restante, se lo frotaba con las yemas como si sufriera comezón, haciendo bailar de un lado a otro ese inflamado dispositivo de placer.
Majo levanto una pierna y como en una toma de lucha libre, me apretujó la cara con ella contra su vagina.
- Báñame la carita, báñame la carita, déjame a la miseria putita, así, así eso es, buena hermanita…
Como venía demostrando, en un gemido agudo y prolongado que debió de retumbar en cada piso y en los edificios vecinos, María José abrió las cataratas del Iguazú que tenía entre las piernas y con en un orgasmo desenfrenado, pudo “squirtearse” por primera vez, salpicando su delicioso juguito de concha en todas direcciones a través de su orificio más pequeño, dejando tanto mi rostro como la manta empapados con sus efluvios aceitosos. Esa especie de orina rebajada, trasparente y sin olor, brotó de mis labios cuando me separe de la vagina de mi hermana como cuando un nadador sale de agua y escupe un poco de agua de mar. Me había dejado el rostro colorado de tan fuerte que me apretó contra él durante el orgasmo.
- Tremendo squirting, muy bien, sabía que te iba a salir, pero no tan rápido… - Susurré viéndola despatarrada, con la vagina hecha un desastre, parecía que tuviera una fruta aplastada entre las piernas. – Igual no terminamos, todavía queda algo por hacer.
- ¿Mas fotos? – Pregunto desde el suelo, sin dudas con la mente bloqueada de semejante acabadón que se pegó. Sobre la manta sucia y arrugada, despeinada y temblorosa, parecía una naufraga que fue arrastrada por la corriente a una costa lejana.
Respondiéndole en cierta forma, me baje la bragueta del pantalón y deje salir mi verga erecta y venosa, inflamada de estar tantos minutos pujando y latiendo con fuerza contenida contra el pantalón. Era una bestia liberada, como el titán Rodan al salir de volcán o Cronos emergiendo del fuego del tártaro, con mi cíclope de carne roja, apuntando al techo, mi hermana, como una sacerdotisa que invoco a una bestia, la observó desde abajo conociendo su destino.
Tras ayudarla a que se incorporara y se arrodillara frente a mí, me saqué la remera y le acaricie los despeinados cabellos, corriéndolos de su rostro mientras le apoyaba la verga en la cara. Mis bolas reposaban en su pera y mi glande, pasaba de forma holgada el punto donde sus cejas se enfrentaban.
- ¿Sabes lo que quiero no? Dale, no me seas así y hacelo.
- ¿Queres un pete? – Preguntó haciéndose la boba, conteniendo una risita. – Pero somos hermanos.
- No importa, Majito, no importa. – Le seguí la corriente, después de todo si era ella la que traía nuestro lazo sanguíneo directo a juego era porque le gustaba morbosear con eso. – Haceme un pete y vas a ver que la lechita de tu hermano es muy rica.
María José rio nerviosa y haciéndome esperar, me miró sonriente. Al menos sus manos ya me estaban acariciando el tronco, las sentí sudorosas y ardientes, no sabría decir que tenía una temperatura superior, si sus palmas o mi verga.
- Pero la tenés muy grande, hermano, me vas a hacer ahogar. – Siguió jugueteando conmigo, probando mi paciencia.
- Sí, un poco te voy a hacer ahogar, cuando te la meta todita en esa boquita de putita que tenés seguro que te ahogas un rato. – Le dije perdiendo la paciencia apretujándole los cachetes. - Así como vos me apretujaste contra tu conchita yo voy a hacer lo mismo y te la voy a meter lo más que pueda ¿Te gusta la idea?
Majo se liberó de mi agarre y puso cara de indecisa.
- No sé, no sé, no me gusta mucho la idea, te estás portando como un mal hermano.
- ¿Con la chupada de concha que te di te parezco un mal hermano? Me merezco ser el primero al que le haces un pete.
- Que morboso sería, que la primera pija que me coma sea la de mi hermano mayor… - Y como seducida por su propia resolución, por fin dijo: - Gustarme o no, es lo justo, bueno, ahí voy… hermano mayor, te voy a mamar la pija.
Poniéndose seria, se separó un poco de mi revolver de dos tambores y tras observarla unos segundos y masajearme el tronco con sus manos, Majo me miró, abrió la boca, y comenzó a lamer.
Continuará...
Gracias por leer! ya saben como va a empezar el siguiente capítulo, tachando el inciso de felatio de su perversa lista de quehaceres así como en este episodio completo el del cunnilingus, "vamos por partes" dijo Jack el destripador y esta historia, aunque lenta y escalonada, no va a dejar de avanzar con algunas sorpresas en el proceso 😉 Si les gusto les agradecería puntos, comentarios o cualquier detalle que demuestre que les interesa la historia.
Capítulos anteriores:
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4020235/El-Onlyfans-de-mi-Hermana.html
Capítulo 2: http://www.poringa.net/posts/relatos/4027496/El-Onlyfans-de-mi-Hermana-Parte-2.html
Capítulo 3: http://www.poringa.net/posts/relatos/4041501/El-Onlyfans-de-mi-Hermana-Parte-3.html
Capítulo 4: http://www.poringa.net/posts/relatos/4072304/El-Onlyfans-de-mi-hermana-Parte-4.html
Capítulo 5: http://www.poringa.net/posts/relatos/4103216/El-Onlyfans-de-mi-hermana-Parte-5.html
10 comentarios - El Onlyfans de mi hermana. Parte 6