No dejes de pasar por mi mejor post
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html
No te vas a arrepentir!
MORENA
(PARTE 2 DE 2)
Traté de enderezarla, pero evidentemente el dolor se lo impedía, casi arrastrándose llego a uno de los cajones de la mesada, lo abrió y tomó un frasco de pastillas, sacó un par y las tragó de repente, le acerqué un vaso de agua y la ayudé a beber.
Estaba desconcertada, en esos momentos que una no sabe qué hacer, solo tomé el frasco y adiviné que era un poderoso calmante, recordaba haberlo visto entre todas las cosas que Milton manejaba.
En unos minutos las pastillas fueron haciendo efecto y Morena comenzó a recuperarse, los colores volvieron a su rostro y la situación pareció normalizarse.
Le pregunté si quería que llamara un médico, eran las dos de la mañana, pero tenía muchos colegas de mi esposo a los que podía acudir, ella sonrió y agradeció mi propuesta desestimándola.
Volvimos al comedor y nos sentamos frente a frente, ella quería contarme algo, y yo ahora quería saber, me tomó de las manos y me dijo con lágrimas en los ojos
Valeria, no sabía cómo decírtelo, si me preguntas… no quiero decírtelo…
Que pasa Morena…
Se encogió de hombros, bajó la mirada y en un susurró apenas unible dejó escapar entres sus labios
Tengo cáncer…
Qué? me estás jodiendo – no podía creer lo que escuchaba… -
Ojalá bromeara… ojalá…
Pero… que cáncer? Donde? Se puede tratar? Cuando te enteraste…
Preguntaba, solo preguntaba tirando una pregunta tras otra, sin dar tiempo a responder…
Ella volvió a sonreír, con una sonrisa resignada.
Bueno, hace un tiempo me encontraron células malignas en los pulmones, el cigarro, ya sabes, pero hace poco notaron que se propagó al páncreas y a la cabeza…
Pero… pero… se puede tratar, hablemos con Milton, él sabrá que hacer, seguro se puede hacer algo…
Valeria, Valeria! – cortó mis palabras para tomar el control y hacer que yo prestara atención – escuchaste donde lo tengo? de verdad crees que se puede hacer algo?
No puedo creerlo… y cuánto tiempo te dan?
Como máximo… dos años…
Morena tomó un nuevo cigarro, lo encendió y dio una profunda pitada, ese puto cigarro que la llevaba a la tumba, me enojé con ella, se lo arranqué de la boca y lo tiré al piso, quería abrazarla y quería golpearla… no sabía qué hacer, me puse a llorar como una chiquilla…
Ella se acercó y me abrazó, me contuvo acariciándome el cabello, me dijo que no llorara, que no la hiciera poner mal, mi cabeza estaba apoyada en su pecho, sentía latir su corazón y sus pulmones llenarse de aire, Morena, Morena… cuantas veces le había dicho que no fumara…
Y sentí deseos de hacerle el amor, pero como decírselo, pensaría que lo hacía por lástima, por compasión, un premio consuelo a una moribunda, a alguien que vivió enamorada de mí y que yo no había podido corresponder. Solo besé su pecho, cerca del cuello, embriagándome con su perfume, ella no dijo nada, y otra vez y una vez más, y otro beso en su pera, llegué a sus labios, sentí su respiración agitada, después de años nos besamos nuevamente, su lengua invadió mi boca, su boca con mi boca, y sus labios apretaron los míos con tanta vehemencia que noté cuanto deseo y pasión contenida tenía, sus besos de mujer me supieron a amor, a una mezcla de reencuentro y despedida…
Ella me dijo
Sabes que te amo, siempre te amé… pero yo no quiero empujarte a nada que no quieras hacer, no quiero tu lástima…
No seas tonta, estoy acá porque quiero y hago lo que hago porque me gusta, juguemos este juego, como solíamos jugar…
Nos besamos apasionadamente, Morena comenzó a jugar con mis senos, por sobre el sostén y la remera, observé su vestido, discretamente, sus pezones se marcaban por sobre la tela rasada, sentí deseos y sin dejar de besar sus labios con los dedos de una mano deslicé uno de esos breteles de cadenitas doradas, dejándolo correr por su brazo, lentamente, muy lentamente, repetí el movimiento por el otro lado, hasta lograr que naturalmente el vestido cayera a su cintura dejando su torso descubierto, sus pechos de mediano tamaño quedaron indefensos ante mis ojos, sus pezones se habían agrandado y en su agitada respiración palpaba el deseo.
Ella permanecía con los ojos cerrados, esperando mis movimientos y pasé lentamente las yemas de mis dedos por su cobriza piel, bajando desde su cuello, hasta llegar a sus blanquecinas tetas que contrastaban por no haber estado expuestas al sol en el verano que recientemente se había ido.
Acaricié suavemente sus pezones dándole dulces pellizcos, de esos que nos enloquecen, luego fui con mi lengua, pasándola lentamente como si se tratara de una crema helada, dejando un rastro de saliva por ellos, Morena se contraía por instinto y perdía el eje de cordura pasando su propia lengua por sus secos labios. Pronto se estiró y volvió a besarme, profundamente con beso de mujer.
Se incorporó a mi lado, el vestido ahora naturalmente cayó hasta el suelo dejando ante mis ojos la perfección de sus curvas, apenas cortada por esa pecaminosa tanga, sobre esas botas de perra.
Ma condujo entonces al dormitorio, en silencio, sin palabras, una a una quitó mis prendas hasta dejarme completamente desnuda, acomodó unos almohadones de generosos tamaños, me hizo recostar de manera de quedar semi sentada, fue a uno de los cajones de la cómoda y sacó algunos pañuelos, me miró y dijo
Por los viejos tiempos…
Tomo uno de los pañuelos de seda y lo enlazó por mis muñecas, sujetándolo luego al espaldar de la cama, con un simple tirón me hubiera zafado, pero quería jugar el juego que ella me invitaba a jugar.
Tomó el segundo para cubrir entonces mis ojos, anuló mi visión, estaba a su merced.
Jugamos?
Preguntó sabiendo de antemano mi respuesta.
Los tacos de sus botas me dejaron saber que abandonaba la habitación, y luego también adiviné su regreso, se sentó a mi lado y me dio un beso tan profundo que hizo que volviera a mojarme, luego se alejó y empezó a pasar algo por mis labios, no sabía que era porque se encargaba de provocarme y no dejarme, cada vez que me estiraba ella lo alejaba.
Al fin me dejó hincar los dientes en una manzana deliciosa, el jugo corrió entre mis labios y ella lo limpió con su lengua, que maldita…
La manzana del pecado… - me dijo
Luego fue el turno de otra fruta, una banana, y con ella jugó a que la lamiera, pero no la mordiera, en un juego fálico, ante la ausencia de un hombre, era lo más cercano a un pene, nos reímos cómplices…
Los hombres deben enloquecerse contigo mi amor…
Volvimos a reír
Abrí la boca – pronunció
Como si fuera una cascada, el jugo de una naranja se colaba en mi boca, pero era demasiado, y chorreaba por mi cuerpo, pera, cuello, pechos, abdomen, imaginen como estaba, creo que de solo rozarme hubiera acabado en ese momento, mi clítoris parecía explotar…
Te gustan las uvas? – preguntó entonces.
No respondí, solo la sentí acercarse a mí, apoyó sus labios en los míos, quedamos apenas separadas por una rica uva, la morimos compartiéndola, tan sexi, tan dulce, nuestras bocas compartiendo esa pequeña fruta, y una segunda, y una tercera, sus dedos abusaron de mí y empezaron a apretar mis pegajosos pezones, empecé a gemir, a contraerme, a no soportarlo, llego mi primer orgasmo, tan rico y tan dulce como esa uva…
Basta Morena, me estás torturando…
Solo supliqué, aunque íntimamente me encantaba lo que ella hacía, solo se separó unos segundos y la sentí destapar el vino que yo había traído
Esto sabe demasiado exquisito para dejarlo en el refrigerador…
Nuevamente me hizo abrir la boca y coló el pico por mis labios, solo lo derramó con pericia calculada para que degustara una parte, y chorreara el resto, la bebida helada bajó por mi piel, por mis pechos, por mi vientre, por mi vagina, arrancándome incontenibles escalofríos, mis pezones se endurecieron como acto reflejo, y otra vez su lengua, su cálida lengua recorriendo mi ser, empezando por mi cuello, pasando por mis pechos, luego mi pancita, hasta sentirla acomodarse entre mis piernas.
Maldita Morena, ella estaba ahí, no podía verla, no podía tocarla, mis manos atadas lo impedían, pero me retorcía en deseo y placer
Al fin la punta de su lengua se deslizó por mis labios, rodeando mi clítoris, y otra vez, y una más, y en cada vez era un suspiro, ella lo notaba, le suplique
Por favor… solo hazlo…
Pero ella solo bajó un poco más, y coló su boca en mi volcán humedecido con néctar de amor, unos instantes, luego subió y me besó profundamente, sentí mi propio sabor en sus labios, fue excitante, se separó para susurrarme
Te gusta? quieres más?
Y estiré mi boca en vano, tratando de cazarla en el aire, pero ella ya no estaba, Morena se había enterrado nuevamente en mi sexo para beber mis jugos, y volver a mi boca, y otra vez y una más, para ahora si aferrarse a mi clítoris, ella era mujer y sabía lo que le gustaba a una mujer, mierda… ya no recordaba que hermoso que lo hacía, llegaron mis contracciones, mis espasmos, mis mejillas se ardieron, exploté entre gritos y gemidos, sin importarme nada, perfecto…
Ella sacó mi venda y soltó mis ligaduras, me miró con amor, con alegría por haber conseguido el objetivo, vino sobre mí, volvió a besarme, fui a lamerle los pechos, nos revolcamos a lo largo del colchón en interminable pasión, enredamos nuestros cabellos y enlazamos nuestras miradas, besé su cuello, ella acarició mis nalgas, mis piernas, me dijo que quería amarme, por última vez, como nunca lo había hecho y en esas palabras note que se estaba despidiendo, me llené de amarga emoción y acallé sus palabras con mi boca, pegando mis labios a los suyos, con esos besos tan grande y fuertes que llegan a hacerte doler los labios…
Y entre esas vueltas nuestras piernas se cruzaron, nuestros sexos se juntaron, tomé un rol activo y la retuve contra el colchón, empecé a acariciar mi pubis contra el suyo, lentamente, muy lentamente, atrás adelante, una y otra vez, nos mirábamos recíprocamente en un desafío no escrito de ver quien aguantaba más la mirada, aumenté poco a poco la velocidad, sentía el roce de su clítoris contra el mío, ella empezó a retorcerse, dejó de mirarme y cerró sus ojos, esa preciosa postal hizo que ella me arrastrara en su torbellino de placer, fue perfecto, ambas acabamos casi al unísono, gimiendo, compartiendo placer, amor de mujeres…
Creo que es fue el momento culmine, el clímax, el momento perfecto, solo nos miramos, con esas miradas que no hacen falta palabras, nuestros pechos seguían agitados por los orgasmos vividos, la transpiración corría por su piel, también por la mía, era como hablar sin palabras, se acercó a mí y volvió a besarme, con esos besos tan profundos y tan únicos que solo las mujeres podemos darnos, sus pechos transpirados se pagaron a los míos, sus pezones rozaron a los míos, fue tan único, tan majestuoso…
Seguimos jugando toda la noche, sin parar, sin descanso hasta que los primeros rayos del sol naciente nos sorprendieron colándose tímidamente por los cortinados de la ventana…
Estábamos exhaustas, embriagadas en una noche de placer, ambas desnudas, completamente desnudas…
Morena se recostó de lado, y yo tras ella, apoyando mi pecho en su espalda, besando su nuca, acariciando su piel, sintiendo su trasero pegado a mi cadera, ella pareció acurrucarse, hacerse una pelotita en contra mi cuerpo, como buscando mi protección, entonces la sentí sollozar, como una chiquilla, solo me dijo
Abrazame… tengo mucho miedo…
No supe que hacer, que decir, solo pude abrazarla, tan fuerte como pude, y mis lágrimas rodaron sin control…
Me quedé con ella el día siguiente, y más que amantes fuimos amigas…
Cuando Milton volvió de Europa hablamos sobre el tema, claro, para el Morena era solamente mi amiga, solo eso, el vió los estudios, lo habló con colegas, era inútil, no había mucho por hacer…
Pasó el tiempo, poco después me enteraría que estaba embarazada, vaya noticia, y la alegría de ver mi pancita crecer rápidamente contrastaba con la tristeza de ver a mi amiga como estaba muriendo poco a poco…
Y nació nuestra beba, Milton accedió a mi pedido, llamarla Morena, como mi amiga…
Morena se fue una tarde de Setiembre, en un perfecto día de sol, hermoso, sin ninguna nube, en un cielo celeste, impecable, un día para enamorados, como ese amor que nunca pude darle…
La recuerdo con nostalgia, tan joven, tanto por vivir…
Puedes escribirme a con título ’MORENA’ a dulces.placeres@live.com
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No te vas a arrepentir!
MORENA
(PARTE 2 DE 2)
Traté de enderezarla, pero evidentemente el dolor se lo impedía, casi arrastrándose llego a uno de los cajones de la mesada, lo abrió y tomó un frasco de pastillas, sacó un par y las tragó de repente, le acerqué un vaso de agua y la ayudé a beber.
Estaba desconcertada, en esos momentos que una no sabe qué hacer, solo tomé el frasco y adiviné que era un poderoso calmante, recordaba haberlo visto entre todas las cosas que Milton manejaba.
En unos minutos las pastillas fueron haciendo efecto y Morena comenzó a recuperarse, los colores volvieron a su rostro y la situación pareció normalizarse.
Le pregunté si quería que llamara un médico, eran las dos de la mañana, pero tenía muchos colegas de mi esposo a los que podía acudir, ella sonrió y agradeció mi propuesta desestimándola.
Volvimos al comedor y nos sentamos frente a frente, ella quería contarme algo, y yo ahora quería saber, me tomó de las manos y me dijo con lágrimas en los ojos
Valeria, no sabía cómo decírtelo, si me preguntas… no quiero decírtelo…
Que pasa Morena…
Se encogió de hombros, bajó la mirada y en un susurró apenas unible dejó escapar entres sus labios
Tengo cáncer…
Qué? me estás jodiendo – no podía creer lo que escuchaba… -
Ojalá bromeara… ojalá…
Pero… que cáncer? Donde? Se puede tratar? Cuando te enteraste…
Preguntaba, solo preguntaba tirando una pregunta tras otra, sin dar tiempo a responder…
Ella volvió a sonreír, con una sonrisa resignada.
Bueno, hace un tiempo me encontraron células malignas en los pulmones, el cigarro, ya sabes, pero hace poco notaron que se propagó al páncreas y a la cabeza…
Pero… pero… se puede tratar, hablemos con Milton, él sabrá que hacer, seguro se puede hacer algo…
Valeria, Valeria! – cortó mis palabras para tomar el control y hacer que yo prestara atención – escuchaste donde lo tengo? de verdad crees que se puede hacer algo?
No puedo creerlo… y cuánto tiempo te dan?
Como máximo… dos años…
Morena tomó un nuevo cigarro, lo encendió y dio una profunda pitada, ese puto cigarro que la llevaba a la tumba, me enojé con ella, se lo arranqué de la boca y lo tiré al piso, quería abrazarla y quería golpearla… no sabía qué hacer, me puse a llorar como una chiquilla…
Ella se acercó y me abrazó, me contuvo acariciándome el cabello, me dijo que no llorara, que no la hiciera poner mal, mi cabeza estaba apoyada en su pecho, sentía latir su corazón y sus pulmones llenarse de aire, Morena, Morena… cuantas veces le había dicho que no fumara…
Y sentí deseos de hacerle el amor, pero como decírselo, pensaría que lo hacía por lástima, por compasión, un premio consuelo a una moribunda, a alguien que vivió enamorada de mí y que yo no había podido corresponder. Solo besé su pecho, cerca del cuello, embriagándome con su perfume, ella no dijo nada, y otra vez y una vez más, y otro beso en su pera, llegué a sus labios, sentí su respiración agitada, después de años nos besamos nuevamente, su lengua invadió mi boca, su boca con mi boca, y sus labios apretaron los míos con tanta vehemencia que noté cuanto deseo y pasión contenida tenía, sus besos de mujer me supieron a amor, a una mezcla de reencuentro y despedida…
Ella me dijo
Sabes que te amo, siempre te amé… pero yo no quiero empujarte a nada que no quieras hacer, no quiero tu lástima…
No seas tonta, estoy acá porque quiero y hago lo que hago porque me gusta, juguemos este juego, como solíamos jugar…
Nos besamos apasionadamente, Morena comenzó a jugar con mis senos, por sobre el sostén y la remera, observé su vestido, discretamente, sus pezones se marcaban por sobre la tela rasada, sentí deseos y sin dejar de besar sus labios con los dedos de una mano deslicé uno de esos breteles de cadenitas doradas, dejándolo correr por su brazo, lentamente, muy lentamente, repetí el movimiento por el otro lado, hasta lograr que naturalmente el vestido cayera a su cintura dejando su torso descubierto, sus pechos de mediano tamaño quedaron indefensos ante mis ojos, sus pezones se habían agrandado y en su agitada respiración palpaba el deseo.
Ella permanecía con los ojos cerrados, esperando mis movimientos y pasé lentamente las yemas de mis dedos por su cobriza piel, bajando desde su cuello, hasta llegar a sus blanquecinas tetas que contrastaban por no haber estado expuestas al sol en el verano que recientemente se había ido.
Acaricié suavemente sus pezones dándole dulces pellizcos, de esos que nos enloquecen, luego fui con mi lengua, pasándola lentamente como si se tratara de una crema helada, dejando un rastro de saliva por ellos, Morena se contraía por instinto y perdía el eje de cordura pasando su propia lengua por sus secos labios. Pronto se estiró y volvió a besarme, profundamente con beso de mujer.
Se incorporó a mi lado, el vestido ahora naturalmente cayó hasta el suelo dejando ante mis ojos la perfección de sus curvas, apenas cortada por esa pecaminosa tanga, sobre esas botas de perra.
Ma condujo entonces al dormitorio, en silencio, sin palabras, una a una quitó mis prendas hasta dejarme completamente desnuda, acomodó unos almohadones de generosos tamaños, me hizo recostar de manera de quedar semi sentada, fue a uno de los cajones de la cómoda y sacó algunos pañuelos, me miró y dijo
Por los viejos tiempos…
Tomo uno de los pañuelos de seda y lo enlazó por mis muñecas, sujetándolo luego al espaldar de la cama, con un simple tirón me hubiera zafado, pero quería jugar el juego que ella me invitaba a jugar.
Tomó el segundo para cubrir entonces mis ojos, anuló mi visión, estaba a su merced.
Jugamos?
Preguntó sabiendo de antemano mi respuesta.
Los tacos de sus botas me dejaron saber que abandonaba la habitación, y luego también adiviné su regreso, se sentó a mi lado y me dio un beso tan profundo que hizo que volviera a mojarme, luego se alejó y empezó a pasar algo por mis labios, no sabía que era porque se encargaba de provocarme y no dejarme, cada vez que me estiraba ella lo alejaba.
Al fin me dejó hincar los dientes en una manzana deliciosa, el jugo corrió entre mis labios y ella lo limpió con su lengua, que maldita…
La manzana del pecado… - me dijo
Luego fue el turno de otra fruta, una banana, y con ella jugó a que la lamiera, pero no la mordiera, en un juego fálico, ante la ausencia de un hombre, era lo más cercano a un pene, nos reímos cómplices…
Los hombres deben enloquecerse contigo mi amor…
Volvimos a reír
Abrí la boca – pronunció
Como si fuera una cascada, el jugo de una naranja se colaba en mi boca, pero era demasiado, y chorreaba por mi cuerpo, pera, cuello, pechos, abdomen, imaginen como estaba, creo que de solo rozarme hubiera acabado en ese momento, mi clítoris parecía explotar…
Te gustan las uvas? – preguntó entonces.
No respondí, solo la sentí acercarse a mí, apoyó sus labios en los míos, quedamos apenas separadas por una rica uva, la morimos compartiéndola, tan sexi, tan dulce, nuestras bocas compartiendo esa pequeña fruta, y una segunda, y una tercera, sus dedos abusaron de mí y empezaron a apretar mis pegajosos pezones, empecé a gemir, a contraerme, a no soportarlo, llego mi primer orgasmo, tan rico y tan dulce como esa uva…
Basta Morena, me estás torturando…
Solo supliqué, aunque íntimamente me encantaba lo que ella hacía, solo se separó unos segundos y la sentí destapar el vino que yo había traído
Esto sabe demasiado exquisito para dejarlo en el refrigerador…
Nuevamente me hizo abrir la boca y coló el pico por mis labios, solo lo derramó con pericia calculada para que degustara una parte, y chorreara el resto, la bebida helada bajó por mi piel, por mis pechos, por mi vientre, por mi vagina, arrancándome incontenibles escalofríos, mis pezones se endurecieron como acto reflejo, y otra vez su lengua, su cálida lengua recorriendo mi ser, empezando por mi cuello, pasando por mis pechos, luego mi pancita, hasta sentirla acomodarse entre mis piernas.
Maldita Morena, ella estaba ahí, no podía verla, no podía tocarla, mis manos atadas lo impedían, pero me retorcía en deseo y placer
Al fin la punta de su lengua se deslizó por mis labios, rodeando mi clítoris, y otra vez, y una más, y en cada vez era un suspiro, ella lo notaba, le suplique
Por favor… solo hazlo…
Pero ella solo bajó un poco más, y coló su boca en mi volcán humedecido con néctar de amor, unos instantes, luego subió y me besó profundamente, sentí mi propio sabor en sus labios, fue excitante, se separó para susurrarme
Te gusta? quieres más?
Y estiré mi boca en vano, tratando de cazarla en el aire, pero ella ya no estaba, Morena se había enterrado nuevamente en mi sexo para beber mis jugos, y volver a mi boca, y otra vez y una más, para ahora si aferrarse a mi clítoris, ella era mujer y sabía lo que le gustaba a una mujer, mierda… ya no recordaba que hermoso que lo hacía, llegaron mis contracciones, mis espasmos, mis mejillas se ardieron, exploté entre gritos y gemidos, sin importarme nada, perfecto…
Ella sacó mi venda y soltó mis ligaduras, me miró con amor, con alegría por haber conseguido el objetivo, vino sobre mí, volvió a besarme, fui a lamerle los pechos, nos revolcamos a lo largo del colchón en interminable pasión, enredamos nuestros cabellos y enlazamos nuestras miradas, besé su cuello, ella acarició mis nalgas, mis piernas, me dijo que quería amarme, por última vez, como nunca lo había hecho y en esas palabras note que se estaba despidiendo, me llené de amarga emoción y acallé sus palabras con mi boca, pegando mis labios a los suyos, con esos besos tan grande y fuertes que llegan a hacerte doler los labios…
Y entre esas vueltas nuestras piernas se cruzaron, nuestros sexos se juntaron, tomé un rol activo y la retuve contra el colchón, empecé a acariciar mi pubis contra el suyo, lentamente, muy lentamente, atrás adelante, una y otra vez, nos mirábamos recíprocamente en un desafío no escrito de ver quien aguantaba más la mirada, aumenté poco a poco la velocidad, sentía el roce de su clítoris contra el mío, ella empezó a retorcerse, dejó de mirarme y cerró sus ojos, esa preciosa postal hizo que ella me arrastrara en su torbellino de placer, fue perfecto, ambas acabamos casi al unísono, gimiendo, compartiendo placer, amor de mujeres…
Creo que es fue el momento culmine, el clímax, el momento perfecto, solo nos miramos, con esas miradas que no hacen falta palabras, nuestros pechos seguían agitados por los orgasmos vividos, la transpiración corría por su piel, también por la mía, era como hablar sin palabras, se acercó a mí y volvió a besarme, con esos besos tan profundos y tan únicos que solo las mujeres podemos darnos, sus pechos transpirados se pagaron a los míos, sus pezones rozaron a los míos, fue tan único, tan majestuoso…
Seguimos jugando toda la noche, sin parar, sin descanso hasta que los primeros rayos del sol naciente nos sorprendieron colándose tímidamente por los cortinados de la ventana…
Estábamos exhaustas, embriagadas en una noche de placer, ambas desnudas, completamente desnudas…
Morena se recostó de lado, y yo tras ella, apoyando mi pecho en su espalda, besando su nuca, acariciando su piel, sintiendo su trasero pegado a mi cadera, ella pareció acurrucarse, hacerse una pelotita en contra mi cuerpo, como buscando mi protección, entonces la sentí sollozar, como una chiquilla, solo me dijo
Abrazame… tengo mucho miedo…
No supe que hacer, que decir, solo pude abrazarla, tan fuerte como pude, y mis lágrimas rodaron sin control…
Me quedé con ella el día siguiente, y más que amantes fuimos amigas…
Cuando Milton volvió de Europa hablamos sobre el tema, claro, para el Morena era solamente mi amiga, solo eso, el vió los estudios, lo habló con colegas, era inútil, no había mucho por hacer…
Pasó el tiempo, poco después me enteraría que estaba embarazada, vaya noticia, y la alegría de ver mi pancita crecer rápidamente contrastaba con la tristeza de ver a mi amiga como estaba muriendo poco a poco…
Y nació nuestra beba, Milton accedió a mi pedido, llamarla Morena, como mi amiga…
Morena se fue una tarde de Setiembre, en un perfecto día de sol, hermoso, sin ninguna nube, en un cielo celeste, impecable, un día para enamorados, como ese amor que nunca pude darle…
La recuerdo con nostalgia, tan joven, tanto por vivir…
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