Subimos al taxi los tres, ellos atrás y yo, pido permisoy espero a que el conductor, molesto, acomode el asiento y saque una carpetaque tiene apoyada.
Apenas arrancaempezamos a escuchar el ruido de los besos. – A donde??- pregunta y puedover, escrita en su sonrisa la frase: -como se están dando ahí atrás -.
Sonriósin exagerar, de compromiso, pero el sonido que hace Brenda con -¿¿Fernandoera??-, tiene ahora respiraciones agitadas también, y bien pronto, cuando el tipo cruzauna avenida, gemidos, de ella y la voz del pendejo que le pregunta sin esperarrespuesta: -¿¿te gusta putita??-.
Giro la cabeza para mirarlos, otra avenida bien iluminada, y la escena se imprime en el cerebro para siempre. Mi amada novia tiene el pantalón desabrochado y una mano, Fernandocreo, la acaricia por debajo de la tanga, que eligió pequeña para que no se le marcaraen el pantalón. Ella apoya la mano encima de la bragueta, comosi la pija fuera de ella y la estuviera cuidando para después.
Se comen la boca además, desatados, y el ruido llena elespacio del taxi.
En la siguienteavenida el que se asoma a mirar es el taxista. Lo hace rápido, pero me siento como si el tipo hubiera estado espiando una hora.
No falta muchopara llegar cuando la mano de Brenda se apoya en mi hombro, sus dedos blancos y tibios, y dice: – Miamor pagas no??- Si, si contesto, aunque podría haber dicho cualquier otra cosa. Eltaxista me mira y en su cara puedo leer, parpadeando, la palabra cornudo.
Llegamos y ellos se bajan. El tipo agarra la plata pero nola mira, concentrado en la cola de Brenda, en el pantalón de vestir negro que caminaabrazada a un pendejo..
Entran, el taxista me mira y abanicando la plata pregunta: -¿¿esta justo??-. Contesto si, parabajarme, pero me agarra la mano y pregunta:- ¿¿No me la queres chupar??... es que me quede recaliente- explica. Le digo que no, abro la puerta y bajo, resignado a verloscoger todo lo que queda de noche.
Apenas arrancaempezamos a escuchar el ruido de los besos. – A donde??- pregunta y puedover, escrita en su sonrisa la frase: -como se están dando ahí atrás -.
Sonriósin exagerar, de compromiso, pero el sonido que hace Brenda con -¿¿Fernandoera??-, tiene ahora respiraciones agitadas también, y bien pronto, cuando el tipo cruzauna avenida, gemidos, de ella y la voz del pendejo que le pregunta sin esperarrespuesta: -¿¿te gusta putita??-.
Giro la cabeza para mirarlos, otra avenida bien iluminada, y la escena se imprime en el cerebro para siempre. Mi amada novia tiene el pantalón desabrochado y una mano, Fernandocreo, la acaricia por debajo de la tanga, que eligió pequeña para que no se le marcaraen el pantalón. Ella apoya la mano encima de la bragueta, comosi la pija fuera de ella y la estuviera cuidando para después.
Se comen la boca además, desatados, y el ruido llena elespacio del taxi.
En la siguienteavenida el que se asoma a mirar es el taxista. Lo hace rápido, pero me siento como si el tipo hubiera estado espiando una hora.
No falta muchopara llegar cuando la mano de Brenda se apoya en mi hombro, sus dedos blancos y tibios, y dice: – Miamor pagas no??- Si, si contesto, aunque podría haber dicho cualquier otra cosa. Eltaxista me mira y en su cara puedo leer, parpadeando, la palabra cornudo.
Llegamos y ellos se bajan. El tipo agarra la plata pero nola mira, concentrado en la cola de Brenda, en el pantalón de vestir negro que caminaabrazada a un pendejo..
Entran, el taxista me mira y abanicando la plata pregunta: -¿¿esta justo??-. Contesto si, parabajarme, pero me agarra la mano y pregunta:- ¿¿No me la queres chupar??... es que me quede recaliente- explica. Le digo que no, abro la puerta y bajo, resignado a verloscoger todo lo que queda de noche.
6 comentarios - Cornudo en el taxi