Trabajaba de aquí para allá por temporadas, en cada campo o estancia donde me contrataban hacía la misma fina labor de investigar a la peonáda y elegir entre sementales caséros...
Tipos de pueblo comúnes con hambre de gloria en el cojedero.
Me deleitaba arengarlos a cojerse a placer una vagína caliente, ardída de deséo, una de esas conchítas veteranas que dan todo de sí cuando encuentran al semental adecuado.
En Paso de los Libres en Corrientes me hice amigo y compinche de los empleados de una forestal, un puñado de provincianitos jóvenes de 19 para arriba, de pendéjos casi virgos con capullos a explotar , a madúros de vergas negras y curtídas a paja y gánas de cojer.
Chotas sabrósas de tipos a los que, borrachera mediante les hacia saber de mis ganas de verlos en acción...
Les hacia la cabeza y los mataba a preguntas y finalmente les ofrecia una conchita bien dispuesta a cambio de dejarme mirar, ver, oler y tocar...
Era el máximo de los placéres escuchar a la hembra respirar entrecortado y jadear mientras esos muchachos las pajeaban frotandoles el clítoris y separandoles los pliegues de la concha con los dedos húmedos y lubricados... los pezónes duros recibiendo la presión de los labios y el jugueteo de la lengua movediza toda ensalivada.
Tipos de pueblo comúnes con hambre de gloria en el cojedero.
Me deleitaba arengarlos a cojerse a placer una vagína caliente, ardída de deséo, una de esas conchítas veteranas que dan todo de sí cuando encuentran al semental adecuado.
En Paso de los Libres en Corrientes me hice amigo y compinche de los empleados de una forestal, un puñado de provincianitos jóvenes de 19 para arriba, de pendéjos casi virgos con capullos a explotar , a madúros de vergas negras y curtídas a paja y gánas de cojer.
Chotas sabrósas de tipos a los que, borrachera mediante les hacia saber de mis ganas de verlos en acción...
Les hacia la cabeza y los mataba a preguntas y finalmente les ofrecia una conchita bien dispuesta a cambio de dejarme mirar, ver, oler y tocar...
Era el máximo de los placéres escuchar a la hembra respirar entrecortado y jadear mientras esos muchachos las pajeaban frotandoles el clítoris y separandoles los pliegues de la concha con los dedos húmedos y lubricados... los pezónes duros recibiendo la presión de los labios y el jugueteo de la lengua movediza toda ensalivada.
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