Lo que les voy a relatar quizá suene un tanto extremo y delicado; pero ese solo es un punto de vista; para mi fue y será lo mejor que me pudo pasar, incluso me he tocado recordando aquellos momentos, vaya que era excitante, quizá unos me llamen extraño, raro o degenerado, pero mi padre me enseño a aguantar como los machos, y pronto entenderán el porqué.
Tenía 13 años años cuando mis padres se divorciaron, vaya fue un golpe duro para los tres; mis dos hermanos y yo no entendíamos mucho de lo que ocurría, y a pesar de nuestra joven edad tratamos de ser lo más maduros para tomar una decisión; quizá mamá siempre se preguntó ¿por qué los tres decidimos quedarnos con papá? Pero la verdad, ni yo sé, quizá solo nos dejamos llevar por el momento, pues pasábamos más tiempo con el.
Es doloroso acostumbrarse, pero papá supo arreglárselas para hacer lo mejor que pudo como padre; él era mecánico y después de clases lo encontrábamos para comer en el taller.
Ya teníamos una rutina en la semana los cuatro; Leo mi hermano mayor, de apenas 15 años, dos años mayor que yo, estudiaba en la misma secundaria que yo, el estaba en tercer grado y yo apenas de nuevo ingreso; ambos caminábamos hasta la primaria donde Dani el más pequeños de los tres nos esperaba para luego ir en autobús hasta el oficio de papá.
Papá se las arreglaba para ver por nosotras y es algo que siempre le agradeceré; papá comenzó a hacer que aprendamos sobre mecánica, siempre dijo que era el negocio de la familia, sin embargo al que más atosigaba con ello era an Leo; pues era él mayor y siempre decía que si un día mi padre faltaba, el teñí que responder por sus hermanitos.
Desde eso Leo comenzó a ayudar a papá, mientras Dani y yo hacíamos la tarea en el pequeño cubículo que le servía como oficina, más tarde nos íbamos a casa en la carcacha de papá, quien también se llamaba como mi hermano mayor “Leonardo”
Mi padre descansaba, muchas veces abría alguna cerveza, y después de un rato nos hacía bañarnos; Leo por su edad ya no se bañaba con nosotros, pero Dani y yo seguíamos bañándonos con mi padre, era normal para nosotros, papá siempre nos dijo que todos teníamos lo mismo, y no nos causaba intimidación ni morbo; bueno, eso hasta que un día algo ocurrió.
Puedo decir que ese fue el inicio de todo, fue exactamente cuando mi instinto despertó; era como si me hubieran abierto los ojos, desde ese día siempre esperaba con ansias la hora del baño, inicié muy precoz.
Era muy jóvenes, solíamos bañarnos con papá desde muy temprana edad, era algo completamente normal para nosotros; lo cuatro entrábamos en las regaderas, era divertido, cuando eres niño no tienes la malicia de ver las cosas con morbo, nos enseñaron a qué no debíamos intimidarnos delante de ese tipo de eventos, al fin y al cabo todos teníamos lo mismo.
Si embargo el tiempo cruza volando y el primero en desertar fue mi hermano mayor, al principio no entiendes, muchas veces me pregunté—¿Por que ya no se baña con nosotros, si es tan divertido?—era obvio, mi hermano estaba teniendo cambios en su cuerpo que quizá le daban algo de vergüenza enseñar, los cambios que todos sufrimos; pero con el tiempo te acostumbras y sigues viendo las cosas de manera normal.
Peor tiempo antes, incluso antes que mi hermano más pequeño se uniera a los baños familiares y antes que mamá se fuera de casa, hubo un acontecimiento que aún cuando lo recuerdo me deja la polla dura; en ese entonces solo nos bañábamos Leo, mi padre y yo, y siempre he resultado ser demasiado curioso y ocioso—papá ¿por qué tu pene es más grande que el de nosotros?—Eres muy pequeño, no tienes idea de nada.
—Por que ya soy adulto, eso nos pasa a todos cuando crecemos—Quería tocarlo, era demasiado grande y grueso, y comparado a mi micro pene, representaba una escala diez veces mayor, ni siquiera quería tocarlo por morbo, solo era por mera curiosidad—¿Que miras hijo?
—¿también a mi me saldrán pelitos?
—Si, sin duda ¿por qué? ¿No te gustan?—La verdad no me encantaba la idea de que el mío se viera así lleno de pelos.
—Bueno, cuando crezcas podrás recortarlos si no te gustan, a mi me gustan así.
Entonces Leo hizo un comentario que me saco más dudas—Pa, el hermano de mi hermano Mau, dice que cuando seamos mayores podremos masturbarnos—noté la cara de gracia de mi padre, debió darle risa el ver todo lo que sabíamos a tan corta edad.
—y ¿que más les ha dicho el hermano de Mau?
—Nos enseño revistas de su padre, son para adultos, e hizo eso delante de nosotros para enseñarnos a qué se refería.
Noté la cara de disgusto de mi padre—Bueno, ese chico no debería enseñarles tal cosas, en su momento descubrirán de qué se trata—Seguimos con el jabón y el agua, mi padre nos ayudaba para asegurarse de que quedáramos limpios—Leo, para la próxima, mejor preguntarme a mi—Supongo que mi padre prefería ser quien nos orientara.
Lo curioso es que a partir de ese momento mi morbo comenzó a crecer, esperaba con ansias la hora en la que llegará el momento para bañarme con papá, miraba ese grueso pedazo con un sentimiento desconocido que la verdad no podía explicar, incluso comencé a sentir ese cosquilleo por ver a papa caminando por n casa con pantalones pequeños que le marcaran ese bulto tan grande.
Un fin de semana después de una visita de los compadres de mis padres mi madre salió para ver a mi abuela, mi padre había bebido algunas cervezas con mis tíos, que también eran padrinos de mi hermano menor; papá nos dijo que nos preparáramos para el baño, su voz se escuchaba algo torpe y arrastrada, sabía que estaba un poco pasado de copas, ya me había tocado verlo así, pero no solía ser un mal borracho, se volvía más cariñoso y hablaba un poco de más.
Corrimos buscando nuestras mudas de ropa, mi hermano y yo caminamos al baño, mi padre aún no entraba, siempre tardaba algo de más mientras buscaba su ropa y toallas; mi madre tardaría en regresar, se había llevado a mi hermano menor—¿Ya están dentro de la ducha?—escuchamos a mi padre venir desde el pasillo hacia el baño.
—Aquí estamos papá—Dijo leo, ambos estábamos ya desnudos con nuestros pequeños y minúsculos penes ya con algo de jabón; aun que el pene de mi hermano ya tenía un mayor tamaño, no al mismo nivel que el de mi padre, pero si más desarrollado que el mío.
Mi padre llego sosteniendo toallas y ropa, se desnudó y se dirigió a nosotros; el miembro de mi padre era demasiado grueso, tenía un prepucio que cubría el cuerpo y al lavarlo dejaba la cabeza fuera llena de jabón; entonces Leo hizo de nuevo un comentario similar al anterior—Papá ¿que es el semen? El hermano de Mau dice que cuando seamos mayores podremos hacerlo.
—¿también les enseño eso?
—No, pero nos dijo que su novia le ayudaba a hacerlo—esta vez no enseño su cara de disgusto, yo no entendía nada de lo que ellos hablaban, el lenguaje que manejaban era nuevo para mi, aún que en mi subconsciente muñeco de ello se estaba guardando y creando algo que definiría mi futuro.
—Si no le dicen a mamá, les puedo enseñar que es, para que salgan de dudas; prefiero ser yo quien les enseñe a qué alguien de la calle les muestre algo como eso—ambos prometimos no decir nada, y creo que se dio más por el alcohol; no sé si sobrio mi padre nos hubiera enseñado tal cosa.
Mi padre comenzó a tocarse, tenía algo de jabón, lo estiraba y tiraba de él cubriendo y descubriendo el grueso glande; miré como su tamaño comenzaba a cambiar, si era grande se ponía aún mucho más, y de grosor ya tenía el doble, parecía un brazo largo con venas; yo estaba sorprendido, como con un acto de magia.
—¿y la mía también se pondrá así?—pregunté, miraba cómo de ser grande el miembro de mi padre se había pues tres veces más grande en toda la extensión; más que con ojos de lujuria, lo miraba con sorpresa; mi hermano en cambio, le hacía preguntas más curiosas a mi progenitor, supongo que al estar más cercano a la adolescencia entendía mucho más de lo que estaba ocurriendo.
—¿La mía igual se pondrá de ese tamaño? —noté que Leo estaba muy interesado, y su pene había quedado erecto, era minúsculo al lado de tal verga, pero era entendible a su edad.
—Si, cuando crezcas más, seguro tendrá un buen tamaño igual, la mía es un poco más grande que el promedio, pero si tienes suerte seguro te habré heredado algo como la mía.
—¿Y masturbarse entonces es hacer que crezca?—insistió Leo con el tema.
—No, pero es necesario ponerla así para poder hacerlo; masturbarse es... —supongo que era algo difícil explicar de qué se trataba, y prefirió enseñarnos, era menos complicado, y en cierto forma hasta era lindo que mi padre tuviera la confianza de instruir a sus hijos.
Comenzó a moverla con su puño, tenía una leve curvatura hacia arriba, y podíamos mirar cómo su mano cruzaba todo el cuerpo grueso y lleno de venas, la espuma se había retirado con el agua, lo que permitía ver más definido el tamaño, el color y lo detalles.
Los ojos de mi papá se se fruncían en conjunto con sus labios, que por ratos notaba que mordía de ellos; Leo comenzó a hacer lo mismo, algo inexperto, pero intentaba imitar lo que hacía papá; yo solo miraba, no tenía ni un tipo de reacción, pero era entretenido, y resultaba ser algo nuevo para mis ojos.
Mi padre respiraba más rápido y al preguntarle cosas, nos respondía con señas o escasas palabras, supongo que estaba concentrado en su chaqueta; yo quería ver qué más ocurriría, tenía dudas ¿eso era masturbarse? Hasta la palabra era complicada para mi ¿Que era el famoso semen del que hablaban?
—¿Por que le salen gotitas? —Pregunté al ver cómo de la cavidad del glande salía un líquido viscoso; mi padre se detuvo, lo tomó con sus manos y mientras lo esparcía por toda la cabeza de su pene, nos explicó que se trataba de un lubricante que ayudaba a que no se lastimara, y por eso tenía que repartirlo.
—Parecen mocos—Dije haciendo un gesto de asco; papa solo se rio; el que salió mucho más ocioso que yo fue mi hermano, pues en un descuido de mi papá colocó su mano sobre el grueso orne de mi papá, tomó la gota de la punta y la jugó entre sus dedos—Es muy pegajoso.
Mi papá no lo detuvo; solo le dijo que lo debía tocar el pene de otras personas sin permiso, le recalcó que con él no había problema por ser su padre, siendo para sacarlo de dudas y con fin de mostrarnos que podíamos acercarnos a él para ese tipo de dudas, no había problema, noté algo apenado a Leo, pero mi papá siempre fue cariñoso y consentidor, y le dijo que no tuviera pena, él se refería a personas externas que pudieran entender mal las cosas.
—Bueno, masturbarse es esto que hago, cuando un pene está en erección, o crece como el mío, sentimos la necesidad de estimularlo como yo lo hacía, y después de un rato de hacerlo, saldrá un líquido blanco; el famoso semen del que el hermano de Mau te hablo—le decía a Leo, aún que yo tenía las orejas bien paradas y los ojos bien abiertos.
—¿y tu lo harás para que veamos? —dijo sobre su insistente curiosidad Leonardo; mi papá no lo dudo, solo nos repitió y nos recalcó que mamá no debía enterarse de eso, ya que se trataba de temas de adultos y que quizá podría tomar las cosas de manera distinta que le buscaría problemas.
Esa promesa la llevamos a cabo, y a cambio mi papá continuó con su demostración, continuó tirando de su pené, no sé si era mi imaginación pero cada vez veía más hinchado ese pene, parecía que de lo colorado que se ponía sus venas estallarían—¿lo puedo intentar?— dijo mi hermano, mi padre le dijo que si, pero con el suyo; pero Leo se refería al de mi padre, no sé si fue por e alcohol, pero después de unos segundos de dudarlo, mi padre dejó que su hijo tomara su pené.
No sentí que fuera con malicias, en verdad mi padre prefirió que fuera con él a ser con algún extraño que pudiera hacernos daño; la mano de Leo rodeó el grueso pedazo de miembro que parecía pesar sobre la palma de los movimientos novatos su hijo—¿Así está bien?
—Tiene que ser un poco más rápido—Leo hacía su mejor intento para imitar lo que mi padre hacía, en verdad el grueso miembro pesaba para su mano.
—Yo también quiero—dije inocente, y me acerque para tocarlo, era grueso, casi del grosor de mi delgado brazo, parecíamos estar jugando, nos turnábamos para hacerlo, hasta que mi padre ya nos retiró las manos y nos dijo que era suficiente.
Entonces continuó con lo suyo, siguió masturbándose, se apartó un poco de nosotros, y la velocidad de su mano seguía aumentando a la par de sus fuertes exhalaciones; pronto nos hizo a un lado, colocó una mano bajo de su pene, flexionó un poco sus piernas peludas, parecía que estallaría.
Por un momento papá dejó de observarnos, era como si hubiéramos desaparecido para el, durante unos minutos sostenía su mano cerca de la cabeza de su pené, cosas que no entiendes hasta que miras de qué se trata, cerraba los ojos y su verga no dejaba de lubricar más de aquel líquido espeso que formaba hilos antes formar parte de a lo que él le llamaba “masturbación”
Por unos segundos juraría que mi padre se desmayaría, incluso comenzó a asustarme un poco al mirar que parecía sufrir; su espalda se golpeaba contra el muro de loza, y parecía temblar; en los últimos movimientos de sus mano, que fueron reduciendo su brusca velocidad un estallido de líquido blanco salpicó más haya de su mano.
Su mano había recibido un par de las últimas salpicaduras de aquel líquido grumoso; los primeros estallidos había corrido por todo el piso chocando contra el muro de frente, incluso varías gotas cayeron sobre nuestra piel.
Fueron varios segundos en los que mi padre se perdió por completo, solo estaba de pie, respirando cansado, recuperando el aire de la fatigada demostración, sin que se diera cuenta había recogido algo de él líquido que expulsó y me lo llevé a la boca—¡No! ¡Eso no se come Enrique!—me dijo mi padre reaccionando a mi ociosidad.
Recuerdo con mucha gracia su reacción, pues no debía ser tan gracioso ver a tu hijo comerse tus mecos; fue cuando se dio cuenta que nos habíamos salpicado con su leche, de inmediato nos terminó de bañar y nos siguió recalcando que nadie podía enterarse de eso; y pues me imagino la madriza que mi madre le pondría si se llegara a enterar.
Mientras nos secaba, miraba que su verga aún seguía algo más que su volumen normal—¿papa, por qué sigue grande? —aún tenía demasiadas dudas.
—Es normal, no regresa de inmediato a su tamaño, tiene que pasar un rato para que ya se duerma.
—¿Por que le salió líquido blanco?— preguntó mi hermano—También al hermano Mau le salió eso.
—A eso se le llama eyaculación, y ese líquido blanco es el semen, y ocurre cuando un hombre adulto se estimula lo suficiente; a todo eso se le llama masturbación, pero nadie debe enseñares eso, en mi caso soy su padre y por eso lo he hecho, pero no ocurrirá de nuevo; así qué espero hayan resuelto sus dudas—también nos aclaró que nos prohibía tener contacto con el hermano de Mau.
Ese día todo siguió su curso normal: un padre instruyendo a sus hijos, dos hijos aprendiendo de sexualidad sin fines de morbo... pero en mi cabeza no es exactamente lo que estaba ocurriendo; y eso llevaría a acciones con mi padre a futuro.
Nunca volvió a ocurrir nada de lo anterior después de aquella vez, no se tocó el tema, ni hubo más de ello por ninguna razón, a papá no volví a verle la verga dura durante el resto de mi infancia; fue demasiado cuidadoso con ello, pero si mantuvo mucha información sexual para orientarnos a no cometer tonterías.
La adolescencia llegó y uno comienza a experimentar con su cuerpo: comencé a notar el aumento de mi pene, y también el brote de líquido por las noches, sueños sexuales con amigos, maestros, incluso con primos, ya luego fui entendiendo los sueños húmedos y sobre todo aquello que en aquella ducha papá nos enseñó.
Fue entonces cuando me masturbé por primera vez, se sentía tan bien, era una sensación tan extraña, comencé tocándome, mi pene se puso erecto y cuando me di cuenta mi primera chaqueta ya estaba hecha, aún que admito que no salió el líquido que a mi padre en esa ocasión.
La primera vez que me masturbe fue con los recuerdo de aquella ducha, fue tan placentero recortar y reconstruir en mi mente todo lo ocurrido, intentar plasmar el tamaño del pené de mi padre, en mis recuerdos se encontraba una verga enorme y gruesa, y sinceramente me excitaba recordar lo que con mi papá había ocurrido.
Desde eso y cada vez que llegaba a casa me parecía una tortura intentar disimular mirar su enorme paquete; mi padre siempre había sido un hombre muy guapo y varonil, recuerdo cómo las mujeres se le tiraban en las juntas de padres de familia cuando se enteraron que ya era divorciado.
Y teniendo lo que tenía entre sus piernas, seguro no le faltaban cogidas o mujeres interesadas por estar con el; aun que delante de mi y mis hermanos siempre se mostró muy respetuoso, siempre guardando el pudor.
Lo que no sabía es el secreto que mi hermano Leo y yo teníamos, desde el momento que descubrimos la masturbación comenzó un juego entre los dos; solíamos mirar juntos las revistas pornográficas que mi padre ocultaba, mirábamos igual sus videos xxx que guardaba bajo llave, pero el verdadero secreto era que nos estábamos masturbando juntos.
Estábamos aprovechando todos los días para echarnos una mano, todas las tardes al llegar de clase dejábamos a mi hermano menor en mi habitación mirando alguna caricatura, nosotros nos encerrábamos en la habitación de mi padre para masturbarnos.
Llegó el día que dejamos la pornografía un lado y comenzamos a concentrarnos más en nosotros, el pene de mi hermanó era más grande, tenía vellos, y el mío era algo más pequeño y con apenas unos vellos rubios; mi hermano prefería ser el protagonista, el primero en venirse; y un día comenzamos a imitar lo que veíamos en las películas.
Nos gustaba poner una película xxx para estimular nuestras mentes, pero la verdad es que después de un tiempo, si es que no por un par de años, eso pasó a un segundo plano, el me masturbaba y yo a él, y cuando ya estábamos por venirnos, cada quien tomaba su pene y acababa; nos limpiábamos y eso era todos los días; comenzó a ser aburrido para los dos.
—¿No te gustaría probar algo más?—insinuaba Leo, fue algo extraño, pero si quería experimentar más que eso.
—¿Que es lo que se te ocurre?
—Pues hacer cosas como en las películas, ya no somos unos niños como para solo jalárnosla ¿no?
Estaba de acuerdo con el, y tenía cierta verdad, la adolescencia iba más de salida que de entrada; nuestros cuerpos ya estaban más maduros que años atrás, él era más lampiño que yo, parecía que la testosterona había sido más agradable conmigo, era más velludo que el, y para mi gusto creo que había salido bastante favorecido.
Tanto que en cuanto a tamaño había adquirido buena herencia, y desde luego que habló del tamaño del pene, mi brega parecía ser más grande que la de mi padre, la de mi hermano era muy similar a la de mi papá, si más no me fallaba la memoria en tamaño y forma eran muy similares; la mi también en forma, pero en tamaño creo que mi papá se sentiría muy orgulloso.
Llegó el día en que comenzamos a perder el pudor y a experimentar más, la primera mamada la di yo, más que obligado, por mera curiosidad, a esa edad aún te preguntas si te gustan las chicas o los chicos, y la verdad es algo que no tiene importancia.
—¿Quieres chuparla primero? —No me negué, la verdad mirarla me traía demasiados recuerdos, ansiaba poder tener ese grueso miembro en mi boca, quería descubrir su sabor, su olor y que se sentía comer sus mecos; quizá suene un poco guarro pero era todo lo que pasaba por mi cabeza.
Mi hermano ya traía los calzones hasta los tobillos, sentado sobre la cama con las piernas extendidas, siempre al pendiente que mi padre no llegara, o qué mi hermanito no estuviera de ocioso en la puerta; nunca nos había tocado una situación de esas, por lo mismo debíamos cuidar mucho esos detalles.
Recuerdo ese primer contacto de mi lengua con su verga, un gran suspiro y una sonrisa al voltear a verlo, sabía tan bien, su sabor era mejor de lo que imaginé; imitando todos los videos que había visto comencé a chupar el bordo miembro de mi hermano, vaya que me gustaba sentirlo hasta adentro, quizá en longitud no eran 22 cm, pero eran suficientes para no llamarlo pequeño.
Mi hermano decía que mamaba mejor de lo que se miraba en las películas, lubricaba mucho, me gustaba sentir las gotas saladas que mi lengua atrapaba al exprimir y presionar su tronco; siempre una gota transparente respondía con tal estímulo.
Aprendí rápido, y me hice muy bueno, tanto que tenía la habilidad de hacer que mi hermano se considera rápido, aún que en las últimas ocasiones me detenía para no terminar rápido; él también se hizo bueno, probo de mi verga, aún que decía que le era muy difícil tragarse toda; a parte de gruesa era larga, y tenía la forma de un banano, muchas veces lo miré luchar contra su tamaño.
Siempre hacía bromas sobre el tamaño, y era excitante compartir algo tan íntimo y sexual con tu propio hermano; un día cansados de la monotonía Leo me pregunto algo que igual me había cuestionado—¿No te ha dado por saber qué se siente que te la metan?
—Igual lo he pensado, pero no estoy seguro de querer hacerlo—solo fueron unas cuestiones, pero el gusano de la duda ya estaba ahí; una de las tantas tardes mientras acostado de costado con la cercanía a su mano para que pudiera masturbarme, comencé a chupársela, estaba muy entretenido con su rico pene cuando sentí su dedo esculcando entre mis nalgas.
Noté que llevaba algo de saliva, y giraba al rededor de mi ano como recorriendo toda la circunferencia—¿te gusta? —Preguntó; yo no me detenía, la verdad se sentía demasiado rico, era una sensación demasiado excitante , era como recibir doble placer, de un lado una de sus manos jugaba con mi verga húmeda, y por detrás su dedo jugaba con mi culo; ni siquiera sé cómo se acomodó para hacer eso, yo seguía entretenido chupando su rica y dura polla.
Esa venida fue espectacular, no pude contenerla, fue de las primeras veces que mi hermano me hizo venir tan rápido ¿y como no? Sus dedos se movían a un ritmo tan estimulante que entraba y salía con su saliva, mi polla fue como un volcán, recuerdo que estallé manchando más que solo su mano; pero eso no nos detuvo, a pesar que no solía comer de mi semen ni ser tan afecto a lamer mi lubricante, en esa ocasión de éxito tanto que no tuvo problema con limpiar hasta la última hora de mi blanco esperma.
Pero lo que más me sorprendió fue el gran aguante que ya tenía, esa venida no fue suficiente para mi, solo fue un respiro para entretenerme un rato más en su verga; la había dejado tan lubricada, mientras lo hacía le pedía que no dejara de jugar sobre mi culo, pronto sentí que entraba más que solo un dedo.
Sentía la necesidad de que algo más grande entrara, me puse de pie y me arrodillé quedando en medió de su ombligo, comencé a moverme, sentía la succión de mi ano pidiendo verga, vaya que me desconocía; yo solo quería que mi hermano me hiciera suyo; habíamos rebasado ese límite entre masturbarse como un par de amigos, a comenzar a ser amantes olvidando todo parentesco.
—¿No te duele?— me preguntaba el mientras yo me movía sobre el.
—Aun no ha entrado, pero déjame hacerlo a mi ritmo, o seguro si dolerá.
Sentí un leve empujón proveniente de sus muslos; su miembro entró un poco, era un dolor aceptable, y tras él una rica sensación, comencé a mover mis caderas, sentía como con algo de ayuda el se impulsaba para penetrarme.
—¿sabes hacerlo?—le pregunté; pues él muy macho había tenido novias, y supuse que quizá él ya habría tenido sexo.
Vaya respuesta la que recibí, era tan virgen como yo—Bueno hazlo despacio, que si duele un poco—la verdad es que de los dos, creo que resultaba ser yo más rudo que el.
Entre la interacción de palabras y casi sin darme cuenta, mis nalgas ya habían
Comido todo su polla, sentía sus bolas recargadas en mis buenas retaguardias; comenzó a moverse y yo me recargue de su pecho, sentía mi trasero brincar impulsado de sus fuertes piernas; si algo nos caracterizaba era la buena proporción que mi padre nos había heredado: buenas piernas, torso definido, nalgas redondas y sobre todo la buena verga.
Pronto fue inevitable gemir, mi hermano disfrutaba de eso, siempre me dijo que amaba escucharme quejarme mientras me la metía; sentía como me perforaba el ano, y la verdad es que era demasiado bueno cogiendo.
Probamos en esa y en otras posiciones, vaya que llevamos a la práctica todo lo que habíamos mirado en películas; lo más extraño es que mi hermano ni siquiera era gay, quizá bisexual, por qué le encantaban las mujeres, pero me consta que solo fue un largo desliz, que duro un largo tiempo.
Recuerdo que mientras más follábamos, más expertos nos habíamos, pronto aprendimos en qué posiciones disfrutar más; disfrutaba mucho cuando me colocaba de a perrito, me hacía sentir un mayor tamaño de su pené, y le daba más movilidad y manejo sobre mi.
No le gustaba mucho que yo se la metiera, y tenía varias razones; decía que era muy brusco, y el tamaño de mi pene tampoco ayudaba mucho, tenía unos 20 cm, y anexado su gran grosor, hasta a mi me daría miedo meterme algo así.
Seguimos creciendo y madurando, pero seguíamos siendo tan jóvenes, ambos muy agraciados; todos le decían a mi padre que éramos sus clones, incluso las novias de papá siempre le habían bromas sobre lo bien que debía verse en su juventud poniéndonos cómo espejo de su pasado.
Desgraciadamente cada vez mi hermano y yo cogimos menos, y todo se debió a que comenzó a salir con una chica, y eso nos impedía en tiempo, y creo que también para él comenzó a ser algo extraño tener sexo con su hermano, después de todo como había dicho, él no era gay, así que lentamente dejamos de hacer lo nuestro, pero no antes de la mejor cogida que me pudo dar como despedida.
Ese día fue como el examen final, comenzamos desvistiéndonos lentamente, él traía unos bóxers rojos que le marcaban todo y detallaban cada parte de sus genitales dejando a la imaginación como estaba distribuido todo por dentro.
Me arrodillé quedando frente a su paquete que ya palpitaba para salir, con mis dientes baje el boxer, se había recortado el vello, se notaba que ya era más precavido con su aspecto; Su pené lucía tan lindo como siempre, comencé a masajearlo, estaba gordo y lubricamos desde el primer contacto, besé su glande y recogí su líquido con la lengua, sabía que sería una de las ultimas veces que podríamos estar juntos, el me tiro a la cama y me desajusto el pantalón, inmediatamente saco mi verga y comenzó a chuparla también, pronto nos incorporamos en un 69, era muy rico sentir su nariz en mi culo, y luego sus labios en mis huevos hasta tragar mi polla; y yo hacía exactamente lo mismo.
Pero en esta ocasión después de darnos sexo oral, el me dejó penetrarlo, era como un regalo de despedida; vaya que lo hice gritar, A la orilla de la cama estuve recargado sintiendo sus sentones, su ano siempre fue tan apretado, pues era un culo casi virgen, y eso estimulaba demasiado mi verga.
Era de las únicas veces que lo miré disfrutar metérsela a fondo; y vaya que le rompí el culo cómo nunca en esa ocasión.
—Ya no voy a aguantar mucho—le decía mientras se movía con más velocidad.
—¡Vente! Lléname—Esas palabras me excitaron más; y no me limité, vacié todo mi semen dentro de él, sentía como con cada bombazo inundaba a mi hermano, y vaya que por fuera él también se e vino a la par al mismo tiempo que yo lo llenaba.
Terminamos exhaustos, y nos bañamos antes de salir del cuarto, La verdad me fue claro, y pues no sabía si eso podría repetirse, pues estaba muy enamorado de su chica; pensé que todo había acabado, pero me equivoqué, por qué con papá las cosas apenas estaban por comenzar, y estaba muy cerca de ocurrir algo que nos hizo recordar aquel baño.
Tenía 13 años años cuando mis padres se divorciaron, vaya fue un golpe duro para los tres; mis dos hermanos y yo no entendíamos mucho de lo que ocurría, y a pesar de nuestra joven edad tratamos de ser lo más maduros para tomar una decisión; quizá mamá siempre se preguntó ¿por qué los tres decidimos quedarnos con papá? Pero la verdad, ni yo sé, quizá solo nos dejamos llevar por el momento, pues pasábamos más tiempo con el.
Es doloroso acostumbrarse, pero papá supo arreglárselas para hacer lo mejor que pudo como padre; él era mecánico y después de clases lo encontrábamos para comer en el taller.
Ya teníamos una rutina en la semana los cuatro; Leo mi hermano mayor, de apenas 15 años, dos años mayor que yo, estudiaba en la misma secundaria que yo, el estaba en tercer grado y yo apenas de nuevo ingreso; ambos caminábamos hasta la primaria donde Dani el más pequeños de los tres nos esperaba para luego ir en autobús hasta el oficio de papá.
Papá se las arreglaba para ver por nosotras y es algo que siempre le agradeceré; papá comenzó a hacer que aprendamos sobre mecánica, siempre dijo que era el negocio de la familia, sin embargo al que más atosigaba con ello era an Leo; pues era él mayor y siempre decía que si un día mi padre faltaba, el teñí que responder por sus hermanitos.
Desde eso Leo comenzó a ayudar a papá, mientras Dani y yo hacíamos la tarea en el pequeño cubículo que le servía como oficina, más tarde nos íbamos a casa en la carcacha de papá, quien también se llamaba como mi hermano mayor “Leonardo”
Mi padre descansaba, muchas veces abría alguna cerveza, y después de un rato nos hacía bañarnos; Leo por su edad ya no se bañaba con nosotros, pero Dani y yo seguíamos bañándonos con mi padre, era normal para nosotros, papá siempre nos dijo que todos teníamos lo mismo, y no nos causaba intimidación ni morbo; bueno, eso hasta que un día algo ocurrió.
Puedo decir que ese fue el inicio de todo, fue exactamente cuando mi instinto despertó; era como si me hubieran abierto los ojos, desde ese día siempre esperaba con ansias la hora del baño, inicié muy precoz.
Era muy jóvenes, solíamos bañarnos con papá desde muy temprana edad, era algo completamente normal para nosotros; lo cuatro entrábamos en las regaderas, era divertido, cuando eres niño no tienes la malicia de ver las cosas con morbo, nos enseñaron a qué no debíamos intimidarnos delante de ese tipo de eventos, al fin y al cabo todos teníamos lo mismo.
Si embargo el tiempo cruza volando y el primero en desertar fue mi hermano mayor, al principio no entiendes, muchas veces me pregunté—¿Por que ya no se baña con nosotros, si es tan divertido?—era obvio, mi hermano estaba teniendo cambios en su cuerpo que quizá le daban algo de vergüenza enseñar, los cambios que todos sufrimos; pero con el tiempo te acostumbras y sigues viendo las cosas de manera normal.
Peor tiempo antes, incluso antes que mi hermano más pequeño se uniera a los baños familiares y antes que mamá se fuera de casa, hubo un acontecimiento que aún cuando lo recuerdo me deja la polla dura; en ese entonces solo nos bañábamos Leo, mi padre y yo, y siempre he resultado ser demasiado curioso y ocioso—papá ¿por qué tu pene es más grande que el de nosotros?—Eres muy pequeño, no tienes idea de nada.
—Por que ya soy adulto, eso nos pasa a todos cuando crecemos—Quería tocarlo, era demasiado grande y grueso, y comparado a mi micro pene, representaba una escala diez veces mayor, ni siquiera quería tocarlo por morbo, solo era por mera curiosidad—¿Que miras hijo?
—¿también a mi me saldrán pelitos?
—Si, sin duda ¿por qué? ¿No te gustan?—La verdad no me encantaba la idea de que el mío se viera así lleno de pelos.
—Bueno, cuando crezcas podrás recortarlos si no te gustan, a mi me gustan así.
Entonces Leo hizo un comentario que me saco más dudas—Pa, el hermano de mi hermano Mau, dice que cuando seamos mayores podremos masturbarnos—noté la cara de gracia de mi padre, debió darle risa el ver todo lo que sabíamos a tan corta edad.
—y ¿que más les ha dicho el hermano de Mau?
—Nos enseño revistas de su padre, son para adultos, e hizo eso delante de nosotros para enseñarnos a qué se refería.
Noté la cara de disgusto de mi padre—Bueno, ese chico no debería enseñarles tal cosas, en su momento descubrirán de qué se trata—Seguimos con el jabón y el agua, mi padre nos ayudaba para asegurarse de que quedáramos limpios—Leo, para la próxima, mejor preguntarme a mi—Supongo que mi padre prefería ser quien nos orientara.
Lo curioso es que a partir de ese momento mi morbo comenzó a crecer, esperaba con ansias la hora en la que llegará el momento para bañarme con papá, miraba ese grueso pedazo con un sentimiento desconocido que la verdad no podía explicar, incluso comencé a sentir ese cosquilleo por ver a papa caminando por n casa con pantalones pequeños que le marcaran ese bulto tan grande.
Un fin de semana después de una visita de los compadres de mis padres mi madre salió para ver a mi abuela, mi padre había bebido algunas cervezas con mis tíos, que también eran padrinos de mi hermano menor; papá nos dijo que nos preparáramos para el baño, su voz se escuchaba algo torpe y arrastrada, sabía que estaba un poco pasado de copas, ya me había tocado verlo así, pero no solía ser un mal borracho, se volvía más cariñoso y hablaba un poco de más.
Corrimos buscando nuestras mudas de ropa, mi hermano y yo caminamos al baño, mi padre aún no entraba, siempre tardaba algo de más mientras buscaba su ropa y toallas; mi madre tardaría en regresar, se había llevado a mi hermano menor—¿Ya están dentro de la ducha?—escuchamos a mi padre venir desde el pasillo hacia el baño.
—Aquí estamos papá—Dijo leo, ambos estábamos ya desnudos con nuestros pequeños y minúsculos penes ya con algo de jabón; aun que el pene de mi hermano ya tenía un mayor tamaño, no al mismo nivel que el de mi padre, pero si más desarrollado que el mío.
Mi padre llego sosteniendo toallas y ropa, se desnudó y se dirigió a nosotros; el miembro de mi padre era demasiado grueso, tenía un prepucio que cubría el cuerpo y al lavarlo dejaba la cabeza fuera llena de jabón; entonces Leo hizo de nuevo un comentario similar al anterior—Papá ¿que es el semen? El hermano de Mau dice que cuando seamos mayores podremos hacerlo.
—¿también les enseño eso?
—No, pero nos dijo que su novia le ayudaba a hacerlo—esta vez no enseño su cara de disgusto, yo no entendía nada de lo que ellos hablaban, el lenguaje que manejaban era nuevo para mi, aún que en mi subconsciente muñeco de ello se estaba guardando y creando algo que definiría mi futuro.
—Si no le dicen a mamá, les puedo enseñar que es, para que salgan de dudas; prefiero ser yo quien les enseñe a qué alguien de la calle les muestre algo como eso—ambos prometimos no decir nada, y creo que se dio más por el alcohol; no sé si sobrio mi padre nos hubiera enseñado tal cosa.
Mi padre comenzó a tocarse, tenía algo de jabón, lo estiraba y tiraba de él cubriendo y descubriendo el grueso glande; miré como su tamaño comenzaba a cambiar, si era grande se ponía aún mucho más, y de grosor ya tenía el doble, parecía un brazo largo con venas; yo estaba sorprendido, como con un acto de magia.
—¿y la mía también se pondrá así?—pregunté, miraba cómo de ser grande el miembro de mi padre se había pues tres veces más grande en toda la extensión; más que con ojos de lujuria, lo miraba con sorpresa; mi hermano en cambio, le hacía preguntas más curiosas a mi progenitor, supongo que al estar más cercano a la adolescencia entendía mucho más de lo que estaba ocurriendo.
—¿La mía igual se pondrá de ese tamaño? —noté que Leo estaba muy interesado, y su pene había quedado erecto, era minúsculo al lado de tal verga, pero era entendible a su edad.
—Si, cuando crezcas más, seguro tendrá un buen tamaño igual, la mía es un poco más grande que el promedio, pero si tienes suerte seguro te habré heredado algo como la mía.
—¿Y masturbarse entonces es hacer que crezca?—insistió Leo con el tema.
—No, pero es necesario ponerla así para poder hacerlo; masturbarse es... —supongo que era algo difícil explicar de qué se trataba, y prefirió enseñarnos, era menos complicado, y en cierto forma hasta era lindo que mi padre tuviera la confianza de instruir a sus hijos.
Comenzó a moverla con su puño, tenía una leve curvatura hacia arriba, y podíamos mirar cómo su mano cruzaba todo el cuerpo grueso y lleno de venas, la espuma se había retirado con el agua, lo que permitía ver más definido el tamaño, el color y lo detalles.
Los ojos de mi papá se se fruncían en conjunto con sus labios, que por ratos notaba que mordía de ellos; Leo comenzó a hacer lo mismo, algo inexperto, pero intentaba imitar lo que hacía papá; yo solo miraba, no tenía ni un tipo de reacción, pero era entretenido, y resultaba ser algo nuevo para mis ojos.
Mi padre respiraba más rápido y al preguntarle cosas, nos respondía con señas o escasas palabras, supongo que estaba concentrado en su chaqueta; yo quería ver qué más ocurriría, tenía dudas ¿eso era masturbarse? Hasta la palabra era complicada para mi ¿Que era el famoso semen del que hablaban?
—¿Por que le salen gotitas? —Pregunté al ver cómo de la cavidad del glande salía un líquido viscoso; mi padre se detuvo, lo tomó con sus manos y mientras lo esparcía por toda la cabeza de su pene, nos explicó que se trataba de un lubricante que ayudaba a que no se lastimara, y por eso tenía que repartirlo.
—Parecen mocos—Dije haciendo un gesto de asco; papa solo se rio; el que salió mucho más ocioso que yo fue mi hermano, pues en un descuido de mi papá colocó su mano sobre el grueso orne de mi papá, tomó la gota de la punta y la jugó entre sus dedos—Es muy pegajoso.
Mi papá no lo detuvo; solo le dijo que lo debía tocar el pene de otras personas sin permiso, le recalcó que con él no había problema por ser su padre, siendo para sacarlo de dudas y con fin de mostrarnos que podíamos acercarnos a él para ese tipo de dudas, no había problema, noté algo apenado a Leo, pero mi papá siempre fue cariñoso y consentidor, y le dijo que no tuviera pena, él se refería a personas externas que pudieran entender mal las cosas.
—Bueno, masturbarse es esto que hago, cuando un pene está en erección, o crece como el mío, sentimos la necesidad de estimularlo como yo lo hacía, y después de un rato de hacerlo, saldrá un líquido blanco; el famoso semen del que el hermano de Mau te hablo—le decía a Leo, aún que yo tenía las orejas bien paradas y los ojos bien abiertos.
—¿y tu lo harás para que veamos? —dijo sobre su insistente curiosidad Leonardo; mi papá no lo dudo, solo nos repitió y nos recalcó que mamá no debía enterarse de eso, ya que se trataba de temas de adultos y que quizá podría tomar las cosas de manera distinta que le buscaría problemas.
Esa promesa la llevamos a cabo, y a cambio mi papá continuó con su demostración, continuó tirando de su pené, no sé si era mi imaginación pero cada vez veía más hinchado ese pene, parecía que de lo colorado que se ponía sus venas estallarían—¿lo puedo intentar?— dijo mi hermano, mi padre le dijo que si, pero con el suyo; pero Leo se refería al de mi padre, no sé si fue por e alcohol, pero después de unos segundos de dudarlo, mi padre dejó que su hijo tomara su pené.
No sentí que fuera con malicias, en verdad mi padre prefirió que fuera con él a ser con algún extraño que pudiera hacernos daño; la mano de Leo rodeó el grueso pedazo de miembro que parecía pesar sobre la palma de los movimientos novatos su hijo—¿Así está bien?
—Tiene que ser un poco más rápido—Leo hacía su mejor intento para imitar lo que mi padre hacía, en verdad el grueso miembro pesaba para su mano.
—Yo también quiero—dije inocente, y me acerque para tocarlo, era grueso, casi del grosor de mi delgado brazo, parecíamos estar jugando, nos turnábamos para hacerlo, hasta que mi padre ya nos retiró las manos y nos dijo que era suficiente.
Entonces continuó con lo suyo, siguió masturbándose, se apartó un poco de nosotros, y la velocidad de su mano seguía aumentando a la par de sus fuertes exhalaciones; pronto nos hizo a un lado, colocó una mano bajo de su pene, flexionó un poco sus piernas peludas, parecía que estallaría.
Por un momento papá dejó de observarnos, era como si hubiéramos desaparecido para el, durante unos minutos sostenía su mano cerca de la cabeza de su pené, cosas que no entiendes hasta que miras de qué se trata, cerraba los ojos y su verga no dejaba de lubricar más de aquel líquido espeso que formaba hilos antes formar parte de a lo que él le llamaba “masturbación”
Por unos segundos juraría que mi padre se desmayaría, incluso comenzó a asustarme un poco al mirar que parecía sufrir; su espalda se golpeaba contra el muro de loza, y parecía temblar; en los últimos movimientos de sus mano, que fueron reduciendo su brusca velocidad un estallido de líquido blanco salpicó más haya de su mano.
Su mano había recibido un par de las últimas salpicaduras de aquel líquido grumoso; los primeros estallidos había corrido por todo el piso chocando contra el muro de frente, incluso varías gotas cayeron sobre nuestra piel.
Fueron varios segundos en los que mi padre se perdió por completo, solo estaba de pie, respirando cansado, recuperando el aire de la fatigada demostración, sin que se diera cuenta había recogido algo de él líquido que expulsó y me lo llevé a la boca—¡No! ¡Eso no se come Enrique!—me dijo mi padre reaccionando a mi ociosidad.
Recuerdo con mucha gracia su reacción, pues no debía ser tan gracioso ver a tu hijo comerse tus mecos; fue cuando se dio cuenta que nos habíamos salpicado con su leche, de inmediato nos terminó de bañar y nos siguió recalcando que nadie podía enterarse de eso; y pues me imagino la madriza que mi madre le pondría si se llegara a enterar.
Mientras nos secaba, miraba que su verga aún seguía algo más que su volumen normal—¿papa, por qué sigue grande? —aún tenía demasiadas dudas.
—Es normal, no regresa de inmediato a su tamaño, tiene que pasar un rato para que ya se duerma.
—¿Por que le salió líquido blanco?— preguntó mi hermano—También al hermano Mau le salió eso.
—A eso se le llama eyaculación, y ese líquido blanco es el semen, y ocurre cuando un hombre adulto se estimula lo suficiente; a todo eso se le llama masturbación, pero nadie debe enseñares eso, en mi caso soy su padre y por eso lo he hecho, pero no ocurrirá de nuevo; así qué espero hayan resuelto sus dudas—también nos aclaró que nos prohibía tener contacto con el hermano de Mau.
Ese día todo siguió su curso normal: un padre instruyendo a sus hijos, dos hijos aprendiendo de sexualidad sin fines de morbo... pero en mi cabeza no es exactamente lo que estaba ocurriendo; y eso llevaría a acciones con mi padre a futuro.
Nunca volvió a ocurrir nada de lo anterior después de aquella vez, no se tocó el tema, ni hubo más de ello por ninguna razón, a papá no volví a verle la verga dura durante el resto de mi infancia; fue demasiado cuidadoso con ello, pero si mantuvo mucha información sexual para orientarnos a no cometer tonterías.
La adolescencia llegó y uno comienza a experimentar con su cuerpo: comencé a notar el aumento de mi pene, y también el brote de líquido por las noches, sueños sexuales con amigos, maestros, incluso con primos, ya luego fui entendiendo los sueños húmedos y sobre todo aquello que en aquella ducha papá nos enseñó.
Fue entonces cuando me masturbé por primera vez, se sentía tan bien, era una sensación tan extraña, comencé tocándome, mi pene se puso erecto y cuando me di cuenta mi primera chaqueta ya estaba hecha, aún que admito que no salió el líquido que a mi padre en esa ocasión.
La primera vez que me masturbe fue con los recuerdo de aquella ducha, fue tan placentero recortar y reconstruir en mi mente todo lo ocurrido, intentar plasmar el tamaño del pené de mi padre, en mis recuerdos se encontraba una verga enorme y gruesa, y sinceramente me excitaba recordar lo que con mi papá había ocurrido.
Desde eso y cada vez que llegaba a casa me parecía una tortura intentar disimular mirar su enorme paquete; mi padre siempre había sido un hombre muy guapo y varonil, recuerdo cómo las mujeres se le tiraban en las juntas de padres de familia cuando se enteraron que ya era divorciado.
Y teniendo lo que tenía entre sus piernas, seguro no le faltaban cogidas o mujeres interesadas por estar con el; aun que delante de mi y mis hermanos siempre se mostró muy respetuoso, siempre guardando el pudor.
Lo que no sabía es el secreto que mi hermano Leo y yo teníamos, desde el momento que descubrimos la masturbación comenzó un juego entre los dos; solíamos mirar juntos las revistas pornográficas que mi padre ocultaba, mirábamos igual sus videos xxx que guardaba bajo llave, pero el verdadero secreto era que nos estábamos masturbando juntos.
Estábamos aprovechando todos los días para echarnos una mano, todas las tardes al llegar de clase dejábamos a mi hermano menor en mi habitación mirando alguna caricatura, nosotros nos encerrábamos en la habitación de mi padre para masturbarnos.
Llegó el día que dejamos la pornografía un lado y comenzamos a concentrarnos más en nosotros, el pene de mi hermanó era más grande, tenía vellos, y el mío era algo más pequeño y con apenas unos vellos rubios; mi hermano prefería ser el protagonista, el primero en venirse; y un día comenzamos a imitar lo que veíamos en las películas.
Nos gustaba poner una película xxx para estimular nuestras mentes, pero la verdad es que después de un tiempo, si es que no por un par de años, eso pasó a un segundo plano, el me masturbaba y yo a él, y cuando ya estábamos por venirnos, cada quien tomaba su pene y acababa; nos limpiábamos y eso era todos los días; comenzó a ser aburrido para los dos.
—¿No te gustaría probar algo más?—insinuaba Leo, fue algo extraño, pero si quería experimentar más que eso.
—¿Que es lo que se te ocurre?
—Pues hacer cosas como en las películas, ya no somos unos niños como para solo jalárnosla ¿no?
Estaba de acuerdo con el, y tenía cierta verdad, la adolescencia iba más de salida que de entrada; nuestros cuerpos ya estaban más maduros que años atrás, él era más lampiño que yo, parecía que la testosterona había sido más agradable conmigo, era más velludo que el, y para mi gusto creo que había salido bastante favorecido.
Tanto que en cuanto a tamaño había adquirido buena herencia, y desde luego que habló del tamaño del pene, mi brega parecía ser más grande que la de mi padre, la de mi hermano era muy similar a la de mi papá, si más no me fallaba la memoria en tamaño y forma eran muy similares; la mi también en forma, pero en tamaño creo que mi papá se sentiría muy orgulloso.
Llegó el día en que comenzamos a perder el pudor y a experimentar más, la primera mamada la di yo, más que obligado, por mera curiosidad, a esa edad aún te preguntas si te gustan las chicas o los chicos, y la verdad es algo que no tiene importancia.
—¿Quieres chuparla primero? —No me negué, la verdad mirarla me traía demasiados recuerdos, ansiaba poder tener ese grueso miembro en mi boca, quería descubrir su sabor, su olor y que se sentía comer sus mecos; quizá suene un poco guarro pero era todo lo que pasaba por mi cabeza.
Mi hermano ya traía los calzones hasta los tobillos, sentado sobre la cama con las piernas extendidas, siempre al pendiente que mi padre no llegara, o qué mi hermanito no estuviera de ocioso en la puerta; nunca nos había tocado una situación de esas, por lo mismo debíamos cuidar mucho esos detalles.
Recuerdo ese primer contacto de mi lengua con su verga, un gran suspiro y una sonrisa al voltear a verlo, sabía tan bien, su sabor era mejor de lo que imaginé; imitando todos los videos que había visto comencé a chupar el bordo miembro de mi hermano, vaya que me gustaba sentirlo hasta adentro, quizá en longitud no eran 22 cm, pero eran suficientes para no llamarlo pequeño.
Mi hermano decía que mamaba mejor de lo que se miraba en las películas, lubricaba mucho, me gustaba sentir las gotas saladas que mi lengua atrapaba al exprimir y presionar su tronco; siempre una gota transparente respondía con tal estímulo.
Aprendí rápido, y me hice muy bueno, tanto que tenía la habilidad de hacer que mi hermano se considera rápido, aún que en las últimas ocasiones me detenía para no terminar rápido; él también se hizo bueno, probo de mi verga, aún que decía que le era muy difícil tragarse toda; a parte de gruesa era larga, y tenía la forma de un banano, muchas veces lo miré luchar contra su tamaño.
Siempre hacía bromas sobre el tamaño, y era excitante compartir algo tan íntimo y sexual con tu propio hermano; un día cansados de la monotonía Leo me pregunto algo que igual me había cuestionado—¿No te ha dado por saber qué se siente que te la metan?
—Igual lo he pensado, pero no estoy seguro de querer hacerlo—solo fueron unas cuestiones, pero el gusano de la duda ya estaba ahí; una de las tantas tardes mientras acostado de costado con la cercanía a su mano para que pudiera masturbarme, comencé a chupársela, estaba muy entretenido con su rico pene cuando sentí su dedo esculcando entre mis nalgas.
Noté que llevaba algo de saliva, y giraba al rededor de mi ano como recorriendo toda la circunferencia—¿te gusta? —Preguntó; yo no me detenía, la verdad se sentía demasiado rico, era una sensación demasiado excitante , era como recibir doble placer, de un lado una de sus manos jugaba con mi verga húmeda, y por detrás su dedo jugaba con mi culo; ni siquiera sé cómo se acomodó para hacer eso, yo seguía entretenido chupando su rica y dura polla.
Esa venida fue espectacular, no pude contenerla, fue de las primeras veces que mi hermano me hizo venir tan rápido ¿y como no? Sus dedos se movían a un ritmo tan estimulante que entraba y salía con su saliva, mi polla fue como un volcán, recuerdo que estallé manchando más que solo su mano; pero eso no nos detuvo, a pesar que no solía comer de mi semen ni ser tan afecto a lamer mi lubricante, en esa ocasión de éxito tanto que no tuvo problema con limpiar hasta la última hora de mi blanco esperma.
Pero lo que más me sorprendió fue el gran aguante que ya tenía, esa venida no fue suficiente para mi, solo fue un respiro para entretenerme un rato más en su verga; la había dejado tan lubricada, mientras lo hacía le pedía que no dejara de jugar sobre mi culo, pronto sentí que entraba más que solo un dedo.
Sentía la necesidad de que algo más grande entrara, me puse de pie y me arrodillé quedando en medió de su ombligo, comencé a moverme, sentía la succión de mi ano pidiendo verga, vaya que me desconocía; yo solo quería que mi hermano me hiciera suyo; habíamos rebasado ese límite entre masturbarse como un par de amigos, a comenzar a ser amantes olvidando todo parentesco.
—¿No te duele?— me preguntaba el mientras yo me movía sobre el.
—Aun no ha entrado, pero déjame hacerlo a mi ritmo, o seguro si dolerá.
Sentí un leve empujón proveniente de sus muslos; su miembro entró un poco, era un dolor aceptable, y tras él una rica sensación, comencé a mover mis caderas, sentía como con algo de ayuda el se impulsaba para penetrarme.
—¿sabes hacerlo?—le pregunté; pues él muy macho había tenido novias, y supuse que quizá él ya habría tenido sexo.
Vaya respuesta la que recibí, era tan virgen como yo—Bueno hazlo despacio, que si duele un poco—la verdad es que de los dos, creo que resultaba ser yo más rudo que el.
Entre la interacción de palabras y casi sin darme cuenta, mis nalgas ya habían
Comido todo su polla, sentía sus bolas recargadas en mis buenas retaguardias; comenzó a moverse y yo me recargue de su pecho, sentía mi trasero brincar impulsado de sus fuertes piernas; si algo nos caracterizaba era la buena proporción que mi padre nos había heredado: buenas piernas, torso definido, nalgas redondas y sobre todo la buena verga.
Pronto fue inevitable gemir, mi hermano disfrutaba de eso, siempre me dijo que amaba escucharme quejarme mientras me la metía; sentía como me perforaba el ano, y la verdad es que era demasiado bueno cogiendo.
Probamos en esa y en otras posiciones, vaya que llevamos a la práctica todo lo que habíamos mirado en películas; lo más extraño es que mi hermano ni siquiera era gay, quizá bisexual, por qué le encantaban las mujeres, pero me consta que solo fue un largo desliz, que duro un largo tiempo.
Recuerdo que mientras más follábamos, más expertos nos habíamos, pronto aprendimos en qué posiciones disfrutar más; disfrutaba mucho cuando me colocaba de a perrito, me hacía sentir un mayor tamaño de su pené, y le daba más movilidad y manejo sobre mi.
No le gustaba mucho que yo se la metiera, y tenía varias razones; decía que era muy brusco, y el tamaño de mi pene tampoco ayudaba mucho, tenía unos 20 cm, y anexado su gran grosor, hasta a mi me daría miedo meterme algo así.
Seguimos creciendo y madurando, pero seguíamos siendo tan jóvenes, ambos muy agraciados; todos le decían a mi padre que éramos sus clones, incluso las novias de papá siempre le habían bromas sobre lo bien que debía verse en su juventud poniéndonos cómo espejo de su pasado.
Desgraciadamente cada vez mi hermano y yo cogimos menos, y todo se debió a que comenzó a salir con una chica, y eso nos impedía en tiempo, y creo que también para él comenzó a ser algo extraño tener sexo con su hermano, después de todo como había dicho, él no era gay, así que lentamente dejamos de hacer lo nuestro, pero no antes de la mejor cogida que me pudo dar como despedida.
Ese día fue como el examen final, comenzamos desvistiéndonos lentamente, él traía unos bóxers rojos que le marcaban todo y detallaban cada parte de sus genitales dejando a la imaginación como estaba distribuido todo por dentro.
Me arrodillé quedando frente a su paquete que ya palpitaba para salir, con mis dientes baje el boxer, se había recortado el vello, se notaba que ya era más precavido con su aspecto; Su pené lucía tan lindo como siempre, comencé a masajearlo, estaba gordo y lubricamos desde el primer contacto, besé su glande y recogí su líquido con la lengua, sabía que sería una de las ultimas veces que podríamos estar juntos, el me tiro a la cama y me desajusto el pantalón, inmediatamente saco mi verga y comenzó a chuparla también, pronto nos incorporamos en un 69, era muy rico sentir su nariz en mi culo, y luego sus labios en mis huevos hasta tragar mi polla; y yo hacía exactamente lo mismo.
Pero en esta ocasión después de darnos sexo oral, el me dejó penetrarlo, era como un regalo de despedida; vaya que lo hice gritar, A la orilla de la cama estuve recargado sintiendo sus sentones, su ano siempre fue tan apretado, pues era un culo casi virgen, y eso estimulaba demasiado mi verga.
Era de las únicas veces que lo miré disfrutar metérsela a fondo; y vaya que le rompí el culo cómo nunca en esa ocasión.
—Ya no voy a aguantar mucho—le decía mientras se movía con más velocidad.
—¡Vente! Lléname—Esas palabras me excitaron más; y no me limité, vacié todo mi semen dentro de él, sentía como con cada bombazo inundaba a mi hermano, y vaya que por fuera él también se e vino a la par al mismo tiempo que yo lo llenaba.
Terminamos exhaustos, y nos bañamos antes de salir del cuarto, La verdad me fue claro, y pues no sabía si eso podría repetirse, pues estaba muy enamorado de su chica; pensé que todo había acabado, pero me equivoqué, por qué con papá las cosas apenas estaban por comenzar, y estaba muy cerca de ocurrir algo que nos hizo recordar aquel baño.
2 comentarios - Bañándome con mi papá(parte uno)