No dejes de pasar por mi mejor post
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No te vas a arrepentir!
VACACIONES
No fue fácil para mí divorciarme de la mujer de mi vida, ella, luego de tres años aun no entiende lo que pasó, y es lógico, si jamás pude decirle la verdad mirándola a los ojos.
Nos casamos muy jóvenes y a mis cuarenta y siete años nada hacía pensar en el cambio de rumbos en nuestras vidas. Siempre fui un defensor de la fidelidad y el respeto a la pareja, mis compañeros de oficina solían burlarse de mi postura, siendo que ellos se cansaban de serles infieles a sus esposas, yo mantenía en alto la bandera del amor.
A pesar de la edad, soy un tipo bien conservado, alto, de ojos claros y cabello entrecano, dicen que tengo una sonrisa seductora y por naturaleza trato de ser amable con el sexo opuesto, tuve innumerables oportunidades de ser aventurero, pero solo tenía ojos para una mujer, la que había llevado al altar muchos años atrás
Creo que, en forma voluntaria, este tigre se metió en la jaula del zoológico, cerró la puerta, limó sus garras y se transformó en un gatito herbívoro para contemplar como giraba el mundo.
Ese verano viajamos a la costa, Margarita quería tener una segunda luna de miel, nuestra hija ya está bastante crecida y prefirió quedarse en la ciudad en compañía de sus amigas.
A mí no me entusiasmaba la idea, somos muy humildes y no nos sobra una moneda, pero viendo que estaba tan entusiasmada y que hacía años que no vacacionábamos dejé todo en sus manos. Serían solo siete días en un pequeño hotel familiar, viajamos casi mil kilómetros en colectivo, una locura total.
Llegamos al anochecer, mientras mi esposa le daba los datos doña Rosa, su marido y su hijo me ayudaban con los equipajes y me conducían hasta el cuarto, el lugar era sencillo pero limpio y bien cuidado, nos dimos una ducha y fuimos a la cama, abrimos la ventana y nos dormimos con la melodía del mar en nuestros oídos.
Al día siguiente, en el desayuno conocería la serpiente que me haría morder la manzana prohibida, Margarita me hablaba, yo fingía escucharla, pero en realidad leía el diario matutino, hasta sentir una cálida vocecita que inquiría:
Buen día! Que desean para desayunar?
Levanté la vista y me encontré con un ser angelical, de carita redonda llena de pecas, grandes ojos celestes, puros y cristalinos, de boca exagerada y carnosos labios, cabellos entre rubios y castaños que comenzaban lacios y se iban enrulando a medida que caían por su espalda, alta, de grandes pechos que se escondían bajo su trajecito y anchas caderas, piernas torneadas, sin duda una gran mujer a pesar de su inocencia. Ante las preguntas de Margarita, nos enteramos de que era la hija mayor de los dueños del hotel, que colaboraba por las mañanas y las noches y disfrutaba del mar y la arena por la tarde y que recién tenía veinte años, la edad de mi hija.
Luego de tomar el pedido disimuladamente y tratando que Marga no lo advirtiera la vi alejarse, su trasero era perfecto, redondo, de proporciones justas, apetecible, traté de borrarla de mi mente, pero su figura quedó flotando en mi cerebro, trataba de reprimir las imágenes, pero era casi imposible.
Por la tarde fuimos al mar, nos acomodamos cerca del agua, la arena estaba caliente, clavé la sombrilla y me senté a observar el paisaje, mi esposa pareció olvidarse de mí, se puso a escuchar música y a leer esas revistas de chimentos que tanto atrapan a las mujeres.
Había pasado una hora, ya estaba un tanto molesto cuando ella llegó y paró a un metro de donde nosotros estábamos, era perfecta, un pareo anudado en el pecho cubría su cuerpo, acomodó una lona para tomar sol, sacó la arena y cuando llegó el momento sentí morirme, al sacar ese pareo y ver su cuerpo en traje de baño, sus grandes pechos estaban ocultos en un sostén amarillo que con esfuerzo lo mantenían en su lugar, su tanga era tan pequeña que nada quedaba a la imaginación, sus nalgas eran mejores de lo que pensaba, su cintura era increíblemente pequeña.
No dejaba de mirarla con cara de bobo, al punto que ella notándolo sonrió y me saludó con una mano, me sentí tan estúpido, de hecho, ella se dirigía a mí como ‘señor’…
Por el otro lado ahora Margarita dormía plácidamente por lo que decidí meterme un rato al agua, por cierto, estaba demasiado fría, y vaya casualidad Noelia -ese era su nombre- al poco tiempo estaba cerca de mí
Otra vez solo me quedé mirándola, como si solo nosotros dos estuviéramos en ese lugar en ese momento, el agua fría había mojado su busto, sus pezones duros por la temperatura marcaban la tela que al mojarse se había transparentado bastante, cada ola parecía querer arrancarle el sostén y yo no quería perderme el momento, cosa que nunca sucedió. Sin embargo, una ola pudo más que ella y la arrastró con fuerza tirándola justo donde yo estaba, y fue ella que, al rodar incontrolada, manoteó sin querer mi traje de baño más allá de lo lógico.
Se levantó incómoda, sonrojada, y me pidió disculpas en todos los idiomas, hasta que solo me reí de la situación, ella más tranquila me acompañó en el momento.
Casi salimos al mismo tiempo, mi esposa continuaba durmiendo, tirada como una morsa, así que yo me recosté de lado en la sombra, mirando hacia donde ella estaba, Noelia se puso arrodillada apoyando su cola en sus tobillos, en un perfecto primer plano hacia donde yo estaba, era pura inocencia? no creo…
Tranquilamente se pasaba un peine por su cabello una y otra vez, mientras yo sufría una tremenda erección por su culpa, las gotas de agua salada minaban como perlas su hermosa piel bronceada, su culo era impresionante y no podía sacar los ojos de él, apenas cubierto por un minúsculo traje triangular que se afinaba al meterse en su intimidad, al punto que podía ver con claridad el gran círculo de su anillo marrón apenas atravesado por la tela.
Estaba en lo mejor de mi show privado cuando la mano de mi esposa me tomó por el hombro y sentí su voz pidiendo que le pusiera bronceador, maldije el momento...
La semana pasó volando, pero a partir de ese primer encuentro en el mar brilló una lucecita de esperanza.
La última mañana antes de retornar, Margarita se fue al centro a comprar obsequios para la familia, como recuerdos, yo aduje que estaba cansado, además sabía cuánto aborrecía ser su compañero de compras, así que me quedé solo en el cuarto.
Pasados unos minutos, golpearon la puerta, sabía que era ella porque era la hora en que hacía los cuartos, le permití pasar, ambos sabíamos cómo terminaría la historia, ella al ver la erección bajo mi calzoncillo dijo:
Señor, si mi padre se entera vamos a tener un serio problema….
No te preocupes, vivamos el momento, mi señora no tardará en regresar…
Y antes que siguiera hablando pegué mis labios a los suyos, eran suaves, puros, nos abrazamos y nuestras lenguas se cruzaron, la fui desnudando y a medida que lo hacía iba disfrutando la complejidad de su relieve, sus montañas, sus mesetas y sus valles, sus manecitas recorrían mi cuerpo mientras parada en puntas de pies saboreaba mis besos. Me sentía un adolescente, un niño, como aquella primera vez, Noelia me fue empujando hacia atrás hasta llegar al borde de la cama, solo tenía mi slip mientras ella apenas se había dejado su tanga roja hilo dental, me obligó a recostarme y ella avanzó sobre mí, con una rodilla a cada lado, me tomó las manos aprisionándolas hacia atrás y mantuvimos el prolongado beso en todos momento, sin separar nuestros labios, mi verga estaba dura y la joven refregaba su pubis sobre ella, lentamente, hacia atrás y hacia adelante, una y otra vez al tiempo que rozaba sus delicados pezones contra mi pecho.
Tomé la iniciativa y desde su cintura la levanté un poco, de manera que sus pechos quedaron sobre mi cabeza, hice que me acariciara el rostro con ellos, eran grandes y firmes, al tiempo que lamía un pezón, mis manos acariciaban sus glúteos y cada tanto tiraba con controlada fuerza de la tira de su tanga, haciendo que se entierre en su intimidad lo que provocaba suaves jadeos, volví a concentrarme en sus tetas, hermosas, alternaba entre la izquierda y la derecha, una a una, circulaba sus pezones con mi afilada lengua y cada tanto lo mordía con dulzura. Sus pechos eran fraternales, armoniosos, me moría en ellos, eran un mar de dulzura, estaba perdido en ello cuando ella no aguantó más y volvió a proponerme el beso boca a boca, al tiempo corría la tanga y se sentaba sobre mi verga.
Entró toda hasta el fondo y brincó sobre ella, llevaba el ritmo mientras yo la disfrutaba en toda su dimensión como sus tetas saltaban en cada embate y un gemido afloraba cada vez que le entraba hasta el fondo, solo la dejaba hacer, entre suspiros me dijo:
Ayyy!, mmm, Pedro, Pedro, me encan… ayyy!, encantan los hombres… ayyy! maduros…
Sentía que la tenía rendida a mi voluntad, acaricié mi verga que estaba empapada por sus jugos y luego llevé los dedos a su esfínter, ese mismo que había contemplado en la playa, no mostro resistencia alguna a mi juego. La giré con violencia, ella quedó de espaldas, levanté sus piernas y seguí cogiéndola, hacía la penetración lo más profunda posible, su cara estaba de lado, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, con facciones femeninas de placer, se acariciaba los pezones, me enloquecía, intentó acariciar su clítoris, no la dejé…
Saqué su pequeña tanga, me enterré entre sus piernas, bien abiertas, besé sus muslos, la contemplé casi desprovista de bellos, solo una pequeña tirita cortada al ras asomaba arriba de su clítoris, me encanta lamer al sexo opuesto, besé sus labios depilados, suaves y tiernos, probé el néctar de su amor, el hermoso sabor a concha, estaba empapada de excitación, seguí por su trasero, lamí su anillo en círculos, hacia el centro, pronto mi lengua se coló en el abriéndose paso sin mucho esfuerzo, volví hacia arriba, introduje dos dedos en su concha, y ella? Solo gemía y decía
No pare señor! No pare….
El que aún me tratara de usted me enloquecía, me centré sobre su clítoris, lamiéndolo en círculos lentamente, haciéndola desear, poco a poco aumenté el ritmo y puse mis manos sobre sus senos, apreté sus pezones mientras ella podía sus manos sobre las mías. Conteniendo los gemidos comenzaron sus espasmos y contracciones, se acabó en mi boca…
Ahora me toca a mí - sentenció -
Tomando nuevamente la iniciativa fue sobre mi verga, la levantó y la masturbó dulcemente con una mano, me la había pelado toda corriendo bien atrás mi prepucio, al mismo tiempo me acariciaba con placer las bolas, eso me gustaba, para al fin dar el toque de gracia apoyando su lengua en mi cabeza desnuda. Como una experta se dedicó a lamer la parte inferior haciendo que me enloqueciera
Así está bien? Le gusta?
Preguntaba haciéndose la inocente, al tiempo abrió la boca y comenzó a meterla toda en su interior, la sentí en su garganta, apenas unos centímetros quedaban afuera, con todo el tiempo del mundo la sacaba y volvía a meterla por completo, una y otra vez, una y otra vez, con tanta dulzura que parecía hacerme explotar en cualquier momento. Digamos que la arranqué del lugar tomándola de los cabellos y le dí un profundo beso, en su boca tenía sabor a mí, cuando nos separamos preguntó sonriente:
Qué pasa? no le gusta? Lo hago mal?
Para terminar con:
Soy medio cochinita, sabe que quiero? Que me haga la colita y me acabe en la boquita….
No podía creer mi suerte, lo que escuchaba, me apresuré antes que se arrepintiera y la puse en cuatro patas, que puedo contarles de su culo que ya no lo contara antes, sus caderas se ensancharon en esa posición y el pequeño dibujo blanco de su traje de baño me enloquecía, su cintura era la tercera parte de sus glúteos, escupí mi mano un par de veces usando la saliva de lubricante, apunté y suavemente lo fui metiendo, entro casi sin resistencia, milímetro a milímetro lo desplacé en su interior y le di con ganas por atrás. Sentía su anillo de cuero apretar mi miembro, era hermoso y ella gritaba más que antes, mordía la almohada para ahogar los gritos, y me repetía:
Si Señor! Ayyy! rómpame el culo!!!! ayyy!!!! si… no pare!!!! Ayyy!
Tardé menos de lo que hubiera deseado, con rapidez se dio vuelta y mi leche comenzó a saltar sobre su rostro, sobre su lengua, sobre sus dientes, en unos segundos su cara estaba toda sucia, ella saboreaba el semen y volvía sobre mi verga chupándola toda y metiéndosela hasta la garganta, al fin, desparramó el semen usando mi verga y dejando todo sucio a su paso.
No habría más contactos entre nosotros, nadie supo nada de esta historia, por la tarde junto a Margarita nos despedimos de los padres de Noelia, ella jamás levantó la mirada y me evitó en todo momento. Algo había cambiado, el tigre recordó que tenía garras y afloró su instinto asesino, la jungla me esperaba, Margarita aun no entiende que fue lo que pasó…
Si quieres darme tu opinión sobre este relato, escríbeme con título ‘VACACIONES’ a dulces.placeres@live.com
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No te vas a arrepentir!
VACACIONES
No fue fácil para mí divorciarme de la mujer de mi vida, ella, luego de tres años aun no entiende lo que pasó, y es lógico, si jamás pude decirle la verdad mirándola a los ojos.
Nos casamos muy jóvenes y a mis cuarenta y siete años nada hacía pensar en el cambio de rumbos en nuestras vidas. Siempre fui un defensor de la fidelidad y el respeto a la pareja, mis compañeros de oficina solían burlarse de mi postura, siendo que ellos se cansaban de serles infieles a sus esposas, yo mantenía en alto la bandera del amor.
A pesar de la edad, soy un tipo bien conservado, alto, de ojos claros y cabello entrecano, dicen que tengo una sonrisa seductora y por naturaleza trato de ser amable con el sexo opuesto, tuve innumerables oportunidades de ser aventurero, pero solo tenía ojos para una mujer, la que había llevado al altar muchos años atrás
Creo que, en forma voluntaria, este tigre se metió en la jaula del zoológico, cerró la puerta, limó sus garras y se transformó en un gatito herbívoro para contemplar como giraba el mundo.
Ese verano viajamos a la costa, Margarita quería tener una segunda luna de miel, nuestra hija ya está bastante crecida y prefirió quedarse en la ciudad en compañía de sus amigas.
A mí no me entusiasmaba la idea, somos muy humildes y no nos sobra una moneda, pero viendo que estaba tan entusiasmada y que hacía años que no vacacionábamos dejé todo en sus manos. Serían solo siete días en un pequeño hotel familiar, viajamos casi mil kilómetros en colectivo, una locura total.
Llegamos al anochecer, mientras mi esposa le daba los datos doña Rosa, su marido y su hijo me ayudaban con los equipajes y me conducían hasta el cuarto, el lugar era sencillo pero limpio y bien cuidado, nos dimos una ducha y fuimos a la cama, abrimos la ventana y nos dormimos con la melodía del mar en nuestros oídos.
Al día siguiente, en el desayuno conocería la serpiente que me haría morder la manzana prohibida, Margarita me hablaba, yo fingía escucharla, pero en realidad leía el diario matutino, hasta sentir una cálida vocecita que inquiría:
Buen día! Que desean para desayunar?
Levanté la vista y me encontré con un ser angelical, de carita redonda llena de pecas, grandes ojos celestes, puros y cristalinos, de boca exagerada y carnosos labios, cabellos entre rubios y castaños que comenzaban lacios y se iban enrulando a medida que caían por su espalda, alta, de grandes pechos que se escondían bajo su trajecito y anchas caderas, piernas torneadas, sin duda una gran mujer a pesar de su inocencia. Ante las preguntas de Margarita, nos enteramos de que era la hija mayor de los dueños del hotel, que colaboraba por las mañanas y las noches y disfrutaba del mar y la arena por la tarde y que recién tenía veinte años, la edad de mi hija.
Luego de tomar el pedido disimuladamente y tratando que Marga no lo advirtiera la vi alejarse, su trasero era perfecto, redondo, de proporciones justas, apetecible, traté de borrarla de mi mente, pero su figura quedó flotando en mi cerebro, trataba de reprimir las imágenes, pero era casi imposible.
Por la tarde fuimos al mar, nos acomodamos cerca del agua, la arena estaba caliente, clavé la sombrilla y me senté a observar el paisaje, mi esposa pareció olvidarse de mí, se puso a escuchar música y a leer esas revistas de chimentos que tanto atrapan a las mujeres.
Había pasado una hora, ya estaba un tanto molesto cuando ella llegó y paró a un metro de donde nosotros estábamos, era perfecta, un pareo anudado en el pecho cubría su cuerpo, acomodó una lona para tomar sol, sacó la arena y cuando llegó el momento sentí morirme, al sacar ese pareo y ver su cuerpo en traje de baño, sus grandes pechos estaban ocultos en un sostén amarillo que con esfuerzo lo mantenían en su lugar, su tanga era tan pequeña que nada quedaba a la imaginación, sus nalgas eran mejores de lo que pensaba, su cintura era increíblemente pequeña.
No dejaba de mirarla con cara de bobo, al punto que ella notándolo sonrió y me saludó con una mano, me sentí tan estúpido, de hecho, ella se dirigía a mí como ‘señor’…
Por el otro lado ahora Margarita dormía plácidamente por lo que decidí meterme un rato al agua, por cierto, estaba demasiado fría, y vaya casualidad Noelia -ese era su nombre- al poco tiempo estaba cerca de mí
Otra vez solo me quedé mirándola, como si solo nosotros dos estuviéramos en ese lugar en ese momento, el agua fría había mojado su busto, sus pezones duros por la temperatura marcaban la tela que al mojarse se había transparentado bastante, cada ola parecía querer arrancarle el sostén y yo no quería perderme el momento, cosa que nunca sucedió. Sin embargo, una ola pudo más que ella y la arrastró con fuerza tirándola justo donde yo estaba, y fue ella que, al rodar incontrolada, manoteó sin querer mi traje de baño más allá de lo lógico.
Se levantó incómoda, sonrojada, y me pidió disculpas en todos los idiomas, hasta que solo me reí de la situación, ella más tranquila me acompañó en el momento.
Casi salimos al mismo tiempo, mi esposa continuaba durmiendo, tirada como una morsa, así que yo me recosté de lado en la sombra, mirando hacia donde ella estaba, Noelia se puso arrodillada apoyando su cola en sus tobillos, en un perfecto primer plano hacia donde yo estaba, era pura inocencia? no creo…
Tranquilamente se pasaba un peine por su cabello una y otra vez, mientras yo sufría una tremenda erección por su culpa, las gotas de agua salada minaban como perlas su hermosa piel bronceada, su culo era impresionante y no podía sacar los ojos de él, apenas cubierto por un minúsculo traje triangular que se afinaba al meterse en su intimidad, al punto que podía ver con claridad el gran círculo de su anillo marrón apenas atravesado por la tela.
Estaba en lo mejor de mi show privado cuando la mano de mi esposa me tomó por el hombro y sentí su voz pidiendo que le pusiera bronceador, maldije el momento...
La semana pasó volando, pero a partir de ese primer encuentro en el mar brilló una lucecita de esperanza.
La última mañana antes de retornar, Margarita se fue al centro a comprar obsequios para la familia, como recuerdos, yo aduje que estaba cansado, además sabía cuánto aborrecía ser su compañero de compras, así que me quedé solo en el cuarto.
Pasados unos minutos, golpearon la puerta, sabía que era ella porque era la hora en que hacía los cuartos, le permití pasar, ambos sabíamos cómo terminaría la historia, ella al ver la erección bajo mi calzoncillo dijo:
Señor, si mi padre se entera vamos a tener un serio problema….
No te preocupes, vivamos el momento, mi señora no tardará en regresar…
Y antes que siguiera hablando pegué mis labios a los suyos, eran suaves, puros, nos abrazamos y nuestras lenguas se cruzaron, la fui desnudando y a medida que lo hacía iba disfrutando la complejidad de su relieve, sus montañas, sus mesetas y sus valles, sus manecitas recorrían mi cuerpo mientras parada en puntas de pies saboreaba mis besos. Me sentía un adolescente, un niño, como aquella primera vez, Noelia me fue empujando hacia atrás hasta llegar al borde de la cama, solo tenía mi slip mientras ella apenas se había dejado su tanga roja hilo dental, me obligó a recostarme y ella avanzó sobre mí, con una rodilla a cada lado, me tomó las manos aprisionándolas hacia atrás y mantuvimos el prolongado beso en todos momento, sin separar nuestros labios, mi verga estaba dura y la joven refregaba su pubis sobre ella, lentamente, hacia atrás y hacia adelante, una y otra vez al tiempo que rozaba sus delicados pezones contra mi pecho.
Tomé la iniciativa y desde su cintura la levanté un poco, de manera que sus pechos quedaron sobre mi cabeza, hice que me acariciara el rostro con ellos, eran grandes y firmes, al tiempo que lamía un pezón, mis manos acariciaban sus glúteos y cada tanto tiraba con controlada fuerza de la tira de su tanga, haciendo que se entierre en su intimidad lo que provocaba suaves jadeos, volví a concentrarme en sus tetas, hermosas, alternaba entre la izquierda y la derecha, una a una, circulaba sus pezones con mi afilada lengua y cada tanto lo mordía con dulzura. Sus pechos eran fraternales, armoniosos, me moría en ellos, eran un mar de dulzura, estaba perdido en ello cuando ella no aguantó más y volvió a proponerme el beso boca a boca, al tiempo corría la tanga y se sentaba sobre mi verga.
Entró toda hasta el fondo y brincó sobre ella, llevaba el ritmo mientras yo la disfrutaba en toda su dimensión como sus tetas saltaban en cada embate y un gemido afloraba cada vez que le entraba hasta el fondo, solo la dejaba hacer, entre suspiros me dijo:
Ayyy!, mmm, Pedro, Pedro, me encan… ayyy!, encantan los hombres… ayyy! maduros…
Sentía que la tenía rendida a mi voluntad, acaricié mi verga que estaba empapada por sus jugos y luego llevé los dedos a su esfínter, ese mismo que había contemplado en la playa, no mostro resistencia alguna a mi juego. La giré con violencia, ella quedó de espaldas, levanté sus piernas y seguí cogiéndola, hacía la penetración lo más profunda posible, su cara estaba de lado, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, con facciones femeninas de placer, se acariciaba los pezones, me enloquecía, intentó acariciar su clítoris, no la dejé…
Saqué su pequeña tanga, me enterré entre sus piernas, bien abiertas, besé sus muslos, la contemplé casi desprovista de bellos, solo una pequeña tirita cortada al ras asomaba arriba de su clítoris, me encanta lamer al sexo opuesto, besé sus labios depilados, suaves y tiernos, probé el néctar de su amor, el hermoso sabor a concha, estaba empapada de excitación, seguí por su trasero, lamí su anillo en círculos, hacia el centro, pronto mi lengua se coló en el abriéndose paso sin mucho esfuerzo, volví hacia arriba, introduje dos dedos en su concha, y ella? Solo gemía y decía
No pare señor! No pare….
El que aún me tratara de usted me enloquecía, me centré sobre su clítoris, lamiéndolo en círculos lentamente, haciéndola desear, poco a poco aumenté el ritmo y puse mis manos sobre sus senos, apreté sus pezones mientras ella podía sus manos sobre las mías. Conteniendo los gemidos comenzaron sus espasmos y contracciones, se acabó en mi boca…
Ahora me toca a mí - sentenció -
Tomando nuevamente la iniciativa fue sobre mi verga, la levantó y la masturbó dulcemente con una mano, me la había pelado toda corriendo bien atrás mi prepucio, al mismo tiempo me acariciaba con placer las bolas, eso me gustaba, para al fin dar el toque de gracia apoyando su lengua en mi cabeza desnuda. Como una experta se dedicó a lamer la parte inferior haciendo que me enloqueciera
Así está bien? Le gusta?
Preguntaba haciéndose la inocente, al tiempo abrió la boca y comenzó a meterla toda en su interior, la sentí en su garganta, apenas unos centímetros quedaban afuera, con todo el tiempo del mundo la sacaba y volvía a meterla por completo, una y otra vez, una y otra vez, con tanta dulzura que parecía hacerme explotar en cualquier momento. Digamos que la arranqué del lugar tomándola de los cabellos y le dí un profundo beso, en su boca tenía sabor a mí, cuando nos separamos preguntó sonriente:
Qué pasa? no le gusta? Lo hago mal?
Para terminar con:
Soy medio cochinita, sabe que quiero? Que me haga la colita y me acabe en la boquita….
No podía creer mi suerte, lo que escuchaba, me apresuré antes que se arrepintiera y la puse en cuatro patas, que puedo contarles de su culo que ya no lo contara antes, sus caderas se ensancharon en esa posición y el pequeño dibujo blanco de su traje de baño me enloquecía, su cintura era la tercera parte de sus glúteos, escupí mi mano un par de veces usando la saliva de lubricante, apunté y suavemente lo fui metiendo, entro casi sin resistencia, milímetro a milímetro lo desplacé en su interior y le di con ganas por atrás. Sentía su anillo de cuero apretar mi miembro, era hermoso y ella gritaba más que antes, mordía la almohada para ahogar los gritos, y me repetía:
Si Señor! Ayyy! rómpame el culo!!!! ayyy!!!! si… no pare!!!! Ayyy!
Tardé menos de lo que hubiera deseado, con rapidez se dio vuelta y mi leche comenzó a saltar sobre su rostro, sobre su lengua, sobre sus dientes, en unos segundos su cara estaba toda sucia, ella saboreaba el semen y volvía sobre mi verga chupándola toda y metiéndosela hasta la garganta, al fin, desparramó el semen usando mi verga y dejando todo sucio a su paso.
No habría más contactos entre nosotros, nadie supo nada de esta historia, por la tarde junto a Margarita nos despedimos de los padres de Noelia, ella jamás levantó la mirada y me evitó en todo momento. Algo había cambiado, el tigre recordó que tenía garras y afloró su instinto asesino, la jungla me esperaba, Margarita aun no entiende que fue lo que pasó…
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