No dejes de pasar por mi mejor post
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html
No te vas a arrepentir!
DESCUBRIENDOME
Me conocí a mí misma casi por casualidad, porque hasta mi cuarto de siglo pensé que era una mujer normal, como la mayoría.
Siempre fui de clase media, afecta a la familia, respetuosa con mis sentimientos, y con los de aquellos que le tocaron compartir mi intimidad.
No soy de esas de andar haciendo cosas a escondidas, siempre había creído en el respeto, la fidelidad y mis objetivos de vida no iban mucho más lejos a conseguir un buen hombre y tener varios hijos.
Si bien mi nombre es Romina, todos me dicen Rumi, así me llamaba mi hermana menor cuando era pequeña y no podía pronunciar mi nombre, y con ese nombre me identifico en las redes sociales.
Recuerdo que con mucha soltura, y tal vez pecado de mujer que se sabe demasiado bonita disfrutaba subiendo fotos osadas y sexis a mi perfil de facebook, explotando mis atributos con ropa provocativa, o en traje de baño y hasta en lencería, hoy me avergüenzo con solo recordar esa foto artística totalmente desnuda, ocultando discretamente mis partes pudorosas.
Esto me valió innumerables amigos, de esos que pululan alrededor de chicas como yo, pero lo cierto es que mi vida era diferente, era tímida y bastante introvertida, solo vendía un personaje para quien quisiera comprarlo.
La naturaleza había sido bondadosa conmigo, de pequeña estatura, no llego al metro sesenta, tirando a delgada, pechos normales y cola grande, que resalta por el tema de mi poca altura, cabello castaño que tiño a pelirrojo, corto, no llega a mis hombros, ojos rasgados negros, cara ovalada y labios carnosos.
Nicanor era mi quinta pareja formal, si bien había tenido algunos novios de no mucha importancia, a los veinticinco empezaba con este caballero un nuevo intento por formar esa familia que tanto anhelaba.
Mis relaciones estables no duraban mucho, nunca sabía que era lo que no funcionaba, pero algo había. Yo creo que solo me acostumbraba a los hombres, a su compañía, era grato, disfrutaba y me encariñaba con ellos, pero amor, lo que se dice amor, creo que nunca me había enamorado realmente.
Tal vez por ello los únicos orgasmos que experimentaba eran aquellos que obtenía por autosatisfacción, el sexo era bueno, sí, no lo niego, pero siempre faltaba algo…
Nicanor era un buen tipo, creo que el sí estaba enamorado de mí, pero a pesar de eso mi instinto femenino descubriría en él un oculto mujeriego, él lo sabía, yo lo sabía, solo jugábamos a que él no lo era y yo pecaba de ingenua.
En realidad, tampoco me importaba mucho, como dije, no lo amaba realmente, por lo tanto, su accionar no llegaba a herirme. El trabajaba en la embajada, tenía muchos contactos, más con el tema que se encargaba de intercambios culturales.
Siempre me hablaba de una tal Guadalupe, una morena que según contaba era de Panamá, que la describía como muy bonita y siempre bromeaba acerca de invitarla a nuestra cama, yo sabía que en realidad sus bromas buscaban ver mi reacción, y además pensaba que esa mujer era una de sus aventuras y que le terma de la embajada era la forma que había encontrado para tapar sus engaños.
Como sea, y para no andar con vueltas, Nicanor se las arregló para que Guadalupe y yo nos conociéramos, realmente me impactó esa joven, a primera vista me recordó a la famosa tenista Serena Williams, era un tractor!, esa contextura maciza, colas, piernas, pechos, su piel morena y su abundante cabellera de largos bucles, y ese acento encantador que tienen los centros americanos al hablar.
Luego de cenar, mi pareja se mostraba ansiosa por saber si terminaríamos los tres en la cama, y lo cierto es que la morena me había caído demasiado bien, habíamos establecido contacto, y no me importaba que fuera una chica de intercambio cultural, una amante de Nicanor o una prostituta paga, lo cierto era que estaba dispuesta a tomar la oportunidad que se me presentaba…
Me levanté para ir a buscar unos licores para la sobre mesa, cuando volví al comedor principal Guadalupe estaba demasiado cerca de Nicanor, con una mano sobre su pierna, mientras el acariciaba los bucles y le hablaba en vos baja, casi susurrando en medio de risas cómplices.
Dejé las dos botellas y los pequeños vasos que traía sobre la mesa para ir a sentarme a las espaldas de Guadalupe y susurrarle al oído
Querés besarlo? Tienes mi permiso
Y mientras decía esto empujaba sutilmente su espalda contra la de Nicanor, ella fue a su encuentro mientras yo observaba la escena, mi mano casi inconscientemente se había apoyado sobre la parte del muslo que no cubría su falda.
Pasaron unos minutos, Guadalupe giraría entonces hacia mi posición y sin mediar palabra me tomó con fuerza para juntar sus labios con los míos y enterrar su lengua en mi boca. Recuerdo que me puse roja de vergüenza ante lo imprevisto de la situación, una parte de mi quería apartarla, pero otra parte disfrutaba de sus gruesos labios, de sus manos sosteniendo mi piel, me dejé llevar, jugué con mi propia lengua sobre la suya, sentía la tibieza de su saliva en mi boca.
Mis pezones se habían erizado, mi sangre aumentaba de temperatura, no podía entender que sucedía en mi interior. Abrí los ojos y el ver el rostro de la morena pegado al mío me hizo volver a la realidad y separarla casi de golpe
Guau!
Fue todo lo que pude exclamar mientras mi mano se apoyaba en mi pecho sintiendo como respiraba agitada por lo inesperado de la situación.
Nicanor nos tomó a ambas una con cada mano y nos condujo al dormitorio, comenzamos a desnudarnos y no podía sacar los ojos de esa mujer, atraída por su oscura piel, que lucía maciza como piedra, sus enormes pechos, su culo gigante y por cierto su vagina totalmente rasurada.
Mi pareja vino a mi encuentro a besarme, me perdí entre sus brazos, en su pecho, en su altura, en su cabello, en su ser, pero sentir la piel de Guadalupe que se pegaba a mi espalda, sus pachos apoyarme, sus labios besar mi cuello, sus manos recorrer mis nalgas, me paralizaron, helaron mi sangre.
Me repuse y fui por todo, ahora yo giraba hacia ella tomando la iniciativa para besarla profundamente, apasionadamente, recorriendo su cuerpo con mis manos, sus tetas eran enormes, acariciamos dulcemente unas contra otras, pezones contra pezones, tomé sus caderas que eran más anchas de lo que puedan imaginar, tenía unas ancas preciosas, como pidiendo permiso deslicé mi mano cerca de su concha, pero no me animé a más, aunque ella suspiró deseándolo.
La morena y yo nos fundíamos en una, nos matábamos a besos, como dos gatas, mientras adivinaba la presencia de Nicanor a nuestro costado, enloquecido e incrédulo por lo que estaba viendo.
Pronto me había olvidado de él y comenzaba a disfrutar cosas nuevas, cosas que nunca había sacado de mi interior, la empujé haciéndola recular sin separar nuestros labios hasta hacerla caer sobre el colchón. Mi piel se erizaba ante sensaciones que nunca antes había experimentado…
La verga dura y caliente se interpuso de repente entre nuestros labios, ella comenzó a besársela por abajo desde sus bolas, yo por arriba, era muy excitante ye que nosotras tratábamos de besarnos mientras él se interponía en el camino, Nicanor estaba visiblemente caliente sintiendo como dos mujeres le comíamos la verga al mismo tiempo, yo me las ingeniaba para lamer su rosado glande y también para saborear los gruesos labios de la morena.
Entre las dos le pegábamos una terrible chupada, excitante, caliente, su cabeza lucía hermosa, brillante, ardiente, nuestras lenguas recorrían al unísono toda esa carne masculina, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba.
Guadalupe tomó un descanso, mirando como yo sola le chupaba el miembro, pasados unos minutos fui yo quien le metí la pija en la boca y disfruté observando como ella lo hacía, cambiamos así una de veces, hasta que al final la dejé solo a ella lamiéndole la verga a mi hombre, yo quería explorar otras cosas…
De pronto me encontré besando su cuello, su pecho, para perderme entre sus tetas, que grandes eran! Necesitaba ambas manos para contener una sola, empecé por tomar una dejando un hueco entre mis dedos pulgares e índices, por donde escapaba su sugerente pezón, dejé mi aliento en él, luego mi saliva, luego mi beso, luego mi mordida tenue, luego lo comí como desesperada, como caníbal, fui a su otra teta, repetí la operación, enterré mi cabeza al medio, eran suaves pero duras a la vez, ella seguía chupándole la verga, pero se empezaba a excitar por mi estimulación, no lo dudé, llevé dos dedos entre sus piernas, para enterrarlos en su concha, estaba húmeda y calentita, acaricié su delicada piel interior, la masturbé como yo me masturbaba, apoyando la palma de la mano sobre el clítoris, respondió gimiendo como una chiquilla, abriendo sus piernas, entregándose a mi…
Dejé sus pechos para ir más abajo, me puse en cuatro patas, con mi cabeza entre sus piernas, contemplé su intimidad afeitada, su piel negra y su concha roja como una sandía, acaricié la suave piel de sus abultados labios, sentí un irrefrenable deseo de besarlos, de probar su sabor a mujer, cerré los ojos y me dejé llevar, como el agua del río se deja llevar por la corriente, era mi primer contacto, me sentí rara, confundida, el calor de su clítoris entre mis labios, su sabor a hembra caliente, me descubrí excitada lamiendo su concha, llevé mi mano a mi propia entrepierna y me masturbé al mismo tiempo.
Fueron minutos gloriosos, cada tanto abría mis ojos solo para ver como ella seguía chupándole la pija a Nicanor para volver a lo mío, a seguir con mi lamida y con mí propio placer, la situación era que sentía que su temperatura aumentaba, que se acabaría en mi boca y eso hacía que yo también me calentara y que sintiera que yo también estaba llegando…
La locura llegó a tal punto que sus gemidos y contracciones hacían que me enloqueciera, lamentablemente para ella fui yo que empecé a acabarme de tal manera que me hicieran perder el control y no pudiera mantener el ritmo sobre la chupada que le estaba pegando, por Dios! Jamás había tenido un orgasmo semejante, esto encendería una lámpara en mi mente…
Lo que siguió solo fue relleno para mí…
Avancé nuevamente sobre el cuerpo de Guadalupe, ella dejó la pija de Nicanor para abrazarnos y besarnos, el, fue tras nosotras para sorprendernos por detrás, sentí meterse su pija en lo profundo de mi ser, empezó a cogerme mientras ella acariciaba mi rostro y disfrutaba mis gemidos, luego fue el turno de la morena, no imaginan mis sentimientos al ver su boca entreabierta, sus ojos cerrados, sentir sus quejidos, su pecho inflamarse bajo el mío, me mojaba con el cuadro, disfrutando cuando mi pareja la cogía, otra vez volvía a mí, y otra vez a ella…
Hicimos demasiadas cosas, demasiadas piruetas, demasiadas locuras…
Recuerdo haberle insinuado a Guadalupe que me comiera la concha, pero me respondió que ella no hacía esas cosas…
Fue entonces cuando Nicanor se enterró entre mis piernas para comerme y la morena literalmente se sentó sobre mi cara para que terminara lo que había empezado, metiendo su raja en mi boca, presionaba tanto que parecía asfixiarme, mis manos apretaban sus fuertes muslos, mi lengua recorría sus labios, su argolla y hasta su esfínter, a propósito, parecía tan suave y delicado que no pude evitar la tentación de acariciarlo, ella solo me dejaba hacer, ensalivé mi dedo e introduje una falange en él, me parecía raro y delicioso.
A todo esto, mi pareja estaba cogiéndome nuevamente y ellos se besaban, formando un triángulo perfecto.
Por último, Nicanor vino a mi lado para empezar a coger a la negra, ante mis ojos tenía el primer plano de su pija entrando y saliendo y yo me daba el gusto de lamer ambos genitales al mismo tiempo, arrancando por la concha jugosa, por su clítoris, pasando mi lengua hasta recorrer la pija que entraba y salía para terminar en sus testículos. Mi pareja, cada tanto sacaba la verga de la concha y la enterraba en mi boca, era exquisito poder lamerla sintiéndola impregnada en los flujos de nuestra amiga.
Todo terminó cuando entre gritos y jadeos Nicanor le rebalsó la raja de leche para meter en mi boca su pene un tanto flácido, para que limpiara los restos de semen. Guadalupe me dejó que metiera mi lengua en su hueco y disfrutara del sabor de la mezcla de sexos…
Los días pasaron, nunca más volví a ver a Guadalupe, como dije al principio, por más que indagué a Nicanor jamás me confesó si era una chica de intercambio cultural, una amante o una prostituta paga, pero ella había sido la chispa que encendería mi llama.
Conocí otras mujeres a espaldas de mi pareja, al tiempo él se había transformado en una carga para mí, por lo que decidimos seguir nuestros caminos en forma separada, ahora yo tenía otros intereses por delante…
Si te gustó esta historia puedes escribirme con título ‘DESCUBRIENDOME’ a dulces.placeres@live.com
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No te vas a arrepentir!
DESCUBRIENDOME
Me conocí a mí misma casi por casualidad, porque hasta mi cuarto de siglo pensé que era una mujer normal, como la mayoría.
Siempre fui de clase media, afecta a la familia, respetuosa con mis sentimientos, y con los de aquellos que le tocaron compartir mi intimidad.
No soy de esas de andar haciendo cosas a escondidas, siempre había creído en el respeto, la fidelidad y mis objetivos de vida no iban mucho más lejos a conseguir un buen hombre y tener varios hijos.
Si bien mi nombre es Romina, todos me dicen Rumi, así me llamaba mi hermana menor cuando era pequeña y no podía pronunciar mi nombre, y con ese nombre me identifico en las redes sociales.
Recuerdo que con mucha soltura, y tal vez pecado de mujer que se sabe demasiado bonita disfrutaba subiendo fotos osadas y sexis a mi perfil de facebook, explotando mis atributos con ropa provocativa, o en traje de baño y hasta en lencería, hoy me avergüenzo con solo recordar esa foto artística totalmente desnuda, ocultando discretamente mis partes pudorosas.
Esto me valió innumerables amigos, de esos que pululan alrededor de chicas como yo, pero lo cierto es que mi vida era diferente, era tímida y bastante introvertida, solo vendía un personaje para quien quisiera comprarlo.
La naturaleza había sido bondadosa conmigo, de pequeña estatura, no llego al metro sesenta, tirando a delgada, pechos normales y cola grande, que resalta por el tema de mi poca altura, cabello castaño que tiño a pelirrojo, corto, no llega a mis hombros, ojos rasgados negros, cara ovalada y labios carnosos.
Nicanor era mi quinta pareja formal, si bien había tenido algunos novios de no mucha importancia, a los veinticinco empezaba con este caballero un nuevo intento por formar esa familia que tanto anhelaba.
Mis relaciones estables no duraban mucho, nunca sabía que era lo que no funcionaba, pero algo había. Yo creo que solo me acostumbraba a los hombres, a su compañía, era grato, disfrutaba y me encariñaba con ellos, pero amor, lo que se dice amor, creo que nunca me había enamorado realmente.
Tal vez por ello los únicos orgasmos que experimentaba eran aquellos que obtenía por autosatisfacción, el sexo era bueno, sí, no lo niego, pero siempre faltaba algo…
Nicanor era un buen tipo, creo que el sí estaba enamorado de mí, pero a pesar de eso mi instinto femenino descubriría en él un oculto mujeriego, él lo sabía, yo lo sabía, solo jugábamos a que él no lo era y yo pecaba de ingenua.
En realidad, tampoco me importaba mucho, como dije, no lo amaba realmente, por lo tanto, su accionar no llegaba a herirme. El trabajaba en la embajada, tenía muchos contactos, más con el tema que se encargaba de intercambios culturales.
Siempre me hablaba de una tal Guadalupe, una morena que según contaba era de Panamá, que la describía como muy bonita y siempre bromeaba acerca de invitarla a nuestra cama, yo sabía que en realidad sus bromas buscaban ver mi reacción, y además pensaba que esa mujer era una de sus aventuras y que le terma de la embajada era la forma que había encontrado para tapar sus engaños.
Como sea, y para no andar con vueltas, Nicanor se las arregló para que Guadalupe y yo nos conociéramos, realmente me impactó esa joven, a primera vista me recordó a la famosa tenista Serena Williams, era un tractor!, esa contextura maciza, colas, piernas, pechos, su piel morena y su abundante cabellera de largos bucles, y ese acento encantador que tienen los centros americanos al hablar.
Luego de cenar, mi pareja se mostraba ansiosa por saber si terminaríamos los tres en la cama, y lo cierto es que la morena me había caído demasiado bien, habíamos establecido contacto, y no me importaba que fuera una chica de intercambio cultural, una amante de Nicanor o una prostituta paga, lo cierto era que estaba dispuesta a tomar la oportunidad que se me presentaba…
Me levanté para ir a buscar unos licores para la sobre mesa, cuando volví al comedor principal Guadalupe estaba demasiado cerca de Nicanor, con una mano sobre su pierna, mientras el acariciaba los bucles y le hablaba en vos baja, casi susurrando en medio de risas cómplices.
Dejé las dos botellas y los pequeños vasos que traía sobre la mesa para ir a sentarme a las espaldas de Guadalupe y susurrarle al oído
Querés besarlo? Tienes mi permiso
Y mientras decía esto empujaba sutilmente su espalda contra la de Nicanor, ella fue a su encuentro mientras yo observaba la escena, mi mano casi inconscientemente se había apoyado sobre la parte del muslo que no cubría su falda.
Pasaron unos minutos, Guadalupe giraría entonces hacia mi posición y sin mediar palabra me tomó con fuerza para juntar sus labios con los míos y enterrar su lengua en mi boca. Recuerdo que me puse roja de vergüenza ante lo imprevisto de la situación, una parte de mi quería apartarla, pero otra parte disfrutaba de sus gruesos labios, de sus manos sosteniendo mi piel, me dejé llevar, jugué con mi propia lengua sobre la suya, sentía la tibieza de su saliva en mi boca.
Mis pezones se habían erizado, mi sangre aumentaba de temperatura, no podía entender que sucedía en mi interior. Abrí los ojos y el ver el rostro de la morena pegado al mío me hizo volver a la realidad y separarla casi de golpe
Guau!
Fue todo lo que pude exclamar mientras mi mano se apoyaba en mi pecho sintiendo como respiraba agitada por lo inesperado de la situación.
Nicanor nos tomó a ambas una con cada mano y nos condujo al dormitorio, comenzamos a desnudarnos y no podía sacar los ojos de esa mujer, atraída por su oscura piel, que lucía maciza como piedra, sus enormes pechos, su culo gigante y por cierto su vagina totalmente rasurada.
Mi pareja vino a mi encuentro a besarme, me perdí entre sus brazos, en su pecho, en su altura, en su cabello, en su ser, pero sentir la piel de Guadalupe que se pegaba a mi espalda, sus pachos apoyarme, sus labios besar mi cuello, sus manos recorrer mis nalgas, me paralizaron, helaron mi sangre.
Me repuse y fui por todo, ahora yo giraba hacia ella tomando la iniciativa para besarla profundamente, apasionadamente, recorriendo su cuerpo con mis manos, sus tetas eran enormes, acariciamos dulcemente unas contra otras, pezones contra pezones, tomé sus caderas que eran más anchas de lo que puedan imaginar, tenía unas ancas preciosas, como pidiendo permiso deslicé mi mano cerca de su concha, pero no me animé a más, aunque ella suspiró deseándolo.
La morena y yo nos fundíamos en una, nos matábamos a besos, como dos gatas, mientras adivinaba la presencia de Nicanor a nuestro costado, enloquecido e incrédulo por lo que estaba viendo.
Pronto me había olvidado de él y comenzaba a disfrutar cosas nuevas, cosas que nunca había sacado de mi interior, la empujé haciéndola recular sin separar nuestros labios hasta hacerla caer sobre el colchón. Mi piel se erizaba ante sensaciones que nunca antes había experimentado…
La verga dura y caliente se interpuso de repente entre nuestros labios, ella comenzó a besársela por abajo desde sus bolas, yo por arriba, era muy excitante ye que nosotras tratábamos de besarnos mientras él se interponía en el camino, Nicanor estaba visiblemente caliente sintiendo como dos mujeres le comíamos la verga al mismo tiempo, yo me las ingeniaba para lamer su rosado glande y también para saborear los gruesos labios de la morena.
Entre las dos le pegábamos una terrible chupada, excitante, caliente, su cabeza lucía hermosa, brillante, ardiente, nuestras lenguas recorrían al unísono toda esa carne masculina, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba.
Guadalupe tomó un descanso, mirando como yo sola le chupaba el miembro, pasados unos minutos fui yo quien le metí la pija en la boca y disfruté observando como ella lo hacía, cambiamos así una de veces, hasta que al final la dejé solo a ella lamiéndole la verga a mi hombre, yo quería explorar otras cosas…
De pronto me encontré besando su cuello, su pecho, para perderme entre sus tetas, que grandes eran! Necesitaba ambas manos para contener una sola, empecé por tomar una dejando un hueco entre mis dedos pulgares e índices, por donde escapaba su sugerente pezón, dejé mi aliento en él, luego mi saliva, luego mi beso, luego mi mordida tenue, luego lo comí como desesperada, como caníbal, fui a su otra teta, repetí la operación, enterré mi cabeza al medio, eran suaves pero duras a la vez, ella seguía chupándole la verga, pero se empezaba a excitar por mi estimulación, no lo dudé, llevé dos dedos entre sus piernas, para enterrarlos en su concha, estaba húmeda y calentita, acaricié su delicada piel interior, la masturbé como yo me masturbaba, apoyando la palma de la mano sobre el clítoris, respondió gimiendo como una chiquilla, abriendo sus piernas, entregándose a mi…
Dejé sus pechos para ir más abajo, me puse en cuatro patas, con mi cabeza entre sus piernas, contemplé su intimidad afeitada, su piel negra y su concha roja como una sandía, acaricié la suave piel de sus abultados labios, sentí un irrefrenable deseo de besarlos, de probar su sabor a mujer, cerré los ojos y me dejé llevar, como el agua del río se deja llevar por la corriente, era mi primer contacto, me sentí rara, confundida, el calor de su clítoris entre mis labios, su sabor a hembra caliente, me descubrí excitada lamiendo su concha, llevé mi mano a mi propia entrepierna y me masturbé al mismo tiempo.
Fueron minutos gloriosos, cada tanto abría mis ojos solo para ver como ella seguía chupándole la pija a Nicanor para volver a lo mío, a seguir con mi lamida y con mí propio placer, la situación era que sentía que su temperatura aumentaba, que se acabaría en mi boca y eso hacía que yo también me calentara y que sintiera que yo también estaba llegando…
La locura llegó a tal punto que sus gemidos y contracciones hacían que me enloqueciera, lamentablemente para ella fui yo que empecé a acabarme de tal manera que me hicieran perder el control y no pudiera mantener el ritmo sobre la chupada que le estaba pegando, por Dios! Jamás había tenido un orgasmo semejante, esto encendería una lámpara en mi mente…
Lo que siguió solo fue relleno para mí…
Avancé nuevamente sobre el cuerpo de Guadalupe, ella dejó la pija de Nicanor para abrazarnos y besarnos, el, fue tras nosotras para sorprendernos por detrás, sentí meterse su pija en lo profundo de mi ser, empezó a cogerme mientras ella acariciaba mi rostro y disfrutaba mis gemidos, luego fue el turno de la morena, no imaginan mis sentimientos al ver su boca entreabierta, sus ojos cerrados, sentir sus quejidos, su pecho inflamarse bajo el mío, me mojaba con el cuadro, disfrutando cuando mi pareja la cogía, otra vez volvía a mí, y otra vez a ella…
Hicimos demasiadas cosas, demasiadas piruetas, demasiadas locuras…
Recuerdo haberle insinuado a Guadalupe que me comiera la concha, pero me respondió que ella no hacía esas cosas…
Fue entonces cuando Nicanor se enterró entre mis piernas para comerme y la morena literalmente se sentó sobre mi cara para que terminara lo que había empezado, metiendo su raja en mi boca, presionaba tanto que parecía asfixiarme, mis manos apretaban sus fuertes muslos, mi lengua recorría sus labios, su argolla y hasta su esfínter, a propósito, parecía tan suave y delicado que no pude evitar la tentación de acariciarlo, ella solo me dejaba hacer, ensalivé mi dedo e introduje una falange en él, me parecía raro y delicioso.
A todo esto, mi pareja estaba cogiéndome nuevamente y ellos se besaban, formando un triángulo perfecto.
Por último, Nicanor vino a mi lado para empezar a coger a la negra, ante mis ojos tenía el primer plano de su pija entrando y saliendo y yo me daba el gusto de lamer ambos genitales al mismo tiempo, arrancando por la concha jugosa, por su clítoris, pasando mi lengua hasta recorrer la pija que entraba y salía para terminar en sus testículos. Mi pareja, cada tanto sacaba la verga de la concha y la enterraba en mi boca, era exquisito poder lamerla sintiéndola impregnada en los flujos de nuestra amiga.
Todo terminó cuando entre gritos y jadeos Nicanor le rebalsó la raja de leche para meter en mi boca su pene un tanto flácido, para que limpiara los restos de semen. Guadalupe me dejó que metiera mi lengua en su hueco y disfrutara del sabor de la mezcla de sexos…
Los días pasaron, nunca más volví a ver a Guadalupe, como dije al principio, por más que indagué a Nicanor jamás me confesó si era una chica de intercambio cultural, una amante o una prostituta paga, pero ella había sido la chispa que encendería mi llama.
Conocí otras mujeres a espaldas de mi pareja, al tiempo él se había transformado en una carga para mí, por lo que decidimos seguir nuestros caminos en forma separada, ahora yo tenía otros intereses por delante…
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