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El sueño del pibe en una fiesta

Hola amigos, les traigo una historia 100% real como son todos los relatos que les comparto. Algunos ya saben que soy casado, tengo una vida de pareja satisfactoria, pero me gusta mucho tener sexo afuera de mi casa.
En esta ocasión, esto que les voy a contar pasó en el mes de enero de 2021.
Hace unos años ya, dejé la ciudad en la que vivía y volví a vivir al pueblo en el que me crie. Las oportunidades para poder cometer alguna fechoría, se me limitaron mucho, teniendo en cuenta que es una localidad muy pequeña, donde literalmente nos conocemos todos, y la idea es poder coger rico sin que mi esposa caiga en la indignidad de los cuernos ante la vista de la comunidad, dado que también por su profesión se encuentra expuesta, y principalmente como la amo no quiero lastimarla.
Volviendo al punto de partida, les cuento que en esa suerte de reinserción a la vida social de la comunidad, participo activamente en algunas instituciones. En una de ellas, el club social y deportivo local, necesitaba alguien que se hiciera cargo del bufet. Entre varios postulantes, un grupo oferente salió favorecido con la concesión, y bueno ahí conocí también a otra mujer con la que últimamente estoy teniendo un súper sexo que quedará para un próximo relato.
En el día de la reinauguración del bufet, todo fue un éxito. La gente acompaño, la noche de enero se prestaba para estar tomando algo y compartiendo con amigos al aire libre. Pero como todo tiene un final, yo creía que cuando las luces del club se iban apagando y la gente se retiraba, esa noche iba a terminar. Pero no, me equivoqué. Mientras estaba conversando con un amigo en la vereda, y creía que se habían ido todos, me encuentro con la grata sorpresa que dos conocidas guerreras locales del amor, se nos acercan y empezamos a conversar. Yo estaba con otra cosa en la cabeza y no agarré la onda al toque, pero como me estaba divirtiendo con la charla, gracias a dios me quedé. Con el club cerrado, ellas proponen ir a un negocio a dos cuadras a comprar unas latas de cerveza. Evidentemente, estaban a punto caramelo y querían seguir la cosa, ahí se me prende la lamparita, me di cuenta como venía la mano y me empecé a entusiasmar. Dejo mi auto en offside mal en la puerta del club. Fue mi único cabo suelto de la noche, es importado y el único de ese tipo que hay. Todo el que pasaba iba a saber que estaba yo por ahí cerca. Pero bueno, la cosa es que cerca no iba a estar. No hubo más que pensar, nos subimos al auto de mi amigo, compramos cervezas y cigarrillos en el kiosco, y enfilamos para la casa del campo de mi compañero de aventuras.
En el auto nos dividimos. Yo iba en el asiento de atrás con una de las chicas. En un primer momento estaba nervioso, debo reconocerlo, porque la situación me resultó inesperada, sabía lo que venía, y nunca había estado en una sesión de sexo grupal. Pero por otro lado, la mujer que me tocaba a mi es re piola. La conocía de hace tiempo, teníamos conversaciones triviales de muy buen tono, y por sobre todo me la quise coger desde toda la vida. Cuando era apenas un pibito, íbamos al natatorio del club en la década del ´90, y ella ya era una adolescente y estaba ahí con una tanga de animal print y un tatuaje de un unicornio en su nalga izquierda.
En esa época, en un pueblo como el nuestro, por poco era una actriz porno. Imagínense que de chico me hacia la paja después de verla, y esa noche la tenía sentada al lado mío, y los dos con ganas de cogernos. De hecho, eso me tranquilizó y me fui relajando. Saqué el tema del tatuaje del unicornio, y mi amigo se acordó también, y ahí nomas le pregunto si no se le había borrado con estos años. (Aclaro que yo todavia no llego a los cuarenta y ella no debe superar los 45). Ahí cagándose de risa, me dice que no sabe y que me fije. A todo esto ya tenía la mano por abajo de su vestido y empezamos a comernos la boca de una manera fenomenal.
Soy medio tranquilo, pero cuando me caliento, me pongo loquito, y en ese momento estaba que volaba. Llegamos al campo, y en la tranquera quedamos, mi amigo se olvidó la llave y no daba para volver y buscarla. La casa estaría a unos 300 metros del camino así que a saltarla y caminar. En ese momento, empieza lo lindo de la noche. Yo estaba a mil y mi amigo más tranqui, por eso se dio como que tuve que ponerle onda al asunto.
De movida cuando la que me tocaba a mi tenía que saltar la tranquera, le digo vení que te ayudo, y ahí nomas ella arriba de la tranquera y yo a flor de suelo, empecé a meter la cabeza abajo del vestido y a besarle las nalgas, y mansita se quedó para una buena lamida de nalgas y jugueteo. Al toque le toca el turno de saltar la tranquera a la otra dama. Le vuelvo a hacer el mismo yeite, y esta vez ella no fue tan amable. No quería que se yo quien le ponga las manos y la boca encima, así que fue apenas un poco de manoseo una mordidita en cada nalga, la risa de todos y ya estábamos adentro de la chacra.
Hago un paréntesis para contar como venian de lomo nuestras chicas. La que le tocaba a mi amigo, era la mas joven, unos 29 años, y es muy muy voluptuosa. Muchas tetas, una cintura formada pero maciza y una cola bien generosa. De cara aprueba. Yo mucho interés en ella no tenia, porque hace años la había cogido y no era de las más fogosas, pero bueno, si me tocaba entrarle, le iba a entrar. La que me tocó a mí, le dicen "la tía" y la verdad que está buena. Como ya dije tiene unos 45 años, llevados con bastante recorrido, pero está muy bien físicamente. Está flaquita, una colita bien redonda, pechos chiquitos pero lindos, cintura y panza bien chatitas. Pero por sobre todo, tiene una cara con mucha actitud. Siempre ojos delineados y flequillos rolinga. Nada puede salir mal de algo así.
Ya camino a la casa, en esos trescientos metros me puse de novio. Íbamos de la manito, abrazados, parábamos a darnos besos, nos manoseábamos, una cosa hermosa. Cuando llegamos a la casa, los otros dos que se habían adelantado, ya estaban chapando.
Al no tener llave, nos quedamos en la galería que había una mesa de piedra, y ahí tomamos unas birras, nos fumamos un porrito, y empezó la joda. Yo ya estaba desinhibido y mi compañera también. Empezamos a los besos fuertes y cochinos. La tía tomaba cerveza y me la pasaba a mi boca, imagínense. Nuestros compañeros nos miraban, y la que le tocaba a mi amigo, no estaba encendida al cien por ciento. Como que quería más intimidad. Nosotros ya nos estábamos desnudando y empezábamos a tocarnos, besarnos, chuparnos.
Cuando quise acordar, habíamos quedado solos y perdimos de vista a la restante pareja. Ahí la veo a ella sin su vestido y un conjunto de lencería color uva. Contrastaba bastante con su piel bronceada. Me costó poco lograr una erección, y ella al percibirlo sin más rodeos, empezó a chuparme la pija de una forma bestialmente dulce. Una cadencia entre suave y enérgica, difícil de describir, pero que denotaba una maestría sin igual. Por su parte yo quería probar el sabor de su cuerpo y la hago arrodillar sobre un banco y que apoye su torso sobre la mesa, quedando así en una posición donde me ofrecía su ojete a mi merced. Le saco suavemente la bombacha, así veo como se desliza el elástico guiado por mis manos alrededor de sus caderas, mientras que la tirita central quedaba adherida a su ano y entre pierna. Eso me vuelve loco. Cuando termino de llevar la bombachita a sus rodillas, se me presenta ante mis ojos el agujerito de su culo, que no pude evitar lamer en un primer momento, para luego bajar sin despegar mis labios y mi lengua de su piel, hasta llegar a su concha y saborearla como tanto deseaba.
Estaba cumpliendo el antiguo deseo de poder estar con esa mujer que me había inspirado las pajas adolescentes de hace 25 años atrás. No sé si en palabras logro describir la sensación de ese momento, pero créanme que estaba en el cielo. No sabía si soñaba o estaba pasando. El momento de mayor placer que tuve, fue cuando me incorporo, y con mi pija totalmente dura, la agarro de atrás y la apoyo en la puerta de entrada de su concha. Ella estaba caliente, y me pide por favor que se la ponga. Empecé a empujar, y sentía cada milímetro de mi verga entrando y que era abrazada por cada milímetro de su concha. Seguramente lo que sentía se comparaba a la sensación de logro de un montañista que alcanzaba la cima del Aconcagua. En ese momento empecé un frenético meter y sacar que me acuerdo y me dan ganas de revivirlo.
En el medio de ese polvo, nos calentaba mucho el hecho de estar cogiéndonos, ya que ella me confesó que hacia un par de años que me quería coger; y yo no podía creer el momento que estaba viviendo. Por eso, y dado que nos habíamos quedado solos, decidimos ir a buscar a nuestros dos compañeros de fiesta.
Para los que conocen un campo, sabrán que muchas veces los tanques australianos son usados como piletas. Pues ahí estaban los otros dos, que todavía no estaban en nuestro punto de calentura y estaban en tareas de arranque. Viendo eso, y creo que se dio la conexión de dos morbosos degenerados, nos metimos a la pileta y empezamos a coger delante de los otros dos. Confieso que no soy un tipo salvajemente sexual, pero la situación me gustaba y me calentaba bastante.
Así fue que cogía a la tía apoyada contra el borde del tanque australiano y los otros dos empezaron a vernos. Ahí confieso que me sentí más viril que mi amigo y me daba más morbo. En ningún momento perdí la atención a mi compañera que me sorprendía no solo por el nivel de garche que tenía, sino por su onda. Era salvaje pero dulce, bien puta pero tierna. Se notaba que es una persona que sabe disfrutar del sexo, y es imposible no confundirse si la podes coger seguido. Muy pocas veces me pasó de tener esa conexión con alguien.
A todo esto, seguíamos cogiendo, disfrutando, y nuestros amigos salen de la pileta. Nosotros seguimos un ratito más, pero como hacia un poco de frio y estaba empezando a llover, nos fuimos a unos sillones debajo de un árbol.
Estando mojados y con la noche fresca, empezamos a sentir algo de frio, entonces nos sentamos abrazaditos cara a cara en el sillón, y continuamos con el polvo. Ella enhorquetada, moviendo la pelvis de adelante para atrás con mi pija inserta y dándonos bestiales besos de lengua, diciéndonos cosas y abrazándonos. Era hermoso.
En un momento siento que voy a acabar, y ella me pide de tomarse mi leche. Yo con la cabeza explotada le digo que sí. Salta de arriba mío y se agacha entre mis piernas y me empieza a petear. Con el cambio de posición mas el frio, perdí algo de erección, y ella me dice que no me haga problema que me quería chupar el culo.
Como los que siguen mis relatos, saben que he tenido relaciones siendo pasivo, me gustó la idea, y la dejé hacer. Empiezo a sentir como su boca iba de mi pija a mis huevos, y de mis huevos a mi ojete. Mientras me chupaba las bolas y el culo no dejaba de pajearme, y me volvía loco. Yo estaba en una posición que casi me caía del sillón pero trataba de estar cómodo y ofrecerme a ella, para que siguiera con lo suyo. En un momento, siento que el orgasmo comenzaba a venir, y le aviso. En eso, deja todo lo que hacía, y se dedica a tragarse mi pija de un solo golpe. Le di unos bombazos en la boca y largue una cantidad importante de leche que se tragó casi toda.
Los restos que quedaban en su boca, me los ofreció en un beso cálido, que se prolongó por unos minutos mientras ella acabó con una paja.
Nos vestimos, y fuimos en busca de nuestros amigos, a los que no encontrábamos por ningún lado. No nos quedó otra alternativa que caminar los 300 metros que nos separaban de la tranquera, y allí los encontramos en el auto, conversando, y sin haber podido concretar.
Volvimos a mi pueblo, fui a buscar mi auto, y me separé del grupo. Al otro día me encuentro con mi amigo, y me contó que al final fue a la casa de su pareja y pudo terminar con lo que había empezado en el campo.
Luego, sin pensarlo, nos surgió otra oportunidad parecida que queda para otro relato…

3 comentarios - El sueño del pibe en una fiesta

DnIncubus +1
Buenísimo el relato, ciertos puntos que no entendí, pero esta bien, sigue subiendo
qdavid +1
Muy buen relato bro¡¡¡ Saludos¡¡¡ 🍺🍺🍺