Los hermanos tienen algunas idas y vueltas, pero después de tantos encuentros y desencuentros, la sesión soñada por Gabriel comienza con un ingrediente impensado: la música. Cierta banda que escuchaban y ponían cuando hacían travesuras (para no ser oídos) va a hacer una aparición con sus letras para acompañar el momento.
Las fotografías que Gabriel saca son enseñadas de forma intercalada, así como alguna que otra sorpresa ocasional como si fuera fotonovela. Si en el capítulo anterior hice el foco en una película que vieron (me gusta contar historias dentro de la historia) para contar como empezó todo, en este se explora otro episodio del pasado, aunque decorado por la música. Cada vez nos acercamos más al punto de que no quedará piedra sin remover y solo restará contar el presente de estos dos hermanos.
La musa de esta historia es la ucraniana Alexandra Kroha, trabajo para diversas compañías como Met-Art, Teen Funs, 18 Only Girls o Fleexy Teens, bajo los seudónimos de Isabella Kalinka, Isabella A, Grace, Mary… nació en 1988, de 1, 65 mts de altura y 87, 64, 90 de medidas.
Cicatrices
Una vez que las luces se apagaron y nuestros cuerpos deseosos de sensaciones se juntaron bajo las sábanas, me dispuse a dormir envolviendo a mi propia hermana con mi cuerpo, haciendo una dulce cucharita contra la colita turgente de María José, que recibía mi brazo sobre ella con un beso en mi muñeca. Junto a su calor, encontraba una extraña sensación de sosiego que no encontraba con ninguna otra, ella a pesar de ser mi hermana parecía haber nacido con el encantamiento para aplacar a esa bestia lujuriosa en mi interior y a la vez, para despertarla.
Lo equivocado de mi accionar era proporcional al placer que me daba, como una adicción a lo prohibido o una debilidad por su encanto adolescente superior a cualquier moral o decencia que tuviera inculcadas.
Sin embargo, no estábamos solos y jugábamos con el fuego de la inquisición cada vez que dormíamos juntos.
- ¡Otra vez durmiendo con tu hermana borrego degenerado! – Mi madre con los primeros rayos del sol en el horizonte, me arrancó del paraíso con su irrupción sorpresa y a pesar de que estaba entrado en los veinte años, no le tembló el pulso para agitar su cinturón con hebillas cual amo de esclavos egipcio. Tenía una hebilla de cobre antigua pesada como herradura, la conocía muy bien y nunca la olvidaría.
- ¡Aahhh! ¡¿Qué pasa?! – Se asustó Majo, saltando hasta casi caer de la cama. Para mi poca fortuna, no tenía nada de la cintura para arriba y eso agravó la cólera de nuestra madre que notó que encima de dormir juntos haciendo cucharita, andaba con los pechitos en desarrollo al aire. En ese entonces tenía más pezón que otra cosa.
- ¡Por todos los cielos me lleva el infierno, estás enfermo, la desnudaste otra vez!
- ¡Me dijo que tuvo una pesadilla! ¡Solamente estábamos durmiendo! - Me excusé horrorizado ante sus ojos ígneos como sus cabellos, intentando esquivar el cinturonazo sin éxito, recibiendo el azote con la hebilla en toda la carne varias veces hasta que pude escapar de la habitación.
– ¡Yo te voy a dar pesadilla degenerado de mierda! ¡Vení para acá, que sea la última vez que dormís con tu hermana! – Me persiguió por todo el pasillo intentando azotarme hasta las escaleras, por las que, en mi atropello, tropecé y caí sin poder detenerme, de forma interminable hasta estrellarme. Las escaleras parecían alargarse e ir sumando escalones a medida que iba cayendo…
Ni bien me sorprendió el suelo de madera onírico, desperté sobresaltado abriendo los ojos en mi oscura habitación. Como si fuera un espectro capaz de viajar entre dimensiones a atormentarme en sueños, mi madre me azotó con una pesadilla que recriminaba en toda regla mi estilo de vida. A mi lado, Majo dormía como una reina en mi cama.
Sonriéndome por haberme salido con la mía, por fin, me apegué a mi hermana y acaricié su pancita chata y desnuda mientras apoyaba bien mi cuerpo contra el suyo, para dormir juntitos tras tanto tiempo. A diferencia del mío, su cuerpo no tenía cicatrices del castigo físico de mi madre. En cambio, esa hebilla demoníaca había dejado algunas marcas en mi cuerpo que conservaba, dos en la espalda, una en un flanco del torso, bajo la axila y una en mi nalga izquierda.
- Ni cien pesadillas me van a hacer negarme esto, hermanita… - Susurre besando su cuello repetidas veces.
- Mmmmnnn, déjame dormir Gabo… basta o me voy. – Me amenazó quejumbrosa cuando subí mi mano acariciando sus senos por sobre el pijama, aunque en vez de amagar a irse, empujo su cuerpo contra el mío para incrustarse aún más contra mí. Pude hundir mi nariz en sus cabellos y respirar el perfume de su pelo, tan exquisito.
- No tengo la culpa, si te volviste tan linda Majito. – Le susurré.
- Basta Gabo, dormite un ratito más.
Enternecido, confiando en mi reloj biológico cuyas agujas debían de señalar las 3 o las 4 de la mañana, le hice caso y para mi sorpresa, no me costó nada volver a conciliar el sueño. Aunque podía confiar en mi reloj biológico no podía confiar en mi erección biológica. Como 3 horas después estaba como tubería de plomo y para colmo, pegado a la pomposa cola de Majó.
- Bueno, no sería la primera vez que hago esto.
Con mi hermana aún dormida, la destape un poco para verle la voluminosa cola, aún bajo el pijama infantiloide y gastado se veía como un manjar. Con la delicadeza justa como para no despertarla se lo retiré para dejarla en ropa interior. Como había visto durante la sesión anterior, tenía nalgas deliciosas de gimnasta, duritas por dentro y con buena forma, me había dado cuenta de todas esas características durante la noche con mi apoyada casi continua.
Mi brazo izquierdo estaba casi entumecido pero el derecho listo para entrar en acción, y viendo ese precioso manjar familiar, comencé a toquetearme por sobre el calzoncillo. No era necesario mucho jugueteó ya tenía el rabo duro como cola de dinosaurio. Aun así, para morbosearme me estire para cazar mi celular y tomarle una foto a esas nalgas que me pedían a gritos las acciones más inmorales.
- Esta va directo al Onlyfans… por Dios que buen culo, como me gustaría verlo desnudito.
“Toc, toc, toc, toc, toc” Empecé la paja sin prisa ni pausa tras escupirme la mano, humedeciéndome el tronco venoso viendo a mi hermana realizar los primeros movimientos tras varios minutos de estar inmóvil. Algo me decía que se estaba dando cuenta de lo que pasaba.
Nunca me había masturbado antes con mi hermana dormida a mi lado, con ella despierta a mi lado había sido otra historia: dejar que me viera ajusticiar el ganso fue de nuestros primeros juegos eróticos. A la muy pícara le gustaba y esa mañana no era la excepción. Algo remolona, se fue dando vuelta toda despeinada y con el pijama pegado al cuerpo y arrugado como una hoja de cuaderno desecha.
- Te creció bastante.
No era una pregunta, lo notó a la primera tras quitarse el pelo de la cara y no hizo más que envalentonarme. Parecía que esa mañana ambos tiraríamos de la soga de perversión al mismo tiempo hasta romperla.
- Bueno, creo que desde la última vez que me la viste le quedaban dos o tres años más de estiramiento. – Dije sin dejar de cascármela frente a ella, destapándome bien para que la viera. La luz de la ventana la iluminaba al detalle, quizás mejor que nunca dado que antes siempre se la había mostrado con escasa luz.
- ¿Cuánto mide exactamente? – Me preguntó muy interesada.
- No recuerdo cuando fue la última vez que me la medí, eso de estar midiéndosela a cada rato es para inseguros.
- Pensé que ibas a decir que necesitabas cinta métrica o que no sabías contar millas.
- Dejale los chistes a Noe, amor.
- ¿Te la puedo medir? – Me preguntó provocándome un vuelco. Casi con el corazón parado asentí como esos perritos de juguete de los taxis. Majo se levantó y en ropa de dormir dejó mi habitación para buscar una regla. Aproveché su ausencia momentánea para bajarme bien el pantalón y sacarme la remera… mi corazón latía como el de un colibrí abeja con la sola idea de que mi hermana abandonara su posición de voyeurista.
- Veo que te pusiste cómodo. – Dijo observándome con el rabo todo erecto sin tocarlo.
- Tuve que parar o ya se me escapaban unas gotas. – Me excusé. - ¿Te me queres unir?
- No te ilusiones, quiero saber cuánto te mide, nada más.
María José se aproximó a mi gateando sobre la cama, llegando a tener mi pija a escasos centímetros de su rostro. Antes de que arrime la regla me di cuenta de que la tenía larga como para que no le entrara en la boca, era bastante grande para su rostro. Antes de empezar, me la miró sin perder detalle y dejó escapar una risita.
- ¿Qué esperas? Podes tocarla para medirla.
- No quiero tocarla, es demasiado atrevido.
- Está bien, te la acomodo y la medís. – Acepté sin presionarla, quería que todo se diera de forma natural, sin foguearla. Si Majo quería que pasara algo no sería por atosigarla, quería seducirla con todas mis armas, y el tamaño de mi miembro y mi cuerpo desnudo eran mi munición pesada.
- 17, no, 18 y medio. Está muy bien, me supongo. – Dictamino apoyando la regla desde la base de mi polla y viendo hasta dónde llegaba el glande inflamado. –Leí en una publicación de Facebook que el promedio de nuestro país es de 14 y medio, aunque ya sabes cómo son esas publicaciones de Facebook.
- Ni me creo superdotado ni creo que a alguna le parezca chica. – Expresé sin analizar la surreal situación de estar desnudo bajo mi hermana y está sosteniendo una regla escolar. –Si les parece chica o no la sienten deja de ser mi culpa, se supone que deben tener una vagina no un caldero de bruja.
Majo rio y por la distracción, se resbalo sobre mi pija quedando apresada entre mi vientre y su cuerpo.
- No lo es. No es ningún maní. – Me confirmó reincorporándose sin ningún pudor. – No soy experta, siempre te vi la tuya, y algunas en modelos y fotos de internet, me parece que está muy bien.
- Gracias, sos un amor. – Retomando la paja. - ¿Te importa si sigo? Es muy incómodo caminar con mi anaconda en vertical.
- Claro, tenés que poner a dormir a la bestia o te va a faltar sangre en el cerebro. – Me siguió la corriente con todo su encanto.
- No te burles de tu hermano menor, me refiero a Gabito Jr, es tan grande que tiene su propio DNI. Los doctores lo consideran casi un siamés.
- Con razón no viajamos nunca, hay que pagarle un pasaje aparte al monstruo del Lago Ness.
- Si me seguís haciendo reír no termino más. – Advertí sin dejar de acogotar el ganso sin plumas, teniéndolo arriba, tan cerca de mí que me daban ganas de frotarla contra ella dando un caderazo.
- Entonces voy a tener que darte una pequeña ayudita. – Para mi sorpresa, Majo se sacó el pijama soltando sus tetas, a las que devoré de inmediato con la mirada y se acostó a mi lado una vez más. – Nada de tocar o me voy, pervertido.
Era el 3er día consecutivo que veía sus tetas, sin dudad los viejos tiempos habían vuelto en toda su gloria y conociendo su carácter fuerte (aunque permisiva nunca iba más lejos de lo que quería) no iba a forzarla, era uno de los secretos para ser el pervertido del año, conformarse con migajas y valorarlas como banquetes, aunque sean tan solo migajas, sabiendo que el día de mañana obtendría más…
- Sabes que no soy un acosador, digo, puedo sacarte fotos desnuda, masturbarme frente a vos, decirte cochinadas todo el día, contarte cada cosa que sé del sexo… ¿Pero tocarte una teta? ¡No, eso es ir demasiado lejos!
- Dejame pensar, primero hacete la paja y después veo si te dejo tocar o no.
- Antes me dejabas. – Insistí sin darme cuenta de que podía estar rompiendo una de mis reglas de oro: no cargosear.
- Antes ni tenía tetas, pervertido de mier…
- Bueno, no falta mucho para que termine, ahora con esos pechos al aire me es imposible contenerme.
– La interrumpí antes de iniciar una rabieta. No dejaba de pasar mi mirada de sus ojos a sus pezones en punta. - ¿Te gusta ver a tu hermano mayor masturbándose? Sos toda una pervertida como yo, aunque no lo admitas…- Condimenté la situación para que me hablara y agravara mi excitación.
- Debo admitir que lo extrañaba, ver a mi hermano mayor con semejante… atributo, tocándose mientras me mira.
- ¿No te queres unir antes de que termine?
- No sé… por ahora no. – Exceptuando nuestros susurros, solo se escuchaba mi mano golpeteando mi ingle como si fuera un latido acelerado: “Toc, toc, toc, toc, toc…”
- ¿Y un besito para tu hermano no hay? No sería nada nuevo un lindo beso entre hermanos.
“Toc, toc, toc, toc, toc, toc, toc, toc, toc …” Mis latidos se sumaron al tamborileo de mi mano mientras mi dulce hermana se acomodaba alienando su boca a la mía y se estiraba para besarme.
No fue como los picos de buenas noches anteriores, aquel fue un auténtico beso, labio con labio, lengua con lengua, saliva con saliva, bien pegados y respirándonos mutuamente. Volví a saborearme con su boca como antaño y aunque no tenía ese saborcito a chocolatada me enloqueció el morbo de aquel beso, a tal punto de que casi largo todo bañándonos con mi lujuria.
Quería prolongar el beso, beso que ella también disfrutaba, dado que me exploraba con la misma intensidad con la que la exploraba a ella. A veces mi lengua se le metía y se enroscaba como víbora contra su lengua, a veces era la suya la que repetía la acción conmigo, debía ser una acción obscena de ver nuestro ósculo húmedo, no obstante, siempre lo habíamos hecho así, con mucho sentimiento al igual que los actores de esa película que tanto nos impactó hace años.
- Me vengo, me vengo, mmmhhh, uuh. – Gemí frotando mis labios contra los de ella, borracho con el perfume de nuestra saliva mezclada mientras eyaculaba con toda la potencia posible sobre mí mismo y en todas partes. Incluso sentí una gota gruesa y espesa caer pesada en un pectoral como si hubiera sido un proyectil y al semen escurrirse por entre mis dedos como magma emergiendo de una erupción volcánica dejándome la mano hábil a la miseria.
- Voy a tener que pedirte un favorcito. – Dije jadeando un poco, detectando los manchones blancos y semitrasparentes por todo mi cuerpo, sintiéndome muy sucio. Un chorro especialmente espeso había caído en mi ingle y parecía queso derretido de pizza. Lo lógico hubiera sido haber pasado directamente a la ducha, no obstante, tenía una mejor idea para estirar el momento.
Majo, sin necesidad de que le dijera de que se trataba el favor, se levantó y regresó con el rollo de servilletas de papel. – No te voy a limpiar, en eso tenes más experiencia. – Dijo arrojándome el rollo con una sonrisita de diablilla, quedándose a observarme como enmendaba mi propio enchastre.
- No tengo tanta experiencia como crees, siempre tuve dónde volcar mi… fruto de amor. – Expliqué tras usar como 3 servilletas y tirándolas al cesto de basura al lado de mi cama (errando el último). - ¿Me queda algo?
Para mi sorpresa lo levanto y antes de tirarlo al cesto como basquetbolista, lo olió con timidez.
Animándose a más que antes, me dio un veredicto rápido: - Que olorcito, es como a cloro y algo raro que sé que puede ser.
Majo se acercó (aun observándome con sus cuatro ojos, el par que tenía a los lados de la nariz y el par en el busto) y escudriñó mi cuerpo desnudo con mucha atención. Mi pene semiflácido, conservaba ánimos de más y mi hermana no podía dejar de mirarlo. Aunque no fue lo único que notó.
- Nunca supe porque te dejabas castigar por mama, si ya estabas grandecito como para atajarle el cinturón o defenderte. – Me sorprendió con su duda al ver una cicatriz en mis costillas, pequeña, con forma de herradura. – Me partía el alma verte recibir los golpazos y me sentía culpable.
- Muy simple. Porque sentía que me lo merecía, en cambio vos no merecías ningún castigo.
Majo me observó enternecida, girando un poco la cabeza como una cachorrita queriendo manipular a su amo.
- ¿Qué loco no? Ella quiso criar santos y le salieron demonios.
No podía estar más de acuerdo, ya sea que lo inicie yo o ella, siempre alguno de los dos invocaba esa lujuria febril que tanto nos caracterizaba y ahora, por primera vez podíamos desatar sin impedimentos. Mi hermana volvió a acostarse, no a mi lado, sino ligeramente sobre mi (con cuidado de no tocar mis partes pudendas) iniciando una segunda tanda de besos mañaneros, besándome de una manera muy golosa.
No había nadie que nos pueda ver, interrumpir ni castigar.
Hermana amante
Almorzamos más tarde de lo previsto por culpa de nuestra tanda de arrumacos que estiró la mañana hasta el punto de que me hizo agradecer que no tuviera empleo ni horarios. Aunque me saque las ganas de besarla a gusto, me quede con el deseo de ver sus deditos mágicos en acción o de una intervención suya más “directa”, no obstante, mientras cocinábamos no dejábamos de echar carbón a la locomotora desenfrenada.
- ¿Ya te tomaste algunas fotos para tenerlos entretenidos? Noe me mensajeó, dice que los suscriptores son como nenes de salita de 4, se aburren fácil. – Mencione abrazándola desde atrás, esta vez, sin malas intenciones, tan solo para apretujarle el esqueleto.
- ¿¡No ves que estoy cortando papas!? Vas a hacer que me corte un dedo. – Chilló sin ofrecer resistencia mientras la levantaba en el aire con mi abrazo de oso. – Y ya vi que me sacaste una foto del culo y la subiste sin mi permiso, muy atrevido de tu parte he. Ya me parecía que me había ido a dormir con pijama y no en bombacha.
- Creo que hice cosas peores. – Minimizando el conflicto. - Capaz si hoy sacamos varias fotos y con un desnudo completo se quedarían felices y podemos tomarnos unos días para descansar, además de que puede impulsar tu cuenta.
- ¿No estamos ya descansando bastante? Digo, te olvidas que estamos desempleados.
- Me refiero a dormir juntitos, amanecer juntitos y bien tarde. – Le susurré al oído. – Capaz en vez de mirar lo que hago quieras unirte.
Majo se dio vuelta aún abrazada a mí, enfrentando mi cuerpo y con cara de pocos amigos.
- Ya acepté esto de las fotos, volvimos a darnos besitos, a hacer nuestros juegos, no me pidas que pase de 1 a cien en un día hermanito, ya suficiente que me dejaste una bombacha toda enlechada. – Me replicó con mucha razón. – Además es como que te olvidas que somos hermanos, ni siquiera lo de hoy a la mañana debió haber pasado.
- Ah sí, los remordimientos post morbo, si habré tenido de esos episodios. – Seguí echando paños fríos a la cuestión. – No sé porque te resistís tanto si una vez que empiezo a gatillar la cámara o a incluirte en mis perversiones te encanta.
Mis manos abrazadas a su espalda la liberaron, para descender hacia sus nalgas, sabrosas al tacto. Bajo una capa blanda de pechuga se encontraban músculos flexibles y trabajados imposibles de ignorar.
- Sé que, así como te gustan mis besos, mis caricias y mis ideas te van a gustar todas las cosas que te haría, pendeja hermosa.
Con la excusa de que se quemaba la comida, se liberó de mi contacto cercano de tipo incestuoso.
- Repetí conmigo: S-O-M-O-S-H-E-R-M-A-N-O-S… somos hermanos. No jodas. – Finiquitó con una mirada de desaprobación que solía ver siempre que iba demasiado lejos. A pesar de saber que me marcaba el límite, decidí traspasarlo.
- ¿Qué importa eso Majito? Si nos llevamos tan bien y nos queremos tanto. – Le dije en un susurró viéndola a los ojos. – Créeme que intenté resistirlo lo más que pude hasta que el encierro me hizo maquinar de nuevo, creí por un tiempo que estas cosas eran parte del pasado, que podía ser una especie de ninfomanía masculina o algo así, esos deseos solamente estuvieron agazapados, esperando en mi interior para saltar al frente una vez más, tomando el control.
- Ya es suficiente con los besitos, los cariñitos y las fotos, no deberíamos llevarlo más allá, ya sabes cómo termina. Pensá en las cicatrices.
- ¿Cómo nos vamos a privar de experimentar cosas hermosas si somos tal para cual? Te haría tantas cosas y todas lindas…
Cansada, tomó la comida y dejó la cocina, fastidiada poniendo los ojos en blanco, intente disculparme sin hacerlo, era muy tarde, había tirado tanto de la cuerda que esta se rompió. Sabía que algunas palabras no tienen vuela atrás, se gravan en el disco duro como en piedra “Te van a gustar todas las cosas que te haría” y “Te haría tantas cosas y todas lindas” eran esas clases de palabras que son como tatuajes en el pensamiento; para toda la vida.
Durante el almuerzo permanecí en silencio, vociferando con mi amiga Noe por Whatsapp, sin que mi hermana, que fingía ponerle atención a la televisión, se percatara de mi conversación. Majo almorzaba sin apuro y se veía que conservaba su buen apetito, así que en el fondo sabía que no estaba tan afectada como quería aparentar.
Antes que nada, me elogió que usara mi cámara profesional y me tomara el tiempo para introducir los logos de nuestra cuenta y del sitio para demostrar que nos lo tomábamos en serio y no éramos unos exhibicionistas casuales o irregulares. En el sitio abundaban las chicas que abusaban de filtros y del uso del selfie stick y se agradecía el toque nítido y natural de mis fotos, sin ningún filtro ni posición forzada. Por otra parte…
- No puedo creer que lo hayas hecho, estás a un segundo de convertirte en un Jaime Lannister. – Me advirtió como si supiera la verdad. Hasta ahora solo sabía de la sesión de fotos en topless, y le mentí al decirle que había sido la más incómoda de mi vida.
También había visto las fotos en ropa interior y en pijamas que había subido a sus redes, fotos que obviamente, no habían podido ser tomadas por ella.
Noe tras escandalizarse por decoro, como para mantenerse en el lado correcto de la ley, me alentó a seguir sacando fotos con mi calidad característica para no perder suscriptores y ganar nuevos. Me habló de estrategias que pueden ayudarnos como hacer directos y videos periódicamente, sortear posesiones personales o premios y hasta enviar fotos de regalo a los recién suscriptos.
- Una que hacía siempre al principio era festejar los números redondos de suscriptores subiendo alguna foto más picante de lo normal, los primeros 10, los primeros 20, me falta poco para llegar a los 50.
- ¿Cuántos suscriptores tenes?
- 42, con los 50 pienso regalarles a todos un video mío haciéndome una tremenda paja. – Me confesó así sin vaselina. – Con los primeros 10 estaba tan feliz que fue la primera vez que mande una foto abierta de gambas mostrando todo, después un poquito me arrepentí… hasta que cobre jaja.
- ¡Diablos señorita! – Le dije enviándole una foto del negro de la película “¿Y Dónde Están las Rubias?” uno de mis memes más usados con mi amiga Noelia, que por lo general siempre en algún momento se zarpaba mal.
- Vos siempre contestando con memes, si fueras otro tipo de amigo me mandaría otra cosa. – Me dijo dejándome pedaleando en el aire sin entender de todo que quiso decir.
- Voy a comentarle tu propuesta. Esta muy metida en esto después de que vio la platita salir del cajero. Hoy vamos a hacer una nueva sesión.
- Aprovecha siempre que puedas. Tenes que estar preparado, para cuando lleguen a 10 ya tenes que tener listo el presente… en tu caso es distinto, no sé si te vas a animar a fotografiarle la concha o el culo abierto a tu hermana, capaz lo debería hacer ella sola.
“Si supiera que estamos cada vez más cerca de un desnudo completo y de hacer el delicioso.” pensé sin llegar a escribirlo. Aunque le tenía mucha confianza a mi amiga, solo sabía que éramos dos hermanos criados juntos que nos llevábamos muy bien y que en la ruleta de la vida no habíamos tenidos suerte con nuestros padres. Nunca le mencione ni de nuestras travesuras prohibidas ni de mis ideas pecaminosas. No quería comprobar que tan permisiva era ni que tanto podía resistir nuestra amistad.
- ¿Te parece que si se anima a un desnudo completo pueda subir los precios?
- ¡Tranquilo, para la Formula 1 Schumacher! Hace unos días que hiciste la cuenta y ya queres subir el precio, no nos robes el trabajo a las amateurs que no tenemos cámaras Canon y hacemos lo que podemos con…
- Dale, contesta. – la corté en seco sin darme cuenta de que me reía solo mirando la conversación en el chat. Majo me dedicó una mirada de pocos amigos. - Hablo en serio.
- Un poco podés subirla, no ahora, cuando tengas más suscriptores y siempre y cuando no bajes el nivel no lo veo mal. Ya te dije que la calidad de tus fotos suma muchos puntos, tampoco es para pedir locuras. Sin ofender, pero Majito con todo lo que la quiero no es Belle Delphine, Erica North, Hidori Rose o Blac Chyna…
- Majito es más linda, atrevida ¿Qué bardeas? – La defendí sin saber quiénes eran las que me nombró (sí, disculpen a este boomer) y quedando expuesto al ridículo.
- ¡Apa la defendes como a tu novia, el atrevido sos vos, degenerado! ¿Me parece a mí o tenes genes santiagueños? Más te vale que no te desubiques o te vamos a pegar una cancelada que ni el espejo te va a devolver el reflejo….
Empezaba a temer que por mis deslices Noe se diera cuenta de mis verdaderas intenciones y decidí finalizar la conversación alegando que me tocaba limpiar y que sus chistes malos me iban a dar cáncer. Llámenme machista, pero el humor me parece una facultad casi exclusiva del género masculino.
Cuando terminamos la conversación, comimos y nos salteamos la siesta para pasar a nuestra 3era sesión, preguntándome si se animaría a un desnudo total. Para esta producción teníamos un elemento sorpresa: un hula hula que compramos en la tienda de deportes, así como una prenda que fue casi una señal divina (como si algún Dios bendijera nuestros actos).
- Ya estoy lista Gabo ¿Me queda bien no?
- Parece que la hubiéramos confeccionado para la cuenta. Pensar que invente tu nick de ÁngeLolita a los apurones y nos venimos a encontrar esa remera…
- Fue una señal, todo cierra. El nick, la musculosa, el color.
Antes de quedarnos encerrados en el ascensor habíamos comprado en la misma tienda deportiva el hula hula y una musculosa negra muy apretada que decía “Ángel” y le quedaba como anillo al dedo. No solo por la coincidencia con el apodo, también porque tenía shorts, calzas y medias negras que combinaban muy bien.
- Me trajo recuerdos de cuando hice gimnasia artística, me vestía parecido. Espero no caerme.
- Ayer en una pierna hiciste poses que me daban calambres de solo verlas, no vas a tener problemas.
- No te olvides que ahora tengo compañía. – Haciendo girar el hula hula en su cadera. - ¿Empezamos?
- Por supuesto, solo déjame poner algo de música…
Bajito, como para que no interfiera pero que llene el silencio de la sala, puse mi compilado de temas románticos de Rata Blanca, una de mis bandas favoritas, banda que empecé a escuchar en mi adolescencia y cuyo amor revivió casi al mismo tiempo que mi hermana se volvía una musa frente a mis ojos. Aunque con Majo en cuestiones musicales éramos como el agua y el aceite (uno de los pocos asuntos que nos dividieron desde siempre) encontramos en Rata Blanca un nexo común: era una banda de metal y rock pesado que tocaba en distintas intensidades y solía contar con los tintes comerciales y temas melosos justos como para agradarle a cualquiera, siendo mi hermana, como tantos, una de las que cayó en el encanto de sus baladas. A mis ex novias también les gustaba la banda del enano Barilari y Walter Giardino y podía escucharlos con ellas sin que me criticaran.
- ¿Todavía tenés esos discos? – Sorprendiéndose cuando puse mis compilados en el viejo grabador que no pude vender. - Al final los discos piratas aguantan una banda.
- Los cuido como si fueran originales, son los sobrevivientes de esas tardes de limpieza sorpresa de mama. – Rememorando sin tanto encanto cuando entraba a mi cuarto y descubría que mis discos de heavy metal y hasta comics de Marvel de Punisher y Ghost Rider habían desaparecido. - No te aflijas que la pongo bajito.
- Sabes que no me molestan. – Aceptó. – Al menos los más tranquilos.
Describir los inicios de la sesión, sería caer en lo repetitivo. No soy un profesor de letras como para poder seguir adjetivando el cuerpo de mi hermana sin caer en reiteraciones molestas. Era sexy, era flexible y su rosto de ángel con expresión de lolita no estuvieron ausentes ni un segundo. La riña del almuerzo quedó enterrada y nadie visitó su velorio, Majo no parecía conservar ni una pizca de ese enojo producto de mi descontrol verbal.
En el equipo sonaba “Mujer amante” el tema que catapultó al grupo a la fama y que sabía que a Majo le encantaba. “Al amanecer, tu imagen se va misteriosa mujer…Dejaste en mí lujuria total, hermosa y sensual. Corazón sin Dios, dame un lugar en ese mundo tibio, casi irreal…” mientras la fotografiaba nos miramos a los ojos y supimos exactamente lo que pensábamos.
- ¿Te acodas de ese día Gabo?
- Por supuesto que me acuerdo… aunque fue una noche.
Había puesto ese mismo disco y cuando estaba en la 2da escucha, como a las doce de la noche, una amante deseosa de atención me visitó en puntas de pie y ropa de dormir, envolviéndome en un abrazo y besándome casi al instante en la cama. Le susurré al oído, mientras acariciaba su pelo castaño que algún día seria mi hermana amante.
Para ese entonces no era nuestro primer rodeo y teníamos tanta experiencia para hacerlo a escondidas como en silencio. Había dejado de ser un simple juego, un simple secreto entre hermanos que rompía la monotonía de nuestras vidas inyectando la adictiva adrenalina que no solo nuestros besos y caricias prohibidas cada vez se intensificaban y al ritmo de la música, sentíamos
Mientras la música transportaba nuestra mente al pasado, nuestros cuerpos seguían en el presente concentrados en la sesión. Iban como dos o tres temas de Rata y Majo ya había demostrado su equilibrio característico combinado con el manejo del hula hula. Lo sostenía en el aire con una pierna levantada, sobre ella como una aureola angelical gigantesca. Matar ese silencio nos ayudó mucho a energizar la sesión y evitar tanto instrucciones como momentos incómodos.
Gatille sin parar y casi hasta olvidándome de que en algún momento debía de empezar desnudarse, Majo se adelantó a mis comandos quitándose la calza y el short, quedando en ropa interior blanca, generando mucho contraste con las otras prendas... como todos saben, una bombachita lisa y blanca es una invitación a conocer la virginidad, para colmo, se introdujo en el aro como cruzando un portal divino.
En el equipo sonaba “Cuando la luz oscurece” un tema que, aunque no fue un hit, era de sus mejores baladas, mucho más lenta y melancólica que otras, evocaba un amor imposible, una lejanía, una relación trágica y nos calzaba de manera perfecta (o al menos eso creímos siempre, dado que el verdadero significado de la canción lo desconocemos), ya que siempre supimos que nuestros juegos nunca iban a pasar de eso por más que quisiéramos.
“Quisiera hoy, volver el tiempo para encontrar aquel invierno. Y detener aquel momento, donde fundimos nuestros cuerpos. Pero es inútil, estás tan lejos” era mi parte favorita, y me era imposible no recordar cuando nos acurrucábamos en invierno para darnos calor o cuando sentíamos que no íbamos a poder salir de casa tan fácilmente.
Nuestra opresiva madre cuando estaba en nuestra casa siempre se deslizaba como una sombra, siempre al acecho lista para sermonearnos, reprobarnos y mantenernos ocupados en alguna tarea irrelevante. Con el tiempo esos momentos a solas nos hizo sentir que éramos libres y podíamos engañar el ojo que todo lo ve.
- Me había olvidado de esa canción. ¿Por qué dejaste de escucharlos? Tienen muy buenos temas. – Me reprochó enternecida.
- Son cosas que pasan, pierde sentido si los escucho todo el tiempo. Hasta el chocolate más rico empacha, con la música pasa igual, prefiero traerlos en momentos lindos como este para traer algún recuerdo.
- ¿Este te parece un momento lindo? – Me preguntó desconcentrada y fuera de papel por primera vez (se tambaleó un poco mientras giraba el hula hula en su pie con una pierna levantada).
- Todos mis momentos con vos son los más lindos. Cada canción me trae un recuerdo con vos y ahora, este tema se reescribe en mi memoria y me va a hacer acordar esta sesión.
- Por un momento pensé en privarme de este momento, después pensé que era al pedo porque tarde o temprano este momento iba a llegar.
- Me di cuenta que debí cortarla en la mañana. No es joda cuando digo que estar tanto tiempo encerrado no me hizo nada bien.
- Bueno, podrías invitar a tu amiguita Noe, ya que te llevas tan bien con ella.
Noté con facilidad un dejo de celos en el tono, seguro por su cabeza pasaban mis risas producto de nuestra conversación privada, sin dudas no le gustaba que tuviera secretos ni cuchicheos con otra.
- Estoy con quien quiero estar, concentrémonos en nosotros. – Le dije con sinceridad.
Noe se hubiera cagado de risa de mis arranques de poeta, Majo en cambio, se derretía. Conocía varios puntos débiles y sabía cuándo explotarlos. Todos esos temas eran una máquina del tiempo al pasado lista para hacernos viajar una vez más, combinados con la sesión, la desnudez y nuestros cuerpos tan próximos, sabía que serían las chispas necesarias para el incendio.
- Entonces si vas a reescribir tu recuerdo por este como dijiste hagámoslo especial ¿Te parece?
- Te escucho ¿Qué tenes en mente? – Pregunté conteniendo la respiración, tragando saliva, sin saber si estaba mentalmente preparado.
- Tranquilo, no es nada grave, solamente pensaba en desnudarme. – Y tras quedar en pechos (juro que por más que la venía viendo así a diario no se me borraba la sonrisa de baboso) no se quedó allí.
- ¿Te vas a sacar todo? Me muero. – Susurré bajando la cámara viendo como con algo de suspenso, se empezó abajar la bombachita. – Mi Dios no lo puedo creer.
- ¿No te estás olvidando de algo? ¿Y las fotos? – Me retó estando de perfil, con las piernas cerraditas y el aro girando bajo una mano. – Al final me saque la ropa como querías y no tomaste ninguna foto.
- Perdón… me quede… paralizado. – Reaccioné viéndola de arriba abajo como tres veces. Aunque la había visto desnuda hace años, no era lo mismo, en lo absoluto.
- ¿Qué poses queres que haga? – Me preguntó con asombrosa naturalidad. – Lo único que te pido es que no me… expongas tanto, trata de que no se me vea mucho, mantengámoslo sutil por el momento.
Vientre chato, un color de piel uniforme que desprendía sensualidad, piernas torneadas como esculpidas por un artista renacentista y el detalle insuperable, imposible de ignorar, la frutilla del postre en cualquier escultura o pintura de un cuerpo desnudo, su sexo desnudo, de labios suaves qué, como aquella vez que la vio por primera vez, aún parecía un pulcro corte de terciopelo desembocando en dos alitas de mariposa gráciles y pequeñas, que recién empezaban a emprender el vuelo y asomaban discretas en el centro de su vagina.
Para colmo, sin que se lo diga, con el aro entre las piernas se giró enseñándome su hermoso culo de gimnasta, durito, paradito, a punto caramelo como me gustaban. Se notaba que lo mantenía erguido y apretado para no revelar más de la cuenta, aun así, su zanja curvilínea era una maravilla del mundo moderno.
- ¿Y? ¿Me escuchaste? Trata de que no se me vea la concha y el culo tan rápido, que sea soft así vamos subiendo el detalle foto a foto.
- Perdón, me quedé como… tildado, creo que sufrí una embolia. – Me excusé girando mi cabeza como si tuviera abejas acosándome. – Lo que vos digas Majito, vamos de a poco. Sé que un desnudo total no es fácil; diste un paso muy grande.
- Grande espero que sea la cantidad de suscriptores. Si me pongo así por nada me muero.
- El único que se muere en cualquier momento soy yo, no puedo creer lo hermosa que sos hermanita.
- No empieces… ya te conozco.
- Digo la posta, nada más, tenes un cuerpo que no se si no te convivió el espíritu santo. No sé de donde sacaste tu figura y tu metabolismo.
No iba a pasar mucho tiempo hasta que mi entrepierna decidiera traicionarme y el cuerpo cavernoso se irrigara con mi sangre, en definitiva, por debajo del pantalón mi 3er pierna se estaba deslizando bajo la tela, estaba todo palote, la empezaba a tener tiesa como pata de pirata. Un indicio de que un porcentaje de sangre me faltaba en el cerebro y se redistribuía a mi miembro era que no podía evitar decir pajereadas.
- A vos te esculpió el diablo, mamita. – Dije. – Voy a tener que comprar una escopeta para ahuyentarte los buitres.
- Te la vas a pegar vos mismo me parece. – Bromeó haciéndome reír.
Con la mano temblándome y el pulso de mi cuerpo descontrolado como si sufriera un terremoto bajo mi piel, fotografié el cuerpo desnudo de mi hermana, viéndola en toda su gloria con la iluminación adecuada, tanto a través del lente de la cámara como con mis propios ojos. Cada tanto bajaba la cámara como si temiera que esta me estuviera engañando, me costaba entender tanta perfección.
Le sugerí que volviera a hacer las poses con el hula hula del principio, solo que ahora que estaba al desnudo, sus suscriptores podrían pasar de la foto vestida a la desnuda sin escalas, como si hubieran obtenido el poder de la visión de rayos X.
La pierna de Majo conquistó el aire y sin pudor, reveló su vagina totalmente expuesta ante mi como una flor que abría sus pétalos, haciéndome relamer… podía ser mi hermana pero con el morbo que corría en mis venas y la abstinencia por el encierro no iba a poder controlarme mucho tiempo.
Mientras la veía alzar la pierna con el aro, me costó mucho dejar de enfocar a su sexo pulcro y expuesto, atraía a mis ojos como un imán atrae esferas de metal. En la radio, Barilari cantaba: “Quiero beber de tu esencia tan distinta, y comprender lo que no tiene la mía. Romperé la noche gritando tu nombre, hasta que mi voz te llegué al corazón” al menos sentí que no era el único que quería zambullirse en esa gruta prohibida.
Como un satélite, me moví a su alrededor fotografiando su cuerpo sin exponerla demasiado. Por ahora nada de primeros planos, quería que se sintiera cómoda con su osada sesión. Co que se deleiten con su desnudez y su vagina a la vista debía de ser más que suficiente… por ahora.
En un momento me puse a fotografiar su delicioso trasero turgente y Majo me recordó:
- Mira que no quiero que se me vea el ya sabes qué. Al menos que no me lo vean ahora, que paguen si quieren verme el agujerito.
- No te preocupes, en esa pose te haces sombra y no se ve. – Dije sin dejar de gatillar y realmente incomodado por mi erección. Hablando con claridad, nunca le había visto el culo abierto y de solo imaginarlo me volaba la cabeza.
- Te pido de perdón de antemano, pero tenes una colita preciosa. – Expresé sin poder contenerme.
- Y dale con los diminutivos. Colita tienen los perros yo tengo culo. – Me corrigió.
- Tremendo culo ¿Así te gusta?
- Tampoco me hables como villero… - Me retó negando con el dedo.
Aunque siempre caíamos en ese histeriqueo en el que María José me reprimía si le decía algo zarpado, pero también tomaba la iniciativa y se desnudaba, o me recordaba que era mi hermana y tenía que comportarme como tal, para después visitarme en la cama, esa tarde mi hermana parecía disfrutar como nunca de tentarme.
Un brillo en su mirada que como si me desafiara no dejaba de escrutarme, una sonrisa picaresca y un lenguaje corporal que gritaba “cógeme como a una loca” me decían que estaba poniéndome a prueba, y al parecer iba a aplazar.
- Sabes, me esta costando mucho sacar fotos en este estado. – Dije tomando el bulto erecto de manera grosera y agitándolo un poco. – Me está costando concentrarme con semejante erección.
- ¿Queres tomarte una pausa para ir al baño? – Se hizo la boluda bajando el aro.
- Tengo otra idea.
Dejé la cámara y me acerque sin dejar de verla a los ojos y una vez frente a ella, fue Majo la que me envolvió en el hula hula pasándolo sobre mí. A esa distancia, junto a ella, nuestros cuerpos casi se conectaban. Al mirar hacia abajo vi mi erección casi rozándola, así como sus maravillosos pezones. Después de que dijera que dentro del hula hula estábamos protegidos, la bese con pasión.
Al encontrarse nuestros labios y mis manos con su cadera desnuda, en la radio sonó el estribillo de “Nada es fácil sin tu amor” que decía: “Nunca te olvides, frágil mujer, que tu perfume lo llevo en mi piel. Dulce viajera, asfíxiame Sobre tu pecho otra vez…” y tras degustar sus labios envuelto a ella, sintiendo el roce del aro en mi cuerpo cuando ella me envolvió en sus brazos, descendí a probar sus pezones.
- Ah, hermano, no… no lo hagas. – Susurró tras un gemidito cuando mi boca se conectó a su teta para besarla. Sentí la suavidad de su seno al hundirme en él y apretujarlo con mis labios en un beso que no tardó en volverse succión. - Ah, ah, ah, ah…
Apresé sus preciosas mamilas con mis labios y chupé de ellas como siempre quise, como un crío haciendo regresión, estirando sus pequeños mastoides y dejándolos erectos y brillantes tras el paso de mis labios libidinosos.
Tras ocuparme de una, pase a la otra, siempre bajo su mirada atenta y maternal, que me observo succionar de su pezón con suma atención, ocasionalmente cerrando los ojos para dejarse llevar con la sensación de su hermano succionando de su teta.
- Hermosas tetas, me encantan. – Le dije antes de volver a besar su boca en un beso de lengua obsceno que tenía como meta final evitar que replicar ante lo que iba a hacer. – Ahora tu hermano mayor te va a hace sentir cosas ricas ¿Lo dejas?
Mis manos, firmes en su cadera, frotándolas contra su piel en movimientos que seguían su circunferencia, pero sin subir ni bajar, la recorrieron ansiosas hasta que mi mano hábil se detuvo a escasos centímetros de su vulva, e su vientre chato y firme, como una fiera al acecho lista para dar el salto a la gloria frente a ella.
- Sabes que esto no tiene retorno ¿No?
- Escucha y vas a tener tu respuesta:
Como si todo fuera una coreografía de precisión soviética, el enano Barilari cantó la justa: “Déjate ya de pensar en cosas oscuras, entrégate, sin mirar lo que pasará. Puedes dejar muy atrás el miedo al fracaso y solo así disfrutar de lo que vendrá…”
Majo no dijo que sí ni que no, en cambio se puso en puntas de pie y me besó mientras mi mano, labrando surcos en su piel con las yemas, descendió hasta llegar a su exquisita vagina.
Continuará…
Gracias por leer, deje en lo mejor, lo sé, pero eso significa una cosa: Que el siguiente capítulo va a empezar bien alto. Capítulo a capítulo vamos dejando atrás las anécdotas del pasado y los histeriqueos para meternos, de lleno en sus nuevas aventuras. Si les gusto les agradecería puntos, comentarios o cualquier detalle que demuestre que les interesa la historia. También escucho ideas o sugerencias.
Capítulos anteriores:
Capítulo 1:http://www.poringa.net/posts/relatos/4020235/El-Onlyfans-de-mi-Hermana.html
Capítulo 2:http://www.poringa.net/posts/relatos/4027496/El-Onlyfans-de-mi-Hermana-Parte-2.html
Capítulo 3:http://www.poringa.net/posts/relatos/4041501/El-Onlyfans-de-mi-Hermana-Parte-3.html
Las fotografías que Gabriel saca son enseñadas de forma intercalada, así como alguna que otra sorpresa ocasional como si fuera fotonovela. Si en el capítulo anterior hice el foco en una película que vieron (me gusta contar historias dentro de la historia) para contar como empezó todo, en este se explora otro episodio del pasado, aunque decorado por la música. Cada vez nos acercamos más al punto de que no quedará piedra sin remover y solo restará contar el presente de estos dos hermanos.
La musa de esta historia es la ucraniana Alexandra Kroha, trabajo para diversas compañías como Met-Art, Teen Funs, 18 Only Girls o Fleexy Teens, bajo los seudónimos de Isabella Kalinka, Isabella A, Grace, Mary… nació en 1988, de 1, 65 mts de altura y 87, 64, 90 de medidas.
Cicatrices
Una vez que las luces se apagaron y nuestros cuerpos deseosos de sensaciones se juntaron bajo las sábanas, me dispuse a dormir envolviendo a mi propia hermana con mi cuerpo, haciendo una dulce cucharita contra la colita turgente de María José, que recibía mi brazo sobre ella con un beso en mi muñeca. Junto a su calor, encontraba una extraña sensación de sosiego que no encontraba con ninguna otra, ella a pesar de ser mi hermana parecía haber nacido con el encantamiento para aplacar a esa bestia lujuriosa en mi interior y a la vez, para despertarla.
Lo equivocado de mi accionar era proporcional al placer que me daba, como una adicción a lo prohibido o una debilidad por su encanto adolescente superior a cualquier moral o decencia que tuviera inculcadas.
Sin embargo, no estábamos solos y jugábamos con el fuego de la inquisición cada vez que dormíamos juntos.
- ¡Otra vez durmiendo con tu hermana borrego degenerado! – Mi madre con los primeros rayos del sol en el horizonte, me arrancó del paraíso con su irrupción sorpresa y a pesar de que estaba entrado en los veinte años, no le tembló el pulso para agitar su cinturón con hebillas cual amo de esclavos egipcio. Tenía una hebilla de cobre antigua pesada como herradura, la conocía muy bien y nunca la olvidaría.
- ¡Aahhh! ¡¿Qué pasa?! – Se asustó Majo, saltando hasta casi caer de la cama. Para mi poca fortuna, no tenía nada de la cintura para arriba y eso agravó la cólera de nuestra madre que notó que encima de dormir juntos haciendo cucharita, andaba con los pechitos en desarrollo al aire. En ese entonces tenía más pezón que otra cosa.
- ¡Por todos los cielos me lleva el infierno, estás enfermo, la desnudaste otra vez!
- ¡Me dijo que tuvo una pesadilla! ¡Solamente estábamos durmiendo! - Me excusé horrorizado ante sus ojos ígneos como sus cabellos, intentando esquivar el cinturonazo sin éxito, recibiendo el azote con la hebilla en toda la carne varias veces hasta que pude escapar de la habitación.
– ¡Yo te voy a dar pesadilla degenerado de mierda! ¡Vení para acá, que sea la última vez que dormís con tu hermana! – Me persiguió por todo el pasillo intentando azotarme hasta las escaleras, por las que, en mi atropello, tropecé y caí sin poder detenerme, de forma interminable hasta estrellarme. Las escaleras parecían alargarse e ir sumando escalones a medida que iba cayendo…
Ni bien me sorprendió el suelo de madera onírico, desperté sobresaltado abriendo los ojos en mi oscura habitación. Como si fuera un espectro capaz de viajar entre dimensiones a atormentarme en sueños, mi madre me azotó con una pesadilla que recriminaba en toda regla mi estilo de vida. A mi lado, Majo dormía como una reina en mi cama.
Sonriéndome por haberme salido con la mía, por fin, me apegué a mi hermana y acaricié su pancita chata y desnuda mientras apoyaba bien mi cuerpo contra el suyo, para dormir juntitos tras tanto tiempo. A diferencia del mío, su cuerpo no tenía cicatrices del castigo físico de mi madre. En cambio, esa hebilla demoníaca había dejado algunas marcas en mi cuerpo que conservaba, dos en la espalda, una en un flanco del torso, bajo la axila y una en mi nalga izquierda.
- Ni cien pesadillas me van a hacer negarme esto, hermanita… - Susurre besando su cuello repetidas veces.
- Mmmmnnn, déjame dormir Gabo… basta o me voy. – Me amenazó quejumbrosa cuando subí mi mano acariciando sus senos por sobre el pijama, aunque en vez de amagar a irse, empujo su cuerpo contra el mío para incrustarse aún más contra mí. Pude hundir mi nariz en sus cabellos y respirar el perfume de su pelo, tan exquisito.
- No tengo la culpa, si te volviste tan linda Majito. – Le susurré.
- Basta Gabo, dormite un ratito más.
Enternecido, confiando en mi reloj biológico cuyas agujas debían de señalar las 3 o las 4 de la mañana, le hice caso y para mi sorpresa, no me costó nada volver a conciliar el sueño. Aunque podía confiar en mi reloj biológico no podía confiar en mi erección biológica. Como 3 horas después estaba como tubería de plomo y para colmo, pegado a la pomposa cola de Majó.
- Bueno, no sería la primera vez que hago esto.
Con mi hermana aún dormida, la destape un poco para verle la voluminosa cola, aún bajo el pijama infantiloide y gastado se veía como un manjar. Con la delicadeza justa como para no despertarla se lo retiré para dejarla en ropa interior. Como había visto durante la sesión anterior, tenía nalgas deliciosas de gimnasta, duritas por dentro y con buena forma, me había dado cuenta de todas esas características durante la noche con mi apoyada casi continua.
Mi brazo izquierdo estaba casi entumecido pero el derecho listo para entrar en acción, y viendo ese precioso manjar familiar, comencé a toquetearme por sobre el calzoncillo. No era necesario mucho jugueteó ya tenía el rabo duro como cola de dinosaurio. Aun así, para morbosearme me estire para cazar mi celular y tomarle una foto a esas nalgas que me pedían a gritos las acciones más inmorales.
- Esta va directo al Onlyfans… por Dios que buen culo, como me gustaría verlo desnudito.
“Toc, toc, toc, toc, toc” Empecé la paja sin prisa ni pausa tras escupirme la mano, humedeciéndome el tronco venoso viendo a mi hermana realizar los primeros movimientos tras varios minutos de estar inmóvil. Algo me decía que se estaba dando cuenta de lo que pasaba.
Nunca me había masturbado antes con mi hermana dormida a mi lado, con ella despierta a mi lado había sido otra historia: dejar que me viera ajusticiar el ganso fue de nuestros primeros juegos eróticos. A la muy pícara le gustaba y esa mañana no era la excepción. Algo remolona, se fue dando vuelta toda despeinada y con el pijama pegado al cuerpo y arrugado como una hoja de cuaderno desecha.
- Te creció bastante.
No era una pregunta, lo notó a la primera tras quitarse el pelo de la cara y no hizo más que envalentonarme. Parecía que esa mañana ambos tiraríamos de la soga de perversión al mismo tiempo hasta romperla.
- Bueno, creo que desde la última vez que me la viste le quedaban dos o tres años más de estiramiento. – Dije sin dejar de cascármela frente a ella, destapándome bien para que la viera. La luz de la ventana la iluminaba al detalle, quizás mejor que nunca dado que antes siempre se la había mostrado con escasa luz.
- ¿Cuánto mide exactamente? – Me preguntó muy interesada.
- No recuerdo cuando fue la última vez que me la medí, eso de estar midiéndosela a cada rato es para inseguros.
- Pensé que ibas a decir que necesitabas cinta métrica o que no sabías contar millas.
- Dejale los chistes a Noe, amor.
- ¿Te la puedo medir? – Me preguntó provocándome un vuelco. Casi con el corazón parado asentí como esos perritos de juguete de los taxis. Majo se levantó y en ropa de dormir dejó mi habitación para buscar una regla. Aproveché su ausencia momentánea para bajarme bien el pantalón y sacarme la remera… mi corazón latía como el de un colibrí abeja con la sola idea de que mi hermana abandonara su posición de voyeurista.
- Veo que te pusiste cómodo. – Dijo observándome con el rabo todo erecto sin tocarlo.
- Tuve que parar o ya se me escapaban unas gotas. – Me excusé. - ¿Te me queres unir?
- No te ilusiones, quiero saber cuánto te mide, nada más.
María José se aproximó a mi gateando sobre la cama, llegando a tener mi pija a escasos centímetros de su rostro. Antes de que arrime la regla me di cuenta de que la tenía larga como para que no le entrara en la boca, era bastante grande para su rostro. Antes de empezar, me la miró sin perder detalle y dejó escapar una risita.
- ¿Qué esperas? Podes tocarla para medirla.
- No quiero tocarla, es demasiado atrevido.
- Está bien, te la acomodo y la medís. – Acepté sin presionarla, quería que todo se diera de forma natural, sin foguearla. Si Majo quería que pasara algo no sería por atosigarla, quería seducirla con todas mis armas, y el tamaño de mi miembro y mi cuerpo desnudo eran mi munición pesada.
- 17, no, 18 y medio. Está muy bien, me supongo. – Dictamino apoyando la regla desde la base de mi polla y viendo hasta dónde llegaba el glande inflamado. –Leí en una publicación de Facebook que el promedio de nuestro país es de 14 y medio, aunque ya sabes cómo son esas publicaciones de Facebook.
- Ni me creo superdotado ni creo que a alguna le parezca chica. – Expresé sin analizar la surreal situación de estar desnudo bajo mi hermana y está sosteniendo una regla escolar. –Si les parece chica o no la sienten deja de ser mi culpa, se supone que deben tener una vagina no un caldero de bruja.
Majo rio y por la distracción, se resbalo sobre mi pija quedando apresada entre mi vientre y su cuerpo.
- No lo es. No es ningún maní. – Me confirmó reincorporándose sin ningún pudor. – No soy experta, siempre te vi la tuya, y algunas en modelos y fotos de internet, me parece que está muy bien.
- Gracias, sos un amor. – Retomando la paja. - ¿Te importa si sigo? Es muy incómodo caminar con mi anaconda en vertical.
- Claro, tenés que poner a dormir a la bestia o te va a faltar sangre en el cerebro. – Me siguió la corriente con todo su encanto.
- No te burles de tu hermano menor, me refiero a Gabito Jr, es tan grande que tiene su propio DNI. Los doctores lo consideran casi un siamés.
- Con razón no viajamos nunca, hay que pagarle un pasaje aparte al monstruo del Lago Ness.
- Si me seguís haciendo reír no termino más. – Advertí sin dejar de acogotar el ganso sin plumas, teniéndolo arriba, tan cerca de mí que me daban ganas de frotarla contra ella dando un caderazo.
- Entonces voy a tener que darte una pequeña ayudita. – Para mi sorpresa, Majo se sacó el pijama soltando sus tetas, a las que devoré de inmediato con la mirada y se acostó a mi lado una vez más. – Nada de tocar o me voy, pervertido.
Era el 3er día consecutivo que veía sus tetas, sin dudad los viejos tiempos habían vuelto en toda su gloria y conociendo su carácter fuerte (aunque permisiva nunca iba más lejos de lo que quería) no iba a forzarla, era uno de los secretos para ser el pervertido del año, conformarse con migajas y valorarlas como banquetes, aunque sean tan solo migajas, sabiendo que el día de mañana obtendría más…
- Sabes que no soy un acosador, digo, puedo sacarte fotos desnuda, masturbarme frente a vos, decirte cochinadas todo el día, contarte cada cosa que sé del sexo… ¿Pero tocarte una teta? ¡No, eso es ir demasiado lejos!
- Dejame pensar, primero hacete la paja y después veo si te dejo tocar o no.
- Antes me dejabas. – Insistí sin darme cuenta de que podía estar rompiendo una de mis reglas de oro: no cargosear.
- Antes ni tenía tetas, pervertido de mier…
- Bueno, no falta mucho para que termine, ahora con esos pechos al aire me es imposible contenerme.
– La interrumpí antes de iniciar una rabieta. No dejaba de pasar mi mirada de sus ojos a sus pezones en punta. - ¿Te gusta ver a tu hermano mayor masturbándose? Sos toda una pervertida como yo, aunque no lo admitas…- Condimenté la situación para que me hablara y agravara mi excitación.
- Debo admitir que lo extrañaba, ver a mi hermano mayor con semejante… atributo, tocándose mientras me mira.
- ¿No te queres unir antes de que termine?
- No sé… por ahora no. – Exceptuando nuestros susurros, solo se escuchaba mi mano golpeteando mi ingle como si fuera un latido acelerado: “Toc, toc, toc, toc, toc…”
- ¿Y un besito para tu hermano no hay? No sería nada nuevo un lindo beso entre hermanos.
“Toc, toc, toc, toc, toc, toc, toc, toc, toc …” Mis latidos se sumaron al tamborileo de mi mano mientras mi dulce hermana se acomodaba alienando su boca a la mía y se estiraba para besarme.
No fue como los picos de buenas noches anteriores, aquel fue un auténtico beso, labio con labio, lengua con lengua, saliva con saliva, bien pegados y respirándonos mutuamente. Volví a saborearme con su boca como antaño y aunque no tenía ese saborcito a chocolatada me enloqueció el morbo de aquel beso, a tal punto de que casi largo todo bañándonos con mi lujuria.
Quería prolongar el beso, beso que ella también disfrutaba, dado que me exploraba con la misma intensidad con la que la exploraba a ella. A veces mi lengua se le metía y se enroscaba como víbora contra su lengua, a veces era la suya la que repetía la acción conmigo, debía ser una acción obscena de ver nuestro ósculo húmedo, no obstante, siempre lo habíamos hecho así, con mucho sentimiento al igual que los actores de esa película que tanto nos impactó hace años.
- Me vengo, me vengo, mmmhhh, uuh. – Gemí frotando mis labios contra los de ella, borracho con el perfume de nuestra saliva mezclada mientras eyaculaba con toda la potencia posible sobre mí mismo y en todas partes. Incluso sentí una gota gruesa y espesa caer pesada en un pectoral como si hubiera sido un proyectil y al semen escurrirse por entre mis dedos como magma emergiendo de una erupción volcánica dejándome la mano hábil a la miseria.
- Voy a tener que pedirte un favorcito. – Dije jadeando un poco, detectando los manchones blancos y semitrasparentes por todo mi cuerpo, sintiéndome muy sucio. Un chorro especialmente espeso había caído en mi ingle y parecía queso derretido de pizza. Lo lógico hubiera sido haber pasado directamente a la ducha, no obstante, tenía una mejor idea para estirar el momento.
Majo, sin necesidad de que le dijera de que se trataba el favor, se levantó y regresó con el rollo de servilletas de papel. – No te voy a limpiar, en eso tenes más experiencia. – Dijo arrojándome el rollo con una sonrisita de diablilla, quedándose a observarme como enmendaba mi propio enchastre.
- No tengo tanta experiencia como crees, siempre tuve dónde volcar mi… fruto de amor. – Expliqué tras usar como 3 servilletas y tirándolas al cesto de basura al lado de mi cama (errando el último). - ¿Me queda algo?
Para mi sorpresa lo levanto y antes de tirarlo al cesto como basquetbolista, lo olió con timidez.
Animándose a más que antes, me dio un veredicto rápido: - Que olorcito, es como a cloro y algo raro que sé que puede ser.
Majo se acercó (aun observándome con sus cuatro ojos, el par que tenía a los lados de la nariz y el par en el busto) y escudriñó mi cuerpo desnudo con mucha atención. Mi pene semiflácido, conservaba ánimos de más y mi hermana no podía dejar de mirarlo. Aunque no fue lo único que notó.
- Nunca supe porque te dejabas castigar por mama, si ya estabas grandecito como para atajarle el cinturón o defenderte. – Me sorprendió con su duda al ver una cicatriz en mis costillas, pequeña, con forma de herradura. – Me partía el alma verte recibir los golpazos y me sentía culpable.
- Muy simple. Porque sentía que me lo merecía, en cambio vos no merecías ningún castigo.
Majo me observó enternecida, girando un poco la cabeza como una cachorrita queriendo manipular a su amo.
- ¿Qué loco no? Ella quiso criar santos y le salieron demonios.
No podía estar más de acuerdo, ya sea que lo inicie yo o ella, siempre alguno de los dos invocaba esa lujuria febril que tanto nos caracterizaba y ahora, por primera vez podíamos desatar sin impedimentos. Mi hermana volvió a acostarse, no a mi lado, sino ligeramente sobre mi (con cuidado de no tocar mis partes pudendas) iniciando una segunda tanda de besos mañaneros, besándome de una manera muy golosa.
No había nadie que nos pueda ver, interrumpir ni castigar.
Hermana amante
Almorzamos más tarde de lo previsto por culpa de nuestra tanda de arrumacos que estiró la mañana hasta el punto de que me hizo agradecer que no tuviera empleo ni horarios. Aunque me saque las ganas de besarla a gusto, me quede con el deseo de ver sus deditos mágicos en acción o de una intervención suya más “directa”, no obstante, mientras cocinábamos no dejábamos de echar carbón a la locomotora desenfrenada.
- ¿Ya te tomaste algunas fotos para tenerlos entretenidos? Noe me mensajeó, dice que los suscriptores son como nenes de salita de 4, se aburren fácil. – Mencione abrazándola desde atrás, esta vez, sin malas intenciones, tan solo para apretujarle el esqueleto.
- ¿¡No ves que estoy cortando papas!? Vas a hacer que me corte un dedo. – Chilló sin ofrecer resistencia mientras la levantaba en el aire con mi abrazo de oso. – Y ya vi que me sacaste una foto del culo y la subiste sin mi permiso, muy atrevido de tu parte he. Ya me parecía que me había ido a dormir con pijama y no en bombacha.
- Creo que hice cosas peores. – Minimizando el conflicto. - Capaz si hoy sacamos varias fotos y con un desnudo completo se quedarían felices y podemos tomarnos unos días para descansar, además de que puede impulsar tu cuenta.
- ¿No estamos ya descansando bastante? Digo, te olvidas que estamos desempleados.
- Me refiero a dormir juntitos, amanecer juntitos y bien tarde. – Le susurré al oído. – Capaz en vez de mirar lo que hago quieras unirte.
Majo se dio vuelta aún abrazada a mí, enfrentando mi cuerpo y con cara de pocos amigos.
- Ya acepté esto de las fotos, volvimos a darnos besitos, a hacer nuestros juegos, no me pidas que pase de 1 a cien en un día hermanito, ya suficiente que me dejaste una bombacha toda enlechada. – Me replicó con mucha razón. – Además es como que te olvidas que somos hermanos, ni siquiera lo de hoy a la mañana debió haber pasado.
- Ah sí, los remordimientos post morbo, si habré tenido de esos episodios. – Seguí echando paños fríos a la cuestión. – No sé porque te resistís tanto si una vez que empiezo a gatillar la cámara o a incluirte en mis perversiones te encanta.
Mis manos abrazadas a su espalda la liberaron, para descender hacia sus nalgas, sabrosas al tacto. Bajo una capa blanda de pechuga se encontraban músculos flexibles y trabajados imposibles de ignorar.
- Sé que, así como te gustan mis besos, mis caricias y mis ideas te van a gustar todas las cosas que te haría, pendeja hermosa.
Con la excusa de que se quemaba la comida, se liberó de mi contacto cercano de tipo incestuoso.
- Repetí conmigo: S-O-M-O-S-H-E-R-M-A-N-O-S… somos hermanos. No jodas. – Finiquitó con una mirada de desaprobación que solía ver siempre que iba demasiado lejos. A pesar de saber que me marcaba el límite, decidí traspasarlo.
- ¿Qué importa eso Majito? Si nos llevamos tan bien y nos queremos tanto. – Le dije en un susurró viéndola a los ojos. – Créeme que intenté resistirlo lo más que pude hasta que el encierro me hizo maquinar de nuevo, creí por un tiempo que estas cosas eran parte del pasado, que podía ser una especie de ninfomanía masculina o algo así, esos deseos solamente estuvieron agazapados, esperando en mi interior para saltar al frente una vez más, tomando el control.
- Ya es suficiente con los besitos, los cariñitos y las fotos, no deberíamos llevarlo más allá, ya sabes cómo termina. Pensá en las cicatrices.
- ¿Cómo nos vamos a privar de experimentar cosas hermosas si somos tal para cual? Te haría tantas cosas y todas lindas…
Cansada, tomó la comida y dejó la cocina, fastidiada poniendo los ojos en blanco, intente disculparme sin hacerlo, era muy tarde, había tirado tanto de la cuerda que esta se rompió. Sabía que algunas palabras no tienen vuela atrás, se gravan en el disco duro como en piedra “Te van a gustar todas las cosas que te haría” y “Te haría tantas cosas y todas lindas” eran esas clases de palabras que son como tatuajes en el pensamiento; para toda la vida.
Durante el almuerzo permanecí en silencio, vociferando con mi amiga Noe por Whatsapp, sin que mi hermana, que fingía ponerle atención a la televisión, se percatara de mi conversación. Majo almorzaba sin apuro y se veía que conservaba su buen apetito, así que en el fondo sabía que no estaba tan afectada como quería aparentar.
Antes que nada, me elogió que usara mi cámara profesional y me tomara el tiempo para introducir los logos de nuestra cuenta y del sitio para demostrar que nos lo tomábamos en serio y no éramos unos exhibicionistas casuales o irregulares. En el sitio abundaban las chicas que abusaban de filtros y del uso del selfie stick y se agradecía el toque nítido y natural de mis fotos, sin ningún filtro ni posición forzada. Por otra parte…
- No puedo creer que lo hayas hecho, estás a un segundo de convertirte en un Jaime Lannister. – Me advirtió como si supiera la verdad. Hasta ahora solo sabía de la sesión de fotos en topless, y le mentí al decirle que había sido la más incómoda de mi vida.
También había visto las fotos en ropa interior y en pijamas que había subido a sus redes, fotos que obviamente, no habían podido ser tomadas por ella.
Noe tras escandalizarse por decoro, como para mantenerse en el lado correcto de la ley, me alentó a seguir sacando fotos con mi calidad característica para no perder suscriptores y ganar nuevos. Me habló de estrategias que pueden ayudarnos como hacer directos y videos periódicamente, sortear posesiones personales o premios y hasta enviar fotos de regalo a los recién suscriptos.
- Una que hacía siempre al principio era festejar los números redondos de suscriptores subiendo alguna foto más picante de lo normal, los primeros 10, los primeros 20, me falta poco para llegar a los 50.
- ¿Cuántos suscriptores tenes?
- 42, con los 50 pienso regalarles a todos un video mío haciéndome una tremenda paja. – Me confesó así sin vaselina. – Con los primeros 10 estaba tan feliz que fue la primera vez que mande una foto abierta de gambas mostrando todo, después un poquito me arrepentí… hasta que cobre jaja.
- ¡Diablos señorita! – Le dije enviándole una foto del negro de la película “¿Y Dónde Están las Rubias?” uno de mis memes más usados con mi amiga Noelia, que por lo general siempre en algún momento se zarpaba mal.
- Vos siempre contestando con memes, si fueras otro tipo de amigo me mandaría otra cosa. – Me dijo dejándome pedaleando en el aire sin entender de todo que quiso decir.
- Voy a comentarle tu propuesta. Esta muy metida en esto después de que vio la platita salir del cajero. Hoy vamos a hacer una nueva sesión.
- Aprovecha siempre que puedas. Tenes que estar preparado, para cuando lleguen a 10 ya tenes que tener listo el presente… en tu caso es distinto, no sé si te vas a animar a fotografiarle la concha o el culo abierto a tu hermana, capaz lo debería hacer ella sola.
“Si supiera que estamos cada vez más cerca de un desnudo completo y de hacer el delicioso.” pensé sin llegar a escribirlo. Aunque le tenía mucha confianza a mi amiga, solo sabía que éramos dos hermanos criados juntos que nos llevábamos muy bien y que en la ruleta de la vida no habíamos tenidos suerte con nuestros padres. Nunca le mencione ni de nuestras travesuras prohibidas ni de mis ideas pecaminosas. No quería comprobar que tan permisiva era ni que tanto podía resistir nuestra amistad.
- ¿Te parece que si se anima a un desnudo completo pueda subir los precios?
- ¡Tranquilo, para la Formula 1 Schumacher! Hace unos días que hiciste la cuenta y ya queres subir el precio, no nos robes el trabajo a las amateurs que no tenemos cámaras Canon y hacemos lo que podemos con…
- Dale, contesta. – la corté en seco sin darme cuenta de que me reía solo mirando la conversación en el chat. Majo me dedicó una mirada de pocos amigos. - Hablo en serio.
- Un poco podés subirla, no ahora, cuando tengas más suscriptores y siempre y cuando no bajes el nivel no lo veo mal. Ya te dije que la calidad de tus fotos suma muchos puntos, tampoco es para pedir locuras. Sin ofender, pero Majito con todo lo que la quiero no es Belle Delphine, Erica North, Hidori Rose o Blac Chyna…
- Majito es más linda, atrevida ¿Qué bardeas? – La defendí sin saber quiénes eran las que me nombró (sí, disculpen a este boomer) y quedando expuesto al ridículo.
- ¡Apa la defendes como a tu novia, el atrevido sos vos, degenerado! ¿Me parece a mí o tenes genes santiagueños? Más te vale que no te desubiques o te vamos a pegar una cancelada que ni el espejo te va a devolver el reflejo….
Empezaba a temer que por mis deslices Noe se diera cuenta de mis verdaderas intenciones y decidí finalizar la conversación alegando que me tocaba limpiar y que sus chistes malos me iban a dar cáncer. Llámenme machista, pero el humor me parece una facultad casi exclusiva del género masculino.
Cuando terminamos la conversación, comimos y nos salteamos la siesta para pasar a nuestra 3era sesión, preguntándome si se animaría a un desnudo total. Para esta producción teníamos un elemento sorpresa: un hula hula que compramos en la tienda de deportes, así como una prenda que fue casi una señal divina (como si algún Dios bendijera nuestros actos).
- Ya estoy lista Gabo ¿Me queda bien no?
- Parece que la hubiéramos confeccionado para la cuenta. Pensar que invente tu nick de ÁngeLolita a los apurones y nos venimos a encontrar esa remera…
- Fue una señal, todo cierra. El nick, la musculosa, el color.
Antes de quedarnos encerrados en el ascensor habíamos comprado en la misma tienda deportiva el hula hula y una musculosa negra muy apretada que decía “Ángel” y le quedaba como anillo al dedo. No solo por la coincidencia con el apodo, también porque tenía shorts, calzas y medias negras que combinaban muy bien.
- Me trajo recuerdos de cuando hice gimnasia artística, me vestía parecido. Espero no caerme.
- Ayer en una pierna hiciste poses que me daban calambres de solo verlas, no vas a tener problemas.
- No te olvides que ahora tengo compañía. – Haciendo girar el hula hula en su cadera. - ¿Empezamos?
- Por supuesto, solo déjame poner algo de música…
Bajito, como para que no interfiera pero que llene el silencio de la sala, puse mi compilado de temas románticos de Rata Blanca, una de mis bandas favoritas, banda que empecé a escuchar en mi adolescencia y cuyo amor revivió casi al mismo tiempo que mi hermana se volvía una musa frente a mis ojos. Aunque con Majo en cuestiones musicales éramos como el agua y el aceite (uno de los pocos asuntos que nos dividieron desde siempre) encontramos en Rata Blanca un nexo común: era una banda de metal y rock pesado que tocaba en distintas intensidades y solía contar con los tintes comerciales y temas melosos justos como para agradarle a cualquiera, siendo mi hermana, como tantos, una de las que cayó en el encanto de sus baladas. A mis ex novias también les gustaba la banda del enano Barilari y Walter Giardino y podía escucharlos con ellas sin que me criticaran.
- ¿Todavía tenés esos discos? – Sorprendiéndose cuando puse mis compilados en el viejo grabador que no pude vender. - Al final los discos piratas aguantan una banda.
- Los cuido como si fueran originales, son los sobrevivientes de esas tardes de limpieza sorpresa de mama. – Rememorando sin tanto encanto cuando entraba a mi cuarto y descubría que mis discos de heavy metal y hasta comics de Marvel de Punisher y Ghost Rider habían desaparecido. - No te aflijas que la pongo bajito.
- Sabes que no me molestan. – Aceptó. – Al menos los más tranquilos.
Describir los inicios de la sesión, sería caer en lo repetitivo. No soy un profesor de letras como para poder seguir adjetivando el cuerpo de mi hermana sin caer en reiteraciones molestas. Era sexy, era flexible y su rosto de ángel con expresión de lolita no estuvieron ausentes ni un segundo. La riña del almuerzo quedó enterrada y nadie visitó su velorio, Majo no parecía conservar ni una pizca de ese enojo producto de mi descontrol verbal.
En el equipo sonaba “Mujer amante” el tema que catapultó al grupo a la fama y que sabía que a Majo le encantaba. “Al amanecer, tu imagen se va misteriosa mujer…Dejaste en mí lujuria total, hermosa y sensual. Corazón sin Dios, dame un lugar en ese mundo tibio, casi irreal…” mientras la fotografiaba nos miramos a los ojos y supimos exactamente lo que pensábamos.
- ¿Te acodas de ese día Gabo?
- Por supuesto que me acuerdo… aunque fue una noche.
Había puesto ese mismo disco y cuando estaba en la 2da escucha, como a las doce de la noche, una amante deseosa de atención me visitó en puntas de pie y ropa de dormir, envolviéndome en un abrazo y besándome casi al instante en la cama. Le susurré al oído, mientras acariciaba su pelo castaño que algún día seria mi hermana amante.
Para ese entonces no era nuestro primer rodeo y teníamos tanta experiencia para hacerlo a escondidas como en silencio. Había dejado de ser un simple juego, un simple secreto entre hermanos que rompía la monotonía de nuestras vidas inyectando la adictiva adrenalina que no solo nuestros besos y caricias prohibidas cada vez se intensificaban y al ritmo de la música, sentíamos
Mientras la música transportaba nuestra mente al pasado, nuestros cuerpos seguían en el presente concentrados en la sesión. Iban como dos o tres temas de Rata y Majo ya había demostrado su equilibrio característico combinado con el manejo del hula hula. Lo sostenía en el aire con una pierna levantada, sobre ella como una aureola angelical gigantesca. Matar ese silencio nos ayudó mucho a energizar la sesión y evitar tanto instrucciones como momentos incómodos.
Gatille sin parar y casi hasta olvidándome de que en algún momento debía de empezar desnudarse, Majo se adelantó a mis comandos quitándose la calza y el short, quedando en ropa interior blanca, generando mucho contraste con las otras prendas... como todos saben, una bombachita lisa y blanca es una invitación a conocer la virginidad, para colmo, se introdujo en el aro como cruzando un portal divino.
En el equipo sonaba “Cuando la luz oscurece” un tema que, aunque no fue un hit, era de sus mejores baladas, mucho más lenta y melancólica que otras, evocaba un amor imposible, una lejanía, una relación trágica y nos calzaba de manera perfecta (o al menos eso creímos siempre, dado que el verdadero significado de la canción lo desconocemos), ya que siempre supimos que nuestros juegos nunca iban a pasar de eso por más que quisiéramos.
“Quisiera hoy, volver el tiempo para encontrar aquel invierno. Y detener aquel momento, donde fundimos nuestros cuerpos. Pero es inútil, estás tan lejos” era mi parte favorita, y me era imposible no recordar cuando nos acurrucábamos en invierno para darnos calor o cuando sentíamos que no íbamos a poder salir de casa tan fácilmente.
Nuestra opresiva madre cuando estaba en nuestra casa siempre se deslizaba como una sombra, siempre al acecho lista para sermonearnos, reprobarnos y mantenernos ocupados en alguna tarea irrelevante. Con el tiempo esos momentos a solas nos hizo sentir que éramos libres y podíamos engañar el ojo que todo lo ve.
- Me había olvidado de esa canción. ¿Por qué dejaste de escucharlos? Tienen muy buenos temas. – Me reprochó enternecida.
- Son cosas que pasan, pierde sentido si los escucho todo el tiempo. Hasta el chocolate más rico empacha, con la música pasa igual, prefiero traerlos en momentos lindos como este para traer algún recuerdo.
- ¿Este te parece un momento lindo? – Me preguntó desconcentrada y fuera de papel por primera vez (se tambaleó un poco mientras giraba el hula hula en su pie con una pierna levantada).
- Todos mis momentos con vos son los más lindos. Cada canción me trae un recuerdo con vos y ahora, este tema se reescribe en mi memoria y me va a hacer acordar esta sesión.
- Por un momento pensé en privarme de este momento, después pensé que era al pedo porque tarde o temprano este momento iba a llegar.
- Me di cuenta que debí cortarla en la mañana. No es joda cuando digo que estar tanto tiempo encerrado no me hizo nada bien.
- Bueno, podrías invitar a tu amiguita Noe, ya que te llevas tan bien con ella.
Noté con facilidad un dejo de celos en el tono, seguro por su cabeza pasaban mis risas producto de nuestra conversación privada, sin dudas no le gustaba que tuviera secretos ni cuchicheos con otra.
- Estoy con quien quiero estar, concentrémonos en nosotros. – Le dije con sinceridad.
Noe se hubiera cagado de risa de mis arranques de poeta, Majo en cambio, se derretía. Conocía varios puntos débiles y sabía cuándo explotarlos. Todos esos temas eran una máquina del tiempo al pasado lista para hacernos viajar una vez más, combinados con la sesión, la desnudez y nuestros cuerpos tan próximos, sabía que serían las chispas necesarias para el incendio.
- Entonces si vas a reescribir tu recuerdo por este como dijiste hagámoslo especial ¿Te parece?
- Te escucho ¿Qué tenes en mente? – Pregunté conteniendo la respiración, tragando saliva, sin saber si estaba mentalmente preparado.
- Tranquilo, no es nada grave, solamente pensaba en desnudarme. – Y tras quedar en pechos (juro que por más que la venía viendo así a diario no se me borraba la sonrisa de baboso) no se quedó allí.
- ¿Te vas a sacar todo? Me muero. – Susurré bajando la cámara viendo como con algo de suspenso, se empezó abajar la bombachita. – Mi Dios no lo puedo creer.
- ¿No te estás olvidando de algo? ¿Y las fotos? – Me retó estando de perfil, con las piernas cerraditas y el aro girando bajo una mano. – Al final me saque la ropa como querías y no tomaste ninguna foto.
- Perdón… me quede… paralizado. – Reaccioné viéndola de arriba abajo como tres veces. Aunque la había visto desnuda hace años, no era lo mismo, en lo absoluto.
- ¿Qué poses queres que haga? – Me preguntó con asombrosa naturalidad. – Lo único que te pido es que no me… expongas tanto, trata de que no se me vea mucho, mantengámoslo sutil por el momento.
Vientre chato, un color de piel uniforme que desprendía sensualidad, piernas torneadas como esculpidas por un artista renacentista y el detalle insuperable, imposible de ignorar, la frutilla del postre en cualquier escultura o pintura de un cuerpo desnudo, su sexo desnudo, de labios suaves qué, como aquella vez que la vio por primera vez, aún parecía un pulcro corte de terciopelo desembocando en dos alitas de mariposa gráciles y pequeñas, que recién empezaban a emprender el vuelo y asomaban discretas en el centro de su vagina.
Para colmo, sin que se lo diga, con el aro entre las piernas se giró enseñándome su hermoso culo de gimnasta, durito, paradito, a punto caramelo como me gustaban. Se notaba que lo mantenía erguido y apretado para no revelar más de la cuenta, aun así, su zanja curvilínea era una maravilla del mundo moderno.
- ¿Y? ¿Me escuchaste? Trata de que no se me vea la concha y el culo tan rápido, que sea soft así vamos subiendo el detalle foto a foto.
- Perdón, me quedé como… tildado, creo que sufrí una embolia. – Me excusé girando mi cabeza como si tuviera abejas acosándome. – Lo que vos digas Majito, vamos de a poco. Sé que un desnudo total no es fácil; diste un paso muy grande.
- Grande espero que sea la cantidad de suscriptores. Si me pongo así por nada me muero.
- El único que se muere en cualquier momento soy yo, no puedo creer lo hermosa que sos hermanita.
- No empieces… ya te conozco.
- Digo la posta, nada más, tenes un cuerpo que no se si no te convivió el espíritu santo. No sé de donde sacaste tu figura y tu metabolismo.
No iba a pasar mucho tiempo hasta que mi entrepierna decidiera traicionarme y el cuerpo cavernoso se irrigara con mi sangre, en definitiva, por debajo del pantalón mi 3er pierna se estaba deslizando bajo la tela, estaba todo palote, la empezaba a tener tiesa como pata de pirata. Un indicio de que un porcentaje de sangre me faltaba en el cerebro y se redistribuía a mi miembro era que no podía evitar decir pajereadas.
- A vos te esculpió el diablo, mamita. – Dije. – Voy a tener que comprar una escopeta para ahuyentarte los buitres.
- Te la vas a pegar vos mismo me parece. – Bromeó haciéndome reír.
Con la mano temblándome y el pulso de mi cuerpo descontrolado como si sufriera un terremoto bajo mi piel, fotografié el cuerpo desnudo de mi hermana, viéndola en toda su gloria con la iluminación adecuada, tanto a través del lente de la cámara como con mis propios ojos. Cada tanto bajaba la cámara como si temiera que esta me estuviera engañando, me costaba entender tanta perfección.
Le sugerí que volviera a hacer las poses con el hula hula del principio, solo que ahora que estaba al desnudo, sus suscriptores podrían pasar de la foto vestida a la desnuda sin escalas, como si hubieran obtenido el poder de la visión de rayos X.
La pierna de Majo conquistó el aire y sin pudor, reveló su vagina totalmente expuesta ante mi como una flor que abría sus pétalos, haciéndome relamer… podía ser mi hermana pero con el morbo que corría en mis venas y la abstinencia por el encierro no iba a poder controlarme mucho tiempo.
Mientras la veía alzar la pierna con el aro, me costó mucho dejar de enfocar a su sexo pulcro y expuesto, atraía a mis ojos como un imán atrae esferas de metal. En la radio, Barilari cantaba: “Quiero beber de tu esencia tan distinta, y comprender lo que no tiene la mía. Romperé la noche gritando tu nombre, hasta que mi voz te llegué al corazón” al menos sentí que no era el único que quería zambullirse en esa gruta prohibida.
Como un satélite, me moví a su alrededor fotografiando su cuerpo sin exponerla demasiado. Por ahora nada de primeros planos, quería que se sintiera cómoda con su osada sesión. Co que se deleiten con su desnudez y su vagina a la vista debía de ser más que suficiente… por ahora.
En un momento me puse a fotografiar su delicioso trasero turgente y Majo me recordó:
- Mira que no quiero que se me vea el ya sabes qué. Al menos que no me lo vean ahora, que paguen si quieren verme el agujerito.
- No te preocupes, en esa pose te haces sombra y no se ve. – Dije sin dejar de gatillar y realmente incomodado por mi erección. Hablando con claridad, nunca le había visto el culo abierto y de solo imaginarlo me volaba la cabeza.
- Te pido de perdón de antemano, pero tenes una colita preciosa. – Expresé sin poder contenerme.
- Y dale con los diminutivos. Colita tienen los perros yo tengo culo. – Me corrigió.
- Tremendo culo ¿Así te gusta?
- Tampoco me hables como villero… - Me retó negando con el dedo.
Aunque siempre caíamos en ese histeriqueo en el que María José me reprimía si le decía algo zarpado, pero también tomaba la iniciativa y se desnudaba, o me recordaba que era mi hermana y tenía que comportarme como tal, para después visitarme en la cama, esa tarde mi hermana parecía disfrutar como nunca de tentarme.
Un brillo en su mirada que como si me desafiara no dejaba de escrutarme, una sonrisa picaresca y un lenguaje corporal que gritaba “cógeme como a una loca” me decían que estaba poniéndome a prueba, y al parecer iba a aplazar.
- Sabes, me esta costando mucho sacar fotos en este estado. – Dije tomando el bulto erecto de manera grosera y agitándolo un poco. – Me está costando concentrarme con semejante erección.
- ¿Queres tomarte una pausa para ir al baño? – Se hizo la boluda bajando el aro.
- Tengo otra idea.
Dejé la cámara y me acerque sin dejar de verla a los ojos y una vez frente a ella, fue Majo la que me envolvió en el hula hula pasándolo sobre mí. A esa distancia, junto a ella, nuestros cuerpos casi se conectaban. Al mirar hacia abajo vi mi erección casi rozándola, así como sus maravillosos pezones. Después de que dijera que dentro del hula hula estábamos protegidos, la bese con pasión.
Al encontrarse nuestros labios y mis manos con su cadera desnuda, en la radio sonó el estribillo de “Nada es fácil sin tu amor” que decía: “Nunca te olvides, frágil mujer, que tu perfume lo llevo en mi piel. Dulce viajera, asfíxiame Sobre tu pecho otra vez…” y tras degustar sus labios envuelto a ella, sintiendo el roce del aro en mi cuerpo cuando ella me envolvió en sus brazos, descendí a probar sus pezones.
- Ah, hermano, no… no lo hagas. – Susurró tras un gemidito cuando mi boca se conectó a su teta para besarla. Sentí la suavidad de su seno al hundirme en él y apretujarlo con mis labios en un beso que no tardó en volverse succión. - Ah, ah, ah, ah…
Apresé sus preciosas mamilas con mis labios y chupé de ellas como siempre quise, como un crío haciendo regresión, estirando sus pequeños mastoides y dejándolos erectos y brillantes tras el paso de mis labios libidinosos.
Tras ocuparme de una, pase a la otra, siempre bajo su mirada atenta y maternal, que me observo succionar de su pezón con suma atención, ocasionalmente cerrando los ojos para dejarse llevar con la sensación de su hermano succionando de su teta.
- Hermosas tetas, me encantan. – Le dije antes de volver a besar su boca en un beso de lengua obsceno que tenía como meta final evitar que replicar ante lo que iba a hacer. – Ahora tu hermano mayor te va a hace sentir cosas ricas ¿Lo dejas?
Mis manos, firmes en su cadera, frotándolas contra su piel en movimientos que seguían su circunferencia, pero sin subir ni bajar, la recorrieron ansiosas hasta que mi mano hábil se detuvo a escasos centímetros de su vulva, e su vientre chato y firme, como una fiera al acecho lista para dar el salto a la gloria frente a ella.
- Sabes que esto no tiene retorno ¿No?
- Escucha y vas a tener tu respuesta:
Como si todo fuera una coreografía de precisión soviética, el enano Barilari cantó la justa: “Déjate ya de pensar en cosas oscuras, entrégate, sin mirar lo que pasará. Puedes dejar muy atrás el miedo al fracaso y solo así disfrutar de lo que vendrá…”
Majo no dijo que sí ni que no, en cambio se puso en puntas de pie y me besó mientras mi mano, labrando surcos en su piel con las yemas, descendió hasta llegar a su exquisita vagina.
Continuará…
Gracias por leer, deje en lo mejor, lo sé, pero eso significa una cosa: Que el siguiente capítulo va a empezar bien alto. Capítulo a capítulo vamos dejando atrás las anécdotas del pasado y los histeriqueos para meternos, de lleno en sus nuevas aventuras. Si les gusto les agradecería puntos, comentarios o cualquier detalle que demuestre que les interesa la historia. También escucho ideas o sugerencias.
Capítulos anteriores:
Capítulo 1:http://www.poringa.net/posts/relatos/4020235/El-Onlyfans-de-mi-Hermana.html
Capítulo 2:http://www.poringa.net/posts/relatos/4027496/El-Onlyfans-de-mi-Hermana-Parte-2.html
Capítulo 3:http://www.poringa.net/posts/relatos/4041501/El-Onlyfans-de-mi-Hermana-Parte-3.html
12 comentarios - El Onlyfans de mi hermana. Parte 4
Tome sus +10 y reco, buen hombre. 😉
+10
Bien ganados