La playa estaba como a 1km del hotel y por eso había un servicio de transporte que iba y venía continuamente para llevar y traer a los clientes, pero decidimos ir caminando. La temperatura era perfecta y era muy agradable sentir como la brisa marina nos acariciaba la cara.
Caminábamos despacio, disfrutando del paseo, abrazados como dos enamorados, mi mano apoyada en su culo, su mano apoyada en el mío, besuqueándonos de tanto en tanto.
¿Qué tal sexo tenías con tu esposa? Me preguntó Andre, curiosa ¿tan bueno como el que estás teniendo conmigo? Al principio sí, respondí sincero. Cuando nos conocimos follábamos a todas horas, cualquier sitio era bueno, un ascensor, un parque al anochecer, la terraza de un hotel. Hasta los vecinos nos llamaron la atención alguna vez, pero luego, la rutina, los hijos, las preocupaciones…hicieron que esa pasión se esfumara y bueno…prefiero no hablar del tema, prefiero céntrame en el nosotros aquí y ahora.
Llegamos a la playa y nos tumbamos en unas tumbonas que una pareja acaba de dejar junto a la orilla para regresar al hotel. La luz del atardecer era preciosa, lástima que el sol se pusiera por el lado opuesto la mar porque la puesta de sol hubiera sido espectacular, pero… qué importaba, lo que importaba era la paz y tranquilidad, lo a gusto, que me sentía estando al lado de Andre. El caribe, una chica preciosa ¿Qué más podía pedir?
Luego de llevar un rato tumbados me levanté, me bajé el bañador y me fui corriendo al agua. A esa hora apenas quedaba gente y era cuando más me gustaba la playa, era como si fuera mía, como si fuera nuestra.
Vamos, la grité desde el agua ¿tan cobardica eres que no te atreves a meterte desnuda? De pie, riéndote nerviosa, dudabas, estabas deseando quitarte el bañador, pero el que te pudieran ver… Vamos insistí, fuera el bañador…no querrás que te lo quite yo dentro del agua…se podría perder y cómo volverías luego al hotel, ja ja ja. Ese argumento fue mano de Santo, dejándolo caer junto a la tumbona, corrió desnuda hacia mí.
Nos abrazamos en el agua y sentí cómo sus pezones duros de una mezcla de excitación y el notar algo fría el a agua, rozaban mi pecho lo que provocó que mi dormido miembro se comenzara a despertar. Andre lo notó en seguida y con una mano acarició mis huevos primero y luego agarró mi polla con fuerza. Se ha despertado nuestro amiguito, dijo. Es que tiene dos poderosas razones para hacerlo respondí, apretando sus tetas con mis manos y mordiendo sus pezones, al tiempo que sus manos acariciaban mi cabeza, mi espalda.
Me zambullí y puse mi boca en su sexo, como si quisiera que me insuflara aire, pero lo único que conseguí fue que me entrara agua así que mejor subir a la superficie, la mordí el cuello, el hombro, la besé en la boca, erizada, me excitaba mucho y mi polla estaba durísima de nuevo. Andre sujetándola con una mano, rozaba su concha con ella, arriba y abajo, abajo y arriba, una y otra vez. Ya no le importaba que alguna mirada furtiva pudiera intuir lo que estábamos haciendo, su concha solo quería sentir mi polla dentro…otra vez.
Cuando pensó que ya bastaba de caricias, apuntó la cabeza a la entrada de su vagina y subiéndose encima se la metió hasta el fondo, abrazada a mi cuello y sin parar de besarme. Yo la sujetaba por las nalgas y ella movía su pelvis para sentir como mi verga recorría su concha en toda su longitud. Le encantaba llevar el ritmo y a mí me encantaba como me follaba, podía sentir como sus labios engullían mi polla una y otra vez, luego de un rato de pie dentro del agua, me fui dirigiendo hacia la orilla con ella ensartada en mí, el crepúsculo se iba apoderando de la luz del sol y apenas se distinguían algunas sombras a lo lejos. Cuando la saqué del agua, la tumbé en la arena mojada y comencé a embestirla con fuerza, apuesto a que nunca habías hecho un misionero al aire libre, le dije, no, balbuceó, sigue, sigue dame más fuerte, papi, me dijo. Obediente aceleré el ritmo y noté como su cuerpo tenso, era invadido un orgasmo, la volteé y tumbado sobre la arena empezó a cabalgarme con ansia, ese orgasmo, no había hecho si no excitarla más. Apoyó las palmas de sus manos en mi pecho y comenzó a culiar con rabia, gemía, gritaba, estaba fuera de sí, embriagada de placer quería más, ya no le importaba lo más mínimo que pudieran verla, todo lo contrario, fantaseaba con ello, y se excitaba aún más. Me voy a venir, mi polla no puede más Andre, aguanta, papi, tu mamacita quiere exprimirte un poco más me dijo y sentada en cuclillas sobre mí pene me folló con rapidez hasta que apretando su vagina con fuerza con mi verga totalmente dentro de ella otro orgasmo se apoderó de ella. Se tumbó sobre mí y comenzó a besar mi boca, bajando por mi pecho, hasta llegar a mi verga, dura y palpitante, comenzando a recorrerla con sus labios sin usar sus manos y mirándome a los ojos mientras absorbía mi glande exploté mientras mi cuerpo se llenaba de espasmo. Maliciosa, comenzó a subir y bajar con su boca llena de mi leche sobre el tronco de mi pene duro hasta que no pude más. Juguetona, rozando con sus pezones mi pecho subió y nuestras lenguas se entrelazaron en un profundo y largo beso.
Creo que es hora de regresar, dijo.
Caminábamos despacio, disfrutando del paseo, abrazados como dos enamorados, mi mano apoyada en su culo, su mano apoyada en el mío, besuqueándonos de tanto en tanto.
¿Qué tal sexo tenías con tu esposa? Me preguntó Andre, curiosa ¿tan bueno como el que estás teniendo conmigo? Al principio sí, respondí sincero. Cuando nos conocimos follábamos a todas horas, cualquier sitio era bueno, un ascensor, un parque al anochecer, la terraza de un hotel. Hasta los vecinos nos llamaron la atención alguna vez, pero luego, la rutina, los hijos, las preocupaciones…hicieron que esa pasión se esfumara y bueno…prefiero no hablar del tema, prefiero céntrame en el nosotros aquí y ahora.
Llegamos a la playa y nos tumbamos en unas tumbonas que una pareja acaba de dejar junto a la orilla para regresar al hotel. La luz del atardecer era preciosa, lástima que el sol se pusiera por el lado opuesto la mar porque la puesta de sol hubiera sido espectacular, pero… qué importaba, lo que importaba era la paz y tranquilidad, lo a gusto, que me sentía estando al lado de Andre. El caribe, una chica preciosa ¿Qué más podía pedir?
Luego de llevar un rato tumbados me levanté, me bajé el bañador y me fui corriendo al agua. A esa hora apenas quedaba gente y era cuando más me gustaba la playa, era como si fuera mía, como si fuera nuestra.
Vamos, la grité desde el agua ¿tan cobardica eres que no te atreves a meterte desnuda? De pie, riéndote nerviosa, dudabas, estabas deseando quitarte el bañador, pero el que te pudieran ver… Vamos insistí, fuera el bañador…no querrás que te lo quite yo dentro del agua…se podría perder y cómo volverías luego al hotel, ja ja ja. Ese argumento fue mano de Santo, dejándolo caer junto a la tumbona, corrió desnuda hacia mí.
Nos abrazamos en el agua y sentí cómo sus pezones duros de una mezcla de excitación y el notar algo fría el a agua, rozaban mi pecho lo que provocó que mi dormido miembro se comenzara a despertar. Andre lo notó en seguida y con una mano acarició mis huevos primero y luego agarró mi polla con fuerza. Se ha despertado nuestro amiguito, dijo. Es que tiene dos poderosas razones para hacerlo respondí, apretando sus tetas con mis manos y mordiendo sus pezones, al tiempo que sus manos acariciaban mi cabeza, mi espalda.
Me zambullí y puse mi boca en su sexo, como si quisiera que me insuflara aire, pero lo único que conseguí fue que me entrara agua así que mejor subir a la superficie, la mordí el cuello, el hombro, la besé en la boca, erizada, me excitaba mucho y mi polla estaba durísima de nuevo. Andre sujetándola con una mano, rozaba su concha con ella, arriba y abajo, abajo y arriba, una y otra vez. Ya no le importaba que alguna mirada furtiva pudiera intuir lo que estábamos haciendo, su concha solo quería sentir mi polla dentro…otra vez.
Cuando pensó que ya bastaba de caricias, apuntó la cabeza a la entrada de su vagina y subiéndose encima se la metió hasta el fondo, abrazada a mi cuello y sin parar de besarme. Yo la sujetaba por las nalgas y ella movía su pelvis para sentir como mi verga recorría su concha en toda su longitud. Le encantaba llevar el ritmo y a mí me encantaba como me follaba, podía sentir como sus labios engullían mi polla una y otra vez, luego de un rato de pie dentro del agua, me fui dirigiendo hacia la orilla con ella ensartada en mí, el crepúsculo se iba apoderando de la luz del sol y apenas se distinguían algunas sombras a lo lejos. Cuando la saqué del agua, la tumbé en la arena mojada y comencé a embestirla con fuerza, apuesto a que nunca habías hecho un misionero al aire libre, le dije, no, balbuceó, sigue, sigue dame más fuerte, papi, me dijo. Obediente aceleré el ritmo y noté como su cuerpo tenso, era invadido un orgasmo, la volteé y tumbado sobre la arena empezó a cabalgarme con ansia, ese orgasmo, no había hecho si no excitarla más. Apoyó las palmas de sus manos en mi pecho y comenzó a culiar con rabia, gemía, gritaba, estaba fuera de sí, embriagada de placer quería más, ya no le importaba lo más mínimo que pudieran verla, todo lo contrario, fantaseaba con ello, y se excitaba aún más. Me voy a venir, mi polla no puede más Andre, aguanta, papi, tu mamacita quiere exprimirte un poco más me dijo y sentada en cuclillas sobre mí pene me folló con rapidez hasta que apretando su vagina con fuerza con mi verga totalmente dentro de ella otro orgasmo se apoderó de ella. Se tumbó sobre mí y comenzó a besar mi boca, bajando por mi pecho, hasta llegar a mi verga, dura y palpitante, comenzando a recorrerla con sus labios sin usar sus manos y mirándome a los ojos mientras absorbía mi glande exploté mientras mi cuerpo se llenaba de espasmo. Maliciosa, comenzó a subir y bajar con su boca llena de mi leche sobre el tronco de mi pene duro hasta que no pude más. Juguetona, rozando con sus pezones mi pecho subió y nuestras lenguas se entrelazaron en un profundo y largo beso.
Creo que es hora de regresar, dijo.
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