Si el lector leyó la cuarta parte de este nuestro relato dará cuenta que tras la espectacular mamada le había hecho a mi novio Enrique, quien con diestro gusto me dejó la cara llena de su esperma Ramón mientras había pronunciado vía móvil la misma frase que él después de haberse corrido con mi video.
También le enseñé las fotos de Ramón enseñándome su gran verga negra.
No soy mujer huidiza y tengo mi carácter así las cosas le enseñé a Enrique aquellos mensajes quien me dijo...
-Ramón habla de un video. Qué video es ese?.
Lo cogí le la mano y llevé a mi habitación.
Le puse ese video en mi ordenador y allí aparecía yo sollozando por Ramón mientras me estaba filmando haciéndome un dedo para él.
-Joder, Karen... esto le has mandado a Ramón?.
-Me estoy poniendo muy cachondo a pesar de que se lo hayas enviado a otro hombre.
-Enrique... dime la verdad. Crees que esta situación es normal?.
-Te parece normal el acostarnos juntos cuando estoy completamente enamorada de Ramón?.
-No se, Karen... eso irá en función de lo que yo te guste.
-Pues te amo con locura, Enrique.
-Karen, estoy tan loco por ti que no me importa tu relación con Ramón. Es más, me excita mi novia flirtee con ese tipo.
-Bésame, Enrique.
Me besó con locura y pasión. Ese hombre sabía muy bien como excitarme y a lo que me di cuenta me vi sin bragas y con su cabeza entre mis piernas comiéndome el coño.
-Qué coño tienes, Karen... no me extraña a Ramón también le encante.
Me lo hizo de forma lenta y suave y me corrí al final como una loca mordiendo mi dedo índice y agarrándome al colchón como única tabla de salvación en un inminente final.
Pasaron los días y Ramón envió un mensaje al grupo de WhatsApp en donde estábamos los tres diciendo...
-"Voy el sábado que viene. Tengo trabajo allí... y mucha prisa en cerrar un negocio cuanto antes".
Aquel día y cuando recibimos el mensaje Enrique y yo estábamos juntos. Lo leímos a la vez.
-Ya está aquí tu negrito zumbón...
Me lo quedé mirando con cara de cierto desconcierto.
-Bueno... montaremos un sarao. No te parece, Karen?. Dijo con cierta resignación.
-Si no quieres no, Enrique.
-No te preocupes. Yo te quiero igual. Lo que no entiendo el porqué de tanta prisa, Karen.
-Ni yo...
Lo que no imaginábamos era que aquel sarao iba a durar cerca de tres meses...
En realidad, Enrique me amaba solo para él pero no podía resistirse a ver como me tragaba la verga de Ramón. Sentía unos celos controlados que recibían a cambio una contraprestación en una situación que le excitaba sobremanera. Por lo que a mi respecta, Enrique y yo acudimos a un sexólogo quien nos explicó mi caso era uno de "poliamor". Y que él era capaz de tolerarlo. Nos aconsejó que si bien no era lo ortodoxo siguiésemos así y en el momento cualquiera de los tres se sintiera incómodo abandonásemos cuanto antes esa situación que no acarrearía sino enemistad.
Yo era más celosa que Enrique. El día en que vi como cuando me hacía el amor Ramón la mujeracha esa negra de él se la estaba chupando a Enrique no me hizo ninguna gracia.
Zorra. Eso era la mujer de Ramón. Lo que si era cierto que al ser poliamorosa tenía celos por partida doble y eso me mataba. A Erica, la mujer de Ramón no la podía ni ver. Menos mal que esta vez no iba venir esa guarra asquerosa.
En resumidas cuentas. Que no me gusta compartir hombres pero si me compartan a mi, al menos a los que quiero de verdad.
Ramón apareció al día siguiente. Tenía prisa por volver a Galicia con su mujer e hijos. No era para menos. Siendo Enrique Guardia Civil estaba al tanto de la cierta realidad de que debido a una pandemia iban a cerrar todo el país. Yo no le había hecho ni caso porque siempre consideré el espíritu guripa de Enrique siempre tendía a exagerar las cosas.
Ding-Dong!!!. Ahí estaba Ramón. Abrí la puerta y ese negro armario se presentó vestido con una camiseta de los ACDC, justos vaqueros y unas Converse All Star. A sus 50 años eso le daba un espíritu muy juvenil. Siempre pensé que un hombre se puede poner cualquier cosa a cualquier edad si está en forma y Ramón y Enrique lo estaban. Casualmente, Enrique llevaba otra del mismo grupo de rock. Señalar que con lo grande de esas T-shirt XXL si las hubiese cosido juntas tendría una nueva sábana para mi ajuar de soltera y entera.
-Hola, Ramón. Pasa.
Ramón se agachó para besar mi diminuto cuerpo en las mejillas con sus negros labios y un aroma a "One" de Calvin Klein inundó mi olfato. Estaba claro que a pesar de haber estado trabajando venía en perfecto estado de revista. De Enrique nunca tuve duda alguna por su puesto en la Guardia Civil que le obligaba a portar una imagen paramilitar.
-Hola, Enrique. Vas a ir?.
-Hola, Ramón. A dónde?.
-Al concierto. Dijo señalando su camiseta.
Ambos se rieron y se dieron la mano. Esos dos hombres se llevaban realmente bien y yo los admiraba.
-Haré la comida para mis chicos. Dije.
Enrique sacó tres cervezas. Una para cada uno. Ya empezaban por las cervecitas... luego sería una caja para cada uno.
No me molestaba para nada bebieran. Me fascinan los hombres beben y controlan a la vez. Es muy seductor. Eso les hace tener un dominio sobre si mismos y Ramón y Enrique eran así.
Desde la cocina los miraba de soslayo. Me estaba poniendo cachonda el solo imaginar como iba a dejar a esos dos hombres. Dos armarios de 1'90 dominados por una mujer de 1'60 como dos peleles. Pero primero era saciar su estómago.
Serví la comida y Ramón sacó una botella de Pesquera que había traído. Estuvimos departiendo mientras sobre todo de la pandemia. Los dos insistieron y me dijeron en las copas
-Eres una incrédula. Nos vamos a cagar...
-Me veo currando como un negro... dijo Enrique.
-Ya estamos con los negros... dijo Ramón.
Los tres nos reímos sin parar.
-Bueno... ya veremos. Voy a ducharme...
Les guiñé un ojo.
Ahí los dejé hablando de sus cosas. De seguro hablarían de mi...
Me metí en la ducha y me limpié bien todo el cuerpo y sobre todo mi coño. Me di cuenta estaba cachonda perdida de solo pensar me los iba a follar en unos instantes. No creo se negaran. Bueno... lo comprobaría en un momento. A lo peor ya no les gustaba...
Me vestí como le gustaba a Enrique. Como una puta. Me puse aquellas medias de rejilla negras con ligueros blancos sin bragas, la falda de leopardo y aquella camiseta roja bien justa con la que me habían abordado Enrique y sus 4 amigos cazadores en el primer episodio de esta serie. Me pinté como una puerta y me eché perfume barato. Parecía una fulana de esa traza. Antes de salir de mi habitación me subí aquella camiseta y comprobé como mis pezones estaban tiesos y duros como el diamante a la vez de como sería imposible no los adivinaran marcando mi justa camiseta. Si. Parecía una zorra.
Cuando entré en el salón iban ya por el tercer gintonic. Ellos como si se bebían una botella. El alcohol no les afectaba en nada para la erección. Se las iba a poner bien tiesas. Creo estaban hablando de fútbol, me agaché y puse un CD de los Doors y comenzó a sonar "Riders on the Storm".
Pude percibir el deseo de sus miradas que se habían fijado como no en mis grandes tetas de madura. Cuando me volví a sentar en la mesa los noté ansiosos de mi. Se estaban poniendo nerviosos. Me senté al lado de Ramón y me incorporé a la conversación poniendo una mano bajo la mesa en la pierna del negro.
-Estáis bien chicos?. Parece haya entrado un espíritu...
-Si, Karen. Muy bien dijeron los dos mirándome como a una estatua de sal. Parecían lobos.
Subí mi mano hasta la bragueta de los pantalones de Ramón y le toqué el estómago por debajo de su camiseta para luego bajar hasta su paquete ya casi erecto. Se estaba poniendo como un borrico.
Enrique, sabedor de lo que estaba haciendo me miró con suspicacia y deseo. Él también quería por lo que alargué mi pie sin zapato para alcanzar el suyo.
Poco a poco desabroché los botones de los pantalones de Ramón y metí mi mano dentro de sus bóxer. Su polla estaba dura como un candelabro y yo me estaba poniendo bien húmeda.
-Pero qué os pasa??. Parece tenga monos en la cara. Les dije.
Un silencio absoluto fue la respuesta. Pero Enrique se acercó y comenzó a tocarme las tetas.
-Uhhh!!!. Menos mal ya se ha decidido uno de una vez.
Ramón se levantó y exhibió su negro miembro duro y fuerte poniéndomelo en la cara. Me di por aludida y comencé a chupar esa cosa como una loca.
-Qué polla más rica!!!. Dame la tuya, Enrique.
Me vi chupando esas dos vergas duras como piedras. Primero una, después otra. Gemían como dos cerdos.
Saqué mis grandes tetas por encima del escote.
-Venga, chicos refrotad esas pollas por mis tetas... lo estáis deseando. No os cortéis...
Eso hicieron.
Ramón comenzó a sobar mi coño. Estaba tremendamente mojado. Para entonces iban solo vestidos con sus camisetas de ACDC.
-Llevadme al sofá...!.
Me cogieron entre los dos en brazos mientras sus vergas iban de lado a lado entre sus fuertes muslos.
Ramón se echó largo en el sofá y Enrique me puso encima de él. Ramón me ensartó su polla en mi coño y comenzó a moverse. Por un momento Enrique no supo que hacer pero se situó detrás de mi con unas intenciones las cuales desconocía. Pronto sabía lo que quería.
Cogió su polla y me la metió también en el coño haciendo un sándwich. Ellos eran el pan y yo lo más rico... el jamón. Estaba llena de dos pollas de 19 centímetros cada una y de dos colores. Solo pude decir...
-"Ohhhhh!!!!!!, dadme más. Quiero más!!!!. Mis dos tíos...!". Los amaba de todas formas posibles pero así más todavía.
En un plano picado o como si una cámara estuviese en el techo mi pequeño cuerpo ni se vería tomado por dos gorilas cuyos brazos representaban tres cuartas partes de mis muslos. Me dio la sensación de que era imposible a esos hombres tan grandes y varoniles una mujer tan insignificante pudiese controlarlos tan a placer. Estaba completamente convencida de que si en esos momentos los hubiese mandado fuera de mi y sentado a jugar una partida de parchís me hubiesen dejado en paz. Y es que me querían con locura y solo darían el paso si yo los ponía bien calientes y bien salvajes. Me sentía la dueña y señora de sus voluntades y eso les encantaba mientras Ramón, el de abajo abría en vano toda su boca de negro para comerme las tetas por entero y ahí detrás sin yo verlo Enrique me jodía a su gusto junto con Ramón.
Una mujer con dos pollas erectas en su coño... No se podía ser más feliz y querida.
Además me sentía una mujer respetable porque solo me valían esos dos machos. El resto eran unos pringados.
Así las cosas, el paseante de estas mis narraciones no se si habrá caído en la cuenta de mi perfil de mujer en anteriores episodios. Me gustan los hombres. Lo reconozco y tengo mis fantasías. A veces, veo a 4 ó 5 en un bar y me tomo un café. Si son de mi agrado luego me masturbo pensando me hacen y dicen cosas obscenas porque soy en el fondo muy primitiva. Imagino, el resto de las mujeres serán parecidas a mi o no. Pero yo soy así. Otra cosa es que lo pudiese llegar a hacer. Solo lo hice en una ocasión con Enrique y sus 4 cazadores. Ahora ya no daría ese paso porque me considero una mujer respetable y necesito mi nicho de cariño. Aquel que me dan Ramón y Enrique.
Lejos de este pequeño inciso y como iba diciendo, ambos estaban por mi. Yo me veía un poco turbada porque me penetraran tan fuerte pero estaba cachonda.
-Vamos chicos... dadle más polla a vuestra chica... les dije.
Aún se pusieron más burros y competidores. La elementalidad de esos mis chicos era lo que más me seducía. Eran inteligentes y bien hechos pero yo les perdía. Los tenía continuamente en mi mano. Pero no imaginaba aún hasta que punto como narraré al lector en subsiguientes episodios.
Con tal despliegue de amor me daban me corrí como una heroína dos veces antes de que ellos lo hicieran. Ni se enteraron de ello. Cuando me corro por penetración prefiero expresarlo con mi cuerpo. Llega un momento en que me vuelvo más loca de lo normal y procuro empalmar un orgasmo con otro sin que mi pareja deje de bombear. Hay mujeres que se corren de otra manera. Yo soy así. Ellos, como estaban a lo suyo ni se dieron cuenta. Pero les dije...
-Y ahora qué?.
Se separaron de mi con sus vergas bien tiesas y me dijeron...
-Qué de qué...?.
-Pero no os habéis dado cuenta de que vuestra chica se ha corrido dos veces??.
Pusieron cara de no entender.
-Venid aquí...
Los llevé a mi habitación y nos tumbamos los tres en la cama. Estaban realmente voraces. Eso quería. Ponerlos como aves de presa.
-Quiero besitos.
Me besaron sin parar los dos por todo mi cuerpo y cuando estuve decidida dejé me penetraran otra vez. Uno por la boca y otro por mi coño.
Estaba a cuatro patas. Ramón me cogía por detrás y Enrique por delante.
Ramón no pudo más y se corrió dentro de mi coño gimiendo mi nombre. Cuando lo hizo noté como mi coño se lubricaba más todavía señal inequívoca de que su semen me había llegado hasta el útero.
Enrique aún tardó un poco más. Abandonó su sitio en mi boca y me cogió por el coño en la posición del misionero.
Ramón contemplaba esa escena con su negra polla ya descansada y a medio erección. Pero llegó un momento que Enrique se iba a ir.
-Te quiero, Enrique... venga... que tu puedes... Dame fuerte que soy tu chica. Ánimo...córrete como Ramón...!!.
Comenzó a moverse más rápido poniéndose muy bruto. Solo acertaba a besarme en la boca hasta que al final su esperma se mezcló con el de Ramón.
Eso si... me susurró al oído antes de derramarse todo lo que me quería.
-Ese es mi chico!!!. Exclamé. Un campeón. El mejor!!!
Ya.
Se habían corrido los dos y yo había hecho un buen trabajo con ellos.
Ambos se quedaron largos en la cama y me fui a limpiar de sus semillas.
Posiblemente el glande de Enrique en su canal había desalojado el esperma de Ramón. De seguro estaba más llena de Enrique que de Ramón.
Me asomé a mi habitación llena de peluches y recuerdos de mi familia y sobrinos y largué al salón vestida con un chándal había dejado en el baño. No quise molestarlos porque estaban soporizados con sus vergas al aire.
Me puse la tele y así pasé la tarde de aquel domingo no sin antes quitarme ese disfraz de zorra me había puesto y que me daba mucho asco.
No imaginaba lo que iba a ver en la televisión...
Continuará...
También le enseñé las fotos de Ramón enseñándome su gran verga negra.
No soy mujer huidiza y tengo mi carácter así las cosas le enseñé a Enrique aquellos mensajes quien me dijo...
-Ramón habla de un video. Qué video es ese?.
Lo cogí le la mano y llevé a mi habitación.
Le puse ese video en mi ordenador y allí aparecía yo sollozando por Ramón mientras me estaba filmando haciéndome un dedo para él.
-Joder, Karen... esto le has mandado a Ramón?.
-Me estoy poniendo muy cachondo a pesar de que se lo hayas enviado a otro hombre.
-Enrique... dime la verdad. Crees que esta situación es normal?.
-Te parece normal el acostarnos juntos cuando estoy completamente enamorada de Ramón?.
-No se, Karen... eso irá en función de lo que yo te guste.
-Pues te amo con locura, Enrique.
-Karen, estoy tan loco por ti que no me importa tu relación con Ramón. Es más, me excita mi novia flirtee con ese tipo.
-Bésame, Enrique.
Me besó con locura y pasión. Ese hombre sabía muy bien como excitarme y a lo que me di cuenta me vi sin bragas y con su cabeza entre mis piernas comiéndome el coño.
-Qué coño tienes, Karen... no me extraña a Ramón también le encante.
Me lo hizo de forma lenta y suave y me corrí al final como una loca mordiendo mi dedo índice y agarrándome al colchón como única tabla de salvación en un inminente final.
Pasaron los días y Ramón envió un mensaje al grupo de WhatsApp en donde estábamos los tres diciendo...
-"Voy el sábado que viene. Tengo trabajo allí... y mucha prisa en cerrar un negocio cuanto antes".
Aquel día y cuando recibimos el mensaje Enrique y yo estábamos juntos. Lo leímos a la vez.
-Ya está aquí tu negrito zumbón...
Me lo quedé mirando con cara de cierto desconcierto.
-Bueno... montaremos un sarao. No te parece, Karen?. Dijo con cierta resignación.
-Si no quieres no, Enrique.
-No te preocupes. Yo te quiero igual. Lo que no entiendo el porqué de tanta prisa, Karen.
-Ni yo...
Lo que no imaginábamos era que aquel sarao iba a durar cerca de tres meses...
En realidad, Enrique me amaba solo para él pero no podía resistirse a ver como me tragaba la verga de Ramón. Sentía unos celos controlados que recibían a cambio una contraprestación en una situación que le excitaba sobremanera. Por lo que a mi respecta, Enrique y yo acudimos a un sexólogo quien nos explicó mi caso era uno de "poliamor". Y que él era capaz de tolerarlo. Nos aconsejó que si bien no era lo ortodoxo siguiésemos así y en el momento cualquiera de los tres se sintiera incómodo abandonásemos cuanto antes esa situación que no acarrearía sino enemistad.
Yo era más celosa que Enrique. El día en que vi como cuando me hacía el amor Ramón la mujeracha esa negra de él se la estaba chupando a Enrique no me hizo ninguna gracia.
Zorra. Eso era la mujer de Ramón. Lo que si era cierto que al ser poliamorosa tenía celos por partida doble y eso me mataba. A Erica, la mujer de Ramón no la podía ni ver. Menos mal que esta vez no iba venir esa guarra asquerosa.
En resumidas cuentas. Que no me gusta compartir hombres pero si me compartan a mi, al menos a los que quiero de verdad.
Ramón apareció al día siguiente. Tenía prisa por volver a Galicia con su mujer e hijos. No era para menos. Siendo Enrique Guardia Civil estaba al tanto de la cierta realidad de que debido a una pandemia iban a cerrar todo el país. Yo no le había hecho ni caso porque siempre consideré el espíritu guripa de Enrique siempre tendía a exagerar las cosas.
Ding-Dong!!!. Ahí estaba Ramón. Abrí la puerta y ese negro armario se presentó vestido con una camiseta de los ACDC, justos vaqueros y unas Converse All Star. A sus 50 años eso le daba un espíritu muy juvenil. Siempre pensé que un hombre se puede poner cualquier cosa a cualquier edad si está en forma y Ramón y Enrique lo estaban. Casualmente, Enrique llevaba otra del mismo grupo de rock. Señalar que con lo grande de esas T-shirt XXL si las hubiese cosido juntas tendría una nueva sábana para mi ajuar de soltera y entera.
-Hola, Ramón. Pasa.
Ramón se agachó para besar mi diminuto cuerpo en las mejillas con sus negros labios y un aroma a "One" de Calvin Klein inundó mi olfato. Estaba claro que a pesar de haber estado trabajando venía en perfecto estado de revista. De Enrique nunca tuve duda alguna por su puesto en la Guardia Civil que le obligaba a portar una imagen paramilitar.
-Hola, Enrique. Vas a ir?.
-Hola, Ramón. A dónde?.
-Al concierto. Dijo señalando su camiseta.
Ambos se rieron y se dieron la mano. Esos dos hombres se llevaban realmente bien y yo los admiraba.
-Haré la comida para mis chicos. Dije.
Enrique sacó tres cervezas. Una para cada uno. Ya empezaban por las cervecitas... luego sería una caja para cada uno.
No me molestaba para nada bebieran. Me fascinan los hombres beben y controlan a la vez. Es muy seductor. Eso les hace tener un dominio sobre si mismos y Ramón y Enrique eran así.
Desde la cocina los miraba de soslayo. Me estaba poniendo cachonda el solo imaginar como iba a dejar a esos dos hombres. Dos armarios de 1'90 dominados por una mujer de 1'60 como dos peleles. Pero primero era saciar su estómago.
Serví la comida y Ramón sacó una botella de Pesquera que había traído. Estuvimos departiendo mientras sobre todo de la pandemia. Los dos insistieron y me dijeron en las copas
-Eres una incrédula. Nos vamos a cagar...
-Me veo currando como un negro... dijo Enrique.
-Ya estamos con los negros... dijo Ramón.
Los tres nos reímos sin parar.
-Bueno... ya veremos. Voy a ducharme...
Les guiñé un ojo.
Ahí los dejé hablando de sus cosas. De seguro hablarían de mi...
Me metí en la ducha y me limpié bien todo el cuerpo y sobre todo mi coño. Me di cuenta estaba cachonda perdida de solo pensar me los iba a follar en unos instantes. No creo se negaran. Bueno... lo comprobaría en un momento. A lo peor ya no les gustaba...
Me vestí como le gustaba a Enrique. Como una puta. Me puse aquellas medias de rejilla negras con ligueros blancos sin bragas, la falda de leopardo y aquella camiseta roja bien justa con la que me habían abordado Enrique y sus 4 amigos cazadores en el primer episodio de esta serie. Me pinté como una puerta y me eché perfume barato. Parecía una fulana de esa traza. Antes de salir de mi habitación me subí aquella camiseta y comprobé como mis pezones estaban tiesos y duros como el diamante a la vez de como sería imposible no los adivinaran marcando mi justa camiseta. Si. Parecía una zorra.
Cuando entré en el salón iban ya por el tercer gintonic. Ellos como si se bebían una botella. El alcohol no les afectaba en nada para la erección. Se las iba a poner bien tiesas. Creo estaban hablando de fútbol, me agaché y puse un CD de los Doors y comenzó a sonar "Riders on the Storm".
Pude percibir el deseo de sus miradas que se habían fijado como no en mis grandes tetas de madura. Cuando me volví a sentar en la mesa los noté ansiosos de mi. Se estaban poniendo nerviosos. Me senté al lado de Ramón y me incorporé a la conversación poniendo una mano bajo la mesa en la pierna del negro.
-Estáis bien chicos?. Parece haya entrado un espíritu...
-Si, Karen. Muy bien dijeron los dos mirándome como a una estatua de sal. Parecían lobos.
Subí mi mano hasta la bragueta de los pantalones de Ramón y le toqué el estómago por debajo de su camiseta para luego bajar hasta su paquete ya casi erecto. Se estaba poniendo como un borrico.
Enrique, sabedor de lo que estaba haciendo me miró con suspicacia y deseo. Él también quería por lo que alargué mi pie sin zapato para alcanzar el suyo.
Poco a poco desabroché los botones de los pantalones de Ramón y metí mi mano dentro de sus bóxer. Su polla estaba dura como un candelabro y yo me estaba poniendo bien húmeda.
-Pero qué os pasa??. Parece tenga monos en la cara. Les dije.
Un silencio absoluto fue la respuesta. Pero Enrique se acercó y comenzó a tocarme las tetas.
-Uhhh!!!. Menos mal ya se ha decidido uno de una vez.
Ramón se levantó y exhibió su negro miembro duro y fuerte poniéndomelo en la cara. Me di por aludida y comencé a chupar esa cosa como una loca.
-Qué polla más rica!!!. Dame la tuya, Enrique.
Me vi chupando esas dos vergas duras como piedras. Primero una, después otra. Gemían como dos cerdos.
Saqué mis grandes tetas por encima del escote.
-Venga, chicos refrotad esas pollas por mis tetas... lo estáis deseando. No os cortéis...
Eso hicieron.
Ramón comenzó a sobar mi coño. Estaba tremendamente mojado. Para entonces iban solo vestidos con sus camisetas de ACDC.
-Llevadme al sofá...!.
Me cogieron entre los dos en brazos mientras sus vergas iban de lado a lado entre sus fuertes muslos.
Ramón se echó largo en el sofá y Enrique me puso encima de él. Ramón me ensartó su polla en mi coño y comenzó a moverse. Por un momento Enrique no supo que hacer pero se situó detrás de mi con unas intenciones las cuales desconocía. Pronto sabía lo que quería.
Cogió su polla y me la metió también en el coño haciendo un sándwich. Ellos eran el pan y yo lo más rico... el jamón. Estaba llena de dos pollas de 19 centímetros cada una y de dos colores. Solo pude decir...
-"Ohhhhh!!!!!!, dadme más. Quiero más!!!!. Mis dos tíos...!". Los amaba de todas formas posibles pero así más todavía.
En un plano picado o como si una cámara estuviese en el techo mi pequeño cuerpo ni se vería tomado por dos gorilas cuyos brazos representaban tres cuartas partes de mis muslos. Me dio la sensación de que era imposible a esos hombres tan grandes y varoniles una mujer tan insignificante pudiese controlarlos tan a placer. Estaba completamente convencida de que si en esos momentos los hubiese mandado fuera de mi y sentado a jugar una partida de parchís me hubiesen dejado en paz. Y es que me querían con locura y solo darían el paso si yo los ponía bien calientes y bien salvajes. Me sentía la dueña y señora de sus voluntades y eso les encantaba mientras Ramón, el de abajo abría en vano toda su boca de negro para comerme las tetas por entero y ahí detrás sin yo verlo Enrique me jodía a su gusto junto con Ramón.
Una mujer con dos pollas erectas en su coño... No se podía ser más feliz y querida.
Además me sentía una mujer respetable porque solo me valían esos dos machos. El resto eran unos pringados.
Así las cosas, el paseante de estas mis narraciones no se si habrá caído en la cuenta de mi perfil de mujer en anteriores episodios. Me gustan los hombres. Lo reconozco y tengo mis fantasías. A veces, veo a 4 ó 5 en un bar y me tomo un café. Si son de mi agrado luego me masturbo pensando me hacen y dicen cosas obscenas porque soy en el fondo muy primitiva. Imagino, el resto de las mujeres serán parecidas a mi o no. Pero yo soy así. Otra cosa es que lo pudiese llegar a hacer. Solo lo hice en una ocasión con Enrique y sus 4 cazadores. Ahora ya no daría ese paso porque me considero una mujer respetable y necesito mi nicho de cariño. Aquel que me dan Ramón y Enrique.
Lejos de este pequeño inciso y como iba diciendo, ambos estaban por mi. Yo me veía un poco turbada porque me penetraran tan fuerte pero estaba cachonda.
-Vamos chicos... dadle más polla a vuestra chica... les dije.
Aún se pusieron más burros y competidores. La elementalidad de esos mis chicos era lo que más me seducía. Eran inteligentes y bien hechos pero yo les perdía. Los tenía continuamente en mi mano. Pero no imaginaba aún hasta que punto como narraré al lector en subsiguientes episodios.
Con tal despliegue de amor me daban me corrí como una heroína dos veces antes de que ellos lo hicieran. Ni se enteraron de ello. Cuando me corro por penetración prefiero expresarlo con mi cuerpo. Llega un momento en que me vuelvo más loca de lo normal y procuro empalmar un orgasmo con otro sin que mi pareja deje de bombear. Hay mujeres que se corren de otra manera. Yo soy así. Ellos, como estaban a lo suyo ni se dieron cuenta. Pero les dije...
-Y ahora qué?.
Se separaron de mi con sus vergas bien tiesas y me dijeron...
-Qué de qué...?.
-Pero no os habéis dado cuenta de que vuestra chica se ha corrido dos veces??.
Pusieron cara de no entender.
-Venid aquí...
Los llevé a mi habitación y nos tumbamos los tres en la cama. Estaban realmente voraces. Eso quería. Ponerlos como aves de presa.
-Quiero besitos.
Me besaron sin parar los dos por todo mi cuerpo y cuando estuve decidida dejé me penetraran otra vez. Uno por la boca y otro por mi coño.
Estaba a cuatro patas. Ramón me cogía por detrás y Enrique por delante.
Ramón no pudo más y se corrió dentro de mi coño gimiendo mi nombre. Cuando lo hizo noté como mi coño se lubricaba más todavía señal inequívoca de que su semen me había llegado hasta el útero.
Enrique aún tardó un poco más. Abandonó su sitio en mi boca y me cogió por el coño en la posición del misionero.
Ramón contemplaba esa escena con su negra polla ya descansada y a medio erección. Pero llegó un momento que Enrique se iba a ir.
-Te quiero, Enrique... venga... que tu puedes... Dame fuerte que soy tu chica. Ánimo...córrete como Ramón...!!.
Comenzó a moverse más rápido poniéndose muy bruto. Solo acertaba a besarme en la boca hasta que al final su esperma se mezcló con el de Ramón.
Eso si... me susurró al oído antes de derramarse todo lo que me quería.
-Ese es mi chico!!!. Exclamé. Un campeón. El mejor!!!
Ya.
Se habían corrido los dos y yo había hecho un buen trabajo con ellos.
Ambos se quedaron largos en la cama y me fui a limpiar de sus semillas.
Posiblemente el glande de Enrique en su canal había desalojado el esperma de Ramón. De seguro estaba más llena de Enrique que de Ramón.
Me asomé a mi habitación llena de peluches y recuerdos de mi familia y sobrinos y largué al salón vestida con un chándal había dejado en el baño. No quise molestarlos porque estaban soporizados con sus vergas al aire.
Me puse la tele y así pasé la tarde de aquel domingo no sin antes quitarme ese disfraz de zorra me había puesto y que me daba mucho asco.
No imaginaba lo que iba a ver en la televisión...
Continuará...
0 comentarios - Karen. Una Puta Madura V.