Casi a oscuras, solitos, empezamos a bailar con mis manos alrededor de su cuello, por lo que él tomó más confianza y empezó acariciarme deliciosamente la espalda que mi vestido dejaba desnuda y al notar que me gustaba, empezaron los besos en el cuello que fueron abriendo camino con destino a mi boca, hasta que nuestros labios se encontraron en un apasionado beso y las lenguas empezaron a entrelazarse de la forma más erótica y sublime, lo que hizo que sus manos cayeran a mis nalgas para manosearlas y apretarlas contra su humanidad, haciéndome notar que antes que la erección que habÃa sentido en la pista de baile habÃa disminuido, antes estaba mucho más firme, dura y larga.
No sé cuánto tiempo paso, ni que canción sonaba, estábamos ahà los dos, mientras él se encargó de subirme el vestido y desnudar mis nalgas, dejándolas a la vista con su hilo blanco, para manosearlas a placer mientras continuábamos con ese eterno y delicioso beso y mi conchita era frotada por su falo que no dejaba de ganar grosor y de lograr mayor longitud, lo que sencillamente me ponÃa loquita de deseo.
Ni sentimos la puerta, sólo la presencia de su amigo al lado nuestro, quien con una risa picara le entregó la botella a quien me habÃa hecho compañÃa, y sin mediar palabra tomó su lugar y empezamos a bailar en la misma posición que habÃamos hecho con su amigo. La verdad, en ese momento no querÃa pensar en lo que estaba haciendo, sencillamente dejarme llevar por el placer que en ese momento estaba sintiendo y asà lo hice, pues si lo pienso, no lo hago.
Quien me habÃa besado tomó la botella y fue a la cocina a preparar las bebidas, mientras que su amigo no perdió el tiempo y empezó a seguir el mismo camino que habÃa hecho su otro amigo, por lo que al volver con las copas en la mano, vio la escena de los dos pegaditos completamente, el restregándome su mástil con sus manos en mi culo en un beso tan apasionado como erótico, por lo que dejó las bebidas a un lado, para retirar las manos de su amigo de mi culo, y pegarse a él frotando su verga que parecÃa que querÃa explotar dentro de su pantalón.
Separó mi boca del negro que está al frente mÃo, le doy espacio para que manoseé a gusto mis tetas, mientras volteo a ver a su amigo que está detrás mÃo, y en cuestión de segundos, estoy nuevamente besándolo con pasión desenfrenada, no soy dueña de mÃ, mi voluntad no existe y todo mi deseo y calentura es de ellos. El negro de al frente aprovecha para tomar las tiras del vestido y bajarlas por mis hombros, para asà dejarlo casi en mi cintura, dejando al descubierto mi voluminoso pecho que ataca sin misericordia con su apetitosa boca, jugando con su prodigiosa lengua, lo que me hace exhalar intensos y ricos gemidos teniendo mi boca en la boca de su amigo y nuestras lenguas enredadas.
No saben la delicia de mamada de tetas que me daba ese negro. Las tomaba las dos con sus manotas y no dejaba de lamer, chupar y succionar mis pezones adoloridos de los duros que los tenÃa por la calentura que sentÃa.
Quien estaba detrás de mà con quien me seguÃa besando, no se quedaba quieto y metió su mano por mi vestidito, y primero por encima de la tanga, empezó a frotarse sus gruesos y largos dedos por encima de mi empapada cuquita, mientras me seguÃa deleitando con su vergota frotándola por doquier por mà culo, el cual sacaba más para disfrutarlo mejor.
Quien estaba detrás de mÃ, se separó, bajo mi vestido completamente y me dejó solo en las tanguitas diminutas, para luego empezar a subir por mà anatomÃa lamiendo y besando mis piernas, mis muslos hasta llegar a mis nalgas, que se frotaba en la cara, lamia e incluso mordÃa de manera deliciosa. El de adelante, sin dejar de proporcionarme la lamida de tetas que tanto me gustaba, introdujo su mano en mis tanguitas por delante, para encontrarse con mi panochita que para ser momento era un mar hirviente de calentura y aumentó con la rica frotada que me daba con la yema de sus dedos.
El negro de atrás decidió bajar mis braguitas hasta los tobillos para dejarme completamente desnudita, lo que aprovechó el de adelante para descender, hacer que abriera un poco mis piernas, y empezar a hurgar en mà vagina con su morbosa lengua y labios, mientras que el de atrás no perdió su tiempo, abrió mis nalguitas e hizo lo propio con mi estrechito anito. No saben la sensación que era tener, por primera vez, dos lenguas calientes haciéndome sexo oral. Tome sus cabezas con cada una de mis manos, me encantaba verme entre esos dos negros, en otras, la sensación era tan rica que me concentraba en mis gemidos, levantando mi rostro y cerrando los ojitos.
Los dos se incorporaron y sin dejarme de besar y manosear sus cuerpos, hicieron caer al suelo sus pantalones junto a sus bóxer. Dirán que exagero, pero eran las vergas más largas y gruesas, que al menos hasta ese momento, habÃa visto en mi vida. Sentà una sensación de intimidación y a la vez deseo por ellas, y cuando se pararon los dos frente a mÃ, no habÃa necesidad de palabras, sabÃa bien lo que querÃan y yo estaba allà para complacerlos, asà que me puse de rodillas, tomé esas enormes vergas con mis manos y empecé a darles una intensa mamada.
No les miento al decirle que tomaba una de esas vergas con las dos manos y les sobraba la cabeza, además, de lo gruesa, casi mi mano no cerraba en su contorno, por lo que podÃa mamarles la cabeza y lamerles el resto, y fue casi imposible tragarme los dos penes a la vez, por más ricos intentos que hicimos. Pero ello no fue impedimento para que les demostrara que lo mÃo es el sexo oral, que se dieran cuenta como me encanta y disfruto mamarlas y tragarme sus grandes y negras guevas mientras me daban golpecitos en el rostro con esos mástiles de ébano.
Casi se peleaban porque les chupara el cabezón o le pasara la lengua por el tallo o los recorriera con rico chupones, no me cambiaba por ninguna teniendo esas vergas en mi boca, pues es una de las cosas que más disfruto en el sexo. Por ello, uno de ellos se separó de mÃ, me acomodó en cuatro, y mientras yo seguÃa succionando una verga negra, empecé a sentir como el otro frotaba la cabeza de su penesote por los labios de mi vagina, para poco a poco ir perforándola con su animalote, haciéndome producir gemidos sin que me sacara el otro palo de mi boca, inclusive tragándomelo más.
Fue un proceso lentamente delicioso el que mi cosita se acostumbrara a semejante herramienta. Con tacto y experiencia, él supo ir introduciéndomela, produciéndome instantes de ese dolorcito rico de placer que me hacÃa apretar entre mis labios la verga del otro macho que me comÃa, para en casi en la mitad, empezar a darme un delicioso bombeo que me hacia alucinar de lo delicioso. En ese momento pensé, y me excite aún más. Solo un macho de estos serÃa rico para una noche de sexo sucio y yo estoy con dos: que puta suertuda soy. Por lo que incremente mis mamadas mientras yo solita movÃa mis caderas para sentir el pene más adentro de mi panocha.
En esa pose logré uno de los más intensos orgasmos de mi vida, el cual no lo gemÃ, lo grite intensamente mientras el negro que tenÃa detrás incrementaba sus movimientos, mientras no dejaba de mamarlo de manera desesperaba, aunque el amigo de al frente me pedÃa que parara, sentÃa que me la podÃa meter más y más por la boca, mientras la otra verga negra entraba casi completa por mi cuca chorreante de jugos calientes, lo cual produjo, que casi al tiempo, los dos llegarán a su primera descarga de abundante semen, el cual brotó por mi panochita aun con la verga dentro, al igual que por la comisura de mis labios.
Caà casi desmayada en la alfombra de la sala de ese apartahotel. Los dos al lado mÃo completamente sudorosos, agotados, pero quizás, como yo, con ganitas de ir más allá. yo me quedé allÃ, disfrutando de sentir como de mà vagina no paraba de brotar semen espeso, caliente y abundante, mientras que mis labios, boca y mis tetas, tenÃan rastros del semen del otro macho. Me sentÃa puta, sucia, golfa y me encantaba sentirme asÃ.
0 comentarios - Noche loca, follando a dos dotados😈