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La oficina, la pandemia y mi compañera.

Desde el inicio de la pandemia tuve que bajar mil revoluciones a salidas y encuentros con amigas. Más allá de los temores propios, la idea que llevar el bicho a la familia y conocidos no me permitió soltarme durante todo un año.
Ese año la vida fue monótona: oficina, casa, zoom, clases, oficina….. etc. A muchos nos pasó lo mismo. A mi… compañera de oficina también.
Ella, declarada en la intimidad como alejada de los principios de la monogamia, también solía – cada tanto – quejarse de cómo su vida se veía afectada y, en especial, sus escapadas.
En varias charlas y cruces de trabajo ambos coincidimos en lo mismo, toda pareja necesita un respiro, pero para que sea efectivo, ese momento no debe llevar ninguna complicación. No se trata de una vida paralela sino de un instante de desahogo sexual.
La cuestión es que con el avance del tiempo en cuarentena y frente a la falta de escape de presión físico, las charlas en la “oficina” fueron subiendo de tono. Ambos buscábamos cualquier excusa para hablar con doble sentido, charlas que luego fueron directas en cuanto a experiencias y a fantasías.
Así, una de otras integrantes del equipo tiró su fantasía de hacerlo en la oficina ya que nunca había tenido la oportunidad.
Por mi rol en el lugar, esquivé mi respuesta con una sonrisa pero al momento de que mi compañera participara, le dije claramente:
- Te aviso que no se puede mentir, así esto es más divertido.
A lo que me respondió:
- Quédate tranquilo que voy a hacer como vos, porque lo que a vos te contó tu amigo de mí, a mí me lo contó una amiga de vos…. en tu lugar en la planta baja de tal edificio.
Me reí y seguimos comiendo para terminar la jornada. Durante las próximas dos semanas los cruces verbales se volvieron mucho más calientes, y también las provocaciones de ella.
Ya no era venir al trabajo con jeans y remeras sino que por la época empezó el desfile de vestidos sueltos, pero tan sueltos que en ocasiones dejaba asomar sus pechos, sobre todo cuando se inclinaba sobre mi escritorio para realizarme alguna consulta.
Así fue como un mediodía, entre charla y charla, en la comida ambos nos referimos al tema de virus. Yo comente que me había vacunado y que el fin de semana me había hecho un estudio por un caso en el jardín de la nena y ella dijo que por un tema con la mamá también se había hecho los estudios. Ambos sin problemas.
Al final de la jornada y luego del almuerzo, nos disponíamos a salir. Guardando las cosas le pedí que se corriera del lugar donde estaba para poder y no apoyarla por el poco espacio que había, a lo que me respondió:
- Eso es una de las pocas cosas que extraño de viajar en Subte….que cada tanto alguno te apoye bien… No me vendría mal ¡!!
Dado mi posición en la organización hice oídos sordos. No por falta de ganas sino porque las denuncias están a la orden del día. Mejor dicho dejé escapar:
- Hacete la viva…. Sabés que acá adentro soy más inofensivo que león herbívoro.

El tema es que pude pasar a acomodar unas cosas y cuando quise pasar nuevamente fue ella la que directamente me paró, empujo su cola hacia atrás y la apoyo contra mi vientre.
- Vos no podes, yo sí…..Aparte ya estamos fuera de hora…..
Luego se dio vuelta, se arrodillo y empezó a darme una hermosa mamada, chupando a fondo mi miembro, lleno de saliva y atragantándose hasta que salían lagrimas de sus ojos.
La paré porque luego de tanta abstinencia a la aventura sabía que el desenfreno me iba a llevar a un rápido desenlace. La levanté, la subí al escritorio y devolví los favores. Apenas posé mi lengua sobre su clítoris me dijo que estaba a punto de acabar…. Que estaba muy caliente. Introduje uno y luego dos dedos en su vagina y comencé a masturbarla. Efectivamente acabó y dejó escapar un gemido contenido junto con un chorro de su sexo. La dí vuelta y comencé a penetrarla por detrás. Subido el vestido me permitía acaríciales y besarle la espalda mientras los dos tomábamos el mismo ritmo. Volvió a acabar. En ese punto yo ya estaba pasado de ganas de acompañarla. Así que cuando llego el momento ella volvió a chuparme haciéndome acabar en su boca para luego tragar toda la leche que me había arrancado.
Entendiendo de códigos, no cruzamos más que algún beso propio del arrebato del momento, pero luego cada uno pasó a los baños del piso para recomponernos y salir del edificio.
Luego, no hubo mensajes ni nada distinto a otras semanas. Charlas en los chat de trabajo, reuniones por zoom y clases compartidas.
Los dos resguardamos nuestras vidas pero también sabíamos que nos debíamos ese momento.
A la semana entrante, volvimos a encontrarnos…… y nuevamente volvimos a salir tarde del mismo edificio.

4 comentarios - La oficina, la pandemia y mi compañera.

DnIncubus
Ese si es un "buen ambiente de trabajo" que suertudo eres bro.
Tom_Bishop
Buen relato, bien contado! Seguí así!
Trufalan
sigue la historia, escribe mas 🙂