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Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 15

Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 15

No leíste la primera o la segunda parte de "Chica de ciudad"? En total son 25 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1
SEGUNDO AÑO. CAPITULO 1


Esta es la historia de Celeste, una pueblerina que a los 20 años sigue viviendo su experiencia como chica de la gran ciudad y se va entrelazando con distintas personas con el sexo como único fin tras un año lleno de fracasos amorosos. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

SIGUIENTE

Capítulo 15: Nuevas historias
   Era fin de año y era momento de tomar decisiones. Siempre durante la llegada de las fiestas me ponía a reflexionar lo que había pasado en los últimos doce meses, algo que no había hecho muy bien en los últimos dos años. Sin embargo ese 1ro de diciembre me senté en el sillón de mi departamento a pensar todo lo que había vivido. Todas las cosas que me habían pasado habían sido por algo y yo había querido que pasen (capaz que no siempre de esa manera), pero era momento de analizar si quería seguir por ese camino o si había que hacer algún cambio.
   El año había empezado en mi pueblo, primero con una aventura con Ezequiel, quien después se puso de novio y le había seguido una noche hot con Gabriel, que engañó conmigo a su novia y mi ex amiga Noelia. Pero en Febrero volví a la ciudad, mi verdadero lugar y ahí empezaron los enredos. Primero salí con Lucas durante un tiempo, aunque fue una relación netamente sexual ya que lo único que hacíamos era coger sin importar día y horario. También tuve mi última vez con Luciano, que se repitió en la noche de mi cumpleaños, algo que pasó desapercibido entre tantas anécdotas. Después quise probar algo con Lorenzo, el chico nuevo del grupo que estaba para chuparse los dedos, pero después de nuestro encuentro Guillermina entró en el juego y ella se terminó poniendo de novia con él, por lo que yo me hice a un lado. Por suerte apareció Tomás, un chico menor que yo que era alumno del curso en el que yo era ayudante de cátedra. Con él tuve unos meses muy calientes y pude afrontar todo el invierno en una relación que comenzó siendo netamente sexual, pero que enseguida se convirtió en algo mucho más serio. Fue en ese entonces cuando tuve miedo y ante el primer error de él, le dije que no quería seguir saliendo. Para colmo en ese momento volvió a aparecer Facundo, quien se aprovechó de mi borrachera para tener algo conmigo, por más de que yo quería hacerlo. Fue en ese entorno que apareció Nicolás, mi roca, mi mejor apoyo, quien justo había terminado su relación con Daniela y lo terminamos haciendo. Como era de esperar él no quería nada serio y yo lo acepté, pero bien adentro mío sabía que a mí me gustaría tener algo más con él.
   Y así llegamos a fin de año. Me encontraba envuelta entre 3 personas con las que podía llegar a pasar algo y sin embargo sabía que iba a ser imposible sostener todas las relaciones a la vez. Lo primero que supe es que tenía que cortarle toda oportunidad a Facundo de tener algo conmigo. Él insistía mandándome mensajes, invitándome a hacer algo, pero ya había vivido esa experiencia y tenía los consejos de Vanina que había sido novia suya. Es por eso que un día me definí y le dije que haberme acostado con él había sido un error y que no quería seguir haciéndolo. Para mi sorpresa él se lo tomó bastante bien, seguramente pensó que era una etapa y que se me iba a pasar, pero me dijo que no había problema y que si quería volver a hablar con él que él me iba a recibir con los brazos abiertos.
   La disputa llegó después entre Nicolás y Tomás. ¿Pero por qué decidir? ¿Por qué no estar con los dos y dejar que las cosas se fueran dando? Los dos se encontraban en situaciones muy distintas y planteaban posturas diferentes. Nicolás acababa de salir de una relación muy seria de más de un año y no estaba buscando algo de eso y Tomás por el contrario, estaba convencido que quería ponerse de novio conmigo y cada vez se ponía más insistente con el tema. Mi cabeza se ponía de un lado y del otro constantemente, pensaba que quería estar con uno y después con el otro. La única persona con la que podía hablar era con mi vecina, Paulina, quien sabía toda la historia. Pero sus consejos también cambiaban todo el tiempo, ya que un día yo le decía una cosa y al otro día le decía otra. No tenía manera de salir de esa situación.

   - Perdón, pero creo que va a ser lo mejor para nosotros. Yo no me veo en un noviazgo con vos y no quiero hacerte perder el tiempo intentándolo.- Le dije a Tomás unos días después, tras haber decidido terminar mi relación con él.
   - Pero yo te am…
   - ¡No Tomás!- Lo corté de golpe.- Vos no me amas. Vos estás idealizado conmigo y lamentablemente eso tiene que terminar. Es por eso que no puede haber más nosotros dos.
   Su cara de tristeza y desilusión me destrozó el corazón, pero de verdad sabía que tenía que hacerlo. No podía seguir dándole falsas esperanzas de que algún día pasara algo más entre nosotros cuando sabía que yo no quería nada con él. Tenía que dar un paso al costado en esa relación que había sido clandestina durante muchísimo tiempo y tenía que aceptar que fue una aventura y que había que terminarla. Es que en mi cabeza tenía planes de seguir avanzando con otra persona. Pero pasó algo que no me lo vi venir.
   - ¿Pero estás saliendo con ella o solo te la cogés por ahora?- Le preguntó Lorenzo a Nicolás cuando este nos contó que se estaba viendo con una chica.
   - Empezamos charlando y salimos un par de veces. Obviamente ya estuvimos, pero como que no es solo sexo.- Respondió él y a mí se me cayó más que un balde, un tanque entero de agua helada.
   El único que notó mi expresión de sorpresa y desagrado fue Mateo, que se quedó merándome por unos segundos y después volvió a prestarle atención a Nicolás que contaba cómo era la chica físicamente y de personalidad. Tan solo dos días atrás había abandonado toda posibilidad de futuro alguno con Tomás para darle una oportunidad a mi relación con él, algo que había dado vueltas en su cabeza desde el día que nos conocimos. Y ahora que estábamos teniendo sexo y nos veíamos contantemente, ¿él decidió ponerse a salir con una chica? Definitivamente el destino no estaba de mi lado.
   Pero era momento de darle paso a nuevas historias, nuevos encuentros y nuevas relaciones y sin pensarlo una persona se convirtió en tan solo una semana en mi mayor punto de atención. Después de cruzar miradas en esa charla en la que Nicolás contaba de su nueva chica (la cual no le iba a durar mucho), con Mateo volvimos a cruzarnos de improvisto al día siguiente en uno de los pasillos de la facultad. De sorpresa me invitó a tomar algo esa tarde y sin sospechar nada raro decidí aceptar, pero esa misma tarde el confesó que hacía ya un tiempo que se sentía atraído por mí y que nunca supo si jugársela o no. En un principio pensé que era un chiste, pero enseguida me di cuenta que Mateo me hablaba de verdad. Al otro día me dijo de juntarnos para aclarar las cosas y quiso volver hacia atrás diciendo que mejor olvidara todo lo que me había confesado, pero ya era demasiado tarde, mi cerebro empezaba a analizar a ese chico como algo más que un simple amigo.
   Fue en esos días cuando Mateo pasó de ser uno más del grupo, a ser un chico lindo, gracioso, agradable, seductor, divertido y con un sex appeal muy fuerte hacia mi persona. Es que nunca me lo había imaginado desde ese punto de vista, pero ahora que lo veía desde otro ángulo, la idea de estar con él no me parecía para nada descabellada y al fin y al cabo, por qué no intentarlo. Es por eso que acepté su invitación para ir a comer a su casa el viernes 22 a la noche, día antes de volverme a mi pueblo.

   - Mmm ¿Qué me estas cocinando de rico?- Le pregunté apenas entré haciéndome la tonta.
   - ¡Exagerada! Si son nada más que unas milanesas con puré.- Me dijo él haciéndose el modesto.
   Por más que no sabía lo que podía llegar a pasar, la cena con Mateo fue muy agradable y se pasó como una simple conversación entre dos amigos de muchos años. Pero yo sabía que había algo más en sus intenciones y por más que hacía una semana en mi cerebro se estaba librando una batalla entre Tomás y Nicolás, ahora solo podía pensar en Mateo y en lo que se podía dar si pasaba algo con él. ¿Estaba dispuesta a arriesgarme?
   Cuando terminamos de comer él se vino a sentar a la silla que estaba al lado de la mía y enseguida nos terminamos besando. Besaba raro, distinto a lo que yo estaba acostumbrada, usando mucho su lengua y moviendo su cabeza hacia los costados. Sin embargo yo me dejé llevar por el impulso y le devolví el beso permitiendo que él introdujera su lengua en mi boca. Mateo rápidamente llevó una de sus manos a mi nuca, la enredó en mi pelo y la sostuvo ahí mientras nos seguíamos besando.
   Pero enseguida el ambiente se puso mucho más caliente cuando llevó su otra mano a mi pierna y la fue subiendo por mi muslo hasta toparse con el short, muy cerca de la entrepierna. Despacito hizo fuerza para abrirla y buscar el espacio del medio y por más que yo me resistí un poco al principio, terminé abriendo las piernas y él enseguida llegó al lugar que buscaba. Apretó con intensidad su mano por encima de mi short y sentí como una primera ola de calor golpeaba todo mi cuerpo. Mientras tanto, nos seguíamos besando con muchas ganas.
   Mateo desabrochó el botón en cuestión de segundos y rápidamente metió la mano hacia adentro. Fue en ese entonces cuando yo me alejé unos segundos de su boca y le sugerí de mudarnos a la pieza y él aceptó.
Una vez que entramos a su cuarto nos acostamos en la cama y volvimos a los besos, pero enseguida sus manos se pusieron juguetonas y retomaron el lugar en el que estaban antes. Metió suavemente una por debajo de mi short y al encontrarse con una tanguita bien finita se dibujó en su rostro una sonrisa a pesar de que estábamos besándonos.
   Entonces empezó el tradicional desfile de ropa por los aires que se daba siempre. Él se sacó la remera y yo admiré su cuerpo bien formadito. Él me sacó mi remera y jugó un rato con mi piel antes de sacarme el corpiño. Él se quedó en bóxer. Yo me quedé solo con mi tanga. Y cuando estuvimos los dos desnudos los besos ya eran por todas partes. Mateo se arrodilló frente a mí y yo comencé a bajar por su cuerpo hasta llegar a su cintura. Debajo se encontraba una pija bien gorda de unos 17 centímetros y completamente dura que deseaba meter en mi boca.
   Comencé a chupársela lentamente. La tomé con mi mano y le pasé la lengua un par de veces antes de metérmela de lleno en la boca. Era tan gruesa que no me entraba por completo, sino la mitad, sin embargo yo la chupaba con ganas y la lamía con mucho gusto. Era una pija riquísima y me costaba creer que había estado ahí todo el tiempo y yo no la había probado. Mateo acariciaba mi espalda y llagaba con sus dedos hasta la punta de mi cola, la cual acariciaba con muchas ganas.
   Después fui yo la que recibí el placer de su lengua. Él me recostó sobre el colchón y enseguida metió su cabeza entre mis piernas y luego de pasar sus dedos y su lengua varias veces por encima, se dedicó a lamérmela de una manera increíble. Movía su lengua muy rápido por encima de mis labios, abriéndose camino entre ellos y llegando a mi clítoris el cual movía frenéticamente. Enseguida sentí una segunda ola de placer que vino acompañada de una tercera y una cuarta que ya se convirtió en calentura total. Me llevé las manos a las tetas y me las apreté con fuerza mientras sonreía y gemida de lo mucho que me gustaba lo que Mateo estaba haciendo con su boca.
   Una vez que me dejó toda mojada, se acomodó encima de mi cuerpo y metió su enorme pija adentro mío, causándome un grito ahogado que me dejó con la boca abierta. Me empezó a coger lentamente, mientras que nos seguíamos besando con ganas, pero enseguida el momento se fue acelerando y Mateo empezó a tomar ritmo, cogiéndome mucho más rápido. Me encantaba sentir esa verga tan dura adentro de mi cuerpo y me volvía loca sentirla entrar y salir a tal velocidad. Él era un amante silencioso y usaba su boca para besarme en los labios, en el cuello o en los hombros, mientras que su cintura subía y bajaba a toda velocidad haciendo que su pija entrara y saliera de mi cuerpo.
   Tras varios minutos de recibir placer de parte de él, me tocó a mí ser la protagonista. Lo hice sentarse contra el borde de la cama y yo me paré de espaldas a él y fui agachando mi cintura hasta que quedé pegadita a su cuerpo. Mateo enseguida me abrazó a la altura de la panza, pero segundos después subió sus manos hasta mis tetas. Yo me fui moviendo lentamente hacia arriba y hacia abajo y sentía cada centímetro de su pija entrar en mi cuerpo. Sus manos masajeaban mis tetitas al mismo tiempo que yo iba subiendo y bajando por el suyo. De a poco fui aumentando la velocidad, tratando de pasar de la sensualidad a la voracidad. No tardaron en llegar los movimientos violentos de mi cuerpo, que chocaban contra sus piernas cada vez que caía de lleno. Mis gemidos aparecieron al sentir como su pija se clavaba toda en mi conchita y me mojaba aun más. Mateo bajó una de sus manos y la metió entre mis piernas que enseguida se abrieron para darle lugar y sus dedos empezaron a masajear mi clítoris. Era un momento muy excitante, el placer aumentaba a cada segundo y sabía que estaba a punto de llegar a ese punto. Aceleré aun más mis movimientos, Mateo siguió toqueteando con sus dedos mi cuerpo.
   - ¡Ay sí!- Grité en el momento que comencé a acabar.
   Él sacó su mano enseguida, pero ya estaba completamente empapada. Yo fui disminuyendo la velocidad a medida que disfrutaba de mi orgasmo, pero no dejé de moverme. Sentía como su pija bien dura seguía dándome placer y como sus manos calentaban mis tetas. Ahora le tocaba el turno a él y quería que lo hiciera tan bien como yo lo había hecho. Le pregunté como quería acabar y me dijo que le daba lo mismo, por lo que insistí girando mi cabeza y mirándolo fijo a los ojos. “¿Dónde querés acabar? En cualquier lugar a mí me gusta” le dije dándole a entender que no había ningún problema. Entonces se terminó confesando y eligió mi boca, uno de los lugares favoritos para mis amantes.
   Pero cuando yo pensé que tenía que arrodillarme frente a él, me di cuenta que Mateo tenía pensada otra cosa. Me hizo acostar boca arriba en la cama y él se arrodilló encima de mi cuerpo, a la altura de mi pecho y poniendo sus piernas a cada lado. Su pija quedó encima de mi cara y sacando la lengua comencé a lamerla mientras que él se pajeaba a toda velocidad. El semen no tardó en venir y fue a parar no solo a mi boca sino a todo mi rostro, por lo que tuve que cerrar los ojos para que no me entrara nada. Una gran cantidad de lechita calentita terminó en mi cara y él la fue corriendo con su verga hasta mi boca y yo sentía como entraba en ella y la absorbía con mi lengua. Algo que nunca antes había hecho, pero que a él parecía encantarle.
   Nos fuimos a bañar (por separado) y cuando yo salí él me estaba esperando con un pote de helado para el postre. Nos sentamos nuevamente en la mesa y seguimos conversando como si nada hubiese pasado, por más que algo importante acababa de suceder. Mateo se había confesado ante mí y en menos de una semana me había demostrado que podía ser una excelente pareja y sobre todo un gran amante. Todo ese análisis que había hecho a principio de mes no había servido para nada, porque ahora tenía que comenzar todo de nuevo.


FIN!
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OTRAS HISTORIAS:
MIRADAS DE FUEGO (FANTASÍA)
UNA VERDADERA MILF (HISTORIA CORTA)
UNA DIOSA. CAPÍTULO 1

2 comentarios - Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 15

juanp4288 +1
Muy buen final! Definitivamente mi serie favorita
HistoriasDe
Muchas gracias!
garcheskikpo +1
Extraordinaria historia como siempre, me pregunto si con tantas cogidas habrá finalizado sus estudios jaja