(No sirve para paja, la que avisa no traiciona) Antonio es un pelotudo. Y es real. Fue mi primer novio. Mi primera vez fue con él. Mi única pareja. Mi primer pelotudo. Mi Voldemort .Antonio no sabía coger. Y yo menos. Antonio me ponía la pija cuando él tenía ganas. Bombeaba lo necesario. Acababa y chau. Se daba vuelta y a dormir. Yo? Bien, gracias. Los primeros años me quedaba hirviendo y con un nudo en las entrañas. No me tocaba porque era de putas. Si. Lo sé. Era muy ignorante. No tenía a quien preguntarle. Hasta que descubrí internet. Fue una lucha que Antonio quisiera ponerlo en casa. Pero rompí las bolas hasta que lo hice comprar una compu en 900 cuotas y contratar Speedy. Estaba sola mucho tiempo, empecé a leer y a mirar videos porno. Y así me enteré que tenía clítoris y que no me iba a pasar nada si me tocaba. Me volví adicta. Me pajeaba dos o tres veces por día. Empecé a buscarlo a Antonio. Quería probar lo que veía en los videos. Gran error. No quería que su mujer fuera puta. Me sentí para la mierda. Terminé desahogándome con una compañera de trabajo. Que por suerte sabía más que yo. Y me empezó a explicar que las mujeres también acababan. Que era normal mojarse. Y que no era una puta por querer gozar. Era Antonio que era un pelotudo misógino del orto. Empezamos a los chispazos. Le puse un ultimátum. O cambiaba o hasta acá llegábamos. Le duró un mes el empute. Volvimos a coger y si bien le puso onda, seguía acabando antes que yo. Solo que ahora al menos podía masturbarme. No se me cruzaba por la cabeza ponerle los cuernos porque estaba enamorada y creída de que era el amor de mi vida. Con los meses volvimos a lo mismo. Yo me mataba a pajas y él seguía igual de forro. Quedé embarazada. Y él no me quería tocar ni con un puntero láser. Tuve un embarazo difícil. Y después depresión postparto. Nos mudamos. Y por su trabajo estaba sola 4 o 5 días a la semana. Con una cría y una bebé. Mi libido no existía. Me hice amiga de una vecina. Y entre mates y pañales fui contándole lo que pasaba. Me ayudó un montón. A recuperarme física y mentalmente. Ella tenía sexo todo el tiempo con su marido y le parecía una tortura lo que me pasaba con Antonio. Armamos un plan. El día que él volvía ,ella se llevó a las nenas, para que estuviéramos solos unas horas. Me había comprado un camisolin de saten, una tanga haciendo juego, me había bañado, depilado, perfumado y maquillado. Lo esperaba con tacos puestos. Un vino, una cena liviana, la estufa hogar prendida, música y muchas velas por todo el living .Estaba excitada. Quería sorprenderlo. Lo escuché llegar. Cuando entró, se sorprendió. Prendió la luz y empezó a apagar las velas. Ni siquiera me miró mientras me decía que se notaba que yo estaba al pedo. Apagó la música y puso el partido de River. Empezó a comer. Y yo sentí que algo se rompía adentro mío. Le dije que si él no me daba sexo, me iba a buscar a otro que si lo hiciera. Solo en ese momento, me miró. De la cabeza a los pies. Y me dijo con una sonrisa hiriente, que a mí nadie me iba a mirar. Que tenía suerte de que él me hubiera dado bola. No pude hacer ni decir nada. Me había herido certeramente. Siguió comiendo y mirando el partido. Subí al dormitorio. Me cambié. Me saqué el maquillaje. Me puse las zapatillas y me fui a buscar a las crías. Mi amiga me vio, me abrazó y lloré. Trató de consolarme. Me calmé y volví a la casa. El dolor dio paso ala rabia. Y para cuando cerré la puerta del frente ya había decidido ponerle los cuernos a Antonio. Bien puestos. Al día siguiente entré a esta página. No recuerdo el Nick que usé. Subí una foto de mis tetas. Y empecé a chatear. Casi todos tipos casados. Al día siguiente, mi amiga se quedó de niñera mientras un chongo me pasaba a buscar. Fuimos a un telo. Fue la primera vez que alguien me chupaba la concha y fue mi primer orgasmo sin tener que masturbarme. No me acuerdo deltipo, ni de su cara ni de su pija. Tengo la imagen de él arrodillado entre mis piernas agarrándome las tetas mientras su boca me llevaba al cielo. Volví a casa feliz. Sin culpas ni remordimientos. En los siguientes años, cogí con muchos tipos. Algunos eran igual de pelotudos que Antonio. Otros fueron inolvidables. Aprendí a disfrutar del sexo anal. Algunos fueron amantes estables y descubrí que me gustaba exhibirme para ellos. Con otros descubrí que podía squirtear. Con otros descubrí que amo chupar una pija bien dura. Antonio vió esos cambios. Pero no pudo o no quiso cambiar él. Creo que intuía que algo pasaba. Pero siempre fui muy prolija. Una señora para los demás. Y tremenda puta en la intimidad. Pasó el tiempo. Mí matrimonio se caía a pedazos. Había vuelto a trabajar. Y quería separarme. Quería ser libre. Antonio no lo aceptaba. Descubrí que tenía una amante. No le dije nada. No me importaba. No entendía esa necesidad suya de aferrarse a algo que no existía. Finalmente di el paso yo. Sin arrepentimientos. Y nos separamos. Un mes después de separarme me cogía un ex compañero de trabajo de Antonio. Pasó a buscarme a casa. A pedido suyo iba solo con un vestido liviano y sandalias. Sin ropa interior. A mitad de camino del telo, ya me había dejado en tetas. Íbamos por la ruta y mientras me agarraba una teta, yo le hacía una paja. Durante un kilómetro, le alegramos la visión a un Vía Bariloche. En el telo lo primero que hizo fue comerme la cola en la escalera mientras esperábamos que nos habilitaran la habitación. Entramos y nos matamos. A los dos nos gustaba el sexo duro y sucio. Me mordía las tetas, me pajeaba para que lo chorreara con mis acabadas. En un momento me hace agacharme contra el espejo y me clava la pija, me agarra del pelo y me hace mirar nuestro reflejo."Hermosa" "Te ves tan hermosa y tan puta…" Estuvimos hasta la madrugada. Llegué a casa toda enlechada, sudada, con chupones por todos lados, con aliento a semen. Y feliz. Le mandé un mensaje de texto a Antonio. "Gracias por tanto y por tan poco" Si no me hubiera roto el corazón, no hubiese descubierto nunca la magia entre mis piernas, en mi piel, y la belleza del sexo libre y sin tabúes. Sin esconderme. Mi sexualidad terminó de florecer. Antonio se equivocó. No necesitaba que él me mirara. Necesitaba verme yo.
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