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Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 13

Chica de ciudad: Tercer año. Capítulo 13

No leíste la primera o la segunda parte de "Chica de ciudad"? En total son 25 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1
SEGUNDO AÑO. CAPITULO 1


Esta es la historia de Celeste, una pueblerina que a los 20 años sigue viviendo su experiencia como chica de la gran ciudad y se va entrelazando con distintas personas con el sexo como único fin tras un año lleno de fracasos amorosos. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 13: Cumpleaños ardiente (Parte 1)
   Era el domingo 19 de Noviembre y estaba acostada en mi cama con Nicolás. Los dos estábamos completamente desnudos y estaba a punto de comenzar mi cumpleaños y lo íbamos a recibir de la mejor manera. Yo me encontraba recostada boca arriba apoyada contra el respaldar de la cama y él estaba boca abajo, tirado entre mis piernas que estaban abiertas de par en par. “¿Qué querés que te regale?” me había preguntado minutos antes y mi respuesta fue más que obvia. Nicolás era un experto en el sexo oral y las últimas veces que lo habíamos hecho, había conseguido sacarme más de un orgasmo de esa manera. Esa noche no podía defraudarme. Apenas sonó el “bip” de su reloj indicando que eran las 12 en punto, me deseó un feliz cumpleaños y agachó su cabeza para comenzar a darme placer.
   Empezó con unos leves lengüetazos que iban de arriba para abajo y viceversa, para enseguida darme unos besos con el afán de calentar un poco la cosa. Pero sus labios no tardaron en hacer contacto con los míos y me fue besando de manera mucho más apasionada y de a poco comencé a sentir como mi cintura se quebraba. Su lengua fue abriéndose paso por mi cuerpo y me empezó a penetrar despacito, al mismo tiempo que sus dedos le ayudaban a abrir el camino y cuando llegó a mi clítoris sentí esa primera oleada de satisfacción que él sabía generarme.
   - Como me encanta escucharte gemir así.- Dijo y siguió haciendo su trabajo.
   Mis gemidos se iban intensificando a medida que su lengua se movía cada vez más rápido y mis manos ya se aferraban con fuerza a las sabanas que de a poco se desprendida de la cama. Mis piernas tendían a cerrarse, pero su cuerpo me lo impedía y por más que el cosquilleo que me provocaba hacía que me alejara de él, Nicolás se las arreglaba para que su boca no se desprendiera de mi cuerpo. Su lengua mojaba mi clítoris haciéndolo bailar a su ritmo, dándome shocks de placer que subían y bajaban por el resto de mi cuerpo. Sus labios seguían besándome de manera bien apasionada.
   Fue abriéndose camino con una de sus manos por debajo de mis piernas hasta llegar a la zona de calor y despacito metió un dedo adentro de mi conchita y el placer se hizo aun más intenso. “¡Mmm sí!” gemí yo retorciéndome del placer y mordiéndome los labios mientras que con los ojos cerrados veía las estrellas. Suavemente comenzó a cogerme con ese dedito, mientras que sus labios seguían en pleno contacto con los míos y su lengua rozaba mi clítoris como loca de aquí para allá. La excitación iba en aumento y mis gemidos eran cada vez más profundos. Entonces llegó.
   - ¡SI!- Grité al mismo tiempo que sentí un hermoso orgasmo llenar todo mi cuerpo.

   El 20 a la mañana me desperté en el momento justo en que sonaba la alarma y después de apagarla rápidamente miré a mi alrededor y comprobé que Nicolás seguía ahí. Estaba dormido, con una mano sobre su rostro como queriendo escapar del hecho de que se tenía que levantar. Por unos segundo sentí algo que hacía mucho tiempo que no sentía, estaba contenta de poder despertar al lado de alguien a quien quería de verdad, alguien con quien podía imaginarme algo más que simplemente sexo. Sin embargo para Nicolás no era el momento de hablar de eso, ya que ni bien terminamos de desayunar, lanzó varias indirectas en relación a que él no quería nada serio y que sabía por el momento lo nuestro era algo pasajero. Me resultó extraño, ya que él era el chico que en más de una ocasión me propuso un noviazgo, pero era entendible ya que él acababa de salir de una relación muy seria.
   Llegué a la facultad y Maipi, Marti y Guille me recibieron con un abrazo inmenso y me desearon un feliz cumpleaños. Lo mismo hizo Mateo, que para mi sorpresa lo hizo con un beso muy cariñoso en mi mejilla. Lorenzo tampoco se quedó atrás y con la idea de disimular, Nicolás volvió a saludarme y en su rostro pude ver la misma mirada que había puesto cuando me dijo que le encantaba escucharme gemir. Vanina y Azul se sumaron al almuerzo “sorpresa” que me organizaron en la casa de Martina, así como también Valentín y Lucas, que en un principio se sintieron un poco colgados, pero enseguida entablaron conversación con Mateo, Nicolás y Lorenzo.
   A la tarde en la facultad me crucé con tres personas que me saludaron por mi cumpleaños. La primera fue Luciano, que iba junto a Santino quien decidió alejarse para dejarnos solos. Luciano me dijo que se alegraba mucho de verme bien y que le gustaría mantener una buena relación conmigo, algo que enseguida supuse que significaba que tenía ganas de cogerme. “No veo por qué no” pensé mientras se alejaba y lo pesqué justo cuando se daba vuelta para mirarme. La segunda persona con la que me crucé fue Tomás, que también iba acompañado por Ramiro que se alejó después de desearme feliz cumpleaños para que pudiera hablar con su amigo.
   - Feliz cumple.- Me dijo regalándome un bombón y lo primero que pensé es “que idiota”.- Te extraño.- Agregó enseguida.
   - Gracias.- Le dije mirando el chocolate y entonces sentí un toque de ternura por él.
   Sin embargo ninguno de los dos sabía muy bien que decir y la conversación quedó en la nada misma y seguimos nuestro camino. Apenas se juntó con Ramiro que lo esperaba unos metros más adelante, noté como él le preguntaba algo, pero Tomás simplemente le decía que no con la cabeza y seguía caminando. Nuevamente miré el bombón que tenía entre mis manos y sentí un gran aprecio por Tomás, una persona que me quería de verdad, alguien que me lo decía contantemente, alguien con quien había pasado muy buenos momentos. Pero en ese mismo instante Nicolás se cruzó en frente mío y recordé sus palabras: “Nosotros no estamos atados a nada Cele, podemos hacer lo que queramos” y pensé: ¿Por qué no?
   Corrí por el pasillo buscándolo, pero no lo encontré, debía de haber entrado a algún salón. En su defecto me encontré con Facundo, que caminaba de manera muy agrandada hacía donde yo estaba. “Hola hermosa. ¡Feliz cumpleaños!” me dijo intentando darme un beso en frente de las pocas personas que aun seguían en el pasillo. Me alejé de él y le dije que no se aprovechara de mí, pero nuevamente recordé las palabras de Nicolás de esa mañana: “Si a vos te gusta un pibe, dale para adelante” y como era mi cumpleaños, supuse de que podía darme el gusto. A las apuradas le dije a Facundo que me siguiera y lo llevé al primer baño que encontré y sin siquiera preocuparme porque había alguien adentro, lo metí de un empujón, lo arrastré hasta el último cubículo y cerré la puerta.
   - ¡Hoy como es mi cumpleaños, quiero que me regales toda tu leche!- Le dije al oído y su expresión de sorpresa se convirtió rápidamente en una de lujuria.
   Me arrodillé frente a él y le bajé el pantalón y el bóxer de un solo tirón hasta dejárselos por las rodillas. Su pija estaba bastante blandita, pero no por mucho tiempo. La tomé con mi mano y luego de pajearlo por unos segundos comencé a chuparla. Lo hacía de manera muy acelerada, moviendo mi cabeza hacia atrás y hacia adelante, con la idea de que me entrara toda en la boca. Poco a poco se fue poniendo más dura y mientras lo hacía yo la seguía saboreando y continuaba pajeandolo mientras lo miraba a los ojos. En su rostro aun se notaba algo de sorpresa, pero también podía ver claramente el placer que sentía de estar ahí conmigo frente a su cuerpo.
   Ahora su verga estaba bien dura y mientras yo se la chupaba se la iba llenando de saliva. Él había colocado sus manos en mi nuca y no se molestaba en disimular los leves suspiros de placer cada vez que mi boca se comía por completo su enorme pija. Estaba lista para recibir todo y se lo hice saber nuevamente murmurándole que quería su lechita en mi boca, como había pasado hacía una semana. Automáticamente el tomó su pija con la mano y se empezó a pajear hasta que me advirtió que estaba por acabar y yo abrí bien grande la boca para que él me la llenara de su semen. Lo tragué como si nada hubiese pasado y salimos caminando del baño sin darle importancia a que unos chicos de primero nos miraban con cara rara.

   Una vez que salí de la facultad me fui a mi departamento y llamé a Paulina a que viniera, con quien estuve hablando acerca de mis nuevas aventuras. Ella estaba sorprendida de que dejara de darle bola a Tomás tan rápido, mucho más después de compartir un trío tan excitante, y pensaba que había algo más en mi cabeza por lo que me había alejado de él. También me recomendó que dejara de darle bola a Facundo, porque a la larga eso podía dañar mi relación con Vanina que tanto me había costado recuperar y por último me aconsejó hablar con Nicolás y dejar las cosas en claro.
   - Y con Luciano… Hacé lo que quieras.- Dijo por último.
   - ¿Luciano? ¿Qué tiene que ver Luciano?- Le dije con cara rara ya que el único comentario que había hecho de él era que me había saludado por mi cumpleaños.
   - Celeste, es obvio que te gustó que te haya hablado y que pensás ese simple saludo como algo más.- Comentó Paulina analizando la situación.- Ya fue… Si vos tenés ganas.
   - Pero boluda, nada que ver.- Exclamé yo sin saber muy bien que decirle.- Con Luciano no hay onda. Aparte por más que yo quisiera, él ya no piensa en mí de esa manera.
   - ¡Ay por favor! Es un hombre, Celeste.- Dijo ella sin poder creer lo que yo había dicho.- Mandale un mensaje diciendo que queré que esta noche venga a tu casa y vamos a ver que te responde.
   - ¿Cuánto te apuesto a que no va a venir?- La desafié yo.
   - Sí viene, te lo cogés. Si no viene, yo te pago todos los tragos que quieras el fin de semana que viene.- Dijo ella aceptando mi desafío.
   - ¿Y pero vos que ganás?- Pregunté yo sin entender su apuesta.
   - La simple satisfacción de saber que tenía razón y que mi amiga la está pasando bomba el día de su cumpleaños.- Me respondió mi vecina riéndose.
   Al final de la conversación le mandé un mensaje a Luciano que pasó por la supervisión de mi amiga antes de ser enviado. “Hola. Querés hacer algo ahora a la noche? Si te parece podés venir a casa y festejamos mi cumpleaños” decía el whatsapp que le terminé enviando por más que mi intención era hacerle llegar una propuesta un poco más complicada. “Vas a ver qué me dice que no” le dije a mi vecina desafiándola una vez más, pero no tenía idea cuanto me equivocaba. A los pocos minutos Luciano me respondió diciéndome que sí, que venía después de comer y que traía una botella de alcohol para celebrar.
   - Te dejo así ordenás un poquito la pieza.- Dijo Paulina riendo mientras se iba.

   Luciano y yo no tardamos en mudarnos del sillón a la cama. Después de que él llegara y abriéramos la botella de vino que trajo, solo tuvimos tiempo para darle algunos tragos antes de que empezáramos a besarnos apasionadamente. Luciano enseguida se puso toquetón y me fue sacando rápidamente la ropa sin dar muchas vueltas. Una vez que mi remera estaba en el piso se concentró en mis tetitas, lamiéndolas con ganas y chupándome los pezones hasta dejarlos bien duros. Recién en ese momento me di cuenta que era obvio lo que Paulina me había dicho, “Si te habla, es porque quiere coger”.
   Entramos a la pieza y nos tiramos sobre el colchón y entre besos y caricias nos fuimos sacando la ropa. Él se encargaba de pasar sus labios por cada centímetro de mi piel prendiéndome al máximo y yo recorría su cuerpo con la punta de mis dedos acariciándolo por todos lados. Había pasado mucho tiempo desde nuestra última vez juntos, sin embargo su boca recordaba cada centímetro de mi cuerpo y sabía donde besarme para calentarme.
   Se la empecé a chupar mientras él estaba acostado coba arriba. Su pija bien grande y gruesa estaba totalmente dura y entraba y salía en mi boca con cada movimiento de mi cabeza. “¡Sí, así!” decía él gozando de mis labios que subían y bajan por toda su verga. Con mi lengua la lamía como si fuese un chupetín, saboreándola por completo y jugando con su cabeza que se había puesto muy roja. “¡Qué lindo!” siguió diciendo Luciano mientras que yo lo pajeaba y seguía chupándosela con ganas. Me estaba dando el lujo que me merecía por mi cumpleaños.
   Fui subiendo suavemente por su cuerpo hasta quedar encima de él y después de unos besos fogosos me senté en su cintura y sentí como su pija se iba abriendo camino en mi conchita bien mojada. Exhalé un gemido bastante agudo una vez que la tuve totalmente adentro y después me empecé a mover lentamente por encima de su cuerpo. Daba pequeños movimientos hacia adelante y hacia atrás y sentía como su pija bailaba en mi interior. En su rostro se dibujaba una sonrisa que iba aumentando a medida que yo me movía cada vez más rápido. “¡Así! ¡Qué lindo!” festejaba él masajeando mis tetas con sus manos y poniendo mis pezones bien duritos.
   Cuando empecé a cogérmelo bien rápido me fue imposible contener gritos de placer. Quería celebrarlo, quería dejarlos salir y abrí bien grande la boca y mis alaridos llenaron la habitación mientras que saltaba sobre su cuerpo sintiendo su pija que me volvía loca. Él, eufórico, festejaba mis gemidos sin soltar mis tetas y moviéndolas para un lado y para el otro.
   Después le tocó el momento a él de liderar el asunto y lo hizo poniéndome en cuatro y cogiéndome bien duro con sus manos aferradas a mi cintura. “¡Qué lindo como gemís!” me dijo extendiendo una de sus manos por mi espalda y llevándola a mi cuello. Sin dudas el romanticismo había quedado atrás en nuestra relación y el sexo se había convertido en algo bien salvaje y violento. Luciano me cogía bien duro y yo gritaba de placer al sentir como su verga me volvía loca al entrar por completo en mi conchita mojada y como su cuerpo chocaba contra el mío.
   Seguimos cogiendo por un buen rato, cambiando de posiciones y dejando que todo se diera según nuestras ganas indicaban. Él se recostó encima de mí y mientras yo le pasaba la lengua por el cuello, él me cogía bien duro. Yo volví a sentarme en su cintura, pero esta vez dándole la espalda y Luciano cacheteaba mi cola mientras que yo me movía como loca. Lo hicimos de parados contra la pared y él sentado en la punta de la cama y con mis piernas en el aire. Una noche de calor que parecía no terminar.
   - Agachate.- Me dijo él entonces y yo obedecí.
   Me arrodillé frente a él que rápidamente comenzó a pajearse mirándome con ganas. Yo abrí bien grande la boca y saqué la lengua, dispuesta a recibir toda su lechita en mis labios, pero él me dijo que echara la cabeza para atrás y que sacara pecho ya que quería acabarme en las tetas. Y así lo hizo. Una gran cantidad de semen salió de la punta de su pija y terminó en todo mi cuerpo dejándolo bien blanco y pegajoso y cuando terminó de largar leche, se dedicó a esparcirla con su pija como si fuese un pincel.
   Mientras yo me limpiaba en el baño, Luciano se cambiaba y se preparaba para irse. “Nos vemos en un año” me dijo bromeando cuando se iba y yo cerré la puerta pensando que capaz que podíamos vernos antes. Volví a mi pieza y al tomar mi celular veo que entre todos los mensajes tenía uno de Tomás. “Espero que termines bien tu cumpleaños. Cuando quieras, tengo un regalito muy lindo para darte” decía el whatsapp y una vez más recordé las palabras de Nicolás esa mañana: “Esta bueno no estar de novio” me había dicho. Y la verdad que tenía razón, a mi me encantaba ser soltera.


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