Esta historia pasó cuando tenía 16 y ella 46.
Tenía que retirar unos pantalones de mi amiga Lili, por lo que a las cinco de la tarde me encontraba afuera de su casa.
Cuando en atendió me dijo que espere en la sala de estar mientras ella buscaba el pantalón.
Recuerdo que era un día de verano por lo que yo tenía puesto unos shorts blancos y una remera.
Su mamá, Susana, bajo por las escaleras y se acercó a saludarme. Ella siempre fue una mujer hermosa, cuando descubrí mi bisexualidad ella fue una de las primeras mujeres en pasar por mi mente desnuda. Mide 1,63, pelo castaño y largo, es rellenita, tiene un culo que te dan ganas de comerlo todo el día, unas tetas asombrosas y no hablar de sus labios.
Siempre que me abraza puedo sentir sus pechos presionando con los míos, duramos varios segundos en el abrazo.
A veces me imagino cogiendo con ella, comerme ese coñito húmedo y amamantarme de sus tetas.
— ¿Como estas, cielo?
Me saludo como siempre y nos sentamos juntas en el sofá.
— Estoy esperando a Lili, me tiene que entregar unos pantalones.
Mientras charlábamos podía sentir su mano en mi rodilla, su toque no me molestaba, quería que llegara a más. Unos minutos después sentí como lentamente fue subiendo su mano. Yo abría mis piernas dejando que sus dedos acariciaran mi piel.
— ¿Te gusta? — me susurró en el oído cuando sus dedos tocaron suavemente mi coño. Asenti mordiendo mi labio.
Su pulgar hacia círculos en el lugar donde estaba mi clitoris. Una de mis manos apretaba sus jugosos pechos.
— Tenemos unos minutos más antes de que Lili baje.
Se arrodilló ante mi y bajo de un solo tirón mi short junto a mi tanga. Abrió mis piernas acercándome más a la orilla del sofá. Sin rodeos, chupo mi clitoris y metió un dedo en mi. Mordí mi labio inferior para que mis gemidos no salieran.
Mis manos estaban en su cabello y mis caderas se movían a la par de su lengua.
Sentimos un ruido en la planta de arriba así que rápidamente se levantó y yo acomode mi ropa. Nos sonreímos con perversidad y ella dejó un beso en mi boca.
Segundos después Lili bajo por la escalera y me entregó el pantalón, me pidió disculpas por la tardanza y luego subió corriendo de vuelta diciendo que debía ir al baño.
Susana se encargó de llevarme hasta la puerta.
— Si no te molesta, podemos seguir lo del sofá esta noche — hable.
— Eso sería grandioso — se acercó y apretó mi trasero.
— Puede ser en mi casa, mi mamá tiene guardia esta noche.
Me fui luego de besarla. Esa mujer me tiene loca, quiero comerla entera.
Llegó la hora de que ella llegara a mi casa, mi madre se había ido una hora antes.
Yo tenía puesto un camisón de tiritas sin nada debajo. Sentí su auto estacionar.
Toco el timbre y baje a abrir.
— Que buen recibimiento — mordió su labio mirando mis pechos ya que se transparentaba.
— Ven.
Nos besamos mientras cerraba la puerta.
— ¿Donde quieres hacerlo? — pregunté dejando besos por su cuello y amasando su trasero.
— ¿Puede ser el patio? Esta oscuro, todos están durmiendo.
Le indique que me esperara ahí mientras iba por unas cosas a mi habitación.
Regrese con una mochila y una manta. Estire la tela por el pasto y abrí la mochila.
— Ven aquí.
Ella se tendió boca arriba y yo me coloqué sobre ella. Sonreímos.
Comencé a besarla con fuerza, nuestras lenguas se tocaban sin pudor. Mis manos acariciaban su cuerpo y la suyas apretaban mi culo.
Lentamente nos fuimos desnudando quedando sin nada las dos.
— Tienes un hermoso cuerpo — le dije abriendo sus piernas.
Su coño estaba mojado y tenía algunos vellos. Se veía exquisito.
Me incline comenzando a lamer ese manjar, sus gemidos eran música para mis oídos. Metí un dedo en ella mientras me ocupaba de chupar bien su clitoris. Deje besos por su entre pierna y luego me aleje de ella.
Abrí mi mochila sacando un pene para lesbianas. Una parte va dentro de mi y el otro dentro de ella.
Primero me lo puse yo y lentamente lo fui adentrando en ella.
— ¿Te gusta? — murmure comenzando a moverme.
El placer de cogermela es asombroso, podía sentir como el pene falso se resbalaba por sus jugos y por el mío.
— Estoy cerca — gimió arqueándose — Ahh, aah.
Acelere mis movimientos observando cómo sus pechos se movían junto a su abdomen.
Llegó a orgasmo con un mini grito. Quite el pene dejándolo de lado y bese cada parte de su cuerpo. Su abdomen relleno, sus piernas con celulitis y estrías. Me encantan las mujeres gorditas.
— Me encanta tu cuerpo — volví a decir y ella me sonrió.
De la mochila saque un arnés y me lo coloqué, hice que se pusiera en cuatro y metí el falo por su dulce coño.
La penetre por varios minutos, se vino enseguida porque estaba sensible del pegando anterior. Se giró de vuelta y yo deje el arnés sobre la manta. Ella se lo puso y se colocó arriba mío. Me encantaba pensar que me meterá el pene que estuvo dentro de ella y tiene sus fluidos.
Me cogio mejor que mis novios, su panza se movía sobre mi al igual que nuestros pechos, me vine en un par de minutos.
Se quito el arnés y se tiro sobre la manta.
Me acomode mejor entre sus piernas, estaba arrodillada y sus piernas estaban en mi cadera. Mis manos agarraron su cintura y comencé a moverme como si estuviera penetrandola.
— Ahh, Mariel — gimió — Ooh.
Podía sentir nuestros coños chocarse, el sonido de nuestra piel haciendo contacto se sentía.
Me incline hasta su oído.
— Me gustaría tener pene solo para poder cogerte y sentirte mojada por mi — susurré.
Gimió al escucharme.
— Desearía estar grabando esto — me dijo y yo sonreí.
— Mire ahí — señale a mi mochila donde un punto rojo se veía en la oscuridad — todo esto está quedando grabado, luego te paso el video.
— Eres asombrosa.
Cuando llegamos al orgasmo, caí a un lado de ella.
Nuestras respiraciones estaban aceleradas. Observe cómo se levantaba y comenzaba a cambiarse.
Se colocó su tanga estando parada mientras yo me arrodillaba.
Tomé su cadera y la acerqué a mi, si trasero quedaba justo en mi boca. Llene de besos sus nalgas y muslos.
— Inclínate — demande.
Se inclinó dejando su trasero a mi disposición. Corrí la tanga observando cómo aún su coño botaba néctar y su ano se veía mojadito.
Jadee y me dediqué a chuparla en todos lados.
— Aah Ahh — gemía.
Mis manos apretaban sus nalgas mientras degustaba su anito. Sabía riquísimo.
Me separé y me tire en la manta.
— Siéntate encima mío.
Sus piernas se encontraban a un lado de mi cabeza y su coño frente a mis ojos y mi boca.
Senti su cuerpo temblar cuando llegó al orgasmo, bebí todo lo que su cuerpo me daba.
Luego de eso deje que se cambiara, yo me coloqué el camisón y la acompañe hasta su auto.
Se sentó en el asiento de piloto y yo me senté arriba de ella.
— Me encanta tu cuerpo, no puedo dejar de decirlo — Bese sus labios con tanta fuerza, nuestras lenguas se buscaban entre ellas, cuando nos separamos de podía ver unos hilos de baba uniendo nuestros labios.
— Eres mejor que mi marido.
Baje su camisa de tiritas dejando ver uno de sus pechos. Tomé su pezon con mi boca y comencé a succionar como un bebé.
— Ooh — Jadeo.
De un movimiento hizo su asiento para atrás y yo me metí donde van los pedales. Baje su pantalón otra vez y volví a sumergirme entre sus pliegues.
— Definitivamente eres mejor que mi marido — murmuro cuando termino su orgasmo.
Volví a sentarme sobre sus piernas cuando acomodó sus pantalones. Sus manos tiraban de mis pezones y las mías amasaban sus pechos.
— Mañana mi mamá también está de guardia, puedes venir si quieres.
La bese y luego ella se fue.
Tenía que retirar unos pantalones de mi amiga Lili, por lo que a las cinco de la tarde me encontraba afuera de su casa.
Cuando en atendió me dijo que espere en la sala de estar mientras ella buscaba el pantalón.
Recuerdo que era un día de verano por lo que yo tenía puesto unos shorts blancos y una remera.
Su mamá, Susana, bajo por las escaleras y se acercó a saludarme. Ella siempre fue una mujer hermosa, cuando descubrí mi bisexualidad ella fue una de las primeras mujeres en pasar por mi mente desnuda. Mide 1,63, pelo castaño y largo, es rellenita, tiene un culo que te dan ganas de comerlo todo el día, unas tetas asombrosas y no hablar de sus labios.
Siempre que me abraza puedo sentir sus pechos presionando con los míos, duramos varios segundos en el abrazo.
A veces me imagino cogiendo con ella, comerme ese coñito húmedo y amamantarme de sus tetas.
— ¿Como estas, cielo?
Me saludo como siempre y nos sentamos juntas en el sofá.
— Estoy esperando a Lili, me tiene que entregar unos pantalones.
Mientras charlábamos podía sentir su mano en mi rodilla, su toque no me molestaba, quería que llegara a más. Unos minutos después sentí como lentamente fue subiendo su mano. Yo abría mis piernas dejando que sus dedos acariciaran mi piel.
— ¿Te gusta? — me susurró en el oído cuando sus dedos tocaron suavemente mi coño. Asenti mordiendo mi labio.
Su pulgar hacia círculos en el lugar donde estaba mi clitoris. Una de mis manos apretaba sus jugosos pechos.
— Tenemos unos minutos más antes de que Lili baje.
Se arrodilló ante mi y bajo de un solo tirón mi short junto a mi tanga. Abrió mis piernas acercándome más a la orilla del sofá. Sin rodeos, chupo mi clitoris y metió un dedo en mi. Mordí mi labio inferior para que mis gemidos no salieran.
Mis manos estaban en su cabello y mis caderas se movían a la par de su lengua.
Sentimos un ruido en la planta de arriba así que rápidamente se levantó y yo acomode mi ropa. Nos sonreímos con perversidad y ella dejó un beso en mi boca.
Segundos después Lili bajo por la escalera y me entregó el pantalón, me pidió disculpas por la tardanza y luego subió corriendo de vuelta diciendo que debía ir al baño.
Susana se encargó de llevarme hasta la puerta.
— Si no te molesta, podemos seguir lo del sofá esta noche — hable.
— Eso sería grandioso — se acercó y apretó mi trasero.
— Puede ser en mi casa, mi mamá tiene guardia esta noche.
Me fui luego de besarla. Esa mujer me tiene loca, quiero comerla entera.
Llegó la hora de que ella llegara a mi casa, mi madre se había ido una hora antes.
Yo tenía puesto un camisón de tiritas sin nada debajo. Sentí su auto estacionar.
Toco el timbre y baje a abrir.
— Que buen recibimiento — mordió su labio mirando mis pechos ya que se transparentaba.
— Ven.
Nos besamos mientras cerraba la puerta.
— ¿Donde quieres hacerlo? — pregunté dejando besos por su cuello y amasando su trasero.
— ¿Puede ser el patio? Esta oscuro, todos están durmiendo.
Le indique que me esperara ahí mientras iba por unas cosas a mi habitación.
Regrese con una mochila y una manta. Estire la tela por el pasto y abrí la mochila.
— Ven aquí.
Ella se tendió boca arriba y yo me coloqué sobre ella. Sonreímos.
Comencé a besarla con fuerza, nuestras lenguas se tocaban sin pudor. Mis manos acariciaban su cuerpo y la suyas apretaban mi culo.
Lentamente nos fuimos desnudando quedando sin nada las dos.
— Tienes un hermoso cuerpo — le dije abriendo sus piernas.
Su coño estaba mojado y tenía algunos vellos. Se veía exquisito.
Me incline comenzando a lamer ese manjar, sus gemidos eran música para mis oídos. Metí un dedo en ella mientras me ocupaba de chupar bien su clitoris. Deje besos por su entre pierna y luego me aleje de ella.
Abrí mi mochila sacando un pene para lesbianas. Una parte va dentro de mi y el otro dentro de ella.
Primero me lo puse yo y lentamente lo fui adentrando en ella.
— ¿Te gusta? — murmure comenzando a moverme.
El placer de cogermela es asombroso, podía sentir como el pene falso se resbalaba por sus jugos y por el mío.
— Estoy cerca — gimió arqueándose — Ahh, aah.
Acelere mis movimientos observando cómo sus pechos se movían junto a su abdomen.
Llegó a orgasmo con un mini grito. Quite el pene dejándolo de lado y bese cada parte de su cuerpo. Su abdomen relleno, sus piernas con celulitis y estrías. Me encantan las mujeres gorditas.
— Me encanta tu cuerpo — volví a decir y ella me sonrió.
De la mochila saque un arnés y me lo coloqué, hice que se pusiera en cuatro y metí el falo por su dulce coño.
La penetre por varios minutos, se vino enseguida porque estaba sensible del pegando anterior. Se giró de vuelta y yo deje el arnés sobre la manta. Ella se lo puso y se colocó arriba mío. Me encantaba pensar que me meterá el pene que estuvo dentro de ella y tiene sus fluidos.
Me cogio mejor que mis novios, su panza se movía sobre mi al igual que nuestros pechos, me vine en un par de minutos.
Se quito el arnés y se tiro sobre la manta.
Me acomode mejor entre sus piernas, estaba arrodillada y sus piernas estaban en mi cadera. Mis manos agarraron su cintura y comencé a moverme como si estuviera penetrandola.
— Ahh, Mariel — gimió — Ooh.
Podía sentir nuestros coños chocarse, el sonido de nuestra piel haciendo contacto se sentía.
Me incline hasta su oído.
— Me gustaría tener pene solo para poder cogerte y sentirte mojada por mi — susurré.
Gimió al escucharme.
— Desearía estar grabando esto — me dijo y yo sonreí.
— Mire ahí — señale a mi mochila donde un punto rojo se veía en la oscuridad — todo esto está quedando grabado, luego te paso el video.
— Eres asombrosa.
Cuando llegamos al orgasmo, caí a un lado de ella.
Nuestras respiraciones estaban aceleradas. Observe cómo se levantaba y comenzaba a cambiarse.
Se colocó su tanga estando parada mientras yo me arrodillaba.
Tomé su cadera y la acerqué a mi, si trasero quedaba justo en mi boca. Llene de besos sus nalgas y muslos.
— Inclínate — demande.
Se inclinó dejando su trasero a mi disposición. Corrí la tanga observando cómo aún su coño botaba néctar y su ano se veía mojadito.
Jadee y me dediqué a chuparla en todos lados.
— Aah Ahh — gemía.
Mis manos apretaban sus nalgas mientras degustaba su anito. Sabía riquísimo.
Me separé y me tire en la manta.
— Siéntate encima mío.
Sus piernas se encontraban a un lado de mi cabeza y su coño frente a mis ojos y mi boca.
Senti su cuerpo temblar cuando llegó al orgasmo, bebí todo lo que su cuerpo me daba.
Luego de eso deje que se cambiara, yo me coloqué el camisón y la acompañe hasta su auto.
Se sentó en el asiento de piloto y yo me senté arriba de ella.
— Me encanta tu cuerpo, no puedo dejar de decirlo — Bese sus labios con tanta fuerza, nuestras lenguas se buscaban entre ellas, cuando nos separamos de podía ver unos hilos de baba uniendo nuestros labios.
— Eres mejor que mi marido.
Baje su camisa de tiritas dejando ver uno de sus pechos. Tomé su pezon con mi boca y comencé a succionar como un bebé.
— Ooh — Jadeo.
De un movimiento hizo su asiento para atrás y yo me metí donde van los pedales. Baje su pantalón otra vez y volví a sumergirme entre sus pliegues.
— Definitivamente eres mejor que mi marido — murmuro cuando termino su orgasmo.
Volví a sentarme sobre sus piernas cuando acomodó sus pantalones. Sus manos tiraban de mis pezones y las mías amasaban sus pechos.
— Mañana mi mamá también está de guardia, puedes venir si quieres.
La bese y luego ella se fue.
3 comentarios - La mamá de mi amiga (lésbico)