Nos besábamos, con pasión, como si fuéramos novios. Me tenía cogida de la cintura mientras rodeaba su cuello con mis brazos. Su morreo intensificaba la calentura del momento, no podía soltarme, me sentía protegida en sus brazos. Mientras mamá dormía, yo me besuqueaba con mi padre en la sala, con la luz apagada y la tv prendida. Sus manos subían a mis costillas a la vez que las pasaba por mi espalda, apretando mi cuerpo contra el suyo, sentía mis pechos aplastarse contra su cuerpo.
Sus manos pasaron de mi espalda a mi trasero, sintiendo lo paradito que estaba, sintiendo cada una de las nalgas de su hija. Sus manos apretaban mis nalgas por encima de la bata morada que llevaba ese día, una mano en mi cintura y la otra en mi trasero, nada me ponía tan caliente como eso.
Yo bajaba mi mano lentamente, desde su cuello hasta su enorme bulto, pasando por sus pectorales y su abdomen bien definido. Sentía como su bulto iba engordando a medida que los besos se intensificaban. Lentamente se enduraba, hasta sentir su pene ya bien erecto a través de su short. Podía acariciar su la cabeza a la par que sobaba con delicadeza su enorme pene.
Lentamente se fue sentando en el sillón detrás de él, sin dejar de besarme, sin dejar manosear a su hija. Al sentarse, estiró su brazo para coger una de mis piernas y poder empujarla hacía él, para sentarme sobre su regazo sin dejar de besarlo. Al acercarme, abría mis piernas para colocarme encima, dejando que mi vestido se alce un poco, dejando ver mis rellenitas piernas blancas.
Mi padre, sin dejar de besarme, estando encima de él, sobaba mi pierna con una de sus manos mientras que con la otra me agarraba una nalga. Yo llevaba mis manos al comienzo de su polo para comenzar a quitárselo. Lentamente fui alzándolo, sintiendo su fornido cuerpo con la punta de mis dedos al hacerlo. Cuando no podía subir más, él estiró sus brazos hacía arriba para poder quitárselo, para eso, dejamos de besarnos. Puede ver el cuerpo de mi padre que, a pesar de haberlo visto antes, con la luz tenue se veía muy sexi.
Al quitárselo, me miró directo a los ojos mientras llevaba sus manos al short para bajarlo junto con su bóxer. Para facilitárselo, me paré un poco en su regazo, haciendo que mis pechos queden en su cara. A pesar de que mis pezones se podían ver duritos a través de la bata, se concentró tanto en mis ojos que no lo notó, pero eso no importa pues luego me lo quitaría para verlos mejor.
Al estar completamente denudo, llevó sus manos a mis piernas, rosándolas suavemente mientras subía a mi trasero por dentro de la bata para poder sentirlo al descubierto. Pero ese día llevara unas bragas rosadas con bordado de flores rojas y amarillas. Siguió besándome mientras masajeaba mi culo, haciendo a un lado mi braga para poder tocar mi rajita ya humedecida por lo calienta que estaba.
Cuando sintió la humedad en mi vagina, empezó a mover sus dedos de arriba abajo lentamente, empapándolos y haciendo que mi respiración sea más intensa. Al notar suficiente humedad en mi rajita, alzó hasta mi cintura la bata y cogió su pene del tranco para ponerlo recto. Apuntando a mi vagina, todo venoso y cabezón, estaba el pene de papá. Logré verlo gracias a la luz del televisor.
Empezó a rozar la punta de su pene contra mi rajita, empando la cabeza y preparándolo para meterla. Cuando la dejó bien mojadita, dio un pequeño empujón con delicadeza, haciendo que la punta del pene entre con lentitud. Mientras lo hacía, me miraba a los ojos al igual que yo lo hacía. Cada centímetro dentro era una delicia para mí, sentía la verga de mi padre entrando en mi coño, era lo más sublime de mi vida.
Cuando metió todo su pene, empezó con el mete saca, lento y sin prisas. Yo le paraba más el trasero para que lo pudiera sentir mejor, sin embargo, pasó a quitarme la bata. La cogió y la fue alzando mientras veía todo mi cuerpo brillar gracias a la luz de la tv. Estiré mis brazos para ayudarlo, eso hizo que viera mis senos revotar por tratar de quitarme la bata con cierta prisa. Sus ganas de querer morderlos le ganaron, haciendo que mordiera mis pezones.
Agarraba una de mis tetas con una sus manos, mientras tenía la otra mi cintura. Dejé que cogiera mis pechos con sus manos mientras yo llevaba mis brazos alrededor de su cuello, poniendo mis pechos en su cara para que jugara con ellos. Le daba sentones tiernos mientras le gemía con cautela para no despertar a mamá, haciendo que lleguemos juntos al momento del climax.
Era tanta la calentura que mojé toda su verga con mis jugos, haciendo que cada penetrada se escuche por la gran cantidad de humedad. Fue tal el punto, que incluso su verga resbalaba en mi coño con facilidad. No aguantaba más, me quería venir, al igual que él.
Aceleramos con las arremetidas, haciendo que mis pechos reboten de forma brusca, pechos que estaban con las marcas de sus manos y sus mordidas por lo pálidos que eran. Mi gemir se intensificó junto con el suyo, pudiendo ver su sudor bajando por su cien con cada sentada que le saba. Sentía sus enormes bolas chocar con mi ano por lo bruscos que estábamos siendo. Fue tanto el esfuerzo que le pusimos que terminamos por venirnos juntos, soltando un último aliento de cansancio. Sentía como su verga se movía dentro de mi vagina con cada chorreada de semen, siendo 4 los borbotones de semen dentro de mí. Yo empapé su verga con mis jugos, haciendo que resbalen por sus bolas, dejando una línea brillando en sus bolas gracias al flujo de su hija.
Cuando nos vinimos, nos besamos románticamente mientras nos acariciábamos la cara. Nos quedamos así por un rato mientras su verga se ponía flácida. Luego me la sacó y, aun cansados, nos acostamos en el sillón, abrazándonos y haciéndonos mimos. Me rodeaba con sus brazos mientras yo estaba sobre él, acariciando sus pectorales y sintiendo su respiración cansada. Nos quedamos acostados por un rato, sintiendo la satisfacción del otro, disfrutando del descanso antes de pararse e irse. A pesar de que quería quedarme con él para siempre, tenía que cambiarme la braga, estaba toda mojada, dando una sensación extraña al tenerla puesta.
Lo miré y besé de forma tierna, diciéndole “te amor papá”, haciendo que me devuelva un “yo igual hija” con esa sonrisa adorable que tanto me encanta. Me paré y me puse la bata, caminé hacia las escaleras y las empecé a subir mientras veía como él se levantaba para subirse el short sin dejar de mirarme. Me despedí alzando mi mano y moviendo mis dedos de atrás a delante, junto son una sonrisa tierna. Al llegar al segundo piso, donde se encuentran los cuartos de mi casa, paso por el cuarto de ellos. Se encontraba semiabierto, con la luz de la luna entrando por la ventana. Me asomé un poco para ver si mamá escuchó lo que pasó, pero solo logré ver parte de sus pies sobre la cama y una botella de Vodka sobre la mesa de noche.
Luego de inspeccionar, me dirigí a mi cuarto de puntitas para no hacer ruido, estando dentro, me comienzo a cambiar las bragas y me alisto para ir a dormir. Estando en la cama, sentí cierta culpa por lo que pasó esa noche, aun no digería por completo lo que pasó, sin embargo, me sentía muy satisfecha. Era raro. Desde esa noche, las cosas cambiaron para siempre.
Sus manos pasaron de mi espalda a mi trasero, sintiendo lo paradito que estaba, sintiendo cada una de las nalgas de su hija. Sus manos apretaban mis nalgas por encima de la bata morada que llevaba ese día, una mano en mi cintura y la otra en mi trasero, nada me ponía tan caliente como eso.
Yo bajaba mi mano lentamente, desde su cuello hasta su enorme bulto, pasando por sus pectorales y su abdomen bien definido. Sentía como su bulto iba engordando a medida que los besos se intensificaban. Lentamente se enduraba, hasta sentir su pene ya bien erecto a través de su short. Podía acariciar su la cabeza a la par que sobaba con delicadeza su enorme pene.
Lentamente se fue sentando en el sillón detrás de él, sin dejar de besarme, sin dejar manosear a su hija. Al sentarse, estiró su brazo para coger una de mis piernas y poder empujarla hacía él, para sentarme sobre su regazo sin dejar de besarlo. Al acercarme, abría mis piernas para colocarme encima, dejando que mi vestido se alce un poco, dejando ver mis rellenitas piernas blancas.
Mi padre, sin dejar de besarme, estando encima de él, sobaba mi pierna con una de sus manos mientras que con la otra me agarraba una nalga. Yo llevaba mis manos al comienzo de su polo para comenzar a quitárselo. Lentamente fui alzándolo, sintiendo su fornido cuerpo con la punta de mis dedos al hacerlo. Cuando no podía subir más, él estiró sus brazos hacía arriba para poder quitárselo, para eso, dejamos de besarnos. Puede ver el cuerpo de mi padre que, a pesar de haberlo visto antes, con la luz tenue se veía muy sexi.
Al quitárselo, me miró directo a los ojos mientras llevaba sus manos al short para bajarlo junto con su bóxer. Para facilitárselo, me paré un poco en su regazo, haciendo que mis pechos queden en su cara. A pesar de que mis pezones se podían ver duritos a través de la bata, se concentró tanto en mis ojos que no lo notó, pero eso no importa pues luego me lo quitaría para verlos mejor.
Al estar completamente denudo, llevó sus manos a mis piernas, rosándolas suavemente mientras subía a mi trasero por dentro de la bata para poder sentirlo al descubierto. Pero ese día llevara unas bragas rosadas con bordado de flores rojas y amarillas. Siguió besándome mientras masajeaba mi culo, haciendo a un lado mi braga para poder tocar mi rajita ya humedecida por lo calienta que estaba.
Cuando sintió la humedad en mi vagina, empezó a mover sus dedos de arriba abajo lentamente, empapándolos y haciendo que mi respiración sea más intensa. Al notar suficiente humedad en mi rajita, alzó hasta mi cintura la bata y cogió su pene del tranco para ponerlo recto. Apuntando a mi vagina, todo venoso y cabezón, estaba el pene de papá. Logré verlo gracias a la luz del televisor.
Empezó a rozar la punta de su pene contra mi rajita, empando la cabeza y preparándolo para meterla. Cuando la dejó bien mojadita, dio un pequeño empujón con delicadeza, haciendo que la punta del pene entre con lentitud. Mientras lo hacía, me miraba a los ojos al igual que yo lo hacía. Cada centímetro dentro era una delicia para mí, sentía la verga de mi padre entrando en mi coño, era lo más sublime de mi vida.
Cuando metió todo su pene, empezó con el mete saca, lento y sin prisas. Yo le paraba más el trasero para que lo pudiera sentir mejor, sin embargo, pasó a quitarme la bata. La cogió y la fue alzando mientras veía todo mi cuerpo brillar gracias a la luz de la tv. Estiré mis brazos para ayudarlo, eso hizo que viera mis senos revotar por tratar de quitarme la bata con cierta prisa. Sus ganas de querer morderlos le ganaron, haciendo que mordiera mis pezones.
Agarraba una de mis tetas con una sus manos, mientras tenía la otra mi cintura. Dejé que cogiera mis pechos con sus manos mientras yo llevaba mis brazos alrededor de su cuello, poniendo mis pechos en su cara para que jugara con ellos. Le daba sentones tiernos mientras le gemía con cautela para no despertar a mamá, haciendo que lleguemos juntos al momento del climax.
Era tanta la calentura que mojé toda su verga con mis jugos, haciendo que cada penetrada se escuche por la gran cantidad de humedad. Fue tal el punto, que incluso su verga resbalaba en mi coño con facilidad. No aguantaba más, me quería venir, al igual que él.
Aceleramos con las arremetidas, haciendo que mis pechos reboten de forma brusca, pechos que estaban con las marcas de sus manos y sus mordidas por lo pálidos que eran. Mi gemir se intensificó junto con el suyo, pudiendo ver su sudor bajando por su cien con cada sentada que le saba. Sentía sus enormes bolas chocar con mi ano por lo bruscos que estábamos siendo. Fue tanto el esfuerzo que le pusimos que terminamos por venirnos juntos, soltando un último aliento de cansancio. Sentía como su verga se movía dentro de mi vagina con cada chorreada de semen, siendo 4 los borbotones de semen dentro de mí. Yo empapé su verga con mis jugos, haciendo que resbalen por sus bolas, dejando una línea brillando en sus bolas gracias al flujo de su hija.
Cuando nos vinimos, nos besamos románticamente mientras nos acariciábamos la cara. Nos quedamos así por un rato mientras su verga se ponía flácida. Luego me la sacó y, aun cansados, nos acostamos en el sillón, abrazándonos y haciéndonos mimos. Me rodeaba con sus brazos mientras yo estaba sobre él, acariciando sus pectorales y sintiendo su respiración cansada. Nos quedamos acostados por un rato, sintiendo la satisfacción del otro, disfrutando del descanso antes de pararse e irse. A pesar de que quería quedarme con él para siempre, tenía que cambiarme la braga, estaba toda mojada, dando una sensación extraña al tenerla puesta.
Lo miré y besé de forma tierna, diciéndole “te amor papá”, haciendo que me devuelva un “yo igual hija” con esa sonrisa adorable que tanto me encanta. Me paré y me puse la bata, caminé hacia las escaleras y las empecé a subir mientras veía como él se levantaba para subirse el short sin dejar de mirarme. Me despedí alzando mi mano y moviendo mis dedos de atrás a delante, junto son una sonrisa tierna. Al llegar al segundo piso, donde se encuentran los cuartos de mi casa, paso por el cuarto de ellos. Se encontraba semiabierto, con la luz de la luna entrando por la ventana. Me asomé un poco para ver si mamá escuchó lo que pasó, pero solo logré ver parte de sus pies sobre la cama y una botella de Vodka sobre la mesa de noche.
Luego de inspeccionar, me dirigí a mi cuarto de puntitas para no hacer ruido, estando dentro, me comienzo a cambiar las bragas y me alisto para ir a dormir. Estando en la cama, sentí cierta culpa por lo que pasó esa noche, aun no digería por completo lo que pasó, sin embargo, me sentía muy satisfecha. Era raro. Desde esa noche, las cosas cambiaron para siempre.
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