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Escapada a la montaña con mi madre

Sé que es algo que se suele decir en estas páginas para aumentar el morbo, pero vengo aquí a contar una historia totalmente cierta la cual me pasó el verano pasado. Por ello mismo pido perdón ya que no soy ningún profesional escribiendo, pero espero que no se me olvide nada.
 
Pues bien, mi nombre es Iván, soy un chico de 21 años y actualmente soy estudiante. Como ya he dicho esta historia tiene lugar hace un año, concretamente el verano pasado. Todo comienza justo a principios de verano, y la verdad es que lo que se me venía por delante era un verano bastante normalito, sin ninguna locura. Lo más llamativo era que mis padres habían planeado pasar en familia una semana en una casa rural. La verdad es que a mí no me entusiasmaba la idea, de hecho esa semana había un par de fiestas a las que me hubiera gustado ir, pero había que cumplir.
 
Estábamos a miércoles por lo que ya quedaba menos para el viernes, día que cogeríamos el coche para poner rumbo a nuestras pequeñas vacaciones cuando, oh sí, sorpresa, mi padre se empieza a retrasar en volver del trabajo. Era algo común, de hecho muchas veces no cenaba con nosotros por las horas a las que llegaba, pero de pronto sonó el móvil de mi madre. Eso sí que solo podía significar una cosa. Tras colgar mi madre me confirmó que efectivamente le habían mandado volar hasta Madrid para cerrar un acuerdo con unos clientes, y eso aún habiendo avisado de que se tomaba esa semana de vacaciones. Y no solo eso, sino que debía quedarse hasta el martes, que es cuando supuestamente se haría la firma. Mi padre es un hombre normal y corriente de 55 años. Trabaja en una empresa farmacéutica, y si bien su trabajo no le quita una locura de tiempo, hay ocasiones en las que debe viajar por el país. En cuanto a aspecto es bastante parecido a mí, mide poco más de 1,75, tiene el pelo de un rubio muy oscuro y se conserva bastante bien para su edad, a pesar de tener un poco de barriga cervecera.
 
-Joder tu padre siempre nos tiene que hacer lo mismo -decía ella con una mezcla de decepción y enfado-, más de dos meses planeando todo y no puede olvidarse un poco del trabajo ni una mísera semana...
 
-Bueno ya sabes cómo es, quiere siempre que todo salga a la perfección y se involucra demasiado -yo le quería quitar hierro al asunto porque conociendo a mi madre iba a estar enfadada ya por el resto de semana-.
 
-Pues mira, ¿sabes qué? Que le den, no me pienso amargar en casa teniendo ya pagada toda la semana. Si quiere que venga él directamente el martes o no, me da igual, así pasaremos un fin de semana madre e hijo.
 
-Ah ¿pero entonces no se cancela? -dije ya con la idea de librarme y hacer otros planes obviamente-.
 
-¿Cómo cancelar? Hombre ya sé que piensas que tu madre está vieja y fea pero tampoco creo yo que sea para tanto pasar un fin de semana con ella.
 
Mi madre siempre está con esos rollos de que ya es vieja y que por eso no paso tanto tiempo con ella como lo hacía antes, lo cual es una tontería. Es ama de casa y tiene 59 años pero se conserva increíble. Tiene el pelo de un rubio un poco más claro que mi padre y que yo y mide 1,60 aproximadamente. Lo que más destaca de ella sin duda son sus tetas, tetas las cuales a pesar de estar algo caídas por su propio peso, siguen la mar de firmes. De hecho por aquel entonces me había llegado a plantear alguna vez el si serían o no operadas. En cuanto al resto del cuerpo era de esas mujeres que se mantienen bien para su edad, bastante guapa y con buenas curvas, y la verdad que personalmente son el tipo de mujeres que más me gustan, una buena madura jamona, con unas potentes caderas y un culo que pese a no ser tan firme como el de una veinteañera, se mantenía de lo más jugoso. Por mis palabras ya os habréis dado cuenta que llevaba un tiempo viendo a mi madre no solo como mi madre. De hecho durante mis primeros años de pajas fueron varias las que le dediqué, primero usando la imaginación y luego pasando a la acción buscando bragas y sujetadores usados, incluso sacando alguna foto a escondidas mientras se duchaba, todo esto sin que ella nunca se llegara a enterar claro.
 
-Mamá ¿ya estás otra vez con eso? Te he dicho mil veces que no eres vieja, muchas mujeres matarían por tener ese cuerpo. Estaré encantado de pasar un fin de semana con una tía buena como tú, y perdón por sonar tan brusco pero parece que si no no me crees -nada más decirlo pensé que me había pasado, ya que por simple que fuera nunca solíamos hablar de nada sexual-.
 
-¡Pero bueno! Hay que ver las cosas que le dices a tu madre hijo jajaja. Pues nada no se hable más, esta tía buena se irá a disfrutar de una buenas vacaciones con este yogurín -decía ella mientras reía divertida y me guiñaba un ojo-.
 
En ese momento noté como mi polla daba un pequeño salto y se empezaba a poner algo dura. Aclarar que mi madre suele ir por casa en verano con un camisón rosa bastante fresco el cual le llega a la mitad del muslo. No tiene escote pero nunca lleva sujetador, lo cual hace que casi siempre pueda ver sus duros y gordos pezones bien marcados y esas tetas de un lado a otro. Esto sumado al comentario de mi madre hizo que mi polla a los pocos segundos estuviera más dura que nunca. No sé por qué pero viendo la buena reacción que había tenido mi madre me apeteció seguir con el juego.
 
-Pues por mí perfecto mamá, eso sí, tendrás que llevar algo más que ese camisón, porque viendo ese cuerpazo que te hace no se yo si podré quitar la vista en todo el finde -sabía que me la estaba jugando pero tenía que ver cómo reaccionaba-.
 
-Anda calla calla zalamero jajaja, con lo que habrás visto tú cómo vas a pensar que el cuerpo de esta vieja está de buen ver, que tampoco soy tonta hijo jajaja -decía ella divertida y bastante relajada-.
 
-Bueno mamá claro que he visto cosas, pero creeme cuando te digo que tienes un cuerpo de infarto. De hecho, tienes las mejores tetas que he visto nunca, ale ya está, ya lo he dicho -yo iba con todo-.
 
-Mira el niño en lo que se fija, parece que tengo un pequeño pervertido en casa jajaja. La verdad es que no te voy a negar que de joven tu madre lucía unos buenos melones, pero a día de hoy ya parecen más unas tetas de vieja casi...
 
-¡Pero que dices! Tus tetas son increibles mamá creeme, de hecho alguno de mis amigos cree firmemente que son operadas -en realidad ninguno de mis amigos había comentado nada así, pero era mi baza para confirmar o desmentir mis sospechas-.
 
-¿Operadas yo? Jajaja, ay hijo ojalá tuviera el dinero pero que va que va, si pudiera operarme iban a estar así las pobres -decía divertida mientras hacia unos leves movimientos levantándolas-.
 
-Bueno mamá la verdad es que yo me he llegado a creer que estén operadas eh, tu dirás lo que quieras pero para tu edad están increíbles -cosa que era totalmente cierto-.
 
-Jajaja bueno gracias hijo gracias, a una mujer siempre le gusta recibir halagos de un hombre joven, pero aunque no me creas son naturales como la vida misma, pero no puedo demostrarlo claro...
 
-Hombre poder sí que puedes... -yo iba con todo, tenía la polla que me iba a reventar y era el momento de jugármela a tocar una de esas tetazas-.
 
-Bueno pues como no quieras buscar mi nombre en el registro de todas las clínicas de estética de la ciudad ya me dirás cómo jajaja.
 
-A ver, hay una forma que nunca falla, que es tocando. Pero entiendo que siendo tu hijo te dé corte y no quieras -yo jugaba un poco con ella-.
 
-¿Corte a mi? Cómo se nota que no sabes lo moderna que es tu madre. Además eres mi hijo, cómo me va a dar vergüenza, anda que no me las habrás tocado veces de pequeño. ¿No será que es a ti al que le da corte? -decía ella en un tono provocativo y divertido-.
 
-¿A mí? Vamos yo encantado de tocar ese par de obras de arte.
 
-Bueno bueno pues en ese caso adelante hijo, ¡todas tuyas! -decía ella mientras se incorporaba en el sofá sacando pecho hacia delante-.
 
Yo no me lo podía creer, sentía como mi polla estaba empajada debajo del calzoncillo, sentía cada pulsación llenando de sangre todo mi rabo apunto de explotar. Ahí fui sin pensármelo dos veces y empecé a tocar las tetorras de mi madre por encima del camisón. Hubo unos momentos de silencio por parte de los dos, silencio el cual mi madre rompió con unas leves respiraciones profundas mientras yo sentía sus pezones duros como piedras. Me pude fijar que el sofá se veía algo húmedo donde ella estaba sentada, por lo que la ''inspección'' no le estaba disgustando precisamente.
 
-Dios mamá sí que son naturales eh, de hecho se notan mucho mejor de lo que me había imaginado.
 
¿Cómo imaginado? ¿No me digas que ya habías pensado en tocarle las tetas a tu propia madre?
 
Yo rápidamente aparté las manos y me eché hacia atrás.
 
-¿Qué? Eh no... O sea... Yo no... -dios no sabía donde meterme en ese momento-.
 
-Jajajaja mira que rojo se ha puesto el niño jajajajaja -estalló ella en una carcajada- es broma tonto, no te pongas así hombre jajaja.
 
-Mira que eres mala eh jajajajaj -dije yo casi temblando por el susto-.
 
En ese momento me relajé pero no sabía qué hacer porque estaba entre nervioso, eufórico, con miedo, pero sobretodo más cachondo que un cerdo. Tras esto rápidamente le di un beso de buenas noches y conseguí meterme en mi cuarto haciendo un gran esfuerzo por ocultar tanto mi erección como mis nervios. Una vez dentro no podía más, me tiré en la cama y debajo del colchón saqué unas bragas que había conseguido esa misma tarde mientras mi madre se duchaba. Todavía estaban húmedas y por el olor se notaba que esa mañana mi madre había estado más que cachonda por ahí abajo. Empecé a olerlas, lamerlas, y pasármelas por la polla mientras se mezclaban con todo el líquido preseminal que estaba soltando mientras gemía casi sin cortarme un pelo. Hasta que no pude más y, después de pocos minutos, exploté llenando todas las bragas de la puta de mi madre con lo que fue mi mayor corrida hasta la fecha. Nada más terminar tiré esas bragas debajo de la cama y de dormí exhausto.
 
Continuará...

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