Me casé a los 27 años. Mi esposa tenía 20 años. Ella venía de una decepción amorosa grave y cuando empezamos estaba claro que quería formalizar y tener algo serio. Sentí que era mi momento, nos casamos, a los pocos meses quedó embarazada. Pero el tema no es ese.
Un mes antes de que ella diera a luz, mi suegra, que vive en Tarapoto, vino a Lima, a apoyarnos en esos días tan complicados. Mi esposa es su primera hija y también la tuvo muy joven, antes de los 20 años. Cuando ella fue a quedarse con nosotros debe haber tenido unos 40 años y para ser sincero, nunca le había prestado ninguna atención. La había visto en las visitas a Tarapoto, alguna vez que llegó a Lima con mi suegro. Los días de la boda y poco más.
Pero esta vez fue distinto. Llegó para quedarse con nosotros. Me pareció súper bien pues mi esposa era muy joven y estaba muy nerviosa con el parto.
Cuando llegó, a fines del mes de marzo, aún hacía calor en Lima, incluso por las noches. Desde la primera noche, pude ver a mi suegra en una pijama demasiado sexy, incluso más que las que usaba mi esposa. Un pequeño short y un polo pequeño que me dejaban ver su figura delgada pero bien formada. Lo peor, para mi, que siempre la usaba sin ropa interior, ni tanga ni brasiere, lo que la hacía aún más excitante.
No imagine nada más, pero vaya que la deseaba. Al tercer o cuarto día que llegó, al volver del trabajo, vi que había lavado su ropa y pude ver sus tangas colgadas en el tendedero. Me quede tieso pues eran de fina lencería y súper sensuales. No hubiese imaginado que ella usaba algo así. Al acostarme intenté tener sexo con mi esposa, pero ella no estaba dispuesta.
A la mañana siguiente, desperté temprano. Desayune. El tendedero estaba a un lado de la cocina y podía ver sus tangas colgadas. Me calenté demasiado y me comencé a correr. No me di cuenta en que momento mi suegra ingreso y me vio haciéndolo. Me perturbe mucho y ella sólo se rio. Y me dijo, pasa siempre antes de los partos, nosotras no queremos hacer nada.
Como que me tranquilicé y me fui a trabajar. Al regresar por la tarde todo normal y me sentí tranquilo. Mi esposa se fue a dormir y me quedé en la sala viendo un partido de tenis. Mi suegra se sentó a mi lado y me preguntó si seguía con ganas. Le dije que sí pero que todo bien, que entendía como se sentía mi esposa.
Ella me dijo "no está bien que te reprimas y no quiero que engañes a mi hija, ella te ama mucho". Si quieres yo te puedo ayudar. En ese momento me bloqueé y no entendía que me estaba proponiendo. Quise responder y no supe que decir. Pero ella fue más rápida y ya tenía sus manos sobre mi verga. Y me dejé estar y ella empezó a correrme la paja.
Me excite mucho por la situación. Mi esposa durmiendo y su madre corriéndomela. Pero tampoco me animaba a más. Pronto ella dejó sus manos y empezó a usar su boca. Vaya mamada, impresionante, deliciosa, que experta recorriendo mi verga y mis huevos con sus labios y su lengua. Estaba a mil y sin ningún control eyaculé hasta la última gota en su boca, se la tragó. Me sonrió y me dijo, ahora estarás tranquilito. Me dio un beso en la mejilla y se fue a su cuarto a dormir.
Un mes antes de que ella diera a luz, mi suegra, que vive en Tarapoto, vino a Lima, a apoyarnos en esos días tan complicados. Mi esposa es su primera hija y también la tuvo muy joven, antes de los 20 años. Cuando ella fue a quedarse con nosotros debe haber tenido unos 40 años y para ser sincero, nunca le había prestado ninguna atención. La había visto en las visitas a Tarapoto, alguna vez que llegó a Lima con mi suegro. Los días de la boda y poco más.
Pero esta vez fue distinto. Llegó para quedarse con nosotros. Me pareció súper bien pues mi esposa era muy joven y estaba muy nerviosa con el parto.
Cuando llegó, a fines del mes de marzo, aún hacía calor en Lima, incluso por las noches. Desde la primera noche, pude ver a mi suegra en una pijama demasiado sexy, incluso más que las que usaba mi esposa. Un pequeño short y un polo pequeño que me dejaban ver su figura delgada pero bien formada. Lo peor, para mi, que siempre la usaba sin ropa interior, ni tanga ni brasiere, lo que la hacía aún más excitante.
No imagine nada más, pero vaya que la deseaba. Al tercer o cuarto día que llegó, al volver del trabajo, vi que había lavado su ropa y pude ver sus tangas colgadas en el tendedero. Me quede tieso pues eran de fina lencería y súper sensuales. No hubiese imaginado que ella usaba algo así. Al acostarme intenté tener sexo con mi esposa, pero ella no estaba dispuesta.
A la mañana siguiente, desperté temprano. Desayune. El tendedero estaba a un lado de la cocina y podía ver sus tangas colgadas. Me calenté demasiado y me comencé a correr. No me di cuenta en que momento mi suegra ingreso y me vio haciéndolo. Me perturbe mucho y ella sólo se rio. Y me dijo, pasa siempre antes de los partos, nosotras no queremos hacer nada.
Como que me tranquilicé y me fui a trabajar. Al regresar por la tarde todo normal y me sentí tranquilo. Mi esposa se fue a dormir y me quedé en la sala viendo un partido de tenis. Mi suegra se sentó a mi lado y me preguntó si seguía con ganas. Le dije que sí pero que todo bien, que entendía como se sentía mi esposa.
Ella me dijo "no está bien que te reprimas y no quiero que engañes a mi hija, ella te ama mucho". Si quieres yo te puedo ayudar. En ese momento me bloqueé y no entendía que me estaba proponiendo. Quise responder y no supe que decir. Pero ella fue más rápida y ya tenía sus manos sobre mi verga. Y me dejé estar y ella empezó a correrme la paja.
Me excite mucho por la situación. Mi esposa durmiendo y su madre corriéndomela. Pero tampoco me animaba a más. Pronto ella dejó sus manos y empezó a usar su boca. Vaya mamada, impresionante, deliciosa, que experta recorriendo mi verga y mis huevos con sus labios y su lengua. Estaba a mil y sin ningún control eyaculé hasta la última gota en su boca, se la tragó. Me sonrió y me dijo, ahora estarás tranquilito. Me dio un beso en la mejilla y se fue a su cuarto a dormir.
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