Alrededor de los 28 años me di cuenta de que no me gustaba ser cojido pero aún asi deseaba con pasión saber y sentir si se podía curiosear, espiar, conocer, saber y por sobre todo mirar como los tipos héteros gozaban y hacian gozar a sus hembras...
Poder asistir en vivo a esa situación de extasis único que me producía observar y escuchar, oler y gustar la visión de una verga cabezuda bombeando una conchita toda húmeda, escucharla gemir y jadear mientras el varón le enterraba hasta los huevos el tronco de la pija.
Alquilé una casa con dos habitaciones y acondicioné una como mi estudio de visualización... con un espejo doble faz improvisé una ventana para poder sentarme oculto desde la otra habitación a presenciar cómo mis amigos hétero aceptaban mis regalos femenínos con placer y sin sospechar de que les rentaba las chicas solo para darme el lujo de poder mirarlos mientras cojian.
Les ofrecia el espacio y la intimidad de traer sus amantes a mi casa, la cena y alcohol suficiente como para desatarse.
Le disponía una hembra dócil y gustosa de complacer a un chabón hasta sacarle el mejor rendimiento.
Era un placer divíno sentirlas jadear y ver como sus conchitas húmedas e hinchadas recibian esas pijas duras hasta el fondo mientras pulsában soltando mas flujo para lubricar esa barra de carne.
Los espiaba y podía sentir el placer de la minas sintiendo esas pijas durísimas quemarles y revolverles las entrañas.
Me gustaba escuchar como los tipos gemían mientras escupían leche caliente, y mirar como los huevos subían y bajabán con cada chorreada.
Era una sensación estremecedora recrear en mi mente a ese tipo cojiendo sin pensar en otra cosa
Poder asistir en vivo a esa situación de extasis único que me producía observar y escuchar, oler y gustar la visión de una verga cabezuda bombeando una conchita toda húmeda, escucharla gemir y jadear mientras el varón le enterraba hasta los huevos el tronco de la pija.
Alquilé una casa con dos habitaciones y acondicioné una como mi estudio de visualización... con un espejo doble faz improvisé una ventana para poder sentarme oculto desde la otra habitación a presenciar cómo mis amigos hétero aceptaban mis regalos femenínos con placer y sin sospechar de que les rentaba las chicas solo para darme el lujo de poder mirarlos mientras cojian.
Les ofrecia el espacio y la intimidad de traer sus amantes a mi casa, la cena y alcohol suficiente como para desatarse.
Le disponía una hembra dócil y gustosa de complacer a un chabón hasta sacarle el mejor rendimiento.
Era un placer divíno sentirlas jadear y ver como sus conchitas húmedas e hinchadas recibian esas pijas duras hasta el fondo mientras pulsában soltando mas flujo para lubricar esa barra de carne.
Los espiaba y podía sentir el placer de la minas sintiendo esas pijas durísimas quemarles y revolverles las entrañas.
Me gustaba escuchar como los tipos gemían mientras escupían leche caliente, y mirar como los huevos subían y bajabán con cada chorreada.
Era una sensación estremecedora recrear en mi mente a ese tipo cojiendo sin pensar en otra cosa
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