-A ver… Géminis…. Mirá lo que me salió! “No tengas pereza para expresar lo que sientes, Géminis! Eres libre y mereces una sesión de PLACER sí o sí. Con tu pareja o con el que sea. Disfruta como nunca TODO”. Justo estaba pensando en auto regalarme algo así, ya que nadie regala… ¿Qué opinás?
-Que si zafas de tu marido, cuentes conmigo! Yo le doy a Géminis, lo que Géminis está necesitando!
-¿Y qué te imaginás que puedo estar necesitando ahora?
-No se vos, pero yo necesito un beso de tu boca, uno de esos profundos, húmedos.
-Ay, Agus. Vos sabes que me encantan tus besos. No se cómo hacés, pero me besas la boca y me haces mojar. Pero quiero algo especial… vos no podes venir a verme con las manos vacías….
-Qué hija de puta! Todas esas vueltas, para pedirme regalitos…
En la llamada telefónica se notó que había puesto cara de nena buena que está baboteando. Si hasta podía ver su mohín con la boca cuando quedamos vernos al otro día.
Fui al sex shopp y le compré un vibrador. Hablar con ella e imaginar una escena es casi automático. Sabía lo que quería, y se lo iba a dar todo al otro día.
Llegamos al hotel, y le di el beso de siempre. En la boca. Sin aviso. Hundiendo mi lengua dentro de su boca y sintiendo como la sorpresa se empieza a convertir en deseo. Como si cuerpo, tenso de la calle, se afloja y se une a mi cuerpo. Como su mano me aprieta la cola y me acerca hacia ella.
Se que con ese beso ella empieza a sentir. Lo se porque se le agita la respiración, se le acelera el pulso, se afloja. Pero también lo se porque besarla así me provoca una erección inmediata, y pienso que si a mi su boca me hace eso ¿por qué no a ella?
Confirmo mi sospechas, cuando aprovecho que vino con unas calzas apretadísimas, y le meto mano para tocarle la cola, y sus nalgas están durisimas, prestas para recibir la caricia. Ella es una perra hija de puta, y tira la cola para atrás, para que mi mano no se quede solo en la caricia, sino que le apoye mi dedo en el culo.
-Estas hambrienta, linda… pero te prometo que habrá tiempo para todo- le digo, mientras termino de sacarle la ropa y de dejarla completamente desnuda. La apoyo en la cama y la tiro boca abajo. Le beso en el cuello, y le murmuro
-¿Pensaste que me había olvidado de tu regalo? Quiero que te quedes así, y que lo pruebes.
Le puse en la mano un vibrador de tamaño medio. Y no tuve que darle ninguna indicación, para que empiece a probarlo. Se lo encajó bien sobre el clitoris, mientras yo acariciaba su espalda.
-Si, si, tocame toda… acariciame. ¡Qué rico está esto!
Se masturbaba y recibía mi caricia. Movía su culo de un modo endiablado. Era una serpiente contoneándose encima del vibrador, un poco por el placer que recibía, otro poco insitándome.
-Dame pija
-No, bebé. Falta mucho para eso- le contesté, mientras mis caricias recorrían sus piernas, y tomaban sus nalgas. Cuando se las apreté, ella lanzó un gemido de placer profundo. Era por ahí. Así que le abrí las nalgas, y besé su culo. Le pasé mi lengua por todo el ogete, y lo que dijo, parecía incomprensible, llenos de letras “p” y de letras “f”, hasta que todo se aclaró cuando lanzó casi en un grito
-Culeame por favor! Quiero pija!
Pero todavía no le di el gusto. La dejé que se siguiera pajeando, y jadeando, y con mis dedos unté su culo con los jugos de su concha, y le puertié el dedo mayor en el culo.
La muy perra se movió de manera tan precisa, que se comió mi dedo en dos movimientos, a los gritos de si, si, si, pija quiero no dedo, pero no lo saques, méteme otro sisisisi…
Ella la estaba pasando muy bien, y yo gozando como loco. No hay nada que me excite más que escuchar el placer de una mujer. Que sentirlo en mi boca, en mis manos. Que oler el placer de una mujer en celo.
De repente, se detuvo. Un solo salto, y salió de mi mano y se dio vuelta, poniéndose de frente a mí. Yo todavía estaba con la ropa puesta, así que solo bajó el cierre del pantalón y liberó mi pija que estaba hermosa, roja, dura, babeante de placer. La agarró con su mano y se la ensartó en la concha.
Me agarró del culo y se prendió. Casi en el aire, me daba envestidas con su pelvis, mientras decía cosas en otro idioma, sonidos guturales.
Hasta que ocurrió. Un silencio profundo. Su cuerpo tenso. Muy tenso. Rígido. A horcajadas mío. Suspendida en el aire. Y por fin, un grito grave, como de otro cuerpo, gozando un orgasmo único, intenso.
Se dejó caer, y sus espasmos seguían recorriendo su cuerpo, mientras se iba haciendo un ovillo.
Y allí quedó, laxa, agarrándose de las piernas, cuando recuperó el aliento y lanzó una carcajada.
-Necesito que me hagas regalitos así más seguido- dijo, mientras con su boca me daba el placer que ahora yo estaba necesitando.
-Que si zafas de tu marido, cuentes conmigo! Yo le doy a Géminis, lo que Géminis está necesitando!
-¿Y qué te imaginás que puedo estar necesitando ahora?
-No se vos, pero yo necesito un beso de tu boca, uno de esos profundos, húmedos.
-Ay, Agus. Vos sabes que me encantan tus besos. No se cómo hacés, pero me besas la boca y me haces mojar. Pero quiero algo especial… vos no podes venir a verme con las manos vacías….
-Qué hija de puta! Todas esas vueltas, para pedirme regalitos…
En la llamada telefónica se notó que había puesto cara de nena buena que está baboteando. Si hasta podía ver su mohín con la boca cuando quedamos vernos al otro día.
Fui al sex shopp y le compré un vibrador. Hablar con ella e imaginar una escena es casi automático. Sabía lo que quería, y se lo iba a dar todo al otro día.
Llegamos al hotel, y le di el beso de siempre. En la boca. Sin aviso. Hundiendo mi lengua dentro de su boca y sintiendo como la sorpresa se empieza a convertir en deseo. Como si cuerpo, tenso de la calle, se afloja y se une a mi cuerpo. Como su mano me aprieta la cola y me acerca hacia ella.
Se que con ese beso ella empieza a sentir. Lo se porque se le agita la respiración, se le acelera el pulso, se afloja. Pero también lo se porque besarla así me provoca una erección inmediata, y pienso que si a mi su boca me hace eso ¿por qué no a ella?
Confirmo mi sospechas, cuando aprovecho que vino con unas calzas apretadísimas, y le meto mano para tocarle la cola, y sus nalgas están durisimas, prestas para recibir la caricia. Ella es una perra hija de puta, y tira la cola para atrás, para que mi mano no se quede solo en la caricia, sino que le apoye mi dedo en el culo.
-Estas hambrienta, linda… pero te prometo que habrá tiempo para todo- le digo, mientras termino de sacarle la ropa y de dejarla completamente desnuda. La apoyo en la cama y la tiro boca abajo. Le beso en el cuello, y le murmuro
-¿Pensaste que me había olvidado de tu regalo? Quiero que te quedes así, y que lo pruebes.
Le puse en la mano un vibrador de tamaño medio. Y no tuve que darle ninguna indicación, para que empiece a probarlo. Se lo encajó bien sobre el clitoris, mientras yo acariciaba su espalda.
-Si, si, tocame toda… acariciame. ¡Qué rico está esto!
Se masturbaba y recibía mi caricia. Movía su culo de un modo endiablado. Era una serpiente contoneándose encima del vibrador, un poco por el placer que recibía, otro poco insitándome.
-Dame pija
-No, bebé. Falta mucho para eso- le contesté, mientras mis caricias recorrían sus piernas, y tomaban sus nalgas. Cuando se las apreté, ella lanzó un gemido de placer profundo. Era por ahí. Así que le abrí las nalgas, y besé su culo. Le pasé mi lengua por todo el ogete, y lo que dijo, parecía incomprensible, llenos de letras “p” y de letras “f”, hasta que todo se aclaró cuando lanzó casi en un grito
-Culeame por favor! Quiero pija!
Pero todavía no le di el gusto. La dejé que se siguiera pajeando, y jadeando, y con mis dedos unté su culo con los jugos de su concha, y le puertié el dedo mayor en el culo.
La muy perra se movió de manera tan precisa, que se comió mi dedo en dos movimientos, a los gritos de si, si, si, pija quiero no dedo, pero no lo saques, méteme otro sisisisi…
Ella la estaba pasando muy bien, y yo gozando como loco. No hay nada que me excite más que escuchar el placer de una mujer. Que sentirlo en mi boca, en mis manos. Que oler el placer de una mujer en celo.
De repente, se detuvo. Un solo salto, y salió de mi mano y se dio vuelta, poniéndose de frente a mí. Yo todavía estaba con la ropa puesta, así que solo bajó el cierre del pantalón y liberó mi pija que estaba hermosa, roja, dura, babeante de placer. La agarró con su mano y se la ensartó en la concha.
Me agarró del culo y se prendió. Casi en el aire, me daba envestidas con su pelvis, mientras decía cosas en otro idioma, sonidos guturales.
Hasta que ocurrió. Un silencio profundo. Su cuerpo tenso. Muy tenso. Rígido. A horcajadas mío. Suspendida en el aire. Y por fin, un grito grave, como de otro cuerpo, gozando un orgasmo único, intenso.
Se dejó caer, y sus espasmos seguían recorriendo su cuerpo, mientras se iba haciendo un ovillo.
Y allí quedó, laxa, agarrándose de las piernas, cuando recuperó el aliento y lanzó una carcajada.
-Necesito que me hagas regalitos así más seguido- dijo, mientras con su boca me daba el placer que ahora yo estaba necesitando.
3 comentarios - Un orgasmo más... pero distinto