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Tardes mesopotámicas - Capítulo 2

Continuación de ésta serie que me gusta, lastimosamente no hay más... Que lo disfrutes!


Me llamo María José, pero todos me dicen Maijo. Hoy tengo 21 años y vivo en Paraná (Entre Ríos - Argentina). Escribo aquí por que quiero compartir con ustedes algunas etápas únicas de mi vida sexual. La mañana del día Martes, el día siguiente a mi primer encuentro con Elisabeth, se presentó para mi sorpresa ordinaria como cualquier otra. Me desperté feliz, desayuné con mis padres y fuí al colegio. En mi mente estaban aún presentes los besos, las caricias y los fabulosos orgasmos que hacia tan solo un día aquella mujer adulta me había regalado. Por alguna extraña razón, yo miraba a todo el mundo buscando en sus rostros algún dejo de sospecha sobre lo que Elisabeth y yo habíamos hecho. Como si la gente pudiese saber, por algún motivo inexplicable, lo que dos personas hacen cuando están entre cuatro paredes desnúdas y en privado. Pero obviamente era los temores infundados propios de alguien joven que hace algo un poco por fuera de lo que socialmente es "el común aceptado". Para quien no lo sepa, este relato es la segunda entrega de una serie y si desean saber realmente de que va la historia les recomiendo enfáticamente que lean la primer entrega de la saga en dónde le cuento los por menores de mi encuentro con mi profesora de Piano.

Pasado el mediodía, al llegar a casa del colegio, no pude evitar frenar unos instantes y darle un vistazo detenido al frente de la casa de Elisabeth. Parecía estar vacía, sin nadie. Las persianas de las ventanas estaban bajas y no se percibía desde fuera que haya dentro actividad alguna. Así que entré a mi casa, almorcé algo liviano y miré un rato la tele. Mis padres trabajan y suelen llegar a casa recien tipo seis y media a siete de la tarde. Por lo que tenía la casa para mi sola todos los días de la semana durante al menos unas seis horas. Como estabamos en otra calurosa tarde de Noviembre (Recuerden que vivo en el hemisferio sur) decidí refrescarme con una buena ducha. Mi ritual después de la ducha es ir siempre a mi habitación y escuchar algo de música desnúda. El problema es que al echarme en la cama automáticamente se me vinieron a la mente las imagenes de Elisabeth haciendome todo lo que alguna ves desee que me hagan. Y eso indefectiblemente me ponía muy cachonda.

El asunto es que no podía volver a saciar mi libido con ella. De hecho, no podía siquiera comunicarme con Elisabeth puesto que jamás intercambiamos los números de celular (Aunque si tenía el de su casa). Igualmente... se me ocurrió pensar que no correspondía que al día siguiente de nuestro primer encuentro yo le estuviese escribiendo deseperada. Mucho menos habría de cruzar la calle y tocar a su puerta. Tenía miedo de quedar ciertamente como una mogigata. Así que no tuve mas opción que enviarle un mensaje a mi noviecito Gabriel. Como les había contado en la primer parte, yo estaba de novia en esa época con un chico de 20 años llamado Gabriel con el que tenía relativamente "buen sexo". Hacía un año y medio que andabamos juntos y si bien la pasaba lindo y me divertía, el punto débil quizas era su lado egoísta en cuanto a lo que a sexo refiere. Básicamente le hacía yo todo a él la mayor parte de la veces y solo de cuando en cuando era él quien me daba placer a mi. No obstante ello Gabriel era un chico hermoso no solo en lo físico sino también en lo humano. Y no quiero pecar de fanfarrona pero en mis manos le era imposible no dejarse llevar. Así que no desaproveché ni un solo minuto más y le envié un mensaje diciendole que estaba en mi casa sola y aburrida. Y que teníamos unas seis horas por delante para poder estar juntos. Imaginense ustedes que al mutar el doble tilde del color gris al color azul... la respuesta inmediata fué -"En media hora estoy ahí". Previsible, no? Jajajaja! Sin embargo, este encuentro con Gabriel no iba a ser de la manera clásica a la que él estaba acostumbrado. Yo estaba aprendiendo cosas nuevas que deseaba su ves transmitir.

Sin mas tiempo que perder, lo primero que hice fué ir hasta el vanitory del baño y tomar el pote de crema nivea corporal. Ya en mi habitación me pase crema por mis piernas y abdomen. Quería tener la piel suave y fresca. Pero fue justo cuando estaba metiendo dos dedos dentro del pote que el morbo nuevamente me invadio. Mi encuentro con Elisabeth me había mostrado que la parte que otorga placer puede recibir mucha satisfacción cuando logra de la persona receptora... una entrega total. Y esta tarde estaba decidida a hacer que Gabriel me diera una entrega total. Esa crema, entre sus muchas propiedades, tiene el beneficio de poder actuar como lubricante. Y mi imaginación en ese instante empezó a volar. Busqué en mi armario un conjunto de ropa interior color gris claro semi transparente. Era una tanga que hacía lucir mi cola de una manera espectacular, en tanto que el sostén les daba a mi par de pechos ese porte justo y parado capaz de atraer la mirada de cualquier hombre. No faltaron además las consabidas gotas de perfume en los lugares claves. Todo eso, sumado a dos prendedores delicados en los lobulos de mis orejas, hacian el combo perfecto para que Gabriel automáticamente se encienda con solo mirarme.

Aún así, había un pequeño problema para que la situación sea completamente perfecta. Un problema que nos afecta a todas: La depilación. Por falta de tiempo me era imposible utilizar cera. Gabriel llegaba en media hora a más tardar y ya habían transcurrido al menos 10 minutos que que recibí su mensaje. Así que no tuve mas opción que recurrir a la "Gillette Venus Breeze" y rasurarme los bellos de ambas piernas. Si fuese por mi gusto, desearía tener la vulva y la cola completamente depilados. Pero eso solo queda bien cuando se hace con cera. Y la verdad es que me da vergüenza en la depiladora hacer todo ese proceso de "tira de cola y vulva completos". Por ello, además de las piernas, siempre recurro al tradicial cabado profundo y nada más. Lo hago con una depiladora a la cual solemos ir, junto con mi madre, una ves por mes. El asunto es que ya hacia justamente un mes de la última visita que habíamos dado y mi coñito estaba ya un poco florecido. Pero sabía también que a Gabriel, aún así, mi vagina le encantaba. Terminado todo el proceso, me di otro duchazo rápido para enjuagarme. Al volver a mi habitación me vesti con el conjunto de lencería mencionado, una mini de jean corta y una remera corta negra que lleva por delante al ratón Mickey Mouse. A penas había terminado de ponermela cuando sonó el timbre de casa. Sin lugar a dudas era Gabriel que tocaba a la puerta, mas que contento, a sabiendas ya de la tarde que le esperaba.

Baje las escaleras, cruce el living comedor y abrí la puerta. Ahí estaba Gabriel. Sonriente y alegre. Bañado y perfumado. Salí fuera para abrirle la reja y hacerlo pasar. Cerré de inmediato la puerta y al dar la media vuelta me sorpendió con un beso apasionado de corte netamente sexual. Pero las cosas no irían ni tan rápido ni tal cual como de seguro él ya las había planeado. Esta tarde estaba decidida a ser yo quien llevara el mando. Le correspondí el beso porque deseaba que no se corte. Pero al terminar me separarme un poco y mirándole a los ojos le dije:

- "Vamos arriba! A mi habitación. Quiero que estemos juntos allí".-

Tomándolo de la mano lo lleve por las escaleras hasta mi pieza. Al entrar volvimos a besarnos apasionadamente unas tres veces. El rápidamente se quito la remera y se desabrochó el cinturón del pantalón. Podía sentir que Gabriel ya estaba "al palo". Sentía su pene hinchado pugnar por escapar de su prision. Me encantaba tenerlo así. Y para ponerlo un poco mas a ritmo baje mi mano hasta su entrepierna y por encima del jean tomé su paquete con firmeza. Nos dejamos de besar, nos separamos un poco y nos miramos a los ojos, pero sin dejar yo de soltar nunca su pedazo.

- "Te das cuenta Maijo de como me pones? Te das cuenta de lo dura que la tengo?".- Dijo en tono jocozo.

Como no iba yo a darme cuenta si tenerlo "al palo" era lo que mas me encantaba sentir!!! Sin dejar que diga mas nada le desabroche los botones del jean y lo empuje suave contra la cama. El cayó sentado y automáticamente me puse de cuclillas para desatarle las zapatillas nikes. Una ves fuera su calzado y sus soquetes blancos, el jean que traía puesto salió con absoluta facilidad. Tenía ahora a mi novio sentado transversalmente en mi cama abrigado solamente por un calzoncillo tipo boxer. Y dentro de este se notaba que el paquete que traía ya estaba listo para tener algo de acción. Sin mas preámbulos lo empuje suavemente hacia atrás por el hombro para que se recostara boca arriba en mi cama. Sus piernas aún colgaban por la parte lateral así que volví a colocarme de cuclillas y tomado el elastico de su boxer comencé a tirar del mismo hacia abajo. Su pene tieso ofició de traba temporal, pero al soltarse de la prisión impuesta por elástico rebotó ergido hacia arriba como lo haría un resorte liberado. Continué bajando el boxer hasta sus pantorrillas, pero no más y automáticamente me levanté un poco para estar a la altura de la presa que buscaba: Su paquete. Tenía ante mi a un chico de 20 años tendido boca arriba mi cama, completamente al palo, y tenía por delante toda la tarde para llenarlo de placer.

Le di un besito en el tronco de su falo y me levante para colocarme a su lado sobre la cama. Tomé su pene con mi mano derecha y lo bese una ves más apasionadamente. Gabriel estaba con sus ojos cerrados y el simple contacto de mi mano con su miembro ya le arrancó su primer pequeño suspiro. Comecé lenamente el vaiven que a él tanto le encataba. Me gustaba sentir el calor de su pene erguido en mi mano. Pero al cabo de un par de minutos no resistí mas la tentación y me incorporé para llevarlo a mi boca. Cada ves que deslizaba hacia abjo la piel con mi mano, aprovechaba para darle una suave y fresca lamida a la cabeza de su pene. Gabriel se estaba poniendo a pleno. Sus suspiros y gemidos eran ahora más frecuentes. Continué haciendo esto durante un rato para después irme metiendo poco a poco su pene por completo dentro de la boca. Gabriel se irguió un poco, recargandose sobre sus codos para poder ver mejor la escena. Le encataba observar la secuencia de su falo desapareciendo por completo dentro de mi boca. Comencé entonces a practicarle una rica y buena mamada.

- "Aaaaahhhhh! Dios!!! Que bien que lo haces Maijo. Que bien que lo haces".-

Decía mi noviecito mientras se recostaba de nuevo sobre su espalda y cerraba los ojos. Continué dandole una rica mamamda pero ahora, de cuando en cuando, me retiraba y mientras con mi mano derecha lo seguía masturbando le preguntaba:

- "Te gusta así? Te gusta como te hago la paja? Si te gusta pedime más!".-

- "No pares Maijo, por favor no pares".-

Atenta a su deseo, volví a bajar para introducirme su miembro por completo un ves más dentro de la boca. Gabriel mientras tanto puso su mano derecha sobre mi hombro, el cual acariciaba can la mano deslizandola hacia mi espalda. Mi cabeza subía y bajaba lentamente desde el tallo por el largo de su tronco, mientras mi paladar disfrutaba y saboreaba el rico sabor de su pene. Mi mano lo masturba mientras que, dentro de mi boca, mi lengua se encarga de darle el placer que él quería rodeando la cabeza y el prepucio de su pene con movimientos rítmicos de lengua. Pero mis ojos... mis ojos estaban clabados en en él. En su rostro. En apreciar como todas esas acciones se veían reflejadas en sus muecas y gestos de placer. Lo tuve así durante cuatro o cinco minutos largos. Luego de varias lamidas me lo meto nuevamente por completo hasta la garganta y le practico una suave, corta, pero sensible succión. De esas que atraen la sangre que hay en el tronco y el tallo hacia a la cabeza del falo. El gemido que exhaló Gabriel ante esa acción fue prácticamente instantáneo. Ahí comencé a subir y bajar mi cabeza más rápido, aumentando al mismo tiempo el ritmo de la paja que llevaba adelante con la mano. Estaba haciendolo gemir de placer a mi noviecito, quien ahora se había erguido nuevamente y con su mano izquierda me tomaba del cabello para recogerlo y hacer una especie de coleta que le permitiera obeservar toda esa secuencia mucho mejor.

- "Así, así!!! Sigue así Maijo. No pares. No pares por favor!".-

Sintiendo como la tensión del cuerpo de Gabriel aumentaba, me dí cuenta que mi chico en breve momentos estaría eyaculando. Baje entonces de a poco el ritmo, dejando de mover mi cabeza al chuparlo. Ahora simplemente lo pajeaba en un vaiven suave con mi mano derecha en tanto que la punta de mi lengua le daba pequeñas lamiditas justo en el ojo mismo de su falo. Gabriel estaba disfrutando de esta mamada y los sonidos que producía de placer me lo estaban demostrando. Su pene había llegado al punto en el que ya no podía enducerce más. Pero yo quería verlo acabar como un perro. Quería ver salir de su verga esos fabulosos y espesos chorros de leche caliente que Gabo siempre me sabe dar. Así que mientras continuaba con la mano derecha pajeándole, con la mano izquierda baje hasta sus testículos y, solo con las puntas de mis uñas, empecé a acariciale suavemente sus peludos e inflados huevos. Gabriel estaba que volaba. Mientras mi mano izquierda continuaba acariciandole los testícuos con la derecha aumenté el ritmo de la masturbación. Estaba decida esta ves a no detenerme hasta ver a su miembro emanando caudalosos chorros de leche.

- "Ahhhhggggg Dios!!!... que excelente me la chupas.. ahhh… ahhggg… Siiiieee .... que… ohhggg... Dios que buen pete que assssesss!!!".-

Gabriel comenzó a tenzarse y esto se veía reflejado en sus abdominales que ahora estaban marcados. Yo me puse un poco más erguida acomodandome mejor para la tirada final y aumente de inmedito aún más el ritmo de la paja y las caricias testiculares que le estaba haciendo. Sabiendo que el momento era ese y que ya no se podía prolongar más, lleve mi mano hacia la mitad de sus muslo izquierdo y con mis uñas rozando suavente su piel la deslizé hacia arriba, por adentro del muslo, hasta alcanzar nuevamente sus huevos. Frente a eso Gabiel no pudo aguantarse más. Su pene estalló como estalla un volcan cuando entra en erupción. Completamente erecto, soltó un primer chorro potente de leche que voló por el aire para caer sobre la sábana justo a un lado de su cara. Mi mano ahora estaba quieta sosteniendo la piel del prepucio retirada hacia atrás sobre su tronco en el afan de permitir que su leche escapara hacia afuera con mayor facilicidad que sea posible. Sus testículos se contrajeron una ves más y lanzaron entonces un segundo chorro de semen igual de caudoloso y potente que el primero. Esta ves el lechazo le cayó encima del pecho. Luego les salieron otros tres chorros más que, aunque disminuyeron un poco en caudal y potencia, fueron más que generosos.

- "Ahhhhggggg!!! Ahhhhggggg!!! Seeeeeee!!!! Diooooossss!!!".- Gritaba Gabriel de placer a medida que su pene eyaculaba.

Los sonidos y gemidos gluturales que emitía mientras sucedía el orgasmo eran una clara indicación de que estaba siendo ordeñando como él le gustaba. Ver el río de leche que le estaba saliendo de ese pene y sentir como Gabriel gemía y se retocía de placer en mi cama me llenaban de energía. Atinó a querer darse medía vuelta pero, como lo tenía sostenido aún por su pene, no pudo hacer nada. Mucho menos girar boca abajo. Sabiendo que la acabada fenomenal que le estaba proporcionado aún estaba retumbandole por todo el cuerpo, me agache una ves más sobre su pene y, sin quitar la mirada de su rostro, limpié todo el resto de semen remanente que aún había en la cabeza. Lo despcio con la punta de mi lengua procurando absorberlo todo. Gabriel entre abría sus ojos para verme hacer esto en detalle. Le encantaba ver como sus últimas gotas de leche terminaban montadas sobre mi lengua. Así que me incorporé y, sacando un poco la lengua afuera, le permití ver por un instante que tenía en ella montado todo el líquido blanco de su esperma. Acto seguido, con su leche fresca aún en mi boca, me deje caer a su lado para darle un beso de lengua que no pudo reusar compartiendo así con él el sabor de su propio nectar. Lo besé apasionadamente durante un buen rato asegurandome de que aceptara saborear él también una buena parte de la lechita fresca que recién había eyaculado. Fué tan espontáneo y estaba tan vulnerable que no tubo tiempo alguno de negarse. Lentamente deje de besarle soltando al mismo tiempo también su pene de mi mano.

Me levante de la cama y me pare delante de él para mirarlo. Gabriel estaba rendido. Muerto. Extenuado. Parecia un corderito indefenso tendido sobre mi cama. Puso su brazo izquierdo sobre sus ojos como si tuviera vergúenza de reconocer el placer que hacia instantes le habían proporcionado. Desde esa posición, pude ver que había lechazos esparcidos por todo su pecho y abdomen. Pero también pude ver como contrastaba ese pecho y abdomen lampiños con sus piernas e ingles peludas. Fue entonces cuando de la nada se me ocurrió una morbosa idea. Sabiendo que mi novio luego de acabar se queda durante diez o quince minutos exhausto, me retiré de la habitación con la excusa de querer ir al baño. Pero mis inteniones en realidad eran otras. Abrí el vanitory del baño y saque todos los elementos que utilizo yo normalmente para depilarme con exepción de la cera y el palito. Mi Gillette Venus Breeze, la brocha de afeitar, un recipiente plástico tipo bol que cargué con agua tibia y jabón liquido, la tijera, la pinza de depilar y finalmente el pote de crema nivea. Cargando todos estos elementos en mis brazos volví rápido a mi habitación. Al abrir la puerta vi que Gabriel ya estaba acostado logitudinalmente en mi cama, es decir en posisión normal. Y se notaba además por la sonrisa en su cara que la acabada que le había hecho pegar lo dejó, al menos por el momento, bastante satisfecho.

- "Oye... No me digas que te vas a depilar ahora!!!?".- Preguntó Gabriel preocupado de que nuestra sesión de sexo vespertino hubiese ya terminado.

- "Nop" respondí brevemente al tiempo que ordenaba todos mis utensillos prolijamente sobre la mesita de luz de mi lado. Gabriel no entendía para nada la situación. El estaba completamente desnúdo en tanto que yo aún estaba completamente vestida. Para colmo, en lugar de reclamale por un poco de reciprocidad en cuanto a recibir también yo algo de placer... como usualmente hacía... Sencillamente lo ignoraba y me ponía de manera indefirente a ordenar mis cosas de depilación. Al terminar de acomodar observé detenidameente todo y me di cuenta que faltaba algo. Gabriel tenía aún en su cuerpo los restos de tres lechazos. Así que salí de nuevo de la habitación rumbo hacia el baño.

- "A dónde vas a hora Maijo!? Te quiero acá! A mi lado".- Exclamó Gabriel un poco consternado. Pero solo atine a responderle con un

- "Dame un instante. Enseguida vuelvo hermoso".-

Tome del baño una toalla y me dirigí con ella nuevamente a la habitación en dónde reposaba mi moviecito. Al entrar y verme Gabriel, nuevamente exclamó:

- "No puedo creer que te vayas a depilar ahora!!! Podrías dejarlo para otro momento no crees?".-

- "No voy a depilarme ahora Gabo".- Y al cabo de unos segundos agregué - "No soy yo precisamente quien tiene pelos por todos lados".-

Al escuchar esto a Gabriel se le iluminó la cara. Intuyó que quien requería un poco de atención eran su amiguito y el par de pelotas que le colgaban por debajo. Poniendo entonces el bol con agua tibia y jabón a su lado, me subí nuevamente a la cama y me situé estratégicamente a su lado.

- "Es hora de darle un poco de mimo a nuestro amiguito, no te parece?".- Le dije con una sonrisa pícara en la cara. -"Pero primero dejame limpiar el enchastre que hay en tu pecho".-

Obviamente Gabriel me correspondió con otra sonrisa igual y, poniendo sus brazos cruzados por detrás de su cuello y encima de la almohada, se relajó cómodamente para dejar que fuese yo quien continuara. Primero limpié con la toalla todos los rastros de esperma que habían quedado en su cuerpo. Luego tomé la tijerita y comencé recortando, al principio, la mayor parte de los pelos que cubrían su miembro. Eran cortes cuidados por arriba, por abajo y por los costados. La situación era muy erótica y al poco tiempo pude observar como el pene de mi chico pasaba de un estado "flácido" a un estado "morcillón". Señal de que en pocos minutos estaría nuevamente "al palo". La razón es que para hacer estos cortes como es debido... no tuve mas opción que tomar su miembro con mis manos e ir acomdandolo de un lado al otro. Necesitaba darle lugar a la tijerita para que pueda llegar a todos esos rincones anegados. Luego de unos quince minutos había quitado ya una buena parte de todo ese pelambre a exepción, claro está, de los pelos que poblaban la parte baja de sus bolas. De hecho, en esa parte, solamente corte lo pelos que le salian por los costados de sus testículos.

Finalizada "la parte gruesa" era hora de arrancar con "la parte fina". Así que tome la brocha de afeitar untándola con un poco de jabón y agua tibia y comencé a esparcirla lentamente por su pubis. Estaba enjabonando la parte que va desde su ombligo hasta el tallo superior de su pene. Cubierta por completo esa zona con jabón, tomé la Venus Breeze y comenzé a realizar el suave y delicado trabajo final de "desmalezado". Jajajaja. De más esta decir que el pene de Gabriel a esta altura estaba otra ves completamente "al palo". Mis manos lo movían otra ves de un lado para el otro. Al principio fue con relativamente facilidad. Pero ahora la tenía tan dura que parecía más bien una especie de "palanca de velocidades". Volví otra ves a tomar la brocha de afeitar con jabón y embadurné esta ves los costados de su pene. Gabriel se dejaba hacer pero, a medida que yo trabajaba en sus zonas erógenas, comenzaron a salir de su boca esos pequeños gemidos de placer que a mi tanto me gustaban oir.

- "Maijo... quiero que me hagas otra paja. No aguanto más. Me has puesto otra ves al palo!".- Me decía Gabriel casi como rogando.

- "No, no. Ahora debes esperar un poco. Aquí nadie hara nada hasta no terminar por completo con este trabajo".-

Gabriel intentó entonces llevar su propia mano hacia su pene en una clara intención de comenzar él mismo a masturbarse, pero rapidamente se la tome y con una mirada seria le dije

-"No! Aún no. No seas impaciente!".-

Continué entonces con la brocha y la Venus Breeze el proceso de afeitarlo. Tengo que reconocer que verlo así de caliente me estaba gustando. No solo tenía el pene realmente erecto e hinchado otra ves sino que además, a medida que le quitaba el bello, parecía que había incrementado por mucho su tamaño!!! Oviamente toda esa mata de pelos cubría una buena parte del tallo y el tronco de su paquete. Partes que ahora quedaban total y absolutamente descubiertas ante la vista. Era como si de repetente mi chico tuviese un "paquetazo". Tras unos minutos de trabajo, la zona superior de su abdomen, la que llega hasta su ombligo y la de los costados estaban completamente libres de bello. Pero para que su piel quedara realmente suave necesitaba pasarle algo de crema. Tome el pote de nivea y escurrí bajo su ombligo una generosa contidad que de inmediato comencé a esparcir con mis manos. Gabriel acusó la sención al recibir en su abdomen la crema fría. Pero como inmeditamente luego de eso vinieron mis manos tibias lo aceptó sin reparos. Esparcí la crema por todas la zonas del pubis que había afeitado. Su piel la absorbía rápidamente, pero como la cantidad que había volcado era grande, lo que sobró decidí llevarlo hasta tallo de su pene para esparcilo con mi mano desde allí a todo lo largo de su tronco. No había hecho mas que subir y bajar tres veces con mi mano por el tronco del pene que Gabriel enseguida pensó que ya le daba inicio al segundo pajazo.

- "Siiii Maijo... siiiiii!!! No te imaginas cuanto lo deseaba".-

- "No desperes hermoso. No voy a hacer nada. Todavía resta mucho pelo por quitar".-

Así que, dejándolo con las ganas, movi su pene pegándolo a su panza y con la mano izquierda levante suavemente sus pelotas. Era obvio que aquella zona estaba aún llena de pelos e imaginarla completamente depilada me hacía entuciasmar. El asunto es que la posición en la que yo estaba para hacer ese trabajo no era la adecuada. Me resultaba un tanto incómoda. No obatante eso, comencé igual por tomar de nuevo la tijerita y podar las partes mas largas del bello de su saco. La zona testicular de Gabriel tenía una verdadera mata de pelos. Pero dije antes... desde esa posición me iba a ser imposible lograr el resultado completamente lampiño que yo buscaba. Sin perder tiempo evalué las alternativas y decidí cambiar rápido de ubicación. De estar reposando a su lado pasé a estar ahora de rodillas, ubicada entre medio de su piernas. Estaba frente a él mirando hacia la cabecera de la cama. Gabriel se veía relajado y tranquilo. Seguía con sus ojos cerrados y sus brazos cruzados detrás de su cuello por encima de la almohada. Separé un poco sus piernas y me acomodé bien. Nuevamente me di a la tarea de agacharme y recortar con la tijera todo cuanto podía por debajo de sus testículos. El cosquilleo de mis manos moviendose suaves por sus pelotoas a Gabriel le encantaba. De cuando en cuando tambien tomaba y movia su pene para que las sensaciones erógenas en sus genitales sean parejas. Pero luego de unos minutos de trabajo era imposible continuar podando con la tijera. Había llegado la hora del trabajo fino con la Venus Breeze!

- "Gabo, para poder dejarte como yo quiero necesito que te des la media vuelta y te coloques boca abajo".-

Gabriel no se hizo rogar mucho y enseguida se incorporó. Pero esta ves decidí darle la primer sorpresa ya que mientras él se incorporaba, yo tome mi almohada y la puse a la altura en dónde iria su abdomen. Mas precisamente a la altura de su ombligo. Gabriel me miro sin entender.

- "Es para que tus bolitas y tu amiguito queden separados de la cama y pueda hacer mi trabajo tranquila".- Dije sin dejarlo siquiera hablar.

Gabriel hizo un gesto abriendo grande sus ojos y levantando las cejas pero ante mi mirada fija aceptó ponerse en su nueva posición. Con mi chico ya boca abajo, me situé nuevamente de rodillas entre sus piernas y tomandolas por las pantorrillas se las separe un poco más. Acto seguido meti la mano bajo su abdomen y tomando su pene erecto lo acomodé hacia atrás, dejando que sus testículos y su dura estaca reposaran sobre el canto de la almohada que tenía bajo su abdomen. Ver a Gabriel en esa posición era un regalo a la vista. Su espalda en "V", su cintura ajustada y su cola... mmmmm.... su cola!!!... al estar debajo de su panza la almohada su culito ahora quedaba medio parado haciendo que naturalmente sus cachetes se separasen un poco y dejaran entre ver los bellos que cubrían la raja del culo y por supuesto... su ano. Sin darle tiempo a "peros y arrepentimientos" unté la brocha de afeitar en el jabón y comencé a pasarle la misma por las pelotas. Mientras con la mano de la brocha lo enjabonaba, con la otra acariaciaba tiernamente sus partes.

Gabriel estaba en las nubes con este tratamiento. Y no hace falta decir que yo también me lo estaba disfrutando. Completada la parte, unté nuevamente la brocha en jabón con agua tibia y sin tener ninguna duda comencé a pasarla por la raya del culo arrancando desde el perineo y subiendo lentamente hasta pasar por encima de su ano. La reacción de él fué justo la que yo esperaba. Lejos de molestarse o poner reparos, al pasar las cerdas de la brocha sobre el ano, mi chico levanto casi institivamente un poco más la cola. Ver esa reacción me puso a mil. Así que no tarde siquiera un segundo en llevar nuevamente la brocha hasta su perineo y repetir lentamente lo actuado. Me di cuenta que le gustaba por que en esta segunda pasada Gabriel me paró aún más cola. Decidida a saciar mis propias ganas, me detuve un instante y le dije.

- "Gabo, precioso, necesito colocar debajo una segunda almohada. Quiero estar segura de no lastimarte cuando use la Gillette".-

Gabriel, si darse la vuelta ni nada, sacó la almohada que tenia bajo su cara y me la pasó.

- "Levanta un poco la panza bonito. Así puedo acomodar la almohada bien".-

Le dije casi susurrando mientras con las uñas de la mano le acariciaba la espalda y la parte superior de su cola. Gabriel levanto su humanidad apoyandose en sus codos y automaticamente puse la almohada en la posicón adecuada. Ahora tenía las bolas, el pene y la cola de Gabriel a mi entera disposicón. Con mucho cuidado y delicadeza afeité todas las partes enjabonadas de su cuerpo. Pero a medida que lo hacia, me aseguraba de tomar a cada rato la brocha y pasarla por todas esas zonas erógenas que tanto placer le causan, prestando especial atención cuando le pasaba la brocha por el ano. El se mostraba receptivo, parando su cola de manera más ostencible cada ves que las cerdas de mi brocha lo rozaban. Tenía a Gabriel tal como lo quería tener. Una ves que sus testículos, la raya de su cola y su ano quedaron completamente rasurados y sin bello alguno, tomé su erecto pene con mi mano derecha.

- "Te has portado muy bien hasta ahora y te mereces un premio".-

Y así, arrodillada detrás suyo como estaba comencé a pajearlo suavente. Si... lo pajeaba boca abajo desde atrás. Los gemidos de Gabriel comenzaron nuevamente a inundar la habitación. Había logrado que mi chico dejara de lado todo tipo de prejuicio y se abandonara a las sensaciones puras del placer. Verlo boca abajo gozando con su cola parada dejando al descubierto su precioso y redondo ano me ponía a mil. Sin abandonar la suave paja que le estaba llevando acabo acerqué con mi mano izquierda el pote abierto de nivea que estaba a un lado. Silenciosamente unté dentro los dedos de mi mano. Gabriel estaba con la cara pegada a la sabana y ajeno a todo lo que detrás suyo sucedía. Luego de dudarlo un instante, tomé coraje y comencé a llevar mis dedos embadurnados en crema a recorrer el mismo camino que hacía instantes había rasurado.

- "Esto es para que tu piel no quede irritada bonito!".-

Y sin decirle más nada, deslicé los cuatro dedos de mi mano untados en crema a todo lo largo de la raya de su culo sientiendo, en el camino, como mi dedo medio pasaba fresco justo por encima de su precioso ano. El gemido que le escuche emitir era una señal clara de que mis manos estaban tocando esos lugares prohibidos que en secreto todos deseamos que alguna ves nos sean acariciados. Así que mientras continuaba haciendole la paja con la mano derecha, con la mano izquierda comencé a subir y bajar especiendo la crema a todo lo largo de su cola. Gabriel no paraba de gemir. Se notaba que todo este juego le estaba gustando. Me incorporé un poco y cambiando de posición me situé nuevamente de rodillas a su lado. Soltando su pene deslicé mi mano derecha por su costado hasta poner la palma debajo de su panza. No me hizo falta hacer mucha fuerza hacia arriba para que Gabriel entendiese.

- "Hermoso, vas a disfrutar mucho más de esto si te pones en cuatro".-

A medida que le ayudaba a incoporarse ejerciendo prsión en su pancita, Gabriel sin decir una palabra cooperaba accediendo a que lo acomode en cuatro. Una ves que lo tuve en esa posición, apoye mi mano derecha sobre su nuca y haciendo otra ves una le leve presion le indique que se doblegara hacia abajo.

- "Así como estás, pero con tu rostro pegado contra la sabana".-

Estaba arrodillada a su lado y tenía a mi chico súper en cuatro, no solo con la cola en alto sino también con su cara y sus brazos pegados a las sábanas. Verlo así de entregado era todo un espectáculo. Sin darle respiro alguno deslicé mi mano izquierda por su espalda y sus costillas bajando luego por su panza para alcanzar finalmente a tomar firmemente de nuevo el pene que recien había soltado. Mientras que por otro lado volvía con los dedos de mi mano derecha a recorer toda la raya de su cola que ahora estaba total y absolutamente abierta, depilada y dispuesta a que mis incursiones se abrieran paso. La paja que le estaba haciendo aunada a las caricias que mis dedos le proporionaban en cada pasada a su ano hacían que Gabriel se derritiera en una catarata de suspiros y gemidos como los que jamás le había escuchado. Fué ahí que no tuve duda alguna que esa tarde lo haría mi putito.

Aumente levemente el ritmo de la paja al tiempo que, entre pasada y pasada, comenzaba a deteneme para jugar unos instantes con mi dedo indice alrededor de los sensibles pliegues que rodean su ano. Las reacciones de su cuerpo a mis caricias lo decían todo. Lo tenía rendido. Completamente entregado. Y en el vendabal de roces que le estaba dando decidí, en una de las pasadas, detenerme sobre su ano y darle con la yema de mi dedo... unos suaves y pequeños golpecitos. Mi dedo le golpeaba el ano dos o tres veces en cada pasada como quien golpea con el dedo suavemente el botón de disparos de una máquina arcade. Pero solo me detenía por unos instantes, para darle a su agujero no mas de dos o tres golpecitos. Y luego volvía a recorrer y frotar con la manos encreamada todo el largo de la raya ahora se sentia suave por la crema y por haberla depilado.

- "Te gusta que te de golpecitos acá? Te gusta sentir la yema de mi dedo golpeandote el ano? Si veras como se dilata. Me encanta tenerte así sabes? Me encanta ver como los golpecitos te dilatan el ano".-

Gabriel solo seguía gimiendo sin decir nada. Obviamente a medida que mi mano derecha se volvía mas atrevida acariciando su cola, el ritmo de la paja que mi mano izquierda le daba comenzaba a ser más rápido. Continué dándole ese tratamiento durante cuatro o cinco minutos hasta que en un momento, al pasar mi dedo encremado por su ano, me detuve sobre el. Sin darle tiempo a reaccionar, ejercí inmeditammente una pequeña y sutil presión. Pero no al punto de penetrarlo. Solo al punto de hacerle saber que tenía la punta de mi dedo encremado apoyado en la puertra de su ano. Y que solamente era cuestión de hacer un poco mas de fuerza para que, si yo así lo deseaba, él pudiese sentir mi dedo mayor entrando. Pero decidí prolongar esa dulce agonía y volver una ves más al recorrido ya relatado. El cuerpo de Gabriel, que estaba espectante, pareció quedar decepcionado. Y en un acto refejo, cuando volvio mi dedo a pasar sobre su ano, me paró aún más su cola. Me estaba haciendo saber que lo que yo le propia... él también lo estaba deseando. Así que dos o tres pasadas después volví a poner la yema de mi dedo en la puerta de su culo haciendo otra ves una pequeña presión al tiempo que le pregunte...

- "Te gustaría saber como se siente cuando te penetran con un dedo por el ano?".-

Gabriel no decía nada. Solamente gemía. Pero lo que no decía su boca... Lo decía su cuerpo. Al escuchar mis palabras su espalda se arqueó un poco poniendome el culo más en pompa. Era una clara señal de que su recto pedía gritos sentir adentro todo el largo dedo de mi mano. Dispuesta a darle a mi amante todo el placer que me fuera posible darle, volví a deslizar dos o tres veces más mi mano a todo lo largo de su culo para finalmente caer nuevamente en la situación de ponerle un dedo firme y duro en la puerta del ano. Al sentirlo una ves más Gabriel exclamó:

- "Basta Maijo, no aguanto más. Hacelo!!!".-

- "Estas seguro?".-

- "Hacelo por favor!".-

Sin dejarle decir más, comencé entonces poco a poco a ejercer mas y mas presión hasta que finalmente las peredes de su agujero se dilataron cediendo gustosas, para que la punta de mi dedo mayor ingresara libre y sin obstáculos. Mi chico tenía ahora por primera ves la punta de un dedo adentro del ano. Gabriel soltó en ese momento un suspiro de placer y alivio. El típico suspiro de un hombre joven que esta siendo por primera ves enculado. Hizo que retirara mi mano izquierda para tomar él mismo con la suya su pene y comenzar a cazcarse a un ritmo que le parecía más apropiado. Al quedar mi mano izquierda libre comencé entonces a pasarle mis unas a lo largo de toda su espalda arqueda hasta llegar a la redondeces hermosas que me ofrecian las nalgas de su culo parado. Tenerlo así era todo un deleite. Mientras eso sucedía, decidí que había llegado la hora de que mi mano derecha ejerciera un poco mas de presión. Al sentir Gabriel que la estocada final era inminente detuvo su masturbación y en un instante de relajación pudo sentir y disfrutar el suave y prologando ingreso de todo mi dedo mayor introdiciendose hasta el fondo de su ano. Fue una penetración natural y hermosa. Gabriel solo se dejó caer sobre sus codos pegando aún más su rostro a la cama. Con mi dedo completamente enterrado en el interior de su recto, hice una necesaria pausa permitiendo que su esfinter se acostumbrara a la presencia de la falange que lo había desvirgado. Luego de unos cuantos segundos comencé a retirar mi dedo de su ano con la misma lentitud y suavidad con la que se lo había introducido. Durante el proceso de retirada pude escuchar otro gemido glutural de Gabriel disfrutando. Pero mi ego antes exígía algo. Así que al retirar mi dedo por completo me separe de él un poco y le dije:

- "Precioso dejame porner debajo de tu amigo mi remera. No quiero que queden más rastros de nuestros juegos en estas sábanas".-

Inmediatamente me quite la remera quedandome arriba solo con el sostén y la desplegue bajo su vientre prestando atención de colocar a Mikey de cara a la sábana. Quería que mi novicieto acabara sobre la parte negra. Quería ver el constrate de ese color oscuro con el blanco puro de su leche. Una ves realizado esto, volví a ponerme de rodillas a su lado y mientras pasaba mi mano derecha a todo lo largo de su cola, con la izquierda volvía a hacerme de su pedazo. Tres o cuatros pasadas a modo de caricia a la lo largo de la raya del culo y volví a meter los dedos en el pote de nivea para tenerlos nuevamente encremados. Solo que esta ves, los dedos encremados eran dos. Gabriel continuaba completamente en cuatro con su cola en pompa ajeno a lo que yo estaba obrando. Verlo en eso posición y ver luego mis dos dedos embardunados con esa crema blanca llevaban mi mente directamente hacia culito de Gabriel. Llegaba finalmente para él la hora de disfrutar al máximo.

- "Amor quiero que estires tus brazos y separes con tu manos las nalgas de tu cola. Del resto me ocuparé yo".-

Sin decir ni objetar nada, Gabriel obedeció. Quedaba ante mi ahora su culo abierto a mi entera disposición. Comecé entonces el suave proceso de volver a insertarle hasta el fondo mi dedo mayor al tiempo que lo pajeaba. A ritmo muy lento, me aboqué a realizar esto durante los primeros dos o tres minutos. Extraer y volver a introducir mi dedo mayor dentro su ano en suaves estocadas, al tiempo con mi mano izquierda volvía a acariciarle las pelotas y tomar por el tronco su falo para pajearlo. Mi dedo ingresaba y salia del interior de Gabriel con total y absoluta facilidad, ensartándolo ya a su libre albedrío. Mi tratamiento suave y delicado estaba dando sus frutos. Su ano estaba completamente dilatado y receptivo a cada una de mis estocadas. Y cada una de ellas arrancaban en Gabriel interminables suspiros y gemidos propios de quien está pura y exclusivamente gozando. Fué entonces que retiré una ves más mi dedo por completo y permití a su esfinter recuperar su forma natural cerrada. Quería darle un poco de respiro antes de iniciar la carrera final. Así que mientras los seguía pajeando con la izquierda, con la derecha volví a pasarle dos o tres veces mis dedos por toda la raya de su cola.

- "Ahora voy a darte por la cola dos deditos juntos, sabes? Y te voy a hacer acabar tanta lechita que cuando nos veamos vas a pedirme siempre que te haga el culito".-

Con mi dedo mayor e indice montados uno sobre el otro a manera de pequeño falo, volví a ejercer presión sobre su hermoso y redondito ano. Su esfinter pareció notar el aumento del groso de ambas falanges, resistiendo un poco más a la incursión. Pero mis dedos estaban tan firmes y encremados que bastó con ejercer apenas un poco más presión para que su anillo cediera gustoso al paso de mis dos dedos aunados. En esta ocación fue una penetración de principio a fin. No pare hasta llegar al final. Gabriel soltó un sonoro gemido al tiempo que su cuerpo arqueado tuvo un pequeño pero perceptible temblor. Mi estocada fue continua, profunda y no se detuvo hasta lograr que ambos dedos se alojaran por completo en el fondo de su ano. Con mi chico completamente empalado aumenté al máximo posible el ritmo de la paja que le estaba dando. Gabriel, aún con sus manos separando las nalgas de su cola, separó un poco más las rodillas abriendose así de piernas. Mis dos dedos, firmes y duros, le entraban y le salian por el recto sin tener ningún tipo de contemplación. Le estaba haciendo el culo a mi chico y me lo estaba súper disfrutando. Cinco o seis minutos de ese tratamiento bastaron para que Gabriel se vienira en una acabada fenomenal commpuesta por borbotones de leche, gemidos, espamos y sonoros suspiros como lo que nunca antes había le había escuchado.

- "Ahhhhhggggggg.... Aggghhhuuuuuuuu.... seeee... seeee... agghhhhhjjjjjj... Maijoooooooo!!!".-

- "Así, precioso, así.".- Le decía yo mientras durante su acabada le insertaba hasta máximo fondo posible los dos dedos de mi mano.

- "Me encanta verte así! Bien putito!!! Gemiendo de placer!".-

- "Ahhhhhggggggg... Oouuuhhhhggggg... Ahhhhhggggggg...".- Gemía Gabriel sin poder replicar otra cosa que no sean los sonidos propios de una tremenda acababa.

La remera negra que había puesto bajo su vientre comenzó a poblarse de blancos lamparones de leche blanca y espesa. Lamparones que contrastaban con el color oscuro de remera. Gruesos chorros de esperma caían sobre ella uno, tras otro, tras otro, tras otro. Paraceía una catarata interminable de leche contenida, dando la cuenta final, siete fabulosos y espesos chorros. Todo un verdadero caudal de liquido blanco espeso saliendo por su pene desde sus bolas con una presión e intensidad como las que nunca antes le había visto. Yo solamente me quedé hipnotizada mirando ese espectáculo sosteniendo siempre con mi mano izquierda firmemente su manguera al tiempo que seguía con mi brazo haciendo presión para que los dos dedos de mi mano permanecieran clavados bien adentro de su ano. El placer de ver a otra persona acabando de esa manera y saber que era yo la absoluta resposable de que gozara de semejante manera me llenaba el alma de vida. Ahora mi remera negra estaba total y absolutamente cubierta con su esperma blanco. Sabiendo que después de semejante acabada a Gabriel solo le restaba por caer exhausto en mi cama, comece a extraer lentamente de su interior ambos dedos. Al tiempo que con mi mano izquierda apretaba y estiraba suavemente su trozo hacia abajo. Buscaba extraer dentro las ultimas gotas de semen como quien busca sacar los últimos resto de pasta dental de un pomo dentrífico. Al caer la última gota, tomé la remera con ambas manos y la retire deslizandola hacia mi. Ni bien estuvo fuera, Gabriel se dejó caer abatido sobre la cama. Su humanidad había quedado completamente rendida y extaciada. De rodillas a su lado, pero en posición erguida, yo me sentia una gladiadora del sexo observando a su última victima caer por completo en "knock-out".

- "Relajate y descansa un poco bonito. Que yo voy a llevar este enchastre al canasto".- Le dije mientras acariciaba por última ves con mis uñas todo el largo de su espalda.

Y me retiré de la habitación con la remera negra repleta de semen hecha un bollo. Dejé que Gabriel reposara un poco y recuperara su estado. Bajé por las escaleras a la planta baja, crucé el living mirando de reojo el reloj en la pared y al llegar al lavadero puse la remera dentro de la pileta en remojo. Volví rápidamente a mi habitación y al entrar en ella vi a Gabriel desnúdo todavía en la cama tirado. Era obvio que mi "homo erectil" había quedado completamente agotado. Apenas había recuperado el aliento. Pero verlo así de extuando y rendido con su culito preto lampiño... me generó una imagen de belleza y ternura que me hizo inmediatamente querer estar a su lado. El reloj abajo marca ya las cinco y cuarto de la tarde así que teníamos por delante como mucho una hora. Me acoste a su lado y poniendome en cucharita detrás de él lo abrazé tiernamente al tiempo que le daba besitos suaves en la parte alta de su esplada y la base de la nuca.

- "Te gustó?".- Le pregunté con un todo de voz picara y seductora.

- "Me estas jodiendo Maijo? ME ENCANTO!!!".- Dijo Gabriel desde el otro lado.

Volví entonces a continuar con mi sesión de besos tiernos en su espalda y cuello hasta sentir que Gabo, presa de cansancio y la somnolencia propias del trajin sexual enfrentado... se dormía entregado a la envoltura de mis brazos. Me quedé con él así durante media hora, pero sabiendo que el tiempo es tirano... comence a marcarle que ya era la hora de separarnos. Me levanté, fuí a baño y me lave las manos. Al volver a mi habitación busqué en mi closet una remera nueva que ponerme. Luego de eso desperté tiernamente a Gabo indicándole que en breve llegarían a casa mis padres. Y que por ende debía comenzar a vestirse. A pesar de la breve siesta mi chico seguía aún atontado. Mientras él se vestía baje a la cocina y preparé dos tasas de café con leche. Para cuando Gabriel bajo yo lo esperaba sentada en una de las banquetas del desayunador con una rica merienda lista. Tomamos la colación entre risas y miradas cómplices y al dar las seis el reloj le señalé que era hora de acompañarlo hasta la puerta. Salimos ambos al frente de la casa pero antes de poder abrir yo la reja Gabo me tomó por la cintura y dandome la media vuelta me dió un beso súper apasianado. Nos besamos así varias veces durante cinco o seis minutos.

- "Espero que esto no asuste Maijo, pero creo que te amo".- Dijo Gabo con los ojitos mas tiernos y hermosos que jamás haya imaginado.

- "Lo sé bonito. Yo también te súper quiero".- Y acto seguido le abrí la reja para que pudiese salir.

Gabriel salió a la vereda, desató de la reja la cadena con la que había dejado amarrado su scooter y con una sonrisa hermosa dibujada en la cara se marchó no si antes ponerse el casco y decirme que a la noche me mensajeaba. Me quede en la puerta de la reja que da a la vereda mirándole alejarse con su moto. Finalmente cuando dió la vuelta a la esquina voltié para cerrar. Fue entonces que al levantar la vista me llevé la sorpresa de ver que Elisabeth, desde de la ventana de su casa, nos había estado observando. Nuestras miradas se encontraron durante unos breves pero interminables segundos. Luego Elisabeth cerró indiferente la cortina de tela mientras que su figura, ahora hecha una sombra, se movia hacia un costado de la abertura. Acto seguido la persiana de madera descendió rápido hasta quedar completamente cerrada. Me quedé mirando hacia su casa por un instante completamente muda y tratando de entender bien lo que esa actitud significaba. Pero mientras estaba en ello comenzó a abrirse el portón automático del garage apareciendo por la calle de inmmediato el auto de mis padres. Ya eran las seis y media. El tiempo había pasado volando. Y como casi siempre ocurre, ambos llegaban a casa juntos desde sus repectivos trabajos.

El resto del día fué, con alguna que otra variante, más o menos lo rutinario. Papá y Mamá entraron a casa, luego salí a los chinos a realizar algunas compras y ayudé a mi madre a preparar la cena. Unos rquísimos spaguettis fresco a la bologñesa. Puse la mesa y al rato cenamos los tres comentadonos como había sido el día de cada uno. Obviamente no tuve otra opción que decirles que había pasado la tarde entera estudiando 🙂 Luego vino el momento de ver un par de series en el cable y para cuando dieron las once de la noche me retiré a mi habitación porque comenzaban a llegar los primeros mensajes de Gabo. Estuve la siguiente hora chateando por celu con él y con algunas de mis amigas. Pero cuando dieron las doce me despedí de todos y me desvestí para acostarme. Al entrar a mi cama percibí dos cosas... El olor a sexo masculino que había dejado Gabo y el pequeño fajo de billetes sobre la mesita de luz que me había dado Elisabeth para comprar mi primer conjunto de portaligas. Oler lo primero y ver lo segundo subitamente hizo que me sintiese feliz. Mañana seria Miércoles y, al salir del colegio, por la tarde de seguro iría a natación. Así el asunto del conjunto portaligas decidí que lo dejaría para el día Jueves. Que era el día previo a mi siguiente encuentro con mi profesora de Piano

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