Solos en casa. Vacaciones con mi hermana. 7

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  Quisiera poder transmitirles la intensidad que se vive en un momento así. Quizá ustedes hayan tenido, también, alguna vez, la suerte de plasmar, en un solo acto, lo que considero una unión definitiva. 
  Ahí donde convergen los más fuertes sentimientos. Esos que surgen de lo profundo del pecho, pero también de ese misterioso e intrínseco deseo, único y puro, que nace en la mente y se derrama por toda la piel. 


 Soy un afortunado, lo sé. Porque la unión de esos dos polos ya es de por sí un milagro, pero, si además el encuentro es con alguien que transita la misma situación... ¿Cuantas casualidades se tienen que dar?
 Imposible para la mayoría. 
 Sin embargo, yo, viví la experiencia. 
 Y la vivo aún. 
 En este momento feliz, sin ir más lejos.


 Es ahora cuando, el reencuentro con Romina, mi hermana, después de tantos días sin vernos, nos hace sentir como aquella primera vez. 
  Aquella vez en que desnudos y mojados, salimos de la ducha, tomados de la mano (como nos damos las manos ahora) y fuimos a la habitación a buscar la cama.


  En el marco de la puerta de la habitación nos seguimos besando y abrazando, sabiendo que a un metro, en esa cama deshecha, estaba nuestro destino.


 Nuestro. 


  Y aquellos besos tuvieron el exacto sabor de estos, que ahora nos damos, como saludo de bienvenida, como diciéndonos con los labios, sin palabras, lo mucho que nos extrañamos y nos necesitamos todo este tiempo. Eso mismo que, de alguna manera, nos dijimos fogosamente aquel día. 


 Ahora la cama la tenemos a varios metros de distancia y no enfrente como aquel día. Eso es mejor. Nos da tiempo a sacarnos la ropa mutuamente, a vernos desnudos una vez más, a demorar un poco el encuentro, como lo demoramos aquella primera vez.


 Nos vemos, a través del tiempo, y nos sonreímos como antes. Como siempre.


 Nuevamente desnudos y enfrentados, nuestros cuerpos evidencian el paso del tiempo, sin embargo no puedo dejar de sentir la misma emoción que el primer día, y les aseguro que al igual que un buen vino añejado, las marcas que deja la vida, acumulan experiencia y sabiduría. 
  
  Una vez más, ahora sí en el marco de la puerta de la habitación, nos besamos con pasión, evocando, sin habernoslo propuesto abiertamente, aquel día que les estoy contando. Buscándonos en nuestra memoria, al repetir los mismos movimientos.


  Mis manos recorrieron/recorren su espalda, sus muslos. Siento al tacto de la yema de mis dedos, sus pezones calientes que, como aquel día, se envuelven en si mismos y crecen. Y si bien la turgencia de sus pechos, que en aquel momento era incipiente, hoy ya no presenta la misma consistencia que tuvo en su juventud, a mí, me sigue provocando la misma reacción. 


  Beso esos pezones, extasiado de poder volverlos a sentir en mi boca. El recuerdo de cómo, la primera vez, al hacerlo, casi eyaculo de la emoción, hoy me genera una inmediata dureza y una reacción en la pija, que logro controlar rapidamente.
  
   Como aquella vez, al sentir que estoy listo, mi hermana, se recuesta en la cama, y abre sus piernas para recibirme.
  Como aquella vez, me recuesto sobre ella y besándola, con los ojos abiertos, mirándonos, busco con la mano mi pija, para ayudar a que la unión, entre nosotros, sea entera. Total y perfecta.

Y la magia que sucede ahora, es la misma que se dá en cada encuentro que tenemos.
De pronto no estoy replicando aquel encuentro. Tampoco lo estoy reviviendo. Más allá de toda lógica, percibo, que lo vivo y lo siento por primera vez...


  Su sexo húmedo, está preparado para recibirme. Empujo un poco la cabeza hacia su entrada y me quedo ahí un instante, esperando a que la ardiente temperatura de nuestros sexos se acostumbren. Después, en un largo y tierno beso, que termina en un hermoso gemido, entro en ella, hasta donde puedo. La poseo de la misma manera en que ella me posee a mí. La sensación es hermosa, mi verga, apretada por su casi inexperta vagina, que la recibe con un espasmo, como un abrazo de bienvenida. 


  Dejo de besarla un momento. Un hilo de saliva aún une nuestras bocas. Sus ojos se van hacia atras, extasiados por la unión de nuestros cuerpos. 
  Con ambas manos tomo su rostro sonrojado y la obligo a mirarme. Después empiezo a moverme. Entrando un poco más en ella y luego, sacándola, lentamente, para volver penetrarla. Cuatro, cinco, seis veces. Haciendo un recorrido más largo a cada embestida, hasta sentir que nuestras lubricaciónes naturales están distribuidas para el disfrute pleno. 


  Entonces sí, la llamo por su nombre:
 "Romi...", mientras empujo mi verga en su interior lo más que puedo, intentando, locamente, entrar en ella. Me responde en un gemido "Mumi..." y yo no puedo evitar realizar el mismo movimiento. 


  "Romi...", y nuestras pelvis se unen como si fuera una sola cosa.


  "Mumiiiii...", la beso, siempre mirándola, mientras siento sus manos recorrerme la espalda y sus uñas clavarse en mi piel.


  "Romii!!", siento la verga tensarse y tener un breve temblor en su interior que me obliga a morder un poco sus labios y lamer su boca, contener la respiración, tensar mis muslos, para tratar de aguantar un poco más. 


  "Muuumiii....", la situación libera en ella el inicio de un largo orgasmo, quizá el más intenso que haya vivido. Su cuerpo eleva inmediatamente la temperatura y empieza a vibrar. La sensación de ese movimiento, se vuelve incontrolable, para mí.


 " Romiii, acabo...acabooo...", le advierto. 


  "Sí. Mumi siii. Siiii...", esas palabras invaden mi ser. Salen de una boca que grita enloquecidamente, de unos ojos que tratan de mirarme pero giran sin control, de un cuerpo totalmente poseído por el éxtasis.


  " Ahhh. Romiii. Ay, ayyyy...", mis palabras intentan, con fuerza pero inultimente, prolongar la duración de ese dulce deleite. 
Nos entregamos a la dicha, ansiosa por la demora, de vivir la libertad de disfrutar de nuestros cuerpos, juntos, entregados el uno al otro. Disfrutando de este deseo prohibido, secreto, único e inconfesable.
 
 Mi calentura, se vierte a chorros ásperos en su interior. La lleno de mí. Siento la unión perfectamente. Ella tambien lo siente y lo recibe con lujuria y con la conciencia plena de que es mi semen lo que ahora tiene adentro, la expresión de mí excitación, generada en el interior de mi cuerpo, ahora reposa en el suyo. Esta vez no por error o por dejarnos llevar. Esta vez porque quisimos que así sea. 














..
Gracias por leer. 
Esta historia tiene una continuidad de 2 o 3 fragmentos a la semana. Se acerca el final. 
 Por ahora, la historia continúa...


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El origen de esta Historia, acá:
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