Les pasaré a relatar nuestra historia, pues me da mucho morbo pensar en todo lo que ha podido suceder en un año y deseaba compartirlo con ustedes.
Mi nombre es Tony, tengo 43 años, moreno de cabello lacio no muy largo, metro sesenta, con un pene regular (o eso creía), de 10 cm. Mi mujer se llama Miriam, ella tiene 46 ahora mismo, cabello castaño rizado, metro cuarenta de estatura, gordita con un gran culo gordo y muy muy firme, además de unas tetas jugosas.
A mediados de 2019 empezamos a buscar nuevas formas de disfrutar el sexo, nuestra última hija se había mudado finalmente de casa y teníamos la apertura de experimentar, así que empezamos con porno. Pronto descubrimos que nos excitaba mucho mirar porno de tríos hombre-mujer-hombre. Yo me ponía muy duro y mi mujer se mojaba a chorros, con el volumen del porno bien alto nos poníamos a coger como jóvenes de nuevo. Algo que decir, yo siempre supe que no satisfacía completamente a mi mujer, y aunque me esforzaba, no era capaz de llenar su hambre de pija. En medio de todo este clima mi mujer pasó a trabajar en un nuevo lugar, dónde se reencontró con un viejo conocido nuestro, el cual se volvió amigo mutuo de nuestros tiempos en la universidad, hace ya casi 20 años. José, digámosle, no tardó e conectar nuevamente con mi esposa, pues siempre fue muy cercano a ella. Nos agregamos en todas las redes sociales y empezamos a charlar bastante seguido.
Meses después, se acercaba el cumpleaños de Miriam, y a diferencia de otros años, en esta oportunidad deseaba realizar una fiesta para celebrar sus 45. Preparamos todo para aquel día y obviamente invitamos a José. Él vive en la zona sur de la ciudad, mientras que nosotros en la norte, por lo que no confirmó si asistiría o no, aunque dijo que lo intentaría.
Llegó la fecha finalmente y a canto de las 11 los invitados empezaron a llegar los invitados, amigos y algunos familiares. Finalmente, hora y media después, apareció José. Fue verlo completamente joven, como si no hubiesen pasado los años en él que nos hizo prenderlos a su persona durante toda la fiesta. Trajo un vodka para la reunión, el cual guardamos para más adelante. Empezamos a rememorar viejas épocas, lo cercanos que éramos los 3 hace muchos años; eso me recordó que siempre sospeché que él le tenía ganas a mi esposa, en ese entonces novia, pero nunca me importó pues siempre he sido seguro de mí, quizá demasiado.
Pasaban las horas y seguíamos riendo, tomando y bailando como si la fiesta fuese solo de nosotros 3. Finalmente, los invitados pasaron a irse, pero José preguntó si podía quedarse, puesto que se encontraba muy ebrio para salir a pedir taxi, sin mencionar que la carrera demoraría como mínimo dos horas, algo que ningún taxista de la zona querría hacer hasta la otra punta. Le ofrecimos quedarse desde luego, la estábamos pasando genial, por lo que tan pronto como la casa quedó para nosotros 3, abrimos el vodka y empezamos a tomar de a shots.
La conversación entre los 3 se fue haciendo más y más íntima, y el trago ya estaba pegando muy fuerte. Nos pusimos a bailar juntos por primera vez en el día, con mi mujer al medio, él por detrás suyo, y yo mirándola de frente. Así que ahí estaba, mirando a mi esposa a los ojos y también mirando a José agarrándola de la cintura, meneandole las caderas y punteandola con su pene que parecía querer explotar dentro de su pantalón. Mi mujer lo sabía muy bien y se dejaba tocar sin reprimendas, mientras que empezó a acariciar el cuello de José y a sobar mi verga con su otra mano libre. No tardé en besarla con pasión y rápidamente dirigí las manos de José hacía las nalgas de mi mujer, le dije que las apretase fuertes y luego la seguí besando. Nunca habíamos discutido sobre hacer un trío, muchísimo menos con José, pero nuestra química a pesar de no vernos hace tantos años solo mejoró inexplicablemente, la tensión sexual estaba al tope. José le dió la vuelta y ahora él le comía la boca mientras yo le bajaba los pantalones ajustados a Miriam. Cuando me quise dar cuenta él ya le estaba amasando esas ricas tetas caídas de mi mujer, y ella ya le había bajado el zip del pantalón y le tocaba su verga con morbo.
Dejamos la música tal como estaba y nos fuimos rápidamente a la cama. José la tumbó y se empezó a bajar el pantalón, yo hice lo mismo. Miriam se arrodilló en la cama y tomó nuestras vergas, ambas ya muy lubricadas de la excitación. Era la primera vez que veía una verga masculina en persona, erecta y tan cerca. Se me olvidó mencionar un detalle... Mi pene es de 10 cm estando buen erecto, como esa noche, pero regularmente es mucho más pequeño. El de José en cambio y al ojo superaría como mínimo los 16 cm, y también un pelín más grueso que el mío. Mi mujer juntó nuestras cabezas como comparando tamaños y se metió lentamente la verga de José en la boca primero, mientras me pajeaba con su mano libre. Para mí aquello fue como tocar el paraíso, Miriam nunca antes me había hecho una paja tan rica y me daba morbo verla gozar como hacían las actrices en las escenas de trío que habíamos visto. Aproveché para quitarle la blusa botón por botón mientras ella mamaba hasta la base de la poronga de José, quién no se guardaba ningún gemido y le decía a mi mujer "que bien que chupas, perrita" con una naturalidad terrible, como si ya hubieran hecho eso antes. Me sorprendí de cómo mi mujer manejaba esa garganta profunda que hacía, pues su verga era casi el doble de la mía y parecía salirle igual de fácil que con mi pene.
Tan pronto le quité la blusa, mi mujer se desprendió de la verga de nuestro amigo y pasó a chupar la mía, mientras que él primero se acabó de retirar la ropa y luego procedió a ayudar a mi mujer.
Había algo de morbo especial en pensar que mi mujer estaba comiéndome la verga después de haberse comido la de uno de mis grandes amigos delante mío. La mamada era excelente, y no había nada diferente en el tacto, pero era el simple hecho de pensar en la situación que vivíamos lo que me ponía muy muy cachondo.
Mientras Miriam recorría mi verga con su lengua de lado a lado, José le retiró el Bra por completo y con una delicadeza propia de su habilidad comenzó a comerle un pecho mientras amasaba el pezón del otro con su pulgar y su índice, los cuales acababa de humedecer en la boca de mi esposa.
Se comía a mi mujer tan bien que podías oír perfectamente como sus gemidos intentaban ser ahogados con la mamada que me estaba dando, pero le resultaba imposible al cabo de un minuto. Tuvo que dejar descansar mi verga un poco para soltar un leve pero muy candente gemido, acompañado de un "ay José" que me dejó helado de lo sexy que sonó, y eso que ni siquiera fue mi nombre el que dijo. Mi amigo aprovechó aquel momento para meter 3 dedos de su otra mano en la boca de Miriam, y al quedar muy húmedos los llevó abajo y continuó comiéndole las tetas mientras empezaba a masturbarla. José era el dueño de la escena y de mi mujer, la conocía mejor de lo que yo jamás habría podido. El acto ocupaba todo su cuerpo delante del de ella, por lo que aproveché para quitarme toda la ropa y sacar dos condones del cajón derecho de la cama. Le di un condón a José, quién dejó descansar a mi mujer un momento, no sin antes darle un fuerte beso, para poder colocarse el preservativo. Mi mujer me tomó de la verga y me tumbó en la cama, se echó encima mío y siguió comiéndome la verga, empezando a lamer desde abajo de los huevos hasta la punta, impulsando cada vez más mis ganas de correrme.
José ya estaba listo, y aprovechando que mi mujer estaba recostada encima mío pero con el culazo gordo levantado, comenzó a meterle nuevamente los dedos, buscando humedecer y excitar todavía más esa Cuca.
Así habremos durado un minuto más, y eso era todo, yo ya no podía seguir engañando a mi cuerpo, quería correrme. No sabía ya de dónde sacar fuerzas para aguantar más el semen dentro de mi verga, y la sentencia fue sentir la lengua de mi mujer pasearse por la cabeza de mi verga mientras que alzaba la mirada y veía como José tomaba nuevamente de las caderas a mi esposa, pero esta vez era para cogersela de a perrito. No pude más.
Oyedo jugar que fue la mejor corrida de mi vida, acompañado con el gemido más duro que jamás le escuché a mi mujer tras sentir el trozo de José dentro de su cuca. Abrió la boca y pude ver por unos instantes como mi semen le llenaba la boca por completo. Se lo tomó sin decir nada, cuando ella nunca hacía algo así, y me dejó descansar, sabiendo que yo solo puedo correrme una vez durante la noche.
Se acercó a mí y me susurró al oído "gracias por esto" antes de ponerse completamente en perrito para seguir recibiendo la verga de José; mientras tanto yo me giré un poco para mirar y con suerte volver a sentir mi verga dura para unirme (ya les adelanto que no). Joder, ni siquiera llegué a ponerme el condón ni penetrar a mi mujer, la noche recién empezaba y el resto era de José y mi Miriam.
El cansancio y el trago lo hicieron todos borroso en retrospectiva, pero recuerdo con mucho detalle como mi mujer genia y suspiraba cada vez más intensamente, y le decía a nuestro amigo "ay sí José, necesitaba esto". Él le decía de igual forma "sientelo Miriam, siente mi pinga hasta el fondo. Sé que te gusta zorrita".
Escuchar sus nalgas chocar contra la pelvis de José, mientras que iban aumentando sus gemidos y las palabras lascivas que intercambiaban me excitaba de una firma distinta; me sentía como drogado y en las nubes, mas no conseguía ponerme erecto de nuevo.
Bajando las revoluciones, duraron así unos minutos, y luego cambiaron a la vaquera, con mi mujer mirándolo directamente a él. Primero me quedé del lado correcto de la cama, viendo cómo sus rostros se ponían rojos y como José le amasaba las tetas en esa postura. Luego cambié y me acosté del lado de los pies, dónde podía ver a José agarrar, empujar y menear las caderas de mi esposa contra su verga, viendo por primera vez el culote de mi mujer rebotar contra una verga. Volví a acostarme del lado correcto de la cama, y fue allí cuando mi mujer se acostó sobre el pecho de José, gimiendo cada vez más rico y diciendo que era su puta, su zorra, su perrita. Ahora era José quién controlaba todo el movimiento, él no decía nada, solo suspiraba y la embestía. En medio de esa rica cogida, mi mujer extendió su mano buscando la mía, como si le doliese mucho, o si buscase seguir compartiendo el momento conmigo y que no deje de ser un trío. Fuese como fuese, le tomé la mano y al cabo de pocos segundos ella se corrió, y posteriormente él. En ese momento me di cuenta que pocas veces fueron aquellas dónde le saqué una corrida a mi mujer, mientras que José lo hizo a la primera.
Tras terminar ellos, José se hizo hacía el otro lado de la cama y mi mujer quedó en medio de los dos, quienes, al igual que cuando bailamos, decidimos abrazarla al mismo tiempo, y así quedamos dormidos
A la mañana siguiente nadie mencionó nada del tema, parecía lo mejor. Nos tratamos súper bien, más como familia que simples amigos, desayunamos muy amenamente y él partió finalmente para su casa.
Tras esa fecha, nuestro matrimonio parecía haber renacido, cobrado una nueva vida. Todo era feliz, el sexo era mejor, sonreímos a cada instante.
Fue entonces, unos meses después, específicamente en diciembre, que mi mujer llegó tarde del trabajo y rápidamente se metió a duchar. No lo veía raro, pues era común que una o dos veces a la semana hiciese horas extra para terminar los informes en este nuevo trabajo. Llegó a su celular un mensaje que vibró más de lo usual, como configuración especial: era de José, no decía nada, era un simple Video. No le presté mucha atención, hasta que llegó un segundo mensaje "lo que te prometí, diosa". Eso me llamó la atención como es natural, por lo que tomé su celular, lo desbloquee y miré el vídeo (ella sabe mi contraseña y yo la de ella, pues en nuestro matrimonio "nunca" hubo secretos). Me lo llevé lejos y lo abrí, grande fue mi sorpresa cuando descubrí un vídeo de José en mi mujer cogiendo en una habitación de hotel famoso (y caro) de la zona sur de la ciudad. Empecé a revisar el multimedia de aquel chat, y tenía además de aquel y varios otros vídeos, muchas fotos de ella y él desnudos, las cuales se mandaban constantemente. No podía creer lo que veía, abrí nuevos videos, era toda una caja de Pandora.
Sin embargo, más sorprendente aún fue que en lugar de estar enojado, me sentía muy cachondo y mi verga estaba muy muy dura, sentía literalmente que iba a explicar de mi pantalón, y no podía ni creerlo yo mismo...
Miriam salió de la ducha entonces, por lo que teníamos que hablarlo.
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Espero que les haya calentado mucho lo que acaban de leer, espero sus comentarios más morbosos y sucios, además de sus puntos para continuar con la siguiente parte.
*Relato de ficción basado en hechos reales.
Mi nombre es Tony, tengo 43 años, moreno de cabello lacio no muy largo, metro sesenta, con un pene regular (o eso creía), de 10 cm. Mi mujer se llama Miriam, ella tiene 46 ahora mismo, cabello castaño rizado, metro cuarenta de estatura, gordita con un gran culo gordo y muy muy firme, además de unas tetas jugosas.
A mediados de 2019 empezamos a buscar nuevas formas de disfrutar el sexo, nuestra última hija se había mudado finalmente de casa y teníamos la apertura de experimentar, así que empezamos con porno. Pronto descubrimos que nos excitaba mucho mirar porno de tríos hombre-mujer-hombre. Yo me ponía muy duro y mi mujer se mojaba a chorros, con el volumen del porno bien alto nos poníamos a coger como jóvenes de nuevo. Algo que decir, yo siempre supe que no satisfacía completamente a mi mujer, y aunque me esforzaba, no era capaz de llenar su hambre de pija. En medio de todo este clima mi mujer pasó a trabajar en un nuevo lugar, dónde se reencontró con un viejo conocido nuestro, el cual se volvió amigo mutuo de nuestros tiempos en la universidad, hace ya casi 20 años. José, digámosle, no tardó e conectar nuevamente con mi esposa, pues siempre fue muy cercano a ella. Nos agregamos en todas las redes sociales y empezamos a charlar bastante seguido.
Meses después, se acercaba el cumpleaños de Miriam, y a diferencia de otros años, en esta oportunidad deseaba realizar una fiesta para celebrar sus 45. Preparamos todo para aquel día y obviamente invitamos a José. Él vive en la zona sur de la ciudad, mientras que nosotros en la norte, por lo que no confirmó si asistiría o no, aunque dijo que lo intentaría.
Llegó la fecha finalmente y a canto de las 11 los invitados empezaron a llegar los invitados, amigos y algunos familiares. Finalmente, hora y media después, apareció José. Fue verlo completamente joven, como si no hubiesen pasado los años en él que nos hizo prenderlos a su persona durante toda la fiesta. Trajo un vodka para la reunión, el cual guardamos para más adelante. Empezamos a rememorar viejas épocas, lo cercanos que éramos los 3 hace muchos años; eso me recordó que siempre sospeché que él le tenía ganas a mi esposa, en ese entonces novia, pero nunca me importó pues siempre he sido seguro de mí, quizá demasiado.
Pasaban las horas y seguíamos riendo, tomando y bailando como si la fiesta fuese solo de nosotros 3. Finalmente, los invitados pasaron a irse, pero José preguntó si podía quedarse, puesto que se encontraba muy ebrio para salir a pedir taxi, sin mencionar que la carrera demoraría como mínimo dos horas, algo que ningún taxista de la zona querría hacer hasta la otra punta. Le ofrecimos quedarse desde luego, la estábamos pasando genial, por lo que tan pronto como la casa quedó para nosotros 3, abrimos el vodka y empezamos a tomar de a shots.
La conversación entre los 3 se fue haciendo más y más íntima, y el trago ya estaba pegando muy fuerte. Nos pusimos a bailar juntos por primera vez en el día, con mi mujer al medio, él por detrás suyo, y yo mirándola de frente. Así que ahí estaba, mirando a mi esposa a los ojos y también mirando a José agarrándola de la cintura, meneandole las caderas y punteandola con su pene que parecía querer explotar dentro de su pantalón. Mi mujer lo sabía muy bien y se dejaba tocar sin reprimendas, mientras que empezó a acariciar el cuello de José y a sobar mi verga con su otra mano libre. No tardé en besarla con pasión y rápidamente dirigí las manos de José hacía las nalgas de mi mujer, le dije que las apretase fuertes y luego la seguí besando. Nunca habíamos discutido sobre hacer un trío, muchísimo menos con José, pero nuestra química a pesar de no vernos hace tantos años solo mejoró inexplicablemente, la tensión sexual estaba al tope. José le dió la vuelta y ahora él le comía la boca mientras yo le bajaba los pantalones ajustados a Miriam. Cuando me quise dar cuenta él ya le estaba amasando esas ricas tetas caídas de mi mujer, y ella ya le había bajado el zip del pantalón y le tocaba su verga con morbo.
Dejamos la música tal como estaba y nos fuimos rápidamente a la cama. José la tumbó y se empezó a bajar el pantalón, yo hice lo mismo. Miriam se arrodilló en la cama y tomó nuestras vergas, ambas ya muy lubricadas de la excitación. Era la primera vez que veía una verga masculina en persona, erecta y tan cerca. Se me olvidó mencionar un detalle... Mi pene es de 10 cm estando buen erecto, como esa noche, pero regularmente es mucho más pequeño. El de José en cambio y al ojo superaría como mínimo los 16 cm, y también un pelín más grueso que el mío. Mi mujer juntó nuestras cabezas como comparando tamaños y se metió lentamente la verga de José en la boca primero, mientras me pajeaba con su mano libre. Para mí aquello fue como tocar el paraíso, Miriam nunca antes me había hecho una paja tan rica y me daba morbo verla gozar como hacían las actrices en las escenas de trío que habíamos visto. Aproveché para quitarle la blusa botón por botón mientras ella mamaba hasta la base de la poronga de José, quién no se guardaba ningún gemido y le decía a mi mujer "que bien que chupas, perrita" con una naturalidad terrible, como si ya hubieran hecho eso antes. Me sorprendí de cómo mi mujer manejaba esa garganta profunda que hacía, pues su verga era casi el doble de la mía y parecía salirle igual de fácil que con mi pene.
Tan pronto le quité la blusa, mi mujer se desprendió de la verga de nuestro amigo y pasó a chupar la mía, mientras que él primero se acabó de retirar la ropa y luego procedió a ayudar a mi mujer.
Había algo de morbo especial en pensar que mi mujer estaba comiéndome la verga después de haberse comido la de uno de mis grandes amigos delante mío. La mamada era excelente, y no había nada diferente en el tacto, pero era el simple hecho de pensar en la situación que vivíamos lo que me ponía muy muy cachondo.
Mientras Miriam recorría mi verga con su lengua de lado a lado, José le retiró el Bra por completo y con una delicadeza propia de su habilidad comenzó a comerle un pecho mientras amasaba el pezón del otro con su pulgar y su índice, los cuales acababa de humedecer en la boca de mi esposa.
Se comía a mi mujer tan bien que podías oír perfectamente como sus gemidos intentaban ser ahogados con la mamada que me estaba dando, pero le resultaba imposible al cabo de un minuto. Tuvo que dejar descansar mi verga un poco para soltar un leve pero muy candente gemido, acompañado de un "ay José" que me dejó helado de lo sexy que sonó, y eso que ni siquiera fue mi nombre el que dijo. Mi amigo aprovechó aquel momento para meter 3 dedos de su otra mano en la boca de Miriam, y al quedar muy húmedos los llevó abajo y continuó comiéndole las tetas mientras empezaba a masturbarla. José era el dueño de la escena y de mi mujer, la conocía mejor de lo que yo jamás habría podido. El acto ocupaba todo su cuerpo delante del de ella, por lo que aproveché para quitarme toda la ropa y sacar dos condones del cajón derecho de la cama. Le di un condón a José, quién dejó descansar a mi mujer un momento, no sin antes darle un fuerte beso, para poder colocarse el preservativo. Mi mujer me tomó de la verga y me tumbó en la cama, se echó encima mío y siguió comiéndome la verga, empezando a lamer desde abajo de los huevos hasta la punta, impulsando cada vez más mis ganas de correrme.
José ya estaba listo, y aprovechando que mi mujer estaba recostada encima mío pero con el culazo gordo levantado, comenzó a meterle nuevamente los dedos, buscando humedecer y excitar todavía más esa Cuca.
Así habremos durado un minuto más, y eso era todo, yo ya no podía seguir engañando a mi cuerpo, quería correrme. No sabía ya de dónde sacar fuerzas para aguantar más el semen dentro de mi verga, y la sentencia fue sentir la lengua de mi mujer pasearse por la cabeza de mi verga mientras que alzaba la mirada y veía como José tomaba nuevamente de las caderas a mi esposa, pero esta vez era para cogersela de a perrito. No pude más.
Oyedo jugar que fue la mejor corrida de mi vida, acompañado con el gemido más duro que jamás le escuché a mi mujer tras sentir el trozo de José dentro de su cuca. Abrió la boca y pude ver por unos instantes como mi semen le llenaba la boca por completo. Se lo tomó sin decir nada, cuando ella nunca hacía algo así, y me dejó descansar, sabiendo que yo solo puedo correrme una vez durante la noche.
Se acercó a mí y me susurró al oído "gracias por esto" antes de ponerse completamente en perrito para seguir recibiendo la verga de José; mientras tanto yo me giré un poco para mirar y con suerte volver a sentir mi verga dura para unirme (ya les adelanto que no). Joder, ni siquiera llegué a ponerme el condón ni penetrar a mi mujer, la noche recién empezaba y el resto era de José y mi Miriam.
El cansancio y el trago lo hicieron todos borroso en retrospectiva, pero recuerdo con mucho detalle como mi mujer genia y suspiraba cada vez más intensamente, y le decía a nuestro amigo "ay sí José, necesitaba esto". Él le decía de igual forma "sientelo Miriam, siente mi pinga hasta el fondo. Sé que te gusta zorrita".
Escuchar sus nalgas chocar contra la pelvis de José, mientras que iban aumentando sus gemidos y las palabras lascivas que intercambiaban me excitaba de una firma distinta; me sentía como drogado y en las nubes, mas no conseguía ponerme erecto de nuevo.
Bajando las revoluciones, duraron así unos minutos, y luego cambiaron a la vaquera, con mi mujer mirándolo directamente a él. Primero me quedé del lado correcto de la cama, viendo cómo sus rostros se ponían rojos y como José le amasaba las tetas en esa postura. Luego cambié y me acosté del lado de los pies, dónde podía ver a José agarrar, empujar y menear las caderas de mi esposa contra su verga, viendo por primera vez el culote de mi mujer rebotar contra una verga. Volví a acostarme del lado correcto de la cama, y fue allí cuando mi mujer se acostó sobre el pecho de José, gimiendo cada vez más rico y diciendo que era su puta, su zorra, su perrita. Ahora era José quién controlaba todo el movimiento, él no decía nada, solo suspiraba y la embestía. En medio de esa rica cogida, mi mujer extendió su mano buscando la mía, como si le doliese mucho, o si buscase seguir compartiendo el momento conmigo y que no deje de ser un trío. Fuese como fuese, le tomé la mano y al cabo de pocos segundos ella se corrió, y posteriormente él. En ese momento me di cuenta que pocas veces fueron aquellas dónde le saqué una corrida a mi mujer, mientras que José lo hizo a la primera.
Tras terminar ellos, José se hizo hacía el otro lado de la cama y mi mujer quedó en medio de los dos, quienes, al igual que cuando bailamos, decidimos abrazarla al mismo tiempo, y así quedamos dormidos
A la mañana siguiente nadie mencionó nada del tema, parecía lo mejor. Nos tratamos súper bien, más como familia que simples amigos, desayunamos muy amenamente y él partió finalmente para su casa.
Tras esa fecha, nuestro matrimonio parecía haber renacido, cobrado una nueva vida. Todo era feliz, el sexo era mejor, sonreímos a cada instante.
Fue entonces, unos meses después, específicamente en diciembre, que mi mujer llegó tarde del trabajo y rápidamente se metió a duchar. No lo veía raro, pues era común que una o dos veces a la semana hiciese horas extra para terminar los informes en este nuevo trabajo. Llegó a su celular un mensaje que vibró más de lo usual, como configuración especial: era de José, no decía nada, era un simple Video. No le presté mucha atención, hasta que llegó un segundo mensaje "lo que te prometí, diosa". Eso me llamó la atención como es natural, por lo que tomé su celular, lo desbloquee y miré el vídeo (ella sabe mi contraseña y yo la de ella, pues en nuestro matrimonio "nunca" hubo secretos). Me lo llevé lejos y lo abrí, grande fue mi sorpresa cuando descubrí un vídeo de José en mi mujer cogiendo en una habitación de hotel famoso (y caro) de la zona sur de la ciudad. Empecé a revisar el multimedia de aquel chat, y tenía además de aquel y varios otros vídeos, muchas fotos de ella y él desnudos, las cuales se mandaban constantemente. No podía creer lo que veía, abrí nuevos videos, era toda una caja de Pandora.
Sin embargo, más sorprendente aún fue que en lugar de estar enojado, me sentía muy cachondo y mi verga estaba muy muy dura, sentía literalmente que iba a explicar de mi pantalón, y no podía ni creerlo yo mismo...
Miriam salió de la ducha entonces, por lo que teníamos que hablarlo.
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Espero que les haya calentado mucho lo que acaban de leer, espero sus comentarios más morbosos y sucios, además de sus puntos para continuar con la siguiente parte.
*Relato de ficción basado en hechos reales.
4 comentarios - El trío que abrió la puerta hacia mis cuernos
Y que bueno que aprovechen disfrutando ahora que están solos !!!!
Es el momento de disfrutar al máximo y dejar volar la imaginación, muy buena experiencia como para envidiarles !!!