Hoy como todos los días tomé el tren en Merlo hacia Once a las 7,30 Hs aprox. Sé que va muy lleno a esa hora por lo que me saqué la campera quedando en calzas y una remera grande cómoda que uso, ya que antes de ir a la facu voy al gimnasio. Subí, o mejor dicho, me subieron,por lo que quede atrapada entre varias personas aferrada a mi bolso en el medio del pasillo bastante cerca de la puerta. Para el tren en la estación siguiente, Padua, suben varias personas más, entre ellas un hombre de barba y pelo largo atado, onda rockero, alto, flaco, de unos 40 años que se abre paso hasta llegar a mi lado y acomodarse como pudo.
Quedó a un costado mío, muy junto, tenía una camisa con algunos botones desabrochados y una campera abierta encima, mis ojos estaban a la altutra de su cuello y pude ver los pelos de su pecho, miré su barba y fué en ese momento que me dí cuenta que tenía su bulto apoyado entre mi cintura y mi cadera, mi codo sobre su panza, parte de su pierna apoyada en mi muslo. Ayudándome con el codo me separé un poquito de él, llegamos a la próxima estación, Ituzaingo.
Entre empujones bajaron algunos y subieron muchísimos! Mido 1,56, un oso quedo de espaldas a mi y de costado pero un poco más atrás, el barbudo en cuestión.
Ya no lo veía directamente, pero lo sentía detrás mío, sentía mi nalga metida entre sus piernas y el roce de su jean en mis calzas empezo a gustarme, sus piernas estaban calientes y su bulto se rozaba en la parte de arriba de mi nalga en cada movimiento del tren. Me quedé inmóvil, me dí cuenta que ya no era solo el movimiento del tren sinó que él estaba rozandose contra mí, muy lentamente me acariciaba la nalga con la pija, supe que la tenia para un costado, parada, dura, caliente.
Empezó a correrse la gente buscando bajar en la siguiente estación, sentí que se separo de mí, bajó y subió gente, yo giré a la fuerza, el se acomodo esta vez frente a mí, trató de acomodar sus piernas, me empujó y mirando hacia abajo clavándome los ojos, me dijo, "perdoname chiquita", bajé la vista a su pecho, le contesté, "no es nada".
Yo sostenía mi bolso adelante mío, advertí que mi mano rozaba su cinturón, y la otra su pantalon, a la altura del bolsillo. El tren comenzó a andar otra vez, me sentía excitada. Sentí en las yemas de los dedos las de los suyos, no la moví, me las acarició y poniendo sus dedos sobre los míos me los apoyó sobre su pantalón, se movió, suavemente, como acomodándose, estaba acariciándole la pija, hervía, era enorme. Se acomodó mejor, mis dedos quedaron dabajo de su tronco, me moví y apoye el pulgar sobre el, se la recorrí con mis dedos, pude sentir la cabeza de su pija, las venas, lo gruesa que era, como se ensanchaba a medida que llegaba a su bragueta.
El me dejó investigarlo, era la primera vez que tocaba la pija de un hombre así, mi novio tiene mi edad y es de mi altura, un poquito más. Su pija no es ni la mitad de la de este pijudo hermoso. Sentía que estaba acariciando la verga de un macho de verdad y él me dejó hacerlo como quise, incluso la movía haciéndola como latir. Mientras tanto su mano había pasado por debajo de mi remera, agarrándome de la cintura, su pulgar paso por debajo de mi corpiño y fué cuando me rozó el pezón que abrí mi mano y pude agarrarsela toda, los huevos incluídos. Sentí que mi mano era una miniatura, me sentía húmeda, muy puta y me encantaba.
Nos acariciamos así hasta la próxima estación, recorriendo sus huevos enormes, pajeandolo despacito, enloqueciendo, sintiendo que me estallaban los pezones en cada roce.
En el movimiento al subir y bajar gente nos separamos, miré su bulto justo en el momento que se lo acomodaba, me sentía colorada, agitada, sentía vergüenza y a la vez una excitacíon que no podía controlar. bajé la mirada, me acomodé el pelo, en un segundo estaba atrás mio, nuevamente apretados, la espada de un hombre frente a mí y esta vez sus dos manos fueron por debajo de mi remera hasta agarrarme de la cintura que la abarcaban casi completamente.
Me dejé guiar, sentia su pija en el huesito dulce, odié en ese momento no haber ido con tacos. Sentí su rodilla abrirse paso por entre mis piernas, como bajaba lentamente y con sus manos en mi cintura me guiaba para levantarme, me puse casi en puntas de pie mientras el me apoyaba la pija (que se la había acomodado para abajo) como quería entre mis nalgas. Esta vez una mano siguió en mi cintura y la otra se deslizó por mi panza se abrio paso con las puntas de los dedos metiéndose en mi calza, pasó por debajo de mi bombacha y poniéndome un dedo entre los labios de la concha me acomodó bien toda la pija en el culo.
Yo ayudé, paré mas la cola, me abrí para él, es la primera vez que deseé así que me cojieran el culo, no lo hice todavía, de haber podido le hubiera pedido por favor que me rompiera el orto, que me desvirgara el culo sin compasión.
Con sus dedos me acaricio un labio de la concha, luego el otro. sentia sus dedos mojados, era delicioso sentirse manoseada por un hombre asi, tan sabio de lo que necesita una mujer. Me di cuenta que ya no era él sinó yo la que movía la cola, le apretaba la pija con los cachetes buscando refregarmela en el agujerito del culo, hasta que sentí que me hundió el dedo en la concha, hizo algunos movimientos, subió su mano y me apretó el clítoris, y me moví, tosí, me retorcí, estaba acabando y no podía demostrárselo como hubiera querido, algunas personas miraron, solo podíamos vernos las caras con los demás, él haciéndose el distraído me preguntó, "te sentís bien"? se acerco un poco más y en voz bajita me dijo "putita"?
Volvió a hundirme el dedo, yo me aflojaba, la gente empezaba a moverse para bajar, él sacó las manos y me preguntó, "bajás?" Le dije que no con la cabeza, me dijo, "permiso" y pasó.
Se abrieron las puertas, ya estábamos en Liniers, bajó mucha gente, yo me acomodaba como podía, lo miré bajar, se paró en el andén mirando hacia la puerta tapándose el bulto con la campera, era hermoso, me miró, lo miré y me guiñó un ojo mientras se pasaba los dedos mojados de flujo de mi concha por la boca. Se cerraron las puertas, arrancó el tren.
Quiero encontrármelo mañana...
Quedó a un costado mío, muy junto, tenía una camisa con algunos botones desabrochados y una campera abierta encima, mis ojos estaban a la altutra de su cuello y pude ver los pelos de su pecho, miré su barba y fué en ese momento que me dí cuenta que tenía su bulto apoyado entre mi cintura y mi cadera, mi codo sobre su panza, parte de su pierna apoyada en mi muslo. Ayudándome con el codo me separé un poquito de él, llegamos a la próxima estación, Ituzaingo.
Entre empujones bajaron algunos y subieron muchísimos! Mido 1,56, un oso quedo de espaldas a mi y de costado pero un poco más atrás, el barbudo en cuestión.
Ya no lo veía directamente, pero lo sentía detrás mío, sentía mi nalga metida entre sus piernas y el roce de su jean en mis calzas empezo a gustarme, sus piernas estaban calientes y su bulto se rozaba en la parte de arriba de mi nalga en cada movimiento del tren. Me quedé inmóvil, me dí cuenta que ya no era solo el movimiento del tren sinó que él estaba rozandose contra mí, muy lentamente me acariciaba la nalga con la pija, supe que la tenia para un costado, parada, dura, caliente.
Empezó a correrse la gente buscando bajar en la siguiente estación, sentí que se separo de mí, bajó y subió gente, yo giré a la fuerza, el se acomodo esta vez frente a mí, trató de acomodar sus piernas, me empujó y mirando hacia abajo clavándome los ojos, me dijo, "perdoname chiquita", bajé la vista a su pecho, le contesté, "no es nada".
Yo sostenía mi bolso adelante mío, advertí que mi mano rozaba su cinturón, y la otra su pantalon, a la altura del bolsillo. El tren comenzó a andar otra vez, me sentía excitada. Sentí en las yemas de los dedos las de los suyos, no la moví, me las acarició y poniendo sus dedos sobre los míos me los apoyó sobre su pantalón, se movió, suavemente, como acomodándose, estaba acariciándole la pija, hervía, era enorme. Se acomodó mejor, mis dedos quedaron dabajo de su tronco, me moví y apoye el pulgar sobre el, se la recorrí con mis dedos, pude sentir la cabeza de su pija, las venas, lo gruesa que era, como se ensanchaba a medida que llegaba a su bragueta.
El me dejó investigarlo, era la primera vez que tocaba la pija de un hombre así, mi novio tiene mi edad y es de mi altura, un poquito más. Su pija no es ni la mitad de la de este pijudo hermoso. Sentía que estaba acariciando la verga de un macho de verdad y él me dejó hacerlo como quise, incluso la movía haciéndola como latir. Mientras tanto su mano había pasado por debajo de mi remera, agarrándome de la cintura, su pulgar paso por debajo de mi corpiño y fué cuando me rozó el pezón que abrí mi mano y pude agarrarsela toda, los huevos incluídos. Sentí que mi mano era una miniatura, me sentía húmeda, muy puta y me encantaba.
Nos acariciamos así hasta la próxima estación, recorriendo sus huevos enormes, pajeandolo despacito, enloqueciendo, sintiendo que me estallaban los pezones en cada roce.
En el movimiento al subir y bajar gente nos separamos, miré su bulto justo en el momento que se lo acomodaba, me sentía colorada, agitada, sentía vergüenza y a la vez una excitacíon que no podía controlar. bajé la mirada, me acomodé el pelo, en un segundo estaba atrás mio, nuevamente apretados, la espada de un hombre frente a mí y esta vez sus dos manos fueron por debajo de mi remera hasta agarrarme de la cintura que la abarcaban casi completamente.
Me dejé guiar, sentia su pija en el huesito dulce, odié en ese momento no haber ido con tacos. Sentí su rodilla abrirse paso por entre mis piernas, como bajaba lentamente y con sus manos en mi cintura me guiaba para levantarme, me puse casi en puntas de pie mientras el me apoyaba la pija (que se la había acomodado para abajo) como quería entre mis nalgas. Esta vez una mano siguió en mi cintura y la otra se deslizó por mi panza se abrio paso con las puntas de los dedos metiéndose en mi calza, pasó por debajo de mi bombacha y poniéndome un dedo entre los labios de la concha me acomodó bien toda la pija en el culo.
Yo ayudé, paré mas la cola, me abrí para él, es la primera vez que deseé así que me cojieran el culo, no lo hice todavía, de haber podido le hubiera pedido por favor que me rompiera el orto, que me desvirgara el culo sin compasión.
Con sus dedos me acaricio un labio de la concha, luego el otro. sentia sus dedos mojados, era delicioso sentirse manoseada por un hombre asi, tan sabio de lo que necesita una mujer. Me di cuenta que ya no era él sinó yo la que movía la cola, le apretaba la pija con los cachetes buscando refregarmela en el agujerito del culo, hasta que sentí que me hundió el dedo en la concha, hizo algunos movimientos, subió su mano y me apretó el clítoris, y me moví, tosí, me retorcí, estaba acabando y no podía demostrárselo como hubiera querido, algunas personas miraron, solo podíamos vernos las caras con los demás, él haciéndose el distraído me preguntó, "te sentís bien"? se acerco un poco más y en voz bajita me dijo "putita"?
Volvió a hundirme el dedo, yo me aflojaba, la gente empezaba a moverse para bajar, él sacó las manos y me preguntó, "bajás?" Le dije que no con la cabeza, me dijo, "permiso" y pasó.
Se abrieron las puertas, ya estábamos en Liniers, bajó mucha gente, yo me acomodaba como podía, lo miré bajar, se paró en el andén mirando hacia la puerta tapándose el bulto con la campera, era hermoso, me miró, lo miré y me guiñó un ojo mientras se pasaba los dedos mojados de flujo de mi concha por la boca. Se cerraron las puertas, arrancó el tren.
Quiero encontrármelo mañana...
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5 comentarios - Fantasia hecha realidad