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Había pasado ya una semana desde que estábamos, solos, en casa, con mi hermana y la situación se había tornado insoportable.
La obsesión había vuelto, al menos para mí, con una fuerza difícil de contener.
La observaba a Romina a cada momento. Cuando se ponía a tomar sol en bikini al lado de la pileta me mataba. Mirarla y desearla a la distancia era todo lo que podía hacer.
Me sentía un abstinente en recuperación.
Y tenía mis recaídas. Una tarde no pude evitar espiarla al darse un baño. Tenía que verla desnuda. Quería rememorar esa piel. La quería para mí. Esa noche había conseguido capturar la bombacha que había usado durante el día y sintiendo el aroma profundo de su sexo, me masturbé.
En más de una oportunidad había intentado encararla pero no terminaba de encontrar el valor. Esperaba que hubiera alguna señal de su parte para sacar el tema.
Yo estaba dispuesto a todo con ella. Pero ella seguía firme al pacto que habíamos hecho.
Y siguió así hasta un par de días después, cuando la descubrí levantándose de la cama usando una remera mía. La remera que yo había tenido puesta varios días esa semana y que la había dejado para lavar la noche anterior...
Pero al rato, cuando bajó a desayunar, ya no la tenía. Se la había cambiado. En lugar de mi remera usaba una musculosa suya.
Era una prenda me generaba mucho morbo porque le quedaba bastante suelta. Por momentos, dejaba al aire el costado de sus pequeños pechos, que se podían ver nítidamente, en toda su redondez.
A pesar de la distracción que me generaba mirarla así, unos pensamientos en mi cabeza empezaron a formarse... Había usado una remera mía para dormir pero se la había cambiado para que yo no lo supiera... Lo tomé como la señal que estaba esperando.
- Hola, linda. ¿Cómo dormiste?- le pregunté mientras ella se servía yogurth en un vaso.
Ella sonrió picarona, mientras el blanco líquido colmaba el vaso.
- ¿Linda me dijiste...? ¡Pará! ¿Qué me vas a pedir que estás tan amigable? - me respondió sin dejar de sonreír.
- Que me saques la leche.- le dije, también sonriendo, con una doble intención.
- ¡Queee!- pegó el grito bien agudo ella.
- Que me saques la leche de la mesada que está a punto de mojarme todas las tostadas. - Le aclaré, casi con una carcajada, señalándole el yogurth que se le rebalsaba y había empezado a formar un charco sobre el desayunador.
Nos reímos un rato. Ella me dijo:"te fuiste un poquito al carajo hoy" y yo le devolví el golpe: "Bueno... por lo menos no le ando robando la ropa a los demás, la uso para dormir y después la escondo..."
La risa se cortó inmediatamente. El silencio acaparó todo. La cara de Romi se transfiguró. Después de mover los labios, nerviosamente, sin emitir sonido, acabó diciendo: "lo que pasa es que me agarró frío anoche y me puse lo primero que encontré..."
- ¿Y hasta el canasto de la ropa sucia tuviste que ir? ¿No tenias nada en tu placard?- le respondí en un rápido reflejo.
Entonces, ella, sorpresivamente, se confesó:
"Es que... Quería sentir tu olor... No me podía dormir, pensaba en nosotros, en esos momentos en que nos sarpamos... Y no podía dejar de pensar... Quería volver a sentir, aunque sea un poco, tu olor. Me arrepentí de no haber hecho más cosas aquella noche..."
- Romi...¿Vos te tocaste pensando en mí anoche...?- me salió la pregunta sin pensarlo demasiado
Ella bajo la vista pero no me contestó, aunque su silencio decía todo.
- No te pongas mal, Romi. Yo también te robé algo para sentirte a la noche...- le dije, para tranquilizarla.
- Sí, ya sé.- me dijo, y me dejó helado.- ya sé que me agarras las bombachas usadas. No soy boluda, me di cuenta. Y me imagino lo que hacés... Pensaba que era una boludez lo que hacías, pero anoche...
- ¿Qué...?
- Anoche te entendí. Me encantó dormir abrazada por tu olor. La sensación de protección, de abrigo... Pero también me excité... Sin darme cuenta, me estaba tocando. Pensaba que mis dedos eran tus dedos. Que mis caricias eran las tuyas. Que me tocabas como la otra noche... Aspiré fuerte tu remera al acabar, te quería sentir adentro...
Yo estaba anonadado. Jamás pensé que ella vivía la situación así de fuerte como yo.
El cuerpo me temblaba, lo sentía endeble, frágil. Pero la pija la tenía rígida. Era inocultable...
Quise subir la apuesta y le pregunté:
- ¿Te arrepentís de no haber llegado a más esa noche...?
- Sí, ya te lo dije... Pero igual sigo creyendo que fué lo mejor. No dá. No dá que nos pasemos de ese límite. Ya lo que hicimos estuvo de más...
No podía evitar ver que ella me miraba el bulto, casi sin vergüenza.
- ¿De qué te arrepentís? Yo, de nada.- le dije.
- No... Arrepentirme no es la palabra...- me contestó.
- ¿Entonces? ¿Me vas a decir que no te gustaría sarparte una vez más conmigo...?
Ella, que vió la contracción que pegó mi poronga al proponérselo, se mordió un poco el labio, pero dijo.
- No sé... No es que no quiera. Es que está mal... No podemos Mumi. No podemos pasar esa línea...
Que me dijera Mumi me mató, en lo que iba de esos días estando solos, ella había evitado llamarme así. Más loco me puse.
Le dije:
- ¿Me vas a decir que no te gustaría tocarme?¿Que no te encantaría que te toque otra vez...?
- Ay, sí. Me encantaría, pero...
-¿No querés ver cómo se me pone dura por vos?¿La cantidad de leche, espesa y caliente que se me junta de solo tenerte cerca mío?
Otra vez, Romi, se mordió el labio.
- Pará. Pará Mumi. En serio...- me decía cerrando los ojos, como no queriendo ver, para no tentarse, o tal vez imaginándose la escena que le describía.
- Romi... Yo te tengo que confesar algo...- le dije apostando fuerte.
Ella me miró. Asustada y curiosa. El rubor le cubría las mejillas
- La otra noche, cuando dormimos juntos en tu habitación, yo me aproveché un poquito de vos...
- ¿Qué...?- me dijo ella tragando saliva-¿Que pasó?
- Es que estaba muy caliente y no me podía dormir...
- ¿Que hiciste?- me preguntó en un tono que no sabía si era enojo, miedo o calentura.
- Tenés que entender que fue después de aquellas caricias que nos hicimos... No te enojes... Pero estaba muy excitado...
- ¿¡Que hiciste!?- levantó la voz, usando un tono más imperativo.
- Te corrí la bombacha, te acomodé mi pija entre los labios de tu concha y empecé a frotarte ahí. Con la poronga... de a poco tus labios se fueron abriendo... cuando sentí el calor y la humedad que salía de tu cuerpo no me pude contener y acabé...
- ¿Me acabaste en la concha...? - dijo, en un tono que no lograba descifrar .
-Si. Por afuera... te embadurné los labios con mi leche... No te enojes, estaba sacado...
Pero no terminé la frase. Los ojitos de Romi brillaban. "Hijo de puta... Egoísta... Vos solo disfrutaste eso..." El tono era de reproche, pero no de enojo o rencor.
- Perdoname Romi, me pasé.
- No, hijo de puta... Me la debes esa. Me la debes y me la vas a pagar...
Me buscaba los ojos al decir eso.
- Me dejaste re caliente. Imaginando tu leche cubriendome... Tengo derecho a reclamarte por esto que hiciste... Tengo derecho a tener yo también ese recuerdo...
Con el dedo índice me punzaba el pecho, increpándome.
- Quiero que lo hagas denuevo. Quiero sentirlo... Pero solo por esta vez. No es que vaya a pasar nada más. Solo porque vos lo hiciste conmigo, antes...
Me miró fijo una vez más y finalmente dijo:
- ¿Me escuchaste? Me voy a acostar una siesta en la cama. Si estás de acuerdo, quiero que vengas y hagas lo mismo que hiciste esa noche conmigo. Si no venís, te entiendo...
Los pezones erectos le punzaban la tela de la musculosa que usaba. Se dió media vuelta y, al verla subir ágilmente la escalera, le miré la cola dónde, en pocos segundos, iba a estar apoyado, empujando mi pija, entre sus piernas hasta lograr abrir sus labios y derramar mi calentura en ella, una vez más.
..
Gracias por leer. Esta historia tiene una continuidad de 2 o 3 fragmentos a la semana. Disculpen si queda en momentos de tanta intriga
La historia continúa... Abajo está el link
Abajo vos podes:
Puntuar mi labor de 1 a 10.
Dejarme un comentario, bueno o malo.
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La historia sigue acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3919635/Solos-en-casa-Vacaciones-con-mi-hermana-3.html
El principio de esta parte:
https://poringa.net/posts/relatos/3915614/Solos-en-casa-Vacaciones-con-mi-hermana.html
El principio de esta historia empieza acá:
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Otras historias:
https://poringa.net/posts/relatos/3873512/Otra-noche-de-cuernos-La-cunadita.html
https://poringa.net/posts/relatos/3804312/La-extrana-relacion-entre-mi-mujer-y-su-hermana-VIII.html
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Más en:
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Había pasado ya una semana desde que estábamos, solos, en casa, con mi hermana y la situación se había tornado insoportable.
La obsesión había vuelto, al menos para mí, con una fuerza difícil de contener.
La observaba a Romina a cada momento. Cuando se ponía a tomar sol en bikini al lado de la pileta me mataba. Mirarla y desearla a la distancia era todo lo que podía hacer.
Me sentía un abstinente en recuperación.
Y tenía mis recaídas. Una tarde no pude evitar espiarla al darse un baño. Tenía que verla desnuda. Quería rememorar esa piel. La quería para mí. Esa noche había conseguido capturar la bombacha que había usado durante el día y sintiendo el aroma profundo de su sexo, me masturbé.
En más de una oportunidad había intentado encararla pero no terminaba de encontrar el valor. Esperaba que hubiera alguna señal de su parte para sacar el tema.
Yo estaba dispuesto a todo con ella. Pero ella seguía firme al pacto que habíamos hecho.
Y siguió así hasta un par de días después, cuando la descubrí levantándose de la cama usando una remera mía. La remera que yo había tenido puesta varios días esa semana y que la había dejado para lavar la noche anterior...
Pero al rato, cuando bajó a desayunar, ya no la tenía. Se la había cambiado. En lugar de mi remera usaba una musculosa suya.
Era una prenda me generaba mucho morbo porque le quedaba bastante suelta. Por momentos, dejaba al aire el costado de sus pequeños pechos, que se podían ver nítidamente, en toda su redondez.
A pesar de la distracción que me generaba mirarla así, unos pensamientos en mi cabeza empezaron a formarse... Había usado una remera mía para dormir pero se la había cambiado para que yo no lo supiera... Lo tomé como la señal que estaba esperando.
- Hola, linda. ¿Cómo dormiste?- le pregunté mientras ella se servía yogurth en un vaso.
Ella sonrió picarona, mientras el blanco líquido colmaba el vaso.
- ¿Linda me dijiste...? ¡Pará! ¿Qué me vas a pedir que estás tan amigable? - me respondió sin dejar de sonreír.
- Que me saques la leche.- le dije, también sonriendo, con una doble intención.
- ¡Queee!- pegó el grito bien agudo ella.
- Que me saques la leche de la mesada que está a punto de mojarme todas las tostadas. - Le aclaré, casi con una carcajada, señalándole el yogurth que se le rebalsaba y había empezado a formar un charco sobre el desayunador.
Nos reímos un rato. Ella me dijo:"te fuiste un poquito al carajo hoy" y yo le devolví el golpe: "Bueno... por lo menos no le ando robando la ropa a los demás, la uso para dormir y después la escondo..."
La risa se cortó inmediatamente. El silencio acaparó todo. La cara de Romi se transfiguró. Después de mover los labios, nerviosamente, sin emitir sonido, acabó diciendo: "lo que pasa es que me agarró frío anoche y me puse lo primero que encontré..."
- ¿Y hasta el canasto de la ropa sucia tuviste que ir? ¿No tenias nada en tu placard?- le respondí en un rápido reflejo.
Entonces, ella, sorpresivamente, se confesó:
"Es que... Quería sentir tu olor... No me podía dormir, pensaba en nosotros, en esos momentos en que nos sarpamos... Y no podía dejar de pensar... Quería volver a sentir, aunque sea un poco, tu olor. Me arrepentí de no haber hecho más cosas aquella noche..."
- Romi...¿Vos te tocaste pensando en mí anoche...?- me salió la pregunta sin pensarlo demasiado
Ella bajo la vista pero no me contestó, aunque su silencio decía todo.
- No te pongas mal, Romi. Yo también te robé algo para sentirte a la noche...- le dije, para tranquilizarla.
- Sí, ya sé.- me dijo, y me dejó helado.- ya sé que me agarras las bombachas usadas. No soy boluda, me di cuenta. Y me imagino lo que hacés... Pensaba que era una boludez lo que hacías, pero anoche...
- ¿Qué...?
- Anoche te entendí. Me encantó dormir abrazada por tu olor. La sensación de protección, de abrigo... Pero también me excité... Sin darme cuenta, me estaba tocando. Pensaba que mis dedos eran tus dedos. Que mis caricias eran las tuyas. Que me tocabas como la otra noche... Aspiré fuerte tu remera al acabar, te quería sentir adentro...
Yo estaba anonadado. Jamás pensé que ella vivía la situación así de fuerte como yo.
El cuerpo me temblaba, lo sentía endeble, frágil. Pero la pija la tenía rígida. Era inocultable...
Quise subir la apuesta y le pregunté:
- ¿Te arrepentís de no haber llegado a más esa noche...?
- Sí, ya te lo dije... Pero igual sigo creyendo que fué lo mejor. No dá. No dá que nos pasemos de ese límite. Ya lo que hicimos estuvo de más...
No podía evitar ver que ella me miraba el bulto, casi sin vergüenza.
- ¿De qué te arrepentís? Yo, de nada.- le dije.
- No... Arrepentirme no es la palabra...- me contestó.
- ¿Entonces? ¿Me vas a decir que no te gustaría sarparte una vez más conmigo...?
Ella, que vió la contracción que pegó mi poronga al proponérselo, se mordió un poco el labio, pero dijo.
- No sé... No es que no quiera. Es que está mal... No podemos Mumi. No podemos pasar esa línea...
Que me dijera Mumi me mató, en lo que iba de esos días estando solos, ella había evitado llamarme así. Más loco me puse.
Le dije:
- ¿Me vas a decir que no te gustaría tocarme?¿Que no te encantaría que te toque otra vez...?
- Ay, sí. Me encantaría, pero...
-¿No querés ver cómo se me pone dura por vos?¿La cantidad de leche, espesa y caliente que se me junta de solo tenerte cerca mío?
Otra vez, Romi, se mordió el labio.
- Pará. Pará Mumi. En serio...- me decía cerrando los ojos, como no queriendo ver, para no tentarse, o tal vez imaginándose la escena que le describía.
- Romi... Yo te tengo que confesar algo...- le dije apostando fuerte.
Ella me miró. Asustada y curiosa. El rubor le cubría las mejillas
- La otra noche, cuando dormimos juntos en tu habitación, yo me aproveché un poquito de vos...
- ¿Qué...?- me dijo ella tragando saliva-¿Que pasó?
- Es que estaba muy caliente y no me podía dormir...
- ¿Que hiciste?- me preguntó en un tono que no sabía si era enojo, miedo o calentura.
- Tenés que entender que fue después de aquellas caricias que nos hicimos... No te enojes... Pero estaba muy excitado...
- ¿¡Que hiciste!?- levantó la voz, usando un tono más imperativo.
- Te corrí la bombacha, te acomodé mi pija entre los labios de tu concha y empecé a frotarte ahí. Con la poronga... de a poco tus labios se fueron abriendo... cuando sentí el calor y la humedad que salía de tu cuerpo no me pude contener y acabé...
- ¿Me acabaste en la concha...? - dijo, en un tono que no lograba descifrar .
-Si. Por afuera... te embadurné los labios con mi leche... No te enojes, estaba sacado...
Pero no terminé la frase. Los ojitos de Romi brillaban. "Hijo de puta... Egoísta... Vos solo disfrutaste eso..." El tono era de reproche, pero no de enojo o rencor.
- Perdoname Romi, me pasé.
- No, hijo de puta... Me la debes esa. Me la debes y me la vas a pagar...
Me buscaba los ojos al decir eso.
- Me dejaste re caliente. Imaginando tu leche cubriendome... Tengo derecho a reclamarte por esto que hiciste... Tengo derecho a tener yo también ese recuerdo...
Con el dedo índice me punzaba el pecho, increpándome.
- Quiero que lo hagas denuevo. Quiero sentirlo... Pero solo por esta vez. No es que vaya a pasar nada más. Solo porque vos lo hiciste conmigo, antes...
Me miró fijo una vez más y finalmente dijo:
- ¿Me escuchaste? Me voy a acostar una siesta en la cama. Si estás de acuerdo, quiero que vengas y hagas lo mismo que hiciste esa noche conmigo. Si no venís, te entiendo...
Los pezones erectos le punzaban la tela de la musculosa que usaba. Se dió media vuelta y, al verla subir ágilmente la escalera, le miré la cola dónde, en pocos segundos, iba a estar apoyado, empujando mi pija, entre sus piernas hasta lograr abrir sus labios y derramar mi calentura en ella, una vez más.
..
Gracias por leer. Esta historia tiene una continuidad de 2 o 3 fragmentos a la semana. Disculpen si queda en momentos de tanta intriga
La historia continúa... Abajo está el link
Abajo vos podes:
Puntuar mi labor de 1 a 10.
Dejarme un comentario, bueno o malo.
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El principio de esta historia empieza acá:
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