Caro es hermosa. Tiene 19 añitos de pura hermosura. Unas tetas de novela. Los pezones rosaditos. Una cola que no podes parar de mirarle, preciosa. Una concha siempre depiladita, para chupársela a toda hora. Y un clítoris... bueno, un clítoris fuera de serie, increíble, único. Basta que le de dos o tres besos, que le chupe un poco la lengua, y se le para. Se le para y se moja como una gata en celo. Y ahí nomás le pego una buena chupada de concha, y mientras se retuerce de placer la pendeja su clítoris adquiere dimensiones increíbles, se le para como una micro pija ante el contacto con mi lengua y se le pone terriblemente duro. Riquísimo.
Hoy les voy a contar como la conocí. Caigo a un cumpleaños en Ramos Mejía. Un amigo de un amigo, la típica. Mi amigo tiene 24 años, que era el promedio de edad de la fiesta. Me sentía medio viejo choto, más que nada porque no conocía a casi nadie, aunque tengo muchos amigos de esa edad. Diciembre, mucho calor, había armada una barra de tragos en el jardín de la casa, que era muy amplio, buena música, y gente por todo el lugar. Trago va, trago viene, fui conociendo gente que me presentaba mi amigo. Cuando ella llegó, con dos amigas, no pasaron desapercibidas.
Caro tenía puesto un solerito que dejaba apreciar sus curvas perfectas y unas piernas hermosas.
Enseguida se unió a la ronda de gente en la que estaba incluido yo, y tras los saludos de rigor se prendió en la charla. Intenté mirarla a sus ojos verdes, pero el escote que traía era criminal. Bajo ese solero se adivinaban un par de tetas alucinantes. Cuando me di cuenta que me estaba mirando, me quería matar. Yo seguía con mis ojos clavados en su escote. Corrí la vista rápido y me hice el boludo, pero ya era tarde, estaba escrachado. No suelen gustarme las pendejas, más bien me gustan las minas grandes, de más de 40. Pero con el transcurrir de la noche me gustaba cada vez más. Su sonrisa era magnífica. Una boca más que sensual. Reía todo el tiempo. Hablaba muy bien además, muy madura para su edad. La noche siguió entre risas, alcohol y baile (sobre todo las chicas, yo estaba acodado a la barra). Mi amigo se perdió por ahí, la ronda se deshizo y quedé solo en la barra.
-Ufff qué calor! - escuché a mis espaldas.
Me di vuelta. Era Caro que venía de bailar un rato largo.
-Si - le confirmo algo obvio - hace mucho calor.
-Bueno, ahí sentado tomando no sé si hace tanto - me provoca.
-Jaja soy viejo yo - le digo - Tengo las rodillas de mi abuela ya.
-Bueno, viejo! Cuántos años tenés?
-36
-Ahh... estás muy bien - me dice Caro - pareces de menos.
-Sí, nunca me dan más de 35 y 11 meses - bromeo.
-Jajaja - se ríe con ganas.
-Pedí lo que quieras, yo invito! - vuelvo a bromear (era barra libre), su risa me dio confianza.
Hablamos un buen rato sin interrupciones, ni recuerdo bien de qué. Intentaba mirarla a los ojos, lo juro, pero el alcohol y ese vestido me estaban ganando el desafío. Lo que recuerdo bien es en qué derivó la charla.
-Sos muy linda Caro, lástima que no tengas unos años más... o yo unos menos - la pinché.
-No me gustan los chicos de mi edad, son muy inmaduros - me contestó.
-Yo ya estoy casi podrido de tan maduro - volví a tirar la caña entre risas.
-No... vos estás muy bien, no te hagas el humilde... sos muy lindo además - me sorprendió.
-No hace falta que mientas, me caes bien igual.
-No te miento... sos lindo. Muy.
-Bueno, que honor que me lo diga la más linda de la fiesta! - ataqué directo a la yugular.
-Jajaja, gracias, ahora el que miento sos vos! - me chicaneo.
La charla siguió entre risas, alcohol y miradas más que sugerentes... solo un rato más, porque ya no quería ni podía aguantarme las ganas de comerle la boca.
-La verdad que me calentás mucho pendeja - se me soltó la cadena.
-Ah sí!? Y que pensás hacer al respecto viejito!? - me dio pie.
-Si fuera por mí te llevo allá atrás de esos árboles y te enseño un par de cosas... pero no sé si te la vas a bancar - jugué mi última carta.
-Mmmm me parece que el que no se la bancaría es Ud. señor mayor - me dijo y me detonó la cabeza.
La agarré de la mano y la llevé al rincón más oscuro de ese jardín. Nuestras bocas se buscaron inmediatamente. Nuestras lenguas se enredaron en un beso muy caliente. Mis manos buscaron sus muslos por debajo del vestido. En seguida subieron hasta su culo. Redondo, duro, un espectáculo de culo. Ella empezó a emitir gemiditos ante mis caricias y besos. No aguanté más y empecé a manosearle esas tetas increíbles. Ella incrementó los gemidos. Le corrí un bretel y empecé a lamerle su hermoso pezón.
-Pará - me dijo - hay mucha gente, puede vernos alguien acá.
-Yo no doy más pendeja, te quiero coger toda -escupí sin vueltas.
-Vení, vamos adentro que conozco la casa.
Me llevó hasta uno de los dormitorios. Entramos y cerró la puerta con llave.
-Acá no nos van a molestar - me dijo con una voz y una mirada de puta que me dejaron la verga babeando.
Nuevamente nuestras lenguas se trenzaron en lucha. Esta vez le bajé los dos breteles. Sus tetas eran una obra de arte. Le lamí bien despacito sus pezones rosaditos. Pude notar cómo se ponían duros dentro de mi boca. Ella empezó a darme besos en el cuello. Empezó a desprenderme los botones de la camisa, mientras recorría mi pecho y mi abdomen con sus besos. Me desprendió el cinturón y el jean, que cayó hasta mis tobillos. Me empujó de espaldas sobre la cama. Sacó mi verga del boxer y empezó a pasarme la lengua en la cabeza. Lo hacía muy bien. Iba con su lengua desde mis huevos hasta la cabeza, lamiendo todo el tronco. Sus tetas se bamboleaban asombrosamente.
No iba a aguantar mucho, así que me incorporé y la puse a ella sobre la cama. Le subí el solero de manera que le quedó enroscado en la cintura. Tenía una bombachita blanca de algodón. Mi calentura subió a temperaturas infernales, me excitan mucho. La muy puta estaba completamente empapada. Le saqué la bombacha y con dos dedos le abrí los labios. Con la primera lamida que le di ella se retorció y gimió como si estuviera por acabar. Claramente se notaba que no había sido chupada muchas veces esa concha, o por lo menos no como se debía.
Mi lengua subió, bajó, dibujó círculos en toda su vulva, para concentrarme finalmente en su clítoris. No soy un animal, pero puedo decir que estuve con una buena cantidad de mujeres a lo largo de mi vida. Y el clítoris que tiene Caro es pocas veces visto. A medida que se lo iba chupando, lamiendo, pajeando con mis dedos, tomaba dimensiones de locura, hasta quedar parado prácticamente como una micro pija. Los gritos de placer y la forma en que le temblaban las piernas me hizo entender que iba a tener un orgasmo antológico.
-Te gusta puta?! - le grité casi.
-Mmmmm si papi! - me dijo entre gemidos.
-Querés que pare pendeja?
-Noooo Tete, seguí...
-No te escucho putita... qué querés que haga!? -provoqué.
-Chupame la concha Tete! - suplicó.
-Bueno pendeja, te la chupo, pero quiero que me acabes en la boca - le ordené.
Caro se vino en mi boca entre grititos de placer y espasmos de todo su cuerpo.
-Te gustó pendeja? - la encaré -Ahora vas a ser mía.
-Mmmm si Tete, cogeme toda - dijo con un hilo de vos.
Puse sus piernas sobre mis hombros y apoye la cabeza de mi verga contra su conchita, que era muy estrecha todavía. Ella tiraba la cabeza para atrás y no dejaba de gemir. La penetré sin contemplaciones. Por más que estaba muy húmeda, me costaba meterle mi pija en su conchita adolescente. Sus gemidos se convirtieron en pequeños gritos y caras de dolor.
-Te gusta pendeja puta!? Te voy a abrir toda! - dije para tantear hasta dónde le dolía.
-Si hijo de puta, abrime toda la concha! Cogeme toda! - gritó desbocada.
Entre la calentura que yo tenía, los gritos de Caro, y lo apretada de su conchita, mi verga estaba por explotar. La saqué justo para que toda mi leche cayera en sus tetas y parte de su cara.
Nos vestimos y volvimos a la fiesta. Nadie pareció notar nuestra ausencia. O sí, no sé... la verdad no me importaba.
Hoy les voy a contar como la conocí. Caigo a un cumpleaños en Ramos Mejía. Un amigo de un amigo, la típica. Mi amigo tiene 24 años, que era el promedio de edad de la fiesta. Me sentía medio viejo choto, más que nada porque no conocía a casi nadie, aunque tengo muchos amigos de esa edad. Diciembre, mucho calor, había armada una barra de tragos en el jardín de la casa, que era muy amplio, buena música, y gente por todo el lugar. Trago va, trago viene, fui conociendo gente que me presentaba mi amigo. Cuando ella llegó, con dos amigas, no pasaron desapercibidas.
Caro tenía puesto un solerito que dejaba apreciar sus curvas perfectas y unas piernas hermosas.
Enseguida se unió a la ronda de gente en la que estaba incluido yo, y tras los saludos de rigor se prendió en la charla. Intenté mirarla a sus ojos verdes, pero el escote que traía era criminal. Bajo ese solero se adivinaban un par de tetas alucinantes. Cuando me di cuenta que me estaba mirando, me quería matar. Yo seguía con mis ojos clavados en su escote. Corrí la vista rápido y me hice el boludo, pero ya era tarde, estaba escrachado. No suelen gustarme las pendejas, más bien me gustan las minas grandes, de más de 40. Pero con el transcurrir de la noche me gustaba cada vez más. Su sonrisa era magnífica. Una boca más que sensual. Reía todo el tiempo. Hablaba muy bien además, muy madura para su edad. La noche siguió entre risas, alcohol y baile (sobre todo las chicas, yo estaba acodado a la barra). Mi amigo se perdió por ahí, la ronda se deshizo y quedé solo en la barra.
-Ufff qué calor! - escuché a mis espaldas.
Me di vuelta. Era Caro que venía de bailar un rato largo.
-Si - le confirmo algo obvio - hace mucho calor.
-Bueno, ahí sentado tomando no sé si hace tanto - me provoca.
-Jaja soy viejo yo - le digo - Tengo las rodillas de mi abuela ya.
-Bueno, viejo! Cuántos años tenés?
-36
-Ahh... estás muy bien - me dice Caro - pareces de menos.
-Sí, nunca me dan más de 35 y 11 meses - bromeo.
-Jajaja - se ríe con ganas.
-Pedí lo que quieras, yo invito! - vuelvo a bromear (era barra libre), su risa me dio confianza.
Hablamos un buen rato sin interrupciones, ni recuerdo bien de qué. Intentaba mirarla a los ojos, lo juro, pero el alcohol y ese vestido me estaban ganando el desafío. Lo que recuerdo bien es en qué derivó la charla.
-Sos muy linda Caro, lástima que no tengas unos años más... o yo unos menos - la pinché.
-No me gustan los chicos de mi edad, son muy inmaduros - me contestó.
-Yo ya estoy casi podrido de tan maduro - volví a tirar la caña entre risas.
-No... vos estás muy bien, no te hagas el humilde... sos muy lindo además - me sorprendió.
-No hace falta que mientas, me caes bien igual.
-No te miento... sos lindo. Muy.
-Bueno, que honor que me lo diga la más linda de la fiesta! - ataqué directo a la yugular.
-Jajaja, gracias, ahora el que miento sos vos! - me chicaneo.
La charla siguió entre risas, alcohol y miradas más que sugerentes... solo un rato más, porque ya no quería ni podía aguantarme las ganas de comerle la boca.
-La verdad que me calentás mucho pendeja - se me soltó la cadena.
-Ah sí!? Y que pensás hacer al respecto viejito!? - me dio pie.
-Si fuera por mí te llevo allá atrás de esos árboles y te enseño un par de cosas... pero no sé si te la vas a bancar - jugué mi última carta.
-Mmmm me parece que el que no se la bancaría es Ud. señor mayor - me dijo y me detonó la cabeza.
La agarré de la mano y la llevé al rincón más oscuro de ese jardín. Nuestras bocas se buscaron inmediatamente. Nuestras lenguas se enredaron en un beso muy caliente. Mis manos buscaron sus muslos por debajo del vestido. En seguida subieron hasta su culo. Redondo, duro, un espectáculo de culo. Ella empezó a emitir gemiditos ante mis caricias y besos. No aguanté más y empecé a manosearle esas tetas increíbles. Ella incrementó los gemidos. Le corrí un bretel y empecé a lamerle su hermoso pezón.
-Pará - me dijo - hay mucha gente, puede vernos alguien acá.
-Yo no doy más pendeja, te quiero coger toda -escupí sin vueltas.
-Vení, vamos adentro que conozco la casa.
Me llevó hasta uno de los dormitorios. Entramos y cerró la puerta con llave.
-Acá no nos van a molestar - me dijo con una voz y una mirada de puta que me dejaron la verga babeando.
Nuevamente nuestras lenguas se trenzaron en lucha. Esta vez le bajé los dos breteles. Sus tetas eran una obra de arte. Le lamí bien despacito sus pezones rosaditos. Pude notar cómo se ponían duros dentro de mi boca. Ella empezó a darme besos en el cuello. Empezó a desprenderme los botones de la camisa, mientras recorría mi pecho y mi abdomen con sus besos. Me desprendió el cinturón y el jean, que cayó hasta mis tobillos. Me empujó de espaldas sobre la cama. Sacó mi verga del boxer y empezó a pasarme la lengua en la cabeza. Lo hacía muy bien. Iba con su lengua desde mis huevos hasta la cabeza, lamiendo todo el tronco. Sus tetas se bamboleaban asombrosamente.
No iba a aguantar mucho, así que me incorporé y la puse a ella sobre la cama. Le subí el solero de manera que le quedó enroscado en la cintura. Tenía una bombachita blanca de algodón. Mi calentura subió a temperaturas infernales, me excitan mucho. La muy puta estaba completamente empapada. Le saqué la bombacha y con dos dedos le abrí los labios. Con la primera lamida que le di ella se retorció y gimió como si estuviera por acabar. Claramente se notaba que no había sido chupada muchas veces esa concha, o por lo menos no como se debía.
Mi lengua subió, bajó, dibujó círculos en toda su vulva, para concentrarme finalmente en su clítoris. No soy un animal, pero puedo decir que estuve con una buena cantidad de mujeres a lo largo de mi vida. Y el clítoris que tiene Caro es pocas veces visto. A medida que se lo iba chupando, lamiendo, pajeando con mis dedos, tomaba dimensiones de locura, hasta quedar parado prácticamente como una micro pija. Los gritos de placer y la forma en que le temblaban las piernas me hizo entender que iba a tener un orgasmo antológico.
-Te gusta puta?! - le grité casi.
-Mmmmm si papi! - me dijo entre gemidos.
-Querés que pare pendeja?
-Noooo Tete, seguí...
-No te escucho putita... qué querés que haga!? -provoqué.
-Chupame la concha Tete! - suplicó.
-Bueno pendeja, te la chupo, pero quiero que me acabes en la boca - le ordené.
Caro se vino en mi boca entre grititos de placer y espasmos de todo su cuerpo.
-Te gustó pendeja? - la encaré -Ahora vas a ser mía.
-Mmmm si Tete, cogeme toda - dijo con un hilo de vos.
Puse sus piernas sobre mis hombros y apoye la cabeza de mi verga contra su conchita, que era muy estrecha todavía. Ella tiraba la cabeza para atrás y no dejaba de gemir. La penetré sin contemplaciones. Por más que estaba muy húmeda, me costaba meterle mi pija en su conchita adolescente. Sus gemidos se convirtieron en pequeños gritos y caras de dolor.
-Te gusta pendeja puta!? Te voy a abrir toda! - dije para tantear hasta dónde le dolía.
-Si hijo de puta, abrime toda la concha! Cogeme toda! - gritó desbocada.
Entre la calentura que yo tenía, los gritos de Caro, y lo apretada de su conchita, mi verga estaba por explotar. La saqué justo para que toda mi leche cayera en sus tetas y parte de su cara.
Nos vestimos y volvimos a la fiesta. Nadie pareció notar nuestra ausencia. O sí, no sé... la verdad no me importaba.
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