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No había amanecido todavía y el clima seguía lluvioso cuando desperté en el sillón, después de haber vivido aquella situación, tan caliente y extraña, con Romina, mi hermana.
Nos habíamos quedado dormidos, acurrucados en el sillón luego de habernos frotado, con la ropa puesta, hasta acabar.
Habíamos estado bastante ebrios y deshinibidos.
Ahora despertaba, solo, en el living. Tapado por la frazada que habían usado las chicas para no tener frío.
¿Que pasó? ¿Pasó todo lo que creo que pasó?
Mi entrepierna muestra la mancha de semen que evidencia que realmente tuve un orgasmo...
Cómo pude, sintiendo una fuerte resaca por todo lo que tomamos, me levanté y me dirigí a mi habitación. No quería que mis viejos me encontraran así. Borracho y manchado.
Antes de entrar en mi habitación me asomé a la de mi hermana: las tres chicas dormían profundamente amontonadas en la cama. Romina tenía la cola al aire, la bombacha desajustada, y creo que hasta notaba una zona más oscura en la tela, producto, quizá, de mi esperma o, tal vez, de su propio flujo.
La miré un instante más. La pija me reaccionaba nuevamente. Una de las chicas se movió. Cerré la puerta y me fuí a la cama antes de que me vieran.
Me costó despegarme la tela del boxer del miembro, lo tenía como pegado. Sentía, fuerte, el olor característico del semen.
Antes de quedarme dormido me descargué nuevamente sobre la ropa manchada, pensando en la cola de mi hermana y todo lo que había pasado en la noche. Tire el boxer abajo de la cama y caí rendido del cansancio.
Al día siguiente, al levantarme, me encontré en casa, solo con mis padres. Romina se había ido a lo de sus amigas por el fin de semana.
La situación me generó cierta desolación, quería verla ese día. Quería saber si ella había estado conciente cuando sucedió aquello. Inclusive quería confirmar si no había sido, solamente, una fantasía o un sueño.
No podía dejar de pensar en ella.
Además no la iba a volver a ver hasta el lunes. Se me hacía mucho tiempo. Un tiempo intolerable.
Esos dos días, me volví loco. Me preguntaba si Romina se había ido por lo que había pasado. Si había reaccionado mal y no quería enfrentar la situación.
No sé ... ¿Y si estaba tan borracha que ni se acordaba? Era una posibilidad.
"Te quiero" me dijo después de haberme rozado la concha, en toda su extensión, por encima del bulto de mi pija, hasta que acabamos juntos.
¿Me lo había dicho a mí? ¿O quizás se imaginaba que estaba con otro?
¿Que pasó cuando se despertó y se dio cuenta que estábamos durmiendo abrazados en el sillón? ¿Se habrá molestado? ¿Le habrá dado asco?
Necesitaba verla. Necesitaba saber, para bien o para mal lo que le pasaba a ella con todo esto.
Fueron horas agitadas. La cabeza me ardía. La cabeza y el cuerpo. Porque, al margen de lo que ella supiera, sintiera o pensara, estaba mi propia reacción a lo que había pasado. Y, si bien, sentía cierto remordimiento o incomodidad al respecto, debo admitir que la situación me generaba una sensación de calentura y deseo, aún más grande que antes.
La situación experimentada con mi hermana - que no había sido plenamente una relación sexual- me había dejado con ganas de más. Con ganas de sentirla más profundamente. Con ganas de que nuestros sexos se rozaran piel contra piel. Con ganas de besarla, fuerte, en ese momento. Con ganas de lamerle los pechos y ... entrar en ella...
No sé cómo soporté la situación. Pero llegó el lunes y fué peor.
Romina no volvió.
Se habían ido a la costa por unos días. La familia de su amiga Ludmila tiene un departamento frente al mar y lo alquilan durante el verano. Pero justo, entre inquilino e inquilino, les quedó un bache de 4 o 5 días con el departamento vacío y decidieron ir allá a aprovecharlo.
Ni siquiera pude verla cuando pasó por casa a buscar ropa. Me enteré de todo esa tarde de lunes al volver de entrenar.
No la iba a ver hasta el próximo fin de semana.
¿Me habrá evitado apropósito?
En su habitación había dejado todo tirado. Parecía el resultado de un terreno. Cosas, ropas, papeles, por todos lados.
En un rincón estaba el canasto con la ropa sucia a tope.
Me acosté en su cama y hurgué en el canasto. Prendas de todo tipo había ahí.
Primero tomé una musculosa. No pude evitar olerla. Tenía su aroma. No solo el perfume que usa. Su aroma. El aroma de su piel. De sus poros. El mismo aroma que respiré en su cuello, al acabar, la noche aquella. No pude evitar la erección.
Recorrí todo el contenido del canasto. Olí todas sus prendas. Algunas, en las que casi no sentía nada, y algunas que tenían un fuerte aroma, a sudor incluso. Todo me excitaba más.
Finalmente encontré dos bombachas. Una en especial conservaba intacto el aroma de su entrepierna. Tenía, también, una mancha blanquecina producto del flujo. Llevándome a la nariz esa parte manchada de la tela, aspiré fuerte, mientras me envolvía la otra bombacha alrededor de la pija y me la frotaba.
De la locura que me generaba su olor, estiré la lengua hasta palpar la mancha con la puntita. La primera sensación fué extraña, un poco amarga, pero muy excitante. Era el flujo de su sexo. El sabor puro de la concha de Romina.
La excitación me ganó, pronto tenía todo el tramo de la bombacha que cubre su vagina metido en la boca.
No pude evitar acabar.
Manché la otra bombacha y parte de su cama, incluso un chorro fue a parar al canasto de ropa.
Me limpié bien la pija con algunas de sus prendas y, después de reponerme, llevé todo a lavar.
Mientras observaba girar el lavarropas tomé la decisión.
Me iba a la costa.
Lo antes posible. Conocía el departamento de Ludmila. Sabía la dirección.
Ya no soportaba no verla.
La necesitaba...
Gracia por leer. Disculpen los capítulos breves, el fin de año me deja poco tiempo y prefiero publicar aunque sea de a poco.
Abajo vos podes:
Puntuar mi labor de 1 a 10.
Dejarme un comentario, bueno o malo.
Seguirme si te gustó la historia. (Subo material propio todas las semanas)
La historia sigue acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3901920/El-primer-secreto-con-mi-hermana-6.html
El principio de esta historia:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3893443/El-primer-secreto-con-mi-hermana-1.html
Otras historias calientes:
https://poringa.net/posts/relatos/3873512/Otra-noche-de-cuernos-La-cunadita.html
https://poringa.net/posts/relatos/3804312/La-extrana-relacion-entre-mi-mujer-y-su-hermana-VIII.html
https://poringa.net/posts/relatos/3835263/Cuernos-2-Que-paso-esa-noche-La-mujer.html
Más en:
https://poringa.net/martinfcd/posts
No había amanecido todavía y el clima seguía lluvioso cuando desperté en el sillón, después de haber vivido aquella situación, tan caliente y extraña, con Romina, mi hermana.
Nos habíamos quedado dormidos, acurrucados en el sillón luego de habernos frotado, con la ropa puesta, hasta acabar.
Habíamos estado bastante ebrios y deshinibidos.
Ahora despertaba, solo, en el living. Tapado por la frazada que habían usado las chicas para no tener frío.
¿Que pasó? ¿Pasó todo lo que creo que pasó?
Mi entrepierna muestra la mancha de semen que evidencia que realmente tuve un orgasmo...
Cómo pude, sintiendo una fuerte resaca por todo lo que tomamos, me levanté y me dirigí a mi habitación. No quería que mis viejos me encontraran así. Borracho y manchado.
Antes de entrar en mi habitación me asomé a la de mi hermana: las tres chicas dormían profundamente amontonadas en la cama. Romina tenía la cola al aire, la bombacha desajustada, y creo que hasta notaba una zona más oscura en la tela, producto, quizá, de mi esperma o, tal vez, de su propio flujo.
La miré un instante más. La pija me reaccionaba nuevamente. Una de las chicas se movió. Cerré la puerta y me fuí a la cama antes de que me vieran.
Me costó despegarme la tela del boxer del miembro, lo tenía como pegado. Sentía, fuerte, el olor característico del semen.
Antes de quedarme dormido me descargué nuevamente sobre la ropa manchada, pensando en la cola de mi hermana y todo lo que había pasado en la noche. Tire el boxer abajo de la cama y caí rendido del cansancio.
Al día siguiente, al levantarme, me encontré en casa, solo con mis padres. Romina se había ido a lo de sus amigas por el fin de semana.
La situación me generó cierta desolación, quería verla ese día. Quería saber si ella había estado conciente cuando sucedió aquello. Inclusive quería confirmar si no había sido, solamente, una fantasía o un sueño.
No podía dejar de pensar en ella.
Además no la iba a volver a ver hasta el lunes. Se me hacía mucho tiempo. Un tiempo intolerable.
Esos dos días, me volví loco. Me preguntaba si Romina se había ido por lo que había pasado. Si había reaccionado mal y no quería enfrentar la situación.
No sé ... ¿Y si estaba tan borracha que ni se acordaba? Era una posibilidad.
"Te quiero" me dijo después de haberme rozado la concha, en toda su extensión, por encima del bulto de mi pija, hasta que acabamos juntos.
¿Me lo había dicho a mí? ¿O quizás se imaginaba que estaba con otro?
¿Que pasó cuando se despertó y se dio cuenta que estábamos durmiendo abrazados en el sillón? ¿Se habrá molestado? ¿Le habrá dado asco?
Necesitaba verla. Necesitaba saber, para bien o para mal lo que le pasaba a ella con todo esto.
Fueron horas agitadas. La cabeza me ardía. La cabeza y el cuerpo. Porque, al margen de lo que ella supiera, sintiera o pensara, estaba mi propia reacción a lo que había pasado. Y, si bien, sentía cierto remordimiento o incomodidad al respecto, debo admitir que la situación me generaba una sensación de calentura y deseo, aún más grande que antes.
La situación experimentada con mi hermana - que no había sido plenamente una relación sexual- me había dejado con ganas de más. Con ganas de sentirla más profundamente. Con ganas de que nuestros sexos se rozaran piel contra piel. Con ganas de besarla, fuerte, en ese momento. Con ganas de lamerle los pechos y ... entrar en ella...
No sé cómo soporté la situación. Pero llegó el lunes y fué peor.
Romina no volvió.
Se habían ido a la costa por unos días. La familia de su amiga Ludmila tiene un departamento frente al mar y lo alquilan durante el verano. Pero justo, entre inquilino e inquilino, les quedó un bache de 4 o 5 días con el departamento vacío y decidieron ir allá a aprovecharlo.
Ni siquiera pude verla cuando pasó por casa a buscar ropa. Me enteré de todo esa tarde de lunes al volver de entrenar.
No la iba a ver hasta el próximo fin de semana.
¿Me habrá evitado apropósito?
En su habitación había dejado todo tirado. Parecía el resultado de un terreno. Cosas, ropas, papeles, por todos lados.
En un rincón estaba el canasto con la ropa sucia a tope.
Me acosté en su cama y hurgué en el canasto. Prendas de todo tipo había ahí.
Primero tomé una musculosa. No pude evitar olerla. Tenía su aroma. No solo el perfume que usa. Su aroma. El aroma de su piel. De sus poros. El mismo aroma que respiré en su cuello, al acabar, la noche aquella. No pude evitar la erección.
Recorrí todo el contenido del canasto. Olí todas sus prendas. Algunas, en las que casi no sentía nada, y algunas que tenían un fuerte aroma, a sudor incluso. Todo me excitaba más.
Finalmente encontré dos bombachas. Una en especial conservaba intacto el aroma de su entrepierna. Tenía, también, una mancha blanquecina producto del flujo. Llevándome a la nariz esa parte manchada de la tela, aspiré fuerte, mientras me envolvía la otra bombacha alrededor de la pija y me la frotaba.
De la locura que me generaba su olor, estiré la lengua hasta palpar la mancha con la puntita. La primera sensación fué extraña, un poco amarga, pero muy excitante. Era el flujo de su sexo. El sabor puro de la concha de Romina.
La excitación me ganó, pronto tenía todo el tramo de la bombacha que cubre su vagina metido en la boca.
No pude evitar acabar.
Manché la otra bombacha y parte de su cama, incluso un chorro fue a parar al canasto de ropa.
Me limpié bien la pija con algunas de sus prendas y, después de reponerme, llevé todo a lavar.
Mientras observaba girar el lavarropas tomé la decisión.
Me iba a la costa.
Lo antes posible. Conocía el departamento de Ludmila. Sabía la dirección.
Ya no soportaba no verla.
La necesitaba...
Gracia por leer. Disculpen los capítulos breves, el fin de año me deja poco tiempo y prefiero publicar aunque sea de a poco.
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El principio de esta historia:
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7 comentarios - El primer secreto con mi hermana. (5)
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