tanto Ana como yo habríamos quedado de acuerdo en que hablaríamos con nuestras parejas para que supieran en donde íbamos a estar, pues muy probablemente no llegaríamos ese día a dormir. Ninguna de las dos tuvimos inconvenientes, pues nuestras parejas nos conocen y saben que mis amigas y yo nos vemos más como hermanas que amigas.
Nos fuimos a un bar a festejar. Compramos una botella y estuvimos escuchando música y bailando hasta cerca de la una de la madrugada. Como íbamos solas, no faltaron los amables que querían estar muy cercas de nosotras, pero la verdad es que hasta el momento no teníamos eso en mente.
Salimos del bar y en seguida nos fuimos a buscar otra botella para seguir la fiesta en el departamento de Flor. Ya estando ahí hablamos nuestras cosas, nuestras intimidades y entonces surgió la idea; buscamos en internet una página de strippers y solicitamos el servicio de dos muchachos para que le pusieran algo de ambiente al momento. Efectivamente, en media hora ya estaban ahí, pero antes de que llegaran, buscamos que Flor estuviera muy sexy para el momento.
Se puso un camisón transparente sin ropa interior; se le apreciaban claramente los pechos y los bellos del sexo. Ana y yo nos quedamos como estábamos. Ana llevaba unos jeans de mezclilla súper ajustados, casi embarrados y se le podía apreciar un culo muy bonito, firme y redondo; una blusa estrecha y tacones altos. Yo llevaba una minifalda de mezclilla que hacía combinar con un chaleco del mismo tipo, una blusa ajustada y tacones. Sólo que además, me había puesto unas medias en color Champagne con silicona que me ajustaba arriba de los muslos, casi cerca de la ingle.
Cuando llegaron los chicos, Ana y yo les explicamos de que se trataba y que queríamos que la atendieran bien, especialmente a ella. Así lo hicieron. Pusimos música y comenzaron a bailarle a ella, a seducirla, a manosearla y Flor estaba encantada. Como era lógico, tanto Ana como yo, cada vez que se daba la oportunidad, tratábamos de acariciar a los chicos, especialmente sus nalgas, estaban divinos.
Uno de ellos nos dijo, si gustan, para que estemos parejos, le puedo hablar a un amigo, esto va a ser sin costo para ustedes. Ana y yo nos volteamos a ver a los ojos con mucha picardía y aceptamos, estábamos fascinadas.
Tardó como 25 o 30 minutos en llegar el otro y wow, ahora sí, estábamos completos. Para esto, Flor estaba tan excitada que no aguantó más y terminó llevándose a uno de los chicos a su recamara. Nos quedamos en la sala Ana, los otros dos chicos y yo; ellos seguían bailando y 10 minutos después estaban completamente desnudos.
Movían sus cuerpo frente a nosotras, sus músculos brincaban, sus vergas se movían al ritmo de la música y nos las pasaban muy cerca de la cara, de la boca, como ofreciéndonoslas. Le dije a Ana, que onda, vamos? Me contesta va.
Tomé a uno de ellos de la mano y me lo llevé a la otra recamara; en la sala solo se quedaron Ana y el otro stripper.
De forma muy hábil me tomó de la mano y me recostó en la cama; me abrió las piernas, me comenzó a mamar la panocha por encima de mi tanga y después me la quitó. Me daba unas mordisqueadas en el clitoris que estaba a punto del orgasmo.
Me quite la ropa, sólo me quedé con las medias puestas junto con los tacones, de lo demás, me despoje. Me tomó de la cintura y me dijo, ponte como perrita, así te quiero coger. Me puse en cuatro sobre la cama, sacó de su pantalón un condón y me pidió que se lo pusiera con la boca, muy obediente acepté. Se puso detrás de mí y poco a poco me fue metiendo su verga hasta que sentí como entró su cabecita; después de un solo empujón, me la dejo ir toda; la verdad es que la tenía deliciosa; gruesa, más que la de mi esposo y más larga todavía. Me sujeto primero de las caderas y comenzó a moverse de tal forma que parecía un experto al hacerlo. Sus movimientos fueron más rápidos y yo comencé a jadear, me dijo, quiero escuchar como le hacen las perras cuando se las están cogiendo, quiero que ladres y que te comportes como la perra que eres.
Sus palabras, lejos de ofenderme, me encendían aún más. Comencé a ladra y a gemir. Cuando hacía eso, sentía como eran más fuertes sus embestidas, entonces entendí. Seguía ladrando y gimiendo, entonces me tomó del cabello y me jalaba hacía atrás, mientras él empujaba su cuerpo hacia el frente y toda su verga la sentía hasta mis ovarios.
Después se salió, me recostó en la cama, tomó mis piernas y las puso en sus hombros. Me preguntaba, te gusta mi verga? A lo cual, yo respondía, me encanta, por favor, cógeme más, no te salgas; déjame ser tu puta, solo eso quiero. Cuando me dijo, eres casada? Si, contesté, pero él no me coge como tú.
Nuevamente me puso en cuatro, primero me metió un dedo, después me escupió el culo y muy lentamente me fue cogiendo por el culo. Sentía que me partía en dos, pero estaba tan caliente que no quería que dejara de hacerlo.
Después de unas cinco embestidas se salió de mi, se quitó el condón y me metió la verga en la boca. Se vino por chorros de su hirviente semen. Yo no lo solté hasta que no derramó la última gota de semen, lo dejé vacío.
Al termino de esto, nos cambiamos y al salir, ya nos estaban esperando. Se despidieron y eso sí, nos dejaron sus números privados, para que si hubiera nuevamente una fiesta, hablaremos directamente con ellos y no con su agencia; eso me encantó. Cuando salían del departamento, quien estuvo conmigo, me pidió que le regalara mi tanga; sin importarme que todos estuvieran viendo, me subí la minifalda, me quite la tanga y se la di con un beso en la boca;
Nos fuimos a un bar a festejar. Compramos una botella y estuvimos escuchando música y bailando hasta cerca de la una de la madrugada. Como íbamos solas, no faltaron los amables que querían estar muy cercas de nosotras, pero la verdad es que hasta el momento no teníamos eso en mente.
Salimos del bar y en seguida nos fuimos a buscar otra botella para seguir la fiesta en el departamento de Flor. Ya estando ahí hablamos nuestras cosas, nuestras intimidades y entonces surgió la idea; buscamos en internet una página de strippers y solicitamos el servicio de dos muchachos para que le pusieran algo de ambiente al momento. Efectivamente, en media hora ya estaban ahí, pero antes de que llegaran, buscamos que Flor estuviera muy sexy para el momento.
Se puso un camisón transparente sin ropa interior; se le apreciaban claramente los pechos y los bellos del sexo. Ana y yo nos quedamos como estábamos. Ana llevaba unos jeans de mezclilla súper ajustados, casi embarrados y se le podía apreciar un culo muy bonito, firme y redondo; una blusa estrecha y tacones altos. Yo llevaba una minifalda de mezclilla que hacía combinar con un chaleco del mismo tipo, una blusa ajustada y tacones. Sólo que además, me había puesto unas medias en color Champagne con silicona que me ajustaba arriba de los muslos, casi cerca de la ingle.
Cuando llegaron los chicos, Ana y yo les explicamos de que se trataba y que queríamos que la atendieran bien, especialmente a ella. Así lo hicieron. Pusimos música y comenzaron a bailarle a ella, a seducirla, a manosearla y Flor estaba encantada. Como era lógico, tanto Ana como yo, cada vez que se daba la oportunidad, tratábamos de acariciar a los chicos, especialmente sus nalgas, estaban divinos.
Uno de ellos nos dijo, si gustan, para que estemos parejos, le puedo hablar a un amigo, esto va a ser sin costo para ustedes. Ana y yo nos volteamos a ver a los ojos con mucha picardía y aceptamos, estábamos fascinadas.
Tardó como 25 o 30 minutos en llegar el otro y wow, ahora sí, estábamos completos. Para esto, Flor estaba tan excitada que no aguantó más y terminó llevándose a uno de los chicos a su recamara. Nos quedamos en la sala Ana, los otros dos chicos y yo; ellos seguían bailando y 10 minutos después estaban completamente desnudos.
Movían sus cuerpo frente a nosotras, sus músculos brincaban, sus vergas se movían al ritmo de la música y nos las pasaban muy cerca de la cara, de la boca, como ofreciéndonoslas. Le dije a Ana, que onda, vamos? Me contesta va.
Tomé a uno de ellos de la mano y me lo llevé a la otra recamara; en la sala solo se quedaron Ana y el otro stripper.
De forma muy hábil me tomó de la mano y me recostó en la cama; me abrió las piernas, me comenzó a mamar la panocha por encima de mi tanga y después me la quitó. Me daba unas mordisqueadas en el clitoris que estaba a punto del orgasmo.
Me quite la ropa, sólo me quedé con las medias puestas junto con los tacones, de lo demás, me despoje. Me tomó de la cintura y me dijo, ponte como perrita, así te quiero coger. Me puse en cuatro sobre la cama, sacó de su pantalón un condón y me pidió que se lo pusiera con la boca, muy obediente acepté. Se puso detrás de mí y poco a poco me fue metiendo su verga hasta que sentí como entró su cabecita; después de un solo empujón, me la dejo ir toda; la verdad es que la tenía deliciosa; gruesa, más que la de mi esposo y más larga todavía. Me sujeto primero de las caderas y comenzó a moverse de tal forma que parecía un experto al hacerlo. Sus movimientos fueron más rápidos y yo comencé a jadear, me dijo, quiero escuchar como le hacen las perras cuando se las están cogiendo, quiero que ladres y que te comportes como la perra que eres.
Sus palabras, lejos de ofenderme, me encendían aún más. Comencé a ladra y a gemir. Cuando hacía eso, sentía como eran más fuertes sus embestidas, entonces entendí. Seguía ladrando y gimiendo, entonces me tomó del cabello y me jalaba hacía atrás, mientras él empujaba su cuerpo hacia el frente y toda su verga la sentía hasta mis ovarios.
Después se salió, me recostó en la cama, tomó mis piernas y las puso en sus hombros. Me preguntaba, te gusta mi verga? A lo cual, yo respondía, me encanta, por favor, cógeme más, no te salgas; déjame ser tu puta, solo eso quiero. Cuando me dijo, eres casada? Si, contesté, pero él no me coge como tú.
Nuevamente me puso en cuatro, primero me metió un dedo, después me escupió el culo y muy lentamente me fue cogiendo por el culo. Sentía que me partía en dos, pero estaba tan caliente que no quería que dejara de hacerlo.
Después de unas cinco embestidas se salió de mi, se quitó el condón y me metió la verga en la boca. Se vino por chorros de su hirviente semen. Yo no lo solté hasta que no derramó la última gota de semen, lo dejé vacío.
Al termino de esto, nos cambiamos y al salir, ya nos estaban esperando. Se despidieron y eso sí, nos dejaron sus números privados, para que si hubiera nuevamente una fiesta, hablaremos directamente con ellos y no con su agencia; eso me encantó. Cuando salían del departamento, quien estuvo conmigo, me pidió que le regalara mi tanga; sin importarme que todos estuvieran viendo, me subí la minifalda, me quite la tanga y se la di con un beso en la boca;
5 comentarios - despedida de soltera muyyy caliente