No dejes de pasar por mi mejor post
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No te vas a arrepentir!
EL FANFA, EL AMIGO DE MI ESPOSO
Tenía dieciséis años, ya estaba grandecita, a principios de diciembre terminaba mi ciclo lectivo para empezar nuevamente recién en marzo. Mi mamá, en ese entonces, aprovechando que yo era la hija mayor me tomaba para que la ayudara en los quehaceres hogareños, cosa que detestaba y me parecía injusta, puesto que mis hermanos menores jamas los molestaba para nada.
Era normal entonces, que yo 'me escapara' a lo de mi tía Ana, mi tía preferida, una solterona que hacía años vivía de un negocio, en verano vendía helados y en invierno café, chocolatadas e infusiones calientes.
Era una mujer muy buena y yo disfrutaba ayudándola esos meses atendiendo a los clientes sirviendo helados, me sabía de memoria todos los gustos y la ubicación de cada uno en el refrigerador, además, la mejor parte, mi tía me dejaba comer todo lo que quisiera, todos los días, cada día, aunque mi madre se enojara después por mi exceso de peso.
Y ese verano, ese en especial, Ariel me invitó a salir por primera vez.
Ariel era un chico del barrio, hacía unos tres años que venía por la heladería, y mi tía siempre me cargaba, decía que ese chico quería comerme a mi y que los helados eran un pretexto y que tarde o temprano sucedería. Yo me sonrojaba porque ese chico me gustaba y nunca había estado con nadie. Cuando la tía Ana supo lo que pasaba infló su pecho sintiéndose victoriosa.
Bueno, toda esta historia de la heladería que sucedió hace mucho tiempo, dio pie para empezar a conocer a mi amado Ariel, quien tiempo después se transformaría en mi esposo y quien me regalaría tres hijos.
De esa primera salida hasta los veinticuatro años en que llegamos al matrimonio, como suele suceder, nuestra relación estuvo mezclada con familiares, conocidos, amigos míos, amigos de él...
Axel era uno mas de los amigos de Ariel, uno de tantos que ciertamente a mi personalmente no me caía en gracia.
Era cierto, era muy bonito y tenía el mejor cuerpo de todo el grupo, con un pecho amplio y brazos musculosos, además la naturaleza le había regalado unos terribles ojos azules y labios dibujados a mano, y por si fuera poco, según decía mi futuro esposo tenía una verga terrible.
Pero como dije, Axel no era de mi agrado, vivía subido en un enorme ego, lo apodaban 'el fanfa', que venía de fanfarrón o agrandado, apodo que hubiera ofendido a cualquiera pero el se sentía orgulloso de que lo llamaran así. Además Axel menospreciaba a las mujeres, para el eran poco mas que un objeto de conquista, agujeros donde ensalzar su gran pene y hacía gala de todo eso, de esa situación.
Pero bueno, era amigo de mi novio y que podía hacer con eso, solo tratar de dejarlo pasar, de ignorar su verborragia, de escuchar sus andanzas amorosas con una y con otra, hablando a cuatro vientos y a quien quisiera escucharlo.
El decía que moriría soltero, cosa previsible en alguien con un ego tan enorme, porque era evidente que él se amaba a si mismo y nunca encontraría una mujer que estuviera a su altura, además, el hablaba de las chicas que habían pasado por su cama como fueran trofeos en exhibición en alguna vitrina de triunfos obtenidos.
Y como suele suceder, los grupos de amigos de la adolescencia poco a poco se van perdiendo en el tiempo a medida que se van se van formando las parejas.
Después de nuestro casamiento, Ariel y yo empezamos nuestra vida de pareja y Axel, como tantos otros pasaron a formar parte del pasado.
Pasaron los años, quedé embarazada, fuimos padres, un lindo varón, buscamos la parejita pero llegó otro niño, y al final, en la tercera oportunidad tuvimos una niña.
Llegaron los estudios, los primarios, luego los secundarios, el tiempo pasó tan rápido que no pudimos notarlo, nuestros pequeños eran casi adultos y Ariel y yo, que estaba llegando a los cincuenta empezamos a reencontrarnos en nuestros tiempos de pareja que habíamos perdido.
El tiempo nos había pasado por arriba, Ariel estaba casi pelado por completo, usaba lentes de aumento y sufría algunos problemas anticipados de corazón, también tenía algunos inconvenientes crónicos de intestinos con descomposturas que lo tiraban a la cama por uno o dos días, por mi parte y con mi adicción a los dulces había aumentado mas de veinte kilos y el sobrepeso me estaba rompiendo la rodilla derecha, así que en los días cálidos y de humedad andaba cojeando un poco, sabía que bajaba de peso o terminaría en el quirógrafo.
En esos días cumplimos veinte años de matrimonio y nuestros hijos un poco como que nos obligaron a tomarnos una segunda luna de miel, mi esposo no estaba muy de acuerdo con la idea, yo tampoco, por el miedo a dejarlos solos, jamas nos habíamos despegado de ellos y jamás habíamos tenido un tiempo a solas desde nuestros días de noviazgo, así que después de muchas marchas y contramarchas quisimos conocer el norte del país, provincias como Salta, Formosa, Catamarca, pero nuestros bolsillos no daban para tanto, nuestra situación económica no era la mejor y tampoco íbamos a endeudarnos de por vida por un par de semanas de viaje.
Fue cuando después de tanto tiempo, Axel volvió a nuestro presente. Mi marido lo tenía de amigo en el face, el vivía en Santiago del Estero, un poco mas cerca de nuestra residencia con lo cual tendríamos trayectos más económicos, el podría ser un puente para hacer realidad nuestro viaje, además estando ahí podría buscarnos algún lugar acorde para que la pasemos bien, también podríamos conocer Tucumán, y por que no algún que otro sitio.
Yo no vi la idea con buenos ojos, recordaba de mala manera a ese amigote que no me caía en gracia y honestamente no tenía intenciones de volver a verlo, pero sabía que no no tenía muchas más alternativas, ademas, mi esposo ya hacía tiempo que venía hablando con el este tema.
Me interioricé también por face de la actualidad de Axel, me sorprendió verlo por fotos, para el parecía que el tiempo no había pasado, lógicamente ahora con cuerpo de hombre de mas años pero se mantenía espléndido, usaba el cabello un tanto más largo de lo que yo recordaba y lucía algunas incipientes canas, pude ver también algunos tatuajes en sus brazos y asumí en ese momento que se veía demasiado atractivo, lógicamente y previsiblemente, seguía soltero.
Axel había terminado su carrera de abogacía, me enteré que había pasado por muchos lugares del país, era un poco defensor de temas medioambientales y estaba permanentemente litigando con gobiernos y empresas corruptas que lucraban por dinero sin importarles todo lo que destruían a su paso, y hacía ya unos años que se había asentado en esa provincia del norte del país.
Tengo que reconocer que Axel se portó muy bien con nosotros, y que en esos días estaba parada en recuerdos del pasado que me hacían ver con recelo a ese hombre, pero nos había conseguido un excelente hotel a precios mas que acomodados y nos había organizado un par de excursiones, mucho más de lo que hubiera hecho yo por el.
Llegó el día, nuestros hijos nos despidieron en la terminal de ómnibus y emprendimos el viaje en lo que sería nuestra segunda luna de miel. El micro llegó a las dos de la mañana, y para mi fue una grata e inesperada sorpresa que Axel nos estuviera esperando, se fundieron con mi marido en un interminable abrazo, fraternal, y yo solo me quedé a la espera, no lo recordaba tan alto, luego me saludó a mi, adiviné que se sorprendió al verme tan gorda.
Nos ayudó con el equipaje y nos llevó hasta el hotel, en el corto trayecto trató de resumirnos un poco lo que tendríamos por conocer y por supuesto, compartiríamos alguna que otra cena, el estaría para lo que sea necesario.
En ese corto viaje pude ver algunas cosas, Axel ya no parecía ese pedante de la juventud, si bien se lo adivinaba un mujeriego ahora se lo notaba mucho mas reservado y respetuoso, los años le habían caído bien, y en algún momento deslizó que por favor no lo llamaremos 'el fanfa'.
Sin dudas este hombre no era el chiquillo que odiaba, y con el correr de los días, y a medida que mis prejuicios iban cayendo, sin querer me iba metiendo en un laberinto sin salida. Tal vez el roce con el en las excursiones que compartimos, tal vez su perfecta estampa de hombre, tal vez sus historias de como peleaba sin cesar por un mundo mejor, tal vez por mi interés en saber de esa pija enorme de la que tantas veces había oído, tal vez por solo imaginar una aventura, tal vez por la adrenalina de estar desprovistos de los problemas del día a día, no se, pero sin darme cuenta Axel se había colado en mis fantasías cuando mi esposo me hacía el amor en esas noches de Santiago del Estero.
Y solo serían fantasías, estaba mas que claro, de no ser...
Faltando solo dos días para nuestro regreso, habíamos quedado con Axel en conocer el Centro Cultural del Bicentenario, un lugar de museos, para pasear, aprender y merendar. Solo que sucedió un imprevisto, mi esposo empezó con sus clásicas descomposturas estomacales y estaba de cama, yo insistí en hablar con Axel para suspender todo, pero el insistió para que no lo hiciera, no tendríamos mas posibilidades de conocer ese sitio y mi amado Ariel no pretendía que perdiera todo el día a su lado, ambos sabíamos que era solo un poco de reposo en cama para que las cosas se normalizaran.
Así fue como el diablo metió a cola, Axel, y yo, a solas en su coche, el chico al que había odiado con todas mis fuerzas, el hombre que ahora me hacía desear, solo lo miraba, es que yo no sabía que pensaba de mi, la mujer de su amigo, y si le resultaba atractiva, solo empecé con indirectas, sobre lo guapo que se veía, si aun seguía siendo un mujeriego, y hasta deslicé una velada curiosidad por su famoso miembro, llevándolo a un terreno peligroso, dispuesta a jugar si el quería jugar.
Palabra va, palabra viene terminamos en su casa, en su cuarto...
El empezó a desnudarse, tenía un cuerpo esculpido, bien formado y unos tatuajes que se me hicieron muy atractivos, lo hizo lentamente mientras yo observaba como si fuera un stripper solo para mi, sentí humedecerme aunque pude percibir ese narcisismo tan marcado que aunque trataba de disimular naturalmente le afloraba, pero no me importó, siguió hasta quedarse en slip, contra la luz de la ventana noté unas ricas piernas y una colita bien paradita, y un deseo oculto que me hacía morir en deseo.
Entonces vino ami lado, besó mi frente, besó mis mejillas, besó mis labios, con timidez, como pidiendo permiso, haciéndome desear, una a una fue soltando mis prendas y aunque me daba pudor mi exceso de peso el supo llevarme.
Nos llenamos de besos, de caricias, de arrumacos, sus manos recorrían de lado a lado mi cuerpo y yo solo acariciaba su slip, y sentía algo que crecía más y más y me moría en curiosidad por ese famoso pene del que tanto hablaban, necesitaba comprobarlo.
Mi estado no me permitía arrodillarme, la maldita rodilla me hubiera pasado factura, por lo que me senté sobre la cama para estar más cómoda, al fin lo tenía para mi, solo deseaba bajar ese slip y solo me asusté al verlo, era algo enorme, grueso, con un glande circunciso de gran tamaño, Axel se depilaba por completo así que parecía aun mas grande de lo que era, como si eso hiciera falta, no pude evitar compararlo con la pequeñez de mi amado marido y claro, recordar que él había sido mi único hombre y la única verga que conocía
-Te gusta?
Preguntó él notando que no salía de mi estupor y que como a el le gustaba, era una mas de las tantas mujeres que estaba rendida a sus pies. Mi respuesta solo fue pasar la lengua por los labios para humedecerlos y comenzar a chupar esa terrible verga, tan rica, tan dura. Me sentí como esa adolescente glotona que se devoraba los helados en lo de la tía Ana, solo que no podía con tanto, mis manos se llenaban con sus testículos y con su tronco y mi boca intentaba comerse toda esa cabezota enorme, me perdía en vano tratando una y otra vez de comerme todo eso que tenía ante mis ojos, hasta atragantarme, hasta sentir arcadas, hasta necesitar detenerme para tomar aire, hasta que las lágrimas rodaran por mis mejillas, hasta no poder mas.
-Te encanta mi pija no? apuesto que nunca tuviste una buena pija como la mia? cierto?
Axel no podía contener su necesidad de sentirse único, un semidios y jugó el juego que mejor sabia jugar
-Siempre supe que algún día te cogería y que probarías mi verga, apuesto que nunca tuviste algo así cierto?
Y honestamente el no mentía, ya no me importaba lo que dijera y no me avergonzaba caer rendida ante él, si tenía un ardor insoportable entre las piernas y necesitaba que el me lo quitara.
Le pedí que me cogiera, se lo supliqué, se lo imploré y noté cuanto le excitaba que le rogara por su hermosa verga, vino entre mis piernas, me las levantó sobre sus hombros, me recosté mirando sus profundos ojos azules, tomó su sexo entre sus dedos y lo pasó lentamente, cuan largo era por todo mi pubis, rozando interminablemente mi clítoris, hacia arriba, hacia abajo, una y otra vez, me sentía desfallecer en deseo, quería que me poseyera, cerré los ojos, volví a implorar.
Cuando al fin Axel se decidió a penetrarme lo hizo profundamente, arrancándome un grito al sentirlo golpear en lo profundo, respiré conteniendo el aire, pensé que me rompería en pedazos, se sentía mas grande de lo que era y solo comenzó a entrar y salir, una y otra vez, cambiando velocidades, haciéndome desear, el no podía dejar de sentirse superior, de sentirse en especial, mi vagina estaba empapada en flujos y mientras me hacía el amor con una mano me acariciaba los pechos y con la otra mi botoncito de placer.
Solo no podía dejar de gritar, no era gemir, literal, me arrancaba gritos con su verga y me sentía tan puta, tuve un orgasmo, dos, tres, perdí la cuenta.
Sentí como mi cuerpo se fundía en espasmos y como mis piernas descontroladas parecían adormecerse, un rubor caliente subía por mis mejillas y la sequedad de mi boca contrastaba con la transpiración de mi cuerpo, sentí el fuerte palpitar de mi corazón retumbando en mis oídos y toda esa adrenalina acumulada de morder la manzana prohibida.
Lo sentí venir, Axel sacó su misil de mi interior y terminó masturbándose sobre mi vientre, su semen caliente bañó desde mis pechos hasta mi vagina, fue exquisito, quedé refregándome y jugando un buen rato con sus jugos.
-Y? no estuvo mal, cierto?
Preguntó con su habitual tono pedante, no respondí, si aun trataba de recuperar mi respiración, si me había matado, literal, y no quería seguir aumentando su ego
Axel entonces me giró casi a la fuerza, me quedé recostada boca abajo con mis piernas colgando al borde de la cama, indefensa, a su merced, a lo que el deseara hacer.
Lo sentí acomodarse por detrás, expectante de lo que hiciera, acarició mis enormes nalgas una y otra vez, pasó su lengua por mi clítoris, pero estaba aun demasiado sensible, pasó por mi afiebrado hueco y luego fue mi esfínter. Me retraje naturalmente, nerviosa, fue imprevisto, entonces dijo muy seguro de si mismo
-Tranquila... eres virgen cierto? acaso mi amigo nunca te lo hizo? no puedo creerlo!
-No!!! no lo hizo ni vos tampoco lo harás!
Lo cierto es que mi marido nunca se vio muy interesado en el sexo anal y a mi me parecía una práctica asquerosa, pero era evidente que mi amante quería ir por todo, solo empezó a lamerme mas y mas en mi hoyito, y yo solo me negaba porque notaba que cada vez iba más y más profundo y ya colaba sus dedos haciéndome doler
-Pará Axel! basta! no quiero! es muy grande!!!
Mi elevado peso y la fuerza de su mano sobre mi espalda dificultaban mis posibilidades de resistencia, además íntimamente tenía curiosidad y dejaba leer entre líneas que no toda mi oposición era sincera.
El jugó y jugo, hasta que decidió que había llegado el momento, aun balbuceaban mis labios una tenue resistencia cuando el apoyaba su glande en mi esfinter.
Creí que moriría, que diablos, su gruesa cabeza buscó lugar yo solo no podía con algo tan grande y el maldito sabía jugar el juego, sentí como su glande jugaba en mi orificio dilatado, solo ahí, entrando y saliendo apenas, haciéndome desear, hasta que se dejó caer sobre mi enterrándome por completo, estaba en mi primera e impensada jornada de sexo anal, y me sentí la mas perra de todas, lo dejé hacer a su voluntad, ya no tenía reparos.
Mi amante seguía rompiéndole el culo, sin dejar de hablar, de su verga, si me gustaba, que me lo dejaría todo abierto y un sinfin de interminables palabras. De pronto cambió de planes, vino sobre rostro y tomándome de los cabellos con una mano tiró con fuerza para que abriera la boca, me hizo doler pero me encantó, con la otra, seguía masturbándose cerca de mi rostro con claras intenciones, a su vez me decía
-Puta, te vas a tragar todos mis jugos, quiero verte tragarlos...
Aun hablaba y yo naufragaba en deseos, tratando de recibir mi premio, su leche volvió a saltar con fuerza pegando en mi rostro, en mi nariz, parte fue a mi boca y pude sentir su rico sabor a hombre, traté de ser una perra obediente y tragar cuanto podía, me encantaba tragar semen.
Fue cuando sonó mi celular, obviamente mi esposo estaba al otro lado, traté de sonar natural, improvisé algunas mentiras y me escapé de la trampa de la mejor manera posible, era tarde.
Solo me di una ducha rápida para lavar mis pecados, Axel lo había conseguido, había pasado a ser una más en su larga colección, y bueno, yo había sido infiel, por primera y única vez.
De regreso al hotel donde esperaba mi esposo, hablamos poco, y con mi intimidad adolorida no dejaba de salir de mi asombro por lo que había hecho.
Dos días después Axel nos despedía en la estación de ómnibus cuando emprendíamos nuestro viaje de regreso, el chico pedante, el hombre pijudo, quedaba todo atrás, Ariel nunca supo nada, llegaos a nuestro hogar y solamente seguimos adelante.
No hay demasiado mas que contar en esta historia, yo me desentendí del tema, se que ellos siguen en contacto por face, y se que a pesar de todo puedo estar tranquila con Axel, el jamás hablaría una palabra de mas.
Si te gustó la historia puedes escribirme con título 'EL FANFA, EL AMIGO DE MI ESPOSO' a dulces.placeres@live.com
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No te vas a arrepentir!
EL FANFA, EL AMIGO DE MI ESPOSO
Tenía dieciséis años, ya estaba grandecita, a principios de diciembre terminaba mi ciclo lectivo para empezar nuevamente recién en marzo. Mi mamá, en ese entonces, aprovechando que yo era la hija mayor me tomaba para que la ayudara en los quehaceres hogareños, cosa que detestaba y me parecía injusta, puesto que mis hermanos menores jamas los molestaba para nada.
Era normal entonces, que yo 'me escapara' a lo de mi tía Ana, mi tía preferida, una solterona que hacía años vivía de un negocio, en verano vendía helados y en invierno café, chocolatadas e infusiones calientes.
Era una mujer muy buena y yo disfrutaba ayudándola esos meses atendiendo a los clientes sirviendo helados, me sabía de memoria todos los gustos y la ubicación de cada uno en el refrigerador, además, la mejor parte, mi tía me dejaba comer todo lo que quisiera, todos los días, cada día, aunque mi madre se enojara después por mi exceso de peso.
Y ese verano, ese en especial, Ariel me invitó a salir por primera vez.
Ariel era un chico del barrio, hacía unos tres años que venía por la heladería, y mi tía siempre me cargaba, decía que ese chico quería comerme a mi y que los helados eran un pretexto y que tarde o temprano sucedería. Yo me sonrojaba porque ese chico me gustaba y nunca había estado con nadie. Cuando la tía Ana supo lo que pasaba infló su pecho sintiéndose victoriosa.
Bueno, toda esta historia de la heladería que sucedió hace mucho tiempo, dio pie para empezar a conocer a mi amado Ariel, quien tiempo después se transformaría en mi esposo y quien me regalaría tres hijos.
De esa primera salida hasta los veinticuatro años en que llegamos al matrimonio, como suele suceder, nuestra relación estuvo mezclada con familiares, conocidos, amigos míos, amigos de él...
Axel era uno mas de los amigos de Ariel, uno de tantos que ciertamente a mi personalmente no me caía en gracia.
Era cierto, era muy bonito y tenía el mejor cuerpo de todo el grupo, con un pecho amplio y brazos musculosos, además la naturaleza le había regalado unos terribles ojos azules y labios dibujados a mano, y por si fuera poco, según decía mi futuro esposo tenía una verga terrible.
Pero como dije, Axel no era de mi agrado, vivía subido en un enorme ego, lo apodaban 'el fanfa', que venía de fanfarrón o agrandado, apodo que hubiera ofendido a cualquiera pero el se sentía orgulloso de que lo llamaran así. Además Axel menospreciaba a las mujeres, para el eran poco mas que un objeto de conquista, agujeros donde ensalzar su gran pene y hacía gala de todo eso, de esa situación.
Pero bueno, era amigo de mi novio y que podía hacer con eso, solo tratar de dejarlo pasar, de ignorar su verborragia, de escuchar sus andanzas amorosas con una y con otra, hablando a cuatro vientos y a quien quisiera escucharlo.
El decía que moriría soltero, cosa previsible en alguien con un ego tan enorme, porque era evidente que él se amaba a si mismo y nunca encontraría una mujer que estuviera a su altura, además, el hablaba de las chicas que habían pasado por su cama como fueran trofeos en exhibición en alguna vitrina de triunfos obtenidos.
Y como suele suceder, los grupos de amigos de la adolescencia poco a poco se van perdiendo en el tiempo a medida que se van se van formando las parejas.
Después de nuestro casamiento, Ariel y yo empezamos nuestra vida de pareja y Axel, como tantos otros pasaron a formar parte del pasado.
Pasaron los años, quedé embarazada, fuimos padres, un lindo varón, buscamos la parejita pero llegó otro niño, y al final, en la tercera oportunidad tuvimos una niña.
Llegaron los estudios, los primarios, luego los secundarios, el tiempo pasó tan rápido que no pudimos notarlo, nuestros pequeños eran casi adultos y Ariel y yo, que estaba llegando a los cincuenta empezamos a reencontrarnos en nuestros tiempos de pareja que habíamos perdido.
El tiempo nos había pasado por arriba, Ariel estaba casi pelado por completo, usaba lentes de aumento y sufría algunos problemas anticipados de corazón, también tenía algunos inconvenientes crónicos de intestinos con descomposturas que lo tiraban a la cama por uno o dos días, por mi parte y con mi adicción a los dulces había aumentado mas de veinte kilos y el sobrepeso me estaba rompiendo la rodilla derecha, así que en los días cálidos y de humedad andaba cojeando un poco, sabía que bajaba de peso o terminaría en el quirógrafo.
En esos días cumplimos veinte años de matrimonio y nuestros hijos un poco como que nos obligaron a tomarnos una segunda luna de miel, mi esposo no estaba muy de acuerdo con la idea, yo tampoco, por el miedo a dejarlos solos, jamas nos habíamos despegado de ellos y jamás habíamos tenido un tiempo a solas desde nuestros días de noviazgo, así que después de muchas marchas y contramarchas quisimos conocer el norte del país, provincias como Salta, Formosa, Catamarca, pero nuestros bolsillos no daban para tanto, nuestra situación económica no era la mejor y tampoco íbamos a endeudarnos de por vida por un par de semanas de viaje.
Fue cuando después de tanto tiempo, Axel volvió a nuestro presente. Mi marido lo tenía de amigo en el face, el vivía en Santiago del Estero, un poco mas cerca de nuestra residencia con lo cual tendríamos trayectos más económicos, el podría ser un puente para hacer realidad nuestro viaje, además estando ahí podría buscarnos algún lugar acorde para que la pasemos bien, también podríamos conocer Tucumán, y por que no algún que otro sitio.
Yo no vi la idea con buenos ojos, recordaba de mala manera a ese amigote que no me caía en gracia y honestamente no tenía intenciones de volver a verlo, pero sabía que no no tenía muchas más alternativas, ademas, mi esposo ya hacía tiempo que venía hablando con el este tema.
Me interioricé también por face de la actualidad de Axel, me sorprendió verlo por fotos, para el parecía que el tiempo no había pasado, lógicamente ahora con cuerpo de hombre de mas años pero se mantenía espléndido, usaba el cabello un tanto más largo de lo que yo recordaba y lucía algunas incipientes canas, pude ver también algunos tatuajes en sus brazos y asumí en ese momento que se veía demasiado atractivo, lógicamente y previsiblemente, seguía soltero.
Axel había terminado su carrera de abogacía, me enteré que había pasado por muchos lugares del país, era un poco defensor de temas medioambientales y estaba permanentemente litigando con gobiernos y empresas corruptas que lucraban por dinero sin importarles todo lo que destruían a su paso, y hacía ya unos años que se había asentado en esa provincia del norte del país.
Tengo que reconocer que Axel se portó muy bien con nosotros, y que en esos días estaba parada en recuerdos del pasado que me hacían ver con recelo a ese hombre, pero nos había conseguido un excelente hotel a precios mas que acomodados y nos había organizado un par de excursiones, mucho más de lo que hubiera hecho yo por el.
Llegó el día, nuestros hijos nos despidieron en la terminal de ómnibus y emprendimos el viaje en lo que sería nuestra segunda luna de miel. El micro llegó a las dos de la mañana, y para mi fue una grata e inesperada sorpresa que Axel nos estuviera esperando, se fundieron con mi marido en un interminable abrazo, fraternal, y yo solo me quedé a la espera, no lo recordaba tan alto, luego me saludó a mi, adiviné que se sorprendió al verme tan gorda.
Nos ayudó con el equipaje y nos llevó hasta el hotel, en el corto trayecto trató de resumirnos un poco lo que tendríamos por conocer y por supuesto, compartiríamos alguna que otra cena, el estaría para lo que sea necesario.
En ese corto viaje pude ver algunas cosas, Axel ya no parecía ese pedante de la juventud, si bien se lo adivinaba un mujeriego ahora se lo notaba mucho mas reservado y respetuoso, los años le habían caído bien, y en algún momento deslizó que por favor no lo llamaremos 'el fanfa'.
Sin dudas este hombre no era el chiquillo que odiaba, y con el correr de los días, y a medida que mis prejuicios iban cayendo, sin querer me iba metiendo en un laberinto sin salida. Tal vez el roce con el en las excursiones que compartimos, tal vez su perfecta estampa de hombre, tal vez sus historias de como peleaba sin cesar por un mundo mejor, tal vez por mi interés en saber de esa pija enorme de la que tantas veces había oído, tal vez por solo imaginar una aventura, tal vez por la adrenalina de estar desprovistos de los problemas del día a día, no se, pero sin darme cuenta Axel se había colado en mis fantasías cuando mi esposo me hacía el amor en esas noches de Santiago del Estero.
Y solo serían fantasías, estaba mas que claro, de no ser...
Faltando solo dos días para nuestro regreso, habíamos quedado con Axel en conocer el Centro Cultural del Bicentenario, un lugar de museos, para pasear, aprender y merendar. Solo que sucedió un imprevisto, mi esposo empezó con sus clásicas descomposturas estomacales y estaba de cama, yo insistí en hablar con Axel para suspender todo, pero el insistió para que no lo hiciera, no tendríamos mas posibilidades de conocer ese sitio y mi amado Ariel no pretendía que perdiera todo el día a su lado, ambos sabíamos que era solo un poco de reposo en cama para que las cosas se normalizaran.
Así fue como el diablo metió a cola, Axel, y yo, a solas en su coche, el chico al que había odiado con todas mis fuerzas, el hombre que ahora me hacía desear, solo lo miraba, es que yo no sabía que pensaba de mi, la mujer de su amigo, y si le resultaba atractiva, solo empecé con indirectas, sobre lo guapo que se veía, si aun seguía siendo un mujeriego, y hasta deslicé una velada curiosidad por su famoso miembro, llevándolo a un terreno peligroso, dispuesta a jugar si el quería jugar.
Palabra va, palabra viene terminamos en su casa, en su cuarto...
El empezó a desnudarse, tenía un cuerpo esculpido, bien formado y unos tatuajes que se me hicieron muy atractivos, lo hizo lentamente mientras yo observaba como si fuera un stripper solo para mi, sentí humedecerme aunque pude percibir ese narcisismo tan marcado que aunque trataba de disimular naturalmente le afloraba, pero no me importó, siguió hasta quedarse en slip, contra la luz de la ventana noté unas ricas piernas y una colita bien paradita, y un deseo oculto que me hacía morir en deseo.
Entonces vino ami lado, besó mi frente, besó mis mejillas, besó mis labios, con timidez, como pidiendo permiso, haciéndome desear, una a una fue soltando mis prendas y aunque me daba pudor mi exceso de peso el supo llevarme.
Nos llenamos de besos, de caricias, de arrumacos, sus manos recorrían de lado a lado mi cuerpo y yo solo acariciaba su slip, y sentía algo que crecía más y más y me moría en curiosidad por ese famoso pene del que tanto hablaban, necesitaba comprobarlo.
Mi estado no me permitía arrodillarme, la maldita rodilla me hubiera pasado factura, por lo que me senté sobre la cama para estar más cómoda, al fin lo tenía para mi, solo deseaba bajar ese slip y solo me asusté al verlo, era algo enorme, grueso, con un glande circunciso de gran tamaño, Axel se depilaba por completo así que parecía aun mas grande de lo que era, como si eso hiciera falta, no pude evitar compararlo con la pequeñez de mi amado marido y claro, recordar que él había sido mi único hombre y la única verga que conocía
-Te gusta?
Preguntó él notando que no salía de mi estupor y que como a el le gustaba, era una mas de las tantas mujeres que estaba rendida a sus pies. Mi respuesta solo fue pasar la lengua por los labios para humedecerlos y comenzar a chupar esa terrible verga, tan rica, tan dura. Me sentí como esa adolescente glotona que se devoraba los helados en lo de la tía Ana, solo que no podía con tanto, mis manos se llenaban con sus testículos y con su tronco y mi boca intentaba comerse toda esa cabezota enorme, me perdía en vano tratando una y otra vez de comerme todo eso que tenía ante mis ojos, hasta atragantarme, hasta sentir arcadas, hasta necesitar detenerme para tomar aire, hasta que las lágrimas rodaran por mis mejillas, hasta no poder mas.
-Te encanta mi pija no? apuesto que nunca tuviste una buena pija como la mia? cierto?
Axel no podía contener su necesidad de sentirse único, un semidios y jugó el juego que mejor sabia jugar
-Siempre supe que algún día te cogería y que probarías mi verga, apuesto que nunca tuviste algo así cierto?
Y honestamente el no mentía, ya no me importaba lo que dijera y no me avergonzaba caer rendida ante él, si tenía un ardor insoportable entre las piernas y necesitaba que el me lo quitara.
Le pedí que me cogiera, se lo supliqué, se lo imploré y noté cuanto le excitaba que le rogara por su hermosa verga, vino entre mis piernas, me las levantó sobre sus hombros, me recosté mirando sus profundos ojos azules, tomó su sexo entre sus dedos y lo pasó lentamente, cuan largo era por todo mi pubis, rozando interminablemente mi clítoris, hacia arriba, hacia abajo, una y otra vez, me sentía desfallecer en deseo, quería que me poseyera, cerré los ojos, volví a implorar.
Cuando al fin Axel se decidió a penetrarme lo hizo profundamente, arrancándome un grito al sentirlo golpear en lo profundo, respiré conteniendo el aire, pensé que me rompería en pedazos, se sentía mas grande de lo que era y solo comenzó a entrar y salir, una y otra vez, cambiando velocidades, haciéndome desear, el no podía dejar de sentirse superior, de sentirse en especial, mi vagina estaba empapada en flujos y mientras me hacía el amor con una mano me acariciaba los pechos y con la otra mi botoncito de placer.
Solo no podía dejar de gritar, no era gemir, literal, me arrancaba gritos con su verga y me sentía tan puta, tuve un orgasmo, dos, tres, perdí la cuenta.
Sentí como mi cuerpo se fundía en espasmos y como mis piernas descontroladas parecían adormecerse, un rubor caliente subía por mis mejillas y la sequedad de mi boca contrastaba con la transpiración de mi cuerpo, sentí el fuerte palpitar de mi corazón retumbando en mis oídos y toda esa adrenalina acumulada de morder la manzana prohibida.
Lo sentí venir, Axel sacó su misil de mi interior y terminó masturbándose sobre mi vientre, su semen caliente bañó desde mis pechos hasta mi vagina, fue exquisito, quedé refregándome y jugando un buen rato con sus jugos.
-Y? no estuvo mal, cierto?
Preguntó con su habitual tono pedante, no respondí, si aun trataba de recuperar mi respiración, si me había matado, literal, y no quería seguir aumentando su ego
Axel entonces me giró casi a la fuerza, me quedé recostada boca abajo con mis piernas colgando al borde de la cama, indefensa, a su merced, a lo que el deseara hacer.
Lo sentí acomodarse por detrás, expectante de lo que hiciera, acarició mis enormes nalgas una y otra vez, pasó su lengua por mi clítoris, pero estaba aun demasiado sensible, pasó por mi afiebrado hueco y luego fue mi esfínter. Me retraje naturalmente, nerviosa, fue imprevisto, entonces dijo muy seguro de si mismo
-Tranquila... eres virgen cierto? acaso mi amigo nunca te lo hizo? no puedo creerlo!
-No!!! no lo hizo ni vos tampoco lo harás!
Lo cierto es que mi marido nunca se vio muy interesado en el sexo anal y a mi me parecía una práctica asquerosa, pero era evidente que mi amante quería ir por todo, solo empezó a lamerme mas y mas en mi hoyito, y yo solo me negaba porque notaba que cada vez iba más y más profundo y ya colaba sus dedos haciéndome doler
-Pará Axel! basta! no quiero! es muy grande!!!
Mi elevado peso y la fuerza de su mano sobre mi espalda dificultaban mis posibilidades de resistencia, además íntimamente tenía curiosidad y dejaba leer entre líneas que no toda mi oposición era sincera.
El jugó y jugo, hasta que decidió que había llegado el momento, aun balbuceaban mis labios una tenue resistencia cuando el apoyaba su glande en mi esfinter.
Creí que moriría, que diablos, su gruesa cabeza buscó lugar yo solo no podía con algo tan grande y el maldito sabía jugar el juego, sentí como su glande jugaba en mi orificio dilatado, solo ahí, entrando y saliendo apenas, haciéndome desear, hasta que se dejó caer sobre mi enterrándome por completo, estaba en mi primera e impensada jornada de sexo anal, y me sentí la mas perra de todas, lo dejé hacer a su voluntad, ya no tenía reparos.
Mi amante seguía rompiéndole el culo, sin dejar de hablar, de su verga, si me gustaba, que me lo dejaría todo abierto y un sinfin de interminables palabras. De pronto cambió de planes, vino sobre rostro y tomándome de los cabellos con una mano tiró con fuerza para que abriera la boca, me hizo doler pero me encantó, con la otra, seguía masturbándose cerca de mi rostro con claras intenciones, a su vez me decía
-Puta, te vas a tragar todos mis jugos, quiero verte tragarlos...
Aun hablaba y yo naufragaba en deseos, tratando de recibir mi premio, su leche volvió a saltar con fuerza pegando en mi rostro, en mi nariz, parte fue a mi boca y pude sentir su rico sabor a hombre, traté de ser una perra obediente y tragar cuanto podía, me encantaba tragar semen.
Fue cuando sonó mi celular, obviamente mi esposo estaba al otro lado, traté de sonar natural, improvisé algunas mentiras y me escapé de la trampa de la mejor manera posible, era tarde.
Solo me di una ducha rápida para lavar mis pecados, Axel lo había conseguido, había pasado a ser una más en su larga colección, y bueno, yo había sido infiel, por primera y única vez.
De regreso al hotel donde esperaba mi esposo, hablamos poco, y con mi intimidad adolorida no dejaba de salir de mi asombro por lo que había hecho.
Dos días después Axel nos despedía en la estación de ómnibus cuando emprendíamos nuestro viaje de regreso, el chico pedante, el hombre pijudo, quedaba todo atrás, Ariel nunca supo nada, llegaos a nuestro hogar y solamente seguimos adelante.
No hay demasiado mas que contar en esta historia, yo me desentendí del tema, se que ellos siguen en contacto por face, y se que a pesar de todo puedo estar tranquila con Axel, el jamás hablaría una palabra de mas.
Si te gustó la historia puedes escribirme con título 'EL FANFA, EL AMIGO DE MI ESPOSO' a dulces.placeres@live.com
3 comentarios - El fanfa, el amigo de mi esposo