El matrimonio de Erica había perdido la pasión, y no por la edad, ya que ambos eran jóvenes. El estrés económico hizo mella demasiado rápido en ellos. Esa pasión se había desvanecido entre demasiadas horas de trabajo de él y muchas horas sola en casa para ella. Preocupado, o mas bien diría centralizado en darle los gustos, Luis, su marido había contratado la TV satelital, ignorando que ella había encontrado la forma de “alivianar presiones”. A Erica le encantaba quedarse sola, generalmente le gustaba desnudarse en su cama y masturbarse, dejar volar su imaginación, entregándose imaginariamente a distintos hombres que la cojían brutalmente.
Ese día estaba en ese menester, completamente desnuda sobre su acolchado, una de sus manos pellizcaba una de sus tetas, mientras la otra masajeaba su clítoris, gemía por lo bajo recorriendo los caminos de la autosatisfacción. Pero un timbrazo la sacó de esa situación, intentó ignorarlo
-dos minutos más, dejame dos minutos más- se dijo como si el timbre tuviera vida propia y pudiera tomar esa determinación.
Pero otro timbrazo, más insistente la sacó definitivamente de su entrega imaginaria.
Frustrada y súper excitada se vistió con su larga bata de seda.
-¿Quién puede ser a las nueve y media de la mañana?- se preguntó intrigada
Por la mirilla observó a dos tipos en ropa de trabajo, un pequeño logo de la tv satelital en su pecho los identificaba. Abrió la puerta todo lo que la pequeña cadena de seguridad le permitía.
-Buenos días, venimos a colocarle la antena- dijo uno de ellos
-ahhh, si, pasen, pasen- Erica abrió paso a los trabajadores.
Un par de bultos medianos con los equipos a instalar y unas cajas de herramientas eran los atalajes que los tipos traían.
-¿Dónde quiere que se la pongamos?- dijo el tipo mientras mostraba la antena desplegada y lista para instalar.
Erica por un instante se quedó congelada con la pregunta del tipo, pues excitada como había quedado por la interrupción que había sufrido todo le sonaba a sexo.
-donde uds, quieran, deben saber más que yo- respondió ella tratando de no delatar su estado.
Uno de ellos dio una breve recorrida por la casa, y eligió el patio trasero; Una de las paredes estaba en posición perfecta, junto a una ventana. Ambos se trasladaron hacia atrás, con sus equipos.
Erica decidió dejarlos trabajar mientras terminaba con su propia faena de ausatisfacción. La imagen de ambos tipos en ropa de trabajo había incrementado su calentura. Los imaginó sudados y haciendo fuerza en poses revisteriles y por demás provocativas. Rápidamente se volvió a encerrar en su dormitorio, desprendió su bata pero no se la quitó, se recostó en la cama y recomenzó a acariciarse, un ligero gemido se le escapó. De pronto un movimiento a su izquierda llamó su atención. La ventana abierta mostraba a ambos desconocidos mirando desde el patio trasero sus actividades personales. La habían descubierto pajeándose y la miraban con cara de babosos. Otra vez interrumpida, cerca de su orgasmo, esta vez expuesta a las miradas de dos desconocidos dejó de tocarse, pero su excitación se disparó. El cosquilleo leve se incrementó y no pudo evitar volver a llevar su mano a su entrepierna. De pronto descubría que le encantaba ser observada. Cerró sus ojos por el placer que florecía en ella. Volvió a abrir sus ojos cuando el ruido de la puerta de su dormitorio le advirtió que alguien había entrado. Los dos desconocidos estaban al pie de su cama.
Su mente gritaba que se tapara, que dejara de exponerse, pero su cuerpo ya se encontraba en el dorado camino del orgasmo, le fue físicamente imposible detenerse. Sus piernas se doblaron y se abrieron, sus propios dedos se hundían y movían con frenesí. Un increíble orgasmo le provocó quejidos y gemidos, allí desnuda y tendida sobre su cama, observada por dos completos extraños. Una situación surrealista para Erica.
La reacción de los tipos no se hizo esperar. Uno de ellos sacó rápidamente su verga de entre sus ropas. Dura, parada, agresiva apuntaba hacia ella mientras el tipo se acercaba. Erica sonreía, acababa de tener un orgasmo y su cuerpo ya le pedía otro más.
-mirá el hermoso bombón que nos vamos a comer- dijo uno de ellos a su compañero.
El otro asentía mientras imitaba a su compañero, sacando su tambien endurecida verga.
Erica tampoco podía creer lo que le sucedía, de pronto tenía a dos completos extraños a su disposición. El rpimero en moverse llegó junto a ella y sin violencia pero si con autoridad la tomó de la nuca.
-Vení putita, dame tu boquita- ordenó el tipo
Ella se dejó llevar, se sentó al borde de la cama y dominada por las ansias se llevó la verga a la boca, casi con desesperación comenzó a chuparle la verga al desconocido. El otro empleado, un poco más lento, se arrimó también junto a ella y comenzó a ofrecerle tambien su verga. Erica la tomó con una de sus manos, ahora con una verga en cada mano alternaba chupadas y lamidas.
-Mirá que hambre de verga tiene- dijo el segundo de los empleados.
-Quiero leche- dijo ella a punto de enloquecer.
Su clítoris hinchado pedía a gritos ser satisfecho.
-cojanme, por favor cojanme- rogó ella
El primero de los desconocidos se sentó junto a ella en la cama.
-vení bebé, sentate arriba mío- ordenó éste
Erica se puso de pie, un terrible beso del segundo de los tipos la interrumpió unos segundos, pero luego retomó su idea y comenzó a sentarse, dándole la espalda a quien estaba sentado. Le dura verga hizo contacto con su vagina, sus propias nalgas chocaron con el vientre del tipo y comenzó a bajar lentamente. La verga era gruesa y estaba muy dura. Ella hizo que la verga la fuera penetrando de a poco.
-ahhh, que deliciosa verga- dijo ella mientras continuaba con la lenta penetración
-¿te gusta la verga?- preguntó el extraño
Ella asintió en silencio, pues su boca ya estaba ocupada con la verga del segundo operario. Allí estaba ella, enfiestada con dos desconocidos.
-como me gusta cojerme a casadas putitas- dijo el primer desconocido.
Las palabras casada y putita incrementaron aún más el morbo en Erica, ya sus sentones eran enérgicos, al igual que los gemidos guturales que escapaban de su boca ocupada. Las manos del que estaba sentado la tomaban de la cintura, y la ayudaban a subir y bajar. Y en su garganta ya comenzaba a sentir el gusto del semen que la invadía, el que estaba de pie estaba acabando y ya le llenaba la boca con su leche, tomándola con fuerza de la cabeza para dominarla en sus movimientos.
El placer era astronómico y ella comenzó a sentir como el control de su cuerpo la abandonaba, de pronto los temblores y los quejidos descontrolados trataban de expresar el orgasmo que la tomaba. Ya no le fue posible seguir con los sentones, se movía casi de forma inconsciente por las sacudidas propias de su propio orgasmo. Sintió los gemidos graves y profundos de quien estaba debajo de ella.
-sii putita, tomá mi leche, llenate de verga- le dijo uno de ellos
-dame, dame todo, dame fuerte- rogó ella
El que estaba de pié la hizo incorporarse, y manejándola como una marioneta la hizo girar, quedando ahora de frente a quien estaba sentado. Alguien la tomó por la cintura y prácticamente la obligó a sentarse. Su vagina ya estaba dilatada y completamente lubricada, por lo que la nueva penetración fue muy rápida. Ella se abrazó al desconocido, que la besaba desaforadamente y ella respondía prácticamente fuera de sí a esos besos. Pero de pronto sintió como la segunda verga se apoyaba en su culo. Ella intentó protestar, pero no le fue posible. Ya la verga estaba ingresando.
Como nunca ella tenía dos vergas en su interior, dos tipos pugnaban por cojerla desaforadamente y ella no era capaz de oponerse. Tampoco quería hacerlo.
-tomá perra, bancate estas vergas- decía uno
-como cojés mamita, como te comés las pijas- decía el otro
-¿tu esposo sabe que cojés con desconocidos?- volvía a decir uno
-sos una puta de primera- agregaba el otro
Erica estaba desbordada por las sensaciones, las dos vergas entraban y salían duramente, las manos de los desconocidos recorrían cada centímetro de su cuerpo.
El tercer orgasmo del día se abalanzó sobre ella. Ya los temblores eran mayúsculos, y ella definitivamente fuera de control, lo único que quería que esos tipos la llenaran de leche. Su culo se esforzaba por albergar la verga de quien de pié arremetía con ferocidad contra ella.
La habitación se volvió borrosa, incluso se sintió incapaz de expresar una palabra coherente. El orgasmo fue arrollador y ella se vió sacudida por los más profundos temblores.
-si, verga….verga…duro…así…hijos de puta, así- decía ella
Casi pierde el conocimiento, estaba al borde de la conciencia cuando la hicieron ponerse en cuatro sobre la cama. Uno de ellos, al parecer quien estuviera sentado, se puso detrás de ella.
-ahora me toca a mí comerme ese culito- dijo el tipo
Ella intentó mirarlo, pero la gruesa verga ya la penetraba, sus ojos se cerraron con fuerza y debió aferrarse a las sábanas, sus puños se cerraron apretando un manojo de tela.
-ayyyy cabrón, que gruesa que la tenés- exclamó ella
-¿te duele?, ¿querés que te la saque?- dijo en tono burlón el tipo
-no…no…por favor cojeme….rompem el culo por favor- rogó ella
El tipo arremetió con todo, la embestía con fiereza y ella se sentía un juguete en manos extrañas, o mejor dicho en pijas extrañas.
Su culo dilatado apenas podía albergar la gruesa verga, el dolor que ella sentía le producía aún más placer. La mano del otro tipo le hizo girar la cabeza y ella abrió la boca mientras el tipo se masturbaba sobre su rostro. Un borbotón de semen cayó sobre su boca, su propia lengua se encargó de saborearlo. Otro chorro más con igual destino.
-¡como te gusta la leche putita!- dijo el tipo
-si, dame más, dame más- dijo ella.
Un nuevo orgasmo, una nueva serie de temblores se adueñaron de ella. Su rostro se desmoronó sobre la sábana, su boca abierta gemía y exhalaba fuera de control. Ya el culo no le dolía, ni siquiera sentía las manos del tipo que con fuerza la sostenían de la cadera. Las embestidas del tipo se incrementaron, los bajos gruñidos le indicaban que el tipo estaba acabando.
Por fin el tipo se detuvo, la penetraba al máximo con el último aliento.
-ufff, que buen polvo- dijo él
En silencio ella se recostó sobre la cama, las sábanas olían a semen y a flujos, en definitiva a sexo.
-che, tenemos que terminar con la antena- dijo uno de ellos
Boca abajo, Erica sintió la dura palmada que uno de ellos le propinó.
-que hermoso culo que tenés nena- exclamó el tipo
Así como entraron, en silencio salieron y en pocos minutos ya estaban trabajando en la antena.
Con las pocas fuerzas que le quedaban, ella esperó que los tipo terminaran su trabajo.
-bueno bebé, ya tenés TV- le dijo uno de ellos mientras le acariciaba el culo.
Erica con su bata anudada, recibió la caricia con una sonrisa.
-cualquier cosa nos avisás- dijo el otro
Finalmente se fueron, y Erica se dispuso a cambiar las sábanas para luego darse una ducha. Finalmente podía disfrutar de la TV satelital.
Ese día estaba en ese menester, completamente desnuda sobre su acolchado, una de sus manos pellizcaba una de sus tetas, mientras la otra masajeaba su clítoris, gemía por lo bajo recorriendo los caminos de la autosatisfacción. Pero un timbrazo la sacó de esa situación, intentó ignorarlo
-dos minutos más, dejame dos minutos más- se dijo como si el timbre tuviera vida propia y pudiera tomar esa determinación.
Pero otro timbrazo, más insistente la sacó definitivamente de su entrega imaginaria.
Frustrada y súper excitada se vistió con su larga bata de seda.
-¿Quién puede ser a las nueve y media de la mañana?- se preguntó intrigada
Por la mirilla observó a dos tipos en ropa de trabajo, un pequeño logo de la tv satelital en su pecho los identificaba. Abrió la puerta todo lo que la pequeña cadena de seguridad le permitía.
-Buenos días, venimos a colocarle la antena- dijo uno de ellos
-ahhh, si, pasen, pasen- Erica abrió paso a los trabajadores.
Un par de bultos medianos con los equipos a instalar y unas cajas de herramientas eran los atalajes que los tipos traían.
-¿Dónde quiere que se la pongamos?- dijo el tipo mientras mostraba la antena desplegada y lista para instalar.
Erica por un instante se quedó congelada con la pregunta del tipo, pues excitada como había quedado por la interrupción que había sufrido todo le sonaba a sexo.
-donde uds, quieran, deben saber más que yo- respondió ella tratando de no delatar su estado.
Uno de ellos dio una breve recorrida por la casa, y eligió el patio trasero; Una de las paredes estaba en posición perfecta, junto a una ventana. Ambos se trasladaron hacia atrás, con sus equipos.
Erica decidió dejarlos trabajar mientras terminaba con su propia faena de ausatisfacción. La imagen de ambos tipos en ropa de trabajo había incrementado su calentura. Los imaginó sudados y haciendo fuerza en poses revisteriles y por demás provocativas. Rápidamente se volvió a encerrar en su dormitorio, desprendió su bata pero no se la quitó, se recostó en la cama y recomenzó a acariciarse, un ligero gemido se le escapó. De pronto un movimiento a su izquierda llamó su atención. La ventana abierta mostraba a ambos desconocidos mirando desde el patio trasero sus actividades personales. La habían descubierto pajeándose y la miraban con cara de babosos. Otra vez interrumpida, cerca de su orgasmo, esta vez expuesta a las miradas de dos desconocidos dejó de tocarse, pero su excitación se disparó. El cosquilleo leve se incrementó y no pudo evitar volver a llevar su mano a su entrepierna. De pronto descubría que le encantaba ser observada. Cerró sus ojos por el placer que florecía en ella. Volvió a abrir sus ojos cuando el ruido de la puerta de su dormitorio le advirtió que alguien había entrado. Los dos desconocidos estaban al pie de su cama.
Su mente gritaba que se tapara, que dejara de exponerse, pero su cuerpo ya se encontraba en el dorado camino del orgasmo, le fue físicamente imposible detenerse. Sus piernas se doblaron y se abrieron, sus propios dedos se hundían y movían con frenesí. Un increíble orgasmo le provocó quejidos y gemidos, allí desnuda y tendida sobre su cama, observada por dos completos extraños. Una situación surrealista para Erica.
La reacción de los tipos no se hizo esperar. Uno de ellos sacó rápidamente su verga de entre sus ropas. Dura, parada, agresiva apuntaba hacia ella mientras el tipo se acercaba. Erica sonreía, acababa de tener un orgasmo y su cuerpo ya le pedía otro más.
-mirá el hermoso bombón que nos vamos a comer- dijo uno de ellos a su compañero.
El otro asentía mientras imitaba a su compañero, sacando su tambien endurecida verga.
Erica tampoco podía creer lo que le sucedía, de pronto tenía a dos completos extraños a su disposición. El rpimero en moverse llegó junto a ella y sin violencia pero si con autoridad la tomó de la nuca.
-Vení putita, dame tu boquita- ordenó el tipo
Ella se dejó llevar, se sentó al borde de la cama y dominada por las ansias se llevó la verga a la boca, casi con desesperación comenzó a chuparle la verga al desconocido. El otro empleado, un poco más lento, se arrimó también junto a ella y comenzó a ofrecerle tambien su verga. Erica la tomó con una de sus manos, ahora con una verga en cada mano alternaba chupadas y lamidas.
-Mirá que hambre de verga tiene- dijo el segundo de los empleados.
-Quiero leche- dijo ella a punto de enloquecer.
Su clítoris hinchado pedía a gritos ser satisfecho.
-cojanme, por favor cojanme- rogó ella
El primero de los desconocidos se sentó junto a ella en la cama.
-vení bebé, sentate arriba mío- ordenó éste
Erica se puso de pie, un terrible beso del segundo de los tipos la interrumpió unos segundos, pero luego retomó su idea y comenzó a sentarse, dándole la espalda a quien estaba sentado. Le dura verga hizo contacto con su vagina, sus propias nalgas chocaron con el vientre del tipo y comenzó a bajar lentamente. La verga era gruesa y estaba muy dura. Ella hizo que la verga la fuera penetrando de a poco.
-ahhh, que deliciosa verga- dijo ella mientras continuaba con la lenta penetración
-¿te gusta la verga?- preguntó el extraño
Ella asintió en silencio, pues su boca ya estaba ocupada con la verga del segundo operario. Allí estaba ella, enfiestada con dos desconocidos.
-como me gusta cojerme a casadas putitas- dijo el primer desconocido.
Las palabras casada y putita incrementaron aún más el morbo en Erica, ya sus sentones eran enérgicos, al igual que los gemidos guturales que escapaban de su boca ocupada. Las manos del que estaba sentado la tomaban de la cintura, y la ayudaban a subir y bajar. Y en su garganta ya comenzaba a sentir el gusto del semen que la invadía, el que estaba de pie estaba acabando y ya le llenaba la boca con su leche, tomándola con fuerza de la cabeza para dominarla en sus movimientos.
El placer era astronómico y ella comenzó a sentir como el control de su cuerpo la abandonaba, de pronto los temblores y los quejidos descontrolados trataban de expresar el orgasmo que la tomaba. Ya no le fue posible seguir con los sentones, se movía casi de forma inconsciente por las sacudidas propias de su propio orgasmo. Sintió los gemidos graves y profundos de quien estaba debajo de ella.
-sii putita, tomá mi leche, llenate de verga- le dijo uno de ellos
-dame, dame todo, dame fuerte- rogó ella
El que estaba de pié la hizo incorporarse, y manejándola como una marioneta la hizo girar, quedando ahora de frente a quien estaba sentado. Alguien la tomó por la cintura y prácticamente la obligó a sentarse. Su vagina ya estaba dilatada y completamente lubricada, por lo que la nueva penetración fue muy rápida. Ella se abrazó al desconocido, que la besaba desaforadamente y ella respondía prácticamente fuera de sí a esos besos. Pero de pronto sintió como la segunda verga se apoyaba en su culo. Ella intentó protestar, pero no le fue posible. Ya la verga estaba ingresando.
Como nunca ella tenía dos vergas en su interior, dos tipos pugnaban por cojerla desaforadamente y ella no era capaz de oponerse. Tampoco quería hacerlo.
-tomá perra, bancate estas vergas- decía uno
-como cojés mamita, como te comés las pijas- decía el otro
-¿tu esposo sabe que cojés con desconocidos?- volvía a decir uno
-sos una puta de primera- agregaba el otro
Erica estaba desbordada por las sensaciones, las dos vergas entraban y salían duramente, las manos de los desconocidos recorrían cada centímetro de su cuerpo.
El tercer orgasmo del día se abalanzó sobre ella. Ya los temblores eran mayúsculos, y ella definitivamente fuera de control, lo único que quería que esos tipos la llenaran de leche. Su culo se esforzaba por albergar la verga de quien de pié arremetía con ferocidad contra ella.
La habitación se volvió borrosa, incluso se sintió incapaz de expresar una palabra coherente. El orgasmo fue arrollador y ella se vió sacudida por los más profundos temblores.
-si, verga….verga…duro…así…hijos de puta, así- decía ella
Casi pierde el conocimiento, estaba al borde de la conciencia cuando la hicieron ponerse en cuatro sobre la cama. Uno de ellos, al parecer quien estuviera sentado, se puso detrás de ella.
-ahora me toca a mí comerme ese culito- dijo el tipo
Ella intentó mirarlo, pero la gruesa verga ya la penetraba, sus ojos se cerraron con fuerza y debió aferrarse a las sábanas, sus puños se cerraron apretando un manojo de tela.
-ayyyy cabrón, que gruesa que la tenés- exclamó ella
-¿te duele?, ¿querés que te la saque?- dijo en tono burlón el tipo
-no…no…por favor cojeme….rompem el culo por favor- rogó ella
El tipo arremetió con todo, la embestía con fiereza y ella se sentía un juguete en manos extrañas, o mejor dicho en pijas extrañas.
Su culo dilatado apenas podía albergar la gruesa verga, el dolor que ella sentía le producía aún más placer. La mano del otro tipo le hizo girar la cabeza y ella abrió la boca mientras el tipo se masturbaba sobre su rostro. Un borbotón de semen cayó sobre su boca, su propia lengua se encargó de saborearlo. Otro chorro más con igual destino.
-¡como te gusta la leche putita!- dijo el tipo
-si, dame más, dame más- dijo ella.
Un nuevo orgasmo, una nueva serie de temblores se adueñaron de ella. Su rostro se desmoronó sobre la sábana, su boca abierta gemía y exhalaba fuera de control. Ya el culo no le dolía, ni siquiera sentía las manos del tipo que con fuerza la sostenían de la cadera. Las embestidas del tipo se incrementaron, los bajos gruñidos le indicaban que el tipo estaba acabando.
Por fin el tipo se detuvo, la penetraba al máximo con el último aliento.
-ufff, que buen polvo- dijo él
En silencio ella se recostó sobre la cama, las sábanas olían a semen y a flujos, en definitiva a sexo.
-che, tenemos que terminar con la antena- dijo uno de ellos
Boca abajo, Erica sintió la dura palmada que uno de ellos le propinó.
-que hermoso culo que tenés nena- exclamó el tipo
Así como entraron, en silencio salieron y en pocos minutos ya estaban trabajando en la antena.
Con las pocas fuerzas que le quedaban, ella esperó que los tipo terminaran su trabajo.
-bueno bebé, ya tenés TV- le dijo uno de ellos mientras le acariciaba el culo.
Erica con su bata anudada, recibió la caricia con una sonrisa.
-cualquier cosa nos avisás- dijo el otro
Finalmente se fueron, y Erica se dispuso a cambiar las sábanas para luego darse una ducha. Finalmente podía disfrutar de la TV satelital.
4 comentarios - Ama de casa enfiestada