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Historias de hotel - historia 9

No dejes de pasar por mi mejor post

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No te vas a arrepentir!



Quien en su vida no tiene una historia de hotel? creo que todos vivimos anécdotas y a nadie le llamaría mucho la atención lo que sucede en un cuarto, entre cuatro paredes.

Ahora bien, que pasa cuando existen historias que van mas lejos de lo tradicional, cuando se roza lo bizarro, lo extremo, lo prohibido, lo que muchos fantasean en realizar, pero son contados los que llegan a vivirlo?

A lo largo de HISTORIAS DE HOTEL, recorreremos diez vivencias diferentes, vivencias de personas que se animaron a ser contadas, sentados frente a frente con quien escribe, yo solo tomé esas historias para llevarlas a un papel.

Te invito a recorrer estas diez HISTORIAS DE HOTEL



LA NOCHE MENOS PENSADA
ISMAEL, 26 AÑOS


UNA MILF PELIGROSA
ANDREA, 58 AÑOS


LA FIESTA DE GABRIEL
JONY, 32 AÑOS


ANCIANOS DEPRAVADOS
JOSE, 72 AÑOS - ANTONIA 78 AÑOS


PRESTIGIOSO INGENIERO
TIFANNY, 19 AÑOS


MI MARIDO!
SANDRA, 46 AÑOS


SOR ANGELICA
MARIANELA, 29 AÑOS


AMORES QUE MATAN
ALAN, 47 AÑOS


MI HERMANA
MIA, 23 AÑOS


MI PROSTITUTA PERSONAL
MARTINO, 39 AÑOS




MI HERMANA
MIA, 26 AÑOS


Pude notar al conocer a Mia, que ella era una chica exquisita, lucía un pantalón amplio en color negro y una remera holgada que llegaba a su ombligo, con dibujos de grandes flores multicromáticas, a pesar de vestir en forma normal, nada extravagante, era notorio que su figura privilegiada no pasaba desapercibida, de proporciones justas, muy bonita, la naturaleza había sido bondadosa con ella, llegó a mi lado, me saludó cordialmente, con un perfume dulzón que impregnaba el ambiente.
Mia se sentó cruzándose de piernas en una forma muy femenina, estirando el pie como si fuera una modelo para posar para fotografías de revistas de moda, sacudió su cabellera de lado a lado, como si fuera a acomodársela, luego abrió su cartera de mano, sacó unos largos cigarros importados y encendió uno, para largar una primera bocanada un tanto provocativa sobre mi rostro.
Evidentemente ella tenía todo ese aire de femme fatale que muy pocas tienen, mezcla de seducción, belleza, atracción y salvajismo.


Tengo que empezar por el principio, en mi infancia, había algunos antecedentes de gemelos en mis antepasados, así que no llegué sola a este mundo, sino con mi hermana Gina, somos dos gotas de agua.
Tenemos cuatro hermanos mayores y a confesión de nuestros padres no fuimos lo que se dice, buscadas, mi madre estaba en su menopausia y se confiaron.
Así que fuimos las gemelas mimadas en una familia con hermanos mayores y padres que estaban en edad más cercana para ser abuelos que para ser padres.
Papá tenía sangre italiana en sus venas, así que buscó nombres bien arraigados a sus orígenes, y nos llamaron Mia y Gina.

Tengo que decir sin falsa modestia que siempre fuimos muy bonitas, de pequeñas, también tengo que decir que en muchas oportunidades Gina y yo odiamos ser gemelas, mamá siempre nos vestía exactamente iguales, y era como que una era un espejo de la otra, y siempre atraíamos la atención de la gente, siempre nos miraban con sonrisas, hablaban de nosotras y nos ponían en el plano central, a mamá la enorgullecía que sus pequeñas fueran centro de atención, pero a nosotras llegó a fastidiarnos, es que ya nos sentíamos como mascotas de zoológico, y solo teníamos que responder con sonrisas y más sonrisas.

Una tarde estábamos en el parque, montando caballitos en la calesita, fue cuando un tipo mayor buscó entre la gente al papá de las gemelas. Resultó que este hombre trabajaba en agencias gráficas y vió en nosotras una oportunidad. Papá recogió el guante, una posibilidad económica que jamás había imaginado, dinero fácil, pero claro, ese fue el principio de una historia de la cual se arrepentiría por el resto de sus días.
Y así fue como empezamos, las gemelas impecablemente vestidas, las niñas perfectas, las niñas sonrientes, los angelitos de mamá y papá, algunas fotos de revista, algunos pesos a la economía familiar y de un pequeño productor encontrado al azar en una parque del barrio, pasaríamos a uno mediano, de mayor tamaño, de mayor alcance.
Cuando cumplimos quince, ya éramos señoritas, habíamos perdido la inocencia, y ya nos contrató un gran productor de alcance nacional.

A espaldas de nuestros padres comenzamos a transitar otro camino, ya no éramos niñas tontitas, ya los hombres no nos miraban como inocentes palomitas, ahora nos miraban como lobos hambrientos.
Y llegada nuestra mayoría, ya sin trabas legales, Gina y yo supimos que vendría dinero facil, a los hombres le gustan las putas, y si había dos putas gemelas la paga era mejor.
Empezamos a hacer entonces fotos para hombres, en revistas para hombres y nos fuimos metiendo en un mundo loco pero apasionante, el dinero hacía mas dinero y las producciones fueron cada vez mas osadas.
A los diecinueve firmamos un contrato para hacer algo que hacía tiempo nos venían proponiendo, una película condicionada local, de bajo presupuesto, pero sería el debut de Mia y Gina ante las cámaras.

Y fue solo empezar a rodar la rueda, a esa película seguirían muchas mas, en el ambiente nos llamaron las 'gemelas ninfómanas' y de hacer comerciales inocentes de infancia terminamos en sets donde siempre había una cama.
Gina era mi alma gemela, y era frecuente que hiciéramos entre nosotras escenas lésbicas, eso se pagaba muy pero muy bien, y nos tocaron los hombres mas pijudos del país.
A los veintiuno nos propusieron hacer películas condicionadas enfocadas al sexo anal, eso se pagaba mejor todavía y ya no nos detendríamos, nos hicimos conocidas en el ambiente, no era nada común dos hermanitas gemelas facturando fortunas por solo hacer escenas anales, y nos hicimos populares entre las populares.

En casa las cosas fueron bien y mal al mismo tiempo, nuestros hermanos nos apoyaron en nuestra carrera, si era lo que nos gustaba y nos pagaban por eso, y si éramos felices, no tenían por qué molestarse. Papá en cambio nos había desterrado del mundo, él siente que le fallamos, éramos lo mejor que el tenía, sus piedras preciosas, y a su modo de ver las cosas, y como nos dijo en la cara esa tarde, 'para una padre es algo humillante tener una hija puta, pero mas humillante es tener dos hijas putas', ni siquiera cambió de parecer un par de años atrás cuando nos dieron el premio 'colas de oro', una premiación a nivel local del mundo porno, donde ese premio era justamente por votación, la mejor cola y el mejor uso. Mamá por su lado era imparcial, cuando estaba con papá lo apoyaba a él, pero a sus espaldas, ella estaba con nosotras.

Eramos las reinas anales del país, pero buscábamos dar el siguiente paso, las ligas mayores, pornografía internacional, países donde se pagaba en billetes de grueso calibre y donde suponía estar 'culo a culo' contra las mejores, Jada Stevens era y sigue siendo nuestra modelo a imitar.
Haces apenas unos meses, uno de nuestros productores nos dijo que estaría de visita por el país un reconocido actor italiano, del cual reservaremos el nombre, pero pongamos un nombre de fantasía, Antonino,
El era muy reconocido y con mas de cuarenta años tenía una interminable filmografía, el también se había inclinado por las de sexo anal, tenía una verga enorme y temible, además, en el ambiente se rumoreaba que era un maldito degenerado, y vimos con buenos ojos que este productor nos hiciera un poco de publicidad, le hiciera saber de nosotras y un poco abriera las puertas a nuestro futuro.

A su llegada se preparó una noche de agasajo, muy buena cena, mejores vinos, fotos, flashes, cámaras, film, gente del ambiente, íntima, noticias que no saldrían en las portadas normales de los matutinos, pero que si darían vuelta al mundo en el ambiente prono.
Antonino era un ganador con todas las letras, extrovertido, pedante, seguro de si mismo, naturalmente se transformó en centro de atención y naturalmente disfrutaba con sentirse centro de atención, rubio, musculoso, bien parecido, con una estampa varonil irresistible, hablaba en voz demasiado alta, mezclando su italiano natal con un improvisado castellano.
Gina y yo nos sentíamos como dos hormiguitas al lado de un elefante y tuvimos que esperar nuestro turno, como la Cenicienta tuvo que esperar a su príncipe.
En algún momento de la noche, el reparó en nosotras, evidentemente captamos su atención y fue cuando establecimos contacto.

Nuestro amigo y representante le habló entonces de nosotras, de las 'gemelas ninfómanas' y de nuestras películas de sexo anal, Antonino se mostró más que interesado y vino a nuestro encuentro, me acerqué para besarlo en la mejilla pero el me beso en la boca, metiendo su lengua en la mía, y lo propio hizo luego con mi hermana. Nos sentimos invadidas, sorprendidas, pero para él parecía ser lo mas normal del mundo, con un brazo rodeó mi cintura, con el otro hizo lo propio con Gina y fuimos sobre un gran sillón blanco que decoraba el lugar, nos sentaos, el al medio, entre risas y fuerte vocabulario, frente a los flashes de las fotos que disparaban sin cesar.
Recuerdo que esa noche tenía un llamativo vestidito plateado brillante de espalda descubierta, demasiado corto, demasiado escotado, con finos breteles, tan provocativo que la menor brisa hubiera dejado mis pechos desnudos.
El tano había pasado su brazo por mi espada rodeándome, y ya había colado su mano bajo el vestido acariciándome una de mis tetas, todo en un mundo de risas y permisos no concedidos.


Historias de hotel - historia 9


Miré de reojo a Gina, a ella le iba peor, el tipo le acariciaba la concha por encima de la tanga, por debajo de la pollera, y ella solo se dejaba toquetear, al igual que yo. La situación era incómoda, podía ser la peor de las putas y mi curriculum así lo acreditaba, pero no por eso tenía que tolerar esa falta de respeto al punto de sentirme violada, y honestamente creo que si el italiano se lo hubiera propuesto nos habría cogido ahí mismo, delante de todos, por suerte, eso no sucedería, pero en las horas que quedaron de esa recepción, el tipo pidió ver un poco de nuestro material y al terminar la jornada nos invitó a ambas a ir en privado a alguna habitación del algún hotel de la ciudad.
Con mi hermana nos entendíamos sin hablarnos, por nada del mundo nos perderíamos la oportunidad de tener la enorme verga de ese tipo en nuestros culos, sabíamos que Antonino era la mejor oportunidad que teníamos de abrir las puertas al exterior.

A las cinco de la mañana una pesada humedad de incipiente verano rodeaba el ambiente, ya habían arreglado todo para ir a un lujoso piso en uno de los mas prestigiosos hoteles de la ciudad, pero el tano pidió ir con nosotras un sitio mas común, donde iban las parejas comunes, sin tanto lujo, como una fantasía de estar pagado por dos prostitutas, y no tardaron en arreglar lo que el pedía.
A la salida nos esperaba una impresionante limusina, en mi vida había visto algo así y evidentemente trataban a ese bastardo como a un rey, entramos y el lugar era enorme, Gina y yo fuimos a uno de los asientos, y el al frente, el coche empezó a moverse y ahí mismo empezaron los juegos.

Antonino estaba un tanto desparramado en su sitio, tomó una botella de ancho pico llena de bebida que adiviné sería whisky, dio un sorbo directamente del pico y nos pidió que jugáramos un poco para el, para matar el tiempo y calentar un poco la escena entes de llegar al hotel.
Gina y yo sabíamos que debíamos dar la mejor actuación de nuestras vidas, estar con ese tipo era nuestra tarjeta de presentación, fui sobre mi hermana, nos miramos y empezamos a besarnos, solo nos besamos como perras calientes, y eso empezó a excitarme, me gustaba sentir los labios de mi gemela pegados a los míos, su lengua cruzarse con la mía, nuestras salivas mezclándose, en besos muy sexis, muy calientes.

Pasaron los minutos, mi vestido cayó el piso, me desnudé por completo, Gina hizo otro tanto, pero fui yo quien tomé un rol activo, apoyé mis pechos contra los de mi hermana, roce mis pezones contra los suyos, era excitante, hacer el amor con mi hermana era como hacer el amor conmigo misma, compartir sensaciones, respiraciones, latidos, la vida, como lo hicimos alguna vez en el útero materno.
Antonino solo miraba sin decir palabra, tomando un sorbo de tanto en tanto, con suma excitación, bajé sobre las tetas de mi gemela y empecé a lamerlas, suavemente, una, la otra, ambas, rodeando sus pezones con mi lengua, tan duros, ella empezó a gemir en excitación, apenas le daba unos dulces mordiscos, de esos que no duelen, pero que excitan, y volvía a su boca para comer sus labios, y otra vez a sus pezones.

Caí lentamente entre las piernas de mi hermana, como cuando estaba en un set de filmación, disfrutando lo que hacía, pero teniendo presente dejar lugar para la cámara, solo que ahora no había cámara, estaban los ojos filosos de Antonino, al acecho, esperando su turno.
Gina estaba inundada en jugos, solo me prendí de su clítoris y sus labios depilados para chupar con esmero, notando como su conchita largaba jugos de placer, como si un grifo en su interior estuviera mal cerrado, y solo no podía contenerlo, su calor de mujer chorreaba por el asiento de cuero de la limusina y esto solo hacía que yo también me calentara, porque éramos dos gotas de agua y podía sentir el placer que ella estaba sintiendo, de hecho sentí también mi sexo chorrear, cayendo por mis piernas.

Yo estaba en cuatro patas sobre el piso del coche, dándole mi culo al italiano, fue casualidad pero él entonces tomó partida, untó sus dedos con mis propios jugos y rápidamente pasó a lubricar mi esfinter, yo solo seguía dándole un rico oral a mi hermana, el tipo me dijo en su idioma mezclado algo como que 'Gina, que bello culo', evidenciando que no sabía quien era quien, me había llamado por el nombre de mi gemela.
Entonces haría otra de las suyas, tomó la botella y apoyó el ancho pico en mi esfinter, empujó, y empujó hasta que logró meterlo, por suerte lo tenía lo suficientemente estirado como para que no me lastimara, y solo empezó a llenar mis intestinos con el contenido de la misma.

Yo solo seguía lamiendo pero honestamente había perdido el foco sintiendo como se llenaban mis tripas con alcohol, una experiencia nueva para mi, seguro normales para el, un sádico de primera.
Solo se dio por satisfecho cuando nada quedó en el envase se vidrio, y me sentí llena, con unas ganas terribles de expulsar, pero mi vergüenza y pudor de mujer me hacían contener, Antonino solo apoyo su mano en mi vientre y apretando con fuerza me hizo expulsar un largo chorro como si fuera una fuente en un parque, y volvió a repetirlo, una enema con whisky, y el tipo ponía su rostro para beber desde mi trasero, terminó todo en un enchastre, él se reía, decía que era la enema mas cara de su vida, pero nada parecía importarle, ni sacarlo de eje.

Estábamos llegando, tomó un para de toallas (si, ese coche tenía mas cosas que un departamento) para limpiarnos un poco, no se quien le hacía los contactos a ese tío pero lo atendían mejor que al mismo presidente de la nación.
Nos condujeron a una habitación vip, lo mejor de lo mejor y solo quedamos los tres, Gina, Antonio y yo.
Antonino pidió que sigamos con nuestro juego lésbico pero le dimos a entender que esa parte ya la habíamos cumplido en la limusina, y por si el no estuviera convencido empezamos a seducirlo, a besarlo, a acariciarlo, Gina y yo sabíamos como hacerlo así que una a cada lado lo rodeamos y solo buscamos sus puntos débiles, tengo que decir que el tipo besaba muy bien y rápidamente nos enredamos en un juego de a tres, Gina ya estaba de rodillas chupándole la verga mientras el me comía las tetas a mordiscos, desde mi posición de espectadora veía con claridad la terrible tripa que el maldito tenía y se me hacía agua la boca en deseo.

Paramos solo unos instantes para terminar de desnudarnos, y retomar el juego. Antonino se recostó sobre la cama, Gina fue sobre el, invertida, y yo me quedé entre sus piernas, mi hermana nuevamente empezó a chuparle la pija, desde su posición ella acaparaba su enorme glande, dejándome a mi parte del tronco y sus depilados testículos, aunque eso nos impedía compartirla de tanto en tanto, nosotras nos mirábamos a corta distancia disfrutando de ese enorme hombre, porque era mas enorme que cualquiera.

Antonino haría otra de sus jugadas, levantó sus piernas como si fuera una mujer y las cruzó tras la nuca de mi gemela, me pidió a mi que le chupara el culo al tiempo que con la fuerza de sus pantorrillas empezó a empujar a Gina hacia abajo.
Habíamos realizado miles de locuras, pero nunca algo así.
Yo solo me dediqué entonces a lamerle el esfínter que por cierto también estaba completamente depilado, suave por fuera, rugoso hacia el centro, buscando penetrarlo con la lengua, poco a poco, a medida que el me lo iba permitiendo, le separaba las nalgas con mis manos y buscaba llegar lo mas profundo posible.
De paso miraba a mi gemela que no la pasaba nada bien, tenía casi treinta centímetros de carne en la boca, y él con su fuerza la empujaba mas y mas abajo, Gina no podía con eso y se esforzaba en vano en una lucha perdida, poco a poco, centímetro a centímetro se iba comiendo todo, la saliva empezaba a chorrear de su boca como un perro rabioso, sus ojos se llenaban de lágrimas. Pronto mi hermana había sido forzada a comerse toda la monstruosa verga del tano, llegando con sus labios hasta la base del tronco, al borde de la asfixia.

Por suerte para ella Antonino desistió de ese juego perverso y se dispuso a cogernos, o a culearnos para ser mas precisa, nos puso lado a lado, ambas en cuatro sobre el colchón, Gina estaba a mi derecha aun tratando de recuperar la respiración, el tano la eligió a ella, fue por detrás y se la metió completa por el culo arrancándole un gemido de gozo, y empezó a hacérselo por atrás en una forma muy rica. Yo estaba a su lado solo esperando, el tipo con su mano libre jugaba en mi esfínter y cada tanto me daba una fuerte nalgada, los minutos pasaban y yo perdía la paciencia, era un honor que ese tipo me hiciera la cola y cada vez lo deseaba mas, incluso con el temor que acabara dentro de mi hermana y me dejara con las ganas.

Pero el tano sabía como jugar sus cartas, llegó mi turno y viví con mucha adrenalina los instantes previos, el se acomodó a mis espaldas, me relaje y me abrí para el, era un animal, me la metió de golpe bien profundo y a pesas de tener una larga carrera en sexo anal sentí que me partía en mil pedazos, apreté con fuerzas las sábanas entre mis puños y mordí la almohada para acallar mis gemidos.
Que rico! Antonino solo embestía una y otra vez con su largo e interminable sable, tan grueso que imaginaba mi trasero abierto como nunca, disfrutando de una perfecta sesión de sexo anal.
Ahora Gina era la que permanecía a la espera, deseando que nuestro amante volviera a ella.

Y fue sobre una, y la otra alternando a su gusto, a su eterno placer, horadándonos, taladrándonos, perforándonos, el esfinter de mi hermana quedaba abierto en un círculo profundo, del tamaño de una manzana, asumí que el mió estaría de la misma manera y nosotras nos revolcábamos en placer, estar con ese hombre era un sueño hecho realidad, por lo que representaba y por nuestras oportunidades futuras.
Mi hermana tuvo mejor suerte, el azar quiso que fuer ella quien se llevara el premio mayor, el tipo se contrajo y solo empezó a eyacular en ella, dentro de su trasero, y en sus nalgas, y en su sexo, y en todas partes, Antonino eyaculaba en largos e interminables chorros de semen que salían disparados con fuerza, impresionante, sexualmente impresionante, un potro salvaje, un semental.

Fue cuando me tomó con una de sus manos por mi cuello, por detrás, por la nuca, como si fuera una mascota que el manejara a su antojo, me arrastró sobre mi gemela y me enterró el rostro en sus embadurnadas nalgas, me obligó a limpiarla y con devoción empecé a lamer todo el semen que había quedado exparsido por el lugar, poco a poco fui bebiendo su dulce nectar de hombre, limpiándole las nalgas, las piernas, la conchita y el culito, tan abierto que hubiera cabido mi puño en el...

Mía siguió parloteando en una historia que no parecía tener final y que honestamente empezaba a aburrirme un poco, dueña de una voz aguda y estridente, había llegado un punto en que ya se me hacía insoportable y comenzaba a dolerme la cabeza. Solo le agradecí por todo, concluí que ya tenía bastante material para cerrar la historia.
Un detalle, a la fecha Gina y Mia, 'las gemelas ninfómanas' como las llamaban, están en Estados Unidos haciéndose famosas con sus carreras de actrices porno, en especial, tiras de sexo anal, sus preferidas.


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