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No te vas a arrepentir!
HISTORIAS DE HOTEL
Quien en su vida no tiene una historia de hotel? creo que todos vivimos anécdotas y a nadie le llamaría mucho la atención lo que sucede en un cuarto, entre cuatro paredes.
Ahora bien, que pasa cuando existen historias que van mas lejos de lo tradicional, cuando se roza lo bizarro, lo extremo, lo prohibido, lo que muchos fantasean en realizar, pero son contados los que llegan a vivirlo?
A lo largo de HISTORIAS DE HOTEL, recorreremos diez vivencias diferentes, vivencias de personas que se animaron a ser contadas, sentados frente a frente con quien escribe, yo solo tomé esas historias para llevarlas a un papel.
Te invito a recorrer estas diez HISTORIAS DE HOTEL
LA NOCHE MENOS PENSADA
ISMAEL, 26 AÑOS
UNA MILF PELIGROSA
ANDREA, 58 AÑOS
LA FIESTA DE GABRIEL
JONY, 32 AÑOS
ANCIANOS DEPRAVADOS
JOSE, 72 AÑOS - ANTONIA 78 AÑOS
PRESTIGIOSO INGENIERO
TIFANNY, 19 AÑOS
MI MARIDO!
SANDRA, 46 AÑOS
SOR ANGELICA
MARIANELA, 29 AÑOS
AMORES QUE MATAN
ALAN, 47 AÑOS
MI HERMANA
MIA, 23 AÑOS
MI PROSTITUTA PERSONAL
MARTINO, 39 AÑOS
MI MARIDO!
SANDRA, 46 AÑOS
Sandra me dio la impresión de ser una mujer común y corriente, cuarenta y seis años bien puestos, un hijo producto de una relación pasajera, una hija mas con Octavio, de su actual pareja y esposo. Trabaja en una dietética y suele ir a un gimnasio de su barrio, de correcto vestir, nada llamativa. Una morena de proporcionada silueta a la que le costaba hablar con naturalidad y exponer abiertamente su sexualidad. Se la notaba nerviosa, comiéndose agresivamente las uñas al punto de hacerse sangrar los dedos.
Sin dudas fu una incógita su historia, y un desafío poder arrancársela.
Octavio y yo llevamos una buena convivencia en pareja, hoy estamos bien, nos amamos, pero no siempre fue así y para llegar al punto donde hoy estamos tuvimos que aprender muchas cosas, y no solo eso, aceptarlas...
Pasados mis cuarenta años nuestra relación parecía irse a pique, asumo que estaba demasiado enfrascada en la reciente maternidad de mi segunda hija, la primera para el, y cometí el error de dejarlo de lado mas de lo conveniente, aunque él tampoco se esforzara demasiado por cambiar las cosas
Una cosa llevaba a otra y los roces se hicieron moneda corriente, pequeñas gotas de lluvia se transformaban en intensas tormentas y sin darnos cuenta cada vez nos hablábamos menos y nos íbamos distanciando poco a poco, nuestro amor parecía marchitarse en una lenta y eterna agonía.
Visto en retrospectiva podría decir que estábamos tan juntos y seguros de nosotros mismos que fue muriendo esa necesidad de conquista y el miedo a perder a la persona amada, creo que que me decía a mi misma cosas como 'si lo tengo en la palma de mi mano' 'donde va a encontrar otra como yo' 'si se va vuelve de rodillas a pedirme perdón' y otro tanto le pasaba a él conmigo, y caímos enredados en nuestras propias mentiras.
Después del parto no me sentía a gusto con mi cuerpo, me veía fea, gorda y esa horrible pancita que me colgaba. Octavio no me decía nada, ni estás linda ni estas fea ni nada, y lo pero que podía hacer era hacerme sentir ignorada.
Empecé a ir a un gimnasio del barrio y fue cuando conocí a Kevin, quien sería mi instructor, un moreno de unos treinta, bien musculado, que se mostraba demasiado simpático y atractivo.
Y no es que tuviera necesidad de andar buscando a otro tipo en mi vida, no soy una mujer infiel, solo que ese muchacho me trataba bien, me apoyaba, me hacía sentir linda y no se, su compañía era grata.
Seguramente encontraba en el ese apoyo incondicional que extrañaba en mi marido y me sentí confundida, perturbada, el roce diario, la transpiración, las palabras, las sonrisas, estaba peligrosamente cerca se ese hombre, y él empezaba a apretar el acelerador a medida que yo se lo permitía y poco a poco mis barreras iban cediendo una por una.
Octavio estaba tan en su mundo que nunca pudo ver lo que estaba sucediendo, que otro tipo le estaba robando la presa, claro, de la misma manera en la que yo estaba cegada a ver lo que sucedía a mis espaldas.
Conocía a Delia desde hacia algún tiempo, solo una compañera de trabajo de mi marido, una rubia coqueta y llamativa, con la cual mi marido compartía sus jornadas estando mas tiempo con ella que conmigo.
Hubieron señales, no pude o no quise verlas, desde las más dificiles como algunas llegadas fueras de horarios, mensajes insistentes 'de trabajo', escritos interminables por WhatsApp hasta las mas fáciles, como perfumes de mujer, alguna mancha de rush y hasta largos cabellos rubios perdidos en sus camisas pero... no hay mas ciego que el que no quiere ver.
Es que como dije, yo no veía en ella ni en ninguna otra mujer una amenaza real para mi matrimonio, hasta me mentí a mi misma diciéndome que si el me engañara, pues no me importaría, puras mierdas...
Y el diablo mete la cola cuando nadie lo espera...
Octavio salía todos los viernes, a sus tradicionales reuniones de amigos, era una cita obligada, a cenar y jugar cartas, pero claro, hacía un tiempo que sus amigos solo tenían un nombre 'Delia', yo lo sabía? no, me interesaba saberlo? tampoco, lo sospechaba? un poco.
Y uno de esos viernes, fue mi momento elegido para caer en brazos de Kevin, ya no tenía barreras, había decido llegar al final con el. Inventé también una excusa de amigas, creo que Octavio sospechó y también creo que prefirió no saber.
Los chicos terminaron en casa de mi madre y rato después estaba sentada en el coche de mi primer amante, recuerdo que los nervios me devoraban, tenía una bola en el estómago y solo le aclaraba cosas a Kevin, que yo no era una cualquiera, que sería solo una vez, que no dijera nada a nadie y miles de cosas mas, a lo que el solo respondía con sonrisas, diciéndome que me tranquilizara un poco, solo una noche, no nos iríamos al infierno.
Fuimos a un lujoso hotel apartado de la ciudad, parecía ir sobre rieles pero todo cambiaría al ingresar al estacionamiento, no había muchos coches pero mi sorpresa fue encontrar entre los mismos a un Fiat Palio verde oliva muy parecido al mio, miré la patente, era el mio! y en ese momento me transforme, sentí una punzada en el corazón y exploté en cólera, me descontrolé y empecé a gritar, Kevin trataba de contenerme pero no lo escuchaba, una cosa era imaginar ser cornuda, otra tener la certeza, estaba fuera de mi, quería matar a ese bastardo y las palabras del instructor no surtían efecto.
El alboroto que estaba armando trajo la atención del personal de seguridad del hotel y un tipo me llevó hasta la administración, un mocoso impecablemente vestido que se presentó como Ismael me dijo que estaba a cargo y que me tranquilizara, que bajara el tono de voz, le dije a los gritos que buscaran a Octavio Perez, el dueño del mugroso Fiat Palio, que lo iba a matar con mis propias manos, y mientras mas trataban en calmarme mas ciega me ponía, y mas se complicaba la situación, les dije que o lo llamaban o iría a derribar puerta por puerta si era necesario.
Creo que ese tal Ismael se vio desbordado, así que me pidió unos minutos, buscó y llamo a una habitación.
Caminaba de lado a lado, comiéndome las pocas uñas que me quedaban hasta que al fin apareció el señor, y tras sus pasos la figura de Delia que no entendía lo que sucedía
No se por qué mi primer impulso fue agarrármela con ella, quise golpearla y le grité un furibundo
-Asi que vos sos la puta que te coges a mi marido? hija de puta! puta!
No llegue agredirla porque Octavio se interpuso en mi camino y tomándome de las muñecas con fuerza me pidió que me calmara, como todos me pedían desde que había visto el coche en el estacionamiento, pero el deslizó una pregunta que no estaba preparada para responder
-Tenes razón! Sandra tenés razón! puede que ella sea una puta y yo un bastardo, pero decime, que haces vos acá con tu instructor?
Recién ahi me di cuenta que lo estaba acusando por lo mismo que yo estaba haciendo, me quedé muda, solo sentí a Kevin decir en voz baja a modo de reflexión
-Es lo que trataba de hacerte ver...
Fue un momento muy incómodo, le pedí disculpas a Delia quien aun seguía perturbada, también le presenté a mi instructor y dado que estábamos ahi empantanados en la recepción, Octavio sugirió pasar a la habitación a discutir como personas adultas. Y ahi fuimos los cuatro, sin saber que esperar, tampoco entendí porque Delia o Kevin objetaron la propuesta.
Ya en el cuarto, estábamos mas tranquilos y ahora reinaba el silencio, Kevin se reposó contra una pared, yo me senté en la cama y Delia a mi lado, le pedí un whisky e mi marido, odiaba el whisky pero realmente necesitaba uno, el preparó cuatro, bebimos en silencio y pedí otro, que fuerte estaba...
Era raro, todo raro, una mezcla de esposos y amantes estancados en un cuarto de hotel, es que nadie sabía exactamente que decir y fue Delia quien empezó a excusarse conmigo con palabras cortadas y forzadas, supongo que inconscientemente puso su mano derecha sobre mi muslo izquierdo, dado que mi pollera se había levantado bastante al sentarme sobre la cama y mientras hablaba comenzó a acariciare la pierna.
Y sentí raro, las caricias de Delia me gustaron, y tal vez por el whisky, tal vez por algún instinto reprimido, tal vez por la situación que estábamos viviendo, no se, solo se que me estiré para buscar sus labios con los míos, y si bien ella trató de apartarse lo cierto que tampoco me evitó, solo fue insistir un poco para besar en la boca a otra mujer por primera vez en mi vida, lo curioso era que minutos atrás quería asesinarla, pero bien, poco a poco la mano que acariciaba mi muslo fue subiendo hasta colarse muy cerca de mi sexo, respondí con una mano sobre su busto, blando pero firme a la vez, busqué invadirla y todo fue una espiral ascendente, nos fuimos soltando y empezaron los gemidos contenidos, jamas había imaginado que terminaría en un hotel haciendo el amor con otra mujer. Ella olía demasiado rico, me fui perdiendo, nos fuimos perdiendo, sentí mis pezones endurecerse y mi sexo mojarse, que mierda, era demasiado rico...
Octavio estaba a un lado, Kevin seguía recostado en la pared, decidí jugar mis cartas, tomé a Delia de la mano y la llevé sobre el que sería mi amante, empezamos a besarnos entre los tres, la boca de ella, la boca de el, lo abrazamos, lo tocamos y esperamos su respuesta, Kevin se mostraba un tanto distante, seguramente la presencia de mi marido lo cohibía un poco.
Delia y yo nos arrodillamos y desnudamos su sexo, mi instructor tenía una rica verga, delgada y cabezona, empezamos a chupársela muy rico, un rato ella, un rato yo, ambas al mismo tiempo, una por arriba, otra por abajo, era loco, bizarro, nosotras manteníamos contacto visual en todo momento y cada tanto nos tomábamos unos segundos solo para besarnos.
Me había transformado, esa mujer no era yo, me sentía puta, perversa pero ante todo me sentía vengativa, y me encantaba, la imagen de mi esposo como mero observador de turno, viendo como su esposa le chupaba la verga a otro tipo, en sus narices y no solo eso, además le había arrebatado a su amante, yo tenia todo y él no tenía nada.
Pero fueron solo minutos, Octavio no se quedaría al margen por mucho tiempo, fue por un bolso de mano que había un lado y lo vació sobre la cama, tomo unas cuerdas, vino donde nosotros y la arrancó a Delia de donde estaba y dijo
-Delia tiene algunos gustos no tan convencionales...
Yo me quedé de rodillas chupándole le verga a Kevin, aunque mi atención ya estaba en otro sitio, en entender que hacía mi marido con su amante. Octavio tomó entonces la gruesa soga y con un intrincado entrelazado comenzó a aferrarle los brazos a su espalda, no sabía que mi esposo tenía esas habilidades y mucho menos que podía tener roles dominantes. Cuando delia estuvo casi inmovilizada vino sobre mi, y en una forma grosera me tomó de los cabellos y me arrastró como una perra, creo que el intuyó que eso me gustaría y no se equivocó, nuestra relación se había vuelto tan fría y distante que eso fue como encender un fósforo en un polvorín, me desparramó sobre la cama, fue por Delia, estaba sumisa en cuatro patas, la tomó por la nuca y la arrastró como su fuera un animal entre mis piernas, la apretó tanto contra mi vulva solo para asegurarse que empezara a lamerme,
Dios, creo que empece a perder la cordura cuando los labios húmedos de esa mujer empezaron a besar mi conchita, ella era buena, muy buena, mi marido tomó un vibrador de muchos de los que había, lo encendió y lo apoyó sobre su clítoris, yo empecé a acariciarme los pechos y Kevin que parecía perdido, sin saber bien que hacer vino sobre mi para que se la chupara.
Se armó un todos contra todos, yo se la comía a mi amante, Delia me devoraba la conchita y mi marido la llenaba de placer con el juguete.
Me sentí venir, mi primer orgasmo en labios de una mujer, que loco! Octavio esperó hasta que yo terminara de rotorcerme en espasmos y con una muestra lasciva como dejando en claro lo puta que me portaba decidió que era su turno, volvió a tomar a Delia de los cabellos, la pobre con sus brazos atados a la espalda hacia milagros para no perder el equilibrio, la llevó a su lado, y asegurándose que yo viera lo que sucedía se la clavó por el culo arrancándole un grito a la mujer, solo lubricó un poco para ablandarla pero en unos segundos veía como le practicaba sexo anal a su amante.
No quise ser menos, más por despecho que por otra cosa, solo por elevar la apuesta fui sobre Kevin y asegurándome que ahora mi esposo viera, preparé mi esfínter y me senté sobre la verga de mi amante, hasta comérmela toda y empecé a gemir y rebuznar, dos parejas en un cuarto en una exquisita sesión de sexo anal, donde las miradas cruzadas eran tan calientes como el sexo en si.
Mis ojos se clavaban en mi esposo con su amante, en la forma que el le hacía el culo, y mi esposo miraba como Kevin me lo hacía a mi, fue inconsciente, pero en un punto dejamos de hacer foco en el cuadro general y mi marido y yo nos encontramos mirándonos fijamente a los ojos, sentí que me quemaba con la mirada y empecé a desearlo como hacía tiempo no lo deseaba, y fue evidente que ambos estábamos en la misma situación.
Octavio dejó de lado a Delia y vino sobre mi, arrancándome de las piernas de mi amante me tiró sobre la cama, levantó mis piernas hasta mis hombros y mi vagina quedó abierta a sus bajos instintos, me la metió por completo y sentí el placer que hacía tiempo no sentía, el amor que estaba adormecido y en esa intimidad comprendimos que no todo estaba perdido, solo disfruté que me cogiera como nunca, me sentí suya, y el fue mio, solamente mio.
Lo sentí tan rico, tan perfecto, su pene estaba hecho a mi medida, nadie me cogía como el, nadie lo haría
En algún punto solo quedamos nosotros dos, solos, y nos olvidaos de Kevin y Delia que sintiéndose ignorados estaba jugueteando por su lado. Tomé los biceps de mi esposo con fuerza, me llenaba de orgasmos, me hacía gemir, me moría en placer, fueron minutos preciosos, lo sentí venirse, lo incité a venirse, su verga se puso mas y mas dura en y en medio de sus espasmos sentí sus contracciones y como llenaba poco a poco mi sexo con sus ricos jugos.
Nos besamos, nos besamos con pasión, como nos besábamos al principio de nuestra relación, la llama no estaba apagada, solo estaba ignorada.
Los gemidos de nuestros amantes atrajeron nuestra atención, Kevin había liberado las ataduras de Delia, y él estaba con su sexo perdido entre los pechos de la rubia y ella lo rodeaba por completo, mi compañero solo largó profundos chorros de semen embadurnando todos los senos, el cuello y hasta el rostro de Delia quien parecía dulcemente entregada a su casual amante.
Pasada esa calentura del amor recuperado con Octavio, y recordando que éramos cuatro personas teniendo sexo, una vez mas volví al juego tomando la iniciativa, fui sobre Delia, como perversa, como puta, saqué mi lengua y pasé la punta por su piel, por todas las partes donde hubiera semen, en especial sus pezones que se veían sensibles y pegajosos, lentamente, con cadencia, asegurándome que los dos hombres y ella misma pudieran ver o que estaba haciendo, empecé a limpiarla, como una gata, la leche de Kevin estaba aun tibia y sabrosa, fui entonces por sus labios y la besé profundamente, un beso muy rico con sabor a hombre, estaba feliz, y en ese momento, en ese cuarto, los cuatros supimos que estábamos recién al principio de una jornada maratónica de sexo.
Sandra siguió relatando la parte sexual de esa jornada pero creí que era suficiente lo narrado hasta acá, lo importante fue saber que volvió a enamorarse de su marido, de Octavio, y que ese entuerto que casi termina en un escándalo cambiaría el curso de una pareja en una forma jamas imaginada.
Ya no le quedaban uñas por morder ni cutículas por comerse, uno de sus dedos pedía clemencia marcando un leve pero continua sangrado, había sido muy dificil para ella contar lo que había contado.
Antes de dejarme, me hizo saber que su relación de pareja estaba mejor que nunca, que eran felices , aunque las cosas habían cambiado un poco, después de Kevin y Delia se juraron no tener secretos, hoy disfrutan de una sexualidad abierta y consentida, ella puede tener algún hombre, el alguna chica, y por que no, a veces cruzar los caminos como esa primera vez.
Si te gustó la historia puedes escribirme con título HISTORIAS DE HOTEL a dulces.placeres@live.com
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No te vas a arrepentir!
HISTORIAS DE HOTEL
Quien en su vida no tiene una historia de hotel? creo que todos vivimos anécdotas y a nadie le llamaría mucho la atención lo que sucede en un cuarto, entre cuatro paredes.
Ahora bien, que pasa cuando existen historias que van mas lejos de lo tradicional, cuando se roza lo bizarro, lo extremo, lo prohibido, lo que muchos fantasean en realizar, pero son contados los que llegan a vivirlo?
A lo largo de HISTORIAS DE HOTEL, recorreremos diez vivencias diferentes, vivencias de personas que se animaron a ser contadas, sentados frente a frente con quien escribe, yo solo tomé esas historias para llevarlas a un papel.
Te invito a recorrer estas diez HISTORIAS DE HOTEL
LA NOCHE MENOS PENSADA
ISMAEL, 26 AÑOS
UNA MILF PELIGROSA
ANDREA, 58 AÑOS
LA FIESTA DE GABRIEL
JONY, 32 AÑOS
ANCIANOS DEPRAVADOS
JOSE, 72 AÑOS - ANTONIA 78 AÑOS
PRESTIGIOSO INGENIERO
TIFANNY, 19 AÑOS
MI MARIDO!
SANDRA, 46 AÑOS
SOR ANGELICA
MARIANELA, 29 AÑOS
AMORES QUE MATAN
ALAN, 47 AÑOS
MI HERMANA
MIA, 23 AÑOS
MI PROSTITUTA PERSONAL
MARTINO, 39 AÑOS
MI MARIDO!
SANDRA, 46 AÑOS
Sandra me dio la impresión de ser una mujer común y corriente, cuarenta y seis años bien puestos, un hijo producto de una relación pasajera, una hija mas con Octavio, de su actual pareja y esposo. Trabaja en una dietética y suele ir a un gimnasio de su barrio, de correcto vestir, nada llamativa. Una morena de proporcionada silueta a la que le costaba hablar con naturalidad y exponer abiertamente su sexualidad. Se la notaba nerviosa, comiéndose agresivamente las uñas al punto de hacerse sangrar los dedos.
Sin dudas fu una incógita su historia, y un desafío poder arrancársela.
Octavio y yo llevamos una buena convivencia en pareja, hoy estamos bien, nos amamos, pero no siempre fue así y para llegar al punto donde hoy estamos tuvimos que aprender muchas cosas, y no solo eso, aceptarlas...
Pasados mis cuarenta años nuestra relación parecía irse a pique, asumo que estaba demasiado enfrascada en la reciente maternidad de mi segunda hija, la primera para el, y cometí el error de dejarlo de lado mas de lo conveniente, aunque él tampoco se esforzara demasiado por cambiar las cosas
Una cosa llevaba a otra y los roces se hicieron moneda corriente, pequeñas gotas de lluvia se transformaban en intensas tormentas y sin darnos cuenta cada vez nos hablábamos menos y nos íbamos distanciando poco a poco, nuestro amor parecía marchitarse en una lenta y eterna agonía.
Visto en retrospectiva podría decir que estábamos tan juntos y seguros de nosotros mismos que fue muriendo esa necesidad de conquista y el miedo a perder a la persona amada, creo que que me decía a mi misma cosas como 'si lo tengo en la palma de mi mano' 'donde va a encontrar otra como yo' 'si se va vuelve de rodillas a pedirme perdón' y otro tanto le pasaba a él conmigo, y caímos enredados en nuestras propias mentiras.
Después del parto no me sentía a gusto con mi cuerpo, me veía fea, gorda y esa horrible pancita que me colgaba. Octavio no me decía nada, ni estás linda ni estas fea ni nada, y lo pero que podía hacer era hacerme sentir ignorada.
Empecé a ir a un gimnasio del barrio y fue cuando conocí a Kevin, quien sería mi instructor, un moreno de unos treinta, bien musculado, que se mostraba demasiado simpático y atractivo.
Y no es que tuviera necesidad de andar buscando a otro tipo en mi vida, no soy una mujer infiel, solo que ese muchacho me trataba bien, me apoyaba, me hacía sentir linda y no se, su compañía era grata.
Seguramente encontraba en el ese apoyo incondicional que extrañaba en mi marido y me sentí confundida, perturbada, el roce diario, la transpiración, las palabras, las sonrisas, estaba peligrosamente cerca se ese hombre, y él empezaba a apretar el acelerador a medida que yo se lo permitía y poco a poco mis barreras iban cediendo una por una.
Octavio estaba tan en su mundo que nunca pudo ver lo que estaba sucediendo, que otro tipo le estaba robando la presa, claro, de la misma manera en la que yo estaba cegada a ver lo que sucedía a mis espaldas.
Conocía a Delia desde hacia algún tiempo, solo una compañera de trabajo de mi marido, una rubia coqueta y llamativa, con la cual mi marido compartía sus jornadas estando mas tiempo con ella que conmigo.
Hubieron señales, no pude o no quise verlas, desde las más dificiles como algunas llegadas fueras de horarios, mensajes insistentes 'de trabajo', escritos interminables por WhatsApp hasta las mas fáciles, como perfumes de mujer, alguna mancha de rush y hasta largos cabellos rubios perdidos en sus camisas pero... no hay mas ciego que el que no quiere ver.
Es que como dije, yo no veía en ella ni en ninguna otra mujer una amenaza real para mi matrimonio, hasta me mentí a mi misma diciéndome que si el me engañara, pues no me importaría, puras mierdas...
Y el diablo mete la cola cuando nadie lo espera...
Octavio salía todos los viernes, a sus tradicionales reuniones de amigos, era una cita obligada, a cenar y jugar cartas, pero claro, hacía un tiempo que sus amigos solo tenían un nombre 'Delia', yo lo sabía? no, me interesaba saberlo? tampoco, lo sospechaba? un poco.
Y uno de esos viernes, fue mi momento elegido para caer en brazos de Kevin, ya no tenía barreras, había decido llegar al final con el. Inventé también una excusa de amigas, creo que Octavio sospechó y también creo que prefirió no saber.
Los chicos terminaron en casa de mi madre y rato después estaba sentada en el coche de mi primer amante, recuerdo que los nervios me devoraban, tenía una bola en el estómago y solo le aclaraba cosas a Kevin, que yo no era una cualquiera, que sería solo una vez, que no dijera nada a nadie y miles de cosas mas, a lo que el solo respondía con sonrisas, diciéndome que me tranquilizara un poco, solo una noche, no nos iríamos al infierno.
Fuimos a un lujoso hotel apartado de la ciudad, parecía ir sobre rieles pero todo cambiaría al ingresar al estacionamiento, no había muchos coches pero mi sorpresa fue encontrar entre los mismos a un Fiat Palio verde oliva muy parecido al mio, miré la patente, era el mio! y en ese momento me transforme, sentí una punzada en el corazón y exploté en cólera, me descontrolé y empecé a gritar, Kevin trataba de contenerme pero no lo escuchaba, una cosa era imaginar ser cornuda, otra tener la certeza, estaba fuera de mi, quería matar a ese bastardo y las palabras del instructor no surtían efecto.
El alboroto que estaba armando trajo la atención del personal de seguridad del hotel y un tipo me llevó hasta la administración, un mocoso impecablemente vestido que se presentó como Ismael me dijo que estaba a cargo y que me tranquilizara, que bajara el tono de voz, le dije a los gritos que buscaran a Octavio Perez, el dueño del mugroso Fiat Palio, que lo iba a matar con mis propias manos, y mientras mas trataban en calmarme mas ciega me ponía, y mas se complicaba la situación, les dije que o lo llamaban o iría a derribar puerta por puerta si era necesario.
Creo que ese tal Ismael se vio desbordado, así que me pidió unos minutos, buscó y llamo a una habitación.
Caminaba de lado a lado, comiéndome las pocas uñas que me quedaban hasta que al fin apareció el señor, y tras sus pasos la figura de Delia que no entendía lo que sucedía
No se por qué mi primer impulso fue agarrármela con ella, quise golpearla y le grité un furibundo
-Asi que vos sos la puta que te coges a mi marido? hija de puta! puta!
No llegue agredirla porque Octavio se interpuso en mi camino y tomándome de las muñecas con fuerza me pidió que me calmara, como todos me pedían desde que había visto el coche en el estacionamiento, pero el deslizó una pregunta que no estaba preparada para responder
-Tenes razón! Sandra tenés razón! puede que ella sea una puta y yo un bastardo, pero decime, que haces vos acá con tu instructor?
Recién ahi me di cuenta que lo estaba acusando por lo mismo que yo estaba haciendo, me quedé muda, solo sentí a Kevin decir en voz baja a modo de reflexión
-Es lo que trataba de hacerte ver...
Fue un momento muy incómodo, le pedí disculpas a Delia quien aun seguía perturbada, también le presenté a mi instructor y dado que estábamos ahi empantanados en la recepción, Octavio sugirió pasar a la habitación a discutir como personas adultas. Y ahi fuimos los cuatro, sin saber que esperar, tampoco entendí porque Delia o Kevin objetaron la propuesta.
Ya en el cuarto, estábamos mas tranquilos y ahora reinaba el silencio, Kevin se reposó contra una pared, yo me senté en la cama y Delia a mi lado, le pedí un whisky e mi marido, odiaba el whisky pero realmente necesitaba uno, el preparó cuatro, bebimos en silencio y pedí otro, que fuerte estaba...
Era raro, todo raro, una mezcla de esposos y amantes estancados en un cuarto de hotel, es que nadie sabía exactamente que decir y fue Delia quien empezó a excusarse conmigo con palabras cortadas y forzadas, supongo que inconscientemente puso su mano derecha sobre mi muslo izquierdo, dado que mi pollera se había levantado bastante al sentarme sobre la cama y mientras hablaba comenzó a acariciare la pierna.
Y sentí raro, las caricias de Delia me gustaron, y tal vez por el whisky, tal vez por algún instinto reprimido, tal vez por la situación que estábamos viviendo, no se, solo se que me estiré para buscar sus labios con los míos, y si bien ella trató de apartarse lo cierto que tampoco me evitó, solo fue insistir un poco para besar en la boca a otra mujer por primera vez en mi vida, lo curioso era que minutos atrás quería asesinarla, pero bien, poco a poco la mano que acariciaba mi muslo fue subiendo hasta colarse muy cerca de mi sexo, respondí con una mano sobre su busto, blando pero firme a la vez, busqué invadirla y todo fue una espiral ascendente, nos fuimos soltando y empezaron los gemidos contenidos, jamas había imaginado que terminaría en un hotel haciendo el amor con otra mujer. Ella olía demasiado rico, me fui perdiendo, nos fuimos perdiendo, sentí mis pezones endurecerse y mi sexo mojarse, que mierda, era demasiado rico...
Octavio estaba a un lado, Kevin seguía recostado en la pared, decidí jugar mis cartas, tomé a Delia de la mano y la llevé sobre el que sería mi amante, empezamos a besarnos entre los tres, la boca de ella, la boca de el, lo abrazamos, lo tocamos y esperamos su respuesta, Kevin se mostraba un tanto distante, seguramente la presencia de mi marido lo cohibía un poco.
Delia y yo nos arrodillamos y desnudamos su sexo, mi instructor tenía una rica verga, delgada y cabezona, empezamos a chupársela muy rico, un rato ella, un rato yo, ambas al mismo tiempo, una por arriba, otra por abajo, era loco, bizarro, nosotras manteníamos contacto visual en todo momento y cada tanto nos tomábamos unos segundos solo para besarnos.
Me había transformado, esa mujer no era yo, me sentía puta, perversa pero ante todo me sentía vengativa, y me encantaba, la imagen de mi esposo como mero observador de turno, viendo como su esposa le chupaba la verga a otro tipo, en sus narices y no solo eso, además le había arrebatado a su amante, yo tenia todo y él no tenía nada.
Pero fueron solo minutos, Octavio no se quedaría al margen por mucho tiempo, fue por un bolso de mano que había un lado y lo vació sobre la cama, tomo unas cuerdas, vino donde nosotros y la arrancó a Delia de donde estaba y dijo
-Delia tiene algunos gustos no tan convencionales...
Yo me quedé de rodillas chupándole le verga a Kevin, aunque mi atención ya estaba en otro sitio, en entender que hacía mi marido con su amante. Octavio tomó entonces la gruesa soga y con un intrincado entrelazado comenzó a aferrarle los brazos a su espalda, no sabía que mi esposo tenía esas habilidades y mucho menos que podía tener roles dominantes. Cuando delia estuvo casi inmovilizada vino sobre mi, y en una forma grosera me tomó de los cabellos y me arrastró como una perra, creo que el intuyó que eso me gustaría y no se equivocó, nuestra relación se había vuelto tan fría y distante que eso fue como encender un fósforo en un polvorín, me desparramó sobre la cama, fue por Delia, estaba sumisa en cuatro patas, la tomó por la nuca y la arrastró como su fuera un animal entre mis piernas, la apretó tanto contra mi vulva solo para asegurarse que empezara a lamerme,
Dios, creo que empece a perder la cordura cuando los labios húmedos de esa mujer empezaron a besar mi conchita, ella era buena, muy buena, mi marido tomó un vibrador de muchos de los que había, lo encendió y lo apoyó sobre su clítoris, yo empecé a acariciarme los pechos y Kevin que parecía perdido, sin saber bien que hacer vino sobre mi para que se la chupara.
Se armó un todos contra todos, yo se la comía a mi amante, Delia me devoraba la conchita y mi marido la llenaba de placer con el juguete.
Me sentí venir, mi primer orgasmo en labios de una mujer, que loco! Octavio esperó hasta que yo terminara de rotorcerme en espasmos y con una muestra lasciva como dejando en claro lo puta que me portaba decidió que era su turno, volvió a tomar a Delia de los cabellos, la pobre con sus brazos atados a la espalda hacia milagros para no perder el equilibrio, la llevó a su lado, y asegurándose que yo viera lo que sucedía se la clavó por el culo arrancándole un grito a la mujer, solo lubricó un poco para ablandarla pero en unos segundos veía como le practicaba sexo anal a su amante.
No quise ser menos, más por despecho que por otra cosa, solo por elevar la apuesta fui sobre Kevin y asegurándome que ahora mi esposo viera, preparé mi esfínter y me senté sobre la verga de mi amante, hasta comérmela toda y empecé a gemir y rebuznar, dos parejas en un cuarto en una exquisita sesión de sexo anal, donde las miradas cruzadas eran tan calientes como el sexo en si.
Mis ojos se clavaban en mi esposo con su amante, en la forma que el le hacía el culo, y mi esposo miraba como Kevin me lo hacía a mi, fue inconsciente, pero en un punto dejamos de hacer foco en el cuadro general y mi marido y yo nos encontramos mirándonos fijamente a los ojos, sentí que me quemaba con la mirada y empecé a desearlo como hacía tiempo no lo deseaba, y fue evidente que ambos estábamos en la misma situación.
Octavio dejó de lado a Delia y vino sobre mi, arrancándome de las piernas de mi amante me tiró sobre la cama, levantó mis piernas hasta mis hombros y mi vagina quedó abierta a sus bajos instintos, me la metió por completo y sentí el placer que hacía tiempo no sentía, el amor que estaba adormecido y en esa intimidad comprendimos que no todo estaba perdido, solo disfruté que me cogiera como nunca, me sentí suya, y el fue mio, solamente mio.
Lo sentí tan rico, tan perfecto, su pene estaba hecho a mi medida, nadie me cogía como el, nadie lo haría
En algún punto solo quedamos nosotros dos, solos, y nos olvidaos de Kevin y Delia que sintiéndose ignorados estaba jugueteando por su lado. Tomé los biceps de mi esposo con fuerza, me llenaba de orgasmos, me hacía gemir, me moría en placer, fueron minutos preciosos, lo sentí venirse, lo incité a venirse, su verga se puso mas y mas dura en y en medio de sus espasmos sentí sus contracciones y como llenaba poco a poco mi sexo con sus ricos jugos.
Nos besamos, nos besamos con pasión, como nos besábamos al principio de nuestra relación, la llama no estaba apagada, solo estaba ignorada.
Los gemidos de nuestros amantes atrajeron nuestra atención, Kevin había liberado las ataduras de Delia, y él estaba con su sexo perdido entre los pechos de la rubia y ella lo rodeaba por completo, mi compañero solo largó profundos chorros de semen embadurnando todos los senos, el cuello y hasta el rostro de Delia quien parecía dulcemente entregada a su casual amante.
Pasada esa calentura del amor recuperado con Octavio, y recordando que éramos cuatro personas teniendo sexo, una vez mas volví al juego tomando la iniciativa, fui sobre Delia, como perversa, como puta, saqué mi lengua y pasé la punta por su piel, por todas las partes donde hubiera semen, en especial sus pezones que se veían sensibles y pegajosos, lentamente, con cadencia, asegurándome que los dos hombres y ella misma pudieran ver o que estaba haciendo, empecé a limpiarla, como una gata, la leche de Kevin estaba aun tibia y sabrosa, fui entonces por sus labios y la besé profundamente, un beso muy rico con sabor a hombre, estaba feliz, y en ese momento, en ese cuarto, los cuatros supimos que estábamos recién al principio de una jornada maratónica de sexo.
Sandra siguió relatando la parte sexual de esa jornada pero creí que era suficiente lo narrado hasta acá, lo importante fue saber que volvió a enamorarse de su marido, de Octavio, y que ese entuerto que casi termina en un escándalo cambiaría el curso de una pareja en una forma jamas imaginada.
Ya no le quedaban uñas por morder ni cutículas por comerse, uno de sus dedos pedía clemencia marcando un leve pero continua sangrado, había sido muy dificil para ella contar lo que había contado.
Antes de dejarme, me hizo saber que su relación de pareja estaba mejor que nunca, que eran felices , aunque las cosas habían cambiado un poco, después de Kevin y Delia se juraron no tener secretos, hoy disfrutan de una sexualidad abierta y consentida, ella puede tener algún hombre, el alguna chica, y por que no, a veces cruzar los caminos como esa primera vez.
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