..
En la esquina me encuentro con mi amigo. Nos saludamos casi mecánicamente. Sin tocarnos, con barbijos. Noto en sus ojos, lo único que puedo ver de su rostro, cierta incertidumbre. Creo que en el fondo no sabe cómo voy a reaccionar...
La verdad es que yo tampoco lo tengo muy en claro. Quiero saber todo, cada detalle. Pero me pregunto ¿Que va a pasar cuando lo sepa? No lo sé.
Hace unos días, mi mujer, después de casi 20 años de fidelidad, se acostó con él. Es justo que aclare que aunque ella no lo sabe, todo sucedió a pedido mío.
Si te interesa saber por qué, acá lo conté:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3848759/Cuernos-O-amor.html
Serián las 5 de la tarde, aproximadamente. Entramos al bar, ahora que se puede, y elegimos la mesa más apartada para poder charlar más íntimamente. Pedimos algo de tomar, yo un café cortado, y finalmente nos liberamos de esta maldita tela que nos cubre la boca.
Al ver su cara completa no puedo dejar de notar cierta mueca en la comisura de sus labios. Un poco me duele, porque siento que se ríe de mí. O tal vez interpreto mal las cosas y no es así.
-¿Cómo estás?- me pregunta. Y le respondo sinceramente: "no sé"
- Tengo que advertirte, que lo que tengo para contarte, quizá te resulte duro de escuchar.- me dice- Vos sabés que esto lo hice por expreso pedido tuyo. Ojo, te lo agradezco de corazón, sabes que yo tampoco venía bien de ánimo últimamente. - me mira fijo al decirlo, seriamente - Lo que pasó con tu mujer, tal vez, sea la mejor experiencia sexual de mi vida...
De pronto calla porque la chica nos trae los cafés, pero él aprovecha a dejar un instante de silencio entre nosotros para que yo termine de decidirme.
"Lo que pasó con tu mujer, tal vez, sea la mejor experiencia sexual de mi vida...", acaba de decirme... Pensar que ella haya podido estar con otro, recuperar su deseo, me genera una excitación y una curiosidad creciente. Pero que él también lo haya disfrutado tanto, me da un sentimiento ambiguo...
Finalmente me decido y le digo, haciendo gestos con manos temblorosas:
- Contame todo. Todo. No te preocupes por mi cara. Por favor. Necesito saberlo bien, no te guardes detalles. Sabes que hace años que te aprecio, sos casi un hermano, y te juro que no voy a reprocharte nada...
Él toma un largo sorbo de su café, firme, serio, sin sacarme la vista de encima. Creo que está midiendo si realmente quiero escuchar lo que va a contarme. Pero yo lo conozco. Sé que atrás de esa mirada, entre intrigante y risueña, se muere de ganas de decírmelo.
- Nos encontramos con la excusa de charlar, le quería contar de mi separación con Mariana después de tantos años, le dije que necesitaba charlar con alguien que me diera un punto de vista femenino sobre el asunto... - empieza a contarme la historia sin más preámbulos. Yo, que toda esa parte ya la conocía, porque mi mujer no me ocultó que se encontraba con él, igual lo dejé seguir. - Ella vino hermosa, con ese vestido, que tan lindo le queda para exhibir sus piernas, con ese aire de alegría de siempre, esa sonrisa, distinguible a pesar del barbijo, que te hace sentir tan bien cuando te mira...
Sabía exactamente cómo había ido. De hecho, yo la impulsé a usar esa ropa. Porque sabía que bajo ese vestido no podía usar más ropa que una bombacha, y tenía que ser una bombacha bien calzada, para que no le quedará mal. Ella no estaba segura "¿No es muy provocativo?" Me preguntó. " Pero si vas a salir con un amigo, no pasa nada...", le respondí y creo que la mueca que se le escapó durante una ínfima milésima de segundo me dió a entender que en ese encuentro todo podía suceder.
Esa noche salió feliz de casa. Caminando segura. A paso firme, con esos tacos que realzaban, aún más, la belleza de sus piernas. Con sus pechos, asomando en el generoso escote, marcando el vaivén de su andar y dejando en evidencia, por el roce con la tela, la marca de los pezones erectos en el vestido.
Así se fue, inocentemente, al encuentro de nuestro amigo.
Porque los tres somos amigos. Hace mucho. Nos conocimos cuando estudiábamos juntos en la facultad. Éramos parte del mismo grupo. El tiempo nos distanció un poco, él se había casado y se fué a vivir al interior. Pero parece que la cosa no resultó y hace poco, sin saber que estaba de nuevo por acá , me lo crucé.
De ahí, de retomar la relación cercana y de suponer que en aquel momento, años atrás, cuando nos conocimos todos, tuve la sospecha de que ella sentía cierta atracción hacia él, surgió la idea.
Mi amigo me fue relatando todo detalladamente, cómo se saludaron afectuosamente, cómo se pusieron al día durante la cena. Me confiesa que, desde el primer momento, intuyó que la posibilidad de concretar algo juntos era posible. La notaba disponible, seductora. Con ganas. Me describió a mi mujer como la misma de siempre, la misma de antes. La misma persona simpática, entradora, intrigante que todos los que la conocen me cuentan, pero de la que hace rato perdí el rastro.
- ¡Estaba hecha una bomba! - me sigue contando - No solo de lo linda que estaba, sino de lo divertida. Nos cagamos de la risa todo el rato. Creo que no dejamos de mirarnos ni un segundo. Me hizo sentir muy bien y creo que a ella también le pasó lo mismo.
(A mí, todo está parte, ella no me la contó así. Me habló de mí amigo y de las cosas que se contaron, pero nunca me dijo que se había divertido tanto).
Después tomaron algo y como la cosa estaba complicada en el restaurante, por la cantidad de gente esperando y el poco espacio disponible, compraron algo para seguir tomando en el auto.
Ahí la charla entre ellos se puso más profunda. Hablaron bastante de los viejos tiempos y de esa ganas de que pasara algo entre ellos que nunca fué. Ella le confesó que sí. Que en algún momento había fantaseando con la idea de algo entre ellos. Pero que nunca se animó. Inclusive le dijo : " ahora ya todo eso es parte del pasado, nunca se va a saber ..."
Y mi amigo me cuenta, que en su mirada, de alguna manera, ella le estaba pidiendo que diera el primer paso. Nada de esto me contó mi mujer...
- Entonces la miré fijo, decidido a seguirle el juego. Le acaricié la mejilla y le digo: "¿Te imaginas? ¿Te imaginas cómo hubiera sido, si entre nosotros hubiera pasado algo?" Te juro, que la sentí temblar. Percibía, de alguna manera, cómo en su cabeza se hacía la idea. O más bien la recuperaba. Casi que podía ver cómo se imaginaba el encuentro de nuestros cuerpos desnudos. Le acaricié la mejilla y el cuello. Suave. Ella entrecerró los ojos. Se notaba que el momento la excitaba. Lo estaba disfrutando.
Con la yema de un dedo baje despacio por su cuello hasta el hombro, ella apretó los labios. Lentamente bajé la caricia hasta el omóplato, la piel del brazo se le puso de gallina. Seguí bajando, por esa piel caliente, hasta el inicio de los pechos. No me decía nada. Cerraba fuerte los ojos y con la boca hacía un amago de murmullo, pero no me frenaba. Por sobre la tela, siempre siguiendo el recorrido con el dedo, busqué su pezón. Y estaba duro, erecto. Al tocarlo largó un leve gemido. Y me dijo, pero como forzada: "No. Pará. Pará. Está mal. Estoy casada ahora. No puedo".
Te juro que a pesar de lo que decía, con los ojos me rogaba que siguiera. Pero ahí paré. La situación me había excitado mucho. Estaba al palo. Ella notó mi bulto. Nos quedamos en silencio un momento y, en cuanto pude, puse en marcha el auto y arranqué: " te llevo", le dije.
Quería ver la cara que me ponía. Y su cara me confirmó todo. Estaba desilusionada. Aún así se aguantó y no me dijo nada.
Yo me la jugué ahí. Porque podría haber salido todo mal. Pero la entendí ¿sabes? y no me equivoqué, porque, vos sabrás mejor que yo: ella tiene ese carácter sumiso... Disfruta de ser llevada por otro. La excita que sea el otro el que se haga cargo de su deseo.
Enfilé el auto directo hacia la entrada del primer telo que cruzamos. Cuando entraba, ella me dice: "¿Que hacés?" como actuando cierto enojo. Y ahí fui directo, la miré fijo y le dije: "te voy a cojer". ¡La cara que puso ahí...! La mezcla de alegría y de ofendida no te la podes imaginar. Para que no se enojara, la besé y le dije "nos lo debemos hace mucho..."
Pagué por la noche entera porque quería que supiera, que lo que iba a pasar ahí adentro, iba a ser largo.
En el ascensor la abracé por la cintura y nos besamos. Nos besamos como novios, como si fuéramos realmente esos pendejos de hace 20 años atrás. Me apretujaba contra ella, me buscaba la lengua con la suya, con desesperación. Me acariciaba la espalda. Se me apretujaba contra el bulto, que ya tenía al palo de nuevo. Me gemía al oído y me mordía la oreja cuando le tocaba la cola.
Así estuvimos, no sé, casi 20 minutos. No lo podía creer. Fué un momento muy tierno y caliente. Yo no daba más.
Me senté en un sillón. Ella se quedó mirándome en la puerta, sonriente. Yo abrí la bragueta y saqué la pija afuera. Solo la pija. La tenía dura. Ella me dice "¿Que hago?". Le pedí que se agachara y gateara hasta acá. Ella me obedeció. Un poco antes de llegar la frené y le dije: " Me vas a chupar la pija. Pero no te apures. Quiero que la disfrutes y me hagas disfrutar. Quiero sentir tu lengua caliente recorriendome, quiero ver cómo te cae la baba y quiero que la esparzas con la lengua. Quiero verte saborearla y disfrutar de tener MI pija en TU boca, después de tantos años de haberla deseado, de haberla soñado..."
No sabes cómo se ponía cuando le decía todo eso. Yo creo que con un leve roce era capaz de acabar de la calentura. Fué muy obediente, hizo todo lo que le pedí.
En un momento me saqué el pantalón y le pedí que me acariciara los huevos mientras me seguía chupando la pija. Ella no me sacaba la vista de los ojos.
Le ordené "ahora comeme los huevos" y pareció decirme "gracias" con una sonrisa antes de llevárselos a la boca, de a uno primero y los dos juntos después.
Todo eso sin soltarme la pija, bien lubricada con su saliva, ni un solo segundo.
Desde ahí, sentado, le corrí el vestido y dejé su culo entangado al descubierto. Por el espejo de la pared podía ver cómo meneaba la cola como una perrita en celo.
"Sacate el vestido y sentate arriba mío" le ordene ".
La puse de frente al espejo para que pudiera verse, me la senté a upa, le abrí las piernas y le dejé mi poronga en el medio para que jugara con ella. Le prohibí metérsela. Pero la dejé frotarse.
Solo la dejaba verse al espejo.
Le acariciaba las tetas. Le decía al oído lo hermosa que era. Le pedía que se rozara la concha con mi pija.
Se puso muy loca. "Voy a acabar..." me decía. Yo no le contestaba, ella seguía acariciándose con mi pija como si fuera un consolador. " No me aguanto... " me seguía diciendo. Yo no le decía nada. Ella se tocaba y se apoyaba la cabeza de la poronga en el clítoris y se movía frotándose. " Estoy muy caliente..." casi me imploraba.
Hasta que le dije: "disfrutá" y ahí largo el grito y se sacudió con fuerza. La concha le chorreaba. Yo le besaba el cuello y le lamía las orejas.
Después no le dí tiempo a reponerse. Me acosté en la cama y se la hice seguir chupando, mientras le pedí que me pusiera la concha en la boca. Quería probarla, no sabes lo rica que estaba, lo mojada que estaba. Mientras me mordía la pija, se frotaba por toda mi cara. Me embadurnó con sus jugos, me empapó todo. Me encantó. Así acabo de nuevo... ¡Y todavía no me la había cogido!
( A todo esto, por lo que me contaba mí amigo, yo tenía la pija muy dura y apretada por debajo del pantalón.
Cómo me excitaba escuchar todo esto.
Qué desconocida, para mí, resultó mi propia mujer. Que hijo de puta mi amigo, que la supo entender y llevar de esta manera.
Cómo quisiera tener yo en la boca, el sabor de su sexo, el calor de sus piernas, en este momento).
- Cuando la sentí acabar esa segunda vez, no pude contenerme. Ella se agitaba sobre mí de una manera muy desaforada y me mordía la pija con fuerza, me pidió la leche. Me la rogó... No pude aguantarme. Me acomodé un poco para verla cómo se la tomaba.
Se la tomó toda. Parecía sedienta. Jadeaba y se la tragaba. "Dámela, dámela" me repetía y después "Sí. ¡Que rica! ¡Que rica! Dámela toda" se metía la pija denuevo en la boca y me la succionaba fuerte, creo que me sacó unas gotas más así.
Después se me tiró encima, estaba hecha una fiera de verdad, y me empezó a lamer la cara. Todo me lamía: los labios, las mejillas, la naríz, el mentón. Sentía cómo me limpiaba de la cara sus propios jugos a la vez que sentía el sabor de mi propia leche en su lengua.
La besé. Nos besamos. Nos abrazamos fuerte.
Y ahí pasó, no sé cómo, fue un momento hermoso. Pero en medio de ese besarse y apretujarse de los cuerpos, de pronto, sentí que mi pija estaba, otra vez, al palo y que ella se la estaba metiendo.
Entró entera en un solo movimiento, tan lubricada estaba, la sentí ardiendo. Le quemaba la concha por dentro. Y apenas entró ella pegó un grito de liberación, me dijo "Siiii. Siiii. ¡Al fin! Cogeme, cogeme. Soy tuya. Te amo. Te amo..."
Mi amigo me miró y espero un segundo. Quería saber cómo aceptaba yo ese golpe. Pero la verdad es que no me molestó. Al contrario, le estaba agradecido de haber podido sacarle a mi mujer toda esa pasión. Por debajo de la mesa sentía que unas gotas de semen se me escapaban, sin control.
Él, siempre serio, excitado también de estar reviviendo el momento me siguió contando:
- Y me la cojí. Me la cojí a tu mujer. Toda la noche. La cojí bien. Como se merece. Como le hacía falta. Se la metí toda, la di vuelta y en cuatro, se la enterré hasta el fondo.
Y no sabes cómo gritaba cuando, con la pija bien enterrada, la agarraba de la cintura y la apretaba contra mí. Cómo gozaba, como me decía "Así, así" o "Más fuerte. ¡Cogeme más fuerte!"
Después de hacerla acabar así, le pedí que me chupara la pija una vez más, para dejarla bien lubricada y así metérsela por el culo.
Y ella obediente lo hacía y lo disfrutaba.
¡Que cerrado que tenía el culito! ¿Hace mucho que no se lo haces o nunca se lo hiciste? Le apoyé la cabeza y me costó lograr que entre... Eso, amigo, que se lo chupé bien antes de metérsela y aún así notaba que le dolía.
Pero ¿Te confieso una cosa? Eso me calentaba más todavía.
Y me calentaba porque ella se dejaba. Le dolía pero quería.
Cuando logré meterle la cabeza gritó. Yo no dije nada. Pero ella no me frenó. Una vez adentro empecé a metérsela despacio y la veía sufrir un poco. No me importó nada, amigo.
Tu mujer esa noche me pertenecía, ese culo era mío y lo iba a poseer como más me gustará.
Despacito, disfrutando, la llevé hasta el fondo. La manera en que ella se contenía me hacía latir más fuerte la pija y a cada latido, la veía a ella gemir. Me gustaba verla sufrir.
Pero quería más todavía...
Lentamente saqué la pija. Le dije, "date vuelta y limpiamela" y ella lo hizo sin decir nada. Fue muy obediente tu mujer.
"Mirame a los ojos", lo hizo.
"¿Sabes que estás probando el sabor de tu propio culo, no?" Y ella, sin dejar de mirarme, ni de chupar me decía que sí con la cabeza.
"¿Y te gusta probarlo de mi pija, no?" Y ella asentía.
"Te duele un poco sentirla en el orto. ¿No?" Y ella asentía.
"Pero sabes que te voy coger denuevo por ahi. ¿No?" Y ella asentía.
"¿Querés que te coja por ahí?" Si, me decía con la cabeza.
"¿Sabés? no te escucho". "Si", me dijo sacándose la poronga de la boca un segundo.
"No te escucho. Pedimelo." Y enseguida me dijo: " ¡Quiero que me cojas por el culo! ¡Por favor! ¡Quiero que me rompas el orto! ¡Quiero que me hagas lo que quieras...!"
Le sonreí y le dije " así me gusta, putita. Date vuelta". Y esta vez se la enterré con fuerza, con bronca te diría...
Porque había sido muy puta tu mujer.
Te estaba metiendo los cuernos con un amigo. Le estaba entregando el orto, le había tomado toda la leche y eso me calentaba mucho, me calentaba mal.
Y se la metí hasta el fondo de una y no me importó lo que grito. "Pedime más" le dije, y ella me pidió más. "pedime la leche en el culo" y ella me la pidió y yo la complací...
Le llené el culo de leche... Esperé después a que le chorreara afuera, se lo junté en mi propia pija y se lo llevé a la boca. Y ella se lo tomó con la misma pasión con la que me había besado en el ascensor cuando llegamos...
(Mi mujer... La puta de mi mujer... La puta que tanto extraño... La situación se me había ido de las manos. El corazón me latía fuerte. El manchón de semen en mi pantalón era indisimulable.)
Todavía mi amigo me dijo: "Arreglamos este viernes con tu mujer para vernos denuevo. ¿Querés que nos encontremos el domingo para que te cuente?
Si parte de lo que leíste te género algo, déjame algún comentario o seguime, hago más relatos así. Gracias por pasar.
Continuación
http://www.poringa.net/posts/relatos/3856810/Mi-amigo-me-invita-a-ver-como-se-coge-a-mi-mujer.html
Otras historias:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3845680/Cuernos-de-una-noche-de-primavera.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3775461/La-extrana-relacion-entre-mi-mujer-y-su-hermana-II.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3763896/Fetiche-Vecina-Cuernos-y-cuarentena.html
En la esquina me encuentro con mi amigo. Nos saludamos casi mecánicamente. Sin tocarnos, con barbijos. Noto en sus ojos, lo único que puedo ver de su rostro, cierta incertidumbre. Creo que en el fondo no sabe cómo voy a reaccionar...
La verdad es que yo tampoco lo tengo muy en claro. Quiero saber todo, cada detalle. Pero me pregunto ¿Que va a pasar cuando lo sepa? No lo sé.
Hace unos días, mi mujer, después de casi 20 años de fidelidad, se acostó con él. Es justo que aclare que aunque ella no lo sabe, todo sucedió a pedido mío.
Si te interesa saber por qué, acá lo conté:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3848759/Cuernos-O-amor.html
Serián las 5 de la tarde, aproximadamente. Entramos al bar, ahora que se puede, y elegimos la mesa más apartada para poder charlar más íntimamente. Pedimos algo de tomar, yo un café cortado, y finalmente nos liberamos de esta maldita tela que nos cubre la boca.
Al ver su cara completa no puedo dejar de notar cierta mueca en la comisura de sus labios. Un poco me duele, porque siento que se ríe de mí. O tal vez interpreto mal las cosas y no es así.
-¿Cómo estás?- me pregunta. Y le respondo sinceramente: "no sé"
- Tengo que advertirte, que lo que tengo para contarte, quizá te resulte duro de escuchar.- me dice- Vos sabés que esto lo hice por expreso pedido tuyo. Ojo, te lo agradezco de corazón, sabes que yo tampoco venía bien de ánimo últimamente. - me mira fijo al decirlo, seriamente - Lo que pasó con tu mujer, tal vez, sea la mejor experiencia sexual de mi vida...
De pronto calla porque la chica nos trae los cafés, pero él aprovecha a dejar un instante de silencio entre nosotros para que yo termine de decidirme.
"Lo que pasó con tu mujer, tal vez, sea la mejor experiencia sexual de mi vida...", acaba de decirme... Pensar que ella haya podido estar con otro, recuperar su deseo, me genera una excitación y una curiosidad creciente. Pero que él también lo haya disfrutado tanto, me da un sentimiento ambiguo...
Finalmente me decido y le digo, haciendo gestos con manos temblorosas:
- Contame todo. Todo. No te preocupes por mi cara. Por favor. Necesito saberlo bien, no te guardes detalles. Sabes que hace años que te aprecio, sos casi un hermano, y te juro que no voy a reprocharte nada...
Él toma un largo sorbo de su café, firme, serio, sin sacarme la vista de encima. Creo que está midiendo si realmente quiero escuchar lo que va a contarme. Pero yo lo conozco. Sé que atrás de esa mirada, entre intrigante y risueña, se muere de ganas de decírmelo.
- Nos encontramos con la excusa de charlar, le quería contar de mi separación con Mariana después de tantos años, le dije que necesitaba charlar con alguien que me diera un punto de vista femenino sobre el asunto... - empieza a contarme la historia sin más preámbulos. Yo, que toda esa parte ya la conocía, porque mi mujer no me ocultó que se encontraba con él, igual lo dejé seguir. - Ella vino hermosa, con ese vestido, que tan lindo le queda para exhibir sus piernas, con ese aire de alegría de siempre, esa sonrisa, distinguible a pesar del barbijo, que te hace sentir tan bien cuando te mira...
Sabía exactamente cómo había ido. De hecho, yo la impulsé a usar esa ropa. Porque sabía que bajo ese vestido no podía usar más ropa que una bombacha, y tenía que ser una bombacha bien calzada, para que no le quedará mal. Ella no estaba segura "¿No es muy provocativo?" Me preguntó. " Pero si vas a salir con un amigo, no pasa nada...", le respondí y creo que la mueca que se le escapó durante una ínfima milésima de segundo me dió a entender que en ese encuentro todo podía suceder.
Esa noche salió feliz de casa. Caminando segura. A paso firme, con esos tacos que realzaban, aún más, la belleza de sus piernas. Con sus pechos, asomando en el generoso escote, marcando el vaivén de su andar y dejando en evidencia, por el roce con la tela, la marca de los pezones erectos en el vestido.
Así se fue, inocentemente, al encuentro de nuestro amigo.
Porque los tres somos amigos. Hace mucho. Nos conocimos cuando estudiábamos juntos en la facultad. Éramos parte del mismo grupo. El tiempo nos distanció un poco, él se había casado y se fué a vivir al interior. Pero parece que la cosa no resultó y hace poco, sin saber que estaba de nuevo por acá , me lo crucé.
De ahí, de retomar la relación cercana y de suponer que en aquel momento, años atrás, cuando nos conocimos todos, tuve la sospecha de que ella sentía cierta atracción hacia él, surgió la idea.
Mi amigo me fue relatando todo detalladamente, cómo se saludaron afectuosamente, cómo se pusieron al día durante la cena. Me confiesa que, desde el primer momento, intuyó que la posibilidad de concretar algo juntos era posible. La notaba disponible, seductora. Con ganas. Me describió a mi mujer como la misma de siempre, la misma de antes. La misma persona simpática, entradora, intrigante que todos los que la conocen me cuentan, pero de la que hace rato perdí el rastro.
- ¡Estaba hecha una bomba! - me sigue contando - No solo de lo linda que estaba, sino de lo divertida. Nos cagamos de la risa todo el rato. Creo que no dejamos de mirarnos ni un segundo. Me hizo sentir muy bien y creo que a ella también le pasó lo mismo.
(A mí, todo está parte, ella no me la contó así. Me habló de mí amigo y de las cosas que se contaron, pero nunca me dijo que se había divertido tanto).
Después tomaron algo y como la cosa estaba complicada en el restaurante, por la cantidad de gente esperando y el poco espacio disponible, compraron algo para seguir tomando en el auto.
Ahí la charla entre ellos se puso más profunda. Hablaron bastante de los viejos tiempos y de esa ganas de que pasara algo entre ellos que nunca fué. Ella le confesó que sí. Que en algún momento había fantaseando con la idea de algo entre ellos. Pero que nunca se animó. Inclusive le dijo : " ahora ya todo eso es parte del pasado, nunca se va a saber ..."
Y mi amigo me cuenta, que en su mirada, de alguna manera, ella le estaba pidiendo que diera el primer paso. Nada de esto me contó mi mujer...
- Entonces la miré fijo, decidido a seguirle el juego. Le acaricié la mejilla y le digo: "¿Te imaginas? ¿Te imaginas cómo hubiera sido, si entre nosotros hubiera pasado algo?" Te juro, que la sentí temblar. Percibía, de alguna manera, cómo en su cabeza se hacía la idea. O más bien la recuperaba. Casi que podía ver cómo se imaginaba el encuentro de nuestros cuerpos desnudos. Le acaricié la mejilla y el cuello. Suave. Ella entrecerró los ojos. Se notaba que el momento la excitaba. Lo estaba disfrutando.
Con la yema de un dedo baje despacio por su cuello hasta el hombro, ella apretó los labios. Lentamente bajé la caricia hasta el omóplato, la piel del brazo se le puso de gallina. Seguí bajando, por esa piel caliente, hasta el inicio de los pechos. No me decía nada. Cerraba fuerte los ojos y con la boca hacía un amago de murmullo, pero no me frenaba. Por sobre la tela, siempre siguiendo el recorrido con el dedo, busqué su pezón. Y estaba duro, erecto. Al tocarlo largó un leve gemido. Y me dijo, pero como forzada: "No. Pará. Pará. Está mal. Estoy casada ahora. No puedo".
Te juro que a pesar de lo que decía, con los ojos me rogaba que siguiera. Pero ahí paré. La situación me había excitado mucho. Estaba al palo. Ella notó mi bulto. Nos quedamos en silencio un momento y, en cuanto pude, puse en marcha el auto y arranqué: " te llevo", le dije.
Quería ver la cara que me ponía. Y su cara me confirmó todo. Estaba desilusionada. Aún así se aguantó y no me dijo nada.
Yo me la jugué ahí. Porque podría haber salido todo mal. Pero la entendí ¿sabes? y no me equivoqué, porque, vos sabrás mejor que yo: ella tiene ese carácter sumiso... Disfruta de ser llevada por otro. La excita que sea el otro el que se haga cargo de su deseo.
Enfilé el auto directo hacia la entrada del primer telo que cruzamos. Cuando entraba, ella me dice: "¿Que hacés?" como actuando cierto enojo. Y ahí fui directo, la miré fijo y le dije: "te voy a cojer". ¡La cara que puso ahí...! La mezcla de alegría y de ofendida no te la podes imaginar. Para que no se enojara, la besé y le dije "nos lo debemos hace mucho..."
Pagué por la noche entera porque quería que supiera, que lo que iba a pasar ahí adentro, iba a ser largo.
En el ascensor la abracé por la cintura y nos besamos. Nos besamos como novios, como si fuéramos realmente esos pendejos de hace 20 años atrás. Me apretujaba contra ella, me buscaba la lengua con la suya, con desesperación. Me acariciaba la espalda. Se me apretujaba contra el bulto, que ya tenía al palo de nuevo. Me gemía al oído y me mordía la oreja cuando le tocaba la cola.
Así estuvimos, no sé, casi 20 minutos. No lo podía creer. Fué un momento muy tierno y caliente. Yo no daba más.
Me senté en un sillón. Ella se quedó mirándome en la puerta, sonriente. Yo abrí la bragueta y saqué la pija afuera. Solo la pija. La tenía dura. Ella me dice "¿Que hago?". Le pedí que se agachara y gateara hasta acá. Ella me obedeció. Un poco antes de llegar la frené y le dije: " Me vas a chupar la pija. Pero no te apures. Quiero que la disfrutes y me hagas disfrutar. Quiero sentir tu lengua caliente recorriendome, quiero ver cómo te cae la baba y quiero que la esparzas con la lengua. Quiero verte saborearla y disfrutar de tener MI pija en TU boca, después de tantos años de haberla deseado, de haberla soñado..."
No sabes cómo se ponía cuando le decía todo eso. Yo creo que con un leve roce era capaz de acabar de la calentura. Fué muy obediente, hizo todo lo que le pedí.
En un momento me saqué el pantalón y le pedí que me acariciara los huevos mientras me seguía chupando la pija. Ella no me sacaba la vista de los ojos.
Le ordené "ahora comeme los huevos" y pareció decirme "gracias" con una sonrisa antes de llevárselos a la boca, de a uno primero y los dos juntos después.
Todo eso sin soltarme la pija, bien lubricada con su saliva, ni un solo segundo.
Desde ahí, sentado, le corrí el vestido y dejé su culo entangado al descubierto. Por el espejo de la pared podía ver cómo meneaba la cola como una perrita en celo.
"Sacate el vestido y sentate arriba mío" le ordene ".
La puse de frente al espejo para que pudiera verse, me la senté a upa, le abrí las piernas y le dejé mi poronga en el medio para que jugara con ella. Le prohibí metérsela. Pero la dejé frotarse.
Solo la dejaba verse al espejo.
Le acariciaba las tetas. Le decía al oído lo hermosa que era. Le pedía que se rozara la concha con mi pija.
Se puso muy loca. "Voy a acabar..." me decía. Yo no le contestaba, ella seguía acariciándose con mi pija como si fuera un consolador. " No me aguanto... " me seguía diciendo. Yo no le decía nada. Ella se tocaba y se apoyaba la cabeza de la poronga en el clítoris y se movía frotándose. " Estoy muy caliente..." casi me imploraba.
Hasta que le dije: "disfrutá" y ahí largo el grito y se sacudió con fuerza. La concha le chorreaba. Yo le besaba el cuello y le lamía las orejas.
Después no le dí tiempo a reponerse. Me acosté en la cama y se la hice seguir chupando, mientras le pedí que me pusiera la concha en la boca. Quería probarla, no sabes lo rica que estaba, lo mojada que estaba. Mientras me mordía la pija, se frotaba por toda mi cara. Me embadurnó con sus jugos, me empapó todo. Me encantó. Así acabo de nuevo... ¡Y todavía no me la había cogido!
( A todo esto, por lo que me contaba mí amigo, yo tenía la pija muy dura y apretada por debajo del pantalón.
Cómo me excitaba escuchar todo esto.
Qué desconocida, para mí, resultó mi propia mujer. Que hijo de puta mi amigo, que la supo entender y llevar de esta manera.
Cómo quisiera tener yo en la boca, el sabor de su sexo, el calor de sus piernas, en este momento).
- Cuando la sentí acabar esa segunda vez, no pude contenerme. Ella se agitaba sobre mí de una manera muy desaforada y me mordía la pija con fuerza, me pidió la leche. Me la rogó... No pude aguantarme. Me acomodé un poco para verla cómo se la tomaba.
Se la tomó toda. Parecía sedienta. Jadeaba y se la tragaba. "Dámela, dámela" me repetía y después "Sí. ¡Que rica! ¡Que rica! Dámela toda" se metía la pija denuevo en la boca y me la succionaba fuerte, creo que me sacó unas gotas más así.
Después se me tiró encima, estaba hecha una fiera de verdad, y me empezó a lamer la cara. Todo me lamía: los labios, las mejillas, la naríz, el mentón. Sentía cómo me limpiaba de la cara sus propios jugos a la vez que sentía el sabor de mi propia leche en su lengua.
La besé. Nos besamos. Nos abrazamos fuerte.
Y ahí pasó, no sé cómo, fue un momento hermoso. Pero en medio de ese besarse y apretujarse de los cuerpos, de pronto, sentí que mi pija estaba, otra vez, al palo y que ella se la estaba metiendo.
Entró entera en un solo movimiento, tan lubricada estaba, la sentí ardiendo. Le quemaba la concha por dentro. Y apenas entró ella pegó un grito de liberación, me dijo "Siiii. Siiii. ¡Al fin! Cogeme, cogeme. Soy tuya. Te amo. Te amo..."
Mi amigo me miró y espero un segundo. Quería saber cómo aceptaba yo ese golpe. Pero la verdad es que no me molestó. Al contrario, le estaba agradecido de haber podido sacarle a mi mujer toda esa pasión. Por debajo de la mesa sentía que unas gotas de semen se me escapaban, sin control.
Él, siempre serio, excitado también de estar reviviendo el momento me siguió contando:
- Y me la cojí. Me la cojí a tu mujer. Toda la noche. La cojí bien. Como se merece. Como le hacía falta. Se la metí toda, la di vuelta y en cuatro, se la enterré hasta el fondo.
Y no sabes cómo gritaba cuando, con la pija bien enterrada, la agarraba de la cintura y la apretaba contra mí. Cómo gozaba, como me decía "Así, así" o "Más fuerte. ¡Cogeme más fuerte!"
Después de hacerla acabar así, le pedí que me chupara la pija una vez más, para dejarla bien lubricada y así metérsela por el culo.
Y ella obediente lo hacía y lo disfrutaba.
¡Que cerrado que tenía el culito! ¿Hace mucho que no se lo haces o nunca se lo hiciste? Le apoyé la cabeza y me costó lograr que entre... Eso, amigo, que se lo chupé bien antes de metérsela y aún así notaba que le dolía.
Pero ¿Te confieso una cosa? Eso me calentaba más todavía.
Y me calentaba porque ella se dejaba. Le dolía pero quería.
Cuando logré meterle la cabeza gritó. Yo no dije nada. Pero ella no me frenó. Una vez adentro empecé a metérsela despacio y la veía sufrir un poco. No me importó nada, amigo.
Tu mujer esa noche me pertenecía, ese culo era mío y lo iba a poseer como más me gustará.
Despacito, disfrutando, la llevé hasta el fondo. La manera en que ella se contenía me hacía latir más fuerte la pija y a cada latido, la veía a ella gemir. Me gustaba verla sufrir.
Pero quería más todavía...
Lentamente saqué la pija. Le dije, "date vuelta y limpiamela" y ella lo hizo sin decir nada. Fue muy obediente tu mujer.
"Mirame a los ojos", lo hizo.
"¿Sabes que estás probando el sabor de tu propio culo, no?" Y ella, sin dejar de mirarme, ni de chupar me decía que sí con la cabeza.
"¿Y te gusta probarlo de mi pija, no?" Y ella asentía.
"Te duele un poco sentirla en el orto. ¿No?" Y ella asentía.
"Pero sabes que te voy coger denuevo por ahi. ¿No?" Y ella asentía.
"¿Querés que te coja por ahí?" Si, me decía con la cabeza.
"¿Sabés? no te escucho". "Si", me dijo sacándose la poronga de la boca un segundo.
"No te escucho. Pedimelo." Y enseguida me dijo: " ¡Quiero que me cojas por el culo! ¡Por favor! ¡Quiero que me rompas el orto! ¡Quiero que me hagas lo que quieras...!"
Le sonreí y le dije " así me gusta, putita. Date vuelta". Y esta vez se la enterré con fuerza, con bronca te diría...
Porque había sido muy puta tu mujer.
Te estaba metiendo los cuernos con un amigo. Le estaba entregando el orto, le había tomado toda la leche y eso me calentaba mucho, me calentaba mal.
Y se la metí hasta el fondo de una y no me importó lo que grito. "Pedime más" le dije, y ella me pidió más. "pedime la leche en el culo" y ella me la pidió y yo la complací...
Le llené el culo de leche... Esperé después a que le chorreara afuera, se lo junté en mi propia pija y se lo llevé a la boca. Y ella se lo tomó con la misma pasión con la que me había besado en el ascensor cuando llegamos...
(Mi mujer... La puta de mi mujer... La puta que tanto extraño... La situación se me había ido de las manos. El corazón me latía fuerte. El manchón de semen en mi pantalón era indisimulable.)
Todavía mi amigo me dijo: "Arreglamos este viernes con tu mujer para vernos denuevo. ¿Querés que nos encontremos el domingo para que te cuente?
Si parte de lo que leíste te género algo, déjame algún comentario o seguime, hago más relatos así. Gracias por pasar.
Continuación
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11 comentarios - Charla con el amigo que se cogió a mi mujer.
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También puede que tome nota de la data que le da el amigo sobre como encenderla y la aproveche en su favor, si es que ya no es tarde. A ver cómo sigue. Va un 10!!
pero en la realidad no se quien se podría aguantar este tipo de cosas...va más allá del morbo del momento...aca implica una historia con 3 autores en comun y para uno descubrir que vivió en una mentira en cuanto a lo que sentía su mujer...además quien puede disfrutar de ser un 0 a la izquierda y que ya ni te consulten o te cuenten con aires de burla...cuando dejas de tener el control ya no tenes más nada que hacer ahí si te queda algo de dignidad
entiendo que haya gente que le guste y disfrute de la peor de las humillaciones pero no creo sean muchos...y por lo general son parejas que a la larga terminan en la separación de todas maneras, se puede ver en muchos cornudos de la página que cuentan historias de una ex mujer con la que ya no están.
Felicitaciones y veremos como sigue