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Inocencia perdida

¿Se acuerdan cuando eran inocentes? Cuando los adultos hablaban ése idioma secreto de sexo oculto cargado de metáforas y eufemismos. Me acuerdo que en las sobremesas, a veces, hablaban tácitamente de cosas que se me escapaban, con sobrenombres o apodos para tal o cual acto. Un chiste que no terminaba de entender y una tía diciendo entre risas "No seas guarango que están los gurises ahí". Era como querer pescar con una red rota. ¿Nunca les pasó de estar jugando cerca de adultos hablando con las orejas bien apuntadas para ver qué pedacito de sabiduría podemos absorber de tan sectaria reunión? Para mi el mundo de los adultos eran fascinante. Entrar ahí, que escuchen y tomen en cuenta la opinión de uno era como estar en el Areópago codeándose con los padres del saber. Con todo; mi inocencia natural de niño me impedía entender el lenguaje adulto. O lenguaje del sexo, mas específicamente. Aún así, muchas cosas las guardé en mi disco duro para, una vez aprendido el idioma, poder descifrar ésas lenguas muertas. Cuidado cuando hablan delante de un niño; escuchan y recuerdan mucho mas de lo que se imaginan. Con todo hay cosas que tuve que ir aprendiendo por mí mismo. 
  Casi que me acuerdo de la vez que perdí mi inocencia. No hablo de mi virginidad. Ésa ya la había perdido hace tiempo. Hablo de la inocencia mental; un modo de pensar aún inocente, ingenuo. Irremediablemente me topé con pornografía desde chico. Revistas y después el cyber abrieron un panorama amplio pero surrealista. Situaciones imposibles donde semidiosas se ofrecen a suertudos hombres para tener las mas diversas prácticas íntimas. De mas grande, con mi primera noviecita quise practicar toda esa teoría pero me di cuenta de que el mundo real se rige por otras normas. El simple y llano misionero era la única posición disponible. Para mi edad estaba mas que bien. Recuerdo alardear con mis amigos de que "la ponía y tenía novia". Creía que tener sexo o "ponerla" era lo que separaba a los niños de los hombres. Que una vez hecho toda mi anatomía, con mi psiquis incluida, iba a tener una metamorfosis que me llevaría a ser indiscutidamente un hombre con todas las letras y en mayúsculas... Qué estúpido era. 
  Fue en mi adolescencia, durante un viaje en subte de la linea A que perdí aquella mentalidad infantil. ¿Cuántas posibilidades hay de que, en hora pico, de todos los subtes de todos los vagones y de toda la gente haya quedado enfrente de ella? Aún no me lo explico. ¿Ella me buscaba a mi? ¿A alguien como yo? ¿Por qué yo y por qué no otro? ¿Qué vio en mi? Recuerdo.
  Recuerdo que es un día de lluvia. Tener calor bajo la campera de agua y a toda la gente oprimiéndose unos con otros. Dan aviso de que hay demoras en el servicio; la gente se impacienta y algunos se van, otros siguen llegando. Miro a quienes tengo alrededor y te veo a vos. Mejor dicho mis ojos chocan con vos, de golpe y porrazo frente a frente. Sos el dibujo fidedigno de una milf plasmada en un lienzo urbano subterráneo. De pronto no te veo bien; un cadete con la camisa empapada de agua se mete en el medio. No se si vos me viste antes, yo te sigo buscando.
  Un vagón detonado de ganado abre las puertas y la avalancha se desata. Me aplasto contra el muro de carne y tela haciéndome lugar en el transporte. Las puertas tardan mas de lo debido en cerrar. Siempre en algún vagón se traban con algo o alguien. Es entre el trayecto de Lima a Sáenz Peña que siento tu presencia delante de mí. Mejor dicho debajo de mí ya que soy bastante mas alto que vos. Te admiro mejor desde mi estratégica posición. Noto la raíz negra de tu pelo que va haciéndose mas pálido conforme baja por tu cabeza, pasando por tu cara y tocando tus hombros. Tu ropa de oficinista con minifalda y tacos, me recuerda a los pornográficos universos antinaturales en las que actrices rubias de pulposos atributos juegan a ser colegas tuyas en oficinas donde el sexo se practica en cada rincón. Donde son sodomizadas bajo escritorios por sus superiores marcando a fuego con cada embestida la cadena de mando. ¿Tendrás vos las mismas aventuras? ¿Tendrán las oficinas de Buenos Aires las mismas historias para contar que su contrapartida californiana de ese universo alterno donde el sexo es tan común como respirar? 
  "L.B" cuelga de una cadenita dorada alrededor de tu cuello. Apenas toca el inicio de la bifurcación entre tus senos. Casi que puedo sentir tu perfume cítrico y tu shampoo a coco mezclados uno con el otro elevándose hacia mis adentros. Sin avisos; como a vos te gusta hacer las cosas, miras hacia arriba y me clavas la vista en los ojos. Bajas por mi nariz hasta mi boca y la encontras entreabierta. Típica expresión de pendejo alzado. Aparto la vista sin disimulo y moviéndome en mi propio lugar te evidencio explícitamente todas mis intenciones hacia vos. Tengo un "te quiero coger pero soy tremendo pelotudo" tatuado en la frente. Noto que te mordes la mejilla por dentro de la boca y miras hacia los costados buscando algo que desconozco.
  No se si fue pasando Congreso o llegando a Alberti que, con la mano que tenés tu paraguas me rozas el bulto. "Seguro me pareció a mi, no puede ser" sería el pensamiento de todos, ¿no? En menos de un minuto otra vez tu mano roza mi bulto; mas fuerte esta vez. Instintivamente llevo mi mano para cubrirme y me encuentro con la tuya que me da el paraguas. Poco a poco el universo paralelo de las fantasías surrealistas del porno comienza a devorar nuestro mundo cargado de realismo. Vos saliste de aquel mundo y, como una visitante de otro planeta; otra realidad, comenzás a bajarme el cierre del pantalón. Sigue entrando el gentío que nos oprime mas y mas. Quedo contra la puerta y vos frente a mi. Ya nada nos separa y ella reclama su presa. Tiene fría la mano y me transmite su temperatura a mi miembro que está tibio y engomado.
- Me tenés que tener, sino me caigo - Me dice en un susurro.
- Si, si. Yo te tengo - Le digo dedicando todas mis fuerzas a convencerme de lo que está pasando.
  No me masturba propiamente dicho. Sino que juega pasándola entre sus dedos. Retira la piel hacia atrás y acaricia la cabeza. 
  "Próxima estación: Castro Barros".
- Acá me bajo yo - Anuncia mientras vuelve todo a su lugar - ¿Me devolvés mi paraguas? - Se lo doy sin dejar de mirarla. Se ríe y cruza la puerta. Acá es que, el miedo que me paraliza, me detiene unos segundos. Dudo en seguirla. No se jugar a estas cosas, soy un adolescente que hasta ese día se jactaba de ser todo un hombre y es con una paja en el subte que me hacen ver lo ignorante que soy. Ella no mira hacia atrás, sube la escalera mecánica abriendo el paraguas. Justo antes de perderla de vista veo que huele los dedos con los que tocó mi glande y se los lame muy discretamente. Cruzo las puertas justo cuando se cierran y voy tras ella.
- Soy Lorena ¿Vos como te llamas?
- Soy Fede. Perdona si estoy un poco nervioso todo esto es nuevo para mi, nunca me pasó,
- ¡Para mi también, eh! - Que perra mentirosa. Pensar que le creí en ese momento - No creas que hago esto con todo el mundo. ¿Estás volviendo del cole?
- No, no. Estoy volviendo del trabajo - La cara de pendejo me delata que no estoy ni en tercer año de secundaria.
- Ah, está muy bien. Y mientras te dejas tocar la pija por maduras en el subte - Ahí me toma de la mano y vamos caminando por Rivadavia bajo su paraguas.

- ¿Qué te gustaría que te haga? - Me dice en un momento antes de cruzar una esquina. En estos tiempos soy tan pero tan inocente... Tan virgo, mejor dicho... Que pienso que me habla de comida. Se los juro, pienso que me está ofreciendo cocinarme un plato de comida. Como si de una invitación a almorzar o cenar se tratase. Me causa gracia aún hoy día. Por suerte ella no me deja tiempo para evidenciar mi pelotudez innata y agrega - ¿Querés que me trague toda tu lechita? - Ahí ya no hay margen a malinterpretar.
  No voy a decir a donde es que entramos. Solo que es un local muy grande con los baños en el sub suelo donde está el garage. Ella me guía y yo me dejo llevar. Primero entro yo, según su plan y a los cinco minutos entra ella. Nos reencontramos en el baño de mujeres ya que habiendo mas empleados varones iban a haber mas chances de que nos descubran en el baño dedicado a estos.
  Yo me dejo hacer, no por cómodo sino por no contar con las herramientas que creía tener hasta ese momento. Ella lo sabe y toma las riendas de la situación. 
- ¿Me vas a dar lechita, bebé? - Me susurra al oído mientras me muerde y, a la vez con las manos, me baja el pantalón - ¡Que linda pija, mi amor! - La saborea de una larga lamida. Desde la base, donde empieza, hasta la cabeza - ¡Y que rica que está!
  Veo oportuno, según el mundo pornográfico de donde ella viene, que le agarre un poco del pelo. Ella leyendo mi mente se estira hacia atrás el pelo y me hace que la sostenga. Me succiona de una manera única hasta este momento. Mi noviecita de secundario es muy tímida y apenas si me besa el glande y le da una que otra lamida. Lorena no. Lorena se atraviesa toda la garganta con mi verga, Apreta los labios alrededor del tronco y exprime. No tenemos mucho tiempo así que el resto del trabajo lo hace con asistencia de sus manos. 
- ¿Te puedo...? - Me sale decir sin terminar la frase. A ella se le dibuja una sonrisa casi de madre.
- ¿Que?  ¿Te puedo que? Si querés algo me lo vas a tener que pedir.
- ¿Te puedo coger? - Le digo en un temblequeo de voz y cuerpo.
- Si mi amor, podes. Nunca me lo pidieron tan amablemente. - Se ríe y con un beso apoya sus tetas aún tapadas en tela en mí y se sube la minifalda. 
  Ambos de pie, ella toma mi miembro y se lo acomoda entre sus piernas bajo su sexo. Siento una picazón calurosa en el glande debido a su corto vello púbico y de a poco sus labios vaginales van absorbiendo mi pene. Pienso que debería haber un preservativo de por medio entre nuestras carnes; recuerdo las repetidas charlas de educación sexual pero en ese momento apenas si puedo respirar. Ella aún siendo mas bajita que yo; de pronto la veo como una néfilim que se apodera de mi espacio personal y me avasalla. Pone sus manos en mis hombros y, con una pierna sobre el inodoro se hunde en mí. El calor interior de mi primer contacto a pelo con una mujer casi me hace acabar. Se clava hasta el fondo y ahí se queda quieta. Luego me vuelve a besar. Poco a poco va absorbiendo mi inocencia. Es cándida y salvaje a la vez. Me confunde. 
- Avisame cuando estés cerca que la quiero en la boquita - Siento que hasta puedo ver la imagen desde arriba; como si fuese una experiencia extra corpórea. Ella bien clavada en mí y apoyada sobre mis hombros casi que montándome de pie.
  Al cabo de unos pocos minutos le aviso:
- Ya... Ya estoy cerca. Acabo, ¡Acabo! - Intento retener lo mas que puedo mientras mi verga convulsiona con la descarga inminente. Ella sale y se agacha metiéndosela en la boca de pronto y ahí si dejo salir todo el torrente. Succiona con fuerza; como sorbiendo el resto que queda en la base de una sabrosa bebida.
- ¡Que rica lechita, mi amor! Pero nos tenemos que ir que nos van a ver - Lo único que puedo hacer es asentir con la cabeza. Todo mi mundo me da vueltas. Dejo que ella me lleve fuera. Ya no nos importa si sospechan o no; cumplimos nuestro objetivo. 
  Ya en la calle caminamos unas pocas cuadras hasta que nos despedimos
- Anotá mi número así repetimos - Agendo su contacto con las manos aún temblando. Nada de lo que pasa puedo entenderlo. Mucho menos creerlo - Che, ¿Eras virgen?
- No, tengo novia. Pero fue diferente con vos. Como...
- Seguro que tu noviecita ni se imagina las cosas que yo te puedo hacer - Otra vez me quedo sin saber que contestar. Solo la miro y me rio. - Nos despedimos acá y después hablamos a ver que sale. La próxima en mi casa mas tranquilos. 
- Dale estamos hablando.
  Nos besamos una última vez y nos alejamos caminando cada uno por su lado. A medida que cruzo las calles y me alejo de todo ese epicentro de sexo idílico me doy cuenta lo inocente que fui. Voy repasando; mas que las acciones, las palabras previas y posteriores. Caigo en la cuenta de que recién ahí, recién ahora estoy dejando de pensar como un niño. Siento que me pasó algo único pero no tengo la necesidad de alardearlo con mis amigos. Lo veo como una experiencia de vida que me ayuda a madurar. Llego a mi casa no tan niño y un poco mas hombre. Solo un poco.

2 comentarios - Inocencia perdida

YormanReyes +1
Excelente relato, de lo mejor q he leido en los últimos meses.. felicitaciones..
Fedepatan
Gracias colega, si te gustó el estilo pasate por mis otros relatos, son parecidos.
pacificlupus
Buenisimo! +10 y fav
Fedepatan
Un gusto que haya gustado, Gracias por pasar.