You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Pechos de miel - 2 de 3

No dejes de pasar por mi mejor post

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html

No te vas a arrepentir!



Nota del autor: esta historia es ficticia, pero la escribí para y con una mujer que marcó mi vida, lamentablemente ella se olvidó de mi y aun guardo solo para mi las innumerables fotos de sus 'pechos de miel', como solía llamarla, como le gustaba que la llamara.

PECHOS DE MIEL

Seguimos con los juegos por mucho tiempo, locuras, pero también hablábamos de la vida, no era solo juegos, los juegos eran parte de un todo, por eso nos llevábamos tan bien, a pesar de la edad.

Ale comenzó a bombardearme con fotos de sus pechos, se le hizo una adictiva costumbre hacerlo, y para mí, una adictiva costumbre recibirlas, y empezaba a extrañarla cuando no lo hacía, mi pechos de miel…

Y empecé a atacar por ‘abajo’, primero por su ropa interior, Ale era de usar unos culotes cómodos para ella, pero poco sugerentes para mí, así que decidí regalarle una pequeña colaless negra, bien de puta, para que se sintiera puta, le dije que quería que la usara en la facultad, en mis clases, ella solo esbozó una sonrisa.

Y ella lo tomó para bien, es cierto que en un primer momento me dijo que sus culotes eran lo máximo, y que la tanga sería incómoda, pero con el correr de los días me aseguró que se había acostumbrado, y me agradeció porque de alguna manera se sentía sexi, puta, y estaba contenta con ella misma, y solo veía su hermoso culo entangado por las fotos que me enviaba, pero el brillo de sus ojos en las clases, me dejaban saber cuándo la tenía puesta.



Y la seguí pervirtiendo, con juegos, con ropas, con situaciones, cada vez más, cada vez peor, mi pechos de miel ahora se depilaba la vagina, para complacerme, porque a mí me gustaba y así se lo había pedido, hasta ese momento jamás me había dejado ver su sexo desnudo, ni siquiera por fotos, pero no me hacía falta, yo sabía cuan obediente se había vuelto, y a todo esto, sabía que en algún momento íbamos a pasar la raya de los juegos.

Fue sobre fin de año, había mesas de exámenes, y ella rendiría como tantas chicas y chicos, una práctica habitual, la noche anterior jugué un poco, le dije que se asegurara de estar bien depilada, que usara una falda corta y por supuesto, la tanga negra.

Cerca de las nueve da la mañana pude verla entre tantos, así que le mandé un mensaje, le pedí que se sacara la tanga dejando su sexo desnudo, y que cuando la hiciera pasar me la diera con discreción.

Minutos más tarde era su turno, al pasar me tendió la mano como gesto de alumna a profesor y me dio el pequeño trapito, el que noté de inmediato embebido en jugos.

Se sentó al frente, sabía que su concha estaba expuesta y que seguro sus flujos corrían por sus piernas, tenía una loca y terrible erección bajo el escritorio, ambos adivinábamos nuestra situación, pero en ese instante, yo era el profesor y ella mi alumna.



Y fui estricto en mi función, nada de contemplaciones, pero Alejandra estaba en la luna, confundiendo las cosas, asumiendo que una cosa llevaría a la otra, error, no solo la reprobé, además le puse un uno.

Ella se retiró incrédula, su cara se había transformado, evité mirarla.

Di paso al siguiente alumno, seguimos con mis colegas, uno a uno, hasta pasado el mediodía, hicimos una pausa para un rápido almuerzo, las jornadas de exámenes solían ser maratónicas.

Al salir del salón Ale estaba parada, recostada contra la pared, me miró con furia, con despecho, volví a ignorarla. Regresamos una hora después, ella seguía ahí esperando para hablar conmigo, pero volví a hacer de cuenta que no estaba, y me divertía con ello, más recordando la tanga embebida que guardaba en el bolsillo de mi saco.



El último alumno terminó cerca de las cinco de la tarde, estaba exhausto, al salir, ciertamente me sorprendió que Alejandra aun estuviera de pie, con el enojo ácido típico de mujer despechada, fui por ella y me disparó con munición gruesa



-Federico, sos un bastardo, hice todo lo que me pediste, seguí tus juegos y me pusiste un uno? Encima me ignoras, hace horas que estoy acá parada como una estúpida, en estos taco altos, porque a vos te gusta! te parece justo? No pruebo bocado, apenas si fui al baño!


Mi pechos de miel estaba por hacer eclosión, la había llevado donde quería que estuviera, con la furia de una tempestad y si la hubiera dejado seguro tendría más insultos para mi persona, solo le susurré



-Seguime…


Ya tenía meditado que hacer y cómo hacerlo, sabía que mi pechos de miel tenía esa loca fantasía del profesor y la alumna, el tipo mayor y la chica inexperta, en un salón, apartado, con la posibilidad de ser descubiertos

Busqué uno de estos salones, y como ella seguía reprochando la tomé de los brazos y la zamarreé para que se callara, sus libros cayeron al piso entonces le dije



-Yo no tengo la culpa que confundas las cosas, quiero que seas puta ahí abajo pero también inteligente acá arriba – marcando su concha y su cerebro respectivamente – quiero de ti una mujer íntegra! Lo que pasa es que eres una malcriada!


Ella no dijo nada, entonces me senté en una silla y la hice recostar sobre mí, boca abajo en la típica posición para dar nalgadas, sobre el piso, entre sus cosas desparramadas había una regla plástica de treinta centímetros, la tomé y levanté su pollera, sus nalgas denudas quedaron por primera vez ante mis ojos, perfectas, sublimes, entonces le pegue con la regla haciendo un chasquido sordo en el lugar, ella respondió con un ‘ssssss’ inspirando aire entre sus labios entrecerrados, y una segunda y una tercera, rápidamente su nalga derecha empezó a enrojecerse, había llegado el momento.



La tenía entregada culito para arriba, junté mis dedos índice y mayor y se los metí hasta el fondo de la concha, estaba empapada, a punto caramelo, la levanté en el aire entre mis brazos y la llevé sobre otro escritorio, contra la pared, la senté sobre él y yo al medio en una silla, abrí sus piernas, las levanté y la arrinconé, mi pechos de miel tenía los ojos cerrados y se mordía su labio inferior, típico en ella, sus tetas se movían por la forma en que inconscientemente ella llenaba sus pulmones con aire, su concha abierta y toda depilada quedó a mi alcance, pasé la lengua apenas recorriéndola, ella se encorvó como respuesta, la enterré en su agujero tan profundo como pude, me deleité con su sabor a mar, y sus primeros quejidos llegaron a mi oído, bebí todo lo que pude, recorrí sus suaves labios, su pubis depilado, jugué con su botoncito entre mis labios, volví a su agujero una y otra vez porque ella parecía derretirse en mi boca.

Estaba perdida fuera de control, soltó los botones de la camisa, liberó sus pechos para apretar los pezones entre sus dedos.

Su clítoris estaba enorme, se vino en mi boca y los gemidos que dio me hicieron temer que alguien estuviera cerca, reí, subí un poco y besé sus pechos de miel, al fin podía hacerlo, subí más y nos besamos profundamente, me imploró


Pechos de miel - 2 de 3


-Cogeme Fede, cógeme… te quiero dentro…


Saqué entonces mi verga dura, refregué el glande una y otra vez contra la puerta, contra el clítoris, pero la sorprendí y lo guardé nuevamente en mis pantalones, no iba a cogerla, no todavía.

Ella pareció enloquecerse



-No Fede! cogeme! Estoy caliente! no me dejes así! por favor, te lo suplico…


Solo le di un beso en la frente, sonreí, le devolví la tanga y la dejé semidesnuda en esa sombría aula, disfrutando el momento.

Nos conectamos al tiempo, me dijo que me odiaba, pero me odiaba con amor, por las cosas que le hacía vivir, que jamás imaginó que pasaría por lo que estaría pasando y que jamás imaginó desnudar su alma de esa manera



Los juegos siguieron, otro y otro, pregunté sobre el sexo anal, me dijo



-Ni loca, tengo un trauma, de pequeña tenía fiebre, mi madre me dio un pequeño supositorio, fue tan desagradable, ella empujaba para adentro y yo hacía fuerza para fuera… nunca más, te lo juro que nunca más…
-Eso es porque no te han dado placer, hagamos una cosa, miras mis fotos, recuerda mis palabras, relájate, date tiempo, disfruta, solo acaríciate mientras te masturbas, tu eres mi pechos de miel…
-Noooo! No me digas pechos de miel, sabes que me derrito cuando lo haces, sabes que no puedo negarme…


Yo reía al otro lado, hablamos un poco más, le di algunas indicaciones de que hacer y no mucho más.



Días después yo sería el sorprendido, había dejado como tareas realizar unos trabajos prácticos, así que al empezar las clases solicité que los dejaran sobre mi escritorio, los chicos fueron pasando y me percaté que Ale había sido la última, de manera que el suyo quedara por sobre el resto, empecé con la clase, pero a medida que pasaban los minutos la mirada de puta de la joven me quemaba, me decía ‘ve y fíjate lo que te dejé’, así que improvisé unos ejercicios para que se mantuvieran ocupados y así poder tener unos minutos.



Su ‘trabajo’ decía



-Mi súper hombre – ella solía llamarme así, y me gustaba sentirlo de sus labios – ya aprendí que no se mezclan las cosas, pero no pude evitar la tentación, y si debo pagar las consecuencias como la otra vez en ese salón, bien, estoy dispuesta a recibir tu castigo… Pero necesito que sepas que una vez más tuviste razón, mientras me masturbaba pensando en tus hermosos ojos recordé tus palabras, y empecé a acariciar mi esfínter, como si tú lo hubieras hecho, créeme que fue delicioso y sin darme cuenta había colado una falange en mi huequito… ay! Dios! cuando acabé fregando mi clítoris sentí unas contracciones tan ricas en mi dedito que me llenaron de placer!!!
Firma: tu pechos de miel…



Me quedé sentado sin decir palabra, que loca sorpresa, perdido en mi mundo, abstraído de la clase, hasta que las palabras de Ale me trajeron de regreso



-Profesor, profesor! Terminé el trabajo, quiere revisarlo?


Yo sabía que en ese momento ella jugaba conmigo, adivinando que tenía bajo el escritorio la pija dura como piedra y que no podría pararme delante de la clase que estaba expectante, así que le solicité que por favor me lo alcanzara al escritorio



Cuando nuevamente terminó la clase, Ale se quedó haciendo tiempo simulando acomodar sus cosas hasta que nuevamente quedamos solos, entonces se acercó y me susurró



Sabes, si me saco este pullover, notaras en mi blanca camisa que no tengo sostén, creo que merezco un castigo ejemplar, me sigues?


CONTINUARA



Si te gustó esta historia y eres mayor de edad puedes escribirme con título ‘PECHOS DE MIEL’ a dulces.placeres@live.com

1 comentarios - Pechos de miel - 2 de 3

AlanRz07 +1
No puedo creer que nadie comento, excelente relato, no se que pasa pero esa atracción de "nenas" y hombres es frecuente... Y adictiva... Tan solo el coqueteo, las miradas y sonrisas ya son una delicia... Que buenos recuerdos...