El Aroma
Mi marido (Miguel) y yo llevamos cinco años juntos, un tipo que se creé de más clase de lo que realmente es, le gusta la vida bien, lleno de lujos materiales y apariencias, ambos trabajamos, aunque igual que me gusta tener mis lujos, estoy consciente del suelo que piso.
Miguel exagera en las apariencias y en parte es algo bueno, cuida mucho su imagen, usa loción de marcas finas, ropa de igual manera, y exagera en dar su opinión de, el porqué usa algo, bastando el hecho que podría solo decir que le gusta.
Claro eso es agradable para cualquier mujer, estoy segura que a más de una le llama la atención, además de eso es agradable, atento y cortés, en apariencia, así me enamoró, e aprendido a amarlo después del noviazgo y ya con los años de matrimonio no lo dejaría por algún motivo de estos, tiene otras cualidades que lo hacen una gran pareja.
Por unos días su hermana estuvo quedándose en casa acompañada por su marido (Arturo), un hombre de carácter serio, sabía bien guardar su distancia especialmente conmigo muy respetuoso, consciente en todo momento, un caballero bien educado, la relación con su esposa es bastante equilibrada, no le falta el dinero, a su esposa al igual que a su hermano le gustan los lujos y el la procura, pero en su persona no se nota ello, por lo que se, creció con muchas carencias, a salido adelante gracias al negocio familiar. No es un hombre sucio, pero casi nunca usa loción, su aroma no es desagradable, de hecho hasta ese momento pensé que no existía alguno por cual identificarlo.
Estos días en los que todos convivimos seguido, solo durante el desayuno y la cena, ya que ambos teníamos que cumplir con la jornada laboral, empeze a despertar cierta atracción, sus pláticas en la sobremesa ampliaba mi admiración, jamás alzaba la voz a su mujer ni discutían, aunque se imponía en sus decisiones siempre firme y muy frio.
Ellos dormían en la sala, en un sillón que se hacía cama matrimonial, de día era el centro de reunión. Yo comenzaba a captar una sensación rara, algo ahí comenzaba a generar una sensación confortable, me relajaba provocando agradables siestas.
Una tarde llegando a casa, me encontré a Arturo bajando de uber al igual que yo, llegamos del trabajo fue una casualidad, solía llegar más tarde y sabía que siempre lo hacía caminando, en transporte público cuando andaba solo.
Nos saludamos y al alejarse de mi mejilla sentí un escalofrío, el mismo humor que sentía en la sala se apoderó de todo mi ser, descubrí entonces que venía de Arturo.
Cuando menos me di cuenta, estaba fantaseando con él, mi cuerpo se erizaba y sorprendentemente humedecida.
Un fin de semana, mi esposo y su hermana, se les presentó una urgencia familiar y tuvieron que salir urgentemente, yo me encontraba realizando las labores domésticas y en eso llegó Arturo, saludo, se sentó en la sala, comente que nuestros respectivos cónyuges salieron por una situación familiar, a lo cual el me contestó que ya le había informado su esposa, se notaba incómodo, tal vez por estar solos.
Yo, ya no podía aguantar, desde que llegó mi mente no me dejaba en paz, mi cuerpo deseaba sus manos, Arturo estaba entretenido en su tableta, me decidí, deslicé mis manos a sus espaldas para acariciarle los hombros y bajar a su pecho, intentó levantarse pero no se lo permite, me acerqué, susurre al oído, - no eh dejado de imaginar la verga que escondes y muero de ganas por mamartela - , yo misma me sorprendí del valor que me dio para poder decir esas palabras, pero mi calentura ya había explotado.
Rodie el sillón, a unos pasos de llegar termine el recorrido de rodillas, había quedado congelado, no me quito la mirada ningún momento, continúe avanzando entre sus piernas que le abrí empujando con mis manos apoyadas en sus rodillas, mi sonrisa era la mas cachonda y diabólica que podía ofrecerle, ligeremente apoye una de mis manos sobre su entrepierna buscando su paquete, reaccionó, subiendo sus manos por mis caderas al los pechos, yo traía un vestido volado de una pieza no era atrevido me llegaba a unos centímetros arriba de la rodilla, pero en esa poción resaltaba mi figura, el contorno de mis caderas, reaccionó tomando mis pechos y los masajeaba, yo sólo gemía mi excitación ya estaba al mil, los empezó a besar por encima de la ropa, elogiaba lo grande que eran, de mis partes favoritas de mi cuerpo, sabía que muchas miradas de los hombres eran por lo grande que son.
Me empujo hacia abajo sobre la alfombra, me levanto el vestido y me quito el cachetero negron, le dio una pequeña alfateada, pude ver que se lo guardaba, metió su cabeza entre mis piernas, comenzó a darme unas ricas lengueteadas, sabía bien lo que hacía, por dios, jamas me habia sentido tan puta por dejar que otro hombre me tomara de esa manera, continuaba y continuaba, parecia no jamás pararía y yo no quería que parara, mis gemidos incrementaron, no podía hacer más que arquear mis caderas, empujar hacia el, empujar su cabeza hacia mi, sentia como ya gran parte de su lengua se introducía en mi vagina. Me vine, un rico orgasmo soltó aún más fluidos empapando todo, sabía que la humedad ya escurría por la alfombra, en no paró , con su mano jugueteando con mi clitoris, a ese punto ya no gemía, gritaba, como pude le pedi que se detuviera, no quería dejar toda la alfombra mojada, paro.
Se levantó, se desprendió de su ropa, pantalones y boxer, se sentó en sillón se masturbaba su rica verga, una pequeña desilusión me la imaginaba enorme, claro que era grande y gruesa, pero tenía la ilusión de fuera portador de una verga descomunal, también me levanté, me senté sobre él dándole la espalda, pude sentir como su verga resbalaba sin obstáculo alguna totalmente, asi que compense a subir y bajar, me encantaba el sonido de mis glúteos a los golpes sobre sus piernas, él también empujaba. Comencé a sentir dolor en mi abdomen, al parecer esa verga si era más grande de lo notaba, baje mi ritmo, pero continuó empujando, metia y sacaba su verga de mi a placer, aun tenia mi vestido puesto, así libere mis tetas a fuerza, aprovechando que el me cogia, yo me deleitaba con mi propio cuerpo, las acariciaba, forzaba a mis pezones llegar a mi boca para chuparlos y modisquiarlos.
Tuve que bajarme, por muy rico que es el placer de tener una verga dentro mientras una misma se chupan sus tetas, no iba a desaprovechar es rica verga, tenia que chuparla también , el sabor era increíble tenía una rica calidez, ya estaba impregnada de mis jugos y era el monto de salivarla, comencé lento, quería disfrutar cada textura, definitivamente era mas grande y gruesa que la de miguel, esa verga pulcra, limpia y perfumada que ya había mamado, pero no se comparaba con la de Arturo, jamás me arrepentiría de meterme a la boca su boca, supe entonces que no seria la unica vez que cogerias, de alguna forma esto tendría que repetirse por mucho tiempo. Asi que me esforcé por darle la mas rica mamada. Ayudada con mi mano que ya resbalaba fácilmente por toda la saliva que le escupía a su verga, abría mi boca y la metía por completo, chupaba sus huevos, los succionaba.
Nuevamente se levantó, me sentó sobre el sillón, tomó mis piernas las abrió y colocó sobre sus hombros, me penetro, introdujo su pene en mi vagina nuevamente, el ritmo era el justo el que necesitaba, empujaba cada vez intentando introducirla más , ya pegaba en mis paredes vaginales en algunas ocaciones, yo lo gozaba, le pedía que siguiera cogiendome, que justo asi era como me encantaba que me metieran la verga, que ya era su puta, que me cogeria cuando quisiera. Entonces aceleró el ritmo, escuché decirme "¿donde quieres tu lechita? , puta!, - fuera de mi vagina embareame el culo de tu lechita, y eso hizo, sacó la verga de mi, y comenzó a dispararme semen sobre mi vagina y escurría por mi culo, aun paso la punta de su pene sobre mis labios, pasó las yemas de sus dedos sobre ellos también, se aseguraba que quedara bien batidita de su leche, después se chupo sus dedos y me fulmino con un beso, me lamió mis labios, mi cara y mi cuello. Se aseguro que se impregnara en mi el olor de nuestro sexo.
Descansamos un rato sobre el sofá y ambos nos metimos a la regadera, por más que quería tener su olor sobre mi piel, tenía que refrescarme, limpiar mi cuerpo de tan sorprendente aroma.
Claro que no fue la única vez, aunque la primera jamas se olvida, ya nos organizamos para vernos fuera de casa, coger e impregnarnos de nuestros aromas.
©Dionysia T. Alba
Mi marido (Miguel) y yo llevamos cinco años juntos, un tipo que se creé de más clase de lo que realmente es, le gusta la vida bien, lleno de lujos materiales y apariencias, ambos trabajamos, aunque igual que me gusta tener mis lujos, estoy consciente del suelo que piso.
Miguel exagera en las apariencias y en parte es algo bueno, cuida mucho su imagen, usa loción de marcas finas, ropa de igual manera, y exagera en dar su opinión de, el porqué usa algo, bastando el hecho que podría solo decir que le gusta.
Claro eso es agradable para cualquier mujer, estoy segura que a más de una le llama la atención, además de eso es agradable, atento y cortés, en apariencia, así me enamoró, e aprendido a amarlo después del noviazgo y ya con los años de matrimonio no lo dejaría por algún motivo de estos, tiene otras cualidades que lo hacen una gran pareja.
Por unos días su hermana estuvo quedándose en casa acompañada por su marido (Arturo), un hombre de carácter serio, sabía bien guardar su distancia especialmente conmigo muy respetuoso, consciente en todo momento, un caballero bien educado, la relación con su esposa es bastante equilibrada, no le falta el dinero, a su esposa al igual que a su hermano le gustan los lujos y el la procura, pero en su persona no se nota ello, por lo que se, creció con muchas carencias, a salido adelante gracias al negocio familiar. No es un hombre sucio, pero casi nunca usa loción, su aroma no es desagradable, de hecho hasta ese momento pensé que no existía alguno por cual identificarlo.
Estos días en los que todos convivimos seguido, solo durante el desayuno y la cena, ya que ambos teníamos que cumplir con la jornada laboral, empeze a despertar cierta atracción, sus pláticas en la sobremesa ampliaba mi admiración, jamás alzaba la voz a su mujer ni discutían, aunque se imponía en sus decisiones siempre firme y muy frio.
Ellos dormían en la sala, en un sillón que se hacía cama matrimonial, de día era el centro de reunión. Yo comenzaba a captar una sensación rara, algo ahí comenzaba a generar una sensación confortable, me relajaba provocando agradables siestas.
Una tarde llegando a casa, me encontré a Arturo bajando de uber al igual que yo, llegamos del trabajo fue una casualidad, solía llegar más tarde y sabía que siempre lo hacía caminando, en transporte público cuando andaba solo.
Nos saludamos y al alejarse de mi mejilla sentí un escalofrío, el mismo humor que sentía en la sala se apoderó de todo mi ser, descubrí entonces que venía de Arturo.
Cuando menos me di cuenta, estaba fantaseando con él, mi cuerpo se erizaba y sorprendentemente humedecida.
Un fin de semana, mi esposo y su hermana, se les presentó una urgencia familiar y tuvieron que salir urgentemente, yo me encontraba realizando las labores domésticas y en eso llegó Arturo, saludo, se sentó en la sala, comente que nuestros respectivos cónyuges salieron por una situación familiar, a lo cual el me contestó que ya le había informado su esposa, se notaba incómodo, tal vez por estar solos.
Yo, ya no podía aguantar, desde que llegó mi mente no me dejaba en paz, mi cuerpo deseaba sus manos, Arturo estaba entretenido en su tableta, me decidí, deslicé mis manos a sus espaldas para acariciarle los hombros y bajar a su pecho, intentó levantarse pero no se lo permite, me acerqué, susurre al oído, - no eh dejado de imaginar la verga que escondes y muero de ganas por mamartela - , yo misma me sorprendí del valor que me dio para poder decir esas palabras, pero mi calentura ya había explotado.
Rodie el sillón, a unos pasos de llegar termine el recorrido de rodillas, había quedado congelado, no me quito la mirada ningún momento, continúe avanzando entre sus piernas que le abrí empujando con mis manos apoyadas en sus rodillas, mi sonrisa era la mas cachonda y diabólica que podía ofrecerle, ligeremente apoye una de mis manos sobre su entrepierna buscando su paquete, reaccionó, subiendo sus manos por mis caderas al los pechos, yo traía un vestido volado de una pieza no era atrevido me llegaba a unos centímetros arriba de la rodilla, pero en esa poción resaltaba mi figura, el contorno de mis caderas, reaccionó tomando mis pechos y los masajeaba, yo sólo gemía mi excitación ya estaba al mil, los empezó a besar por encima de la ropa, elogiaba lo grande que eran, de mis partes favoritas de mi cuerpo, sabía que muchas miradas de los hombres eran por lo grande que son.
Me empujo hacia abajo sobre la alfombra, me levanto el vestido y me quito el cachetero negron, le dio una pequeña alfateada, pude ver que se lo guardaba, metió su cabeza entre mis piernas, comenzó a darme unas ricas lengueteadas, sabía bien lo que hacía, por dios, jamas me habia sentido tan puta por dejar que otro hombre me tomara de esa manera, continuaba y continuaba, parecia no jamás pararía y yo no quería que parara, mis gemidos incrementaron, no podía hacer más que arquear mis caderas, empujar hacia el, empujar su cabeza hacia mi, sentia como ya gran parte de su lengua se introducía en mi vagina. Me vine, un rico orgasmo soltó aún más fluidos empapando todo, sabía que la humedad ya escurría por la alfombra, en no paró , con su mano jugueteando con mi clitoris, a ese punto ya no gemía, gritaba, como pude le pedi que se detuviera, no quería dejar toda la alfombra mojada, paro.
Se levantó, se desprendió de su ropa, pantalones y boxer, se sentó en sillón se masturbaba su rica verga, una pequeña desilusión me la imaginaba enorme, claro que era grande y gruesa, pero tenía la ilusión de fuera portador de una verga descomunal, también me levanté, me senté sobre él dándole la espalda, pude sentir como su verga resbalaba sin obstáculo alguna totalmente, asi que compense a subir y bajar, me encantaba el sonido de mis glúteos a los golpes sobre sus piernas, él también empujaba. Comencé a sentir dolor en mi abdomen, al parecer esa verga si era más grande de lo notaba, baje mi ritmo, pero continuó empujando, metia y sacaba su verga de mi a placer, aun tenia mi vestido puesto, así libere mis tetas a fuerza, aprovechando que el me cogia, yo me deleitaba con mi propio cuerpo, las acariciaba, forzaba a mis pezones llegar a mi boca para chuparlos y modisquiarlos.
Tuve que bajarme, por muy rico que es el placer de tener una verga dentro mientras una misma se chupan sus tetas, no iba a desaprovechar es rica verga, tenia que chuparla también , el sabor era increíble tenía una rica calidez, ya estaba impregnada de mis jugos y era el monto de salivarla, comencé lento, quería disfrutar cada textura, definitivamente era mas grande y gruesa que la de miguel, esa verga pulcra, limpia y perfumada que ya había mamado, pero no se comparaba con la de Arturo, jamás me arrepentiría de meterme a la boca su boca, supe entonces que no seria la unica vez que cogerias, de alguna forma esto tendría que repetirse por mucho tiempo. Asi que me esforcé por darle la mas rica mamada. Ayudada con mi mano que ya resbalaba fácilmente por toda la saliva que le escupía a su verga, abría mi boca y la metía por completo, chupaba sus huevos, los succionaba.
Nuevamente se levantó, me sentó sobre el sillón, tomó mis piernas las abrió y colocó sobre sus hombros, me penetro, introdujo su pene en mi vagina nuevamente, el ritmo era el justo el que necesitaba, empujaba cada vez intentando introducirla más , ya pegaba en mis paredes vaginales en algunas ocaciones, yo lo gozaba, le pedía que siguiera cogiendome, que justo asi era como me encantaba que me metieran la verga, que ya era su puta, que me cogeria cuando quisiera. Entonces aceleró el ritmo, escuché decirme "¿donde quieres tu lechita? , puta!, - fuera de mi vagina embareame el culo de tu lechita, y eso hizo, sacó la verga de mi, y comenzó a dispararme semen sobre mi vagina y escurría por mi culo, aun paso la punta de su pene sobre mis labios, pasó las yemas de sus dedos sobre ellos también, se aseguraba que quedara bien batidita de su leche, después se chupo sus dedos y me fulmino con un beso, me lamió mis labios, mi cara y mi cuello. Se aseguro que se impregnara en mi el olor de nuestro sexo.
Descansamos un rato sobre el sofá y ambos nos metimos a la regadera, por más que quería tener su olor sobre mi piel, tenía que refrescarme, limpiar mi cuerpo de tan sorprendente aroma.
Claro que no fue la única vez, aunque la primera jamas se olvida, ya nos organizamos para vernos fuera de casa, coger e impregnarnos de nuestros aromas.
©Dionysia T. Alba
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