Si vos pertenecés a las filas de las/los, tramposos, podes culpar a tus genes.
Investigadores de la Universidad de Binghamton han descubierto que, un alto porcentaje, de las personas con el gen DRD4, también conocido como gen “buscador de emociones”, son propensas a la promiscuidad y la infidelidad.
Yo debo tener multitudes de genes DRD4.
Si estás sola en casa (como lo estaba yo esa noche) el rito, común a muchas chicas, previo al ir a la cama, es más largo y aburrido, que cuando estás con tu marido:
Verificar la(s) cerradura(s) de la(s) puerta de entrada(s), revisar el cierre de las ventanas y ventanales y de las llaves de gas y agua, comprobar el apagado la computadora,…
Finalmente ir al baño a prepararse para la noche.
Y allí ... pipí, bidé, cepillarse los dientes, maquillaje, crema de noche, comprobar el estado de los puntos negros, pincitas para quitar algún pequeño vello del pecho (siempre hay uno, quién sabe por qué).
En síntesis una buena media hora, previa, al zambullirse entre las sábanas.
También ese día: llevaba más de media hora en el baño y sonó el teléfono, pasada la medianoche. Tuve que correr, llenamos la casa de teléfonos inalámbricos, para tener siempre uno a mano, pero en el baño no tuvimos el “valor” de ponerlo.
-¿Hola? "
“Hola Inés, perdoná la hora”
-¿Quién habla?-
“Soy Sergio, ¿ya estabas en la cama? ¿Molesto? "
-¿Qué Sergio? -
-¡Sergio! Dudé, antes de llamarte, sabía que podía molestarte, pero... -
-¿Pero qué Sergio? ¿Es una broma? ¿Quién sos?-
“Ya te lo dije, soy Sergio. No te enojés, por favor, yo... "
-¿Me llamas después de medianoche, ni siquiera te conozco, y no tengo que enojarme? ¡Decime quién mierda sos o cuelgo! -
“Cálmate, ahora te lo digo, pero cálmate. ¿Sabes que tenés una hermosa voz? ¿Cómo estas vestida? "
-¡Idiota! -
Corté. Con los inalámbricos una no puede ni siquiera tener la satisfacción de “colgar bruscamente el auricular”, un gesto con un valor intrínseco fuertemente liberador.
Esta llamada telefónica me había puesto nerviosa.
No podía dormirme. Por un momento, un sólo momento pensé en un maníaco que hace llamadas telefónicas obscenas, ¡Pero conocía mi nombre! Sin duda era un conocido o, tal vez, un amigo de una amiga, que quiso hacerme una broma. ¿Laura, Flor, o Susana…. en la cama con el semental de turno, y habrá improvisado el chiste de mal gusto...?
“…llamá vos, no te conoce la voz,…, hacete el sensual,… va a estar bueno como me lo cuente, cuando nos encontremos,… “
Un nuevo timbre de llamada rompió el silencio de la noche e interrumpió mis teorías.
-¿Hola? "
-De nuevo Sergio, no colgués, por favor, Inés. -
La tentación era fuerte, pero más pudo la curiosidad. ¡Sabía mi nombre!
-Acabala Sergio, decime quién sos y cómo sabes mi nombre y mi número. "
"Tómalo con calma, ya te voy a explicar todo, ahora relajate. "
-¡No me relajo un carajo! Me llamás a la una de la mañana y no me decis quién sos ¡Andate a la mierda! -
Por segunda vez pulsé la tecla Off que interrumpe la comunicación.
Otra vez el teléfono
-¡Mierda! Sergio, ¡acabala! es la una y quiero dormir!-
Silencio.
-¿Sos vos?-
Silencio. Escucho como un jadeo a lo lejos.
-¿Sergio? -
Silencio. El jadeo se acerca al micrófono, ahora lo escucho con claridad.
Imagino la escena: el tipo está con el teléfono pegado al oído y cogiendo con una mina, que lo cabalga o está en cuatro ¡Alucinante!
-Sergio, ¡Hablas o corto!- amenazo, mientras el jadeo continúa profundo.
-Ok Inés, ¿dónde estás? ¿Estás en la cama?-
Tiene una voz agradable y cálida.
-Es más de la una, ¿Dónde querés que esté?-
-¿Y cómo dormís? ¿En pijama? ¿En camiseta? ¿Semi-desnuda? Decime que tenés puesto. –
-¡Esto ya es una broma de mal gusto! Voy a… -
Y escucho su cálida voz:
-No cortés, no es una broma, Inés, me gustas mucho, mucho, es una llamada erótica. ¡Daleee! Decime que tenés puesto!-
Me sorprende. Es alguien que me conoce y me desea. Siento un escalofrío recorriendo mi espalda
-Camiseta y bombacha.-
-¿De qué color son? Descríbemelas. -
-Estoy con una camiseta blanca, Fruit of the Loom, y bombachita blanca de algodón, Dafiti- Miento (en lo de las marcas) con voz cálida, como si fuera lo más natural del mundo describir a un extraño lo que te pones en la cama. La situación me intriga, empiezo a calentarme.
-¿La camiseta es ajustada?-
-Si-
-¿Se pueden adivinar los pezones debajo de la camiseta?-
La pregunta me causa un escalofrío y un suspiro. Me estoy excitando.
-Sí - le susurro - se pueden ver los pezones.
-¿Tenes el “manos libres” en tu teléfono? Ponelo-
Le obedezco. Él debe haber hecho lo propio, ya que su voz tiene un tono metálico.
-¡Tocalos, tocalos, mojá los dedos con saliva y mojá la camiseta, justo en los pezones, tocalos, presionalos entre tus dedos, tironealos!-
Hablaba muy despacio, seguí sus instrucciones; mis pezones están turgentes, muy duros y muy sensibles.
Empiezo a sentir la humedad entre mis muslos.
Ahora la llamada telefónica es definitivamente porno, estoy muy excitada y quiero disfrutar.
-¿Los estás tocando, sobando?-
Con la mano izquierda; la derecha está entre mis piernas ligeramente abiertas, rozo los muslos (la carne está re-caliente), bajo a la concha y la acaricio sobre la tela de la bombacha.
Gimo, suspiro, no tan bajo que no me escuche. Me escuchó:
-¡Seguro que te estás mojando! ¿No es cierto? ¿Te estás mojando? –
Murmuro algo entre dientes. Él infiere que si, que me estoy mojando
-¡Sos una calentona!¡Linda y calentona!........ tiene razón Máximo: te gusta el nabo más que el dulce de leche!-
Me sorprendió el nombre Máximo. Supuse (y no estaba equivocada) que se trataba de la pareja de Mónica, mi cuñada, con el cual tuve una sucesión, perfecta, deliciosa, de transgresiones.
Antes que pudiese preguntarle:
-¡No sabés como tengo el “ganso”, al palo, con la cabeza, colorada e hinchada, afuera!.... –
Resultó que, era hermano de Máximo.
Un día me vieron en un shopping, y él quedó impactado conmigo y no dejó de mencionárselo al hermano, en toda ocasión que se encontraban. (Máximo le “batió” mi nombre, que era accesible y, supongo, le comentó sobre mí, en la intimidad).
Por Mónica, Máximo, se enteraba de cuando mi marido viajaba por trabajo. Ese día le avisó a Sergio, le dio mis números de teléfonos fijo y celular para que pudiese contactarme. Éste decidió entonces hacerme la llamada erótica, a medianoche. Vaya a saber porque vía teléfono fijo.
La llamada, de erótica, se transformó en porno y, acabó sólo después de una, larga, cogida virtual y una cita para el día siguiente.
Me envió, luego por whatsapp, una foto de él abrazado a Mónica y con Máximo, por si yo tuviese alguna duda sobre lo que me había revelado.
Después de dejar los nenes en el colegio, a la tarde temprana, del día sucesivo al de la llamada, me dirigí al bar elegido por Sergio. Con confusión y dudas sobre cuál sería la sensación al encontrarlo.
Me estaba esperando: alto, bronceado, lindo como un dios griego, me saludó con mucha dulzura, un beso en la mejilla, alabó mi aspecto, cara, sonrisa, peinado, mis (abundantes, remarcó) senos, la sinuosa curva de mis caderas,… Mi perplejidad se hizo humo. El sexo virtual de la madrugada iba a ser presencial.
Nos sentamos, bebimos agua tónica. La previa se acabó, pronto:
-¡Brindo por lo que vos y yo sabemos, que los demás ni se imaginan, dejémonos de prolegómenos y vamos al grano. ¿Si?- murmuró levantando ligeramente su vaso.
Asentí con la cabeza
Pagó la cuenta y salimos:
-Pensé en el hotel X… de la calle….. acá nomás ¿Te parece bien?-
Respondí que no lo conocía, que confiaba en su buen gusto,… y que disponía de no más de 2 horas, puesto que debía buscar mis hijitos a la escuela.
En el hotel tuve una experiencia singular, distinta a las que había disfrutado con anterioridad.
Comenzó con abrazos y besos modosos. Me llevó y sentó al borde de la cama y se puso de rodillas sobre el colchón detrás de mí. Me abrazó, besó el cabello en la nuca, luego el cuello y mientras lo hacía, sentí sus manos deslizarse, lentamente sobre la tela hasta mis tetas y acarícialas delicadamente. Esas caricias me hicieron cerrar los ojos, suspirar y endurecer los pezones. Después de un rato de suavidad apretó y manoseó, mis tetas, fuerte con ambas manos. Giré la cabeza hacia atrás, cerré los ojos y me entregué a la magnífica sensación de besos ardientes e intensos, en la boca, cuello, mejillas. De sus manos la derecha se introdujo dentro del escote y del corpiño elástico para amasar mi teta izquierda, la mano izquierda bajó, levantó mi vestido, ajustado de jersey, para sobar y manosear la concha por arriba de la bombacha.
Me tuvo, meta a besos y franela, un buen rato, me acostó me subió el vestidito, me sacó la bombacha, me puso una almohada debajo del culo (para levantarme la pelvis y así tener una mejor panorámica del paisaje) metió cabeza entre mis piernas y se entregó a un rally de lengua y dedos en la concha mojada, provocándome gemidos, suspiros, gritos y…. el primer orgasmo de la tarde….. y un fluir de jugos de entre mis muslos.
Se bajó de la cama para sacarse zapatos, pantalón y slip, se subió entre mis piernas abiertas, me besó, ensartó la verga y comenzó a cogerme. No recordé que, en el pasado, me cogieran, yo con vestido y corpiño, él con camisa abotonada. Estaba loca de calentura. Me bombeó fuerte y despacio, hasta provocarme otro espasmo y, cuando aún era presa de las deliciosas sensaciones de goce:
-¡… ahora es tu turno!- murmuró a mi oído.
Ahí se acostó, a mi lado boca (y verga arriba) arriba, con los brazos me levantó y me ayudó a que me ubique, a caballo, sobre su cuerpo. No me lo hice repetir, me ensarté de nuevo la verga tiesa y, ya que estaba a caballo, cabalgué desenfrenada, gimiendo, suspirando, gritando hasta gozar de un nuevo orgasmo.
¡Increíble! El seguía sin acabar y con la verga “a mil”. Me acostó de costado, me penetró en pose cucharita y me dio, un largo y delicioso rato, al cabo del cual si eyaculó profusamente dentro de mí. Quedamos lado a lado, semi-vestidos, boca arriba, mi concha goteando semen, su verga postrada.
Al rato de idas y vueltas de halagos, restablecidas mis fuerzas, miro la verga “mansa y dulce” sobre su bajo vientre, apuntando a su cabeza y se reaviva mi deseo. Me pongo de rodillas, sus piernas entre las mías, y comienzo a lamerle, reiteradamente, desde los testículos al glande, la verga. La levanto y me la meto en la boca para chuparla.
Saltó una chispa dentro de él. Precipitado, impetuoso de palabras, manos y obrar, se arrodilló, se quitó la camisa, me sacó vestidito y corpiño, me acostó y…
Ahora si, desnudos los dos, me cogió moviéndose de modo violento, rápido, lleno de pasión, hasta el orgasmo soltando esperma que sentí como que me llenó la concha. Antes de parar completamente, me provocó un último orgasmo de la tarde.
Fantaseo que lo vacié del todo. De nuevo acostados boca arriba, lado a lado, no nos queda más tiempo que el suficiente para unas pocas frases de despedida:
-¡Sos de no creer, calentona!.... ¡Una diva de la cachucha!... ¿Va a haber otra, no cierto?-
-¡Vos también sos divino, un dios de la poronga!…. –
Convinimos un replay, a la brevedad posible
Nos higienizamos y vestimos.
En la puerta de la escuela, los nenes, con algarabía:
-¡Mamá,.. Mamá ¡ ¡No sabes lo que vamos a hacer….!-
“Ustedes no sé, yo me voy a trenzar de nuevo con Sergio” pensé.
Investigadores de la Universidad de Binghamton han descubierto que, un alto porcentaje, de las personas con el gen DRD4, también conocido como gen “buscador de emociones”, son propensas a la promiscuidad y la infidelidad.
Yo debo tener multitudes de genes DRD4.
Si estás sola en casa (como lo estaba yo esa noche) el rito, común a muchas chicas, previo al ir a la cama, es más largo y aburrido, que cuando estás con tu marido:
Verificar la(s) cerradura(s) de la(s) puerta de entrada(s), revisar el cierre de las ventanas y ventanales y de las llaves de gas y agua, comprobar el apagado la computadora,…
Finalmente ir al baño a prepararse para la noche.
Y allí ... pipí, bidé, cepillarse los dientes, maquillaje, crema de noche, comprobar el estado de los puntos negros, pincitas para quitar algún pequeño vello del pecho (siempre hay uno, quién sabe por qué).
En síntesis una buena media hora, previa, al zambullirse entre las sábanas.
También ese día: llevaba más de media hora en el baño y sonó el teléfono, pasada la medianoche. Tuve que correr, llenamos la casa de teléfonos inalámbricos, para tener siempre uno a mano, pero en el baño no tuvimos el “valor” de ponerlo.
-¿Hola? "
“Hola Inés, perdoná la hora”
-¿Quién habla?-
“Soy Sergio, ¿ya estabas en la cama? ¿Molesto? "
-¿Qué Sergio? -
-¡Sergio! Dudé, antes de llamarte, sabía que podía molestarte, pero... -
-¿Pero qué Sergio? ¿Es una broma? ¿Quién sos?-
“Ya te lo dije, soy Sergio. No te enojés, por favor, yo... "
-¿Me llamas después de medianoche, ni siquiera te conozco, y no tengo que enojarme? ¡Decime quién mierda sos o cuelgo! -
“Cálmate, ahora te lo digo, pero cálmate. ¿Sabes que tenés una hermosa voz? ¿Cómo estas vestida? "
-¡Idiota! -
Corté. Con los inalámbricos una no puede ni siquiera tener la satisfacción de “colgar bruscamente el auricular”, un gesto con un valor intrínseco fuertemente liberador.
Esta llamada telefónica me había puesto nerviosa.
No podía dormirme. Por un momento, un sólo momento pensé en un maníaco que hace llamadas telefónicas obscenas, ¡Pero conocía mi nombre! Sin duda era un conocido o, tal vez, un amigo de una amiga, que quiso hacerme una broma. ¿Laura, Flor, o Susana…. en la cama con el semental de turno, y habrá improvisado el chiste de mal gusto...?
“…llamá vos, no te conoce la voz,…, hacete el sensual,… va a estar bueno como me lo cuente, cuando nos encontremos,… “
Un nuevo timbre de llamada rompió el silencio de la noche e interrumpió mis teorías.
-¿Hola? "
-De nuevo Sergio, no colgués, por favor, Inés. -
La tentación era fuerte, pero más pudo la curiosidad. ¡Sabía mi nombre!
-Acabala Sergio, decime quién sos y cómo sabes mi nombre y mi número. "
"Tómalo con calma, ya te voy a explicar todo, ahora relajate. "
-¡No me relajo un carajo! Me llamás a la una de la mañana y no me decis quién sos ¡Andate a la mierda! -
Por segunda vez pulsé la tecla Off que interrumpe la comunicación.
Otra vez el teléfono
-¡Mierda! Sergio, ¡acabala! es la una y quiero dormir!-
Silencio.
-¿Sos vos?-
Silencio. Escucho como un jadeo a lo lejos.
-¿Sergio? -
Silencio. El jadeo se acerca al micrófono, ahora lo escucho con claridad.
Imagino la escena: el tipo está con el teléfono pegado al oído y cogiendo con una mina, que lo cabalga o está en cuatro ¡Alucinante!
-Sergio, ¡Hablas o corto!- amenazo, mientras el jadeo continúa profundo.
-Ok Inés, ¿dónde estás? ¿Estás en la cama?-
Tiene una voz agradable y cálida.
-Es más de la una, ¿Dónde querés que esté?-
-¿Y cómo dormís? ¿En pijama? ¿En camiseta? ¿Semi-desnuda? Decime que tenés puesto. –
-¡Esto ya es una broma de mal gusto! Voy a… -
Y escucho su cálida voz:
-No cortés, no es una broma, Inés, me gustas mucho, mucho, es una llamada erótica. ¡Daleee! Decime que tenés puesto!-
Me sorprende. Es alguien que me conoce y me desea. Siento un escalofrío recorriendo mi espalda
-Camiseta y bombacha.-
-¿De qué color son? Descríbemelas. -
-Estoy con una camiseta blanca, Fruit of the Loom, y bombachita blanca de algodón, Dafiti- Miento (en lo de las marcas) con voz cálida, como si fuera lo más natural del mundo describir a un extraño lo que te pones en la cama. La situación me intriga, empiezo a calentarme.
-¿La camiseta es ajustada?-
-Si-
-¿Se pueden adivinar los pezones debajo de la camiseta?-
La pregunta me causa un escalofrío y un suspiro. Me estoy excitando.
-Sí - le susurro - se pueden ver los pezones.
-¿Tenes el “manos libres” en tu teléfono? Ponelo-
Le obedezco. Él debe haber hecho lo propio, ya que su voz tiene un tono metálico.
-¡Tocalos, tocalos, mojá los dedos con saliva y mojá la camiseta, justo en los pezones, tocalos, presionalos entre tus dedos, tironealos!-
Hablaba muy despacio, seguí sus instrucciones; mis pezones están turgentes, muy duros y muy sensibles.
Empiezo a sentir la humedad entre mis muslos.
Ahora la llamada telefónica es definitivamente porno, estoy muy excitada y quiero disfrutar.
-¿Los estás tocando, sobando?-
Con la mano izquierda; la derecha está entre mis piernas ligeramente abiertas, rozo los muslos (la carne está re-caliente), bajo a la concha y la acaricio sobre la tela de la bombacha.
Gimo, suspiro, no tan bajo que no me escuche. Me escuchó:
-¡Seguro que te estás mojando! ¿No es cierto? ¿Te estás mojando? –
Murmuro algo entre dientes. Él infiere que si, que me estoy mojando
-¡Sos una calentona!¡Linda y calentona!........ tiene razón Máximo: te gusta el nabo más que el dulce de leche!-
Me sorprendió el nombre Máximo. Supuse (y no estaba equivocada) que se trataba de la pareja de Mónica, mi cuñada, con el cual tuve una sucesión, perfecta, deliciosa, de transgresiones.
Antes que pudiese preguntarle:
-¡No sabés como tengo el “ganso”, al palo, con la cabeza, colorada e hinchada, afuera!.... –
Resultó que, era hermano de Máximo.
Un día me vieron en un shopping, y él quedó impactado conmigo y no dejó de mencionárselo al hermano, en toda ocasión que se encontraban. (Máximo le “batió” mi nombre, que era accesible y, supongo, le comentó sobre mí, en la intimidad).
Por Mónica, Máximo, se enteraba de cuando mi marido viajaba por trabajo. Ese día le avisó a Sergio, le dio mis números de teléfonos fijo y celular para que pudiese contactarme. Éste decidió entonces hacerme la llamada erótica, a medianoche. Vaya a saber porque vía teléfono fijo.
La llamada, de erótica, se transformó en porno y, acabó sólo después de una, larga, cogida virtual y una cita para el día siguiente.
Me envió, luego por whatsapp, una foto de él abrazado a Mónica y con Máximo, por si yo tuviese alguna duda sobre lo que me había revelado.
Después de dejar los nenes en el colegio, a la tarde temprana, del día sucesivo al de la llamada, me dirigí al bar elegido por Sergio. Con confusión y dudas sobre cuál sería la sensación al encontrarlo.
Me estaba esperando: alto, bronceado, lindo como un dios griego, me saludó con mucha dulzura, un beso en la mejilla, alabó mi aspecto, cara, sonrisa, peinado, mis (abundantes, remarcó) senos, la sinuosa curva de mis caderas,… Mi perplejidad se hizo humo. El sexo virtual de la madrugada iba a ser presencial.
Nos sentamos, bebimos agua tónica. La previa se acabó, pronto:
-¡Brindo por lo que vos y yo sabemos, que los demás ni se imaginan, dejémonos de prolegómenos y vamos al grano. ¿Si?- murmuró levantando ligeramente su vaso.
Asentí con la cabeza
Pagó la cuenta y salimos:
-Pensé en el hotel X… de la calle….. acá nomás ¿Te parece bien?-
Respondí que no lo conocía, que confiaba en su buen gusto,… y que disponía de no más de 2 horas, puesto que debía buscar mis hijitos a la escuela.
En el hotel tuve una experiencia singular, distinta a las que había disfrutado con anterioridad.
Comenzó con abrazos y besos modosos. Me llevó y sentó al borde de la cama y se puso de rodillas sobre el colchón detrás de mí. Me abrazó, besó el cabello en la nuca, luego el cuello y mientras lo hacía, sentí sus manos deslizarse, lentamente sobre la tela hasta mis tetas y acarícialas delicadamente. Esas caricias me hicieron cerrar los ojos, suspirar y endurecer los pezones. Después de un rato de suavidad apretó y manoseó, mis tetas, fuerte con ambas manos. Giré la cabeza hacia atrás, cerré los ojos y me entregué a la magnífica sensación de besos ardientes e intensos, en la boca, cuello, mejillas. De sus manos la derecha se introdujo dentro del escote y del corpiño elástico para amasar mi teta izquierda, la mano izquierda bajó, levantó mi vestido, ajustado de jersey, para sobar y manosear la concha por arriba de la bombacha.
Me tuvo, meta a besos y franela, un buen rato, me acostó me subió el vestidito, me sacó la bombacha, me puso una almohada debajo del culo (para levantarme la pelvis y así tener una mejor panorámica del paisaje) metió cabeza entre mis piernas y se entregó a un rally de lengua y dedos en la concha mojada, provocándome gemidos, suspiros, gritos y…. el primer orgasmo de la tarde….. y un fluir de jugos de entre mis muslos.
Se bajó de la cama para sacarse zapatos, pantalón y slip, se subió entre mis piernas abiertas, me besó, ensartó la verga y comenzó a cogerme. No recordé que, en el pasado, me cogieran, yo con vestido y corpiño, él con camisa abotonada. Estaba loca de calentura. Me bombeó fuerte y despacio, hasta provocarme otro espasmo y, cuando aún era presa de las deliciosas sensaciones de goce:
-¡… ahora es tu turno!- murmuró a mi oído.
Ahí se acostó, a mi lado boca (y verga arriba) arriba, con los brazos me levantó y me ayudó a que me ubique, a caballo, sobre su cuerpo. No me lo hice repetir, me ensarté de nuevo la verga tiesa y, ya que estaba a caballo, cabalgué desenfrenada, gimiendo, suspirando, gritando hasta gozar de un nuevo orgasmo.
¡Increíble! El seguía sin acabar y con la verga “a mil”. Me acostó de costado, me penetró en pose cucharita y me dio, un largo y delicioso rato, al cabo del cual si eyaculó profusamente dentro de mí. Quedamos lado a lado, semi-vestidos, boca arriba, mi concha goteando semen, su verga postrada.
Al rato de idas y vueltas de halagos, restablecidas mis fuerzas, miro la verga “mansa y dulce” sobre su bajo vientre, apuntando a su cabeza y se reaviva mi deseo. Me pongo de rodillas, sus piernas entre las mías, y comienzo a lamerle, reiteradamente, desde los testículos al glande, la verga. La levanto y me la meto en la boca para chuparla.
Saltó una chispa dentro de él. Precipitado, impetuoso de palabras, manos y obrar, se arrodilló, se quitó la camisa, me sacó vestidito y corpiño, me acostó y…
Ahora si, desnudos los dos, me cogió moviéndose de modo violento, rápido, lleno de pasión, hasta el orgasmo soltando esperma que sentí como que me llenó la concha. Antes de parar completamente, me provocó un último orgasmo de la tarde.
Fantaseo que lo vacié del todo. De nuevo acostados boca arriba, lado a lado, no nos queda más tiempo que el suficiente para unas pocas frases de despedida:
-¡Sos de no creer, calentona!.... ¡Una diva de la cachucha!... ¿Va a haber otra, no cierto?-
-¡Vos también sos divino, un dios de la poronga!…. –
Convinimos un replay, a la brevedad posible
Nos higienizamos y vestimos.
En la puerta de la escuela, los nenes, con algarabía:
-¡Mamá,.. Mamá ¡ ¡No sabes lo que vamos a hacer….!-
“Ustedes no sé, yo me voy a trenzar de nuevo con Sergio” pensé.
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