Todos pecamos de inocencia en algún momento de nuestras vidas, hasta que las experiencias nos van modificando. De todas formas, también, muchas veces repetimos las historias, tropezamos con la misma piedra una y otra vez. Tal vez por distraídos, capaz por no reconocer (la piedra), o que se yo, no se porque. Puede ser que al ver el mismo obstáculo, creemos que esa vez lo eludiremos, pero trastabillamos nuevamente. O quizás, terminamos encariñándonos con la clásica, querida y vieja piedra.
¿Pero, por qué digo todo esto? Porque a mi, no se me ocurría ver en los cariños familiares, más que sólo eso. Seguramente (quiero creer) tampoco a mis padres, y menos aún ella, mi hermanita Felina, o tal vez si?. Pero, el asunto es que, si, aquellas muestras de afecto, eran mucho más que sólo eso (ingenuas caricias).
En ese momento, mi mente no estaba configurada como lo está en la actualidad. Sin embargo. fue en un instante, no puedo precisar exactamente cuando, ni qué fue lo que advertí, pero, algo me hizo un click, y miré el panorama desde otra perspectiva.
¿Por qué las mismas situaciones habituales despertaban en mi, otra forma de verlas? No lo se. Lo que si recuerdo, y que está directamente emparentado, se relaciona con una familia en particular, los Campos. Ese era, bah, es el apellido del cuñado de nuestra madre, cónyuge de la hermana de nuestra mamá. Nuestro tío, y su hijo, sobrino de mi madre y primo nuestro, mío y de mi hermana.
Ambos se comportaban de manera aviesa, estaba convencido que absolutamente todo, lo que decían y hacían, era de manera malintencionada. Cualquier cosa que fuera, desde lo más nimio.
Aunque, me estoy salteando algo importante, (el entorno cotidiano de nuestra familia) para que se entienda el contexto del relato. La misma estaba compuesta por, como ya mencioné, mi hermana menor "Felina", ingenua, inocente, pícara y atrevida, todo esto, todo junto y muy "histérica mariquita". Un ángel endemoniado o un demonio angelical.
Mi padre, una persona que podría definir con una palabra desidia. Un conformista, totalmente enamorado de nuestra madre, y que ajeno a ella no le importaba nada más. Mi madre, la emprendedora, era lo opuesto a mi papá, el motor del hogar. Por último, quien describe o sea yo, mi nombre es Leo, un mimado de mamá.
Así las cosas en casa, entonces, con mi padre no se podía contar (por lo dicho anteriormente) para que cumpliera con un rol de control. Mi madre, la mujer orquesta, que hacía de todo por el progreso económico del hogar, y que si le quedaba un poco de tiempo libre, me lo dedicaba a mi, tampoco lo hacía (controlar a Felina). Y yo, hasta ese momento un egoísta egocéntrico, preocupado por mis deseos y caprichos, menos aún me importaba mi hermana.
Pero, a los que si les importaba mi hermana, era al resto de las personas, en especial a la familia que mencioné. Aunque también, a algunos vecinos, y a mis amigos del barrio. Por otra parte mi hermana, en estado de abandono emocional por parte de todos nosotros, su familia (pasaba inadvertida, era invisible para nosotros), sentía agrado por las pequeñas muestras de atención de todos esos extraños.
Sin embargo, esa atención, era corrupta, insana. Repito, no recuerdo que fue exactamente, pero creo que tenía que ver con la montada a caballito de ella, sobre el tío Campos, y tal vez la expresión extraviada en el rostro de él, eso hizo que yo me ocupe de ejercer ese control. Recuerdo que, de un momento a otro, casi como que me avalancé sobre ellos, y la retiré de un brazo a mi hermana del regazo del tío. Ordené ¡Vení Felina mamá te llama!
La llevé a nuestro cuarto, el que compartámos aún. y le pregunté ¿Qué es lo que hacés con el tío?
Ella me miró de forma rara y respondió con otra pregunta ¿Qué hago?
¡Cómo qué hacés! Exclamé levantando la voz.
Y ella con cara de falsa repreguntó ¡Si, qué hago!
Yo afirmé ¡Estabas sentada a horcajadas en las piernas del tío!
Y ella volvió a exclamar ¡Y..., cuál es el drama!
Contesté ¡El drama es que ya estás grandecita para hacerlo!
Ella redobló la apuesta ¡Grandecita para qué, qué cabeza podrida tenés! ¡Y si a mamá ni a papá le parece mal, vos no sos nadie para prohibirlo!. Se levantó para irse terminando la explicación.
Pero sólo tomó impulso y saltó hacia mi, se abalanzó abriendo sus piernas. Fue algo que me sorprendió, no lo esperaba, de hecho estaba contra atacando, y en su rostro, específicamente en sus ojos, la mirada que tenía, no era de paz o de tregua. Sin embargo, como hermano mayor, la acepté por válida. Más aún cuando exclamó ¡No te enojes! Luego de aquello, la ayudé a levantarse y le ordené que no se acercara al tío Campos. Asintió con la cabeza, sin emitir palabra y se retiró con mi aprobación de la habitación.
Después de aquello, sin embargo, a mi me ocurrió algo por primera vez, recuerdo que tuve una erección, pero no es sólo ese hecho, que se me hubiera parado, (que por otro lado no me era frecuente "el estar al palo"), sino que dentro de la chota, entre la cabeza del pene y la piel que lo recubre, creo que se llama prepucio, al "pelar", "jalarme la verga" me salió una especie de baba, como la saliva, pero de la pija. Eso nunca me había pasado, y me asusté. Durante el resto de la jornada estuve incómodo, no hacía más que esperar la hora en que se termine la reunión y se fueran, de hecho era domingo, al otro día se trabajaba y mi padre se levantaba a las tres y media de la madrugada para ir a la fábrica.
Por fin se fueron, estuve atento, bloqueando e interrumpiendo los saludos "cariñosos" de despedida de mi tío y mi primo con mi hermana. Aunque también observé al tío muy cariñoso con mi madre (lo tuve en cuenta). Ya en el dormitorio junto a mi hermana, no podía conciliar el sueño. El velador con la luz roja de tugurio que siempre me relajaba, parecía una luz de mercurio incandescente. Recordé que de niños con mi hermana éramos unidos, nos acompañábamos, nos contábamos todo, éramos confidentes.. Eso había cambiado en nuestra adolescencia.
Lo que rompió, o quebró nuestra complicidad, fue el hecho que siempre como hermano mayor era el que decidía, y de alguna manera era lógico, por ese sólo hecho, el de ser tres años más "grande" que ella, eso me hacía "experimentado". También, lo reforzaba o afirmaba esa jerarquía, que era mejor estudiante y además, varón. Sin embargo, cuando me fié de ello para contarle mi "gran novedad", ella dejó en evidencia lo precario de mi posicionamiento. No sólo no se asombró con lo que le dije, sino que Felina, hacía varios meses que tenía la misma primicia, pero la guardó en secreto.
No fue sólo que no me lo había contado, lo que me aturdió, sino que redujo mi noticia a la nada misma. ¿Qué era o cuál era la revelación? ¡El suceso era, que me había aparecido vello púbico!
Eso fue lo que me hizo distanciarme de ella, porque como advertirán soy egocéntrico. Y ahora, volvía luego de muchos años, con otro evento y temía volver a tropezar. Quiero aclarar que estoy hablando de hechos sucedidos a principios de los años 70, era otro mundo, otra sociedad, otra cultura, otra realidad, y qué además era un "nene de mamá", un pedazo de pelotudo.
Me levanté de mi cama y encendí la luz del techo de la habitación, mi hermana giró su cuerpo para ver qué pasaba. ¡Perdón, buscaba algo! Dije
¿Qué buscabas? Preguntó ella
Me reí y dije ¡Hoy me pasó algo!
¡Si, ya se, te pusiste loco conmigo por lo del tío Campos! Exclamó Felina
¡Aparte de eso! Afirmé, pero permanecí en silencio
¡Qué, te hacés el misterioso! ¿Qué? Inquirió ella
¡Bueno, no te burles, pero luego que te abrazaste a mis piernas, me salió una viscosidad de la verga! Confesé
¡Mmmmm! Murmuró Felina y apoyó la cabeza en la almohada como pensativa o decepcionada.
Se incorporó, se sentó de espaldas hacia mi en su cama, mientras se acomodaba el largo cabello. Preguntó ¿Recordás nuestros juegos en la cama, antes de que te salieran los "pendejos"? Dos cosas para aclarar, Cuando se refirió a los juegos en la cama, era que ese fue el lugar habitual, donde jugábamos, no piensen nada raro. Y segundo, cuando habla de "pendejos" se refiere a los pelos en la pelvis que desencadenaron nuestro desencuentro.
¡Si claro! Respondí lacónico
¡Bueno, desde aquellos tiempos, a mi me pasaba lo mismo, me mojaba! aseguró mi hermana
¡Por eso también, era que me negaba a esos juegos! ¡Me daba vergüenza! ¡Tampoco sabía qué me pasaba! Se desahogó Felina y me preguntó ¿Ahora estás mojado?
¡No, hasta ahora no! Aclaré
¡Bueno fijate! Ordenó ella
Metí la mano entre mis calzoncillos y efectivamente el glande me goteaba. ¡Ahora si! Aseveré
¡Bueno, es lo normal! Sentenció Felina¡Más aún, voy a hacer algo por vos!Se levantó, vino a mi cama y me la chupó, la poronga me chupó
Y aquí sucedió otro suceso contradictorio, aparte de él de la mamada como hecho específico. El resultado de aquello, sensitivamente me durmió, al lamerme la cabeza del choto, mi reacción fue adversa a lo sexualmente placentero, la pija no respondió. Yo entré en un estado se somnolencia y me dormí. No fue tan evidente para ella porque continuó haciéndolo hasta que sonó el despertador de nuestro padre. Allí lo advirtió y retornó a su cama. A la mañana siguiente se disculpó ¡Perdoname, te estuve abusando! Declaró, mientras sonreía burlonamente, eso me produjo un sentimiento vergonzoso a mi hombría.
Todo esto que estaba sucediendo era no sólo algo novedoso para mi, sino que, desconocido. Y lo más desesperante de todo era que no lo podía contar. No por chusma, ni por chismoso, sino por ayuda, por asesoramiento, por consejos, me hacían falta, porque no sabía que hacer, ni como seguir, ni actuar.
Estaba seguro que la mayoría de mis amigos estaban tan en babia como yo, teníamos la misma edad, vivíamos en el mismo lugar, las experiencias de todos serían las mismas que las mías, es decir, nulas. Pero, por otra, desconfiaba de ellos, ultimamente también, había reparado en que ellos, ya no miraban a mi hermana como cuando éramos chicos. Continuará......
¿Pero, por qué digo todo esto? Porque a mi, no se me ocurría ver en los cariños familiares, más que sólo eso. Seguramente (quiero creer) tampoco a mis padres, y menos aún ella, mi hermanita Felina, o tal vez si?. Pero, el asunto es que, si, aquellas muestras de afecto, eran mucho más que sólo eso (ingenuas caricias).
En ese momento, mi mente no estaba configurada como lo está en la actualidad. Sin embargo. fue en un instante, no puedo precisar exactamente cuando, ni qué fue lo que advertí, pero, algo me hizo un click, y miré el panorama desde otra perspectiva.
¿Por qué las mismas situaciones habituales despertaban en mi, otra forma de verlas? No lo se. Lo que si recuerdo, y que está directamente emparentado, se relaciona con una familia en particular, los Campos. Ese era, bah, es el apellido del cuñado de nuestra madre, cónyuge de la hermana de nuestra mamá. Nuestro tío, y su hijo, sobrino de mi madre y primo nuestro, mío y de mi hermana.
Ambos se comportaban de manera aviesa, estaba convencido que absolutamente todo, lo que decían y hacían, era de manera malintencionada. Cualquier cosa que fuera, desde lo más nimio.
Aunque, me estoy salteando algo importante, (el entorno cotidiano de nuestra familia) para que se entienda el contexto del relato. La misma estaba compuesta por, como ya mencioné, mi hermana menor "Felina", ingenua, inocente, pícara y atrevida, todo esto, todo junto y muy "histérica mariquita". Un ángel endemoniado o un demonio angelical.
Mi padre, una persona que podría definir con una palabra desidia. Un conformista, totalmente enamorado de nuestra madre, y que ajeno a ella no le importaba nada más. Mi madre, la emprendedora, era lo opuesto a mi papá, el motor del hogar. Por último, quien describe o sea yo, mi nombre es Leo, un mimado de mamá.
Así las cosas en casa, entonces, con mi padre no se podía contar (por lo dicho anteriormente) para que cumpliera con un rol de control. Mi madre, la mujer orquesta, que hacía de todo por el progreso económico del hogar, y que si le quedaba un poco de tiempo libre, me lo dedicaba a mi, tampoco lo hacía (controlar a Felina). Y yo, hasta ese momento un egoísta egocéntrico, preocupado por mis deseos y caprichos, menos aún me importaba mi hermana.
Pero, a los que si les importaba mi hermana, era al resto de las personas, en especial a la familia que mencioné. Aunque también, a algunos vecinos, y a mis amigos del barrio. Por otra parte mi hermana, en estado de abandono emocional por parte de todos nosotros, su familia (pasaba inadvertida, era invisible para nosotros), sentía agrado por las pequeñas muestras de atención de todos esos extraños.
Sin embargo, esa atención, era corrupta, insana. Repito, no recuerdo que fue exactamente, pero creo que tenía que ver con la montada a caballito de ella, sobre el tío Campos, y tal vez la expresión extraviada en el rostro de él, eso hizo que yo me ocupe de ejercer ese control. Recuerdo que, de un momento a otro, casi como que me avalancé sobre ellos, y la retiré de un brazo a mi hermana del regazo del tío. Ordené ¡Vení Felina mamá te llama!
La llevé a nuestro cuarto, el que compartámos aún. y le pregunté ¿Qué es lo que hacés con el tío?
Ella me miró de forma rara y respondió con otra pregunta ¿Qué hago?
¡Cómo qué hacés! Exclamé levantando la voz.
Y ella con cara de falsa repreguntó ¡Si, qué hago!
Yo afirmé ¡Estabas sentada a horcajadas en las piernas del tío!
Y ella volvió a exclamar ¡Y..., cuál es el drama!
Contesté ¡El drama es que ya estás grandecita para hacerlo!
Ella redobló la apuesta ¡Grandecita para qué, qué cabeza podrida tenés! ¡Y si a mamá ni a papá le parece mal, vos no sos nadie para prohibirlo!. Se levantó para irse terminando la explicación.
Pero sólo tomó impulso y saltó hacia mi, se abalanzó abriendo sus piernas. Fue algo que me sorprendió, no lo esperaba, de hecho estaba contra atacando, y en su rostro, específicamente en sus ojos, la mirada que tenía, no era de paz o de tregua. Sin embargo, como hermano mayor, la acepté por válida. Más aún cuando exclamó ¡No te enojes! Luego de aquello, la ayudé a levantarse y le ordené que no se acercara al tío Campos. Asintió con la cabeza, sin emitir palabra y se retiró con mi aprobación de la habitación.
Después de aquello, sin embargo, a mi me ocurrió algo por primera vez, recuerdo que tuve una erección, pero no es sólo ese hecho, que se me hubiera parado, (que por otro lado no me era frecuente "el estar al palo"), sino que dentro de la chota, entre la cabeza del pene y la piel que lo recubre, creo que se llama prepucio, al "pelar", "jalarme la verga" me salió una especie de baba, como la saliva, pero de la pija. Eso nunca me había pasado, y me asusté. Durante el resto de la jornada estuve incómodo, no hacía más que esperar la hora en que se termine la reunión y se fueran, de hecho era domingo, al otro día se trabajaba y mi padre se levantaba a las tres y media de la madrugada para ir a la fábrica.
Por fin se fueron, estuve atento, bloqueando e interrumpiendo los saludos "cariñosos" de despedida de mi tío y mi primo con mi hermana. Aunque también observé al tío muy cariñoso con mi madre (lo tuve en cuenta). Ya en el dormitorio junto a mi hermana, no podía conciliar el sueño. El velador con la luz roja de tugurio que siempre me relajaba, parecía una luz de mercurio incandescente. Recordé que de niños con mi hermana éramos unidos, nos acompañábamos, nos contábamos todo, éramos confidentes.. Eso había cambiado en nuestra adolescencia.
Lo que rompió, o quebró nuestra complicidad, fue el hecho que siempre como hermano mayor era el que decidía, y de alguna manera era lógico, por ese sólo hecho, el de ser tres años más "grande" que ella, eso me hacía "experimentado". También, lo reforzaba o afirmaba esa jerarquía, que era mejor estudiante y además, varón. Sin embargo, cuando me fié de ello para contarle mi "gran novedad", ella dejó en evidencia lo precario de mi posicionamiento. No sólo no se asombró con lo que le dije, sino que Felina, hacía varios meses que tenía la misma primicia, pero la guardó en secreto.
No fue sólo que no me lo había contado, lo que me aturdió, sino que redujo mi noticia a la nada misma. ¿Qué era o cuál era la revelación? ¡El suceso era, que me había aparecido vello púbico!
Eso fue lo que me hizo distanciarme de ella, porque como advertirán soy egocéntrico. Y ahora, volvía luego de muchos años, con otro evento y temía volver a tropezar. Quiero aclarar que estoy hablando de hechos sucedidos a principios de los años 70, era otro mundo, otra sociedad, otra cultura, otra realidad, y qué además era un "nene de mamá", un pedazo de pelotudo.
Me levanté de mi cama y encendí la luz del techo de la habitación, mi hermana giró su cuerpo para ver qué pasaba. ¡Perdón, buscaba algo! Dije
¿Qué buscabas? Preguntó ella
Me reí y dije ¡Hoy me pasó algo!
¡Si, ya se, te pusiste loco conmigo por lo del tío Campos! Exclamó Felina
¡Aparte de eso! Afirmé, pero permanecí en silencio
¡Qué, te hacés el misterioso! ¿Qué? Inquirió ella
¡Bueno, no te burles, pero luego que te abrazaste a mis piernas, me salió una viscosidad de la verga! Confesé
¡Mmmmm! Murmuró Felina y apoyó la cabeza en la almohada como pensativa o decepcionada.
Se incorporó, se sentó de espaldas hacia mi en su cama, mientras se acomodaba el largo cabello. Preguntó ¿Recordás nuestros juegos en la cama, antes de que te salieran los "pendejos"? Dos cosas para aclarar, Cuando se refirió a los juegos en la cama, era que ese fue el lugar habitual, donde jugábamos, no piensen nada raro. Y segundo, cuando habla de "pendejos" se refiere a los pelos en la pelvis que desencadenaron nuestro desencuentro.
¡Si claro! Respondí lacónico
¡Bueno, desde aquellos tiempos, a mi me pasaba lo mismo, me mojaba! aseguró mi hermana
¡Por eso también, era que me negaba a esos juegos! ¡Me daba vergüenza! ¡Tampoco sabía qué me pasaba! Se desahogó Felina y me preguntó ¿Ahora estás mojado?
¡No, hasta ahora no! Aclaré
¡Bueno fijate! Ordenó ella
Metí la mano entre mis calzoncillos y efectivamente el glande me goteaba. ¡Ahora si! Aseveré
¡Bueno, es lo normal! Sentenció Felina¡Más aún, voy a hacer algo por vos!Se levantó, vino a mi cama y me la chupó, la poronga me chupó
Y aquí sucedió otro suceso contradictorio, aparte de él de la mamada como hecho específico. El resultado de aquello, sensitivamente me durmió, al lamerme la cabeza del choto, mi reacción fue adversa a lo sexualmente placentero, la pija no respondió. Yo entré en un estado se somnolencia y me dormí. No fue tan evidente para ella porque continuó haciéndolo hasta que sonó el despertador de nuestro padre. Allí lo advirtió y retornó a su cama. A la mañana siguiente se disculpó ¡Perdoname, te estuve abusando! Declaró, mientras sonreía burlonamente, eso me produjo un sentimiento vergonzoso a mi hombría.
Todo esto que estaba sucediendo era no sólo algo novedoso para mi, sino que, desconocido. Y lo más desesperante de todo era que no lo podía contar. No por chusma, ni por chismoso, sino por ayuda, por asesoramiento, por consejos, me hacían falta, porque no sabía que hacer, ni como seguir, ni actuar.
Estaba seguro que la mayoría de mis amigos estaban tan en babia como yo, teníamos la misma edad, vivíamos en el mismo lugar, las experiencias de todos serían las mismas que las mías, es decir, nulas. Pero, por otra, desconfiaba de ellos, ultimamente también, había reparado en que ellos, ya no miraban a mi hermana como cuando éramos chicos. Continuará......
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