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Vecinos. Capítulo 6

Vecinos. Capítulo 6

En un edificio donde todo puede pasar, sus vecinos se irán relacionando entre ellos creando nuevos lazos con el fin de experimentar nuevas sensaciones y darse placer mutuamente. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 6: 8vo A (Belén)
   Sobre la mesa había ya una botella de vino y varias latas de cerveza, pero no fue ningún impedimento para que Valentín trajera la otra botella que había en la heladera. Lorena y yo hablábamos como si fuésemos amigas de toda la vida, sentada una al lado de la otra y agarradas de la mano. Mi novio volvió con la botella y le sirvió un poco a nuestra invitada y luego a mí. Las dos alzamos la copa, nos miramos a los ojos y brindamos por lo que sabíamos que iba a ser una noche excelente. Ni bien nos vaciamos las copas, las apoyamos nuevamente sobre la mesa y nos empezamos a reír a carcajadas, pues sabíamos que lo que estábamos por hacer era una locura. A pesar de eso, la idea nos encantaba y nos moríamos de ganas de empezar.
   Mi nombre es Belén, tengo 29 años y vivo en el edificio desde hace ya cuatro años. Nos mudamos con Valentín, mi novio, ni bien se terminó de construir pues no aguantábamos más estar viviendo en una pieza de la casa de sus padres. Nuestro contrato de alquiler se había acabado y como estábamos esperando que nos dieran la llave, tuvimos que pasar varios meses en la casa de los viejos de Valen, viviendo entre cajas de mudanza. Por suerte esos pocos meses se pasaron rápido y pudimos llegar a nuestro departamento definitivo.
   El alivio más grande fue poder volver a tener sexo después de todo ese tiempo, dado que a mi novio no le gustaba la idea de hacerlo en la misma casa en la que estaban sus padres. La primera noche que pasamos solos nos pusimos al día y durante varias semanas tuvimos sexo bien salvaje pues nos habíamos vuelto locos de calentura cuando no lo habíamos hecho. Fueron unos meses tan calientes que por mi cabeza empezaron a pasar algunas ideas alocadas para llevar a la práctica con mi novio. De ahí se me ocurrió el plan de comprar algunos juguetes como vibradores y esposas que tenemos hasta hoy en día o el de utilizar algunos trajes de colegiala y policía.
   Sin embargo la fantasía más grande que me surgió durante ese período de celibato, fue la de estar con otra mujer. Por alguna razón siempre me interesó la idea, pero nunca me animé a llevarla a la práctica y mucho menos a comentársela a mi novio. No quería que él pensara algo raro de mí o que se diera una idea errónea sobre lo que a mí me pasaba, por lo que pensé a reprimir la idea y dejarla a un lado. Pero hace unos meses se mudaron al edificio dos chicas que estamos seguras que son lesbianas, Romina y Martina, y por ende la idea volvió a mi cabeza. Después de cuatro años, volvía a pensar en estar con otra mujer.
   Ni se me ocurrió hablar con alguna de mis vecinas, a pesar de que nunca las había visto juntas estaba segura de que eran algo más que amigas. Por lo que empecé a buscar en alguna que otra página de citas y luego de una ardua búsqueda y una selección muy minuciosa, terminé dando con Lorena. Era una chica de mi misma edad, morocha y de tés bronceada, con unos ojos marrones hermosos y una sonrisa súper cautivadora. Cuando le comenté la idea que tenía rondando por mi cabeza, enseguida me dijo que no tenía problema en hacerla y que de hecho la emocionaba pensar en algo así. El día y la hora lo fijamos al poco tiempo y a mediados de Febrero estábamos encontrándonos por primera vez en la puerta del edificio.
   Le había dicho a Valentín que Lorena era una amiga mía de la primaria con la que me había reencontrado hacía unos meses. “Fue mi mejor amiga durante años” le mentí y le inventé algunas anécdotas de las dos juntas durante nuestros años de infancia. Pero para ponerle un poco de picante a la historia, también le inventé un reencuentro en el boliche luego de años sin vernos en el que dos adolescentes de 18 años se veían algo borrachas y se daban unos besos entre la oscuridad del ambiente. Obviamente esa anécdota le resultó mucho más atrapante que cualquier otra que pudiera decirle y me pidió que le diera detalles de esa noche en la que supuestamente terminamos juntas entre besos y caricias.
   - ¡Estábamos tan en pedo! ¡Podríamos haber hecho cualquier cosa!- Dijo Lorena cuando “rememoramos” esa noche luego de habernos tomado algunas cervezas y haber abierto el primer vino.
   Mi novio escuchaba con atención cada detalle que ella describía sobre una noche que se iba inventando a medida que sus palabras salían de la boca. “Estabas re linda con ese top blanco, amiga” me dijo Lorena sin saber que nunca en mi vida me había puesto un top. “Y yo que te pregunté si te habías hecho las tetas. ¿Te acordás?” le dije a mi supuesta mejor amiga de la infancia haciendo alusión a sus enormes atributos. Valentín oía cada palabra que decíamos y sus ojos se abrían cada vez más y más. No tenía idea de que nos habíamos puesto de acuerdo en esa historia tan solo una semana antes hablando por teléfono. Pero era evidente que le encantaba escuchar cada detalle proveniente de nosotras, pues a cada segundo la experiencia se volvía cada vez más ardiente.
   Lorena pasó uno de sus dedos por mis labios diciendo que le había encantado poder besarme después de tanto tiempo. En ese momento sentí todo un escalofrío recorrer mi piel, pues la chica me había agarrado por sorpresa a mí también. Sin embargo habíamos tomado lo suficiente como para no sentirme inhibida y apoyé mi mano en su cuello y le devolví unas caricias mirándola a los ojos. Era una chica preciosa, con una carita angelical y un cuerpo divino. Sentí un fuerte impulso para tirármele encima, pero eso habría arruinado todo el plan que habíamos hecho.
   Cuando Valentín volvió de la cocina con la segunda botella de vino, nosotras nos tomamos la copa que acababa de servirnos y nos miramos fijo a los ojos. “¡Por una excelente noche!” habíamos brindado las dos y esa fue la señal para acercar nuestros labios y tocarlos por primera vez. El silencio de golpe reinó en la habitación y solo se cortó por el ruido que provocábamos Lorena y yo con nuestros besos. Nos alejamos después de unos segundos y ella empezó a reír mientras yo giraba la cabeza y miraba a mi novio que nos observaba totalmente petrificado.
   Pero quien supuestamente era mi amiga de la infancia fue más rápida que cualquiera de nosotros dos y volvió a besarme sujetándome de la cara y del cuello. En esa oportunidad el beso fue mucho más caliente y apasionado que la vez anterior y sentí como su lengua entraba en mi boca. Sentí el calor de sus labios rozando los míos y noté como todo mi cuerpo vibraba para luego encenderse por completo. Apoyé mis manos en los hombros de ella y le seguí el juego ya que por mi cabeza empezaron a pasar muchas cosas que me calentaron enseguida.
   - ¡Para Lore!- Le dije de golpe con una sonrisa.- No dejemos a Valen afuera de esto.
   - ¡No! ¡Obvio que no!- Dijo ella y las dos nos levantamos.
   Rodeamos la mesa y nos paramos una a cada lado de él, quien seguía parado en su lugar, totalmente paralizado y sin poder reaccionar. No supo lo que estaba pasando hasta que mi mano pasó por su pecho y mis labios rozaron los suyos. Recién ahí comprendió lo que se estaba dando y cayó en la cuenta de que Lorena iba a participar cuando lo obligué a girar su cabeza y a besarla a ella también. Las dos íbamos a volverlo loco de placer y a calentarlo hasta el máximo, pues ese era el plan que habíamos hecho. Lo que él no sabía era la sorpresa que le teníamos preparada.
   Mi amiga nos pidió permiso para ir al baño y yo le dije que no había problema y aproveché el momento para quedarme a solas con mi novio. “Tengo unas ganas de que juguemos los tres juntos” le dije mientras le pasaba la lengua por la oreja y le mordía el cuello. Valentín había caído en la cuenta de lo que pasaba, pero seguía atónito por como la situación se había dado y por haberme visto besarme así con una chica. En ese momento en el que estuvimos solos, yo me encargué de decirle varias cosas para hacerle saber que tenía muchas ganas de estar con una mujer y que quería que el fuera testigo de todo.
   Podríamos haberlo hecho pasar por algo casual, que se dio de golpe, que se nos ocurrió a las dos en ese momento. Pero que Lorena saliera del baño vestida de policía sexy fue demasiado evidente y ahí mi novio se dio cuenta de que todo había sido planeado. “¡Sos increíble!” me dijo luego de que la chica dijera que venía a poner un poco de orden. Tenía puesta una pollerita cortita de color azul oscuro y un top negro con una supuesta placa de oficial de policía. A su vez se había atado el pelo en una colita y estaba usando unas medias de red que le llegaban hasta los muslos y unos guantes negros que le quedaban muy sexys. En una mano traía un par de esposas y en la otra una porra.
   - ¡Sepárense! ¡Vamos!- Nos gritó a los dos y yo enseguida me alejé de mi novio.
   - ¿Pasa algo oficial?- Le pregunté haciéndome la pobrecita y sumergiéndome en el personaje.
   Sin embargo Lorena me lanzó una mirada amenazante y yo me sometí al silencio. Ella rápidamente fue a donde estaba Valentín y lo obligó a sentarse en una silla en el medio del comedor y lo esposó a esta, atando sus manos detrás de su espalda. “¿Qué va a hacer conmigo oficial?” le preguntó mi novio a la chica que no le respondió y empezó a caminar hacia donde yo estaba. Me sentí completamente vulnerable por un segundo y por alguna extraña razón eso me excitó. Ver a la chica que supuestamente había sido mi amiga hacía años así vestida, me provocó un espasmo en el centro de mi pecho y noté como toda mi piel se erizaba.
   Lorena se paró frente a mí y volvió a comerme la boca de un beso, haciendo que los pelos de mi nuca se pararan de golpe. Sin embargo fue mucho más violenta que antes, pues enseguida metió su mano adentro de mi pantalón y comenzó a tocarme por encima de la bombacha que tenía puesta. “Voy a hacerle un control. Para verificar que no lleva nada ilegal” me dijo hundiendo más su mano adentro de mi pantalón y presionándola con fuerza encima de mi clítoris. Yo lancé una risita nerviosa pues lo que estaba sucediendo me calentaba muchísimo y miré a mi novio que seguía observando toda la situación completamente perplejo.
   - ¡Dese vuelta!- Me dijo golpeándome suavemente con la cachiporra en el cuerpo.
   Cuando hizo eso noté que en realidad se trataba de un dildo de plástico con forma de cachiporra y eso me logró dibujar una sonrisa enorme en el rostro. Obedecí las órdenes de Lorena y ella volvió a golpearme con la cachiporra entre las piernas para hacer que las abriera un poco. Entonces rozó con ellas mi cuerpo hasta llegar a mi entrepierna en donde comenzó a frotarla por encima de la piel. Mientras tanto, la mano que tenía libre la usó para acariciar mi espalda y luego llevarla hasta mis tetas. Noté como sus lolas se pegaban a mi cuerpo por detrás a medida que su respiración se hacía cada vez más profunda sobre mi cuello.
   - ¡Desnúdese!- Me dijo con voz clara y firme dándome lugar.
   Sin dudarlo ni un segundo, me desvestí lo más rápido que pude hasta quedarme en ropa interior y pararme nuevamente en frente de ella. Otra vez, las manos de Lorena pasaron por todo mi cuerpo y sentí el calor de sus guantes rozar mi piel. Poco a poco se fue agachando hasta quedar arrodillada en frente mío y noté como su rostro quedaba a centímetros de mi cuerpo. “¡Voy a tener que revisarla en profundidad!” me dijo mientras yo miraba a Valentín con una sonrisa en la cara. Me sacó la bombacha de un tiró y entonces noté el placer invadir mi cuerpo por completo.
   La policía comenzó a besarme por encima de la concha y ni bien sus labios hicieron contacto con los míos, noté como un calor abrazador me poseía entera. La humedad invadió mi cuerpo y tuve que apoyar una de mis manos en la pared para no caerme rendida en el suelo. La lengua de Lorena no tardó en aparecer y cuando lo hizo me logró sacar una risita nerviosa que indicaba lo mucho que me gustaba lo que estaba haciendo. Cerré los ojos y me dejé llevar por los movimientos de su lengua que iban den forma de círculos por encima de mi clítoris. Mis piernas temblaban a cada segundo y mi boca dejaba salir pequeños suspiros. No podía creer lo feliz que me estaba haciendo eso.
   Entonces Lorena se paró y me dijo que no había encontrado nada sospechoso mientras me sacaba el corpiño con total naturalidad. Aún seguía vestida de policía, con los guantes negros y las medias de red que le quedaban excelente. Antes de que yo pudiera reaccionar me dijo que me pusiera en cuatro en el piso, pues tenía que hacer una búsqueda a mayor profundidad. Obviamente obedecí sus órdenes y me acomodé bien en frente de mi novio, que observaba toda la escena con una sonrisa de oreja a oreja. Lorena rápidamente se acomodó detrás de mí y me golpeó nuevamente entre las piernas con la cachiporra logrando que yo las abriera un poco más.
   Estando así en el suelo me sentí muy sometida y eso me calentó muchísimo, sobre todo por que quien lo estaba haciendo era una mujer a la que yo no conocía. Noté como su mano pasó por mi espalda y llegó hasta mi cola para después azotarla con fuerza, provocándome un salto y un gritito bien agudo. Sin embargo no me moví de esa posición y dejé que Lorena me siguiera tocando, cada vez con mayor fuerza y de manera más intensa. Cuando su mano llegó a mi entrepierna, sentí nuevamente un calor enorme invadir mi cuerpo en el momento en el que uno de sus dedos entró en mi conchita.
   Comencé a gemir mientras que su mano se movía hacia adelante y hacia atrás. Volví a cerrar los ojos y me dediqué a disfrutar de como la chica que se suponía que era mi amiga de la infancia, me tocaba con todas sus ganas. Rápidamente un segundo dedo hizo su aparición y de mi boca empezaron a salir gritos de pasión que indicaban lo mucho que me gustaba lo que estaba haciendo. No tardé en mojarme toda al notar que otro de sus dedos se apoyaba sobre mi clítoris y volvía a acariciarlo en todas direcciones. Me estaba calentando muchísimo.
   Entonces el dildo en forma de cachiporra hizo su aparición y no me pude aguantar las ganas de gritar como loca. Lorena sacó sus dedos de adentro de mi cuerpo y comenzó a introducir su juguete de manera bien lenta pero haciéndome gozar muchísimo. Abrí bien grande la boca y pegué un grito de placer puro que se debió de escuchar en todo el departamento. Mis ojos observaban directamente a mi novio que disfrutaba del show que estábamos brindando, con sus manos atadas al respaldar de la silla y sin poder moverse. Parecía fascinado de todo lo que estábamos haciendo y de la sorpresa que le había preparado.
   - ¿Te gusta? ¿Te gusta putita?- Me preguntó Lorena tomándome completamente por sorpresa.
   Introdujo el dildo bien adentro de mi cuerpo y lo empezó a mover a toda velocidad, haciendo que este entrara y saliera de mi conchita mojada. Mi cuerpo se movía descontroladamente y daba pequeños espasmos. Mis rodillas temblaban cada vez que sentía la mano de Lorena estamparse contra mis nalgas en un golpe bien duro y seco que hacía un ruido ensordecedor. No paraba de gemir como loca, gozando y disfrutando de cada movimiento. Me sentía totalmente sometida a la actitud de la otra chica y ver a mi novio atado en frente mío era un adicional muy placentero.
   Entonces la mano que Lorena tenía libre la metió entre mis piernas y me empezó a acariciar el clítoris. El guante se sentía cálido sobre mi piel y el consolador no paraba de moverse a toda velocidad. Sabía cómo hacer para darme placer y lo estaba haciendo de una manera increíble, poniéndome a disfrutar por completo de su juego morboso. Noté un fuego inmenso recorrer todo mi cuerpo y como sus manos se movían a mayor velocidad. “¿Te gusta putita?” repitió su pregunta y entre gemidos le respondí que sí, que me encantaba lo que estaba haciendo.
   Tras terminar de pronunciar la frase noté como un hermoso orgasmo recorría todo mi cuerpo, poniéndome a temblar desde los pies hasta la cabeza y haciendo que de mi boca salieran gemidos cortos y agudos, uno atrás del otro. No dejaba de moverme al ritmo de la cachiporra, la cual ahora Lorena introducía en mi cuerpo cada vez más despacio. Cuando dejó de moverla, levantó sus dedos de mi clítoris y ahí pude quedarme en paz, disfrutando de como de mi conchita salía mi acabada y caía sobre mis muslos.
   - ¡Por Dios!- Dijo de golpe Valentín y recordé que estaba ahí, pues por unos segundos me olvidé de él.
   En ese momento me di cuenta que desde un principio el plan de Lorena era jugar conmigo y no con mi novio. Giré la cabeza para ver como la chica vestida de policía se sentaba en el piso y me miraba con una sonrisa de satisfacción bien grande. Entonces giré la cabeza y volví a observar a mi novio para comenzar a avanzar gateando en el piso y llegar hasta donde él estaba. Seguía atado con las manos sobre el respaldar de la silla, lo que me dio facilidad para sacarle el pantalón de un tirón y dejarlo desnudo de la cintura para abajo.
   Su pija estaba completamente dura, por lo que la tomé con firmeza y lo empecé a pajear a toda velocidad. “¡Que lindo como te hicieron acabar, mi amor!” me dijo sonriendo y disfrutando de mis dedos que recorrían su tronco de abajo hacia arriba. Mi boquita apareció por unos segundos, sin embargo no hizo falta, pues Valentín estaba igual de mojado que yo y todo había sido gracias al espectáculo que había apreciado. Era evidente que no aguantaba mucho más, pues cuando le pasé la lengua por los huevos, noté como su verga empezaba a palpitar.
   La leche comenzó a salir en todas direcciones, cayendo sobre mi cara y mi cuerpo, manchándome por completo. Su cara de placer aumentó mucho más y cerró los ojos para disfrutar de como yo le seguía exprimiendo la pija hasta dejársela sequita. Sin embargo la frutilla del postre fue ver como Lorena se acercaba hasta donde yo estaba y abrazándome por la espalda, juntaba el semen de mi rostro con sus guantes y me lo iba depositando en la boca para que yo me lo tragara todo. Le fui lamiendo los dedos con total sensualidad hasta dejárselos completamente limpios y luego giré la cabeza para darle un último beso.
   Desatamos a Valentín y la chica fue al baño para cambiarse de nuevo mientras yo me limpiaba la cara. Luego de eso terminamos la botella de vino que habíamos empezado y brindamos una vez más por nuestro supuesto reencuentro. Después de eso Lorena se fue y cuando volví de bajar a abrirle, Valentín me confesó que le había excitado muchísimo verme jugar así con ella y que se moría de ganas de que volviéramos a hacerlo. El problema era que no sabía cómo explicarle que Lorena en realidad no era una amiga mía de la primaria, sino una chica que había conocido en una red social. Entonces me di cuenta de que no importaba que chica trajera a casa, Valentín no se iba ni a dar cuenta que eran todas distintas.


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2 comentarios - Vecinos. Capítulo 6

daros82 +1
Pero claro amiga!!! Vos trae la q quieras, yo me quedo acá sentadito mirando... Si te gusta inventale historias a todas... No me molestas. Pero HACELO!!!!😍😍
HistoriasDe +1
Jajajajaja gracias por comentar!