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Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (Parte XVI)

Por fin! Si ustedes estaban hartos de esperar, no se imaginan lo que fue para mí esta demora. Hubo miles de problemas en el camino, incluyendo estar poco más de dos semanas sin la notebook, pero finalmente acá está la siguiente entrega de esta historia.

Muchas gracias a todos los que hicieron el aguante y soportaron todo este tiempo. Otros no tuvieron la misma serenidad y me lo hicieron saber. Pero bueno, por suerte sólo fueron un par de casos.

Nos estamos acercando al final de la historia. No sé cuánto más falta exactamente, pero sé que no es mucho.

Como siempre, para los que recién se encuentran con esta historia, la recomendación de que se metan en mi perfil a leer los capítulos anteriores.

Espero que disfruten este capítulo. El siguiente seguro que va a demorar mucho menos.


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Capítulo 16

Llegó el sábado y lo pasé de una manera muy distinta a lo que estaba acostumbrado. Saber cuál era en realidad el juego de Érica me había afectado más de lo que había creído en un principio.
Cuando me llegó un mensaje avisándome que tenía turno ese día, unas fuertes ganas de mandarla a la mierda se habían apoderado de mí. Pero no podía hacer nada al respecto.
Decirle que sabía cómo era su plan y cómo pensaba jugar con mi futuro sin importarle nada lo que me sucediera una vez que dejara de ser rentable tenerme como empleado significaba mandarla al frente a Diana.
Érica podría ser una forra manipuladora, pero también era bastante inteligente. Y no hacía falta pasarle el trapo a Einstein para darse cuenta de dónde podría haber venido la información. No, por el momento tendría que hacer de cuenta que no me había enterado de nada y continuar con el laburo como siempre.
Por otro lado, tendría que empezar a planificar seriamente mi futuro. Por muy mal que me cayera la idea, no me quedaban demasiadas opciones. Tendría que empezar a darle bola en serio a la universidad.
Más allá de eso, el día había sido normal, al menos no me había tocado atender demasiados turnos, cosa de la que estaba bastante agradecido. Incluso había terminado mi jornada un par de horas antes de lo acostumbrado, lo cual me permitió descansar un poco más.

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El domingo desperté ansioso. Había una charla pendiente con mi querida hermana, y no había forma en que ella pudiera evitarla. El problema era que me había olvidado de poner la alarma y, para cuando finalmente abrí los ojos, ya era casi mediodía.
Puteando, me levanté y me di un duchazo rápido, ignorando el celular que ya había sonado un par de veces. Cuando lo revisé, vi que eran llamadas perdidas de mi vieja, que seguramente estaba tratando de comunicarse conmigo para saber dónde me había metido y por qué no había llegado todavía.
Antes de subir al auto le envié un mensaje para tranquilizarla, informándole que ya estaba en camino. Para cuando llegué a casa de mis viejos me encontraba bastante molesto. Había perdido una oportunidad de tener una charla en paz con mi hermana acerca de su novio.
- ¡Hola ma! ¡Buen día! –Saludé apenas crucé la puerta. –¡Perdoná que llegué tan tarde! –Dije, yendo a la concina para darle un beso en la mejilla.
- ¿Buen día? –Replicó desde la cocina, en tono ligeramente bromista. - ¡Buenas noches casi!
-A ver… -Volví a la puerta de entrada y asomé la cabeza. –No, todavía es de día.
-Ah… ¿sos gracioso? –Preguntó, amenazándome con el cucharón que estaba usando para revolver la salsa. –Andá pensando dónde querés ir a almorzar si seguís así. Más te vale que ayudes a poner la mesa, dale. –Ordenó, volviendo a concentrarse en la comida que estaba casi lista. –Y andá a buscarla a tu hermana, que no sé qué está haciendo que todavía no bajó.
Agarré platos y cubiertos y llevé las cosas al comedor, donde mi viejo una vez más tenía concentrada su vista en el televisor, mirando un partido de fútbol europeo, una costumbre de los domingos tan sagrada como nuestros almuerzos familiares.
-Hola viejo. –Dije alegremente.
Intenté saludarlo, pero él estaba tan absorbido por lo que pasaba que apenas sí me respondió con un movimiento de cabeza. Seguí mi camino y subí las escaleras en busca de mi hermana.
-Clara. Soy yo, Pedro. –Anuncié mi llegada, luego de dar tres golpes en la puerta. -¿Puedo pasar?
-Dale. –Respondió su voz de forma neutral.
Entré en su habitación y, fiel a su costumbre, la encontré acostada boca abajo en su cama, con el celular en la mano. En esa ocasión había decidido domar su cabello con una trenza que le llegaba casi a la mitad de la espalda.
El segundo problema del día se me presentó cuando noté cómo estaba vestida mi hermana: un corpiño negro sencillo le cubría los pechos, pero abajo era una historia completamente distinta.
Decir que tenía la cola tapada con algo de tela era una mentira grande como una casa. Lo único que se podía ver era un minúsculo triángulo negro que sujetaba un hilo que inmediatamente se perdía entre sus glúteos.
-¿Qué hacés así vestida? –Pregunté, cerrando la puerta a toda prisa detrás de mí, no fuera cosa que alguno de nuestros padres justo subiera y se encontrara con esa escena.
-Estoy en mi pieza, me visto como quiero. –Respondió, sin quitar su vista del celular.
-¿Y para qué carajo me dejás pasar si estás así?
-Dale… ¿en serio me estás preguntando eso? –Preguntó, dejando el celular sobre el colchón y volteando para ponerse de costado. –¿Después de todo lo que hicimos vas a quejarte de que estoy así?
-No me quejo…
-¿Qué? ¿Me veo mal?
Mi verga dio un pequeño salto para avisarme que no se veía nada mal. Había apoyado su codo en la almohada para sostener su cabeza, y con la otra mano acariciaba su cuerpo, desde su cintura hasta la curva de su cola. Tenía mis dudas sobre si lo estaba haciendo de manera inconsciente o era a propósito. ¿Con qué necesidad estaba jugando conmigo de esa forma?
-¡Chicos! –Una vez más la voz de mi vieja, cargada de impaciencia, se encargó de cortar la tensión del momento. -¿Qué están esperando? ¡Vamos que ya va a estar la comida!
-¡Ahí bajo ma! –Respondí con un fuerte grito. –Hoy vamos a hablar sobre lo que pasó en el cumple de Jessi. -Dije en dirección a mi hermana, bajando la voz para que no nos escucharan abajo. -Acá o en mi departamento si preferís, así no hay chance de que papá o mamá se enteren. –Sentencié, sin darle lugar a protestas.
-¿Qué? –Exclamó, soprendida por lo brusco de mi tono. –Yo no tengo nada que hablar con…
-Tu novio la cagó yendo al cumple de Jessi. –Afirmé. –Si él no hubiera aparecido, yo no me enteraba de nada. Si querés enojarte con alguien, enojate con él. Y agradecé que no soy tan forro de contarle a los viejos de eso, pero mínimo me debés una charla.
-¿En serio me vas a amenazar con decirle a los viejos?
-Yo no te estoy amenazando con nada, sólo digo que ellos por mi boca no se van a enterar. -Aseguré, buscando tranquilizarla. -Pero yo me enteré por las malas, me debés esa charla.
-Bueno… está bien. –Aceptó, ya resignada. –Mejor vamos a tu departamento.
-¿Cuándo le pensás contar a los viejos sobre esto? –Pregunté, ya abriendo la puerta de su habitación para salir.
-Hoy no, eso seguro. –Contestó, tomando algo de ropa para vestirse y bajar también. –Andá, yo ya bajo.

El almuerzo empezó de manera normal. Clara, ya vestida con una ajustada remera turquesa y una minifalda blanca que dejaba al descubierto sus piernas y se le pegaba al culo, comía en paz y sin hablar demasiado. Mis viejos, por su parte, volvían a acribillarme con las preguntas de siempre.
-¿Y qué tal la pasaron en el cumple de Jessi? –Preguntó mi vieja, cambiando sorpresivamente de tema.
-Bien, yo qué sé. –Respondí, haciéndome el boludo un poco.
-Otro más que no quiere decir nada… -Comentó mi viejo.
-¿Clara no les contó nada? –Pregunté, mirando sonriente a mi hermana, que tenía su vista clavada en mí.
-¿Nada de qué? –Mi vieja saltó con su pregunta al instante, con los ojos fijos en Clara, una mirada entre curiosa y ligeramente suspicaz, como si olfateara que le habían ocultado algo importante.
-¿Con semejante noticia no les contaste nada a mamá y papá? Qué feo eso, Clarita. –Clara me miraba con la respiración contenida. Su cara era la viva representación del pánico. -No está bien guardar un secreto de esa forma.
-Clara… -Empezó mi viejo, inclinándose hacia mi hermana, que parecía aún más pequeña de lo que ya era. -¿Qué es lo que no nos contaste?
Si hubiera podido, habría estallado en carcajadas en ese momento. Mi hermana estaba dividida entre el miedo a decirles algo a mis viejos y alguna que otra mirada de furia contra mí, convencida de que la estaba mandando al frente. Pero ya había sido demasiado, era hora de cortar con la broma antes de que ella se mandara al frente sola.
-¿En serio no les dijo quiénes son los nuevos dueños del boliche donde fuimos?
-¿El qué? –Mi viejo se volteó de inmediato, lo mismo que mi vieja.
Ambos habían abandonado el interrogatorio sobre mi hermana, la cual recuperó el color de su cara al darse cuenta que no había riesgo de que su relación con su novio saliera a la luz.
-Los nuevos dueños del boliche. –Repetí con calma.
-No. No nos dijo nada.
-Charly. –Dije con sencillez.
-¿Qué pasa con Charly? –Para ser alguien tan perspicaz, mi vieja estaba tardando una eternidad en comprender lo que acababa de decirle.
-Que Charly es el nuevo dueño. –Insistí. –Charly y la novia manejan el boliche.
-¿QUÉ?
La voz de mi vieja había brotado tan aguda, que un poco más y sólo los perros del barrio la podrían haber escuchado. Mi viejo, por su parte, simplemente se empezó a reír a carcajadas, como si la mera idea de que Charly estuviera a cargo de un boliche fuera lo más ridículo del mundo.
-¿Qué hace Charly manejando un boliche? –Preguntó mi viejo una vez que se calmó. -¿De dónde sacó tanta guita?
-En realidad lo maneja la novia. –Aclaré. –La suegra de Charly parece que tiene bastante guita, y es dueña de varios lugares. La hija trabaja con ella y ahora se va a hacer cargo del boliche junto con Charly.
El resto del almuerzo se pasó con rapidez. Mis viejos nos llenaron de preguntas a mí y a Clara sobre lo que sabíamos del lugar, sobre Diana y su madre, sobre los negocios que hacían y sobre qué clase de planes podrían tener para ese lugar.
-¿Por qué no le decís a Charly que hable con su suegra? –Sugirió mi viejo de repente. –Capaz te pueden conseguir un laburo.
Era mi turno de estallar en carcajadas. Clara no tardó en sumarse con su risa estridente. Había sido imposible evitarlo. Si tan sólo supieran a qué me dedicaba en realidad…
-¿De qué te reís? –Preguntó mi viejo, algo molesto. –No seas tarado, preguntale a Charly.
-Nada. Es que no me imagino laburando para Charly. –Respondí, inventando una excusa de pasada. –Pero bueno, después le pregunto a ver si hay alguna chance. Por cierto, Clara, -agregué, dirigiéndome a mi hermana – ¿te podrás venir conmigo al departamento a la tarde? Hay unas cosas que tengo que cambiar de lugar, y necesito alguien que me ayude a ver dónde las puedo dejar para que se vea mejor.
-¿Tiene que ser hoy? –Preguntó con un tono que daba a entender que no tenía ganas. Si lo estaba diciendo en serio o si estaba actuando para mis viejos, no tenía la menor idea.
-Sí, dale, no te hagas rogar. –Insistí, poniendo tono de súplica. –Por favor.
-Bueno, está bien.

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Durante el viaje al edificio prácticamente no hablamos. Realmente no me parecía buena idea empezar una charla que podría terminar tranquilamente en una discusión mientras manejaba.
Finalmente entramos en mi departamento y tuve una sensación extraña al cerrar la puerta una vez que había dejado pasar a mi hermana. Era como si nos hubiéramos aislado del mundo y nada de lo que sucediera en ese momento afectara lo que pasara fuera de ese lugar, casi como si se tratara de otra dimensión.
Sacándome de la cabeza esa idea, volví a concentrarme en la charla que teníamos por delante. Clara ya se había sentado en uno de los sillones y aguardaba pacientemente mientras paseaba sus dedos por la pantalla de su teléfono. Despegó la vista del celular para mirarme y una fugaz sonrisa apareció por su rostro.
Yo, por mi parte, simplemente pasé por la cocina para buscar unos vasos y algo de tomar, antes de ir a sentarme en el sillón opuesto a ella. Demasiado tarde me di cuenta de que se trataba de un lugar peligroso, porque mi hermana se había cruzado de piernas y cualquier movimiento que ella hiciera podría dejarme ver tranquilamente su ropa interior.
-Bueno. –Dije finalmente, como para romper el hielo. –Che, te estoy hablando. –Clara seguía con la vista en la pantalla, sonriente. -¿Con quién te estás mensajeando?
-Con Jessi. Dame un minuto, es importante. –Respondió sin dirigirme la mirada.
-Dale, boluda. -Insistí. -¿Tan urgente es?
-Sí. -Respondió con una enigmática sonrisa. -Así que no jodas, que ya hablamos.
Esperé pacientemente durante lo que me pareció una eternidad. Tenía ganas de agarrar su celular, abrir la ventana del departamento y lanzarlo hasta ver cómo se rompía en mil pedazos al estrellarse contra el piso. Pero considerando que todavía tenía que hablar con mi hermana sobre las noticias que yo había recibido hace tan sólo un par de días atrás, era mejor mantener la calma.
-Bueno, ahora sí. –Dijo finalmente, dejando el celular en su cartera.
-¿Segura? –Retruqué, con una ceja levantada.
-No empieces a romper las pelotas. Vine a hablar con vos, no a pelear. Si querés pelear, mejor llevame de vuelta a casa.
-Está bien, está bien. –Respiré hondo para relajarme. –A ver... –Me detuve un momento tratando de encontrar la mejor forma de iniciar la charla.
-¿Querés saber cómo es que estoy de novia y no les dije nada a vos ni a los viejos? –Preguntó Clara, anticipándose a lo que estaba por decirle.
-Sí, básicamente sería eso… Al menos para empezar.
-Bueno. –Era su turno de respirar hondo antes de iniciar su historia. –Con Tomás nos conocemos de la facultad, más o menos desde tercer año. Al principio no le di mucha bola, pero a medida que los dos fuimos avanzando con la carrera y la mayoría de la gente que conocíamos se iba quedando en el camino, medio que nos fuimos haciendo más cercanos. Al final de la carrera ya estábamos haciendo siempre trabajos grupales, pasa que ni vos ni los viejos sabían con quién los hacía, entonces mucho no se enteraban de lo que pasaba…
-¿A qué te referís con eso de lo que pasaba? –Interrumpí de golpe, temiendo escuchar su respuesta.
-Que me lo cogía, a eso me refiero. –Respondió ligeramente irritada por la interrupción. -¿Qué ponés esa cara? –Preguntó al notar mi enfado. –¿Sabés el estrés que te generan los trabajos finales de la carrera? Algún día vas a estar en ese lugar y no sabés lo bien que te va a venir una buena garchada para aflojar la tensión. –Aseguró con una sonrisa.
-Sí, ponele. -Acoté, dejando escapar un resoplido de frustración. No me hacía nada de gracia imaginarla cogiendo con aquel pelotudo.
-¿Me vas a decir que estás celoso? -Preguntó, burlona. -Que yo sepa, no tengo que pedirte permiso para coger con nadie. Vos no me pediste precisamente permiso para dejarnos solas e irte a coger con la novia de Charly.
-¿Otra vez con eso? –Dejé escapar un nuevo resoplido que podría haberse escuchado en todo el edificio. -¿Cuántas veces te tengo que pedir perdón por eso? ¿Cada vez que tengas la chance me vas a sacar el cuero?
-No, sólo señalo tu hipocresía por creerte que tenés derecho a hacerme un reclamo si cojo con un compañero de la facultad. –Respondió con tranquilidad, cambiando de lugar sus piernas, descruzándolas y volviéndolas a cruzar.
Casi me atraganto al observar ese movimiento. Quizás había sido una fantasía mía, o lo que había visto era cierto. No, tenía que haber sido una ilusión. Había sido tan rápido que no estaba seguro de lo que había visto. Clara no habría sido capaz de venir sin ropa interior puesta.
-Bueno, está bien. Tenés razón. –Dije, concediendo mi derrota momentánea. -¿Y entonces? Garcharon algunas veces, o muchas… ¿Y después de eso?
-Nada. Que hubiéramos tenido sexo no significa que automáticamente tenga que ponerme en una relación con él. Además, estábamos tan metidos en terminar la carrera, que lo que menos queríamos era estar en una relación.
-Sí, pero ya te recibiste hace tiempo.
-Y bueno, ahí empezamos a vernos un poco más seguido.
-Y le conseguiste laburo en tu empresa. –Señalé a la pasada.
-¿Y vos cómo sabés eso?
-Me lo comentaron Jessi y Betty el viernes, después de que me enteré que tenías novio.
-Después de que casi le pegás una trompada, querrás decir.
-¿Yo? –Era el colmo que ella me acusara de algo, como si aquel pelotudo hubiera sido una pobre víctima. -¿Y él qué? ¡Como si no se hubiera plantado para pegarme él a mí!
-Hasta donde yo sé, –me cortó antes que pudiera seguir con mi protesta- él y yo estábamos discutiendo sin problemas hasta que vos te metiste sin que absolutamente nadie te llamara. No hacía falta que vos aparecieras para defenderme como una especie de caballero medieval que rescata a la princesa en apuros. Si tenés algún problema con que yo esté de novia, me importa un carajo, así que no te metas en mi relación.
Clara respiraba agitadamente luego de dejar salir ese pequeño monólogo. Yo mientras tanto terminaba de asimilar lo que acababa de decirme.
-No es así.
-¿No es así qué cosa?
-No me molesta que estés de novia. –Clara levantó una ceja en una obvia señal de incredulidad. –Bueno, está bien, me rompió mucho las pelotas enterarme de que estás de novia. Pero lo que realmente me molestó fue que tuviera que enterarme así. Ya sé que vos pensabas que te iba a hacer la vida imposible, y los viejos también. –Dije, anticipándome a lo que seguramente iba a usar como defensa. –Te entiendo, a mí también me rompería las pelotas que los viejos estén encima mío tratando de controlar todo lo que haría con una novia. Yo qué sé, capaz hace unos meses atrás yo habría reaccionado igual. Pero ahora la situación es muy distinta, ¿no te parece? El pibe me parece un pelotudo, no te voy a mentir, pero si a vos te hace feliz, dale para adelante nomás.
Mi hermana se me quedó mirando como si la hubiera sorprendido con eso. Estoy seguro de que no se había esperado que yo saliera con esa última frase.
-¿En serio me vas a decir que no te jode que esté de novia?
-Voy a ser honesto con vos, Clara, por más raro que suene lo que voy a decir. Yo no estoy enamorado de vos. Sos mi hermana y te adoro con toda mi alma, eso seguro. Podría decirse que nos llevamos de maravillas a la hora de garchar, pero no te ofendas cuando te digo que ni en pedo pasaría el resto de mi vida conviviendo con vos. Nos volveríamos completamente locos el uno al otro. Si no fuéramos hermanos y por una de esas casualidades de la vida vos y yo viviéramos juntos como pareja, es fija que en menos de un año nos estamos separando, si es que llegamos a durar tanto. Así que, si ese pibe está tan loco como para ponerse de novio con vos, al menos por eso un poco lo respeto.
Mi hermana se quedó boquiabierta, mirándome por unos segundos en completo silencio, sorprendida por mis palabras. Finalmente ese silencio se rompió cuando estalló en una carcajada.
-¿De qué carajo te reís, boluda? –Pregunté, tratando de entender de dónde había salido esa reacción.
-¡Es que es muy gracioso! –Respondió, todavía riendo.
-¿Qué tiene de gracioso? -Yo todavía no entendía el motivo de semejante carcajada.
-Ay dios… -Respiró hondo para calmarse y luego sí se decidió a darme una explicación. –Es que pensaba que me ibas a hacer todo un escándalo con el tema de Tomás, y yo iba a decirte algo así a vos. Tenés razón, nos llevamos muy bien a la hora del sexo, pero ni a palos te tendría de novio. Pero bueno, -agregó, ligeramente sonrojada –yo no sé si me lo habría tomado de manera tan madura el enterarme de esa forma que vos estabas de novio.
-A la mierda… Dame un segundo. –Me puse de pie con mi celular en mano y me acerqué a mi hermana. –Sonreí para la foto. –Puse el teléfono delante nuestro y nos saqué una selfie.
-¿Para qué fue eso? –Preguntó Clara, desconcertada.
-Es un día especial. –Dije todavía con una sonrisa en mi cara. –Hoy es el día en que yo fui más maduro que vos.
-¡Qué pelotudo que sos! –Exclamó entre risas.
-Con un momento histórico así, tengo que guardar algún recuerdo.
-Callate, tarado. –Una vez más se cruzó de piernas, y una vez más me pareció notar que mi hermana no tenía puesta ropa interior. Eso ya se estaba poniendo peligroso.
-¿Te puedo hacer una pregunta? –Salté de repente, cambiando de tema.
-¿Qué pasa?
-El viernes, cuando estaba hablando con Diana y vos te acercaste… ¿A qué te referías con lo de no lastimarla a Jessi?
-¿En serio me estás preguntando eso?
-Sí, ¿a qué te referías? –Insistí.
-¿Nunca te das cuenta de nada vos? –Preguntó, revoleando los ojos. –Menos mal que sos más maduro que yo. –Agregó con sarcasmo.
-Dale boluda, respondé la pregunta entonces.
-¿De verdad no te das cuenta de que Jessi está hasta las pelotas con vos? –Preguntó con una extraña media sonrisa. –Poco más y se tira encima tuyo hace rato. Yo no te estoy diciendo que tengas que ponerte de novio con ella, pero no quiero que la boludees. Si sólo querés sexo con ella, decíselo. Más te vale que no la hagas ilusionarse con una relación si no pensás hacerlo realmente.
-Yo…
-¿Vos qué cosa? –Preguntó, ya poniéndose en la ofensiva. -¿Te gusta Jessi o no?
Me quedé en silencio, no porque no supiera la respuesta a esa pregunta, sino porque no terminaba de entender la postura de mi hermana.
Había tenido sexo con Clara en varias ocasiones, y la habíamos pasado más que bien. Y a pesar de todo lo que habíamos dicho, no sabía si podría soportar estar cerca de mi hermana sin pensar en lo bien que podríamos pasarla si nos dejáramos llevar por nuestros instintos.
-Dale, nene… -Me apremió Clara, sacándome de mis reflexiones. -¿Tanto tiempo vas a tardar en responder a esa pregunta? Es sí o no, no hay mucha historia.
-¡Qué densa que sos! ¡Sí, me encanta Jessi! –Solté con un toque de brusquedad. –¡Me re calienta esa chica! ¡Me encanta coger con ella!
-Que te caliente o que lo pases bien con ella a la hora de tener sexo no es lo mismo que decir que te gusta. –Señaló mi hermana. –Yo te pregunté si te gusta Jessi, no si te gusta coger con ella.
-Si tengo que elegir una persona en el mundo para tirarme en un sofá a ver la trilogía completa de El Señor de los Anillos, las versiones extendidas, sería ella. ¿Con eso te alcanza?
Era el turno de mi hermana de quedarse en silencio. Evidentemente mi confesión la había tomado completamente desprevenida.
-Ah, pero estás hasta las pelotas con ella vos también… -Dijo, rompiendo el silencio entre risas.
-Y sí…
-La cara que va a poner Jessi cuando se entere. –Comentó, todavía riendo.
-Pero no sé, nunca estuve en una relación…
-¿Y qué tiene que ver eso? Nadie nace sabiendo cómo estar en pareja.
-Pero ella sabe a qué me dedico. ¿En serio no le importa? -Clara se mordió ligeramente el labio cuando señalé ese detalle. -¿No le molesta estar conmigo sabiendo que cuando le diga “me voy al trabajo” significa que alguien me va a chupar la pija?
-Yo no puedo hablar por Jessi, eso se lo vas a tener que preguntar a ella. -Dijo, aunque me dio la impresión de que se estaba conteniendo por responder otra cosa.
- Bueno, ya lo hablaré con ella. ¿Y vos qué onda con Tomás? –Pregunté, desviando un poco la conversación. –Porque hay algunas cosas que no termino de entender.
-¿Ah, sí? ¿Como cuál, por ejemplo?
-Por ejemplo, cómo es que vos y yo terminamos cogiendo más de una vez si ya estabas de novia. –Respondí, usando el mismo tono que podría haber usado para consultarle sobre un tema de la facultad. –¿No te molesta que ahora yo vaya a estar con Jessi?
-No. –Dijo con simpleza.- Si te soy honesta, más de una vez pensé que ustedes dos tenían muchas cosas en común y podían hacer buena pareja.
-¿Y entonces por qué tan celosa?
-Yo qué sé, soy así. –Replicó, encogiéndose de hombros. –Sabía que ustedes se podían llegar a llevar bien, pero mi lado más cuida no quería saber nada de eso. Sé que no tendría que meterme en tus relaciones o en las de Jessi, pero no podía evitarlo. No quería que le tocaras un pelo a Jessi, porque si las cosas salían mal entre ustedes después iba a ser un quilombo convivir con eso.
-Pero ahora está todo bien si pasa algo entre ella y yo, ¿no?
-Y sí, supongo que sí. –Dijo, con un dejo de resignación. –Igual, como que ya sería medio al pedo decirle que no le toques ni un pelo, ¿no?
-Digamos que le toqué más de un pelo. -Era mi turno de reír un poco.
-Sí, algo me contó ya. –Comentó, con una expresión que parecía reflejar cómo se dividía por dentro entre la gracia que le causaba mi comentario y los celos que evidentemente sentía.
A pesar de todo lo que acabábamos de charlar, todavía había una pregunta que me daba vueltas en la cabeza y que necesitaba conocer la respuesta lo antes posible.
-Me decís que no la lastime a Jessi, pero entonces… ¿en qué queda lo nuestro?
-¿Lo nuestro qué?
-Dale, no te hagas la boluda. ¿Me vas a decir que en ningún momento pensaste en coger de nuevo? –Pregunté, levantando una ceja para expresar mi incredulidad.
Clara se tomó unos segundos antes de responder, como si tuviera que meditar lo que iba a decir.
-Más bien que sí, boludo. –Contestó en medio de un resoplido que hizo que alguno de los cabellos que le caían por encima del rostro salieran disparados hacia arriba. –No soy de piedra. Pero si me pongo de novia, lo hago en serio. No lo voy a andar cagando. Y más te vale que no la cagues a Jessi con nadie. –Agregó, cambiando el tono hacia uno mucho más amenazante. –O te juro que te crucifico, te corto la poronga y te la doy de comer cruda como última cena antes de morir.
-Esa parte la entendí a la perfección, no te preocupes.
-Más te vale. -Repitió, reforzando su amenaza.
-Igual no me respondiste algo todavía.
-¿Qué cosa? -Preguntó, frunciendo un poco el ceño.
-¿Cómo es que terminamos cogiendo más de una vez si vos ya estabas saliendo con Tomás? -Volví a preguntarle. –¿O qué? ¿Ahora me vas a decir que el pibe no tiene ningún drama si vos cogés con alguien más aparte de él?
-No, más bien que no.
-¿Entonces? Ponele que no eran oficialmente novios todavía, pero si eso no fue meterle los cuernos, pega en el palo.
-Ya te lo dijimos la otra vez, hermanito, si llegábamos a averiguar quién era el que nos atendía en el local, ninguna de nosotras iba a dejar pasar la chance de probar esa pija, sin importar las circunstancias. Aunque la tres hubiéramos estado casadas y con hijos, esa oportunidad no la íbamos a desperdiciar.
-Eso se llama obsesión. -Comenté entre risas, viendo cómo se le habían iluminado los ojos al hablar de mi verga.
-Y bueno, no nos hubieras atendido tan bien todo este tiempo y no nos dejabas así de obsesionadas.
-¿Y después de lo que acabás de decir tengo que creerte que en ningún momento vas a querer coger conmigo de nuevo? -Pregunté, levantando una ceja en una obvia señal de desconfianza.
-Una cosa es querer, otra cosa es hacer. -Se defendió, encogiéndose de hombros. -¿O ahora resulta que no sos capaz de controlar tus impulsos? ¿Sos un perro que hay que entrenar para que entienda que no significa no?
-Bueno che, tampoco hacía falta esa comparación.
-Bueno, si llegás a querer pasarte de vivo conmigo, te llevo a que te castren, ya sabés.
Estaba a punto de responderle cuando sonó el timbre del departamento. Me levanté para atender el portero cuando vi en la pantalla quién era la persona que había llamado: era Jessi.
-¿Jessi? ¿Qué hacés por acá?
-Ahora te explico, vos dejame entrar.
Dejé que Jessi entrara al departamento y me quedé pegado a la puerta. Giré mi cabeza en dirección a Clara, que volvía a mostrar esa enigmática sonrisa. De repente volvió a mi cabeza la imagen de ella pegada al teléfono apenas habíamos llegado al departamento.
-¿Vos le dijiste que venga?
-Sí. -Respondió, todavía sonriente.
-¿Pero vos estás loca? -La situación había dado un vuelco completamente inesperado para mí, y no tenía la menor idea de lo que iba a pasar.
-No, ¿por qué? -Replicó con calma. -Me pareció que era necesario que ella viniera así aclarábamos todo entre los tres.
Un golpe suave en la puerta me interrumpió antes de que pudiera responderle. Abrí la puerta hecho un manojo de nervios y ahí estaba ella.
Jessi se veía preciosa, con un floreado vestido suelto color lila que le llegaba por encima de las rodillas, hecho con una tela tan liviana que parecía con un suspiro se le podía levantar y se vería todo.
-Hola Pedrito. -Saludó, dándome un suave beso en la boca, cosa que no me disgustó para nada. Su perfume una vez más se escabulló por mi nariz hasta atontar mi cerebro. -Hola Clara. -Dijo a continuación, sin esperar una respuesta de mi parte, para luego atravesar la puerta y acercarse hacia donde se encontraba mi hermana.
-Tardaste bastante. -Comentó Clara, luego de saludarla.
-Tenía que verme presentable, ¿no? -Se defendió, dando una vuelta rápida que hizo que su vestido se levantara hasta casi dejarle el culo al descubierto.
-¿Qué hacés acá? -Pregunté, una vez que cerré la puerta y volví a sentarme.
-¿No te explicó nada Clara todavía? -Contestó ella con otra pregunta.
-¿Explicarme qué cosa? -No entendía nada, y una vez más mi hermana organizaba cosas a mis espaldas que me sorprendían.
-Vine a ver cómo garchan ustedes dos. -Respondió Jessi, como si no fuera tan distinto de avisar que venía a ver una película.
-Podías ser menos directa, ¿no? -Comentó mi hermana, aprovechando que mi cerebro se había quedado fundido e intentaba reiniciarlo para terminar de entender las palabras que había pronunciado su amiga.
-Tuviste un buen rato para decírselo.
-Bueno che, surgieron otras cosas para charlar, justo estaba por llegar a ese punto. -Dijo Clara, con tono defensivo.
-¿Y si mejor me explican de qué carajo están hablando? -Pregunté, tratando de controlar mi tono de voz y no llamar la atención de los vecinos.
-Es muy sencillo, Pedro. Te lo explico yo, porque parece que a Clara le da cosita proponerte esto. -Comenzó Jessi, dedicándole una sonrisa ligeramente burlona a su amiga.
-¿Qué cosa me van a proponer? -Me estaba preparando para lo peor.
-La cuestión es así: tu hermanita quiere lanzar una última cana al aire antes de terminar de hacer oficial su noviazgo con Tomás. En este momento están medio peleados por lo que pasó el viernes cuando casi arruina mi cumple. -Jessi aprovechó ese momento para dedicarle una mirada de reproche a Clara. -Así que básicamente es ahora o nunca.
-¿Ahora o nunca qué?
-¿Vos escuchaste cuando te dije que venía a verlos garchar?
-Sí, pero pensé que…
-¿Que lo había dicho en broma? -Intervino mi hermana, algo sonrojada. -No, era en serio.
-¿Y a vos no te jode?
-Si lo hubieran hecho a mis espaldas, la mataba a ella y te cortaba esa pija hermosa que tenés. -Respondió luego de tomarse unos segundos para pensar su respuesta. -Pero Clara me contó lo que le pasaba, y al fin y al cabo la idea fue mía. A ella le gustó la idea y nos pusimos de acuerdo, con la condición de que yo estuviera presente. -Una sonrisa casi traviesa se formó en su rostro. -Es muy morboso esto. No todos los días tengo la chance de ver a dos hermanos cogiendo.
-Así que, ¿qué decís, hermanito? -Preguntó Clara, con una sonrisa igual de traviesa que la de su amiga. -¿Te parece que podemos tener un último garche antes de que me ponga de novia?
-Por lo que veo ahí abajo, parece que sí. -Comentó Jessi entre risas, con la vista clavada en una erección que ni siquiera me había dado cuenta que tenía.
Clara se puso de pie y se acercó al sillón donde me encontraba sentado yo. Pasó una pierna por encima de mí y se puso a upa con su cara ubicada a centímetros de la mía. Se levantó un poco la minifalda y puso en contacto su piel contra la tela de mi pantalón. Una sensación de tibia humedad se empezó a sentir cerca de mi erección.
-¿Me vas a pegar una buena garchada, hermanito? -Preguntó con una suave voz seductora. -Si es la última vez que lo vamos a hacer, más vale que hagamos una para la historia, ¿no te parece?
-¡Ya sabía que te habías venido sin tanga! -Exclamé en voz baja, algo entrecortada por mi excitación.
-Me llegabas a decir que no y te juro que me cosía la argolla. -Replicó, empezando a moverse muy lentamente, permitiendo que su entrepierna desnuda masajeara mi erección.
-Todavía no dije que sí. -Señalé en broma.
-Este de aquí abajo ya dijo todo lo que tenía que decir.
Su mano bajó por mi pecho hasta colocarse encima de mi verga. Con gran habilidad se encargó de soltar el cinturón y desabrochar el pantalón, haciendo que fuera más fácil entrar en contacto directo con mi verga, que estaba tan caliente que ya parecía una barra de metal a punto de fundirse.
-¡Epa! ¡Estás a pleno! -Exclamó al liberar mi verga de la prisión de tela y dejar que saliera a tomar aire para erguirse en todo su esplendor.
-Uffffffff… -Se escuchó la voz de Jessi desde el sillón donde se encontraba sentada para no perderse ningún detalle. -Lo que extraño esa verga…
-La tuviste para vos sola el viernes. -Protestó Clara, en un tono que parecía advertirle a su amiga que en esa ocasión no pensaba compartir nada con ella.
-Igual la extraño. -Respondió, volviendo a reírse. -Si fuera por mí la tendría adentro todo el día. ¡Quedaríamos pegados como los perros cuando se quedan enganchados!
A pesar de la situación, de tener a mi hermana trepada encima de mí tan excitada como yo, de tener la aprobación de la chica que tanto me gustaba (y que encima esperaba ansiosa poder vernos coger), de estar tan caliente que casi no podía pensar con claridad, la hija de puta de Jessi me hizo largar una sonora carcajada. Mi hermana no tardó en sumarse, lo que cortó todo el clima que se había formado.
-Tarada. -Dijo finalmente mi hermana cuando terminaron las risas.
-Mejor vamos a la pieza. -Propuse, una vez que me calmé. -Así no nos escuchan los vecinos.
Entendiendo el mensaje que había en esas palabras, los ojos de mi hermana brillaron con un fuego renovado por la excitación que de inmediato hizo nuevo acto de presencia.
Me subí el bóxer y los tres nos fuimos directo a mi habitación, donde hicimos los arreglos necesarios para que los sonidos que iban a generarse ahí no se escucharan con tanta fuerza en los departamentos de mis vecinos.
-Ahora sí, basta de boludear. -Dijo mi hermana, con la mirada de una leona a punto de lanzarse sobre su presa.
Sin más demoras, simplemente se sacó la remera y el corpiño casi de forma instantánea. Su minifalda voló también al instante, lo mismo que sus sandalias, quedando completamente desnuda delante de mí y de Jessi, que se había sentado a un costado de la cama, dejándonos gran parte para nosotros.
Todo el juego previo que habíamos tenido tanto en casa de nuestros viejos como en mi habitación la vez que me exprimieron entre las tres se había ido al tacho. En el rostro de Clara sólo había deseo y desesperación. Su expresión decía a gritos que no aguantaba más la demora, y que pretendía aprovechar al máximo esa última oportunidad que tendría de estar conmigo.
Contagiado por esa desesperación, me quité la ropa casi con la misma velocidad que ella, quedando desnudo sólo unos segundos más tarde de haberlo pensado.
Ahora sí, mi verga podía quedar bien parada, apuntando al techo como un mástil, libre de cualquier atadura. O al menos eso creía, porque mi hermana por fin pudo iniciar su ataque.
Gateando como una gata sobre mi cama para acercarse, apoyó su mano en mi pecho y me empujó hasta hacer que terminara con mi cabeza sobre la almohada. Su cara quedó pegada a la mía y plantó sus labios sobre los míos por una fracción de segundo, para luego permitir que su lengua invadiera mi boca casi con furia.
Ese ataque duró tan sólo unos segundos, ya que su objetivo principal estaba mucho más abajo. Su mano se anticipó para reconocer el terreno y sujetó mi verga como si se tratara de un punto de apoyo que un escalador usaba para seguir su ascenso.
Su cabeza siguió el recorrido de su mano hasta quedar de frente a mi verga, que aguardaba expectante el reencuentro con aquellos labios.
-¿Te la vas a comer toda, hermanita? ¿Vas a poder con todo? -Pregunté con un tono ligeramente burlón para estimularla.
-Ya vas a ver, pendejo. -Respondió con un brillo aún más intenso en sus ojos, aceptando el desafío.
Dirigió su boca a la base de mi pija, que todavía sujetaba con firmeza, y empezó a lamerla con tranquilidad, como si quisiera que su lengua memorizara cada detalle. Centímetro a centímetro fue subiendo hasta llegar al glande, el cual introdujo en su boca para darle un buen chupón a modo de saludo.
-Mmmmmm… -Dijo después de unos segundos de saborear la punta de mi verga. -¡Tan rica como siempre!
-¡Qué ganas de probarla que tengo! -Acotó Jessi desde su lugar.
Giré para verla y me encontré con su vista clavada directamente en mi entrepierna. Su boca ligeramente entreabierta daba a entender que se moría de ganas de ser ella la que pudiera saborearla y envidiaba con seguridad que mi hermana pudiera darse ese lujo.
-Bancátela. -Respondió mi hermana, luego de darle otro chupón a la punta de mi verga. -Después la vas a tener para vos solita cuando quieras, pero ahora es para mí. -Agregó con un tono que no daba lugar a protestas, para luego dedicarme una sonrisa llena de picardía y continuar con su estupenda labor.
Clara se estaba luciendo en esa ocasión. Su lengua no dejaba ningún rincón sin lamer, incluyendo mis bolas, y el entusiasmo que tenía era mayor que el que podía recordar en cualquier momento compartido en el local o fuera de él. Sin dudas se estaba esmerando para que ese día fuera para el recuerdo.
-Trae esa conchita para acá, Clara. -Pedí cuando pude volver del cielo a donde me había enviado con su lengua.
Prácticamente sin retirar mi verga de su boca, mi hermana cambió de posición para que su rajita quedara al alcance de mi lengua. Era el momento de devolver el favor que me estaba haciendo con tanto gusto.
Mi lengua inició su ataque y a partir de ese momento lo único que pudo escucharse fueron nuestros respectivos gemidos.
Clara no le daba tregua a mi verga, y yo no me quedaba atrás, introduciendo mi lengua en su caliente cavidad, que ya empezaba a mojar de una manera que a mi paladar le pareció un manjar digno de los mejores restaurantes del mundo.
El estar tan concentrado en mi tarea ayudó bastante a frenar mi orgasmo, pero Clara no tuvo esa suerte. Después de unos minutos finalmente su boca se despegó de mi entrepierna y dejó escapar un intenso gemido. Yo me aferraba a su cuerpo y continuaba recolectando su néctar con mi lengua a pesar de los ligeros temblores que evidenciaban que había llegado al primer orgasmo.
-No aguantaste nada, hermanita. -Dije entre risas, mientras ella se encontraba todavía encima de mí, respirando agitadamente.
Acto seguido giré para quedar encima de ella, me puse de pie y levanté a Clara para que su cabeza quedara cerca de los pies de la cama. Dejé cerca de su boca mi glande y le dediqué una sonrisa cargada de excitación a Jessi.
Ella me dedicó una sonrisa idéntica. Ya se encontraba abierta de piernas y su mano jugueteaba con su entrepierna por encima de una tanga color negro que se veía más oscura, indicando lo mojaba que se encontraba.
-Mejor que hayas venido bien hidratada, -dije bajando la vista de nuevo hacia Clara, que se acercaba para volver a introducir mi verga en su boca- porque voy a hacer que se te vaya la vida por la argolla.

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Hasta acá el capítulo 16. En realidad tenía planeado que fuera más largo, pero preferí cortarlo acá para terminar de una vez por todas con la espera. Si todo marcha bien, no tardaré mucho en subir la continuación.

Como siempre, agradecido con todos los que dejan sus comentarios, sus puntos y agregan a favoritos.

Y una vez más gracias a todos los que vienen siguiendo esta historia.

Nos leemos en el próximo capítulo.

23 comentarios - Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (Parte XVI)

20-ole
Ufff bro, no tienes idea de lo que espere para seguír leyendo la historia, espero pronto el siguiente capítulo. Te deje esos merecidos 10 puntos. Espero el siguiente capítulo con ancias.
PAJAESVIDA
maestro! me la voy a arrancar de tanta paja carajo! 😋🍆💦💦💦
salvfe
Al fin llegó la continuación. Bravo 💪
carlo1112
Gracias por tanto!! Esperaba poder leer un poco mas de esta historia que realmente me tiene super atrapado!
DeltedMark
Eres un crack, excelente continuación
AnaPaulaGimenez
Esperaba la continuacion muy erotica y sexy la serie
lockkki
Pense que ya no ibas a escribir mas la serie esta. Muy bueno como siempre. Valio la pena la espera
jorvac164
La espera tuvo su recompensa.Van 10 y saludos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Rawiri
Increíble como siempre tus relatos son de los mejores que he leído tienes mis 10
Monstruo0501
Brutal!.... Que bueno que ya estas escribiendo de nuevo para nosotros. La verdad son excelentes tus relatos. Saludos mi Brother. +10
4xxxx123
Van 10 espero el siguiente
gereleo
El Regreso del campeon !!!
raa1980
Excelente relatos capo me lei los 16 relatos en 2 dias, ojala que sgias con la historia por que esta buenisima.
eldanus
buenisimo valio la pena esperar...
younlust
Por fin, maestro!
Gracias!