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Cuarentena 3 (relato gay)

Para mis queridos 5 lectores:
El personaje y la geografía suburbana de este relato están explicados en "Cuarentena", la primera aventura de Lucas para disfrutar de un poco de sexo, necesidad esencial, con algún "pasivo de proximidad" que pudiera conocer en el barrio. Lo pueden leer acá:
http://www.poringa.net/posts/gay/3737613/Cuarentena.html


Y la segunda parte en

http://www.poringa.net/posts/relatos/3781177/Cuarentena-2-relato-gay.html



Lucas se despertó pasadas las 9. La larga sesión de sexo con Matías lo había dejado más que relajado, sólo le dolía un poco el glande, apenas. Se acordó, sonrió. Mati había entrado en boxer y salido en culotte, había entrado puto y salido putita. Su orgullo de macho alfa estaba por las nubes. Pensó en Karina, su amiga  sissy de siempre, ¡pobre putita!, mala cosa ser puto casado. La bombacha que se llevó Mati era de ella, bueno, ya se la repondría. Total, hasta que no levantaran la cuarentena, y la cosa iba para largo, casi imposible que le pudiera volver a comer su rica conchita de macho.
Se sentía tan satisfecho que no abrió su app de contactos gay, no entró a las páginas a mirar cuarentenizados y lejanos culitos deseosos de pija, tomó mate tranquilo, hizo un poco de home office, almorzó, durmió la siesta como cualquier otro aburrido día de pandemia.
Un mensaje de David lo despertó de la siesta: "¿puedo ir a estudiar esta noche?", su respuesta fue inmediata: "dale, te espero con la lapicera cargada de tinta". ¿Daba para hacerle poner una bombachita como a Mati?, nooo, ¿para qué?, un twink tan delicioso como David, lo único que necesitaba era lubricante. Eso le puso, luego de besarle cada cm de la cola y chuparle el ojete por 15 minutos, al menos para el primer polvo. Los otros tres ya no necesitaron nada, el culazo del pibe dilataba y lubricaba mejor que la concha de una mina.
Coger dos días seguidos en cuarentena y con dos tipos diferentes era todo un logro. No imaginaba que pudiera aparecer un tercero, era demasiada suerte, demasiado "culo", bueno, nunca los culos fueron demasiados para él, todo podía ser.
La siguiente mañana ya no sólo le dolía el glande, tenia cansado todo el bajo vientre, pero relajadísimo, feliz y, claro!, con ganas de repetir esa misma noche.
Salió a hacer las compras con una sonrisa debajo del barbijo, saludó al abuelo de David, pensando que el viejo ni por asomo se imaginaba que su nieto era puto y que cada vez que venía "a estudiar" a su casa, volvía con el culo abierto como una flor. Oh, Ignorancia, hermana dilecta de la felicidad, pensó. 
Llegó a la verdulería  y se paró a dos metros del último de la fila, como el aislamiento social preventivo indicaba. El boliche era de una boliviana, como la mayoría de las verdulerías en el barrio. Toldo de chapa, cajones en la vereda con las frutas tapando completamente el escaparate, adentro del pequeño local casi nadie entraba, todo se resolvía en la vereda, por el covid. Como de costumbre, estaban la boliviana y el empleado, delgado, morocho, en los 20 tempranos, amplio delantal oscuro, barbijo con escudito de los gallinas, pantalones chupines que no le apretaban el culo pero que insinuban una nalgas bien formadas. El pibe se apuró en atenderlo, en la vereda como siempre. Pidió naranjas, pidió tomates, todo bien, como siempre.
-¿Tenés lechuga bien fresca?-
-Tengo una linda capuchina adentro, ¿la querés ver?-,- ¡Bueno!-. Entraron.
Parados los dos frente a la jaula de la capuchina, el pibe, después se enteró que se llamaba Adrián, lo miró a los ojos y le zampó "la otra noche te vi"
Lucas, extrañado, extrañadísimo, cuidadoso. -¿dónde me viste?-
-En la ferretería, cuando cerramos la otra noche me fui caminando y te ví adentro con el ferretero - 
Lucas, aún más cuidadoso, a 3 metros estaba la boliviana atendiendo en la vereda, prefirió hacerse el boludo, - sí, cada tanto voy a comprar alguna cosa-
-¿Y siempre así le pagás lo que comprás?-, le dijo Adrián, con una sonrisa socarrona que sólo el barbijo pudo ver. Si el pibe le comentaba eso, seguro no era para darle una lección de moral, el pibe quería guerra.
Lucas miró de reojo a la calle, todo tranquilo, se llevó la mano al bulto, - Te pago así la lechuga si querés-
Adrián se sonrojó, miró hacia la calle, la boliviana estaba ocupada acomodando un cajón de mandarinas.
-La lechuga se la pagás a la jefa, pero te puedo dar lo mismo que te daba el ferretero y vos me lo pagás igual que como se lo pagaste.-
-¿Acá?, ¿esta noche?-
-No, cierra ella, pero te hago delivery, vos vivís cerca, no?-
Con 4 palabras, apurados, arreglaron para esa noche. Lucas terminó las compras y volvió a su casa casi riéndose. Vivía en un barrio de putos!, las cosas que te hace descubrir la pandemia!
Serio, más que serio recontra nervioso, a las 8 de la noche Adrián, con las piernas temblando, tocaba el timbre. Aún se maravillaba cómo se había animado, él, que antes de darse a conocer daba mil y una vueltas y después decía que no; él, que más que pijas metia en su culo pepinos y zanahorias, bien elegidos por supuesto; él, que entregaba una vez cada mes y medio, con suerte, que buscaba machos del otro lado de capital para que no lo conocieran, y que hasta a veces por miedo a que lo descubrieran, pagaba un escort que se lo montaba en un hotelucho de Liniers, ¡de Liniers!, dos horas de bondi para que un tipo le rompiera el culo por guita. ¿Cómo se había animado a encarar a Lucas? La verdad, la imagen que le quedó esa noche, después de ver al ferretero gozando apoyado en el mostrador y a Lucas, que con esa mirada de lujuria, le estaba rompiendo el culo,  lo había perseguido cada día, sin descanso. No podía borrársela de la mente, necesitaba pija, necesitaba gozar como el ferretero. Esas dos noches los pepinos no le dieron paz, la manuela no lo tranquilizó, necesitaba pija!, entonces cuando esa mañana vio a Lucas en la fila de la verdu, casi se meó de la emoción. No se pudo contener, le salió. Claro, después de arreglar, en lugar de ponerse contento, le agarró el cagaso. No, mejor no iba. La boliviana le preguntó dos veces "¿qué te pasa?, ¿estás bien?, ¿no tendrás fiebre?, ¿no te habrás contagiado? Y la verdad, fiebre tenía, en la cola, sedienta, acalorada, necesitada de macho, la causa de esa fiebre no la detectaba el hisopado, una fiebre secreta, prohibida, castrada mil veces. Demoró en cerrar, demoró en acomodar los cajones, pero si no iba, ¿qué pensaría Lucas de él?, no era un tipo ocasional y que nunca más vería, ¡era un cliente! ¿Y si contaba?, nooo, igual ya estaba jugado, ya se había regalado, ahora a tirarse a la pileta y bancarse lo que venga, si venía pija, mejor!
Lucas lo recibió con una sonrisa, la figura del morocho, aún con su delantal de verdulero se recortó en la puerta, para disimular había llevado una bolsa con papas y naranjas. Lo dejó pasar para relojearlo de atrás, estaba bueno el pibe! Lo llevó a la cocina.
-Yo Lucas, vos cómo te llamás?-
-Adrián-, respondió el pibe  con rostro serio.
-Eh, ¡qué serio!, viniste a pasar un buen rato, ¿no?- Lucas se acercó, rodeó su cara con sus manos y le dió un beso suave en los labios. La bolsa cayó al piso, se desparramaron las naranjas, Adrián se puso a temblar.
-Ehhh, tranquilo Adri, vení vamos a sentarnos un rato.- Lo llevó al pequeño living. Adri se quedó parado al lado del sillón, lo miró, se quitó el delantal y con las piernas cerradas se sentó. Igual no pudo evitar que Lucas viera su tremenda erección, deseo y miedo, ganas de que le destruyeran el culo y miedo que se supiera, que en el barrio supieran que era puto, que lo miraran, que la boliviana lo rajara, su cuerpo clamaba, su mente temblaba.
Lucas no entendía muy bien cómo Adrián había pasado de la audacia de su encare de la mañana a su terror de novato de esta noche, pero mejor no preguntar, mejor meter mano y ver la reacción. Se sentó a su lado, lo abrazó, llevó la cabeza del pibe a su hombro y quedito a la oreja le dijo "tranquilo Adri", dejate llevar, te voy a cuidar"
Adrián levantó la cabeza, y con los ojos rojos, húmedos, suplicantes, le preguntó "¿vas a contar?"
Lucas lo volvió a tomar de las mejillas, y lo volvió a besar suavecito en los labios "no, ¿estás loco?, ¿o vos crees que yo quiero que se enteren que soy puto?"
Los labios de Adrián se entreabrieron, sus ojos se cerraron despacito, los brazos de Lucas apretaron, su lengua invadió la boca de Adri, exploró sus labios, jugó, recorrió, batalló, sus manos con fuerza recorrieron los costados de Adrían, el primer gemido, el gritito, la cabeza que se agacha, la mancha húmeda aflorando el pantalón. Lucas paró.
-Perdoname Lucas, hace tanto que no lo hacía que no aguanté, puedo.....-
Lucas sonriendo lo hizo incorporar.
-Está bien, pongámonos cómodos, dejá, dejá, yo te desvisto.-
Le quito la camisa despacito, sonriéndole y dándole piquitos. Le quitó la camiseta musculosa, le desabrochó el cinturón, desabotonó el jean y bajó el cierre. Puso las manos en las nalgas de Adri e hizo caer el pantalón al piso. Adri temblaba, su cabeza siempre gacha. La gran mancha de semen mojaba su gastado boxer. Lucas se agachó y comenzó a lamerle la mancha mientras sus manos acariciaban las nalgas de Adri, le bajó el boxer, aún semierecta la verga de Adri era más que interesante. Se la metió en la boca.
-Nooo, ¿qué hacés?-, dijo Adrián mientras lo retiraba. Lucas lo miró extrañado.
-Nunca me la chuparon-, no quiero.
La cosa venía complicada. 
-¿Te querés dar una ducha y después vamos a la cama?- , preguntó Lucas ya medio amoscado.
Adrián se tomó los pantalones con una mano y Lucas lo llevó al baño en suite del dormitorio, le dio las toallas y se fue a la cama. Puso un video porno en la pantalla, se desnudó y comenzó a tocarse la verga semidormida.
Al rato salió Adrián del baño, tapándose con la toalla por delante, caminó a la cama, se acostó  boca abajo al costado de Lucas y hundió la frente en la almohada.
-Uy, ¡qué raye tiene este tipo!-, pensó Lucas,  por primera vez se puso a mirar el tembloroso cuerpo de Adrián, estaba rebueno, su color trigueño oscuro le encantaba, sus nalgas apenas un poco más claras que el resto, paradas, generosas, de aspecto suave, naturalmente lampiñas, ni un granito, ni un puntito, perfectas, su espalda, sus brazos, sus piernas musculosas, torneadas por el trabajo, pero su culito bien suave, bien de putito , bien para cogerlo.
Se incorporó y se arrodilló dejándolo entre sus piernas, suavecito, despacito, se agachó y le dio un beso en el centro de la rayita, abajo, ahí donde se siente más.
-Metémela-, medio que ordenó Adrián.
Lucas se incorporó y se volvió a sentar en la cama. Adrián por fin levantó la cabeza y lo miró extrañado.
-Si vos solo estás interesado en que te rompan el culo, comprate un consolador, untalo con vaselina y hacete auto servicio. Ahi tenés tus pilchas, vestite y tomátelas!-
Adrián quedó helado, se incorporó en cámara lenta y fue a recoger su ropa de la silla donde la había dejado.
-¿Qué pasa?, ¿no te gusta mi culo?-
-Estás refuerte Adrián, pero yo no soy un taxi, donde se termina mi pija empieza una persona, si no sos capáz de una caricia, de una charla, no me interesa cogerte-
Adrián agachó la cabeza, sus pensamientos iban a mil por hora, no entendía, ¿qué pasaba?, él siempre había entregado el culo, nunca le habían pedido nada más, desde su debut adolescente, con el primo, y en cada vez que se lo habían cogido, siempre fue entregar el culo, recibir la leche, chupar si se lo pedían, vestirse, punto. Eso era coger con un hombre, ¿qué más? Pero, y lo de Mario? Mario no se lo había cogido, en realidad Mario ni se había enterado que Adrián era puto, sólo charlar y reir y mirarse de esa manera tan especial, algún abrazo luego de alguna confidencia dura y esos cabeceos que él sentía contra su panza cuando Mario lo abrazaba fuerte. Nunca pasó nada, pero cuántas veces Adrián había soñado con estar los dos desnudos en una cama!, con su culito aún dolorido y riéndose y hablando de boludeces. ¿No era eso mismo lo que Lucas le pedía? Una voz interior le gritó "soltate pelotudo", la toalla que aún sostenía tapándose la pija cayó al piso, sus dos manos fueron a la cara, Adrián quiso llorar, se dio cuenta lo solo que estaba, se dio cuenta que estaba castrando su humanidad como culpa, como castigo a su homosexualidad, el cachetazo de Lucas lo sacaba de ese camino que él mismo se había trazado y que lo llevaba, él lo sabía, a la soledad, a ser sólo un culo para coger, a nunca poder ser feliz con alguien como Mario. 
Soltate pelotudo!, esta vez fue casi un grito de liberación interior. Adrían volvió a la cama en 4 patas, le dio un beso suave a Lucas y lo miró con ojos suplicantes.
-Perdoname Lucas, soy un pelotudo, tengo que aprender, me ayudás?- las manos sobre los muslos, los rostros a 15 cm, todo mirada, una húmeda, la otra interrogativa, desde su putez natural, desde su putez disfrutada desde edades de las que mejor no hablar, a Lucas le costaba entender qué carajo le tenía que enseñar a Adrián, -Oh, Ignorancia, hermana dilecta de la felicidad-, se volvió a decir, -cojamos-, pensó, más con la cabeza de abajo, ansiosa de culo, que con la de arriba, que no entendía nada.
-Vos soltate y dejame hacer-, ¿"soltate" había dicho Lucas?, Adrián sonrió feliz.
En instantes Adrián quedó boca arriba en el centro de la cama, Lucas en 4 patas se arrimó a su boca y comenzó a besarlo, Adrián esta vez, con sus ojos cerrados, participó del beso, "ay Mario", pensaba su cabecita, "olvidate de Mario, viví tu presente", le decía otra voz. Abrio los ojos para cruzarse con los de Lucas, sus brazos se animaron a rodear el cuello de Lucas, comenzaba a soltarse!!!!
Lucas bajó a su cuello y beso a beso llegó a los musculosos y duros pechitos de Adri, comenzó con mordisquitos suaves en los pezones y franeleos. Ahhh que es eso, pensó Adrián, se sentia riquísimo, cada mordisco en el pezón lo hacía temblar, pero si cuando él se los tocaba no sentía nada?
Lucas siguió bajando, siguió mordiendo, siguió besando. Los 18 cm de Adrián estaba ya rígidos y mojados. Lucas, por las dudas, los evitó. Bajó a los muslos, se los separó, comenzó a lamerlos, subiendo de a poco, lamió los huevos como si fueran un helado, -Ahhh-, el primero gemido de Adri. Volvió a evitar la pija, se puso de costado y comenzó a lamerle el vientre, desde el ombligo, acarciando, lamiendo, besando, su mano apretaba un pechito, recorría su costado, sus labios besaban cada vez más cerca. Esta vez, sí, Lucas le sostuvo la pija casi contra el vientre y comenzó a lamer la uretra, desde los huevos hasta el glande, un charco de preseminal se iba formado entre los dedos de Lucas. Lucas se incorporó y mirando a Adri comenzó a lamerse el preseminal de los dedos con evidente gusto. Miró la pija dura y babosa, miró a Adri como pidiéndole permiso, Adri le tiró un beso, Lucas se engulló la pija en un solo movimiento, su garganta estaba bien entrenada, y comenzó a apretar con los labios en la raíz de la pija y siguió subiendo como exprimiendo la uretra de Adri para llevar todo el preseminal a su boca. Adrián meneaba la cabeza entre gemidos, era tan intenso  lo que sentía, lo que no había sentido nunca antes, que enloquecía.
-Ahhh, ahhh, ahhhhh-, exclamó y varios gruesos chorros de leche inundaron la boca de Lucas.
-Ay, no!!!, perdoname Lucas, me pasó de nuevo, no pude aguantar-, asustadísimo le dijo Adrián. Lucas, sonriendo, se incorporó y sonriendo se tragó la notable cantidad de semen que Adri le había dejado en la boca. Se acostó al lado del pibe, lo abrazó.
-¡Qué lecherito sos!-
-¿No te enojaste?-
-No, la próxima vez avisame antes, así lo disfruto más. Ahora es tu turno-
-¿Querés que me la trague?-
-No sé, vos empezá-, los planes de Lucas no eran precisamente esos, -no, no, así no, arrodillate y dejá tu culito para este lado-
Adrián comenzo a chupar, delicado, despacito, dentro de su torpeza, quería hacerle a Lucas la mejor mamada posible. Las manos de Lucas recorrían sus nalgas, sus muslos, la lengua de Lucas lamía sus bolas, su perineo. Adrián lo disfrutaba, pero los mimos no le impedían concentrarse en su trabajo bucal y subir y bajar, hasta donde podía, por la pija de Lucas. De pronto, el primer shock eléctrico, la punta de la lengua de Lucas en su ojetito, otro, otro, los toques de lengua se repetían, siguieron las lamidas, siguió la primera penetración en su tembloroso esfinter. Gemir con la boca llena, gemir abriéndola, no ya no, ya no podía mamar, su cola se dilataba, la lengua entraba más, la electricidad invadía sus bolas, no!, de nuevo no!
-Lucas, por favor, ahora sí, metémela-
-Vos te la vas a meter, sentate- 
El verdulero, con su pija al palo y babeante de nuevo, giró, tomó el misil de Lucas, lo guió a su esfínter y se fue sentando
Ahhh, placer insuperable!, al fin, luego de meses y meses, una verga abriéndole la cola, carne de macho entrando en él, calor, virilidad, invadiéndolo, comenzó a volar, se comenzó a ir, la sensación en su culo ocupaba toda su mente, sentía cada milimetro de su canal que iba siendo abierto por el glande de Lucas, gozó de ese plop que sentía cuando el glande invadía su recto, su útero de macho, gozó de su canal completamente relleno con el tronco de esa pija gloriosa que destruía son hombría, sintió al fin la tibieza del pubis de Lucas en sus nalgas, estaba clavado, estaba empalado, habia al fin entregado su orto, su concha de macho a otro macho que lo estaba poseyendo, que se estaba adueñando de su ser, comenzó a sollozar de emoción, ay!, que nunca acabara ese momento!
La voz de Lucas lo devolvió a la tierra, -¿te gusta putito?-
Adrián eufórico, le sonrió como sólo se sonrié cuando uno está inmerso en esa nube de placer que te da el sexo anal, Apoyó sus manos en el pecho de Lucas y despacito comenzó a cabalgarlo- me encanta Lucas, siento el culo roto, me hacés feliz Lucas-, cerró los ojos y levantó la cabeza embelezado. El placer anal era tan intenso que su pija fue perdiendo fuerza, se fue achicando, se fue durmiendo hasta parecer casi un pitulín de nene. De pronto Adrián se detuvo, se sentó recto sobre el pubis de Lucas, comenzó a temblar como una hoja, sus ayes invadieron la pieza, sus manos aferraron con fuerza la cintura de Lucas. su esfinter se cerró, oprimiendo la pija de su macho, y con un "Ahhh" final, Adrián cayó rendido sobre el pecho de Lucas, la pija se salió del ahora dilatadísimo y empapadísimo esfinter. 
-Ay, Lucas, si no acabo por la pija, acabo por el culo, ¿viste que soy un desastre?- Lucas lo besó dulcemente. -para mi tu orgasmo fue un regalo, gracias putito, no sabés cómo lo sintió mi pija, pero ahora putito, es mi turno-
Lucas acomodó al pibe en el borde de la cama, se puso las patitas al hombro y se la clavó de una, el culito estaba tan mojado de los mocos rectales que su orgasmo de culito le había sacado que parecía concha de puta y lo comenzó a bombear despacio. Adrián relajado, sonreía
-Sabés Luqui, ahhhh, nadie me cogió tan rico como vos, podemos repetir otro día?-
-Ya sabés donde vivo y nos vemos dia por medio, así que si querés pija no te va a faltar, mmm, que culo increible que tenés putito!-
-Tu pija Luqui, no sabés cómo la siento, mañana, ahhh, la boliviana me va a preguntar porqué estoy tan contento-
-Y vos le vas a decir que un cliente te hizo feliz, no es cierto? Pero puto de mierda, dejá de darme tomates machucados ahora, ¿si?-
-Jaja, si Luqui, ahora te voy a atender siempre yo y te voy a dar lo mejor, en  la forma en que vos me estás atendiendo, qué menos?, ahhhh, que ricoooo, rompeme el culo, siii, soy tuyo Luqui-
Lucas aceleró, le dobló las piernas sobre el pecho y empujó con fuerza, Adrián recomenzó a gemir, su pija cobró vigor, nalgas mojadas, pubis mojado, charquito formándose bajo la cola de Adri, golpeteo, ardor de dos machos, gemidos de uno, palabras guarras del otro, noche de placer, noche de unión de cuerpos, noche del despertar de un pibe a una nueva forma de vivir su sexualidad. El polvo de Lucas fue grande y sentido, caliente, largo, como si tuviera semanas de celibato, aunque hacía menos de 24 horas que le había echado cuatro polvos a David. El tercero de Adri estalló también, apenas sintió el rio de semen de Lucas dentro suyo.
Adrián fue el primer macho que se quedó a dormir en la casa de Lucas, aunque casi no durmieron. Claro, cuando entró, con la calle semivacía por la cuarentena, nadie lo vio (eso querían pensar), y como antes de las 6 tenía que estar en la verdu, a las 5 y media ya estaban compartiendo un mate y Adri se estaba llevando puesto el polvo del estribo, en la cocina, contra la mesada, con los pantalones bajos.
Lucas puso la llave en la cerradura, abrazó a Adri y se zamparon el último beso, abrió, miró a ambos lados, apenas comenzaba a amanecer, nadie en la calle.  Adrián salió, no podía irse, volvió a entrar, refregó su cola por la bragueta de su macho, le dio otro beso, y silbando bajito, sintiendo esa deliciosa sensación de blandura en el culo, caminó la escasa cuadra y media que lo separaba de la verdulería.

3 comentarios - Cuarentena 3 (relato gay)

LorenaP40
Pregunta, algún chat gay para compartirme?
killerbee987
Me interesa
Andypas25
Que hermoso entregarse asi a un macho!!!